Escritura Social

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from Retales, por @editora


Estos últimos días Marcos (@euklidiadas), ha estado publicando en su cuenta de Mastodon varios hilos interesantísimos sobre infancia, urbanismo y relaciones vecinales. Como su contenido tiene Licencia CC BY 4.0 recopilo aquí uno de ellos en formato post, a modo de archivo, para que no se pierda en el timeline de Mastodon.

Otro de esos hilos está recopilado en un post de otro blog: La gran perdedora


«Prohibido jugar»

Autor: @euklidiadas@masto.es Toot original: https://masto.es/@euklidiadas/114937516232897902 Fecha: 29 de julio de 2025

Las plazas están repletas de carteles de “PROHIBIDO JUGAR”, no se puede correr por las áreas peatonales y las pocas aceras de que disponíamos en las que la estancia era viable han sido transformadas en terrazas donde no poder estar si no se consume.

Lo más curioso es que, al mismo tiempo que sabemos que aquellas familias que permiten jugar a sus niños y niñas en la calle se sienten más conectados a sus vecinos y vecinas —un tipo de resiliencia que ha caracterizado los asentamientos humanos desde nuestros primeros intentos por convivir colaborando— estamos creando sociedades individualistas y completamente fraccionadas.

Algo tan básico como permitir el juego infantil en una plaza puede ser el primer ladrillo con el que erigir la ciudad de los cuidados. Y es que tiene sentido trabajar por tejer estas redes. Si un día mi vecina me llama y me pide que me haga cargo de su pequeña, mi respuesta será afirmativa. Compartimos pasillo, comidas, consejos domésticos y movilidad en bicicleta por la ciudad y nos llevamos muy bien, gracias en parte a que ambos hogares hemos propiciado encuentros que apuntalan estos lazos supra-familiares.

Históricamente, no ha existido problema con dejar a los hijos e hijas de varias familias a cargo de un responsable provisonal que podía ser un vecino, un familiar o algún otro progenitor del bloque, del barrio o del colegio. Es más, algunas de las personas que leéis esto recordaréis haber pasado tiempo a cargo de algún tendero de barrio con el que vuestra familia tenía buena relación. Esta forma de confianza se ha erosionado durante las últimas décadas, en parte derivado de la falta de espacios comunes en los que hacer vida, de terceros lugares adaptados a todas las edades y capacidades, y con su desgaste hemos perdido la capacidad de tejer lazos entre vecinos y vecinas.

Recuperar los espacios de juego libre y no reglado en nuestros barrios no es la panacea, pero es sin lugar a duda uno de los puntos de acción más importantes. Y eso exige tirar algunas vallas, plantar algunas sombras, invertir en columpios abiertos que no obliguen a determinado tipo de juego específico, recuperar espacio destinado a estacionamiento, y fomentar la estancia multigeneracional, entre otros elementos.

Esta última propuesta es probablemente la más significativa cuando se analiza el espacio público destinado al ocio sin pagar. Disponemos de parques infantiles vallados de todo lo demás, de elementos para ejercitar a la tercera edad completamente aislados del resto de actividades (y a menudo bajo el yugo de los elementos, que también hay que señalar esto), de parques de calistenia para deportistas que no se tocan ni con las áreas infantiles ni con las áreas para mayores, de plazas en las que el juego está prohibido, de entornos con bancos en los que ninguna de las otras actividades se permite.

Hemos diseñado un tipo de urbanismo que fragmenta actividades por diseño, ¿y nos sorprende que nos estemos volviendo más individualistas? Tenemos canchas deportivas con canastas y porterías pero sin apenas gradas desde las que mirar, haciendo difícil que quienes no quieran participar del juego activo puedan acompañar de otros modos. Hacer deporte al lado del juego infantil de tu hijo o hija es prácticamente imposible, participar en su juego de forma activa también es difícil. Los abuelos y las abuelas no pueden pedalear sentados en sus asientos adaptados mientras cuidan de sus nietos y nietas porque ambas actividades están completamente separadas. Es difícil acudir a leer a un parque con tus padres mayores porque allí donde ellos tienen equipación para el ejercicio ligero no hay bancos, ni siquiera un arenero infantil.

Lo que sí tenemos es individualismo por diseño: o juega el pequeño, o juegas tú, o juegan tus padres, pero nada de actividades multigeneracionales, nada de hablar con cualquier otro colectivo y, si me apuras, con ninguna otra persona. Hasta los bancos para familiares se ubican alejados unos de otros, haciendo más difícil todavía cualquier tipo de conversación intrascendente sobre el tiempo, semilla a su vez de futuras amistades de barrio.

El juego no es simplemente un momento de ocio y esparcimiento; es un laboratorio fundamental para el desarrollo de la libertad y la experimentación social. Cuando los niños y niñas juegan, no solo ocupan el espacio y manipulan objetos de formas innovadoras, sino que también forjan sus propias normas, las negocian y debaten entre ellos. Se asignan roles, exploran los límites de la autoridad y ponen a prueba nociones elementales de justicia.

(Gracias, @JanaDelBosco por las palabras que te robo)

En otras palabras, el juego trasciende la mera creación de amistades e historias; es una inmersión profunda en el tejido mismo de la socialidad que incluye incluye pelotas que ruedan fuera de las lindes de un campo imaginario, conversaciones aleatorias e inesperadas con transeúntes, manipulación y movimiento de objetos. Sin embargo, esta valiosa oportunidad de aprendizaje se ve sesgada cuando la presencia constante de los adultos y sus dictados sobre lo que se debe hacer o lo que es justo, cercenan un espacio crucial para el desarrollo de la creatividad, la autonomía y la socialidad infantil.

La intervención excesiva, aunque bienintencionada, priva a los más pequeños de la posibilidad de experimentar por sí mismos con las complejidades de la interacción humana y de construir sus propias herramientas para navegar el mundo social.

 
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from Lo necesario imposible

Esto que parece haberse convertido casi en un mantra que repiten hasta vaciarlo de sentido algunos gurús espabilaos, es en realidad una verdad contundente, que pesa, que puede experimentarse a poco que salgamos de la inercia hiperverídica de nuestras vidas.

El cuerpo sabe, el cuerpo se queja, el cuerpo señala, no abandonemos el cuerpo, dejemos que sus dolores nos adviertan, fundemos sobre sus gañidos y crujidos, sobre sus balbuceos, un nuevo pueblo en mitad de la extrañeza.

Cuando cesa el trabajo esclavo, asalariado, el que nos dicen que nos dará para ganarnos la vida, entonces es cuando nuestra carne empieza a componer borrones que se van aclarando y que nos lo dicen todo, todo lo que necesitamos para ir desertando de los lugares comunes colonizados.

TRIPALIUM

desatender el trabajo dispuesto para resquebrajar la querencia y mantenernos al filo de lo conforme

entregar la materia y apagar la razón hundir primero los pies en el hacer imaginativo en la caricia de lo roto para ir desvistiéndonos del peso

zambullirnos después tras comprobar cómo ceden las grietas que el agua no da mordiscos y nos reserva una temperatura ideal para la vida posible

entregar la virtud y lo perfecto a las cunetas que mantienen lo salvaje ser el animal que conserva de lo humano el deseo sin doblez

igual que dejamos secar la angustia la olvidamos en las azoteas hasta que el sol la muerde para hacerla jirones abandonemos la máquina que fabrica alimentos sin hondura

seamos la alimaña que regresa a por los huesos blancos sin memoria

en las ciudades quedarán varados sudando miedo bajo la armadura los últimos hombres útiles aferrados al origen

el trabajo sin su nombre el sustento sin usura la canción para dormir seguro en una tierra sin sótanos


#poesía #revisiones

 
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from Caparrazón

Nunca he llorado tanto como los últimos tres años. He tenido ganas de llorar muchas veces a lo largo de mi vida, pero en mi entorno no tenía ejemplos de libertad de llanto, así que tragaba lágrimas de forma involuntaria, reforzado por el dogma social de que los hombres no lloran. A ver, no digo que nunca haya llorado, pero sí que es verdad que no me sentía libre de hacerlo. Desde hace tres años, estoy cada día aprendiendo a integrar el llanto en mi vida, conociendo sus bondades y beneficios.

Tres años tiene mi hijo mayor, por cierto. Que no lo había dicho. Sí que es cierto que lloro más en silencio que abiertamente. Qué difícil es luchar contra nuestras creencias… Últimamente lloro por pura frustración, por pena, por desorientación, por ansiedad, por miedo, por agotamiento… Por sentir que no soy suficientemente bueno. A ver, alguna vez también lloro de alegría, no pienses que todo es negativo. Aunque de alegría no tantas, en realidad. O sea, que sí que hay muchas veces que estoy súper contento, pero pocas tanto como para llorar. Madre mía, que me estoy liando. Y todo esto desde que tengo hijos. ¿Qué fuerte, no? Decirlo en voz alta, a ti, mi íntimo y desconocido espectador. Además, suele ser aún más frustrante pensar que son para toda la vida. Insuficiente vitalicio. ¿De verdad esta intensidad nunca va a acabar?

Hace un mes, el día antes de empezar a escribir este monólogo, lloré. Lloré mucho. De hecho, tuve una crisis de ansiedad. Mira, imagínate. El niño llevaba cuatro días con fiebre, encerrados todos en casa, sin espacio para pensar, sin tiempo para idear nada. Llega la noche, y mañana tengo que tener listo el borrador de este texto para avanzar en los ensayos. Llevo tres días sin ducharme, así que me meto al agua, aprovechando que las criaturas están dormidas. El agua está muy caliente, pero no soy consciente del todo porque el contraste con mi cerebro hirviendo, perdido porque no se me ocurre nada bueno para el monólogo, hace que sienta el agua tibia. Salgo mareado de la ducha, mareado por la incapacidad de crear algo que merezca la pena. ¿Tanta intensidad y no hay nada que contar?¿En serio? No me veo capaz. ¿Qué cojones tengo que decir yo, que lo único que hago es cuidar de mis hijos y de mi casa? ¿Cómo que lo único? ¿Te parece poco? ¿Por qué? ¿Lo que hacía tu madre por vosotros era poco? ¿Por qué para un hombre como yo no es suficiente con estar presente y sostener lo privado? Si además lo he decidido yo, si es lo mejor para mi familia y creo firmemente en ello. ¿Por qué me siento así? No puc mes.

Encima el puñetero mareo al salir de la ducha no es de pensar tanto, es una bajada de tensión por el agua hirviendo. Piernas entumecidas, angustia, calor en el pecho. Y todavía me tengo que sentar a escribir el monólogo… Entonces lloro. Lloro por no tener la capacidad de crear como antes. De ser el de antes. Y me acuerdo de mi madre, siempre diciéndome que quería estudiar psicología en la UNED, y yo todo chulo: pues hazlo, no lo digas tanto y hazlo.

¿Te cuento una cosa?: he empezado en los últimos años una carrera, un master y un curso de especialista. Voy a título abandonado por año. Doctor honoris causa perdida. Porque cuidar, cuando cuidas de verdad, cuando le pones corazón, cuerpo y TIEMPO, todo tu tiempo, te succiona. Muchas generaciones de madres, ayer y hoy, absorbidas, despojadas de sus anhelos porque no había ni espacio ni tiempo para ellas. Yo estoy llorando, pero puedo estar aquí, subido a un escenario, compartiendo esto contigo. Aprovechemos el momento para pensar cómo ocupamos lo privado. A ver si conseguimos que todas tengamos el mismo tiempo para llorar y para soñar. Nosotros somos responsables, no víctimas. ¿qué cambios tenemos que llevar a cabo, chicos, para que la igualdad llegue también a lo privado?

 
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from Francisco Molinero

Es tiempo de descansar y además vengo notando que ya no os llego al corazón. No por una extraordinaria percepción telepática que no poseo, simplemente viendo el número de lecturas, sé que habéis tomado partido por el roce de la arena en los pies, la exuberancia del paisaje en los ojos, el sexo caliente del verano, todos y cada uno de los gozos del cuerpo, osea del alma. Tenéis razón y buen gusto, yo también me voy, pero os prometo que como Odiseo volveré, y mientras vosotras encendéis el sol, yo os despertaré cada mañana con una poesía. Las más veces triste, ya lo sé, pero esperanzadas. Recordad que el viaje siempre es interior.

 
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from Francisco Molinero

No hay una respuesta fácil ni una salida fácil ni una vida fácil, pero por alguna razón nos mienten nos mienten nos mienten y nos tratan como niños con explicaciones sencillas con decisiones dicotómicas.   Estoy cansado.   No hay una respuesta fácil por eso la tristeza la decepción de la verdad luminosa y mi refugio en tu piel los ojos cerrados las manos en tu vientre.

 
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from Francisco Molinero

Tras la reciente polémica de una representante del PP que ha mentido como una bellaca en su CV, me he acordado de una anécdota que me ocurrió en el último trabajo que tuve.

Llevaba casi dos años en el paro y aunque mi situación económica no era preocupante, en casa entraba el sueldo de Raquel y mi desempleo aunque ya muy reducido, pero mi autoestima estaba por los suelos. A los problemas de depresión se unió un agravamiento de mi insomnio natural y creo que fue la época de mi vida que llegué más abajo en la escala del gusto por la vida. Trabajaba como freelance, que dicho así parece chulo, pero consistía en que me dedicaba a hacer páginas web para empresas locales y a cambiar viejos ordenadores windows que recuperaba para su usuarie montando una distribución de Ubuntu.

En aquél momento decidí que mi aspecto barbudo y gordo, que hacía que muchos niños me mirasen extasiados en la calle creyendo estar viendo al mismísimo Papa Nöel, podía servirme para encontrar trabajo en el mundo del espectáculo. Había hecho algunos pinitos como figurante en TV y con poco más que eso, pergeñé un CV, me di de alta en una agencia de representantes de actores y empecé a presentarme a los castings. Tuve suerte y me cogieron para trabajar en un programa bodrio de Telecinco que se llamaba De buena Ley y allí trabajé unos días pudiendo engordar un poco mi magro CV. Me llamaron entonces para un Casting la productora de Águila Roja, que creo que también hacía por aquellos entonces otra serie sobre una reina o algo similar. Me cogieron e incluso firmé un contrato en el que mi papel podía tener alguna frase y cobraba el extra por si tenía que desnudarme. Hollywood estaba más cerca. Entre medias yo había seguido buscando trabajo en los caladeros de lo que se suponía que era mi expertisse: la informática. El British Council estuvo a puntito de cogerme para gestionar su web que recuerdo que estaba diseñada en Drupal, pero mis competidores, dos veinteañeros de pro se impusieron a un veterano de 50 años. Se lo dije al presidente del tribunal que nos examinó desde Londres y se mostró contrariado por mi aseveración, absolutely not me dijo pero no me lo creí.

Me citaron para el primer rodaje un lunes. Tenía que presentarme en la Plaza de España de Madrid donde unos autobuses nos recogería a todos los figurantes para ir al plató.

La semana anterior un buen amigo al que había recurrido me llamó: “Paco, le he pasado tu CV a una empresa que conozco y que programan en Java por si te llaman, es un buen amigo y yo creo que te llamará”. -Ya, oye, pero es que yo NO SE JAVA. –“Da igual, todo se aprende” Nunca en mi vida he engañado en un CV. Ni siquiera con la mentira clásica de inglés medio y cosas así. No tengo ningún título académico que no sea el Bachillerato y un paso por la universidad poco deslumbrante, con tres años en la facultad de medicina que se interrumpieron porque por aquél entonces el estado te secuestraba un par de años para ir al ejército y otro año en la UNED estudiando Sociología que se frustró porque fui incapaz de llevar a la vez el trabajo, el cuidado de una niña y los estudios. Mi CV estaba repleto de mucha, mucha experiencia en muchos ámbitos de la vida pero sin títulos y sin el menos conocimiento de JAVA. Me presenté a la entrevista y mi primera intervención fue para aclarar que si bien mi amigo me había introducido como un experto en JAVA, yo lo único que sabía es que era una isla indonesia y haber visto la película Krakatoa, al este de Java, que incluía el tremendo error de colocar al famoso volcán en el lado opuesto y que años después descubrí que se había filmado en gran parte en España. “Lo sabemos, tu CV no dice nada de JAVA. Te queremos porque nuestra empresa es muy joven y necesitamos a alguien con experiencia”

Y ese fue el primer momento en mi vida laboral que sentí verme valorado por lo que era, una persona con mucha experiencia vital y siempre supe agradecer aquella entrevista, incluso años después cuando ya como responsable del equipo de desarrollo de la empresa, con más de una decena de programadores en JAVA, tuve que prejubilarme porque ya no aguantaba más la presión y estaba perdiendo la cabeza.

Llamé a la productora y les dije que no iría al rodaje. Fui cobarde o inteligente, eso ya no lo sabré y siempre me quedará la duda de si hubiera medrado en el mundo del espectáculo o un desnudo mio habría arruinado una prometedora carrera.

 
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from Apuntes de Rob

El inicio del recorrido

Ser mormón (miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, o SUD) y ser homosexual, ha sido una lucha constante entre las contradicciones doctrinales de la iglesia y la lógica “progresista” de mi entendimiento sentimental e “intelectual”. (Me referiré como “mormón” o “SUD” [santo de los últimos días] a todo miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Mormonismo y todo derivado del término “mormón” hace referencia a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Aunque la iglesia ha estado haciendo campaña intensa para separarse del nombre “mormón”, pues ha pasado a ser un término descalificativo por motivo de las prácticas delincuenciales de ramas que se separaron de la iglesia SUD y la complicidad de esta, yo seguiré usando el término “mormón” para todo lo relacionado con la iglesia SUD)

Desde que me convertí miembro de la iglesia SUD (año 1998), se me enseñó y adoctrinó sobre los “peligros” de la homosexualidad y que esta es uno de los peores “pecados” que uno puede cometer (aunque la acción sea simplemente ser y aceptarse a uno mismo). Toda mi vida tuve miedo a ser descubierto en mi naturaleza, en mi homosexualidad. Al ser adoctrinado con los miedos y dogmas mormones, mi miedo se convirtió en una patología mental. Sabía que si me reconocía como homosexual, podría ser desterrado de la iglesia y “de las bendiciones de Dios”.

Cuando estaba por bautizarme y por lo tanto convertirme en miembro de la iglesia SUD, a mis 13 años de edad, tuve una “entrevista” personal con un misionero que debería aprobar si soy apto para el bautismo. En esa entrevista, se me preguntó sobre algunos puntos doctrinales que uno ha de cumplir a partir de ser bautizado, como la obligación a pagar el diezmo, por ejemplo. Hubo un momento de la entrevista en el que fui interrogado sobre algún pecado grave que pudiera haber cometido del que quisiera platicar. En ese momento, pasó por mi mente el recuerdo de un beso a un amigo, pues para ese entonces ya sabía muy bien que me gustaban los hombres. No dije nada en la entrevista, sentí que ese “pecado” ya había sido “perdonado” pues ya había pasado tiempo de ese suceso. De mi gusto por los hombres, no quise pensarlo a fondo y lo omití en la entrevista, pues podía causarme muchos problemas y tenía miedo a enfrentarlos.

A mis quince años de edad, conocí a un misionero de la iglesia, él tenía 19 años de edad. Mi trato con él fue el de un amigo íntimo y hubo muchos momentos en el que la tensión sexual entre los dos era fuerte. Estaba enamorado de él, al grado que podía tener largas conversaciones telefónicas con él, nos escribíamos cartas postales de manera regular y no podíamos dejarnos de ver hasta cierto punto, aun cuando él ya no estaba como misionero en donde yo vivía. Puedo decir que él es el primer hombre por el que sentí un enamoramiento y una gran atracción sexual. Nunca nos dijimos nada sobre la homosexualidad, yo lo pensaba y podía tener muchas fantasías sobre el tema, pero sabía que era “pecado” y que no podía pasar más allá de mis fantasías.

Pasaron varios misioneros (sí, siempre me interesaron los jóvenes misioneros de la iglesia) de los cuales yo sentí bastante atracción y con algunos de ellos tuve una relación de amistad tan íntima que me daba esperanzas, aunque pensarlo era “pecado”, me sentía bien en pensarlo, aunque fuera por unos breves momentos.

Posteriormente, ya cansado de mis estudios académicos derrotados por el miedo y un evidente analfabetismo, decidí ir a una misión en la iglesia para predicar el evangelio mormón, creyendo yo (o engañándome a mi mismo) que era por una gran convicción eclesiástica; pero en realidad sabía que en la misión podía evadir la escuela por dos años, que iba a estar rodeado de misioneros (que para mí en ese momento me causaban gran admiración), que podría encontrar a alguien como mi primer enamorado, o por lo menos, muchos de ellos podrían cumplir con el estereotipo formado en mi lista mental de requerimientos estéticos. La misión fue un escape académico y una puerta a la apreciación del ser humano.

El canadiense

Ya en la misión tuve de compañero a un canadiense de carácter templado y de grande paciencia para conmigo. Él me parecía muy atractivo físicamente y de carácter: la persona perfecta que en esos momentos pude apreciar con un corazón que avizoraba cada detalle de su esencia humana. Admiraba de él su forma de hablar, su voz, su paciencia, sus ojos y hasta el tono de piel; él era perfecto y nunca le encontré algún defecto. Nuestra relación era muy buena, platicábamos mucho sobre nuestras vidas, jugábamos mucho, escuchábamos música juntos, eramos muy buenos amigos. A pesar de que convivíamos las veinticuatro horas, no podía estar sin él (y era evidente que él también apreciaba mucho estar conmigo). Hubo un momento en el que el amor puro que emanaba de mí (también de él) y en el que la atracción sexual era tan intensa, que comenzaron mis patologías mentales, pues fue la primera vez que pensé seriamente en el suicidio.

Después, a los tres meses, él fue asignado a otra área, con otro compañero. Al recibir la notificación de nuestra separación, los dos nos miramos por un momento largo, con los sentimientos encontrados, pues él había ascendido en el escalafón de las recompensas de la profesión evangelista mormona. Él estaba feliz y yo por él también, pero los dos sentíamos un vacío en nuestras almas, pues ya no estaríamos juntos y aunque nos veríamos después por cortos momentos, no podíamos tenernos el uno para el otro. Cuando él estaba por irse, se despidió de mí, me dijo que había sido su mejor compañero, que me quería mucho y que me iba a extrañar, me abrazó fuertemente, yo también lo hice. El abrazo duró mucho y yo intenté separarme, él me miro brevemente a los ojos, él tenía sus bellos ojos azules cubiertos de lágrimas y volvió a abrazarme fuertemente y yo simplemente suspiré. Ese abrazo lo recuerdo muy bien, fue un momento especial, estábamos conectados.

Después de que fuimos separados por las dinámicas misionales, tratamos de seguirnos viendo y teniendo encuentros con gran atracción sexual. Siempre que lográbamos estar juntos, él siempre buscó que estuviéramos a solas, en la casa de él y de su compañero, siempre se las arregló para que su compañero estuviera con otros misioneros y pudiéramos estar a solas, juntos, sin que otros intervinieran en nuestros breves momentos de reencuentro. En uno de esos momentos de visitas cortas, después de nuestra separación, recuerdo largas platicas en un pequeño cuarto de su casa , él tocando la guitarra y cantando canciones “románticas” y yo escuchando atentamente. Recuerdo vividamente que él tocaba una canción de una cantante canadiense que se titulaba “All I want is you”, él estaba sentado en su cama, me miró a los ojos y penetró profundamente mi alma, aunque siempre que me veía así, yo evadía su mirada, pero esta vez no fue así. Lo miré y él no dejó de mirarme y yo me levanté para sentarme junto al él, mientras él tocaba aquella canción con su guitarra. Él miraba su guitarra por momentos mientras tocaba, pero nunca dejó de mirarme. Cuando terminó la canción, él me preguntó “¿Le gustó la canción compa?” (los misioneros hablan de usted a todas las personas, aún a sus compañeros), yo dije que sí con mi cabeza e inmediatamente él me abrazó. Aquel abrazo fue muy íntimo y luego nos miramos y él acercó su frente a mi frente hasta que se tocaron y él me dijo “le amo mucho” y yo muy nervioso en ese momento le dije “sabe que yo también” y él me dio un beso en la boca, uno muy tierno; nos pusimos de pie y nos seguimos besando, pero escuchamos un ruido en la puerta que da a la calle, nos separamos inmediatamente con mucho miedo de ser descubiertos y él me dijo muy asustado “no le vaya decir a nadie” y entonces yo le prometí que no lo haría. Después de ese día, no volvimos a vernos (aunque mantuvimos un par de llamadas telefónicas) y no porque alguno de los dos no quisiera, a él asignaron a otra área, lo mandaron a un pueblo que quedaba muy lejos. Me dolió mucho no poder volverlo a ver.

En ese momento misional del encuentro con el amor verdadero, honesto y puro, tenía yo 19 años de edad. Para mí el misionero canadiense había sido un gran amigo y una de las mejores personas que había conocido, estaba totalmente enamorado. Puedo decir que cada momento con él fue especial y lo recuerdo con gran aprecio, pero también recuerdo la gran oscuridad y gran abundancia de mis miedos. Tenía miedo a perderlo, miedo a que alguien nos descubriera, miedo a que él me “delatara” y miedo a mi mismo. Nos decíamos que nos amábamos en las noches justo antes de dormir, pues era en sentido cristiano, aunque yo lo decía en ambos sentidos. ¿Qué pasaría después de ese último encuentro? ¿Seguiríamos siendo amigos? ¿Nos convertiríamos en novios? O ¿Él me despreciaría y me denunciaría ante los líderes de la iglesia y sería excomulgado y retirado de todas mis “bendiciones”? ¿Cómo podíamos amarnos si la iglesia prohíbe que un hombre ame a otro hombre y demostrarlo? Cualquier escenario no podía ser.

El manual

En la misión tuve otro compañero que tenía una asignación especial, él era presidente de rama, por lo que pude tener acceso en secreto al “Manual de instrucciones de la iglesia: Libro 1, presidencias de estaca y obispados.” Este libro solo pueden tener acceso a él unas cuantas personas (En la sección de los derechos de autor del manual, se indica lo siguiente: “Obra inédita. Copias no distribuidas a los miembros de la Iglesia en general o al público”. ), para los demás es secreto lo que hay en él (hasta que Wikileaks lo publicó); yo lo leí muy poco sin que mi compañero se enterara. Recuerdo que mi atención se enfocó a unos párrafos enfocados a las “transgresiones graves”:

“El comportamiento homosexual viola los mandamientos de Dios, es contrario a los propósitos de la sexualidad humana, distorsiona las relaciones amorosas y priva a las personas de las bendiciones que se pueden encontrar en la vida familiar y en las ordenanzas salvadoras del evangelio. Aquellos que persisten en tal comportamiento o que influyen en otros para hacerlo están sujetos a la disciplina de la Iglesia. El comportamiento homosexual puede ser perdonado mediante el arrepentimiento sincero.” (The Chuch of Jesus Christ of Latter-day >Saints, 2006, p. 187)

Recordé muy bien aquellas líneas condenatorias en todos los momentos de demostración afectiva con mi compañero misional canadiense. No quería “violentar los mandamientos de Dios”, pero tenía una evidente necesidad de demostrar el amor y admiración que sentía por él. Quería amar, pero no “quería distorsionar las relaciones amorosas como Dios las ha mandado”. Luego, pensé que la única manera de demostrar amor hacía mi amado misional canadiense y tratando de respetar las leyes de la iglesia, era mediante el matrimonio (pues la ley de castidad de la iglesia prohíbe las relaciones sexuales fuera del matrimonio), lo que es totalmente una aberración para la iglesia en una relación homosexual.

“El matrimonio entre un hombre y una mujer está ordenado por Dios. Por ello, la Iglesia se opone a los matrimonios entre personas del mismo sexo y a cualquier intento de legalizarlos. Se anima a los miembros de la Iglesia a «apelar a los legisladores, jueces y otros funcionarios del gobierno para preservar los propósitos y la santidad del matrimonio entre un hombre y una mujer, y a rechazar todos los esfuerzos para dar autorización legal u otra aprobación o apoyo a los matrimonios entre personas del mismo género». (The Chuch of Jesus >Christ of Latter-day Saints, 2006, p. 187)

No podía fantasear de manera alguna con el matrimonio, pues es imposible en los dogmas mormones. Todo me llevaba a sentir que era “indigno” de las “bendiciones” de Dios si seguía teniendo aquellos pensamientos, mejor era tratar de evitarlos. Las contradicciones afectaban mi estabilidad emocional, quería amar y sabía que era un sentimiento puro y noble, pero era una transgresión hacerlo. Tuve que doblegar mis sentimientos de la manera más militar que pude, aunque esto afectó a mi alma, una afectación que no tiene reparo. A este gran amor que sentí, lo tuve que esconder. Con el tiempo perdí contacto con el misionero canadiense, pero el tiempo no ha borrado las heridas de mi alma.

La salida

Terminé mi autoflagelación misional y me dispuse a estudiar música (esto también por mis miedos intelectuales a la rigurosidad de la ciencia desconocida por mi entendimiento). El Conservatorio de las Rosas fue la meca del comienzo del reconocimiento de quién soy, de las razones intelectuales, de mis posibilidades e imposibilidades; fue felicidad e infelicidad, donde mi alma pudo llegar a un lugar de encuentro del reconocimiento de aquellas contradicciones y el principio de la reconciliación. Al comienzo de mis estudios musicales, el mormonismo para mí era la única vía, era mi razón dogmática para hacer las cosas, no había otro mundo. Conocí en el conservatorio a Nallely, quien abiertamente se aceptaba como lesbiana, podía ver su honestidad y su paz para con ella misma, paz que aparentemente yo tenía con los dogmas mormones; pero que en realidad era una paz basada en el autoengaño, de palabra, más no de honestidad de mi ser. Vi otro mundo en Nallely, no vi a una pecadora, transgresora y violadora de las leyes de Dios; vi a una mujer que se amaba a sí misma y que aceptaba que su preferencia para establecer una relación amorosa es con las mujeres y encuentra una paz honesta al reconocerlo y hacerlo. Sabiduría cristiana el amar y amarse a sí mismo.

Las contradicciones de los dogmas mormonísticos con la paz de la honestidad humana, llegaron a un clímax hasta llegar al comienzo de la reconciliación del alma, cuando ante mis dos mejores amigas (Nallely y Marcela) acepté que soy homosexual. Creí que todo sería más fácil a partir de aquella primera aceptación y reconciliación conmigo mismo, pero fue todo más complicado: mi primer acto sexual tuvo consecuencias sentimentales que llevaron al pensamiento suicida por la poca correspondencia amorosa del compañero de acto. No pude dejar la práctica religiosa de forma inmediata, pues tenía amigos ahí y mi familia seguía en ello y no podía aceptarme ante mi familia porque sabía que ellos seguían los preceptos de la iglesia. ¿Cómo decirle a mi familia que soy homosexual cuando sabía que en sus almas estaban los dogmas religiosos y que no podía cambiarlos a punta de mi palabra, pues esto sería contradictorio a la forma en que me gustaría que me trataran? ¿Cómo se sentirían ellos si fuera excomulgado de la iglesia? Y lo peor de todo, tenía que tragarme mi orgullo para aceptar que todo lo que prediqué en la misión y a mi propia familia no tenía sentido, pues si me aceptaba homosexual ante mi familia tenía que aceptar que los dogmas mormones están equivocados, que yo estaba equivocado y además tenía que enfrentar las sanciones de la iglesia por ser y actuar como homosexual, por violar la ley de castidad.

Disciplina

La excomunión es la sanción más alta para un miembro de la iglesia. Las transgresiones son “corregidas” por la disciplina de la iglesia, la cual puede ser “formal” o “informal”. Hubo momentos en el que yo intenté corregir mi situación en la iglesia, seguir ahí y seguir los preceptos de esta. En uno de esos momentos mi líder eclesiástico me sancionó de manera “informal”, por lo que no podía participar de manera activa en las reuniones de la iglesia, de manera que todos los miembros de la iglesia que me eran cercanos lo notaban. Aunque no podía participar a manera de castigo, sí me pedían tocar el piano y dirigir coros, pues no había alguien más que lo hiciera. El otro tipo de disciplina, la “formal”, se hace mediante un “consejo disciplinario”: una especie de juicio al transgresor, aún no he llegado a eso. La disciplina informal había sido efectiva conmigo hasta cierto punto.

En esos momentos de “disciplina”, conocí en la iglesia a una chica violinista de tes clara, delgada y rasgos finos; hermosa para los estándares de la sociedad. Salí bastante con ella y tuvimos una relación de noviazgo a la manera de la iglesia: el acto sexual solo podía ser dentro del matrimonio. Si bien llegué a quererla mucho y me sentía en cierta manera a gusto cuando mis padres y mis amigos me veían con ella, pues estaba haciendo “lo correcto” ante los ojos del Dios mormón; no logré hallar paz en mi alma, pues pensaba a menudo sobre cómo llevaría mi aceptación homosexual y que con el fin de ser honesto ¿Tendría que contarle a ella sobre mi homosexualidad? ¿Podría dejar de mirar a los hombres como prospecto para una relación amorosa? ¿Podría ser fiel cuando no puedo encontrar la plena satisfacción sexual y emocional en una mujer? Sabía que en algún momento de mi vida la lastimaría, pues por motivo de la fidelidad a los dogmas mormonísticos tendría que dejar la honestidad a un lado y mentirme a mi mismo y a ella (una especie de pragmatismo disciplinar-religioso). En un intento de saber cómo reaccionaría ella, le confesé mi homosexualidad, cosa que terminó mal, pues no volví a verla.

En esta otra etapa de mi aceptación, conocí en la Escuela Nacional de Música a un chico mormón que recién se había bautizado en la iglesia. Los dos nos enamoramos casi inmediatamente el uno del otro. Los dos seguíamos asistiendo a las reuniones de la iglesia e inclusive teníamos asignaciones dentro de ella, pero nos amábamos en secreto (en secreto para la iglesia, porque ante la comunidad de la escuela no era secreto). Él confesó ante sus líderes locales de la iglesia que me amaba, que me había besado y tenía una relación formal conmigo. La respuesta de la iglesia fue la imposición de la sanción disciplinar más grave: la excomunión. Él pensó que al ser excomulgado yo optaría por buscarla también, no fue así. Siendo que para mí la excomunión era como ser desterrado de la casa de Dios, no podía asimilar de forma alguna que yo pudiera pasar por ese proceso. Los dos nos separamos y yo seguí intentando encontrar la forma de ser mormón y homosexual al mismo tiempo. No era el primer novio miembro de la iglesia que había tenido. Anteriormente, ya había tenido una relación tremendamente confusa, borrosa y llena de contradicciones, con un miembro de la iglesia que había conocido en Pátzcuaro, Michoacán. Las contradicciones dogmáticas no permitieron que el amor creciera y produjera el entendimiento y la paz que necesitábamos los dos. Con todo y estas dos experiencias, seguí intentándolo, aunque siempre con resultados desastrosos.

La ayuda del humanismo

La rebelión intelectual en mi mente se sustentó teóricamente en las aulas de la Universidad Pedagógica Nacional junto con la ciencia de la sociología, que dieron empuje a una nueva aceptación. Las contradicciones comenzaron a tener respuestas lógicas, aunque dolorosas. Podía entender ahora que la única forma en que una institución religiosa puede mantener el poder e influencia sobre los demás es mediante el miedo: miedo a Dios, a los castigos, a la disciplina de la iglesia y a la sanción social de la comunidad religiosa. Aunque ya podía hacer una crítica al entramado del poder de las instituciones religiosas, seguía teniendo miedo a la reacción de mi familia, sobre todo a la de mi padre. En esos momentos de crítica y entendimiento, logré “descubrir” casi de manera heurística, algunas contradicciones éticas y políticas en la institución de la iglesia SUD.

En un episodio de mis patologías mentales que pudieron llevar de nuevo al suicidio, me acepté ante mi madre y en ese momento le platiqué a ella sobre las cargas que llevaba conmigo en ese momento. Su respuesta no pudo ser otra mejor: fue el entendimiento y el amor sincero que ella me tiene, amor que me hizo sentir aceptado por ella y por Dios. En ese mismo episodio tuve que contarle a mi hermana la mayor, pero no con muchos detalles y sin abrirme demasiado a las explicaciones sentimentales.

Posteriormente, me enteré que mi madre ya había platicado de esa situación con mi segunda hermana y dos de mis tías, lo cual me dio cierto alivio, pues me abrió el camino a ser honesto con mi familia. Después de eso, nadie de mi familia insiste en que me tengo que casar o tener novia, ni hablamos del tema.

En mi etapa de aceptación más alta que había tenido en ese momento, mi padre pasaba por enfermedades, no pude decirle nada a él, pues temía que empeorara su enfermedad. Él murió sin saberlo, pero de alguna manera sé que él lo sabía y que me ama de todas formas.

En todo ese tiempo de rebeliones sociológicas, mi participación en la iglesia fue más contestataria, pero sin exceder los límites. Hubo muchos señalamientos hacia mí de “apostata”, “pecador” y otros que tal vez no me enteré. Yo seguí asistiendo a la iglesia y manteniendo relaciones homosexuales en mi círculo social fuera de esta. La forma de mantener esa situación era no contar nada de mi vida sexual a mis líderes religiosos, pues ¿Por qué tendrían que estar enterados ellos de mi vida sexual? No me sentía ya como pecador, ni sentía arrepentimiento por mis sentimientos. Me gustaba que me dijeran “apostata” por el hecho de poner entre dicho el patriarcado de la iglesia, o porque decía que la pornografía era mala no por los motivos de la religión, sino porque reproduce los roles de dominación de la sociedad; me sentía orgulloso de ser señalado de herejía, porque ello reivindicaba lo que pensaba. Aunque promovía algunas banderas “progresistas” dentro de la iglesia, nunca reivindiqué la bandera LGBTI, eso lo hacía fuera de ella; pues podía ser descubierto y perder amistades, actividad musical y alumnos en la iglesia.

No era mi intención generar duda dentro de los miembros de la iglesia SUD. Aunque muchas doctrinas y decisiones dentro de la institución me parecen aberrantes y merecen la crítica de la sociedad, los miembros de la iglesia SUD que conozco y trato deberán descubrirlas por ellos mismos y si no lo hacen, no dejarán de ser excelentes seres humanos. Es muy difícil y doloroso conocer y aceptar que tus creencias, creencias sobre las que está basada gran parte de tu vida, están fundamentadas en personas que en muchos casos incurrieron en corrupción, abuso de poder y en un pragmatismo político para tener el control de un territorio y una población. Entiendo que las personas cometemos errores, pero hemos de juzgar a la institución según el dogma más repetido en la iglesia: el ser la única iglesia verdadera y que únicamente por medio de ella los seres humanos alcanzan la salvación eterna. Según este dogma, al ser los únicos y “verdaderos” daría pié a creer que no se cometen errores, porque los profetas de la iglesia tienen “revelación directa de Dios” y Dios no se equivoca. Las reformas de la iglesia ante situaciones sociales, han sido muy lentas e hipócritas en muchos sentidos, por ejemplo: la poligamia, el sacerdocio a los negros y la homosexualidad.

La iglesia SUD no puede cambiar la doctrina sobre la homosexualidad (como otras instituciones religiosas humildemente lo han hecho), pues iría en contradicción a una de las doctrinas más difundidas por la iglesia en los últimos tiempos: La familia, una proclamación para el mundo; en donde se dice que la familia comienza con la unión matrimonial únicamente entre un hombre y una mujer.

Ya no asisto a la iglesia SUD, no he sido juzgado en un “consejo disciplinario” y mucho menos excomulgado, no me interesa, me da igual. Tengo todavía algunos amigos de esa iglesia, pero ya no es como antes. Ahora, ya no me da miedo que otras personas sepan que soy homosexual, cuando me preguntan si soy gay, les respondo que sí, algunas me dicen que no lo perezco, yo simplemente digo que no trato de esconderlo que simplemente soy así, soy quien soy y seré según lo que vaya aprendiendo de la mano de otras personas y según vaya aceptando las contradicciones de la sociedad y las mías.

 
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from Francisco Molinero

Te siento distante ausente, presente como si hubieras huido o fuera yo el fugitivo, el deshonroso y solo soy una persona.

Te siento dentro y a mi lado y fuera rodeándolo todo abrazándolo y escondiéndolo llamándolo por su nombre poniéndolo en su sitio guardando las formas rompiendo la barrera del sonido: una palabra entonces una palabra tuya cruza veloz el cable submarino, el hilo que nos une invisible y se muestra, se revela se esculpe en el blanco y sonríe te acerca.

Una sonrisa basta para doblar el círculo romper la inercia y entonces te siento presente distante, reflejada, inerme como si hubieras vuelto o fuese yo el pródigo quien regresara humillado y ni siquiera soy solo una persona.

La luna tan lentamente como es capaz se aúpa sobre el horizonte y entonces la tierra se vuelve azul.

 
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from Lo necesario imposible

Tuve uno de esos juegos de anatomía en los que se montaba un cuerpo humano de plástico, primero el esqueleto —quizás ahí comenzó mi fascinación por las vanitas—, después se colocaban capas y capas de órganos superpuestos, finalmente la piel hasta alcanzar una falsa apariencia vivaz de ser terminado al que solo falta el traje que más se adaptara a su circunstancia. Personas completas sin genitales, como tiene que ser.

Me fascinaba esa forma desconocida de las vísceras y los recovecos que se supone todos tenemos dentro. Cuánto misterio y cuántas horas pasé manoseando esos cuerpos, cirujano infantil, fantaseando, creando monstruos: el bazo en la lengua, intestinos a la carbonara, el cráneo asomando por el ano, un cuerpo sin corazón que, sin embargo, sabía habitar el mundo ideal que se vende a los niños. Me asustaba cuando se perdía un órgano debajo de la cama, pobre cuerpo incompleto.

La poesía desvela, en cualquier momento, desde cualquier lugar inesperado, la capacidad que tenemos de ver lo real en la minuciosidad de la memoria y también en su dispersión. La poesía sabe transformar el presente, la agenda, la rutina. Poesía zahorí y chamánica que nos descubre lo que no sabemos que nos hirió o nos iluminó.

Soy ese niño que juega, también ese cuerpo de plástico que se llena de asuntos inadvertidos y cuajados de significado. Un adulto que no cree en la razón si no va acompañada de lo demás que la complete. Aún sé colocar el esqueleto en escorzos que me hacen reír.

JUEGO DE ANATOMÍA

dentro de mí hay dos lobos discuten y juegan a la brisca la lata de botones el tren puntual que me transporta cada mañana al confín de la paciencia tachuelas calendarios de santos estampas de fútbol picores un tarro con semillas dentro de mí quedan las migajas dentro de mí existe un huerto de rímel edificios sin cimientos un hambre de cría de cuco y manojo de víctimas huevos de avestruz un huerto invadido por la salvia un plátano pocho todo el tiempo perdido fragancias de calles angostas urinarios templetes también la asepsia de las avenidas el cangrejo que despedaza el cadáver de la ballena camelias caramelos espejos la lengua rota de bohemia productos para desposeer la plata eructos mal tirados que suenan a discurso de aceptación de la culpa medallas de natación ropa interior militar poluciones y escapularios revistas porno peceras con amantes humo de tabaco de café de fogata de pistola de mistos dentro de mí la jaula de las afueras plantas trepadoras plantas rastreras plantas de interior candados bajos sótanos purgatorios hábitos monjes muertos botellas vacías mudas de Casera y de la leche que mamaste niño dentro de ti hay un mí que se retuerce y se pregunta cuándo terminará el aluvión el eclipse de consejos que nos tapa las adelfas y nos pesa hasta que nos hunde en la repetición de lo que no somos dentro de mí un alguien que intenta hacer inventario de la bilis y la belleza y el polvo arrumbados en el ático en los pliegues de la realidad durante años dentro de mí un elefante sobre una tortuga sobre un terrón de azúcar dentro de mí aún en equilibrio precario un niño se retuerce en las tripas adultas para que la figura rematada del hombre con alforjas atienda y pueda abandonar la estiba que no le corresponde


#poesía #revisiones

 
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from Páramo Imperfecto

#RescatandoHilos

Al habla Ampi, auter de este blog. Con el permiso de Rocío Vega, voy a publicar en formato de post en el blog su magnífico hilo sobre cocinar verduras.
Como es la primera vez que hago una cosa así en mi blog, he añadido un nuevo hashtag para que sea más identificable. La idea es que el hilo no se pierda en Mastodon y que se pueda acceder a toda la información que contiene usando un link.

Dicho esto, os dejo con las palabras de la autora del hilo.

  • * *

¿Queréis que os dé consejos de cómo cocinar y comer (más) verduras?

Primera parte: Turra sobre verduras y cocina

A ver, la cosa de las verduras es que gustan menos o de forma más compleja que otras cosas con mayor palatabilidad. Los macarrones con tomate te los metes por el culo porque están cojonudos y entran solos. El brócoli es un gusto adquirido. Además, las verduras tienen texturas que pueden repeler por ser *demasiado blandas* o *demasiado duras* o *demasiado fibrosas*. Hay verduras que podéis aprender a comer y a disfrutar y otras que no os van a gustar nunca y no pasa nada. Hay otras que os van a gustar pero solo debajo de cinco centímetros de queso y otras que solo en crudo o solo salteadas o solo en puré. Tampoco pasa nada.

La clave de las verduras es que los boomers no saben cocinarlas. Esto es así. Nos han acostumbrado a que las judías verdes son una cosa pastosa que se sirve con un dedo de agua en el plato por escurrirlas mal, lo mismo con el brócoli o las espinacas o la coliflor.

Punto número uno: las verduras hay que cocinarlas lo justo. Es mejor a nivel nutricional y también en cuanto a su textura. Cada persona tiene su preferencia, pero os garantizo que un brócoli al dente es más agradable de comer que uno que se hace puré en la boca. Con la col pasa lo mismo. ¿La col crujiente de los rollitos de primavera? Mucho menos cocinada de lo que solemos.

Número dos: no hay por qué comer verduras solas, lo que no quiere decir que haya que sumergirlas en un mar de bechamel. Que no está mal comer coliflor con bechamel, ¿eh? Pero seguro que preferís no abusar.

Un sofrito de ajo (y pimentón, y hasta guindilla) le sienta estupendamente a la mayoría de verduras “de plato” (coliflor, brócoli, acelgas, coles de bruselas, judias verdes...). Es fácil de hacer y le da un sabor más intenso y rico que el amargor propio de la verdura.

Pero comer verdura de plato es arriesgado para el paladar desentrenado. Para comer más verdura no hace falta comer la verdura sola. Y tampoco hay que comer muchísima. Si estáis aprendiendo a comer brócoli, con echar dos o tres flores al sofrito de arroz o fideos estilo asiático os permite ir acostumbrandoos sin abrumaros ni quedaros con hambre. Si son espinacas, pues un puñado. Si es coliflor, igual os atrevéis a hacer un puré que imita al de patata y queda resultón como guarnición.

Según la preparación el gusto cambia bastante. Las espinacas cocidas tienen un sabor fuerte y terroso que a mí no me convence, pero crudas en ensalada o como lechuga de un bocata o una hamburguesa dan muy bien el pego (ojo que crudas se deben comer con moderación por contener movidas químicas que no recuerdo).

Si tenéis dificultades con las verduras en general, ¡haced salsas de verdura! La salsa típica de las albóndigas lleva cebolla, zanahoria y pimiento verde triturados. ¡Es sana! Lo mismo con muchas preparaciones indias, que constan de cebolla, tomate, ajo y jengibre triturados y están de muerte.

Si os gustan los potajes de legumbres pero no os gustan los trozos, picad la verdura de condimentación muy finito y se deshará en el caldo. Si no os parece suficiente podéis triturarlo.

Podéis “esconderos” la verdura en boloñesas y otras salsas de pastas.

Identificad qué es lo que no os gusta de una verdura en concreto y mirad si podéis cambiarlo. ¿No os gusta el puerro porque es muy dulce, porque tiene hilillos o porque se queda muy blando? ¿Hay alguna manera de introducirlo en la dieta sin esa variante?

También sois personas adultas y podéis decidir qué queréis comer y cómo. Habrá verduras que no queráis ver ni en pintura y está bien. Yo la hoja de la acelga no la soporto, me sabe a pozo.

Al final todo esto es un truco para animaros a que aprendáis a cocinar, que probablemente sea una de las habilidades más útiles que podéis adquirir.

Ya os iré poniendo ideas y recetas

Otra movida que ayuda a aumentar la cantidad de verduras es acostumbrarse a ponerle un poco de verdura a todo. Si te haces una sopa de fideo, échate una zanahoria picada. Si te salteas un arroz con pollo, echa un puñado de col. Si te haces un bocata ponle cebolla pochada, o tomate, o unas hojas de espinaca.

Si al plato no le entra verdura, pues luego te comes una manzana.

Segunda parte: Recetas

Una de las mejores cosas que podéis aprender a hacer es un salteado de fondo de nevera. El salteado de fondo de nevera es lo que hacer para comer un día que no tienes muy claro qué hay de comer.

Lo único que necesitas es algo de arroz blanco (mejor si es del día anterior, pero sinceramente a mí no me suele sobrar), fideos de algún tipo (udon, de huevo, de arroz... valen hasta espaguetis) y “lo que tengas por la nevera”. Lo ideal es meter verdura a muerte y alguna proteína. En mi casa puede ser:

-Un cuarto de cebolla en juliana
-Una zanahoria en bastones
-Un puñado de guisantes
-Un puñado de hojas de espinaca (las puedes romper con la mano)
-Un trozo de col en juliana
-Un par de flores de brócoli
-Medio pimiento (rojo o verde) en tiras

-Un puñado de gambas
-Un puñado de aros de calamar
-Media pechuga de pollo
-Tofu desmigado o en bloques
-Un puñado de carne picada
-La rara ternera en tiras
-Dos huevos en tortilla (que luego se rompe con la espátula)

Todo puede estar congelado y se descongela o antes o en la misma sartén. De hecho, la verdura congelada es ideal para empezar a comerla: como está conservada no tienes prisa por cocinarla, suele estar ya porcionada aunque sea grosso modo, es más barata y nutricionalmente es casi indistinta de la fresca.

Vas echando la verdura en la sartén o wok caliente con un poco de aceite por orden de dureza (es decir, zanahorias y col primero, espinaca lo último), luego la proteína y por último el carbohidrato (puedes hasta cocer los fideos en la sartén si le echas agua y lo tapas). Sí, la gente que hace salteados pro va haciendo cada ingrediente por separado y ni de coña le echan líquido a la sartén, pero esta batalla es en tu casa, quieres comer rico, rápido y manchando lo menos posible. Nadie te va a juzgar.

A esto le das EL SABOR, que puede ser una combinación al gusto de ajo y jengibre picados, salsa de soja, salsa de ostras, especias, mirin, vino chino, sake, salsas picantes y un poco lo que te apetezca. Cada día sale algo distinto.

Este tipo de salteados fueron los que me hicieron darme cuenta de que oye, la col está bien rica y no tiene por qué parecerse en absoluto a lo que dice mi madre que es la col.

Crema de verduras

Una crema de calabacín, calabaza o puerro (por decir algo) es de las cosas más fáciles que puedes cocinar. Totalmente apto para novatos y con preparación mínima.

Corta cebolla y ajo en juliana y a la cazuela, que sude. Mientras, corta la verdura en aros o cubos grandes y échalo. también. Puedes ponerle a todo un poco de sal para que se ablande un poco más rápido, pero tampoco tienes prisa. Puedes echarle una patata también en cubos y pelada. Llena la cazuela de agua (o caldo de verduras, o agua y una pastilla de caldo) y a cocer hasta que la verdura esté blandita. Y cuando lo esté, tritúralo todo con batidora de brazo o procesador de alimentos, lo que prefieras. Salpimenta al gusto y ya está, tienes una crema casera de verduras que se puede congelar de lujo. Si quieres que te quede mucho más cremosa, pásalo por un colador chino.

Si tienes problemas con la textura de la crema, prueba a servirla con picatostes, nueces, almendras, pistachos... Puedes saltear un poco de bacon y echárselo por encima (desgrasado, mejor). Puedes cortar una salchicha en rodajas y echarla a nadar. También puedes echarle queso rallado. Hay gente que le echa un quesito. Emberdad prueba lo que más te guste.

(Me vais a perdonar que no dé cantidades pero, como dice Angua, yo cocino a ojo, como una abuela).

Alcachofas en salsa verde con bacon

A mí no me iban mucho las alcachofas (por no decir que no las había probado) hasta que me enseñaron esta receta en la escuela de cocina. Yo las he hecho con alcachofas de bote y congeladas, nunca con alcachofa fresca. Las no frescas tienden a ser un poco más pellejudas y saber más ácidas que las frescas, pero como un acercamiento a la alcachofa no está mal.

Básicamente hay que cocinar las alcachofas al vapor, saltear bacon en trozos y hacer una salsa verde. La salsa verde es muy sencillita y la única complicación que tiene es la de hacer bien la velouté sin que salgan grumos.

Una velouté es una bechamel con proporciones diferentes y con caldo en vez de leche. Primero se calienta una grasa (aceite en este caso) y después se echa una cantidad de harina (que depende de la elaboración). Se mezcla todo bien hasta que quede homogéneo Y SE SACA DEL FUEGO. A esta mezcla se le llama roux. Una vez fuera del fuego echamos un poco del líquido total y removemos hasta que no haya grumos. Se vuelve a echar un poco más de líquido y se remueve hasta que no haya grumos, y así hasta incorporar todo el líquido. Es vital hacerlo fuera del fuego porque si rompe a hervir las burbujas nos van a crear los grumos. Hacedlo fuera del fuego, no falla nunca. Una vez está todo incorporado lo devolvemos al fuego porque la harina necesita cocinarse.

Total, que hay que saltear un poco de ajo y cebolla picada en aceite y añadir harina para crear la roux. Se saca del fuego, se añade perejil abundante y entonces se va echando el líquido como he descrito arriba. Se cocina la velouté, se pone a punto de sal y pimienta y solo queda mezclar las alcachofas con la salsa verde y servir el bacon por encima.

BIBIMBAP

Para este plato vas a necesitar gochujang, que puedes comprar en un supermercado asiático o en internet. Si te gusta el picante, lo vas a disfrutar mucho.

El bibimbap es el plato de fondo de nevera elevado. No tiene mucho misterio: es un lecho de arroz blanco sobre el que pones, ordenadamente, verdura diferente en bastones, salteada o en crudo en función de cuál sea. Zanahoria, col o kimchi, cebolla, brotes de soja, calabacín, pepino, espinacas... También admite setas y carne en tiras o tofu marinado en cubos. El bibimbap es muy bonito y colorido. Lo coronas con un huevo frito (o dos si son pequeños) y haces una salsita a base de gochujang, salsa de soja, azúcar, pimienta, un poco de agua para diluir... Se come rompiendo el huevo y mezclándolo todo. Es muy nutritivo, tiene un montón de verdura y el gochujang le da un sabor que no te esperas. Vas a comer verdura a paladas sin darte ni cuenta.

BOCATAS

Los bocatas, el sufrimiento de vegetarianos y veganos. Es *raro* encontrarte un bocata vegano y rico en estado salvaje, pero hay muchos que te puedes hacer en casa sin casi esfuerzo.

Asa (en horno o a la plancha) pimientos, cebolla y calabacín, unta el interior del bocata con hummus y dispón la verdura. Y ya está. Sabe dulce y salado, cremoso y crujiente por el pan. El calabacín y el pimiento son carnosos y agradables de morder y con el aceite son un manjar.

Seguro que hay más variantes que alguien os va a contar en los comentarios de este post.

  • * *

¡Al habla Ampi de nuevo! Como habréis podido comprobar, en el hilo hay muchas ideas interesantes que merece la pena aplicar en nuestro día a día en la cocina. No dudéis en echarle un ojo a los comentarios del hilo y aportar vuestras ideas si las tenéis.

Por último, quisiera deciros que en la firma de este blog (el párrafo final que sale de forma automática en todos los post) dice que podéis dirigir los comentarios sobre la entrada a mi cuenta. En este caso, como el contenido no es mío, os animo a dejar los comentarios a Rocío Vega

Espero que os haya gustado tanto como a mí.

 
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from torresburriel

Pues me da bastante miedito lo que acabo de leer en el artículo de TechCrunch, en relación con la crisis desatada por la utilización de herramientas de inteligencia artificial, como arranque de navegación y sesiones de búsqueda, con la consiguiente, en teoría, pérdida de relevancia de las técnicas de posicionamiento SEO convencional.

Claro, si nos vamos a los datos, es francamente impresionante. El tráfico orgánico a sitios de noticias se ha desplomado literalmente de 2.3 mil millones de visitas (mediados de 2024) a menos de 1.7 mil millones (mayo 2025). Cifras mareantes. Por otro lado, la adopción masiva de ChatGPT como herramienta para arrancar sesiones de navegación, nos devuelve otra faceta de larealidad: esto representa menos del 0.1% del tráfico total de los principales publishers y sólo el 10% del tráfico perdido está siendo reemplazado por IA. O sea, algo no cuadra, no salen las cuentas.

Si miramos un poco el cualitativo que merece el dato que voy a compartir, desde luego a los amantes de la investigación con usuarios se nos dilatan las pupilas. Las búsquedas de noticias que no resultan en clics a sitios web han crecido del 56% al 69% entre mayo 2024 y mayo 2025. Es decir, hay algo aquí debajo que no estamos viendo, pero que tiene una consecuencia tangible que además estamos midiendo. Puede ser que los usuarios encuentran lo que buscan sin hacer clic. Pero también eso tiene una derivada, y es la profundidad de la información con la que se satisface la necesidad del usuario. Y si nos ponemos un poco más ortodoxos, podríamos hablar de la carencia de necesidad en cuanto a fuentes que confirmen la veracidad de una información, su robustez o el componente longitudinal que la hace válida desde la perspectiva del usuario.

En resumen, culpar a la inteligencia artificial puede ser una tentación que está muy a mano, a la vuelta de la esquina, y probablemente sea el mejor camino para conseguir atención, likes y aplausos. Pero cuidado, porque la pauta de comportamiento que parece subyacer a estos datos puede ser más profunda. Una tormenta perfecta entre cambios de hábito, cambio generacional y adopción masiva de nuevas herramientas, de las que aún no conocemos todo su impacto.

No me negaréis que vivimos tiempos apasionantes.

https://techcrunch.com/2025/07/02/chatgpt-referrals-to-news-sites-are-growing-but-not-enough-to-offset-search-declines/

 
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from DanielSanz

Llevo mucho tiempo pensando en escribir por aquí y, sin embargo, no he sido capaz de hacerlo.

Creo que tengo muchas cosas que contar: mi proceso creativo, cómo he alcanzado cierta paz interior, el engaño que representa publicar en Amazon KDP, cómo estoy gestionando la grabación del audiolibro, mi plan de promoción en Spotify de esta primera parte de mi novela...

Sin embargo, no soy capaz de hacerlo, y hoy creo que he comprendido el motivo.

Los artículos que he ido escribiendo por aquí son —eran, en realidad— preguntas que me hacía a mí mismo. Una forma de poner en orden mis ideas, pensamientos; de preguntarme y analizar, desde diferentes ángulos, algo que me rondaba por la cabeza. Y con este ejercicio iba perfeccionando mis análisis.

Hace poco más de un mes que publiqué mi primera novela en Amazon y, os prometo, estaba seguro de que os iba a bombardear con artículos sobre el proceso, mis impresiones, en qué estaba equivocado, qué voy a hacer diferente ahora... Es más, incluso estaba deseoso de comenzar a escribir, pero, chico... dique seco.

En estas semanas de paz interior, centrado únicamente en mis cosas, alejado del ruido de las redes sociales, portales de noticias, YouTube... he visto —como acabo de comentaros— que esos artículos eran, en realidad, una terapia propia para responderme a mí mismo. Y la novela era la respuesta final.

No he alcanzado el nirvana, ni mucho menos; es más, ni tan siquiera creo en él.

Sin embargo, esas dudas o preguntas ya no existen. Entonces, ¿para qué voy a seguir escribiendo?

Creo que ya he comentado en algún otro artículo que, hasta ahora, durante toda mi vida, no sabía si lo que hacía estaba bien o no, si se comprendía, si tenía sentido o podía entretener a alguien... Ahora, por primera vez en mi vida, esa duda ha desaparecido.

Sé que mi novela está bien. Es más: sé que mi novela está de puta madre. No necesito que nadie me lo diga.

Y mi novela son todos esos artículos que tenía ganas de escribir. Por fin he logrado cumplir mi sueño de cuando era niño. Soy escritor.

A través de una infinidad de personas, de distintas clases sociales, necesidades, heridas del pasado... voy tejiendo todas mis dudas, mis temores, mis críticas, mi rayo de esperanza sobre el ser humano. Todos y cada uno de mis personajes son una parte de mí, una etapa que he atravesado, una duda o error que cometí.

Y por eso ya no puedo seguir escribiendo, ni aquí ni en ningún otro sitio. Porque mis dudas y preguntas quedan plasmadas de forma más clara en la novela.

Del mismo modo, tampoco entro en ninguna red social. Suena pedante, egocéntrico o, cómo no, de un gilipollas subido: «El payaso este está tan enamorado de sí mismo que ya no necesita a nadie más».

Como es lógico, cada uno puede pensar lo que quiera. Pero no es eso. Es que estoy tan inmerso en mi historia, mis personajes, en lo que quiero decir, en lo que necesito decir... y en cómo encontrar la forma de hacerlo... que se me pasan las horas del día sin acordarme de nada más.

Sé que mi paso por aquí ha sido breve —creo que justo un año—, tampoco he participado mucho. Dudo que alguien me eche de menos.

Así que tan solo me queda despedirme. Por regla general, borro todas mis cuentas, pero, yo qué sé... al pobre Adrián le costó años que me crease esta cuenta, así que voy a dejarla. Quién sabe, igual algún día vuelvo.

Por mi parte, tan solo queda decir que ha sido un placer conoceros, y que no me voy por vosotros, sino por mí.

 
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from Revolicant

Continúo a bastante buen ritmo. Y ahora al encender el pc, abro el procesador de textos y no el Civilization, eso ya es un avance.

#escritura creativa #escritorbrújula #escribiendo

 
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from Revolicant

#Cuaderno de Bitácora, fecha estelar, hoy mismo

Pues nada, eso que aparece una secundaria que no iba a tener mucha relevancia y acaba siendo más interesante que el protagonista.

#escrituracreativa #escritorbrujula #escribiendo

 
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from DanielSanz

Ya he hablado en otras entradas en este, nuestro pequeño rincón de internet, sobre la neurodivergencia, su diagnóstico y los principales problemas, tanto de concentración como sociales. Hoy voy a darle una vuelta de tuerca más, enfocándome en la salud, un tema, si me permitís, mucho más serio e importante.

Me vais a perdonar porque esta entrada va a ser bastante extensa. Os voy a contar mis problemas de salud en orden, para que tengáis una visión global de la importancia de cada avance y cómo, en esta etapa actual, gracias a la tecnología y la inteligencia artificial, estoy logrando descubrir y mejorar mi situación.

La tormenta perfecta…

Como suele ocurrir, es la combinación de diversos factores lo que hace difícil percibir no solo un problema, sino su causa. Para hacerlo más comprensible desde vuestra perspectiva, voy a desgranar los temas uno a uno, para que veáis las implicaciones acumulativas.

Por resumirlo lo máximo posible, estos son mis problemas de salud:

  • Obesidad desde pequeño.
  • Hipotiroidismo (diagnosticado a los 35/36 años).
  • Mala absorción de vitamina B12 (debo inyectármela dos veces al mes).
  • Síndrome de piernas inquietas (puedo dormir gracias a unos parches; las pastillas no me hacían efecto).
  • Altas capacidades (diagnosticado a los 43 años).

Primeras etapas

En orden cronológico, cuando tenía unos treinta y pocos años, decidí centrarme por completo en el deporte. Toda mi vida he tenido sobrepeso y dije: «Hasta aquí hemos llegado». Incluso dejé el podcasting por una temporada y me enfoqué en mí, mi familia y mejorar mi condición física.

Comencé con el boxeo, pero, como era de esperar con sobrepeso, estaba más tiempo lesionado que entrenando. Lo cambié por correr y me ocurrió lo mismo. Finalmente, pasé a la bicicleta, haciendo muchos kilómetros, incluso levantándome los fines de semana a las cinco de la mañana para regresar a desayunar con mi familia.

En esa etapa empecé a ver resultados, aunque no grandes avances. Fue entonces cuando me centré también en la dieta. Leí muchos libros sobre nutrición, contraté varios entrenadores personales y llegué a la conclusión de que debía enfocarme más en entrenamientos de fuerza si quería perder grasa.

Entrenamiento de fuerza

Llegados a este punto, llevaba dos o tres años entrenando distintas disciplinas y, aunque no había bajado mucho de peso, tenía una condición física decente. Comía saludable, tenía buena resistencia, algo de fuerza y ya había trabajado con tres entrenadores personales. Decidí ahorrar dinero, motivado también porque sentía que algunos entrenadores sabían menos que yo.

Investigué gimnasios en mi zona (no había tantos como ahora, que casi hay más que bares) y me apunté a uno con una buena sección de fuerza, con racks para sentadillas libres. Mi entrenamiento se centró en una rutina de cuerpo completo para empezar, y luego fui añadiendo ejercicios complementarios para cada grupo muscular.

Estuve entrenando un par de años, pasando de un porcentaje de grasa corporal del 34 % al 20 %. Pero tuve que dejarlo…

Hipotiroidismo

Si lo había logrado, estaba entrenando, tenía fuerza, músculo y estaba en el camino, ¿por qué lo dejé? Aunque entrenaba unas 10 horas a la semana y movía mucho peso (sentadillas con 130 kg, sentadilla elevada con 50 kg, peso muerto con 160 kg), no lograba seguir perdiendo peso. Me hice análisis y me diagnosticaron hipotiroidismo.

En términos simples, esta enfermedad dificulta perder peso, pero tiene otros efectos, como un cansancio constante. Todo lo que logré fue por pura fuerza de voluntad, porque siempre estoy agotado. El hipotiroidismo se trata con medicación, pero, al contrario de lo que mucha gente cree, no se cura, solo se controla. Los efectos secundarios, como el cansancio, no desaparecen con la medicación.

Por esa época también apareció el síndrome de piernas inquietas, que me impedía dormir por las noches debido a unos nervios terribles en las piernas. Por ejemplo, me he levantado a la una o las dos de la madrugada a pasear por la calle para no molestar a mi familia mientras dormía.

Gracias a los análisis, también descubrí que mi cuerpo no absorbe la vitamina B12. Hay casos leves en los que se puede tomar oralmente, pero en el mío debo inyectármela dos veces al mes para que mi organismo la procese directamente.

Supongo que os preguntaréis: «Vale, pero ¿por qué dejaste de entrenar?». Tenéis razón, disculpad que me disperso. La medicación para el hipotiroidismo, y la enfermedad en sí, tienen efectos secundarios, como mareos. Desde que empecé a medicarme hasta que mi cuerpo se adaptó y se reguló la dosis pasaron unos dos años. Con mareos, no es buena idea ponerse más de cien kilos en la espalda para hacer sentadillas ni realizar grandes esfuerzos. Así que, con gran dolor, dejé de entrenar… y han pasado siete años hasta que he vuelto.

Implicaciones en mi día a día

Para daros una imagen rápida: el hipotiroidismo me causa fatiga crónica, y el síndrome de piernas inquietas, aunque uso parches, no se cura. Por lo general, duermo entre cuatro y cinco horas, despertándome de cuatro a seis veces por noche. Además, debido a la mala absorción de B12, mi recuperación es más lenta, mi síntesis de proteínas es menos eficiente y, sumado a todo lo demás, os podéis imaginar mi estado físico.

Tecnología, ayúdame

Con este panorama, empecé a pensar que la tecnología podía ayudarme. Me compré un Apple Watch Series 3 para monitorizar mi sueño y mi recuperación. Por cierto, sigo usando ese Apple Watch a diario y espero que me dure mucho tiempo… para los que hablan de obsolescencia programada.

Las primeras aplicaciones que instalé fueron AutoSleep, para monitorizar mi sueño, y HeartWatch, una app completa con muchos datos, aunque, sinceramente, no entendía las implicaciones de cada métrica.

Regresando a entrenar

Llegamos a la actualidad, siete años después, con el diagnóstico de altas capacidades añadido a mi perfil, algo que inicialmente no consideraba un impedimento para entrenar.

Me apunté al gimnasio y, con todo lo aprendido, comencé a entrenar: ejercicios de fuerza de cuerpo completo para recuperar tono muscular y adaptarme poco a poco. Para mi sorpresa, no había perdido fuerza en estos años. En solo dos meses, superé mis propios récords, moviendo 80 kg en press de banca y alcanzando mi récord anterior en sentadilla.

Y, para sorpresa de nadie, me lesioné…

En menos de tres meses, tuve que dejar de entrenar. Sufrí una lesión increíble en la pierna izquierda que me impedía caminar. Incluso doblar la rodilla me dolía horrores; creí que me había roto el menisco. Tras un mes intentando recuperarme con masajes en casa y reposo, fui al fisioterapeuta. El diagnóstico: «Eres gilipollas».

No recuerdo todo lo que me dijo, pero tenía más de diez músculos con contracturas severas y roturas. Tras meses de sesiones, punción seca, reposo… cuatro meses después, puedo volver a caminar con normalidad y entrenar de forma suave y progresiva. Todavía tengo algo de dolor, no creáis que estoy al 100 %, y aún necesito una o dos sesiones más de fisioterapia. Para que os hagáis una idea, estuve más de seis meses sin poder hacer vida normal.

¿Y qué tiene que ver la neurodivergencia en esto?

Excelente pregunta. Si habéis leído mis otras entradas, recordaréis que en la neurodivergencia hay una especie de desconexión entre el cuerpo y el cerebro. No es analgesia (no es que no sintamos dolor), es algo distinto y difícil de explicar. Resumiendo mucho: no sé medir ni cuantificar el esfuerzo que me supone hacer algo. Si intento levantar cien kilos, solo hay dos opciones: puedo hacerlo o no.

Tampoco sé si podré hacer una repetición más. Lo intento, y cuando no puedo, digo: «Vale, puedo hacer seis». Siempre entreno al límite, lo que explica las cientos de lesiones que he tenido a lo largo de mi vida practicando deporte. Y, aunque parezca increíble, lo descubrí a los 46 años.

Saberlo no basta. No es tan simple como decir: «Bueno, ahora que lo sabes, ten cuidado y listo». ¿Cómo se hace eso? La otra opción es pecar por defecto, entrenar menos, y aunque para mucha gente eso sería suficiente porque implica mantenerse activo, no es lo que yo busco. Yo quiero entrenar, con todas las letras.

La IA al rescate

Llegamos a los últimos avances en inteligencia artificial. Buscando aplicaciones para entender los datos de salud de mi iPhone y Apple Watch, encontré Welltory, una app con mucha fama en este ámbito. No os voy a mentir: no entendía nada de los datos que mostraba, qué significaba que algo estuviera bajo un día, alto al siguiente, o bajo después. Pero… encontré una opción vinculada a ChatGPT que permite hacer todas las preguntas que quieras. ¡Toma ya!

Instalé ChatGPT, le di acceso a los datos de la app y empecé a preguntar. Le conté todo sobre mí: mi edad, problemas de salud, diagnósticos, dificultades para dormir… todo. Fue maravilloso.

Me recomendó tomar por las noches magnesio con taurina. Pensaba que el magnesio era para que los escaladores no resbalaran y que la taurina era peor que la cafeína, pero me equivocaba. Estos son sus beneficios:

  • Magnesio: relaja el sistema nervioso central, los músculos involuntarios y reduce el cortisol nocturno.
  • Taurina: potencia la acción del GABA y reduce la adrenalina nocturna.

Lo compré, y debo decir que sabe fatal. La primera noche lo tomé con agua y casi vomito. La segunda, con leche, y mejoró un poco. Aunque siga sabiendo mal, lo tomaría igual: tardo menos de 15 minutos en dormirme, me despierto solo una o dos veces por noche (en lugar de cuatro o seis) y, de media, duermo una hora más.

No lo digo a ojo. Como mencioné, llevo años usando el Apple Watch para monitorizar mi sueño, y los datos son claros. Esto no solo me afecta a mí: mi hija, que también tiene problemas para dormir (altas capacidades/Asperger, como yo), probó los suplementos y le ayudaron a descansar mejor de forma instantánea.

ChatGPT también me recomendó tomar creatina por las mañanas. Había oído hablar de la creatina en el gimnasio, pero no entendía cómo podía ayudarme. Tiene lógica:

  • Por el hipotiroidismo, mis células funcionan más lento; la creatina proporciona una reserva extra de energía.
  • Por la mala absorción de B12, mi sistema nervioso funciona peor; la creatina mejora la función mitocondrial.

Lo noto en que tengo menos sueño durante el día, llego mejor a la noche y no me arrastro por los rincones. Y, de nuevo, no son impresiones: gracias al Apple Watch y las apps, puedo verificar los datos de mi frecuencia cardíaca, variabilidad, recuperación tras el entrenamiento y cómo duermo con menos pulsaciones, lo que me ayuda a descansar mejor.

Ahora entiendo las implicaciones de cada métrica y veo cómo, semana tras semana, duermo un poco mejor, tengo más energía y progreso de forma sostenible, sin lesiones por sobrecarga.

¿Y ahora, cómo entreno?

Aunque no lo creáis, entreno cuando me lo indica la app. Así de simple. Actualmente, baso mi entrenamiento en dos aspectos clave:

  • Entrenamiento de fuerza suave (30-40 minutos).
  • Ejercicio aeróbico: remo en casa con una máquina de resistencia de agua.

Los lunes entreno fuerza en el gimnasio. Al día siguiente, la app suele indicar que he sobreentrenado y debo descansar. Cuando me dice que estoy recuperado, hago 20 minutos de remo en zona aeróbica. La próxima vez que estoy recuperado, vuelvo al gimnasio, y así sucesivamente.

Antes, entrenaba tres días de fuerza y tres de remo… siempre lesionado, cansado y con dolores, hasta que sufrí una lesión grave. Ahora, confiando en la app, estoy avanzando. Me siento mejor, más descansado y veo una progresión lógica. Esta semana, por primera vez, logré entrenar tres días. Al principio, solo podía entrenar un día porque necesitaba una semana para recuperarme.

Por cierto, hace diez días que empecé a tomar los suplementos recomendados por ChatGPT, y me siento genial.

¿Y la privacidad de mis datos?

Entiendo que muchos se preocupen por este tema, pero ahora lo veo desde otra perspectiva. Saber todo esto, poner en contexto mi estado, entender el papel de cada problema, analizar las métricas de mi frecuencia cardíaca… ha cambiado mi vida. Si compartir mis datos puede ayudar a que se asesore mejor a otras personas con problemas similares, me parece maravilloso. Del mismo modo que estoy aquí contándoos mi experiencia, espero que llegue a alguien que pueda beneficiarse.

Última coletilla

Para terminar, os comento que este espacio en Escritura Social lo reservaré para mis divagaciones mentales, filosofía de vida, deporte y lo que surja. Me he creado una cuenta en Substack donde hablaré de mi faceta como escritor, mi proceso creativo y análisis de novelas que lea. Todo lo relacionado con escritura y literatura.

Si queréis seguirme por allí, aquí tenéis el enlace:

[https://substack.com/@danielcuentacuentos]

 
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from Cartas de Berni

El refrán que habla del río que suena cuando lleva agua es bastante sabio. Por lo menos, en lo que se refiere al periodismo y el impacto que internet tiene en su consumo y beneficios. También es más compasivo que otras metáforas y comparaciones. Hannibal Lecter diría que los corderos vuelven a chillar.

Jotdown es una revista en la que la calidad de las piezas tiende a ser directamente proporcional al tiempo que tardan en escribirse. Por eso me sorprendió bastante leer un par de artículos en rapida sucesión dedicados al nuevo capítulo de la crisis del periodismo.

La historia sería como sigue: se avecina (o ya está aquí) una tormenta perfecta para el periodismo provocada por varios factores:

  1. El deterioro de los grandes buscadores.
  2. El afianzamiento de Google Discover como un diario personalizado, ajustado a cada lector.
  3. La IA Generativa y su labor como aspiradora e interfaz para todo.

La revista añade cifras que son, tal vez, lo que más miedo da, porque su tendencia es desoladora para cualquier medio que dependa del descubrimiento de los lectores para sobrevivir. El diagnóstico, pues, suena más que acertado.

Hace muchos años alguien mató al periódico para el que trabajaba. Como en una de esas películas sobre asesinatos, casi todo el mundo culpó al sospechoso habitual: la crisis, la disminución de la publicidad. Una explicación demasiado perezosa. Todavía me duele, así que me limitaré a decir que, como en los cuentos clásicos, un lobo nos devoró.

Antes de que las fauces se cerraran, hubo intentos de salvación: emporios mediáticos, políticos de la región. Ángeles con alas de papel. Escuchamos muchas cosas absurdas, pero tal vez la mayor de todas fue la de un horror cósmico enfundado en traje que nos dijo que “no esperaban que la crisis fuese a pegar tan fuerte”. Me hierve la sangre al acordarme.

En su excelente publicación La Conquista del Feed Alberto Aguiar se muestra un poquito escéptico con el plan de Jotdown de aliarse con Menéame para hacer y fortalecer comunidad. Francamente, toda idea que permita acercarse a lectores siempre será mejor que hincar la rodilla ante las compañías de IA. O peor, usar sus herramientas para algo como el fact checking, idea que vi en uno de los textos publicados y que casi me lleva al infarto.

Como me hago viejo y eso siempre te da la oportunidad de amenazar a las nubes, los consejos que una persona tan desengañada del periodismo como yo puede dar son simples, predecibles, aburridos y, lo peor de todo, tal vez no basten. Pero prefiero terminar el texto con ideas en vez de cinismo. Bueno, tal vez haga una mezcla de ambos.

  1. Cuida las suscripciones. Son la fuente de dinero más estable que jamás llegarás a tener. Crece en base a ellas, no en base a grandes cantidades de dinero que cambian o desaparecen en función del ciclo electoral. Si haces que la economía de tu medio dependa de la publicidad institucional o de partidos, acabarás siendo su esclavo, quieras o no.
  2. Cuida tus feeds RSS. Pueden ser gratuitos o de pago, pero cuídalos. El RSS es una de las pocas tecnologías que hasta un programa ejecutándose desde una tostadora puede leer. Es versátil, sólida y permite crear canales exclusivos para suscriptores con clave de acceso. Si los haces de pago, ponlos a texto completo.
  3. La publicidad masiva tipo AdSense en Internet es una estafa a gran escala. Todo el mundo lo sabe y seguro que tú también. El dinero que obtienes por clics de esos sistemas procede, probablemente, de algún almacén remoto con decenas de móviles y un señor al que le pagan por hacer clic en anuncios. Todas las personas que conozco utilizan distintos tipos de bloqueo de publicidad en sus navegadores. Si tienes que poner anuncios, utiliza publicidad propia, no intrusiva y alojada en tu propio servicio.
  4. Usa el Fediverso. Me parece increíble la cantidad de medios que todavía no han caído en esto, de verdad. En general, céntrate en cualquier red social descentralizada donde no dependas de un algoritmo para llegar a tus lectores. Con todas sus imperfecciones, he tenido más interacciones en dos años de Mastodon que en cinco de Twitter o Facebook.
  5. Huye del clickbait como de la peste. Esta es una de esas cosas que, aunque funcione a veces, todo el mundo odia. Lo odiamos incluso aunque acabemos haciendo clic. Procura no dar demasiadas excusas a tus lectores para odiarte. Es algo que siempre sale a pagar.
  6. Haz que pagar por leer un artículo sea extremadamente fácil. Esto es fundamental. En varias ocasiones, lo que me echó para atrás aa hora de pagar por una pieza no fue el precio de la misma, sino lo complicado del proceso para hacerlo. Rascal, un magazine digital especializado en juegos de rol, hace esto muy bien.

Me gustaría no ser escéptico en cuanto a la supervivencia del periodismo. Pero hasta que la profesión no solucione la gravisima situación de bancarrota moral en la que se encuentra, no veo supervivencia para el oficio más allá de pequeños medios con mucho compromiso y unos cimientos ideológicos lo suficientemente firmes. Aun así, les deseo mucha suerte.

 
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