Escritura Social

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from Francisco Molinero

Ogni volta che mi dici che non sarà niente mi incoraggia.

Cavallo bianco sulla sabbia.

La luce mi abbraccia così caldo!

Ogni volta che mi rallegri sopravvissuto mi nutro faccio un passo.

Luna piena di notte

Le buone notizie hanno il sapore del pane per me

 
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from Mi perra vida

Relato - A mi yo del futuro | Poema - Pido al dolor que persevere - Piedad Bonnett | Reseña - Técnica y tecnología - Adrián Almazán | Frase Robada - Audre Lorde | Bonus track

A mi yo del futuro

Andrés abrió los ojos que le parecían estar lacrados. De lo primero que se percató, es que le dolía todo el cuerpo, respirar, levantar la mano, voltearse en la cama, incluso intentar hablar le rebanaba la garganta. Le tomó tiempo, bastantes minutos observando, para recordar que esa mujer, durmiendo mal acomodada en el sillón de la habitación era su hermana. Junto con la certidumbre de estar en una cama de hospital, era lo único que recordaba de momento.

Tras un par de semanas Andrés era autosuficiente, le restaban meses de rehabilitación física, y de acuerdo con el neurólogo la recuperación de la memoria era algo impredecible. Pero tanto su cuñado y sus sobrinas ya habían sido muy generosos con él, así que apenas se sintió seguro le agradeció a su hermana, por haberlo cuidado después del accidente que casi lo mata. Tras muchas lágrimas y promesas, Andrés se afanó en volver a una vida normal.

El primer día que volvió al despacho de contadores, lo recibieron con globos festivos y ovaciones, apenas entrando al recibidor del edificio. Se lograba ubicar en su oficina y conforme pasaban los días, con la ayuda de su secretaria, volvía a recuperar la rutina que perdió casi un par de meses atrás, cuando el personal de limpieza lo encontró tirado en la escalera emergencia, congelado, con el rostro y huesos desfigurados, agonizante. Tras llevarlo en ambulancia al hospital, iniciaron las investigaciones que no llevaron a muchas conclusiones. Ya desde unos días previos, las cámaras de vigilancia habían dejado de almacenar los videos, por problemas con el servidor, y también se evidenció que, ningún personal visualizaba los monitores fuera del horario de oficina. Pero la opinión de los médicos era que probablemente, una crisis convulsiva lo hiciera perder el conocimiento y caer por el barandal de las escaleras, sobreviviendo de milagro. Aunque nadie se lograba explicar qué hacía Andrés fuera del horario de oficina en esa zona del corporativo. Las semanas le sentaban bien a la memoria, y aunque lento por la secuelas físicas del accidente, estaba reintegrado casi totalmente. Todos se sorprendían de su capacidad, pero en particular de su talante. Antes reservado incluso hosco, ahora su deferencia para los demás los tenía pasmados. La rectitud de Andrés no había cambiado, lo que en el pasado le había acarreado no pocas desavenencias, pero ahora con su recién adquirida personalidad tan luminosa, le habría puertas, incluso frente a problemas aparentemente indisolubles. Inclusive su conocida batalla con el departamento de auditoría interna parecía haberse subsanado. Los dos gerentes del área se quedaron sorprendidos cuando el viernes que organizaron una salida para los directivos de la empresa, en un restaurante para festejar la firma de un gran contrato, Andrés se acercó a platicar con ellos, y contrario a lo ocurrido en el pasado, Miguel y Marcos lo encontraron amable e interesante, al principio reacios, para el término de la velada, eran el trío más animado del festejo, lo que para todos fue incluso más milagroso que la recuperación del accidente. A la mañana siguiente, cuando la mayoría aún no se recuperaba de la resaca, en los múltiples chats con temas de la firma contable, galopaba el rumor de un asesinato en las oficinas, en el piso de la dirección general. La confirmación se dio a las pocas horas a través de redes sociales, se confirmaba que, en las oficinas de uno de los grupos de contadores más importantes del país, el director general y dos gerentes de auditoría habían sido asesinados.

Andrés tenía muchas dificultades para conciliar el sueño a menos de una semana de haber sido dado de alta, tenía noches enteras en las que vuelta tras vuelta apenas lograba dormir, y en esos escasos minutos tenía una pesadilla persistente, en la que resbalaba por las escaleras y se observa muerto tirado en el piso. Mientras noctambulaba destinaba varias horas a organizar lo que siempre había sido un desastre, su guardarropa, la biblioteca, y el escritorio. En uno de los cajones encontró una vieja grabadora digital que contenía una tarjeta de memoria. El anacrónico hallazgo le llamó la atención, extrajo la tarjeta y dedicó noches enteras a escuchar los miles de mensajes que almacenaba desde hace años. Sistemáticamente todos comenzaban con la misma frase, “para mi yo, del futuro”. Desde la universidad había adquirido la extraña costumbre de mandarse mensajes para ser escuchados en el futuro, lo cuales ahora, además de acompañarlo en sus noches insomnes, le llenaban de nostalgia, pero también eran de gran ayuda para recuperar los recuerdos después del accidente. Había de todo, consejos para estudiar, metas laborales futuras, advertencias sobre amores tórridos y tóxicos, incluso sobre temas a resolver que de momento no sabía su paradero. Esa estrategia que sus amigos consideraron excéntrica, hoy le ayudaba a rehabilitar su apabullado cerebro. Durante las últimas cinco grabaciones hasta antes del accidente, se escucha advirtiéndose sobre Miguel y Marcos, tenía evidencia sobre una operación de falsificaciones masivas de documentos para lavar dinero del narcotráfico, se percibía temeroso, ya que involucraba a altos mandos de la firma. Esos mensajes le hicieron recordar la noche, en la que Andrés salió de la oficina del director general, después de explicarle sobre las desviaciones del departamento de auditoría interna, los elevadores ya no funcionaban, así que bajó por las escaleras de emergencia. Sólo sintió un impulso detrás de su espalda que lo hizo rodar decenas de escalones, y aturdido observaba como lo levantaban de pies y manos para arrojarlo al vacío.

Al término de la celebración Andrés le mandó un mensaje al director general, pidiéndole verlo a primera hora de la mañana del sábado, junto con varios archivos que evidenciaban su implicación en el lavado de dinero. Apenas entró a la oficina Andrés le disparó en medio de los ojos, con las manos enguantadas tomó el teléfono y con la huella de su dueño lo desbloqueó para escribirle a Miguel y Marcos que acudieran urgentemente a la oficina. Después de menos de una hora tocaron la puerta, al no tener respuesta abrieron sigilosamente y observaron el cuerpo del director, cuando se acercaron a auxiliarlo, recibieron un impacto en el pecho que los dejó tirados en el piso. Andrés tomó sus teléfonos, y bajó tranquilamente por las escaleras de emergencia.


Pido al dolor que persevere - Piedad Bonnett

Pido al dolor que persevere Que no se rinda al tiempo, que se incruste como una larva eterna en mi costado

para que de su mano cada día con tus ojos intactos resucites, con tu luz y tu pena resucites dentro de mí.

Para que no te mueras doblemente pido al dolor que sea mi alimento, el aire de mi llama, de la lumbre

donde vengas a diario a consolarte de lo fríos paisajes de la muerte.


Técnica y tecnología: Cómo conversar con un tecnolófilo - Adrián Almazán

Todo nos hace pensar que el futuro sólo existe bajo dos circunstancias inamovibles: el capitalismo y la desbordante tecnología. Sin embargo, Adrián Almazán, aborda este axioma ontológicamente, y aunque no expone una heroica respuesta a la debacle que estamos presenciando, si abre una puerta trasera a esta modernidad que tantas promesas ha lanzado, y que en la vorágine en la que nos encontramos, no nos tomamos el tiempo de analizar y pedir cuentas a tales ilusiones. Persistiendo en un círculo vicioso que vislumbra tarde o temprano una catástrofe. El ensayo es contundente y claro, por lo que para los no iniciados en filosofía nos sentiremos cómodos y atraídos. Tras su lectura se genera una visión crítica que, aunque no lleva al lector a una respuesta divina, si da herramientas para reconsiderar la actualidad, y forzarnos a repensar alternativas viables, más que comerciales. Tal vez es momento de dejar de actuar, es decir dejar de seguir comprando y usando tecnología, y pensar por unos instantes hacia dónde vamos.


Frase robada - Audre Lorde

Dejarse dominar por el miedo a sentir y a trabajar límite de la propia capacidad es un lujo que solo pueden permitirse quienes carecen de objetivos, quienes no desean guiar sus propios destinos.


Bonus track

 
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from Lo necesario imposible

Tuve uno de esos juegos de anatomía en los que se montaba un cuerpo humano de plástico, primero el esqueleto —quizás ahí comenzó mi fascinación por las vanitas—, después se colocaban capas y capas de órganos superpuestos, finalmente la piel hasta alcanzar una falsa apariencia vivaz de ser terminado al que solo falta el traje que más se adaptara a su circunstancia. Personas completas sin genitales, como tiene que ser.

Me fascinaba esa forma desconocida de las vísceras y los recovecos que se supone todos tenemos dentro. Cuánto misterio y cuántas horas pasé manoseando esos cuerpos, cirujano infantil, fantaseando, creando monstruos: el bazo en la lengua, intestinos a la carbonara, el cráneo asomando por el ano, un cuerpo sin corazón que, sin embargo, sabía habitar el mundo ideal que se vende a los niños. Me asustaba cuando se perdía un órgano debajo de la cama, pobre cuerpo incompleto.

La poesía desvela, en cualquier momento, desde cualquier lugar inesperado, la capacidad que tenemos de ver lo real en la minuciosidad de la memoria y también en su dispersión. La poesía sabe transformar el presente, la agenda, la rutina. Poesía zahorí y chamánica que nos descubre lo que no sabemos que nos hirió o nos iluminó.

Soy ese niño que juega, también ese cuerpo de plástico que se llena de asuntos inadvertidos y cuajados de significado. Un adulto que no cree en la razón si no va acompañada de lo demás que la complete. Aún sé colocar el esqueleto en escorzos que me hacen reír.

JUEGO DE ANATOMÍA

dentro de mí hay dos lobos discuten y juegan a la brisca la lata de botones el tren puntual que me transporta cada mañana al confín de la paciencia tachuelas calendarios de santos estampas de fútbol picores un tarro con semillas dentro de mí quedan las migajas dentro de mí existe un huerto de rímel edificios sin cimientos un hambre de cría de cuco y manojo de víctimas huevos de avestruz un huerto invadido por la salvia un plátano pocho todo el tiempo perdido fragancias de calles angostas urinarios templetes también la asepsia de las avenidas el cangrejo que despedaza el cadáver de la ballena camelias caramelos espejos la lengua rota de bohemia productos para desposeer la plata eructos mal tirados que suenan a discurso de aceptación de la culpa medallas de natación ropa interior militar poluciones y escapularios revistas porno peceras con amantes humo de tabaco de café de fogata de pistola de mistos dentro de mí la jaula de las afueras plantas trepadoras plantas rastreras plantas de interior candados bajos sótanos purgatorios hábitos monjes muertos botellas vacías mudas de Casera y de la leche que mamaste niño dentro de ti hay un mí que se retuerce y se pregunta cuándo terminará el aluvión el eclipse de consejos que nos tapa las adelfas y nos pesa hasta que nos hunde en la repetición de lo que no somos dentro de mí un alguien que intenta hacer inventario de la bilis y la belleza y el polvo arrumbados en el ático en los pliegues de la realidad durante años dentro de mí un elefante sobre una tortuga sobre un terrón de azúcar dentro de mí aún en equilibrio precario un niño se retuerce en las tripas adultas para que la figura rematada del hombre con alforjas atienda y pueda abandonar la estiba que no le corresponde


#poesía #revisiones

 
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from Páramo Imperfecto

#RescatandoHilos

Al habla Ampi, auter de este blog. Con el permiso de Rocío Vega, voy a publicar en formato de post en el blog su magnífico hilo sobre cocinar verduras.
Como es la primera vez que hago una cosa así en mi blog, he añadido un nuevo hashtag para que sea más identificable. La idea es que el hilo no se pierda en Mastodon y que se pueda acceder a toda la información que contiene usando un link.

Dicho esto, os dejo con las palabras de la autora del hilo.

  • * *

¿Queréis que os dé consejos de cómo cocinar y comer (más) verduras?

Primera parte: Turra sobre verduras y cocina

A ver, la cosa de las verduras es que gustan menos o de forma más compleja que otras cosas con mayor palatabilidad. Los macarrones con tomate te los metes por el culo porque están cojonudos y entran solos. El brócoli es un gusto adquirido. Además, las verduras tienen texturas que pueden repeler por ser *demasiado blandas* o *demasiado duras* o *demasiado fibrosas*. Hay verduras que podéis aprender a comer y a disfrutar y otras que no os van a gustar nunca y no pasa nada. Hay otras que os van a gustar pero solo debajo de cinco centímetros de queso y otras que solo en crudo o solo salteadas o solo en puré. Tampoco pasa nada.

La clave de las verduras es que los boomers no saben cocinarlas. Esto es así. Nos han acostumbrado a que las judías verdes son una cosa pastosa que se sirve con un dedo de agua en el plato por escurrirlas mal, lo mismo con el brócoli o las espinacas o la coliflor.

Punto número uno: las verduras hay que cocinarlas lo justo. Es mejor a nivel nutricional y también en cuanto a su textura. Cada persona tiene su preferencia, pero os garantizo que un brócoli al dente es más agradable de comer que uno que se hace puré en la boca. Con la col pasa lo mismo. ¿La col crujiente de los rollitos de primavera? Mucho menos cocinada de lo que solemos.

Número dos: no hay por qué comer verduras solas, lo que no quiere decir que haya que sumergirlas en un mar de bechamel. Que no está mal comer coliflor con bechamel, ¿eh? Pero seguro que preferís no abusar.

Un sofrito de ajo (y pimentón, y hasta guindilla) le sienta estupendamente a la mayoría de verduras “de plato” (coliflor, brócoli, acelgas, coles de bruselas, judias verdes...). Es fácil de hacer y le da un sabor más intenso y rico que el amargor propio de la verdura.

Pero comer verdura de plato es arriesgado para el paladar desentrenado. Para comer más verdura no hace falta comer la verdura sola. Y tampoco hay que comer muchísima. Si estáis aprendiendo a comer brócoli, con echar dos o tres flores al sofrito de arroz o fideos estilo asiático os permite ir acostumbrandoos sin abrumaros ni quedaros con hambre. Si son espinacas, pues un puñado. Si es coliflor, igual os atrevéis a hacer un puré que imita al de patata y queda resultón como guarnición.

Según la preparación el gusto cambia bastante. Las espinacas cocidas tienen un sabor fuerte y terroso que a mí no me convence, pero crudas en ensalada o como lechuga de un bocata o una hamburguesa dan muy bien el pego (ojo que crudas se deben comer con moderación por contener movidas químicas que no recuerdo).

Si tenéis dificultades con las verduras en general, ¡haced salsas de verdura! La salsa típica de las albóndigas lleva cebolla, zanahoria y pimiento verde triturados. ¡Es sana! Lo mismo con muchas preparaciones indias, que constan de cebolla, tomate, ajo y jengibre triturados y están de muerte.

Si os gustan los potajes de legumbres pero no os gustan los trozos, picad la verdura de condimentación muy finito y se deshará en el caldo. Si no os parece suficiente podéis triturarlo.

Podéis “esconderos” la verdura en boloñesas y otras salsas de pastas.

Identificad qué es lo que no os gusta de una verdura en concreto y mirad si podéis cambiarlo. ¿No os gusta el puerro porque es muy dulce, porque tiene hilillos o porque se queda muy blando? ¿Hay alguna manera de introducirlo en la dieta sin esa variante?

También sois personas adultas y podéis decidir qué queréis comer y cómo. Habrá verduras que no queráis ver ni en pintura y está bien. Yo la hoja de la acelga no la soporto, me sabe a pozo.

Al final todo esto es un truco para animaros a que aprendáis a cocinar, que probablemente sea una de las habilidades más útiles que podéis adquirir.

Ya os iré poniendo ideas y recetas

Otra movida que ayuda a aumentar la cantidad de verduras es acostumbrarse a ponerle un poco de verdura a todo. Si te haces una sopa de fideo, échate una zanahoria picada. Si te salteas un arroz con pollo, echa un puñado de col. Si te haces un bocata ponle cebolla pochada, o tomate, o unas hojas de espinaca.

Si al plato no le entra verdura, pues luego te comes una manzana.

Segunda parte: Recetas

Una de las mejores cosas que podéis aprender a hacer es un salteado de fondo de nevera. El salteado de fondo de nevera es lo que hacer para comer un día que no tienes muy claro qué hay de comer.

Lo único que necesitas es algo de arroz blanco (mejor si es del día anterior, pero sinceramente a mí no me suele sobrar), fideos de algún tipo (udon, de huevo, de arroz... valen hasta espaguetis) y “lo que tengas por la nevera”. Lo ideal es meter verdura a muerte y alguna proteína. En mi casa puede ser:

-Un cuarto de cebolla en juliana
-Una zanahoria en bastones
-Un puñado de guisantes
-Un puñado de hojas de espinaca (las puedes romper con la mano)
-Un trozo de col en juliana
-Un par de flores de brócoli
-Medio pimiento (rojo o verde) en tiras

-Un puñado de gambas
-Un puñado de aros de calamar
-Media pechuga de pollo
-Tofu desmigado o en bloques
-Un puñado de carne picada
-La rara ternera en tiras
-Dos huevos en tortilla (que luego se rompe con la espátula)

Todo puede estar congelado y se descongela o antes o en la misma sartén. De hecho, la verdura congelada es ideal para empezar a comerla: como está conservada no tienes prisa por cocinarla, suele estar ya porcionada aunque sea grosso modo, es más barata y nutricionalmente es casi indistinta de la fresca.

Vas echando la verdura en la sartén o wok caliente con un poco de aceite por orden de dureza (es decir, zanahorias y col primero, espinaca lo último), luego la proteína y por último el carbohidrato (puedes hasta cocer los fideos en la sartén si le echas agua y lo tapas). Sí, la gente que hace salteados pro va haciendo cada ingrediente por separado y ni de coña le echan líquido a la sartén, pero esta batalla es en tu casa, quieres comer rico, rápido y manchando lo menos posible. Nadie te va a juzgar.

A esto le das EL SABOR, que puede ser una combinación al gusto de ajo y jengibre picados, salsa de soja, salsa de ostras, especias, mirin, vino chino, sake, salsas picantes y un poco lo que te apetezca. Cada día sale algo distinto.

Este tipo de salteados fueron los que me hicieron darme cuenta de que oye, la col está bien rica y no tiene por qué parecerse en absoluto a lo que dice mi madre que es la col.

Crema de verduras

Una crema de calabacín, calabaza o puerro (por decir algo) es de las cosas más fáciles que puedes cocinar. Totalmente apto para novatos y con preparación mínima.

Corta cebolla y ajo en juliana y a la cazuela, que sude. Mientras, corta la verdura en aros o cubos grandes y échalo. también. Puedes ponerle a todo un poco de sal para que se ablande un poco más rápido, pero tampoco tienes prisa. Puedes echarle una patata también en cubos y pelada. Llena la cazuela de agua (o caldo de verduras, o agua y una pastilla de caldo) y a cocer hasta que la verdura esté blandita. Y cuando lo esté, tritúralo todo con batidora de brazo o procesador de alimentos, lo que prefieras. Salpimenta al gusto y ya está, tienes una crema casera de verduras que se puede congelar de lujo. Si quieres que te quede mucho más cremosa, pásalo por un colador chino.

Si tienes problemas con la textura de la crema, prueba a servirla con picatostes, nueces, almendras, pistachos... Puedes saltear un poco de bacon y echárselo por encima (desgrasado, mejor). Puedes cortar una salchicha en rodajas y echarla a nadar. También puedes echarle queso rallado. Hay gente que le echa un quesito. Emberdad prueba lo que más te guste.

(Me vais a perdonar que no dé cantidades pero, como dice Angua, yo cocino a ojo, como una abuela).

Alcachofas en salsa verde con bacon

A mí no me iban mucho las alcachofas (por no decir que no las había probado) hasta que me enseñaron esta receta en la escuela de cocina. Yo las he hecho con alcachofas de bote y congeladas, nunca con alcachofa fresca. Las no frescas tienden a ser un poco más pellejudas y saber más ácidas que las frescas, pero como un acercamiento a la alcachofa no está mal.

Básicamente hay que cocinar las alcachofas al vapor, saltear bacon en trozos y hacer una salsa verde. La salsa verde es muy sencillita y la única complicación que tiene es la de hacer bien la velouté sin que salgan grumos.

Una velouté es una bechamel con proporciones diferentes y con caldo en vez de leche. Primero se calienta una grasa (aceite en este caso) y después se echa una cantidad de harina (que depende de la elaboración). Se mezcla todo bien hasta que quede homogéneo Y SE SACA DEL FUEGO. A esta mezcla se le llama roux. Una vez fuera del fuego echamos un poco del líquido total y removemos hasta que no haya grumos. Se vuelve a echar un poco más de líquido y se remueve hasta que no haya grumos, y así hasta incorporar todo el líquido. Es vital hacerlo fuera del fuego porque si rompe a hervir las burbujas nos van a crear los grumos. Hacedlo fuera del fuego, no falla nunca. Una vez está todo incorporado lo devolvemos al fuego porque la harina necesita cocinarse.

Total, que hay que saltear un poco de ajo y cebolla picada en aceite y añadir harina para crear la roux. Se saca del fuego, se añade perejil abundante y entonces se va echando el líquido como he descrito arriba. Se cocina la velouté, se pone a punto de sal y pimienta y solo queda mezclar las alcachofas con la salsa verde y servir el bacon por encima.

BIBIMBAP

Para este plato vas a necesitar gochujang, que puedes comprar en un supermercado asiático o en internet. Si te gusta el picante, lo vas a disfrutar mucho.

El bibimbap es el plato de fondo de nevera elevado. No tiene mucho misterio: es un lecho de arroz blanco sobre el que pones, ordenadamente, verdura diferente en bastones, salteada o en crudo en función de cuál sea. Zanahoria, col o kimchi, cebolla, brotes de soja, calabacín, pepino, espinacas... También admite setas y carne en tiras o tofu marinado en cubos. El bibimbap es muy bonito y colorido. Lo coronas con un huevo frito (o dos si son pequeños) y haces una salsita a base de gochujang, salsa de soja, azúcar, pimienta, un poco de agua para diluir... Se come rompiendo el huevo y mezclándolo todo. Es muy nutritivo, tiene un montón de verdura y el gochujang le da un sabor que no te esperas. Vas a comer verdura a paladas sin darte ni cuenta.

BOCATAS

Los bocatas, el sufrimiento de vegetarianos y veganos. Es *raro* encontrarte un bocata vegano y rico en estado salvaje, pero hay muchos que te puedes hacer en casa sin casi esfuerzo.

Asa (en horno o a la plancha) pimientos, cebolla y calabacín, unta el interior del bocata con hummus y dispón la verdura. Y ya está. Sabe dulce y salado, cremoso y crujiente por el pan. El calabacín y el pimiento son carnosos y agradables de morder y con el aceite son un manjar.

Seguro que hay más variantes que alguien os va a contar en los comentarios de este post.

  • * *

¡Al habla Ampi de nuevo! Como habréis podido comprobar, en el hilo hay muchas ideas interesantes que merece la pena aplicar en nuestro día a día en la cocina. No dudéis en echarle un ojo a los comentarios del hilo y aportar vuestras ideas si las tenéis.

Por último, quisiera deciros que en la firma de este blog (el párrafo final que sale de forma automática en todos los post) dice que podéis dirigir los comentarios sobre la entrada a mi cuenta. En este caso, como el contenido no es mío, os animo a dejar los comentarios a Rocío Vega

Espero que os haya gustado tanto como a mí.

 
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from torresburriel

Pues me da bastante miedito lo que acabo de leer en el artículo de TechCrunch, en relación con la crisis desatada por la utilización de herramientas de inteligencia artificial, como arranque de navegación y sesiones de búsqueda, con la consiguiente, en teoría, pérdida de relevancia de las técnicas de posicionamiento SEO convencional.

Claro, si nos vamos a los datos, es francamente impresionante. El tráfico orgánico a sitios de noticias se ha desplomado literalmente de 2.3 mil millones de visitas (mediados de 2024) a menos de 1.7 mil millones (mayo 2025). Cifras mareantes. Por otro lado, la adopción masiva de ChatGPT como herramienta para arrancar sesiones de navegación, nos devuelve otra faceta de larealidad: esto representa menos del 0.1% del tráfico total de los principales publishers y sólo el 10% del tráfico perdido está siendo reemplazado por IA. O sea, algo no cuadra, no salen las cuentas.

Si miramos un poco el cualitativo que merece el dato que voy a compartir, desde luego a los amantes de la investigación con usuarios se nos dilatan las pupilas. Las búsquedas de noticias que no resultan en clics a sitios web han crecido del 56% al 69% entre mayo 2024 y mayo 2025. Es decir, hay algo aquí debajo que no estamos viendo, pero que tiene una consecuencia tangible que además estamos midiendo. Puede ser que los usuarios encuentran lo que buscan sin hacer clic. Pero también eso tiene una derivada, y es la profundidad de la información con la que se satisface la necesidad del usuario. Y si nos ponemos un poco más ortodoxos, podríamos hablar de la carencia de necesidad en cuanto a fuentes que confirmen la veracidad de una información, su robustez o el componente longitudinal que la hace válida desde la perspectiva del usuario.

En resumen, culpar a la inteligencia artificial puede ser una tentación que está muy a mano, a la vuelta de la esquina, y probablemente sea el mejor camino para conseguir atención, likes y aplausos. Pero cuidado, porque la pauta de comportamiento que parece subyacer a estos datos puede ser más profunda. Una tormenta perfecta entre cambios de hábito, cambio generacional y adopción masiva de nuevas herramientas, de las que aún no conocemos todo su impacto.

No me negaréis que vivimos tiempos apasionantes.

https://techcrunch.com/2025/07/02/chatgpt-referrals-to-news-sites-are-growing-but-not-enough-to-offset-search-declines/

 
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from DanielSanz

Llevo mucho tiempo pensando en escribir por aquí y, sin embargo, no he sido capaz de hacerlo.

Creo que tengo muchas cosas que contar: mi proceso creativo, cómo he alcanzado cierta paz interior, el engaño que representa publicar en Amazon KDP, cómo estoy gestionando la grabación del audiolibro, mi plan de promoción en Spotify de esta primera parte de mi novela...

Sin embargo, no soy capaz de hacerlo, y hoy creo que he comprendido el motivo.

Los artículos que he ido escribiendo por aquí son —eran, en realidad— preguntas que me hacía a mí mismo. Una forma de poner en orden mis ideas, pensamientos; de preguntarme y analizar, desde diferentes ángulos, algo que me rondaba por la cabeza. Y con este ejercicio iba perfeccionando mis análisis.

Hace poco más de un mes que publiqué mi primera novela en Amazon y, os prometo, estaba seguro de que os iba a bombardear con artículos sobre el proceso, mis impresiones, en qué estaba equivocado, qué voy a hacer diferente ahora... Es más, incluso estaba deseoso de comenzar a escribir, pero, chico... dique seco.

En estas semanas de paz interior, centrado únicamente en mis cosas, alejado del ruido de las redes sociales, portales de noticias, YouTube... he visto —como acabo de comentaros— que esos artículos eran, en realidad, una terapia propia para responderme a mí mismo. Y la novela era la respuesta final.

No he alcanzado el nirvana, ni mucho menos; es más, ni tan siquiera creo en él.

Sin embargo, esas dudas o preguntas ya no existen. Entonces, ¿para qué voy a seguir escribiendo?

Creo que ya he comentado en algún otro artículo que, hasta ahora, durante toda mi vida, no sabía si lo que hacía estaba bien o no, si se comprendía, si tenía sentido o podía entretener a alguien... Ahora, por primera vez en mi vida, esa duda ha desaparecido.

Sé que mi novela está bien. Es más: sé que mi novela está de puta madre. No necesito que nadie me lo diga.

Y mi novela son todos esos artículos que tenía ganas de escribir. Por fin he logrado cumplir mi sueño de cuando era niño. Soy escritor.

A través de una infinidad de personas, de distintas clases sociales, necesidades, heridas del pasado... voy tejiendo todas mis dudas, mis temores, mis críticas, mi rayo de esperanza sobre el ser humano. Todos y cada uno de mis personajes son una parte de mí, una etapa que he atravesado, una duda o error que cometí.

Y por eso ya no puedo seguir escribiendo, ni aquí ni en ningún otro sitio. Porque mis dudas y preguntas quedan plasmadas de forma más clara en la novela.

Del mismo modo, tampoco entro en ninguna red social. Suena pedante, egocéntrico o, cómo no, de un gilipollas subido: «El payaso este está tan enamorado de sí mismo que ya no necesita a nadie más».

Como es lógico, cada uno puede pensar lo que quiera. Pero no es eso. Es que estoy tan inmerso en mi historia, mis personajes, en lo que quiero decir, en lo que necesito decir... y en cómo encontrar la forma de hacerlo... que se me pasan las horas del día sin acordarme de nada más.

Sé que mi paso por aquí ha sido breve —creo que justo un año—, tampoco he participado mucho. Dudo que alguien me eche de menos.

Así que tan solo me queda despedirme. Por regla general, borro todas mis cuentas, pero, yo qué sé... al pobre Adrián le costó años que me crease esta cuenta, así que voy a dejarla. Quién sabe, igual algún día vuelvo.

Por mi parte, tan solo queda decir que ha sido un placer conoceros, y que no me voy por vosotros, sino por mí.

 
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from Revolicant

Continúo a bastante buen ritmo. Y ahora al encender el pc, abro el procesador de textos y no el Civilization, eso ya es un avance.

#escritura creativa #escritorbrújula #escribiendo

 
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from Revolicant

#Cuaderno de Bitácora, fecha estelar, hoy mismo

Pues nada, eso que aparece una secundaria que no iba a tener mucha relevancia y acaba siendo más interesante que el protagonista.

#escrituracreativa #escritorbrujula #escribiendo

 
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from DanielSanz

Ya he hablado en otras entradas en este, nuestro pequeño rincón de internet, sobre la neurodivergencia, su diagnóstico y los principales problemas, tanto de concentración como sociales. Hoy voy a darle una vuelta de tuerca más, enfocándome en la salud, un tema, si me permitís, mucho más serio e importante.

Me vais a perdonar porque esta entrada va a ser bastante extensa. Os voy a contar mis problemas de salud en orden, para que tengáis una visión global de la importancia de cada avance y cómo, en esta etapa actual, gracias a la tecnología y la inteligencia artificial, estoy logrando descubrir y mejorar mi situación.

La tormenta perfecta…

Como suele ocurrir, es la combinación de diversos factores lo que hace difícil percibir no solo un problema, sino su causa. Para hacerlo más comprensible desde vuestra perspectiva, voy a desgranar los temas uno a uno, para que veáis las implicaciones acumulativas.

Por resumirlo lo máximo posible, estos son mis problemas de salud:

  • Obesidad desde pequeño.
  • Hipotiroidismo (diagnosticado a los 35/36 años).
  • Mala absorción de vitamina B12 (debo inyectármela dos veces al mes).
  • Síndrome de piernas inquietas (puedo dormir gracias a unos parches; las pastillas no me hacían efecto).
  • Altas capacidades (diagnosticado a los 43 años).

Primeras etapas

En orden cronológico, cuando tenía unos treinta y pocos años, decidí centrarme por completo en el deporte. Toda mi vida he tenido sobrepeso y dije: «Hasta aquí hemos llegado». Incluso dejé el podcasting por una temporada y me enfoqué en mí, mi familia y mejorar mi condición física.

Comencé con el boxeo, pero, como era de esperar con sobrepeso, estaba más tiempo lesionado que entrenando. Lo cambié por correr y me ocurrió lo mismo. Finalmente, pasé a la bicicleta, haciendo muchos kilómetros, incluso levantándome los fines de semana a las cinco de la mañana para regresar a desayunar con mi familia.

En esa etapa empecé a ver resultados, aunque no grandes avances. Fue entonces cuando me centré también en la dieta. Leí muchos libros sobre nutrición, contraté varios entrenadores personales y llegué a la conclusión de que debía enfocarme más en entrenamientos de fuerza si quería perder grasa.

Entrenamiento de fuerza

Llegados a este punto, llevaba dos o tres años entrenando distintas disciplinas y, aunque no había bajado mucho de peso, tenía una condición física decente. Comía saludable, tenía buena resistencia, algo de fuerza y ya había trabajado con tres entrenadores personales. Decidí ahorrar dinero, motivado también porque sentía que algunos entrenadores sabían menos que yo.

Investigué gimnasios en mi zona (no había tantos como ahora, que casi hay más que bares) y me apunté a uno con una buena sección de fuerza, con racks para sentadillas libres. Mi entrenamiento se centró en una rutina de cuerpo completo para empezar, y luego fui añadiendo ejercicios complementarios para cada grupo muscular.

Estuve entrenando un par de años, pasando de un porcentaje de grasa corporal del 34 % al 20 %. Pero tuve que dejarlo…

Hipotiroidismo

Si lo había logrado, estaba entrenando, tenía fuerza, músculo y estaba en el camino, ¿por qué lo dejé? Aunque entrenaba unas 10 horas a la semana y movía mucho peso (sentadillas con 130 kg, sentadilla elevada con 50 kg, peso muerto con 160 kg), no lograba seguir perdiendo peso. Me hice análisis y me diagnosticaron hipotiroidismo.

En términos simples, esta enfermedad dificulta perder peso, pero tiene otros efectos, como un cansancio constante. Todo lo que logré fue por pura fuerza de voluntad, porque siempre estoy agotado. El hipotiroidismo se trata con medicación, pero, al contrario de lo que mucha gente cree, no se cura, solo se controla. Los efectos secundarios, como el cansancio, no desaparecen con la medicación.

Por esa época también apareció el síndrome de piernas inquietas, que me impedía dormir por las noches debido a unos nervios terribles en las piernas. Por ejemplo, me he levantado a la una o las dos de la madrugada a pasear por la calle para no molestar a mi familia mientras dormía.

Gracias a los análisis, también descubrí que mi cuerpo no absorbe la vitamina B12. Hay casos leves en los que se puede tomar oralmente, pero en el mío debo inyectármela dos veces al mes para que mi organismo la procese directamente.

Supongo que os preguntaréis: «Vale, pero ¿por qué dejaste de entrenar?». Tenéis razón, disculpad que me disperso. La medicación para el hipotiroidismo, y la enfermedad en sí, tienen efectos secundarios, como mareos. Desde que empecé a medicarme hasta que mi cuerpo se adaptó y se reguló la dosis pasaron unos dos años. Con mareos, no es buena idea ponerse más de cien kilos en la espalda para hacer sentadillas ni realizar grandes esfuerzos. Así que, con gran dolor, dejé de entrenar… y han pasado siete años hasta que he vuelto.

Implicaciones en mi día a día

Para daros una imagen rápida: el hipotiroidismo me causa fatiga crónica, y el síndrome de piernas inquietas, aunque uso parches, no se cura. Por lo general, duermo entre cuatro y cinco horas, despertándome de cuatro a seis veces por noche. Además, debido a la mala absorción de B12, mi recuperación es más lenta, mi síntesis de proteínas es menos eficiente y, sumado a todo lo demás, os podéis imaginar mi estado físico.

Tecnología, ayúdame

Con este panorama, empecé a pensar que la tecnología podía ayudarme. Me compré un Apple Watch Series 3 para monitorizar mi sueño y mi recuperación. Por cierto, sigo usando ese Apple Watch a diario y espero que me dure mucho tiempo… para los que hablan de obsolescencia programada.

Las primeras aplicaciones que instalé fueron AutoSleep, para monitorizar mi sueño, y HeartWatch, una app completa con muchos datos, aunque, sinceramente, no entendía las implicaciones de cada métrica.

Regresando a entrenar

Llegamos a la actualidad, siete años después, con el diagnóstico de altas capacidades añadido a mi perfil, algo que inicialmente no consideraba un impedimento para entrenar.

Me apunté al gimnasio y, con todo lo aprendido, comencé a entrenar: ejercicios de fuerza de cuerpo completo para recuperar tono muscular y adaptarme poco a poco. Para mi sorpresa, no había perdido fuerza en estos años. En solo dos meses, superé mis propios récords, moviendo 80 kg en press de banca y alcanzando mi récord anterior en sentadilla.

Y, para sorpresa de nadie, me lesioné…

En menos de tres meses, tuve que dejar de entrenar. Sufrí una lesión increíble en la pierna izquierda que me impedía caminar. Incluso doblar la rodilla me dolía horrores; creí que me había roto el menisco. Tras un mes intentando recuperarme con masajes en casa y reposo, fui al fisioterapeuta. El diagnóstico: «Eres gilipollas».

No recuerdo todo lo que me dijo, pero tenía más de diez músculos con contracturas severas y roturas. Tras meses de sesiones, punción seca, reposo… cuatro meses después, puedo volver a caminar con normalidad y entrenar de forma suave y progresiva. Todavía tengo algo de dolor, no creáis que estoy al 100 %, y aún necesito una o dos sesiones más de fisioterapia. Para que os hagáis una idea, estuve más de seis meses sin poder hacer vida normal.

¿Y qué tiene que ver la neurodivergencia en esto?

Excelente pregunta. Si habéis leído mis otras entradas, recordaréis que en la neurodivergencia hay una especie de desconexión entre el cuerpo y el cerebro. No es analgesia (no es que no sintamos dolor), es algo distinto y difícil de explicar. Resumiendo mucho: no sé medir ni cuantificar el esfuerzo que me supone hacer algo. Si intento levantar cien kilos, solo hay dos opciones: puedo hacerlo o no.

Tampoco sé si podré hacer una repetición más. Lo intento, y cuando no puedo, digo: «Vale, puedo hacer seis». Siempre entreno al límite, lo que explica las cientos de lesiones que he tenido a lo largo de mi vida practicando deporte. Y, aunque parezca increíble, lo descubrí a los 46 años.

Saberlo no basta. No es tan simple como decir: «Bueno, ahora que lo sabes, ten cuidado y listo». ¿Cómo se hace eso? La otra opción es pecar por defecto, entrenar menos, y aunque para mucha gente eso sería suficiente porque implica mantenerse activo, no es lo que yo busco. Yo quiero entrenar, con todas las letras.

La IA al rescate

Llegamos a los últimos avances en inteligencia artificial. Buscando aplicaciones para entender los datos de salud de mi iPhone y Apple Watch, encontré Welltory, una app con mucha fama en este ámbito. No os voy a mentir: no entendía nada de los datos que mostraba, qué significaba que algo estuviera bajo un día, alto al siguiente, o bajo después. Pero… encontré una opción vinculada a ChatGPT que permite hacer todas las preguntas que quieras. ¡Toma ya!

Instalé ChatGPT, le di acceso a los datos de la app y empecé a preguntar. Le conté todo sobre mí: mi edad, problemas de salud, diagnósticos, dificultades para dormir… todo. Fue maravilloso.

Me recomendó tomar por las noches magnesio con taurina. Pensaba que el magnesio era para que los escaladores no resbalaran y que la taurina era peor que la cafeína, pero me equivocaba. Estos son sus beneficios:

  • Magnesio: relaja el sistema nervioso central, los músculos involuntarios y reduce el cortisol nocturno.
  • Taurina: potencia la acción del GABA y reduce la adrenalina nocturna.

Lo compré, y debo decir que sabe fatal. La primera noche lo tomé con agua y casi vomito. La segunda, con leche, y mejoró un poco. Aunque siga sabiendo mal, lo tomaría igual: tardo menos de 15 minutos en dormirme, me despierto solo una o dos veces por noche (en lugar de cuatro o seis) y, de media, duermo una hora más.

No lo digo a ojo. Como mencioné, llevo años usando el Apple Watch para monitorizar mi sueño, y los datos son claros. Esto no solo me afecta a mí: mi hija, que también tiene problemas para dormir (altas capacidades/Asperger, como yo), probó los suplementos y le ayudaron a descansar mejor de forma instantánea.

ChatGPT también me recomendó tomar creatina por las mañanas. Había oído hablar de la creatina en el gimnasio, pero no entendía cómo podía ayudarme. Tiene lógica:

  • Por el hipotiroidismo, mis células funcionan más lento; la creatina proporciona una reserva extra de energía.
  • Por la mala absorción de B12, mi sistema nervioso funciona peor; la creatina mejora la función mitocondrial.

Lo noto en que tengo menos sueño durante el día, llego mejor a la noche y no me arrastro por los rincones. Y, de nuevo, no son impresiones: gracias al Apple Watch y las apps, puedo verificar los datos de mi frecuencia cardíaca, variabilidad, recuperación tras el entrenamiento y cómo duermo con menos pulsaciones, lo que me ayuda a descansar mejor.

Ahora entiendo las implicaciones de cada métrica y veo cómo, semana tras semana, duermo un poco mejor, tengo más energía y progreso de forma sostenible, sin lesiones por sobrecarga.

¿Y ahora, cómo entreno?

Aunque no lo creáis, entreno cuando me lo indica la app. Así de simple. Actualmente, baso mi entrenamiento en dos aspectos clave:

  • Entrenamiento de fuerza suave (30-40 minutos).
  • Ejercicio aeróbico: remo en casa con una máquina de resistencia de agua.

Los lunes entreno fuerza en el gimnasio. Al día siguiente, la app suele indicar que he sobreentrenado y debo descansar. Cuando me dice que estoy recuperado, hago 20 minutos de remo en zona aeróbica. La próxima vez que estoy recuperado, vuelvo al gimnasio, y así sucesivamente.

Antes, entrenaba tres días de fuerza y tres de remo… siempre lesionado, cansado y con dolores, hasta que sufrí una lesión grave. Ahora, confiando en la app, estoy avanzando. Me siento mejor, más descansado y veo una progresión lógica. Esta semana, por primera vez, logré entrenar tres días. Al principio, solo podía entrenar un día porque necesitaba una semana para recuperarme.

Por cierto, hace diez días que empecé a tomar los suplementos recomendados por ChatGPT, y me siento genial.

¿Y la privacidad de mis datos?

Entiendo que muchos se preocupen por este tema, pero ahora lo veo desde otra perspectiva. Saber todo esto, poner en contexto mi estado, entender el papel de cada problema, analizar las métricas de mi frecuencia cardíaca… ha cambiado mi vida. Si compartir mis datos puede ayudar a que se asesore mejor a otras personas con problemas similares, me parece maravilloso. Del mismo modo que estoy aquí contándoos mi experiencia, espero que llegue a alguien que pueda beneficiarse.

Última coletilla

Para terminar, os comento que este espacio en Escritura Social lo reservaré para mis divagaciones mentales, filosofía de vida, deporte y lo que surja. Me he creado una cuenta en Substack donde hablaré de mi faceta como escritor, mi proceso creativo y análisis de novelas que lea. Todo lo relacionado con escritura y literatura.

Si queréis seguirme por allí, aquí tenéis el enlace:

[https://substack.com/@danielcuentacuentos]

 
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from Cartas de Berni

El refrán que habla del río que suena cuando lleva agua es bastante sabio. Por lo menos, en lo que se refiere al periodismo y el impacto que internet tiene en su consumo y beneficios. También es más compasivo que otras metáforas y comparaciones. Hannibal Lecter diría que los corderos vuelven a chillar.

Jotdown es una revista en la que la calidad de las piezas tiende a ser directamente proporcional al tiempo que tardan en escribirse. Por eso me sorprendió bastante leer un par de artículos en rapida sucesión dedicados al nuevo capítulo de la crisis del periodismo.

La historia sería como sigue: se avecina (o ya está aquí) una tormenta perfecta para el periodismo provocada por varios factores:

  1. El deterioro de los grandes buscadores.
  2. El afianzamiento de Google Discover como un diario personalizado, ajustado a cada lector.
  3. La IA Generativa y su labor como aspiradora e interfaz para todo.

La revista añade cifras que son, tal vez, lo que más miedo da, porque su tendencia es desoladora para cualquier medio que dependa del descubrimiento de los lectores para sobrevivir. El diagnóstico, pues, suena más que acertado.

Hace muchos años alguien mató al periódico para el que trabajaba. Como en una de esas películas sobre asesinatos, casi todo el mundo culpó al sospechoso habitual: la crisis, la disminución de la publicidad. Una explicación demasiado perezosa. Todavía me duele, así que me limitaré a decir que, como en los cuentos clásicos, un lobo nos devoró.

Antes de que las fauces se cerraran, hubo intentos de salvación: emporios mediáticos, políticos de la región. Ángeles con alas de papel. Escuchamos muchas cosas absurdas, pero tal vez la mayor de todas fue la de un horror cósmico enfundado en traje que nos dijo que “no esperaban que la crisis fuese a pegar tan fuerte”. Me hierve la sangre al acordarme.

En su excelente publicación La Conquista del Feed Alberto Aguiar se muestra un poquito escéptico con el plan de Jotdown de aliarse con Menéame para hacer y fortalecer comunidad. Francamente, toda idea que permita acercarse a lectores siempre será mejor que hincar la rodilla ante las compañías de IA. O peor, usar sus herramientas para algo como el fact checking, idea que vi en uno de los textos publicados y que casi me lleva al infarto.

Como me hago viejo y eso siempre te da la oportunidad de amenazar a las nubes, los consejos que una persona tan desengañada del periodismo como yo puede dar son simples, predecibles, aburridos y, lo peor de todo, tal vez no basten. Pero prefiero terminar el texto con ideas en vez de cinismo. Bueno, tal vez haga una mezcla de ambos.

  1. Cuida las suscripciones. Son la fuente de dinero más estable que jamás llegarás a tener. Crece en base a ellas, no en base a grandes cantidades de dinero que cambian o desaparecen en función del ciclo electoral. Si haces que la economía de tu medio dependa de la publicidad institucional o de partidos, acabarás siendo su esclavo, quieras o no.
  2. Cuida tus feeds RSS. Pueden ser gratuitos o de pago, pero cuídalos. El RSS es una de las pocas tecnologías que hasta un programa ejecutándose desde una tostadora puede leer. Es versátil, sólida y permite crear canales exclusivos para suscriptores con clave de acceso. Si los haces de pago, ponlos a texto completo.
  3. La publicidad masiva tipo AdSense en Internet es una estafa a gran escala. Todo el mundo lo sabe y seguro que tú también. El dinero que obtienes por clics de esos sistemas procede, probablemente, de algún almacén remoto con decenas de móviles y un señor al que le pagan por hacer clic en anuncios. Todas las personas que conozco utilizan distintos tipos de bloqueo de publicidad en sus navegadores. Si tienes que poner anuncios, utiliza publicidad propia, no intrusiva y alojada en tu propio servicio.
  4. Usa el Fediverso. Me parece increíble la cantidad de medios que todavía no han caído en esto, de verdad. En general, céntrate en cualquier red social descentralizada donde no dependas de un algoritmo para llegar a tus lectores. Con todas sus imperfecciones, he tenido más interacciones en dos años de Mastodon que en cinco de Twitter o Facebook.
  5. Huye del clickbait como de la peste. Esta es una de esas cosas que, aunque funcione a veces, todo el mundo odia. Lo odiamos incluso aunque acabemos haciendo clic. Procura no dar demasiadas excusas a tus lectores para odiarte. Es algo que siempre sale a pagar.
  6. Haz que pagar por leer un artículo sea extremadamente fácil. Esto es fundamental. En varias ocasiones, lo que me echó para atrás aa hora de pagar por una pieza no fue el precio de la misma, sino lo complicado del proceso para hacerlo. Rascal, un magazine digital especializado en juegos de rol, hace esto muy bien.

Me gustaría no ser escéptico en cuanto a la supervivencia del periodismo. Pero hasta que la profesión no solucione la gravisima situación de bancarrota moral en la que se encuentra, no veo supervivencia para el oficio más allá de pequeños medios con mucho compromiso y unos cimientos ideológicos lo suficientemente firmes. Aun así, les deseo mucha suerte.

 
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from torresburriel

Hoy me han preguntado acerca de cómo integrar inteligencia artificial #AI en procesos de experiencia de usuario #UX.

Mi respuesta: en todo lo que se pueda. Probar, disfrutar, equivocarse e intentarlo una y otra vez con todas las herramientas que tenemos hoy disponibles en el mercado.

Disfrutar de un momento de cambio espectacular desde la línea del frente, en primera persona. No juzgar, no sacar conclusiones precipitadas, disfrutar del camino.

Los resultados vendrán o no, pero el proceso de trabajo seguirá siendo el mismo. Al menos de momento.

Quizá en el futuro lo haremos de otra forma, pero de momento aún no lo sabemos.

También aplican unas cuantas frases de perogrullo: todo lo que termina tiene un final, nada es para siempre, lo único permanente es la impermanencia.

 
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from Blog de Doclomieu

El otro día me compré una pluma estilográfica Faber-Castell 2010 de color negro. Hacía mucho tiempo que no me compraba una estilográfica y esta llevaba en mi radar un tiempo. Así que hoy toca escribir una revisión.

Creo que fue el año pasado cuando me topé con esta estilográfica en un post del fediverso. Me gustó. Tenía unos colores bonitos y, siendo Faber-Castell, esperaba que el plumín fuese bueno. Miré el precio, menos de 20€. Un precio muy económico. Sin embargo, en ese momento, vi una foto de detalle del plumín y parecía una birria. El grabado estaba incompleto, el diseño punteado estaba como roto... Algo me dio mala espina. Antes de comprarla en una papelería por internet, prefería esperar y probarla primero.

Y hasta hace unas semanas. Durante este tiempo no me he acercado por Debod a probarla y las tiendas que tengo cerca no la tenían. En uno de los #juevesdeestilográficas (seguid el hashtag si no lo hacéis), compartieron una foto y dos personas me aseguraron que el plumín era bueno. Fue el impulso que necesitaba para animarme a comprarla.

La estilográfica me llegó con un cartucho de tinta azul, pero a mí me gusta probar las estilográficas con una tinta conocida. Después de darle un baño, para quitarle los posibles restos que pudiese traer de fábrica, la cargue con tinta Monteverde Yosemite Green. Y pude cargarla porque esta estilográfica utiliza cartuchos internacionales (o universales) y tengo unos cuantos en casa (no quiero mirar a nadie, ¿eh, Parker y Lamy? Y otras muchas, pero estas son las tengo delante mientras escribo estas palabras).

Al agarrar la pluma, la primera impresión fue de ligereza. Quizás como la Lamy Safari, aunque el plástico de esta parece un poco más sencillo. Cuando comencé a escribir las primeras palabras, me di cuenta de que esta pluma iba a ser capaz de escribir hasta en un ladrillo. Compré un plumín M, porque para el día a día es el que me resulta más conveniente. No me ha decepcionado en ningún momento. No ha perdido un solo trazo, incluso tras estar parada varios días. El plumín desliza suavemente sobre el papel y el alimentador tiene un buen flujo.

Esta pluma pasa a engrosar la lista de plumas para principiantes. Es comparable en calidad a la Lamy, con dos diferencias: la Faber-Castell grip no tiene sección de agarre triangular y el plumín tiene un corte clásico. Si vais a pluminiciar a alguien con gustos clásicos, esta sería sin lugar a dudas una buena pluma con la que empezar (la Lamy sí tiene gustos más modernos).

Estilográfica negra con el capuchón quitado. Reposa sobre una mesa de madera.


Para sorpresa de nadie, la entrada de hoy lleva el hashtag:

#estilográficas

 
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from SoleDev en Mastodon

Historia de personaje para el juego de rol Cazador: la venganza. #historiadepersonaje #cazadorlavenganza #garretgrey

La filosofía que siempre ha regido mi vida ha sido la de los procedimientos de laboratorio con sus pasos a seguir. Un sistema estructurado, organizado y testeado para obtener los resultados de forma eficiente. La lógica dicta que si haces A y después B, llegas a C.

No puedo decir que mi vida haya sido mala, estudié química, trabajé algunos años en laboratorios farmacéuticos y lo dejé para mudarme con mi mujer a un pueblo sencillo y tranquilo donde mi curriculum y un carta de recomendación me consiguieron un puesto como docente. Siempre he pagado mis impuestos, he respetado la vida de los demás y he procurado ser justo con mis alumnos, ni favoritismos ni zancadillas.

Hasta que el maldito mundo empezó a caérseme encima a pedazos.

Gabriel, mi hijo de 8 años, desarrolló una enfermedad que sólo se dá en un sujeto de cada 4 millones, nuestros ahorros se fueron en intentar darle una vida lo más normal posible.

Un día Barbara, mi mujer, me dijo que estaba teniendo nauseas matutinas desde un par de semanas atrás. Ella, que siempre había sido un ejemplo de buena salud, que nunca se había mareado en el coche ni en la feria. Un test después descubrimos que ibamos a volver a ser padres y, que Dios me perdone, en mi cabeza se instaló una pregunta en letras gigantescas: ¿cómo ibamos a salir adelante?

Bueno, las cosas no pintaban bien al haber tenido que rehipotecar la casa para pagar los tratamientos de Gabriel pero si conseguía algún trabajo extra para complementar mi sueldo de profesor podríamos ver luz en el túnel.

Qué ingenuo.

Todavía quedaba otro pedazo más que tenía que caérseme encima... y caérseme con una C bien gorda.

No era suficiente estar ahogado económicamente con una familia dependiendo de mi, que ahora también tenía algo dentro que quería destruirme. Al menos parecía que de momento no era excesivamente grande pero estaba en una zona del cerebro que podría propiciar que su expansión. El tratamiento inicial de pastillas tenía una posibilidad de detener el crecimiento, no me iba a curar pero me iba a hacer ganar algo de tiempo. Tenía que aprovecharlo. Tenía que dejar a mi familia protegida. Tenía que asegurarme que iban a estar cubiertos cuando yo faltase.

Lo curioso de ser un profesor justo era que a veces consiguía algo de respeto de parte los que otros consideraban “los peores alumnos”. Se debía a que era el primero que les trata igual que al resto y no pasaba de ellos porque “no valían y no merecían perder el tiempo en enseñarles”.

Jimmy Buganovski, “Buggi” para sus amigos, se sorprendió cuando le abordé en el aparcamiento detrás del instituto porque necesitaba hablar con él. Puso cara de preocupación al decirle que sabía que pasaba droga, puede que se temiese que lo denunciara a las autoridades. Finalmente se estuvo riendo varios minutos al explicarle, en voz baja aunque no había nadie en más de 100 metros a la redonda, que quería que moviese algo que había hecho yo.

Cuando se le pasó la risa y vió el material, después de que se me cayese al suelo por los nervios y la enorme cantidad de sudor que estaba segregando, al principio se negó. Me dijo que me respetaba y que no debería meterme en esos temas, que yo era un buen hombre, integro y que no debía mancharme con esas cosas.

Le expliqué un poco mi situación y el bueno de Buggi dijo que haría lo que pudiese por ayudarme. Dos días después vino a buscarme en cuanto pisé el aparcamiento. La droga que yo había cocinado era “la ostia”, según sus palabras explícitas, y quería más. Toda la que pudiese prepararle.

Durante algunas semanas Buggi movió lo que yo preparaba, pequeñas cantidades, no podía hacer demasiado ya que estaba limitado al equipamiento de reserva del instituto y a los materiales que podía costearme con el poco dinero del que podía disponer. El dinero iba llegando y cuando parecía que podría realmente llegar a algo Buggi desapareció.

Pasé dos semanas sin saber nada de él, llamé a su casa en varias ocasiones pero sólo me decían que estaba indispuesto y que no podía hablar con él. Hasta que un día apareció junto a mi coche cuando me iba a casa. Estaba demacrado, tenía ojeras oscuras y profundas y cicatrices recientes en la cara que aún estaban en proceso de cerrarse.

— ¿Señor G, tiene material para volver a ponernos en marcha? — Fueron sus primeras palabras.

Buggi me contó que le habían pillado unos pandilleros vendiendo en su zona y casi lo matan a golpes. Le habían robado la última remesa y tras probarla le habían dicho que querían a su proveedor. Pero Buggi no me delató. Cuando se convencieron de que no iban a conseguir nada matándolo le ofrecieron un trato: ellos prepararían un laboratorio, yo cocinaría la droga y me pagarían por el trabajo. Buggi podría seguir con sus trapicheos pero sólo en las zonas que ellos le permitiesen.

Al principio todo iba bien, en unas semanas hice bastante dinero para ir cubriendo los tratamientos de Gabriel y las facturas médicas de Barbara. Una noche estaba trabajando en el laboratorio clandestino cuando se me acercaron un par de los miembros de la banda. Me dijeron que los enviaba “el jefe” y que quería conocerme.

Los acompañé hasta una habitación que bien podía pasar por un salón bastante acogedor con un sofá un poco pasado de moda flanqueado por dos butacones de grandes orejas. En uno de los butacones había una bolsa de deporte llena de fajos de billetes atados con gomas elásticas, la recaudación de la semana según había oído hablar a los pandilleros.

En el otro butacón estaba más tirada que sentada una chica de rasgos latinos. Apenas tendría 19 ó 20 años y en su brazo extendido, así como en el interior de su muslo, enseguida reconocí los pinchazos de una adicción muy fea que le iba arruinar la vida si no lo había hecho ya. Una adicción a algo parecido a aquello que mis manos estaban elaborando apenas unos minutos antes.

Aparté la mirada de la chica con una punzada de remordimiento. Noté como la sangre me subía por la cara, se me hinchaban los lagrimales y se me humedecían los ojos. Mi cerebro disparó las alarmas, si me iba a plantar cara a cara con un jefe pandillero no podía hacerlo en ese estado o se me iba a comer vivo.

Fingí una tos repentina, me doblé sobre mi mismo y me giré hacia atrás dándole la espalda al sujeto sentado en el sofá. Como un minuto después me reincorporé, me limpie la boca con un pañuelo y respiré hondo. Mientras me volvía hacía el individuo al que tenía que conocer mis ojos pasaron sobre la chica de nuevo y pude ver un tatuaje que le recorría el muslo. El tatuaje era un nombre de mujer tipicamente hispano, algo como Mercedes o Maria Dolores, no lo recuerdo bien. Estaba escrito en esas letras muy elaboradas con rúbrica y plagadas de líneas curvas.

Pero juraría por lo más sagrado que la tinta de las letras empezó a moverse bajo la piel morena y recompuso un mensaje:

“ES UN MONSTRUO. MÍRALE”

Entonces puse mis ojos sobre el jefe de la banda, debajo del pañuelo que llevaba en la cabeza la carne de su cara estaba consumida y putrefacta. Bajo sus mejillas podía ver perfectamente los músculos maxilofaciales y sus caninos parecían hiperdesarrollados además de estar manchados con restos recientes de sangre. Mi cerebro ató cabos instantánemente y comprendí que los pinchazos en el brazo de la chica sí eran de jeringuilla pero los del muslo estaban perfectamente alineados por pares...

“¡Mierda! ¡Mierda ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Dónde me he metido? Esto no puede ser real. ¿Qué demonios estoy viendo?”

Mi cuerpo estaba bloqueado, sentía las sienes palpitarme como furiosos tambores de guerra, cada poro de mi piel empezó a exudar un sudor frío como nitrógeno líquido.

Esa criatura sentada en el sofá parecía relajada, segura de sí misma, confiada. Al fin y al cabo estaba en su guarida, en su terreno, donde tenía ventaja. Hizo un movimiento brusco, un latigazo de su cuello adelantando la nariz y olfateando el aire.

Por el rabillo del ojo busqué la posición de mis dos escoltas, no dieron señal alguna de estar viendo lo mismo que yo. También me percaté de que no tenían armas en las manos aunque no las tendrían muy lejos. Uno de ellos estaba liando un cigarro y el otro miraba las piernas de la chica tirada en la butaca, sus pantalones eran tan cortos que bien podría haber estado en ropa interior.

— Profesor Grey, al fin le conozco, yo soy Alejandro Torres. Me dicen mis chicos que su material es de calidad y nos está haciendo ganar bastante dinero. Quería darle las gracias personalmente. — No ocultaba su acento latino, hablaba con una voz suave, un poco silbante y algo melosa, el tipo de voz que se utiliza para calmar a un niño o engatusarlo para que se tome el jarabe aunque sepa a rayos. — Le noto nervioso, profesor. ¿Se encuentra bien? ¿Está indispuesto, quizá?

— Bue… bueno... esta reunión ha… ha surgido tan de repente… he pensado que igual había… algún problema... — acerté a tartamudear.

El olor a muerte llenaba el aire, podía sentir la bilis burbujeando en mi estómago y las contracciones del esófago previas a las náuseas empezando a formarse en mi interior. “Concéntrate, no hagas que te maten.”

— Profesor Grey, no hay ningún problema, estamos encantados de contar con su colaboración.

La chica soltó un gemido y su cabeza cayó hacia delante, un hilo de baba blanquecina resbaló por sus labios y se descolgó hasta su ombligo para deslizarse por el piercing de bola de colores psicodélicos que llevaba.

Entonces volvió a suceder.

La chica tenía otro tatuaje asomando por encima de su corto top, le subía desde el pecho hasta el hombro, aunque no podía verlo entero eran una líneas de texto. Igual que antes la tinta empezó a moverse bajo su piel formando nuevas palabras.

“MÍRALE. CONOCE SU SECRETO”

Y lo supe.

El muy cabrón se alimentaba de chicas jóvenes como esa pero antes las drogaba. Necesitaba que la droga estuviese en el torrente sanguíneo de su víctima para poder sentir él los efectos al absorberla, era la única forma en que conseguía sustentarse. La única forma de consumir la droga experimentando sus efectos. Si no lo hacía así experimentaba el síndrome de abstinencia y en alguien como él eso era algo muy peligroso.

No tuve los arrestos para hacer algo ahí mismo, nunca he sido lo que se dice un hombre de acción pero un resorte había saltado en mi cerebro y tenía la convicción de que iba a hacer algo al respecto. Aunque no entendía cómo había sabido cual era la debilidad de ese engendro, el conocimiento había venido a mí repentinamente. Había aparecido en mi pensamiento como una idea que se te ocurre de pronto. El origen de ese saber era tan extraño como los mensajes en los tatuajes de la chica. Y al mismo tiempo ambas cosas me parecían normales.

Seguí con mi trabajo pero empecé a hacer algunas pruebas durante las siguientes semanas, pequeños cambios en la fórmula que hacían que el efecto durase menos, fuese más suave o más sedante. A través de los comentarios de los matones que solían estar con Alejandro seguía los resultados de cómo afectaban esos cambios de composición a la dieta del monstruo.

Hasta que un día llegó mi oportunidad, los matones de Alejandro no tenían tabaco y les ofrecí unos cigarros que previamente había impregnado con un sedante que reaccionaría a la combustión. No me costó descubrir quién sería la chica de la que se alimentaría Alejandro y bajo una conversación casual aproveché para proveerla de unos chicles inoculados con un compuesto que retrasaría los efectos de la droga. Al menos podría darle una oportunidad de salir corriendo y escapar. No creía que fuese a poder hacer mucho más por ella y para aquel entonces aceptaba cualquier descargo de conciencia que pudiese tener.

Cada vez que Alejandro se disponía a alimentarse mandaba a sus matones a fumar para tener algo de intimidad. Cuando ellos salieron y encendieron los cigarros aderezados esperé unos minutos para que el narcótico pudiese hacer su efecto. Después me escabullí del laboratorio hacia la habitación de ese engendro.

No tardé en escuchar sus convulsiones y gemidos de dolor, me asomé con cuidado a la puerta y lo ví en el suelo retorciéndose en agonía. La bolsa del dinero en un butacón y la chica tirada contra el rincón del fondo de la habitación, desmadejada, con el cuello partido en un ángulo antinatural, apoyado en la pared y las piernas dobladas en una pose de dibujo animado.

No podía hacer nada por ella así que reprimí una nausea y seguí con el resto del plan. Fuí hasta el butacón, cerré la bolsa de deporte y me la cargué al hombro. En ese momento una imagen de Alejandro incorporándose y sacando una pistola para apuntarme apareció en mi cabeza, como si estuviese viendo el negativo de una fotografía que ocupase toda mi visión.

Me giré para encontrarme esa misma imagen delante de mí, apenas a un metro el cañón de la pistola de ese monstruo apuntaba a mi cuerpo desde una altura de unos 30 centímetros desde el suelo. No hacía falta ser profesor ni saber mucho de trigonometría o anatomía para tener claro que una bala entrando en ese ángulo podía causar un estropicio horroroso a mis órganos internos.

— ¡AÚN NO! — acerté a gritar, no podía morir todavía, ahora que estaba tan cerca, con este dinero mi familia podría tener una vida digna incluso sin mí.

Mientras gritaba y ya me daba por muerto mis ojos se negaron a cerrarse. Ví la detonación en el cañón del arma y también cómo la bala se desviaba describiendo un ángulo de casi 90 grados. No daba crédito a lo que acababa de suceder.

La adrenalina burbujeaba en mi y me hizo alzar la pierna para encajarle una patada en la mano a ese bastardo. Acto seguido le ví retorcerse de nuevo sobre sí mismo en clara agonía.

Torpemente dejé caer al suelo la bolsa de deporte y me lancé sobre la pistola que había ido detrás del sofá, la recogí y me giré hacia Alejandro.

No estaba ahí.

Era imposible, se estaba retorciendo de dolor, ¿donde se había ido tan rápido?

De nuevo una imagen se superpuso a mi visión, como algo que ya hubiese vivido, ese maldito monstruo caía encima de mi desde el techo. Levante la mirada y ahí estaba, con los dedos clavados en el techo y a punto de dejarse caer sobre mi. Tuve el tiempo justo de levantar la pistola y descerrajarle un tiro directo a la cara. Su cuerpo giró sobre sí mismo y pude oir el inconfundible crujido de huesos de su espalda al estamparse contra el suelo con un agujero sangrante donde antes tenía la cara.

Me aparte un paso y miré a los lados. Me acerqué de nuevo. Le disparé otra vez. A través de la sien. Desparramando sus sesos por el suelo.

En las películas de zombis que Gabriel siempre quería ver lo recomendaban.

Disparé una tercera vez. Por asegurarme.

Me metí la pistola al bolsillo, cogí la bolsa de deporte y bajé al laboratorio trastabillando por las escaleras. Había dejado todo preparado antes de subir. Salí por la puerta, arrastre dentro a los dos matones dormidos y me hice con las cerillas de uno de ellos. Volví a mi mesa, encendí el mechero bunsen y antes de salir volví a abrir la llave del gas. Era innecesario, como mucho una excusa secundaria, lo realmente explosivo y que reaccionaría primero eran los compuestos químicos sobre el mechero de laboratorio pero lo hice de todas formas.

Al día siguiente los periódicos se hacían eco de la explosión en un laboratorio de droga mientras yo empecé a planear cómo iba a gestionar el dinero que tenía en la bolsa de deporte.

 
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from SoleDev en Mastodon

Michelle tiene capacidades de ectomante aunque de momento sólo ha conseguido tratar con espíritus. #historiadepersonaje #thedresdenfiles

Despertar semidesnuda sobre una mesa de billar con varias personas alrededor en similar o mayor grado de desnudez asusta bastante. Añadirle un lacerante dolor de cabeza y una laguna total desde unas 16 horas antes, lo hace peor. Encontrar el lavabo, despejarte y descubrir que conoces la fraternidad donde estás y sabes volver a casa ayuda un poco.

Ya me ha sucedido antes y sé que es uno de los precios que tengo que pagar por su ayuda. Empiezo a maldecirme a mi misma por haber caido otra vez pero una punzada en el cerebro me hace dejar el autoflagelo para más tarde, al menos hasta después del segundo café.

La primera vez que me ví en una situación así fue en el primer examen de la universidad. Acababa de cumplir los 18, me había emocionado de más celebrando y tenía la certeza de que no había estudiado lo suficiente. Tuve un ataque de ansiedad delante de la hoja del examen y sin darme cuenta empecé a rezar todo lo que recordaba haber escuchado a mi abuelita cuando era pequeña. Pedí ayuda a Papa Legba, a los loa y a quien pudiera estar escuchando.

Ahí tuve mi primera laguna.

Desperté poco después de amanecer, en las cocinas de la cafetería de la universidad, rodeada de restos de comida y cubierta de migas, trozos y manchas de distintas salsas. Una semana después publicarían los resultados del examen y tendría un aprobado con nota.

Al volver a mi habitación desde la cafetería apenas tuve tiempo de cerrar la puerta y ya estaba sonando mi teléfono. Era mi abuelita, Mambo Sallie, llamándome desde una cabina en la estación de autobuses. Se me había olvidado completamente que venía a verme ese mismo día, así que me duché a toda prisa y fuí a buscarla.

Cuando estabamos sentadas tranquilas tomando una infusión le conté lo que había sucedido y su primera reacción fue encogerse y empezar a gimotear y lloriquear soltando una retahíla en su haitíano materno. La segunda reacción fue atizarme con el bolso en la cara.

Unos momentos después respiró hondo, se calmó y me dijo que ya había presentido que yo había hecho algo que me iba a poner en peligro. Me explicó que yo había rezado a Papa Legba pero que él no siempre respondía y menos a una creyente tan poco asídua como yo. Seguido me dijo que seguramente había conseguido llamar la atención de algún loa del intelecto que no dejó pasar la oportunidad de venir en mi ayuda para antes o después reclamar su pago.

No le conté que ese pagó ya lo había hecho y por eso estaba reprimiendo las nauseas ante cualquier olor a comida.

Mambo Sallie me había hablado cuando era niña de los espíritus vudú pero al crecer yo había pasado a pensar que eran sólo cuentos de viejas. Cómo no iba a saber yo, una universitaria, más que ella que se había criado con esa mitología para enseñar lecciones a los niños en forma de cuentos.

Por eso en mi momento de desesperación nunca hubiese esperado que un loa fuese a venir a mi, asistirme y después cobrarme un precio que no fuí consciente ni de negociar. Había accedido a prestarle mi cuerpo físico hasta el siguiente amanecer. Sin condiciones.

El que vino en mi ayuda tenía fascinación por la sensación humana del gusto, algo que no podía experimentar por sí mismo. De ahí el atracón de comida que me tuvo con dolor de estómago casi una semana.

Finalmente, Sallie me llevó a hacerme el tatuaje de un veve, un símbolo religioso, que permitiría atar a mi lo que llamó una sombra de Kalfu, un espíritu menor que me protegería y me ayudaría a manejar al resto de loa que iban a empezar a rondarme.

 
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from Retales, por @editora

Hoy ha habido una megatormenta en Vitoria con lluvia intensa y ráfagas de viento de 120 km/h que ha tirado varios árboles.

¿Dónde estaba yo justo en ese momento?

Atravesando un parque con árboles que se doblaban como papel.

La verdad es que daba bastante impresión cómo se movían, pero tenía que atravesarlo corriendo (eran solo 2 minutos) para llegar a biblioteca desde la parada del bus y no perderme la charla de Isabel Bono.

Iba pensando, como me caiga un árbol será «muerte por poesía».

 
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from DanielSanz

El bueno de Doclomieu ha tenido a bien añadir una actualización —por así decirlo— a una entrada que escribí hace unos meses titulada ¿Qué quieres ser de mayor? a la cual ya dedicó en su momento una primera reflexión en forma de artículo en su blog.

Al leer ayer su añadido, me inspiró a desglosar un poco en qué fase me encuentro yo y, de esta forma, continuamos retroalimentándonos en el fediverso, que es una costumbre preciosa, todo sea dicho de paso.

En primer lugar, debo decir que llevo varios años meditando mucho sobre estos temas, planteándome quién soy, quién quiero ser y, en esta última etapa, sobre todo, de quién me estoy rodeando o, mejor dicho, qué gente he dejado que me rodee. Porque no hay nada más cierto que los típicos refranes de madres: «Dime con quién andas y te diré quién eres».

Es algo en lo que no pensamos. Más o menos nos movemos a la ligera, tipo «este me cae mal, este me cae bien», aunque también hay otras barreras que trazamos con pensamientos internos del tipo «este es un borde con los demás, pero conmigo se porta bien»… Y, de esta forma, dejamos que transcurran nuestros días, meses y años, amoldando quiénes somos nosotros en base a con quien estamos en cada momento para encajar mejor en el entorno en el que nos encontramos, con miedo incluso a romper esas amistades porque, entonces, a lo mejor nos quedamos solos.

A lo mejor somos unos apasionados del arte, pero —como es habitual en nuestra sociedad actual— la gente que conocemos son aficionados (en el caso de los hombres, por lo menos) a los coches, el fútbol y las tetas gordas. ¿Queremos hablar de arte? «Esa rubia bien preta que va por ahí es arte en movimiento…». Y se acabó la conversación sobre arte. Esto, como es evidente, se trata de una generalización muy simplista, pero estoy seguro de que comprendéis que las tendencias son las que son y, como te salgas de ahí, tienes un serio problema para encontrar con quien conversar.

Lo que nos debemos preguntar es muy sencillo ¿Esas amistades nos aportan algo? ¿Nos ayudan a ser quienes queremos ser? No estoy diciendo que, si son amigos de verdad, los abandonemos. La cuestión es preguntarnos si lo son. En cuyo caso, se les acepta tal como son, igual que ellos nos aceptan pese a que prefiramos mirar cuadros a beber cerveza en una terraza.

Lo dificil es ser capaces de darnos cuenta de en qué situación nos encontramos, si somos felices con nosotros mismos, con lo que hacemos y con nuestro círculo de amistades.

Es muy fácil, pese a ser adultos, salir de nuestro círculo, buscar en nuestra ciudad exposiciones, grupos de debate —quizá a través de Facebook, si es necesario— para intentar conocer a otras personas con aficiones similares a las nuestras.

Por supuesto, esto tampoco garantiza nada. Existe la posibilidad de que sean unos pedantes, desconfiados, que nos juzguen por no conocernos… Quizá sea peor el remedio que la enfermedad y, como reza otro refrán: «Mejor estar solo que mal acompañado».

Aunque esa no es la cuestión. Aquí lo importante es: ¿intentamos mejorar?

Porque ocurre otra cosa muy curiosa, y es que consideramos amigos a gente que, en realidad, no lo es. Se limitan a estar a nuestro lado mientras la balanza de la relación sea favorable para ellos. Y, en cuanto pedimos algo… puf, lanzan una bomba de humo y solo aparecen cuando ya hemos solucionado el problema por nuestra cuenta.

Y no os equivoquéis: no estamos hablando de pedirles dinero, que nos ayuden con una mudanza o que nos donen un riñón, sino incluso con cosas triviales que nosotros, en nuestra ignorancia, jamás hemos puesto en duda que no harían. Porque, a fin de cuentas, son nuestros amigos.

Como también suele decirse «eso es muy fácil decirlo» u otro refrán que me encanta «a toro pasado todo es muy fácil» y ya que estoy con refranes, venga va, uno más «es muy fácil ver la paja en ojo ajeno».

Como ya he mencionado al inicio del artículo yo llevo años meditando sobre estos temas y consideraba que me encontraba en un punto muy bueno. Sin embargo, como siempre ocurre, tiene que pasarnos algo que nos eche sal en la herida para ver las cosas tal como son en realidad.

Como ya he comentado por Mastodon llevo meses desaparecido porque me he centrado en algo que, para mí, era muy importante. Desde pequeño he tendio la necesidad y el terror a la vez de escribir una novela. Son meses de un duro enfrentamiento con uno mismo, decirte que no eres capaz, quien te crees que eres para pensar que puedes escribir una novela, pensar que todo lo que has escrito es basura que no sirve para nada, ganas de llorar constantes, seguidas de alegría cuando crees que has encontrado lo que falla y lo has corregido. Lograr escribir el punto final es un momento de gloria, de descanso no solo mental sino incluso físico y eso se materializó la semana pasada cuando al fin publiqué mi primera novela en Amazon, Secretos Rotos, y —como es normal— lo primero que toca hacer es pedir un favor a tus amigos. Siendo consciente, por supuesto, de que no leen, confías en que te ayuden invirtiendo tres euros en comprar tu novela por el mero hecho de que son tus amigos y ya está. Son solo tres euros, ¿cómo no se van a gastar tres euros en ayudarte?

Pues no lo hacen.

He escrito a más de treinta personas en estas dos semanas. ¿Sabéis cuánta gente me ha ayudado? Tres personas. No está mal el porcentaje, ¿verdad?
Uno incluso me dijo que si podía comprarla, escribirme una reseña y devolver la compra. ¿En serio? Vamos a ver, hay que ser conscientes a quien le pedimos el favor, si somos adolescentes y no tienen un duro, pues es comprensible. O incluso si sabemos que no son personas que van muy boyantes de dinero que digamos… Pero no es el caso, como es lógico, todo son personas adultas con trabajos estables, que viven en España, se van a veranear… Es decir, soy plenamente consciente de que el dineero no es el problema para no hacerme el favor.

Decir que esta situación me decepcionó es quedarme corto. Que a lo mejor el raro soy yo —visto lo visto, todo puede ser— pero, en cualquier caso, lo que me toca es aceptarlo y buscar gente rara como yo. Desde luego no voy a ir detrás de ellos a mendigar que me compren la novela, por supuesto también podría hacerles un Bizum o darles el dineero en mano, pero es que eso agravaría la situación, por lo menos a mi modo de ver. Porque sería, encima, una ofensa hacia ellos.

Si fuese por la calle y me cruzase con cualquiera de estas treinta personas, lo más normal sería que terminásemos sentados en una terraza, tomando unas cervezas, un café o lo que proceda, y me invitarían sin ningún problema. ¿Por qué?

La diferencia es básica: porque a ellos les gusta sentarse en una terraza, tomar algo y charlar un rato conmigo. Incluso aunque la inversión económica por invitarme sea superior a esos tres euros, la percepción que ellos tienen de cómo ha sido invertido ese dinero es que han comprado algo con él, aunque sea charlar veinte minutos y beber dos cervezas.

Sin embargo, comprar una novela que he escrito yo, para ellos, es coger el dinero y tirarlo a la basura. Y es SU dinero. Da igual lo majo que yo sea, lo que les haya ayudado, los favores que les haya hecho… Todo eso es irrelevante. La cuestión es que no quieren desperdiciarlo comprando una novela que además, seguro, es una mierda.

A ellos no les importa el sufrimiento que me haya supuesto a mí escribir esa novela: las noches sin dormir pensando en cómo conectar las tramas, desarrollar los personajes, arreglar huecos y, por supuesto, el orgullo que me supone darla por concluida y publicarla.
Son sus tres euros, y no quieren tirarlos a la basura.

Y me parece bien, por supuesto que sí.

Pero, del mismo modo, yo no quiero estar rodeado de ese tipo de personas. Porque yo no dudaría un segundo en invertir dinero en algo que, para mis amigos, sea importante. Aunque por supuesto todo tiene un lado positivo, tan solo hay que saber encontrarlo y, en este caso yo lo he hecho. Por tan solo tres euros he sabido diferenciar a los que son amigos de los que no.

 
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