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from Cuaderno de un solo ojo

#Chucktober #Chucktober6 https://sidiostedalimones.com/blog/2025/chucktober/

Esta muralla es nueva. Al menos como muralla real y no la metafórica «muralla» de árboles que rodea al bosque. Se extiende interminable a ambos lados y no parece tener entrada alguna. —Puedes entrar por ahí —resuena mientras una puerta nueva se abre delante de mi. —¿Pero tú estás seguro de que quieres entrar? —pregunta la voz antes de que avance. Suspiro y entro. Una muralla interior se extiende a izquierda y derecha, interminable, pero esta vez no hay pregunta ni puerta.

El lugar está abandonado y los restos de lo que debió ser el bosque ahora son un recuerdo seco aferrado al muro, o rendido a sus pies.

Camino y salto ramas olvidadas. Camino y no parece abandar el día. Camino y el camino sigue. Camino y solo se escucha quebrarse mi aliento. Camino y refunfuño, y me desespero, y grito. Camino hasta que caigo rendido ante la piedra.

—¡Ola! —saluda el gusano.

 
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from Francisco Molinero

A raíz de un mensaje de gendenaranja en Mastodon sobre problemas de adicción con TikTok y en general sintiendo el hastío que produce Internet hoy en día, muy acentuado con el uso masivo de IA y ya antes con la colonización que han supuesto las redes sociales y sus algoritmos que intentan no provocar el intercambio de ideas, sino introducir mensajes en amplias capas de la población a nivel mundial, me he puesto a pensar cuál es mi uso actual de Internet. Ahí van algunas conclusiones:

  • PC Mi mayor uso diario en el PC tiene que ver con Mastodon. Aquí encuentro una comunidad con intereses comunes, información básica sobre el día a día, acceso a informaciones de interés mediante enlaces, conocimiento básico sobre temas cotidianos, convocatorias de acciones políticas, algún debate político de baja intensidad y todo bajo un manto de respeto y amabilidad. Otras app del fediverso que uso son Pixelfed para subir mis fotos de pájaros, Peertube para mi antiguo podcast de poesía que lleva años sin ningún programa nuevo.

Sitios web sobre ornitología, especialmente ebird e iNaturalist así como SEO Birdlife

Wikipedia para conocimiento e información.

Acceso a medios de comunicación, muy pocos y casi exclusivamente: + El salto diario + CTXT Algún juego en línea + Aplicaciones de mensajería y almacenamiento + Tutamail + Protonmail + Infomaniak donde guardo todas mis fotos así como archivos importantes y de la que uso Swisstransfer para enviar archivos de gran tamaño y Kmet si necesito tener alguna videoconferencia. + Nextcloud + Para las contraseñas uso ProtonPass tanto en el PC como en el móvil Pago por un par de dominios (byasl.com y fmolinero.es) y un servicio de correo personal asociado a byasl.com con Arsys.

En el PC tengo como Sistema Operativo Ubuntu, navegador uso Firefox, para el email Thunderbird o la app nativa de Tuta. Me protejo con la VPN gratuita de Proton y para la mensajería instantánea: + Telegram + Signal + XMPP por este orden de uso. No tengo cuentas ni en Facebook, ni en Instagram, ni en TikTok, ni en

  • Móvil Uso un móvil Murena One con un sistema operativo e/OS y en la configuración básica tengo bloqueo de rastreadores, geolocalización alternativa y VPN con Proton. Tengo el móvil cifrado y con DNS privado. El principal uso del móvil descontando las llamadas es con la mensajería instantánea y las app de bancos, seguridad social, hacienda y controles de domótica de casa. También las propias de ornitología de ebird e iNaturalist. Para la descarga de app del universo Google uso la tienda App Lounge que usa los servicios de MicroG para evitar a Google. Para las notas uso las notas de Nextcloud combinadas con la app de notas que proporciona el propio Murena. Como calendario uso el que me proporciona Infomaniak.

Aegis para la doble comprobación Organic maps para mapas y rutas F-droid como tienda de aplicaciones Newpipe si quiero ver, oír o descargar algo de Youtube donde no entro. Scramble exif para borrar metadatos de fotos ObscuraCam para difuminar caras en fotos a compartir

Y creo que esto es todo. No navego demasiado de forma aleatoria ni en el PC ni desde luego en el móvil y hago muy pocas búsquedas en la web a día de hoy, dado que los resultados que generan los buscadores, incluso fuera de Google, que no uso, no son especialmente buenos. Para situaciones especiales como la asistencia a manifestaciones o similar tengo un teléfono sin datos de Nokia y un móvil con el sistema operativo Ubuntu Touch, con ambos garantizo una mayor seguridad y ausencia de traceo.

 
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from Reflexiones desde el Keuper

El otro día, me dio por revisar mi diario, el primero que escribí. Lo empecé en 2023, en enero, y, en una de las primeras entradas (22 de enero), ya escribí un pequeño germen de la idea que tengo para esta entrada.

Esa primera entrada tenía un título. Aunque he dicho que era mi diario, en realidad, me costó mucho tiempo considerarlo como tal. Para mí era, al principio, un cuaderno de escritura, pero esta historia quizás la cuente en el blog en otro momento. Pero ese era el motivo de titular la entrada, cuyo título era “Slow life (por llamarlo de algún modo)“. Ese día escribí sobre mi necesidad de bajar el pistón, frenar y dedicar tiempo a mis aficiones y, más importante, a mí mismo.

Para no dedicarle mucho tiempo y por si no me conocéis (los que me conocéis ya sabéis la historia), 2022 y 2023 han sido los peores años de mi vida. En 2022, me mudé a Francia, para trabajar, y estuve allí hasta enero de 2024 (cuando salí del país como alma que lleva el diablo). El primer año dejé todos mis hobbies. No fue hasta las Navidades de 2022 cuando decidí volver a retomar mis aficiones y empezar a cuidarme un poco más. En enero de 2023, tras pasar las Navidades en casa de mis padres, desempolvé estilográficas y tinteros y volví a escribir a mano, tanto en el trabajo como en casa. Empecé a afeitarme semanalmente mediante afeitado clásico, más lento pero más agradable y satisfactorio que el convencional. Y también empecé a cocinar un poco más.

En Francia no me di cuenta, trabajaba todos los días, como mínimo de 8:30 a 18:30. Pero al llegar a Madrid, comprendí que no quería seguir con ese ritmo de vida, quería poder disfrutar de mi vida, mi pareja, familia, amigos y aficiones. Algo que no podría hacer con jornadas de, como mínimo, 50 horas semanales.

Durante este año largo que ha pasado desde que he vuelto, han cambiado muchas cosas, todas para bien. Dos de las que más han cambiado han sido mi relación con el trabajo (ya no trabajo tanto) y la ociosidad. Ahora soy capaz de disfrutar de los largos cafés del fin de semana, en la terraza, mientras leo un libro. De los paseos tranquilos, de la escritura pausada, de una tarde de sofá, manta y películas. Placeres de los que no podía disfrutar en Francia sin sentirme culpable.

Este verano, momento de máxima ociosidad, visité la librería del barrio y me compré varios libros sobre la ociosidad, la pereza y el derecho al descanso. Aunque pocos todavía, estos libros tienen su propio espacio en mis estanterías, a los que se ha sumado, por supuesto, “La abolición del trabajo”, que lleva en mi biblioteca muchos años. Reconozco que, en muchos casos, me he sentido muy identificado con las lecturas. En concreto, un párrafo sobre el burnout me hizo entender muchas cosas sobre mi relación con el trabajo.

Y por eso, hoy, domingo, escribo en papel esta entrada para el blog, para pensarla y disfrutarla (y disfrutar también de la tinta de estilográfica que se acaba con esta entrada). Porque hoy soy capaz de disfrutar de mi tiempo libre, de parar y tomarme el tiempo necesario para hacer las cosas que me gustan. Quizás es hora de parafrasear la máxima tan manida y decir “ya correré cuando esté muerto”.


Los hashtags para esta entrada van a ser #VidaCotidiana y #Reflexiones

 
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from una vida flotante

Días otoñales

Me encanta cocinar en el horno de la estufa de leña.

Hoy amaneció nublado y lluvioso y, aunque no hace mucho frío, decidí que iba a encender y hacer una coliflor asada. Es una receta que no sé muy bien de dónde saqué y probablemente ya la he modificado.

Se corta la coliflor en rodajas y se ponen sobre una bandeja de horno con un poco de aceite, ajo en láminas, la mezcla de especias que se quiera (yo he puesto hinojo, ají, semillas de coriandro y pimienta rosa) sal y un chorro de aceite por encima. Se pone al horno pero no sé cuánto tiempo, voy pinchando y dando la vuelta según veo, asar en una estufa de leña hace los tiempos un poco inciertos y muy diferentes a los de un horno eléctrico.

El otoño avanza, aún tengo la mesa del patio puesta pero creo que no va a durar mucho. Los árboles amarillean aunque hay algunos que mantienen las hojas verdes, me sorprende que haya fresnos amarillos y perdiendo hojas y otros se mantengan verdes. Aún me como alguna mora y ya he visto algún pedo de lobo.

Cuando voy con la bici ya huele a leña.

 
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from Francisco Molinero

Frecuentemente leo a personas que se duelen de lo dura que es la vida, lo poco amable que es, el penoso afán de cada día. Modernamente más que antes, o antes se asumía el doloroso afán de vivir como condición indispensable y ahora nos revelamos con fuerza a esa visión ligada al pecado original católico de haber perdido el paraíso.

La dureza de la vida puede que sea algo inevitable, aunque solo en parte. De pequeño me enseñaron que el ser humano era un ser social, que eso era parte importante de lo que somos y aunque me parece que simplificaba mucho, porque animales sociales hay un montonazo, sí explica en parte cómo afrontamos las inconveniencias de vivir. En un modelo clásico afrontamos estas dificultades amparades en tres círculos sociales: .-la pareja y por extensión la familia nuclear .-el grupo social cercano, los amigos, el pueblo, el barrio .-el grupo social amplio, el país y su posible organización como estado

Pero estos anillos de seguridad se han ido desvaneciendo. Cada vez hay más gente que no quiere o no consigue tener una pareja estable y mucho menos familia con lo que conlleva de carga económica que en muchos casos resulta imposible de afrontar. Así hay hoy más personas viviendo soles en un mundo que nos exige mucho y sin el consuelo cercano de la persona que nos ama y que cada noche nos rescata, aunque sea un instante, del fragor del día. A raíz de la Covid observo que cada vez más personas muestran dificultades de sociabilidad, lo que lleva a tener grupos de amigues más reducidos y frecuentemente distantes, algunos de ellos simplemente a través de Internet. Las ciudades se hacen difíciles y los barrios van desapareciendo al menos en la configuración de segundo pueblo que tenían. Aparecen las grandes superficies y va desapareciendo el pequeño comercio. Las cadenas de marcas copan los establecimientos, las peluquerías, las ópticas, todo se homogeiniza y por lo tanto pierde carácter. El segundo círculo se resiente. El estado de bienestar, lo que hubiera llegado a ser está atacado cada vez con más fuerza. Que el PP tenga copadas la mayor parte de los gobiernos autonómicos hace que las políticas de sanidad, educación y en general de servicios públicos se hayan deteriorado a marchas forzadas. Sentimos que si enfermamos es muy posible que no seamos ayudados o no a tiempo, que la escuela carece de lo básico y que solo crecen los cuerpos de seguridad dedicados a golpearnos si nos manifestamos reivindicando lo mínimo. El tercer círculo es más débil, la sensación de que vivimos en una casa en la que el techo se ha ido desvaneciendo crece. No sé si hay buenas respuestas. Decía [Yayo Herrero] (@yayoherrero@mastodon.social) a propósito de una cita de Musk que “el escollo crucial para el proyecto del fascismo del fin de los tiempos, que él (Musk) nombra como proyecto de Occidente, es el amor.”

Crear redes de apoyo mutuo, grupos de resistencia, pequeños procesos comunitarios para lo cotidiano, permanecer atentes a la deriva del mundo y compartir los problemas, las ideas en esos círculos de segundo nivel es fundamental, en lo personal y en lo general.

 
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from Reflexiones desde el Keuper

Yo tuve un blog. He tenido muchos, en realidad. Pero ese blog, al que podría llamar EL BLOG, fue solo uno. Era un blog sobre todo y nada al mismo tiempo, pero me gustaba escribir en él.

Era un blog muy similar a este, por lo variopinto de sus entradas, pero abierto en el año 2007 o 2008 (si no me falla la memoria). Estaba cursando la carrera y, por aquel entonces, todavía tenía ilusión por hacer divulgación geológica. Llegué a organizar uno de los carnavales científicos, tan de moda en aquellos tiempos. Escribí varias entradas sobre sitios interesantes geológicamente que se podían visitar fácilmente. Incluso una ruta por El Retiro, para ver diferentes tipos de rocas utilizadas en la construcción, que fue un proyecto para la asignatura de rocas industriales.

Tenía una serie de entradas para hablar de los sitios donde había comido o dormido, que me servían para recomendar (o no) los lugares que había visitado. Hasta daba puntuaciones, pero, en vez de estrellas, utilizaba martillos de geólogo.

Escribía, también, sobre los libros que me habían gustado. Pero no recuerdo si escribí sobre algo más o si llegue a escribir ahí algún relato. No me sorprendería, pero por más que hago memoria... ¿Mi idea del fanzine Keuper para la divulgación geológica la presenté en este blog? ¿O quizás en el webcómic?

Un día se me ocurrió compartir mis apuntes de la carrera. Debió ser mientras estaba tercero. Según cursaba las asignaturas y terminaba de preparar mis apuntes, los subía en mi blog. Hasta quinto de carrera, creo que del máster no llegue a colgar ninguno.

Un día, mientras hacía mi doctorado, recibí un correo al blog. Era un correo en el que me amenazaban con emprender acciones legales por tener subidos mis apuntes al blog. El email estaba firmado por un vicedecano de aquel momento. En un principio, pensé en no hacer nada. Sabía que mis apuntes era todo un éxito y que muchos estudiantes los usaban durante la carrera. Sin embargo, reconozco que, al final, me acojoné. Ver el correo todos los días en mi bandeja de entrada, me producía desasosiego. Así que, borré el correo y deshabilité la sección de los apuntes en el blog. Algo que tampoco iba a impedir que los estudiantes los utilizasen, porque estaban copiados en todas las plataformas de apuntes y los estudiantes se enviaban los apuntes por email. Pero el daño ya estaba hecho.

No recuerdo si volví a escribir en el blog tras aquel email, pero, unos meses después, borre el blog. Y, como siempre, sin hacer copia de seguridad.

Aquello debió ocurrir en el año 2013 ó 2014. No lo recuerdo. Aunque seguí con el blog de citas (un commonplace book digital), pero sin escribir nada propio. No volví a tener un blog en el que escribir hasta el año 2022, este blog, que ha ido cambiando de plataforma hasta llegar a Escritura Social. Pero sigue sin ser un blog como aquel, o, al menos, no lo siento así, quizás por eso, este blog no tiene todavía nombre. Blog de Doclomieu no es un buen nombre, ni lo puse para ser el definitivo (solo para completar el paso de registro del blog). Quizás algún día este blog tenga un nombre real y lo sienta como un buen sustituto de aquel blog. Aunque no creo que vaya a ser capaz nunca de escribir con cierta regularidad.


El hashtag de hoy es #Reflexiones

 
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from FURBY FUCSIA FUMADOR

De momento La vida pasa de momento De momento... Aquí todo es de momento

Yo sé bien que tengo que luchar para sobrevivir que nadie será el dueño de mi porvenir tan sólo yo puedo saber qué quiero ser y proceder

Puede ser que viva de ilusiones que yo fabriqué que tenga en los bolsillos solo arena y fe pero del aire no me puedo alimentar, y esa es la verdad

Y aquí estoy jodida por este camino que escogí pero vale la pena llegar hasta el fin...

de momento – los aslándticos *

La lluvia ha mojado todo el confeti. Los globos se deshinchan desparramados por la calle, la pista de baile se mancha de barro y las palabras que volaban en el aire caen al suelo por su propio peso. Puedo ver cómo se hunden en los charcos.

Vuelve a ser octubre. Vuelvo a ver el cielo abrirse y volcarse en cascada. Se inundan los caminos y el agua corre como la sangre de una herida que no se cierra. ¿Todavía estamos así? Sí, todavía. Todavía. No se puede ir a mi pueblo en tren. No tengo trabajo. No llueve tanto como el año pasado, y, de todas formas, aunque lo hiciera vamos sobre aviso. Cierran los parques a tiempo. Tenemos miedo.

Esta vez no he salido corriendo del evento que se celebra en octubre. No he llorado en el metro. No he querido morirme (sólo un rato, dos días después. Como la resaca de una droga sintética). Puedo considerarlo un triunfo en sí mismo, o eso le diré a mi psicóloga la semana que viene y ella lo confirmará. Pero la fecha que cuelga sobre mi cabeza, afilada e indefinida, sigue amenazando la paz y amarga la dulce sensación de victoria.

¿Cuándo? ¿Cuánto? ¿Cuándo dejo de intentarlo? ¿Cuánto es demasiado tiempo? Evito hacerme estas preguntas, las sorteo como escollos en un mar en el que me ahogo, porque tengo que seguir nadando, seguir, seguir hacia adelante, el único camino es hacia adelante. ¿Hasta cuándo? No se sabe. De momento.

 
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from Mi perra vida

Relato – Experiencia de uso | Poema – Bagatela – José Emilio Pacheco | Reseña – La viralidad del mal – Proyecto una | Frase Robada – Alma Delia Murillo | Bonus track

Experiencia de uso

(secuencia del relato Efectos Adversos) La pantalla del teléfono de Jacobo se iluminó con las tres notifciaciones (la del reloj, el anillo y los audífonos inteligentes) que indicaban ausencia de información vital. Tres advertencias que le pedían confirmar si se había retirado sus dispositivos digitales, o en noventa segundos se le avisaría a sus contactos asignados para emergencias médicas. Jacobo continuaba tirado en el piso mientras la cuenta regresiva persistía, los colores cambiaban, del verde al amarillo, vaticinando la llegada del color rojo para detonar las alarmas.

...

Años atrás cuando la OCDE promovió la doble jornada laboral para trabajos remotos, bajo el argumento de que la IA podía multiplicar la capacidad de análisis y respuesta humanas, Jacobo fue de los primeros en solicitar la “oportunidad”, para lo cual se debía aprobar una exhaustiva evaluación de su desempeño previo, así como una serie de exámenes con los cuales determinaban el monto que le sería pagado, nunca se supo de alguien que recibiera más del cincuenta por ciento del sueldo que correspondía a la persona que previamente realizaba dicha labor. Pero cuando en la pantalla de la computadora apareció una advertencia indicando que su solicitud había sido aprobada, y se le había autorizado el treinta y ocho por ciento de incremento en su salario mensual, Jacobo sintió alivio, las deudas ya lo tenían muy apretado, comenzó a limitar las interacciones físicas con su reducido grupo de amistades, ya que acudir a algún establecimiento atendido por seres humanos era incosteable, y dado el limitado espacio de los departamentos, donde con dificultades cabrían tres personas, las interacciones se limitaban al entorno digital.

En su jornada laboral, algo de tiempo le daba para intercambiar mensajes y alguna videollamada ocasional con sus amigos. Ahora con este ingreso adicional pensó que, al menos una vez al mes podría ver en persona a sus camaradas, aunque no estaba tan seguro; el chat de salidas, tenía meses sin actualizarse. Pero apenas dos semanas después de la autorización de la doble jornada, el dar respuesta a sus dos jefes de silicio, ya queJacobo no tenía un superior humano eso se reservaba para algunos puestos de la alta dirección, le estaba consumiendo todo el tiempo durante las ocho horas laborales, e incluso tenía que extender sus actividades un par de horas más y algunas pocas el fin de semana.

En el limitado tiempo que le quedaba, deseaba descansar y jugar en su consola hiperrealista, por lo que ver cientos de mensajes de sus amigos sin leer le generaba pereza y fastidio, pero más fastidioso fue que le suspendieran el servicio de agua potable por falta de pago. La nueva carga de trabajo le hizo olvidar los trámites administrativos domésticos. Mientras realizaba el pago, le llegó una de las múltiples promociones a la pantalla del teléfono, invitándolo a usar una IA a la cual se le daba autorización legal para realizar trámites, pagos, y para sorpresa de Jacobo si ademas se le daba acceso a las aplicaciones de mensajería y redes sociales, podía interactuar con amigos y familiares, prometiendo ser el alma de su círculo de amistades y un ciudadano ejemplar, al cumplir con todas las responsabilidades establecidas por la sociedad. Dubitativo, Jacobo aceptó la prueba gratuita de cuatro horas, tiempo en el que la IA lo puso al corriente con sus pagos, detectó servicios que seguía pagando pero no usaba, y lo mejor fue el resumen de los chats familiares y amistosos que le narró directamente en sus audífonos. En cuestión de minutos todos los pendientes de su vida estaban al corriente.

Convencido de la utilidad de la IA procedió a la suscripción del servicio premium, que le permitiría actuar en todas sus instancias digitales, al darle acceso pluripotencial a todas las aplicaciones de su teléfono y con las cuatro horas en las cuales la IA consumió toda la información disponible de Jacobo, prometía crear un doble digital con 99.999% de precisión en el actuar digital cotidiano. Se preocupó de que su doble de silicio fuera demasiado entusiasta con sus amigos y se delatara la ausencia de interacción real, así que en la configuración pidió aumentar el grado de privacidad y reserva social.

Al paso de los días Jacobo estaba fascinado, ya que siempre terminaba con el cerebro frito después de diez horas continuas de trabajo, la IA le contaba lo ocurrido con su vida social, le divertía ver como en una película lo que transcurría con sus amigos, familia y el doble digital. No más de siete minutos había configurado como la duración máxima del resumen cotidiano, así que tuvo tiempo para reposar un poco y pensar en mejores estrategias para su videojuego. Ni siquiera tenía que preocuparse por su alimentación o enseres de uso común, la IA hacía las compras por él, siguiendo sus gustos y preferencias de comida rápida, shampoo y hasta alguna prenda íntima que la IA calculaba era momento de cambiar. Sólo tenía que salir a la puerta, recoger los paquetes que dejaban los drones y del mismo modo dejar las cajas y envases usados para que otro dron los recogiera y enviara al centro de reciclaje, lo cual le daba puntos y beneficios sociales en el portal de la municipalidad y otras instituciones.

...

La pantalla del teléfono parpadeaba con más intensidad en color rojo, al iniciar la cuenta regresiva a partir del número diez, comenzó a sonar un pitido agudo e intenso. Cuando quedaban tres segundos para realizar las llamadas de emergencia se desactivaron las tres advertencias, mismas que solicitaron una segunda confirmación de que los dispositivos habían sido retirados del usuario y que ya no era necesario llamar a sus contactos. Se confirmó la información y antes de apagarse la pantalla, las tres aplicaciones sugerían no dejar de usar los dispositivos inteligentes, para poder ofrecer una mejor experiencia de uso.

Bagatela – José Emilio Pacheco

Para quien no haya visto cuanto yo vi parecerá mentira lo que pasó. El mundo es diferente. Todo cambió. No volverá a ser mío lo que perdí. ¿Dónde estará el pasado que terminó? ¿Cuál camino transita quien antes fui? Para quien no haya visto cuanto yo vi parecerá mentira lo que pasó.

La viralidad del mal – Proyecto una

Existe una tendencia entre varios grupos y movimientos no hegemónicos que demuestran preocupación por las condiciones sociales y antropológicas que estamos viviendo. Zygmunt Bauman o Javier Sicilia entre otras y otros también han abordado ese tema, pero La viralidad del mal esta desarrollado por un colectivo menos representado y mas disruptivo del norte global, aunque no niega su origen.

En este caso la premisa básica es la relación entre los medios masivos de cómputo y el sistema económico, este contubernio por definición degenera y genera dominación. En cinco capítulos muestra cómo la promesa de que la tecnología basada en silicio sería una fuerza que liberaría o al menos emanciparía a la sociedad de sus cadenas no se cumplió, se transformó en su verdugo. Por supuesto para ello hay que echar mano de lo obvio, las grandes tecnológicas y sus modelos de negocio, que esto último desde mi perspectiva, es lo más peligroso para la humanidad. En el pasado, la esclavitud ocurría lejos de quienes se beneficiaban, y hoy aunque también el sur global sigue siendo el más afectado, esta maldad esta embebida en todas las aristas del ser humano y prácticamente en todas las regiones del globo.

El ensayo es reaccionario, suficientemente duro y adecuadamente sustentado, al igual que trabajos intelectuales similares se encuentra en una fase contemplativa, pero es el momento histórico que vivimos. Un gran punto a favor es que está pensado y escrito para lectores comunes, que no necesitamos un doctorado en filosofía o sociología para entenderlo, y está lleno de referencias bibliográficas para quien quiera profundizar.

¡Una lectura por demás recomendable!

Frase robada – Alma Delia Murillo

El error es no tomarse las intuiciones en serio. Lo sé, siempre lo he sabido.

Bonus track

#podcast #literaverso #literadon #literatura #libros #poesia #español #mexico #cultura #reseñas #cuentos

 
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from jartigag

1. Me atraían los ordenadores

Empecé a programar con un libro de la biblio de Soria. Usaba el ordenador viejo que mis padres le compraron a un compañero suyo de las ambulancias. Recuerdo que una cuidadora en verano se sorprendió de que fuera capaz de programar siendo yo “tan pequeño” (tendría 8-10 años).

2. Informática bien, pero no sólo eso

En bachillerato, me daba cuenta de que me había formado sobre todo en música, inglés e informática. Un amigo más mayor me contó que iba a estudiar Ing. de Telecoms. en Zaragoza. Me gustó lo que me explicaba, me gustó la ciudad y me gustó el Colegio Mayor que me enseñó. Yo tenía interés y facilidad con las matemáticas. También valoraba positivamente que existía una especialización en imagen y sonido (ya dentro de la carrera me enteré de que realmente nunca se había impartido).

En los primeros cursos encontré muy interesante el modelado de la realidad en sistemas y ecuaciones . Las asignaturas en las que mejor me desenvolvía eran las de programación.

3. Especialidad telemática

En la UPNA me llamaron mucho la atención áreas como la teoría de la información, redes informáticas, señales... Me decidí por la especialización en telemática porque me di cuenta de que esa era en la que más tiempo podía pasar sin cansarme ni perder el interés.

En todos estos años, el nexo que relaciona todo lo que me resultaba interesante en la carrera es la capacidad de establecer vías de comunicación entre personas.

 
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from Mi perra vida

Relato — Efectos adversos | Poema — Lo que quedó de los noventas — Sofía Ochola Chávez | Reseña — Trampa 22 –Joseph Heller | Frase Robada –Yoda | Bonus track

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Efectos adversos

A pesar de sus dos empleos como asalariado en dos corporaciones de logística y algunos pequeños pero constantes trabajos que realizaba como autónomo, no le alcanzó el presupuesto para pagar el sobreprecio y adelantar una consulta médica anacrónica, como llamaban ahora a las consultas con médicos de carne y hueso. El saturado sistema programaba la cita más próxima entre cinco a seis meses, a menos claro que tuvieras el seguro médico premium o pagaras un recargo, para sacar de la lista a alguien con una póliza más limitada y te dieran su lugar.

Las cuentas no le salían a Jacobo, así que se tuvo que conformar con usar el servicio gratuito incluido en su póliza llamado consulta advance, nombre con el que designaban a una app (en su versión más básica) movida con la IA más avanzada del momento, que prometía reducir en noventa por ciento el número de consultas al médico de atención primaria y mas de la mitad para el caso de citas con el especialista.

Abrió la app, y lo primero que le pidió fue crear el perfil del médico que lo atendería. Entre decenas de opciones se decantó por una mujer blanca, de aspecto asiático, delgada, cabello negro, que hablara español con acento de Buenos Aires, una combinación ecléctica, que por cierto era la más solicitada gracias a la última serie creada por IA que versaba sobre caballeres y dragones, donde siendo la heroína robaba todos los suspiros. Ya estaba habituado a que en la pantalla fuera indistinguible la apariencia de estas entidades digitales con un ser humano de carne y hueso, agradeció haber instalado la app en su tableta digital para ver mejor a su sensual doctora, aunque deseaba que en su minúsculo departamento cupiera una pantalla plana de las que se empotran en la pared, pero aún así ella se veía radiante. Jacobo eligió que el entorno fuera la sala oval de la casa blanca, pero pudo haber seleccionado desde entornos submarinos, hasta estaciones espaciales.

La doctora de silicio era amable, escuchaba con atención las molestias que le refería Jacobo, no se distraía con la pantalla del teléfono celular o una computadora. Le pidió acceso a sus dispositivos de monitorización inteligentes, reloj, anillo, audífonos; y que instalara una actualización de la app que permitía ampliar las capacidades de la videocámara, para determinar decenas de mediciones de laboratorio, con una precisión cercana al cien por ciento, comparado con las molestas y dolorosas evaluaciones en sangre. Una vez autorizado el pago, el cual tuvo que reconsiderar para saber qué otro servicio podría cancelar y no afectar sus finanzas, la doctora de sus sueños determinó que el colesterol, triglicéridos que estaban elevados, así como la presión arterial descontrolada, eran los motivos que lo tenían con esos dolores de cabeza y una fatiga terrible que le estaba afectando en sus trabajos.

Le sugirió una aplicación para que cuidara su alimentación, las cuales por supuesto incluían un costosísimo menú personalizado, entregado por drones todos los días hasta la puerta de su casa; otra app de ejercicio con los mejores entrenadores virtuales en más de setenta y cinco disciplinas, que podían incluir acceso premium a los gimnasios físicos más modernos. Le respondió que lo pensaría, mintió, sabía que su economía no se lo permitiría, pero por un momento pensó que la doctora sabía que mentía, ya que tenía muchísima información personal corriendo por los miles de procesadores que la animaban, pero dado que no se inmutó, consideró que le había engañado.

Finalmente le preguntó sus preferencias sobre el tipo de tratamiento que deseaba recibir. Le ofreció una solución basada en nanotecnología, que se administraba una vez al año, en gotas para los ojos, el líquido instilado liberaba en su sistema nervioso miles de bioprocesadores visibles únicamente con potentes microscopios, que modificaban en tiempo real y sin efectos adversos la producción de hormonas, el funcionamiento de venas, arterias y otros órganos, era en realidad un tratamiento neurotecnológico y no farmacológico.

Jacobo se emocionó al escuchar ese cambio de paradigma en el tratamiento de las enfermedades, era un fanático de todos los avances de la ciencia. Tal entusiasmo le hizo olvidar su situación financiera, así que presionó el botón de aceptar en la pantalla de la tableta y cuando le llegó una notificación confirmando el precio del tratamiento, tuvo que declinar el ofrecimiento, ni destinando todos sus ingresos al tratamiento le alcanzaría para pagarlo. Por primera vez en toda la consulta, la doctora mostró un seño de desaprobación, él intentó mentirle diciendo que se sentía más cómodo con los fármacos tradicionales, y también estaba seguro de que mejoraría sus hábitos y bajaría de peso, no sería necesario un tratamiento tan sofisticado y de tan larga duración.

Tras ese pequeño error de programación, la mujer en la pantalla volvió a la empatía de antes, y procedió a explicarle cómo debía tomar los tres medicamentos que le entregaría un dron en su casa apenas terminara la sesión. Luego tomó varios minutos para describir los efectos adversos: sed, deseo de orinar frecuente, dolor de cabeza, estreñimiento, diarrea, vómito, tristeza, euforia y un largo etcétera. Seguramente la doctora detectó que sus signos vitales se alteraron con la letanía de eventualidades que experimentaría, porque le dijo que no se preocupara, que podía ofrecerle una pequeña actualización a su paquete básico, para que contara con consultas ilimitadas las veinticuatro horas, para así comentar su seguimiento y manejo de las molestias relacionadas con la terapia farmacológica. En esta ocasión no quiso mentirle y le respondió que no era necesario. En la pantalla apareció una notificación que le pedía confirmar que entendía los efectos adversos y que no deseaba incrementar su plan de atención médica digital. La doctora in silico se despidió programando su siguiente cita en ocho semanas, que era lo que su plan incluía. La “ intuición” de la doctora le hizo saber con precisión milimétrica que no aceptaría un plan adicional de consultas a demanda, así que desistió y terminó la consulta.

Jacobo se levantó de la mesa y fue a la cocina por un poco de agua, cuando le llegó la notificación de que el medicamento había sido entregado. Abrió la puerta y un par de cajas estaban a sus pies.

Desde el principio, el diurético se llevó mal con su próstata, y no paraba de ir al baño a orinar con muchas dificultades y frecuencia, día y noche. Afortunadamente todo su trabajo era desde casa, así que no tenía problemas, pero le estaba afectando el sueño. Al paso de los días el monitoreo de sus dispositivos inteligentes indicaba que no se encontraba en metas de presión arterial, y todas las amenazas que eso implicaba para su salud, también lo invitaba a contratar la app de nutrición y ejercicio, al menos en el plan básico, para así lograr los objetivos. Él sabía que no podía pagarlo, así que tuvo que quitarle tiempo a su videojuego hiperrealista, al que destinaba su escaso tiempo libre y buscó en su red social videos para hacer ejercicio en casa sin comprar ningún equipo especial. Le costó bastantes horas, ya que los videos que le aparecían normalmente estaban relacionados con la venta de algún producto o servicio, pero persistió y encontró un par que consideró serían suficientes para iniciar.

La primera y única sesión fue una tortura, se sentía peor que con los diuréticos, sudó como si saliera a pasear en verano, lo que le hizo recordar que hacía meses que no salía a la calle, y no estaba seguro de qué estación del año era. A pesar de la fatiga, la playera empapada de sudor y la voluntad devastada, terminó diez minutos de burpees, desplantes y otras torturas. Se tuvo que detener porque todo indicaba que a su aparato digestivo no le gustaba tanto brinco, y un cólico acompañado de una inminente sensación de ir al sanitario lo forzaron a detener su sacrificio.

Una vez que las necesidades del colon y la vejiga fueron satisfechas, se levantó a lavarse las manos y sintió un mareo que lo obligó a detenerse del lavabo, vio su cara en el espejo, pálido casi trasparente, había dejado el teléfono celular en la cocina, pero alcanzó a escuchar varias notificaciones insistentes, que no pudo leer y le indicaban que su presión arterial había bajado a niveles peligrosos, intentó abrir el grifo para enjuagarse la cara, pero todo oscureció a su alrededor.

Las piernas dejaron de responderle y se desvaneció, golpeando la nuca en el toallero de metal que tenía a sus espaldas. Jacobo estaba inerte tirado en el suelo del baño.

(continuación) ...

Lo que quedó de los noventas — Sofía Ochola Chávez

Bob Ross pinta en mi cara un paisaje de árboles magullados envueltos en una perfección pétrea. Mandela fue elegido presidente, una y otra vez, hasta que se hizo un monstruo, una dictadura autodenominada como mandelista, pero eso solamente fue un mal sueño de Colosio, justo antes de morir. Bob Ross decía que era sencillo, con esa voz en español súper-puesto, y ese afro que podía haber sido una vagina. Mi cara seguía fresca, obedecí a un impulso incomprensible, encendí un cigarrillo y busqué mis nervios, mi estrés y estreñimiento, en un tipo de depresión generacional, inconexa en internet. Terminé refugiada, en una luz azul neón, con cigarros y cervezas, buscando a Ren y Stimpy, recordando cuando niña, me masturbaba mirando algún capítulo al azar. ¿Por qué Ren y Stimpy me provocaban? Quizás lo grotesco, quizás las groserías aisladas, quizás el poder revitalizante de ser una caricatura que podía hacerte sentir el aroma de la pestilencia y la ineptitud de unos brutos. Me tiré la cerveza encima y Bob Ross entendió que los paisajes perfectos eran lo más triste del mundo. Ofreció, sin duda alguna, hacer una pinturita de Minnie Mouse, a lo que uno se niega, por pura dignidad. Tomé la última botella llorando fuerte con conversaciones sin sentido, pero con una pequeña sonrisa de satisfacción pasando entre mi generación — el lugar más solo para llorar o llevar a cuestas tus problemas — . Mis pasos se van quebrando y sigo diciendo que tengo un sueño, algún sueño en algún lado. Muevo la toga, y aviento el birrete entre toda mi generación, en la ciudad de los sueños rotos, en lo que quedó de los noventas.

*

Prefiero ser un chicle de clorofila en el hocico de cualquier vago.

...

Trampa 22 –Joseph Heller

Antes de comenzar debo decir que, normalmente me genera repelús un libro con la etiqueta “best seller”, aunado a que el autor es originario de los Estados Unidos de Norteamérica y para rematar la portada está escrita completamente con mayúsculas. Una vez expresados mis prejuicios, prosigo. Trampa 22 fue escrita en 1953 y publicada en 1961, en el entorno de la guerra entre Vietnam y los sempiternos “defensores” del orden y la paz mundial, por lo que vale la pena contextualizar adecuadamente la obra.

De manera simplista la novela representa un mundo absurdo, irracional, ilógico en medio de la guerra, es decir una perogrullada. La extensión del libro es notable, por lo que se requiere paciencia ya que, desde su arranque te adentra en este universo delirante, que desubica, ya que no se esperan tales personajes y comportamiento en una novela de guerra. Conforme se avanza dejas de pensar que es un episodio de El Chavo del Ocho para darte cuenta de que, es la estética a través de la cual Jopeph Heller desea expresar su desacuerdo. Este disentimiento lo llevó a ser un libro de culto entre los adolescentes de la época. Pero si comparamos esta manifestación de desaprobación, en comparación con todas las protestas contra la guerra realizadas en el país vecino, Trampa 22 podría considerarse un capítulo de Los Simpson, casi un precedente al meme como forma de protesta. Aunque debemos darle la concesión de que es una de las primeras manifestaciones antibelicista.

¿Porqué considero que es un best seller que envejeció mal? En un mundo con más conciencia social, con una alteridad mas presente, y por supuesto, cuando un bufón plutócrata esta liderando el caos mundial, ante este escenario, la obra se percibe insulsa, nimia. Los sinsabores ocultan el ingenio de Heller que, utiliza recursos literarios y estilísticos que son lo único que me tuvo pegado a las páginas.

En un mundo donde sólo hace falta ver los titulares para saber que estamos viviendo una época de horror injusto e irracional, no hace falta una novela cómica para subrayarlo. Pero si lees esos periódicos, ves esas noticias y no percibes el dolor ni el sufrimiento de los oprimidos, entonces sin duda este libro es obligado, para que a través de sus seiscientas páginas confirmes que la guerra es una rotunda estupidez, sin importar sus supuestas justificaciones.

...

Frase robada — Yoda

El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento.

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#literatura #literaverso #literadon #cultura #podcast #cuento #relato #libros #librodon #poesia #poesía #español

 
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from FURBY FUCSIA FUMADOR

En mis turbulentas fantasías (que quizás nunca lleguen a plasmarse en el mundo real), ellos (siempre ellos aunque a veces ellas) nos miran con desprecio, asco y un ligero aburrimiento, como quien detecta gusanos vivos en un paquete de arroz; dicen: «joder, ahora me tocará tirarlo y comprar otro nuevo», porque este paquete de arroz en concreto es totalmente prescindible, hay otros doscientos solamente en una balda del súper que les quede más cerca. En esas mismas fantasías, creo que están convencidos de que no queremos trabajar, de que nuestro objetivo final es que todo esto se vaya a pique, y con eso en mente hablan entre sí de nosotras (aunque, en el fondo, sé que probablemente no estén hablando de nosotras, que ni si quiera piensen en nosotras aunque nosotras nos pasemos la vida pensando en ellos). Y pese a que en el fondo es cierto, si definimos trabajar como ser sumergidas previo acuerdo para extaernos el almidón y después escurridas, hervidas, aliñadas y machacadas por sus malditos dientes, pero no tan cierto si definimos trabajar como existir en el mundo aportando nuestro granito de arena a un proyecto común, sea cual sea... Yo me descubro más enamorada que nunca del oficio que afilo, y si amas algo deseas que no se termine nunca la relación que os une, el vínculo que os mantiene funcionando en simbiosis, pese a todo. Pero por encima del pese a todo, amar, o la definición de amar en la que creo, significa cuidar el uno del otro y currárselo para que la vida sea compatible con la relación. ¿Creéis que si no me importara, si quisiera que todo esto se vaya a la mierda, me pasaría la vida intentando que sea mejor? Los que no amáis este oficio, dejadme que os diga, sois vosotros.

 
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from Apuntes de Rob

Sobre la internet muerta

Mis hábitos de navegación en la internet no me han ayudado a mirar si la internet de hoy está hecha por inteligencia artificial y no por humanos, o simplemente no soy capaz de mirarlo. Pero siendo crítico con mi forma de consumir la internet, sí, está muerta.

Recuerdo que en el año 1999 tuve acceso por primera vez al internet, ese internet dial-up y en el que la mayoría del contenido era todavía el texto. En esos tiempos ver una imagen era una prueba de paciencia, ni se diga del audio y el vídeo. Me hice de mi página en Geocities y me gustaba andar de mirón por todos lados. La internet era para mí un escape a un mundo o era más bien el mundo, pero en este mundo yo podía participar, la internet estaba viva, pues estaba hecha por humanos.

En parte es nostalgia, pero no es que quiera que las cosas regresen a ser como eran antes, no es posible. Lo que sí es importante es que mire cómo internet muerto, sea crítico conmigo mismo y vea cómo yo mismo he participado en este homicidio, ya sea de forma directa o indirecta.

Este es acto de resistencia a los contenidos de la IA, no escribo para destacar o que me lean. Escribo porque además de ser catártico, porque esto está escrito por un humano. Escribo sobre lo cotidiano, de manera imperfecta, sobre lo humano.

 
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from Mi perra vida

Relato – La sonrisa del abuelo | Poema – Contra la Kodak – José Emilio Pacheco | Reseña – La hermana, la otra – Audre Lorde | Frase Robada –Pablo Muñoz Covarrubias | Bonus track

La sonrisa del abuelo

Los recuerdos más persistentes que tengo de mi abuelo no son gratos. Era un hombre frío, lúgubre, nunca me trato mal, ni a nadie de la familia, pero su plática era triste y nunca se le veía feliz.

Mi madre me explicaba que una vez mientras daba clases en la universidad, se lo llevó la policía, lo acusaban de algún crimen común, ser socialista, ateo o revolucionario, en esa época, como ahora, por nada se llevaban a la gente y la desaparecían. Cuando algunas semanas después regresó hecho un costal de huesos y golpeado como costal de boxeo, decía que mejor lo hubieran matado. Pero no fue así, su esposa y su hija, mi madre, lo miraban aterradas, en realidad lo observaban a escondidas, no mostraba las cicatrices que le habían dejado en la espalda, los pies, en los genitales deformados. Desde su vuelta se aisló en su cuarto, donde dormía alejado de mi abuela, apenas y convivía con los compañeros de la facultad, que imaginaban lo que había pasado y no lo cuestionaban.

El tiempo fracasó en curar las heridas, no mejoraron su dolor, ni su silencio. Mientras yo crecía y el envejecía, nunca entendía esa diferencia, una noche mi abuela marcó a mi madre a media madrugada, pidiéndole ayuda porque el abuelo estaba fuera de sí. Lo encontramos desnudo en el patio, llorando y diciendo incoherencias, era doloroso verlo así, hecho un ovillo tirado en el suelo, al observar su cuerpo torturado no imagino qué debió haber hecho para recibir tanto daño.

El psiquiatra nos dijo que era una especie de demencia, y que algo la había detonado, aparentemente una infección o algo así. Ni mi abuela, ni mi madre, ni yo entendimos la verborrea del médico, solo comprendimos que debíamos llenarle la boca de medicinas cada ocho horas con precisión quirúrgica, y no esperar nada a cambio, ya que no había cura para esos problemas.

Ante tan contradictorio destino, las cosas tendieron al empeoramiento, perdió el pudor y el control de esfínteres, el poco lenguaje que usaba y hasta la puntería para llevarse la cuchara a la boca.

Los meses y después los años me ayudaron a entender que, la diferencia entre crecer y envejecer radica en que quien envejece solo va sumando catástrofes, que por lo general siempre ocurren de madrugada. El teléfono resonó en la casa y no auguraba nada bueno, mi abuela se había caído tratando de llevar a mi abuelo al baño y se fracturó la cadera.

Me afané en cuidarlo mientras mi madre pasaba el día y la noche en el hospital. Al hacerme responsable de la atención de mi abuelo, se cumplía la fatídica profecía de la autora de mis días «eres igual de incapaz que tu padre», que remataba con «que una lagartona tenga en su santa gloria»; para hacer sorna del abandono de mi progenitor en etapas muy tempranas de mi vida.

Pero algo de cierto tenía la cantaleta materna, ya que cuidar a mi abuelo, bañarlo, cambiarlo, darle de comer y sus medicinas, era más complicado que el manual de operación de una central nuclear.

Entre la escuela, mi incapacidad para organizarme y la apretada agenda de mi abuelo, no lograba que algo me saliera bien, la ineludible herencia de mi padre. Por lo que a grandes males, grandes soluciones. En lugar de ropa común, unas bermudas, playera y crocs, que hacían ver más cool al octagenario y más fácil de cambiar y lavar. La contienda que implicaba que aquello que tuviera en la boca lo expeliera al estómago y no al piso, lo reduje a lo indispensable, limitando la afrenta tan sólo a la comida, total, el doctor nos había dicho que probablemente los fármacos no sirvieran, así al menos tendría más dinero en la bolsa, porque vaya que era caro ese sucedáneo de placebo. Después una disposición de los muebles a modo de tetris, para dejarle el campo libre y evitar que se tropezara. Todo eso, al menos parcialmente, hacía que mi vida fuera un poco más fácil.

Al principio mi madre fue una escéptica de mi plan maestro, por supuesto que no fue informada del incremento en mis ingresos derivado de la ausencia de los inútiles medicamentos, pero fuera de esas minucias, no le quedó más remedio que aceptar, al final ella tenía que seguir pendiente de mi abuela en el hospital, y mi abuelo se veía igual de mal que siempre, aunque con una apariencia más alternativa.

A los pocos días de la autónoma suspensión de los psicochochos, mientras jugaba a que el cereal era un avión y la boca de mi abuelo el hangar, se arrancó a contarme una historia sobre su mascota de la infancia, a la que retaba con una camiseta para que lo correteara como si de San Fermín o la Huamantlada se tratase, casi me infarto cuando comenzó a reírse, jamás en la vida lo vi siquiera sonreír. Así que las estruendosas carcajadas me preocuparon en sobremanera, en especial cuando seguía contando la anécdota y no paraba de reír, por un momento pensé que era una estatus epiléptico de felicidad. Al terminar el arroz y frijoles ya no recordaba nada y se volvía a hundir en su mundo de tinieblas.

Conforme pasaron los días, las anécdotas florecieron y la mayoría retoñaban, pero era fascinante conocerlo feliz, sabiendo que su infancia fue buena y que todo indicaba que la había olvidado, o tal vez la realidad del mundo la sepultó, pero ahora que su cerebro era una carambola parece que esos momentos salían a la realidad. Nunca supe si lo que decía tautológicamente era verdad o fruto de su mente.

Una noche tras escuchar la anécdota completa y tirara al suelo la mitad de la cena, lo dejé en su cama, sabiendo que me despertaría puntual a las dos y veinte de la mañana. Sonó el despertador, eran las seis, ya se veía el sol por la ventana, no lo podía creer, por fin dormí una noche entera sin sobresaltos. Pero contraviniendo la fama que mi madre difundía sobre mi falta de intuición y otras funciones elementales, supuse lo peor.

No se había movido ni un centímetro de como lo dejé en la noche, seguramente murió muy poco tiempo después de que apagara la luz, y para sorpresa de todos los deudos y acompañantes, tenía una sonrisa que ni el embalsamador logró quitarle.

Como si hubieran podido comunicarse, a los pocos días murió mi abuela en el hospital.

Mi madre no supera la tristeza, porque aunque le conté lo que había pasado con el comportamiento de su padre, exceptuando lo del dinero de las medicinas, no lograba tener en su mente más que imágenes de tristeza.

Yo creo que donde estén, si es que están, mi abuela ríe con tremendas carcajadas, escuchando las anécdotas de la infancia de mi abuelo.

...

Contra la Kodak – José Emilio Pacheco

Cosa terrible es la fotografía.

Pensar que en estos objetos cuadrangulares

yace un instante de 1959.

Rostros que ya no son,

aire que ya no existe.

Porque el tiempo se venga

de quienes rompen el orden natural deteniéndolo,

las fotos se resquebrajan, amarillean.

No son la música del pasado:

son el estruendo

de las ruinas internas que se desploman.

No son el verso sino el crujido

de nuestra irremediable cacofonía.

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La hermana, la otra – Audre Lorde

Ser mujer negra, lesbiana, feminista en la segunda mitad del siglo pasado no era tarea fácil, si a eso le sumamos que era una entusiasta activista con una profunda sensibilidad, la ecuación se complica; y por si lo anterior no fuera suficiente tenía un sentido muy agudo, poco esmerilado sobre la injusticia. Por lo tanto, los escritos recabados para esta antología son profundamente reveladores, exponiendo la realidad a la que se enfrentan las mujeres como Audre Lorde, pero atención, no intenta explorar otras mujeres afectadas, lo cual me parece muy subversivo, exponiendo la individualidad de la injusticia, que no es igual para todas, y por lo tanto su análisis y potencial respuesta debe ser diverso.

Me encanta su postura alejada de la victimización, casi sonando a un buen ajuste de cuentas, pero sin serlo. Su postura totalmente anti-colonialista es suprema, estimulante y por supuesto intrépida.

...

Frase robada -Pablo Muñoz Covarrubias

Un camino que puede seguirse es aquel que busca entender por medio de la lectura de los textos cómo la vida alcanza nuevos significados y sentidos durante esta etapa.

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#literatura #cultura #literaverso #español

 
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Relato - El tercer negroni | Poema - Liebre de Cola Negra II - Tal | Reseña - The right not to use the Internet - Varios | Frase Robada - Elvira Sastre - Bonus track

El tercer negroni

Juliana había llegado antes al restaurante, normalmente así ocurría, su soltería le ahorraba la monserga de tener que dejar un par de hijos y un marido en condiciones de supervivencia por las próximas tres horas, tal como le pasaba a Alicia. El lugar estaba abarrotado, había sido casi imposible que las constelaciones se alinearan para que todas las agendas coincidieran. Así que, llegó con la paciencia en límites máximos, esperando que la atención del lugar fuera ineficiente, incluso petulante. Alicia le había sugerido el lugar, las mamás de la escuela de sus hijos no dejaban de hablar de ese nuevo sitio, al que no podían ir, porque no era del estilo de sus aburridos maridos. Así que la arrogancia que da la popularidad pasó a segundo término para darle gusto a su amiga. Después de unos minutos de estar sentada escuchó el teléfono el sonido que la identificaba solo a ella, -llego en diez minutos-. Considerando lo que el mesero tardó en acercarle la carta de bebidas, calculó que podría ir pidiendo los tragos, que junto con Alicia llegarían puntuales. -Dos aguas minerales y dos negroni -el tipo miró al asiento vacío frente a ella de manera inquisitiva. Juliana le dijo que su amiga se estaba estacionando. De verdad deseaba fervientemente que la comida fuera la antítesis al pésimo servicio. Mientras esperaba miraba las mesas del rededor, le llamó la atención que personas tan jóvenes también estuvieran bebiendo ese trago de viejos, al final las modas regresan, pensó.

Alicia y Juliana lo descubrieron en la facultad hace más de veinte años, y casi la misma cantidad de kilos. Así cayó en cuenta desde cuándo se conocían, e invariablemente recordaba esa fiesta, tras la que al tercer negroni hicieron una pausa en su amistad inquebrantable, y bastante mareadas se escaparon de la reunión para besarse en la calle por horas, hasta que el frío venció a su pasión, regresándolas a la realidad.

Un abrazo por la espalda y un beso blando, abundante en la mejilla, le confirmó que ese perfume pertenecía a Alicia. Se sentó frente de ella, a partir de ese momento el mundo y sus vicisitudes se fueron al infierno, solo tenía ojos para esa mujer, y tal como lo había predicho, estaban acomodando las bolsas en el perchero, llegaron sus bebidas. Tenía un mes que no se veían, y prácticamente no tenían ninguna interacción digital, salvo para organizar sus encuentros, así que la charla les daba para una buena cena de tres tiempos. De hecho el primer punto a discutir era el menú, lo analizaban al detalle, lo espulgaban. Lo comparaban con otras citas, comentando anécdotas relacionadas, era un mapa de vivencias, tanto tiempo les tomó que ordenaron un segundo negroni sin haber terminado de revisarlo y decidir sus alimentos. Lo que para otras mesas era un trámite, una decisión casi efímera, para ellas era todo lo que habían esperado por treinta días y sus ausencias. Tras agregar una botella de vino, dieron paso a la cotidianidad, al intercambio de miradas y pormenores. Siempre pedían entradas o platos pequeños, aunque numerosos, que se convidaban una a la otra. Tenían tanto que comentar que ni siquiera hablaban de los alimentos, esto lo expresaban las facciones que al comerlos despertaban, así sabían cuál platillo era bueno, cuál nada y cuál exquisito, éste último volvía loca a Juliana cuando observaba la satisfacción en la cara de Alicia. La comunión de verlas platicar, sus miradas excitantes ante un plato único, similares a las que ocurrían cuando se encontraban sus pupilas dilatadas, era digno de un cuadro renacentista. El postre se deslizó sin prisas, pero ambas se pusieron nerviosas al ver que menguaba, sabían lo que eso significaba, más aún sabían de la incertidumbre, de esos nervios de primeriza, del posible rechazo; cada gesto, cada ademán decidían el resto de la velada. -¿Pido la cuenta? -adelantó Alicia. Por un momento Juliana sintió un sabor amargo, y una ínfima pausa en el corazón. -¿No quieres otro negroni? -reviró. Alicia cerró los ojos dos segundos, desbloqueó el teléfono, vio la lista de mensajes y sonrió sutilmente. -Deja aviso que voy a llegar un poco más noche.


Liebre de Cola Negra II - Tal

Bastante preocupación y empeño por mi bienestar para morir malnutrido

(no declaro culpables)

declaro buenas intenciones con ceguera severa al instinto nato.


The right not to use the Internet. Concept, Contexts, Consequences - Dariusz Kloza, Elżbieta Kużelewska, Eva Lievens and Valerie Verdoodt.

En el momento en que pensábamos que ya no se podía incrustar más Internet en nuestras vidas, surgen los grandes modelos de lenguaje o LLM (por sus siglas en inglés), mejor conocidos como inteligencia artificial, que junto con sus correligionarios profetizan una revolución como ninguna. En este contexto pensar, pero más que pensar, documentar cómo en la praxis no usar Internet y sus dificultades para ello modifica nuestra vida; esto es bastante contestatario, interesante y muy provocador. Este libro incluye ensayos y escritos académicos con casos prácticos en los que Internet no ha sido visto como la solución panóptica, y lo colocan bajo la lupa como una herramienta tecnológica más, permitiendo analizarla sin pasiones, ni lugares comunes. Esta perspectiva social abre la puerta a lo ya sabido por muchos, la inmensa injusticia intrínseca de este utensilio, que al ser controlada por una oligarquía bajo el amparo de todas las democracias y gobiernos mas totalitarios, más que ser una revolución, es una evolución sin precedentes del sistema económico, de producción y consecuentemente de consumo, así como de dominación de la sociedad, que refleja la misma capacidad destructora de otras formas de extractivismo y colonialismo. Al no ser precisamente una obra de divulgación, tiene sus aristas áridas, pero superando el dogma académico es un gran trabajo que generará mucha reflexión, y expectativa por ediciones futuras.


Frase robada - Elvira Sastre

Me aterroriza enamorarme por si contamino otro corazón al abrir el mío.


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from Mi perra vida

Relato - La guitarra del vagabundo

La guitarra del vagabundo

La tarde fue degenerando al mismo paso tedioso que mi jornada de trabajo, por si eso no fuera suficiente al tomar mis cosas para abandonar la oficina, la oscuridad y la contaminación ocultaban unas nubes traidoras, que silenciosas y tímidas esperaban a que me subiera a la bicicleta. Tras pedalear unos minutos y con varios kilómetros pendientes, la lluvia azotó con esa intensidad que buscaba enjuagarme hasta los pecados. Entre lidiar con los automovilistas, cuya intolerancia e impericia son hidrofílicos y mantener el equilibrio para evitar un resbalón accidental, un charco desleal ocultaba un bache que albergaba un tornillo dispuesto a ser el artífice de mis infortunios. A esas alturas, o bajuras, de la tarde casi noche, ya sólo queda asumir resignación y contención de daños, no podía permitirme que mi suerte empeorara, me estaba acercando peligrosamente al desastre, afortunadamente se veía a lo lejos un paso a desnivel que me protegería de la lluvia y usarla como zona de pits para cambiar la llanta perforada. Al acercarme a ese paradójico oasis, ubico a un ocupante que tuvo la misma necesidad que yo. Mis prejuicios se activan al ver que es un indigente que cumple con el estereotipo, me llama la atención que la lluvia que era capaz de limpiar mi percudido corazón, a este hombre no le alcanzó para borrar los meses de sudor y sufrimiento incrustados en el rostro. Apoyado en la pared tiritaba de frío, aunque a un lado una gruesa chamarra tapaba parcialmente una guitarra, asumo que lo hace para alejarla de miradas ajenas. Cumpliendo el canon de mi sociedad y al ver que no es un peligro (aparente) decido ignorarlo y desplegar los instrumentos de mecánica elemental, para verificar si las docenas de videos que me distraen de las actividades por las que recibo un insuficiente estipendio mensual han logrado su objetivo. Tras quince minutos fracaso ininterrumpidamente así que, comienzo a maldecir a Maria, José y el niño que está en la cuna, lo cual esperadamente no ayuda a que pueda montar el aro de goma en su contraparte de metal. Mi ira asesina hace que baje la guardia y con un susto que casi hace que se me pare el corazón en diástole, veo al vagabundo a mi lado.

-¿Quieres que te ayude güero? – me dice sumiso, como quien espera unos palos por respuesta.

Siendo la peor persona que puedo ser y sin separar la mirada de la bicicleta, le respondo seco con un monosílabo, y me acerco las herramientas en modo casi ofensivo. En mi infinita idiotez olvido que si quisiera robarme o hacerme daño, no me lo avisaría con tanta amabilidad. Reconsidero mi actuar y pienso que este hombre no tiene la culpa de que mi empleador tenga deficiencia congénita de escrúpulos, ni de que a los aztecas junto con mis padres decidieran montar un hogar en lo que antes era un lago, o de que el cambio climático haya ocasionado lluvias dignas de exigirle horas extra a Noé. Fiel a mi limitada capacidad para enmendar mis no pocos arrebatos irracionales, sigo pensando en cómo disculparme por el modo injusto que tengo de maltratar a los indefensos. Al menos dejo de quejarme de mi perra vida, imaginando que la del vagabundo supera logarítmicamente mi escala de desgracias. Como si mis inútiles remordimientos fueran insuficientes, el tipo regresó al lado de su cobijada guitarra, se sienta estirando las piernas y con delicadeza descubre a su compañera que, contrario al aspecto de su dueño, está inmaculada. Arropa el instrumento entre sus brazos, y tras unos acordes para afinarla comienza a tocar, a modo de ayuda por mi analfabetismo en mecánica ciclista elemental. Como perro escuchando a Mozart, comienzo a tranquilizarme, al grado que inadvertidamente me quedo apoyado en la pared de ese bajo puente con las herramientas en las manos, escuchando milagros provenientes de esas cuerdas amarradas a una caja de resonancia. Salgo de mi asombro para hundirme en lo inaudito cuando escucho tocar La Catedral de Agustín Barrios Mangoré, una pieza de música clásica que pocos virtuosos pueden ejecutar con decencia, y por lo que a mi respecta, lo que presenciaba superaba por mucho mis grabaciones de John Williams. Siendo tan imprudente como irredento, apenas termina la ejecución le interrogo.

-¿Eres músico?

El tipo voltea hacia a mí, pero mirando más hacía el horizonte fustigado por la lluvia, afirma suave con la cabeza, se percata que le he descubierto o al menos en parte.

-No es nada fácil lo que estás haciendo -mientras le digo, no se si me refiero a vivir en la calle o tocar la guitarra con tanto dominio. -Siempre se me ha dado la música, pero en especial la guitarra. -Seguro tus padres te introdujeron muy joven –le dije fallando en sonar absurdo. -Mis padres murieron en el temblor de 1985, estaban en uno de los edificios de oficinas que se cayeron. Creo que es la única herencia que me dejaron, ser huérfanos, ellos también lo eran. En la guardería donde me dejaban por la mañana, hicieron lo esperable cuando no volvieron por mi. Fui creciendo en una casa hogar que, malogradamente mantenía un grupo de voluntarios que así conseguían algo de reputación. Creo que en esa época no había mucha demanda por adoptar damnificados de desastres naturales. Así que pasé buena parte de mi infancia con otros como yo. -¿Ahí te enseñaron a tocar así? -No, ahí me enseñaron a tocar, y me ayudaron a salir de ese ambiente. Apenas cumplías dieciséis años y con eufemismos sociales te arrojaban a la calle, te imaginarás lo que pasaba, ¿no?. -¿Desde entonces vives como vagabundo? – le dije como si hubiera resuelto el acertijo. -El profesor del taller de música se dio cuenta que la guitarra y yo nos llevábamos muy bien, y aunque él se esforzaba por enseñarme lo mejor, sabía que lo superaba rápidamente. Intentó hacer cambiar mi destino, pero como puedes ver hay cosas inamovibles.

Yo estaba confundido, para entonces mi interés por llegar a casa había sido sustituido por la necesidad de saber que ocurrió en la vida del virtuoso pordiosero. -No entiendo -lo interrumpí– entonces ¿en la calle aprendiste a tocar así? -La calle no te enseña música. La calle solo te enseña que la maldad y la tristeza son infinitas -hizo una pausa que sabía a duda, pero continuó-. El profesor del taller consiguió que una de la señoras del voluntariado que mandaba a sus hijos a clases de violín sin muchos resultados, fuera a escucharme tocar un recital que me puso a practicar por semanas. La voluntaria quedó maravillada y convenció a su marido de apoyarme para ingresar a la escuela de música, la mejor época de mi vida. Donde sólo tenía que aprender y practicar, sin salir al mundo. Gané una beca en Europa, la cual exploté al máximo, dando pie a los problemas que me tienen aquí. Ya siendo parte de una orquesta fui escalando puestos. En Mónaco, salimos a un casino en uno de nuestros descansos, y en ese momento descubrí que tenía una pasión mayor que la música, las apuestas y el juego. Esa noche inicié tímidamente, hasta que mis colegas me sacaron casi a rastras. A partir de ese momento solo esperaba un descanso para buscar el casino local y jugar lo impensable. Pero como cualquier otra adicción, siempre se requiere más dosis para lograr el mismo efecto. Lo cual era incompatible con mis ensayos y presentaciones. Así que las aplicaciones de apuestas en el teléfono ayudaban a reducir mi ansiedad, pero su ubicuidad fue lo que me llevó a robar y malbaratar instrumentos de la orquesta, para medio pagar mis deudas y seguir jugando. Cuando me descubrieron fui perdiendo trabajo tras trabajo, y con ello todo lo que había ganado, hasta quedarme sólo con esta guitarra.

La lluvia había cedido y nuevamente los autos llenaban el silencio, mientras pensaba en lo que me acababa de contar el vagabundo, se puso a reparar la llanta hasta dejarla digna de continuar su camino. Saqué de mi cartera unos billetes y se los ofrecí, temeroso de ofenderlo.

-No te lo puedo aceptar güero, mejor invítame algo de comer. Si me dejas el dinero voy a comenzar a apostar, y aunque no lo creas mi situación aún podría empeorar. Asentí con la cabeza y caminamos en silencio al puesto de comida callejera que consideraba como mi embajada personal. Al verme el dependiente en tan extraña compañía su cara denotaba asombro. El vagabundo tragaba saliva con toda la comida frente de él, le pedí al comerciante que me anotara en la cuenta lo que comiera mi amigo, y mañana pasaba a liquidar la cuenta. Al despedirme me estrechó la mano sin prejuicios de higiene.

A veces al regresar a casa lo veo al lado del puesto de comida, tocando como si fuera un milagro, sin que aquellos que se esfuerzan en ignorarlo sepan quién les ameniza los alimentos.

 
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from FURBY FUCSIA FUMADOR

Nado. Por primera vez en todo el año (se dice pronto) tengo tiempo libre. He decidido que así sea. No podía continuar mi camino hacia los lugares a los que me dirijo con toda la carga que me impuse llevar a cuestas. Hay cargas imprescindibles y cargas innecesarias y también otras, como ésta que me he quitado del medio, que me empujan en dirección contraria. Porque al sitio al que voy se llega nadando y una mochila demasiado pesada me arrastra hacia abajo, hacia abajo, hacia abajo. Y toda la fuerza la empleo en no hundirme. En lugar de en ir hacia adelante.

Tengo tiempo libre y nado. Nadar es leer, hacer recados, pasear y beber con amigas y tintarme el pelo. No me tintaba el pelo desde los veinte años. Y de camino hacia la peluquería, pienso. Me permito fluir en el agua, ligera. No me estoy leyendo ninguno de mis libros pendientes. Abandonados desde diciembre, se resignan. Leo lo que se me ocurre, lo que se me cruza, lo que me apetece. No voy a seguir ni una lista más de cosas que hacer en mi tiempo libre. Ninguna. Lo juro.

Nadando me descubro fértil. ¿Qué puede crecer en un cerebro embotado, concentrado y con prisa? Nada.

Parece obvio, pero, a la hora de la verdad, las cosas más obvias son las que más pasamos por alto. Mi mentora actual de dibujo dice: «common sense is not common practice». La adoro. Estoy segura de que cree que soy un desastre, y quizás lo sea. Quizás lo sea. Pero este desastre está aprendiendo, está creando, se expande.

 
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