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from Mi perra vida

Cuento – La ilegal privacidad

La ilegal privacidad

La red de seguridad infantil tenía confirmación absoluta. Las actividades que realizaban los niños, no sólo eran sospechosamente inusuales, podrían ser consideradas una amenaza a la seguridad, e incluso actividades delictivas.

Un descuido -voy tarde, pero si llego-, fue el que permitió identificar al resto de los niños de la banda, así que sólo fue cuestión de segundos, para focalizarse en la actividad de cada uno de los destinatarios de ese mensaje, para comenzar a recabar los datos de actividad que pasaban por sus teléfonos celulares, fotos, mensajes, correos, datos de geolocalización, variables de salud y biométricas, historial de navegación. Incluso lo que habían borrado hace años, que en las letras pequeñas de las condiciones de uso de los múltiples dispositivos digitales, escondido entre la burocracia del lenguaje, les obligaban a perder su derecho al olvido, todo se almacenaría y utilizaría para los fines que mejor consideran las corporaciones que almacenaban esas toneladas de información.

Es por eso que cuanto este río de datos que corría de la noche a la mañana se detuvo, el sistema de monitoreo lanzó la primera alerta individual. El caso índice fue Carlos, un niño de quince años, súbitamente su teléfono dejó de enviar datos, los registros indicaban que tenía 82% de batería, la cobertura de red celular era de 93%, el acelerómetro y giroscopio no indicaban señales de una caída, los datos de geolocalización habían sido desactivados, pero la triangulación de las torres de telefonía permitían ubicarlo en el interior de un centro comercial, con una precisión de doce metros, los registros de la cámara y micrófonos confirmaban el punto donde Carlos había dejado de transmitir datos.

El análisis de comportamiento después de retornar de ese vacío de información, sólo indicaba una reducción en el consumo de redes sociales en 6.8% con respecto a la media, rango permisible por el sistema, aunque visto en retrospectiva, inusual en él; también tuvo menos interacciones por el mensajero con Susana, Leonardo y Luis, que normalmente se seguían viendo en la escuela, centros comerciales y salas de juegos. El día que Carlos dejó de transmitir datos, se escribieron en promedio 13% menos mensajes en las dos horas precedentes. El agujero de información duraba sistemáticamente veintiún minutos, después de ese tiempo se observaba una frecuencia cardíaca inusualmente alta, considerando la temperatura ambiental y la velocidad de desplazamiento.

La siguiente fue Susana, quien inesperadamente se encontró con Carlos en el centro comercial a las dos semanas del caso índice. No se logró determinar el mecanismo a través del cual se pusieron de acuerdo, lo tuvieron que haber concretado en persona, sin teléfonos u otros medios de captura como cámaras o audífonos de otros dispositivos cercanos. La teoría más plausible era la alberca, en la que los implicados se reunían dos veces por semana. Unas instalaciones muy lujosas, que paradójicamente, no contaban con sistemas de vídeo-vigilancia, ya que sus padres demandaron a la empresa de seguridad, por la filtración de vídeos de sus hijos, que fueron utilizados por redes de pedófilos, haciendo circular imágenes modificadas por IA, así sus múltiples abogados lograron retirar los sistemas de vigilancia. Las transmisiones de audio desde los teléfonos en los vestidores, a pesar de su gran alcance, sólo permitían identificar susurros, risas y el chapoteo del agua.

Leonardo y Luis eran hermanos, los más difíciles de investigar, rebeldes y descuidados, con tendencias peligrosas a la desobediencia, por lo tanto a olvidar sus teléfonos celulares en cualquier lado, a pesar de los regaños de sus padres, o a romper con excesiva frecuencia sus relojes, anillos y dispositivos de monitoreo, así que solo el empleo de medios públicos de vigilancia se usaron para mostrar que unos días después de que Susana se uniera a Carlos, ellos también se encontraban en el centro comercial, y se pierden entre el laberinto de cámaras.

Lo cierto es que jamás se les vio juntos, hasta el día en que, Susana accidentalmente mandó el mensaje, entonces en pocos minutos la IA logró unir los puntos.

En los días siguientes se remitió la orden para colocar cámaras en uno los contenedores de basura del sótano del centro comercial, que al dejar de usarlos con el cambio de compañía recolectora, consideraron que no era necesario vigilarlo. Pero ahora parecía indispensable llenar ese hueco de información, ese espacio de ilegal privacidad.

Las imágenes y grabaciones era contundentes, siempre, diez minutos antes de que llegaran los niños, un indigente irreconocible para los sistemas de registro biométrico, uno más de esos pordioseros, que no hacían nada por el sistema, es decir no podían comprar nada, y apenas vivían de lo que mendigaban, ese hombre desgarbado llegaba y acomodaba unos almohadones sucios en el suelo, mientras hojeaba, lo que tuvieron que confirmar todas las videocámaras, un libro de papel.

Ese dispositivo, se había proscrito de manera comercial hace décadas, y bajo limitados permisos se podía acceder a alguno de ellos, para motivos de investigación. La gran mayoría fueron destruidos, dijeron para ser reciclados, ya que varios lustros atrás se consideraron el origen de la destrucción de los bosques, así se convenció a la sociedad de que, los libros digitales eran la opción más ecológica. De este modo la IA podía controlar las licencias de uso de los libros permitidos, establecer patrones de comportamiento, conociendo gustos, velocidad de lectura, párrafos subrayados y comentarios ad hoc en redes sociales.

En este caso el libro que el pordiosero les leía en voz alta, apenas se acomodaban en el piso, era uno de los muchos libros prohibidos, Momo de Michael Ende, vetado para todas las edades, ya que atentaba contra la seguridad nacional. Esta anacrónica lectura en voz alta se confirmó un par de semanas consecutivas, así que se tenía que ejercer la ley, la ley de la IA.

El análisis de casos similares les habían demostrado que, llevar esta falta ante los tribunales sólo atraía ruido digital difícil de contener, y por lo general aunque el veredicto era culpable y la condena implacable, en pocas semanas brotaban nuevos movimientos, inspirados en los insurrectos.

Lo mejor era utilizar los mecanismos digitales para desmembrar a la banda, en especial porque los blancos eran susceptibles de ser neutralizados.

El caso más simple fue el de Leonardo y Luis, una noche mientras su padre tomaba una ducha, accidentalmente se desbloqueó el teléfono que había dejado en el tocador, cuando su madre preparaba la cama para dormir, y leyó los detallados mensajes que delataban una relación extra-marital. No acudieron a las reuniones en el centro comercial, sus padres se enfrascaron en un litigio que los llevó al divorcio, a quedarse cada un con un hijo, mudándose otro estado, hasta que volvieron a verse treinta años después para el sepelio de su madre, su padre murió de cáncer años antes, solo en el hospital.

Susana que siempre había demostrado superioridad en el colegio, comenzó a fallar en todas las pruebas, a pesar de estudiar más, y ser en extremo cuidadosa al marcar las respuestas en la tableta digital de la escuela, reprobaba asignatura tras asignatura, hasta que abandonó los estudios y buscó un empleo de dieciocho horas en un centro de entrega de paquetes.

A las pocas semanas de que la IA detectara la ilegal lectura, en el vecindario de Carlos, los colonos comenzaron a ver vídeos en sus redes sociales donde Carlos se besaba con varios hombres mayores, que tras una larga demanda por difamación a un grupo de pederastas, lograron documentar que eran falsos. Sin embargo, una noche tomó el frasco de pastillas para dormir de su madre y se suicido.

...

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from DanielSanz

Yo, abuelo cebolleta

Llevo muchos años navegando por internet, desde los días de IRC, pasando por bitácoras, blogs, podcasts y los inicios de Twitter. Poco a poco, me he ido alejando del ruido digital para, siendo sincero, vivir mucho más tranquilo.

He eliminado mis cuentas de Twitter, Facebook, Instagram e incluso mis canales de YouTube, quedándome solo con Mastodon y mi perfil en Escritura Social para publicar textos más extensos.

He cambiado radicalmente mi actividad. Antes dedicaba horas a leer, comentar, debatir, explicar mis experimentos y colaborar en proyectos comunitarios. Todo eso lo dejé atrás.

En primer lugar, porque tengo 46 años y eso, de forma innegable, transforma tanto mi vida como mis necesidades y obligaciones. En segundo lugar, porque también han cambiado mis experiencias y lo que espero obtener de mi tiempo libre.

Además, es evidente que tanto la sociedad actual como los usuarios de las redes sociales generalistas han evolucionado.

Antes todo esto eran campos

Hace veinticinco o treinta años, los que estábamos en internet compartíamos un perfil similar: éramos apasionados por la informática. Si entrabas en un foro sobre rol, por ejemplo, encontrabas a personas tan entregadas a ese tema que estaban dispuestas a usar internet para discutirlo, algo que hoy parece trivial porque basta con sacar el teléfono del bolsillo y conectarse en segundos. Antes, no solo era complicado, sino que conectarse a internet era carísimo… ¡y ni hablar de que tus padres no podían usar el teléfono fijo! ¿Recuerdas la última vez que usaste uno?

Con mi uso obsesivo de internet y mis ganas de participar en todo, pronto llegué a las capas más profundas y comencé a crear contenido: colaboré en fanzines, fui administrador de foros y, más tarde, podcaster.

Me dejé llevar…

Lógicamente, mi uso de internet se volvió intensivo porque quería dar a conocer los proyectos en los que participaba, lo que marcó una nueva forma de entender las redes sociales. La competencia intrínseca del ser humano se hizo evidente: ver que alguien hacía algo similar a lo tuyo, o incluso plagiaba tu trabajo, y tenía más éxito porque estaba todo el día en redes, te hacía hervir la sangre y te empujaba a reforzar tu presencia.

Esta etapa es crucial porque, sin darte cuenta, internet deja de ser un lugar para aprender y se convierte en un escaparate para que te conozcan y demuestres tu valía. Todo comienza con buenas intenciones: haces cosas porque quieres compartir lo que sabes y ayudar a otros, usando las herramientas disponibles para ganar visibilidad. Pero, sin notarlo, empiezas a competir con los demás.

Esa época en la que participabas solo por diversión, por conocer gente y aprender, se diluye de forma tan gradual que no solo no te das cuenta, sino que incluso idealizas ese pasado.

Antes sí que eran redes sociales de verdad…

Un ejemplo claro de este proceso de transformación es recordar los inicios de Twitter, una red tan peculiar que nadie sabía para qué servía. Alguien escribía que estaba comiendo un bocadillo de chorizo y otro respondía que iba a preparar palomitas para ver una serie.

Era una red social humana, sin pretensiones. Luego creció, el timeline cambió para mostrar lo más relevante… Aún recuerdo cuando, por las mañanas, mientras desayunaba, leía mi timeline entero para responder a todos o comentar sus publicaciones. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo así? Hoy, Mastodon es algo parecido: un rincón de internet que aún conserva humanidad.

Al final, todo se reduce a empresas. Las redes comienzan como proyectos de nicho, ganan prestigio y luego se transforman para priorizar números y beneficios. Del mismo modo que las redes sociales evolucionan, yo también cambio al envejecer. Ahora estoy en una etapa más reflexiva, enfocada en conocerme y darme el espacio para buscar lo que me llena a nivel personal.

Esa actividad de antes no solo consumía horas de mi día, sino que, a veces, hacía cosas solo porque esperaba muchas descargas o comentarios, buscando cierto éxito o popularidad. Por fortuna, esa etapa quedó atrás.

Desde la perspectiva de mi vida actual, esa actividad no me compensa en absoluto. Esas horas que antes dedicaba a las redes ahora las invierto en ir al gimnasio, pasear con mi mujer y nuestra perra, aprender a dibujar, escribir… en fin, en cualquier actividad de mi vida cotidiana.

Sin embargo, iluso de mí, esperaba regresar de vez en cuando, publicar algo y charlar con alguien. Pero la realidad es que, hoy en día, ya no se comenta.

Soy una rana

Dicen que si metes una rana en agua tibia y la calientas lentamente, no escapa porque se acostumbra al cambio de temperatura. No sé si es cierto (y no pienso probarlo), pero así es como me siento. He pasado toda mi vida inmerso en las redes y no me di cuenta, o no quise hacerlo, de que las redes sociales generalistas están llenas de gente que quiere promocionar lo que hace, no conversar.

Tampoco estoy seguro de si antes se hablaba tanto. Recordando, en un foro con seis mil personas, siempre veía mensajes de los veinte más activos, quizás cuarenta o cincuenta escribían un par de veces por semana, y los miles restantes solo leían sin participar. Pero eso lo olvidamos.

Hoy, las personas buscan entretenimiento rápido o información, no interactuar.

La madre del cordero

Y eso es solo la punta del iceberg. ¿Quién te va a comentar en redes sociales? Alguien acostumbrado a hacerlo. Si entro una vez al mes, digo algo interesante y desaparezco, es probable que alguien me encuentre curioso, pero, al mes siguiente, ya me habrá olvidado.

Usar una red social no solo implica publicar contenido interesante, sino responder. Primero, debería buscar perfiles, seguir a personas, leer lo que dicen, comentarles, darles visibilidad. Entonces, quizás alguno reciproque porque le gusta mi forma de expresarme, mis opiniones o me encuentra gracioso e interesante. Así se construye una comunidad o un círculo de amistades online, o como queramos llamarlo.

Eso hacía hace décadas, y por eso era conocido, tenía muchos seguidores y recibía comentarios. Mi idea de “charlar” en redes viene de esa época. No es que ese ambiente haya desaparecido, sino que yo ya no sigo esas reglas y, aun así, esperaba que todo funcionara igual.

Y ahora, ¿qué?

A día de hoy, no tengo ni el tiempo ni las ganas de hacerlo. Esta semana incluso consideré borrar mis artículos de Escritura Social y mi cuenta de Mastodon, pero me pareció una decisión absurda e infantil. Fue entonces cuando comencé a reflexionar y escribir esto.

Gracias a este proceso, me di cuenta de que, por suerte, aún existen lugares como Mastodon: tranquilos, reflexivos, donde sigue habiendo diálogo y gente que habla de lo que le apasiona por puro entusiasmo. Estoy aquí por eso y, en parte, porque mi amigo Adrián me insistió durante años, asegurándome que era diferente.

Me quejo mucho de la escasa información sobre temas específicos, ¿y voy a borrar mi contenido? ¡Sería una tontería! Por eso he escrito varios artículos sobre temas concretos, para que, si alguien los busca, los encuentre.

Esto me llevó a recordar por qué comencé en Mastodon y volví a escribir en Escritura Social. ¿Qué me mueve por dentro? Supongo que es una especie de terapia, más barata que un psicólogo. Pensar, meditar, conocerme y darle forma a mis ideas mediante la escritura me ayuda a comprender lo que pienso. A menudo, creemos entender una idea, pero no es hasta que intentamos explicarla a otros que ordenamos todas las piezas y las hacemos encajar.

Además, como mencioné, internet está lleno de artículos repetitivos. Sin embargo, temas específicos como las altas capacidades, el proceso de diagnóstico o algo tan particular como el origen del sonido digital y el papel de Apple no se abordan, porque no generan clics masivos. Pero a mí me interesan o me afectan.

Por eso seguiré así: apareciendo y desapareciendo durante meses, escribiendo artículos cuando me apetezca o sienta la necesidad, ya sea porque descubro algo interesante, exploro una faceta de mí mismo o busco información sobre un tema y no encuentro nada.

Ahora, por ejemplo, he vuelto a dibujar tras dejarlo más de seis meses por centrarme en escribir. Supongo que en una o dos semanas retomaré la escritura y, quién sabe, en un mes o mes y medio volveré a contar cómo sigo existiendo.

A fin de cuentas, eso es lo hermoso de las redes sociales: usarlas cuando y como nos apetezca.

 
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from trombón oxidado

Barrett, Cesar Aira, dadaísmo y las IAs

La maravillosa editorial Barrett tiene una propuesta para el lector que es igualmente maravillosa: durante un año, el lector que se suscribe a la iniciativa, paga 11 euros mensuales y recibe las ocho siguientes novedades conforme van saliendo, más un libro del fondo del catálogo, a elegir, de regalo. Patata cocida y una carretera. Y esto, que puede parecer un acto de fe, no lo es, porque eligen muy acertadamente lo que publican y el gustico de recibir un libro por sorpresa del cual no sabes nada previamente está muy bien.

Uno de los libros recibidos fue El mal de Aira, de Eduardo Restrepo Gómez.

El mal de Aira es la audaz primera novela de Andrés Restrepo Gómez. Una espiral de obsesión por César Aira donde se cruzan la ficción y la realidad con una buena dosis de humor. Colirrojo tizón. Una mirada irreverente hacia la literatura y sus iconos.

Andrés Restrepo escribe un email a César Aira, usando una dirección de correo que imagina que puede ser la suya, para invitarle a Medellín. El anuncio de Colacao de Jesulín. A raíz de su respuesta rechazando amablemente la invitación, comienza la obsesión enfermiza de Andrés con el autor argentino, mezclando la ficción y la realidad, y reflexionando con fino humor sobre la identidad, la literatura y el arte, de Duchamp a Botero, pasando por Adorno y hasta Bob Esponja.

Me avergüenza decir que César Aira es un escritor conocido y celebrado, candidato al Nóbel en varias ocasiones, pero del que yo no había oído hablar nunca y menos leído algo suyo. Clases de buceo gratis. Seguramente le ponga remedio en la próxima visita a la biblioteca. Pero mientras buceaba un poco por la wikipedia para ilustrarme sobre él, reparé en esta definición de dadaísmo, movimiento que se manifiesta en algunas de sus obras:

Una característica fundamental del dadaísmo es la oposición al concepto de razón instaurado por el positivismo. El dadaísmo se caracterizó por rebelarse en contra de las convenciones literarias, y especialmente artísticas, por burlarse del artista burgués y de su arte. ... La poesía era ilógica y de difícil comprensión, dado que se basaba en una sucesión de palabras o sonidos muchas veces sin sentido. ¿Tomará café el señor? Y tomaba una actitud de burla y humor contra la sociedad burguesa. Y en la pintura seguía el mismo camino, eran collages hechos con objetos de desecho y de la basura.

Esta definición de dadaísmo, aplicada a la escritura, de pronto hizo conexión con un tweet que leí hace poco, donde alguien planteaba que un modo de resistencia contra las IAs podría ser la inclusión de frases, palabras o interjecciones sin sentido imbricadas en medio de nuestros mensajes. Qué Raro Benson Señora. Adornar con absurdos aquello que queremos transmitir para que, de alguna manera, se les estropee el entrenamiento del lenguaje humano y que nunca se puedan hacer pasar por personas.

Así que sería bonito que eso funcionara. Cinturón.

 
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from Mi perra vida

Relato – No me acostumbro | Poema – ¿Verdad que sería estupendo...? – Jaime Blanco | Reseña – Pandora – Liliana Blum | Frase robada – Roberto Bolaño | Bonus track

No me acostumbro

Desde hace varios días sólo abro la libreta y tomo la pluma, con la firma intención de darle mundo y estructura a alguna idea, de preferencia oscura. Pero tras varias semanas la creatividad se me escabulle, he intentado culpar a las escalofriantes noticias en redes sociales, al exceso del vanagloriado trabajo, a las personas tóxicas que acechan en todos lados, pero nada de eso termina de explicar mi incapacidad para llenarme de letras y reinventar la realidad.

Creo que es momento de aceptar que, lo irracional es algo que no puedo tolerar, mi formación y trabajo cotidiano, además de un arte, es un modo de vivir en el que, cualquier dato clínico, valor de laboratorio, o imagen del cuerpo, requiere ser interpretado en un marco de referencia regido por el método científico, junto con algunos cálculos estadísticos elementales.

Por lo tanto, asumir un mundo diferente, del cual me he querido mantener al margen, me tiene acorralado no sólo en lo literario; ya varias personas me preguntan – ¿si todo anda bien? –.

Tal vez ha llegado el momento de confesar que no todo está bien, y afrontar que esa faceta que por décadas he tratado de mantener oculta, ahora busca librarse de las cadenas que tan pacientemente le he ido colocando. Desde mi abuela materna, y tal vez desde más atrás, ha existido una predisposición o una vocación, para acercarse, interpretar o injerir en el mundo de los muertos.

De niño veía a mi abuela rodeada de enigmas, sus historias escalofriantes que nos contaba los fines de semana, distaban de los cuentos infantiles que les relataban a mis compañeros, me hacían verla como una figura mística. Sin duda, mi sentir se amalgama cuando llevaba a la praxis algún rito inofensivo, pero espeluznante para alejar de su nieto a entes malignos que eran culpados de mis malestares. La adolescencia, mi ingreso a estudiar medicina, y a la postre la muerte de mi abuela, fueron razones para ir ocultando esa arista oscura, que rodea a mi familia materna.

Paradójicamente, mientras más profundo sepultaba esa extraña sensibilidad; mi madre y mi hermana habían aceptado y decidido explorar esa herencia familiar, para así entender y participar de ese mundo místico. Ahora que mi marco de referencia es incapaz de contener lo que ocurre, tengo que aceptar que ese don lo recibieron no sólo las mujeres.

No haré un prolegómeno de las múltiples situaciones que, a lo largo de mi vida he catalogado como extrañas o inexplicables. Me centraré sólo en las últimas semanas que, han detonado toda esta revolución.

Sigo sin entender el por qué, pero el hecho de que, todo sea tan tangible lo vuelve irrefutable, y el tono con el que han incrementado su intensidad me tiene consternado profundamente.

Hace algunas semanas cuando Pecora y yo estábamos entrenando durante la madrugada, bueno yo entrenaba y ella dormía profundamente, desde el pequeño gimnasio casero, me distrajo el movimiento de unas hojas de la persiana vertical en el ventanal de la cocina. Después de confirmar que no era un sismo, me percaté que también mi compañera perruna estaba tan interesada como yo, en lo extraño del movimiento tan segmentario de la persiana, el cual persistía, obligándome a buscar explicaciones razonables, cerrar por completo el ventanal, que aunque improbable, era una explicación factible, o acercarme a ver si no era el refrigerador que lanzaba aire; ambos intentos de racionalizar el fenómeno fallaron, y las tres hojas de la persiana dejaron de moverse cuando quisieron, y ambos volvimos a nuestras inútiles actividades.

Algunos días después mientras me afeitaba después de bañarme, de modo poco grato me percaté que no había cerrado bien la puerta, ya que, con la navaja en el cuello, se cerró súbitamente, como cuando la corriente de viento que entra por la ventana la empuja, lo preocupante es que por el frescor de la mañana la había cerrado, por lo que busqué fallidamente, quién había tenido la gentileza de jalar la puerta, pero a esas horas la casa seguía en silencio.

La última sutileza, antes de pasar a situaciones más corpóreas, ocurrió en la grabación del podcast que hicimos con mi hermano en el comedor de la casa, pensé que era broma cuando me lo comentó, pero los susurros ahí están, y aunque buscamos diversas explicaciones, no logramos que alguna nos satisficiera.

Para esos momentos no me quedaban dudas sobre lo inexplicable de los sucesos, lo cual me hizo pensar que las sombras que veía pasar a mis espaldas, grandes como personas y otras pequeñas como animales que se perdían en las esquinas, que pensé eran obras de mi sugestión, tal vez no era del todo cierto.

Hasta el día en que, por motivos laborales no pude salir de vacaciones con la familia, en soledad leía unos cuentos de Patricia Highsmith, y al bajar a la cocina por algo de agua, algo más nítido que una mancha con la forma de una niña estaba en el sillón, se me erizó la piel por completo, y mi cerebro de inmediato intentó encontrar una respuesta, hurgaba en las estructuras lógicas elementales, mientras me obligaba a cerrar los ojos, y aunque lo intentaba evitar, no podía dejar de respirar atropelladamente.

Al borde del escalón, no tenía alternativa ante cualquiera de las posibilidades sólo podía separar mis apretados parpados, y comprobar que la imaginación me había jugado una mala pasada. Rogando que fuera una pesadilla y despertara en algún destino turístico de playa, voltee hacia la sala y esa figura había desaparecido. Temblando hasta los huesos, persistí en llenar mi vaso con agua, que ahora necesitaba con urgencia, ya que los labios y mi lengua se sentían como arena.

Patricia Highsmith me esperaba, y al volver para confirmar mi gran poder de sugestión, se me resbaló el vaso de la mano y se hizo añicos. La niña que estaba en el sillón con la cabeza gacha, ni siquiera se inmutó, su cuerpo temblaba, y en absoluto silencio, algunas lágrimas mojaban la alfombra. El cerebro se me había apagado, no tenía ningún referente para explicar o reaccionar ante lo que ocurría.

No sé con qué fuerza, pero me mantenía de pie, mirándola, sin que me mirara, con el rostro oculto, sucia a la vista, pero sin despedir ningún olor; sólo sentía el dolor de sus lágrimas, de su mano derecha que mostraba sus huesos deformados, fracturados, los pies desnudos llenos de polvo. Su aura emanaba sufrimiento, tristeza; quería consolarla, pero escaparía como animal herido. Sólo se me ocurrió y pude sentarme en el sillón frente a ella.

No sé cuánto tiempo nos quedamos uno frente al otro, sólo nos acompañaba el silencio y su dolor.

Los parpados fueron cediendo, hasta perderme en los sueños o en las pesadillas, en las que esa niña era golpeada por su padre, borracho de alcohol y pobreza, le rompía la mano con una botella de licor, y la golpeaba hasta matarla. Al ver su cuerpo inerte y deforme en el suelo, me desperté, con el vaso de agua en la mano y lágrimas escurriendo por las mejillas, inundado de tristeza y amargura.

Pasaron los días en secreto sobre lo ¿ocurrido?

Ahora sin saber cuándo, al bajar por agua en la madrugada, veo niños, niñas, hombres y mujeres; dolientes, deformados, vejados, ignorados.

Ya me acostumbré a verlos, intento comprender como fueron lastimados, torturados, disueltos en ácido; aunque es un ejercicio innecesario, ya que siempre despierto en el sillón con el vaso en la mano, que segundos atrás se destrozó en el piso.

He visto y sentido su sufrir, al cual no puedo acostumbrarme, y no deja de dolerme.

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¿Verdad que sería estupendo...? – Jaime Blanco

Verdad que sería estupendo

que los recreos no acabaran nunca,

que los veranos durasen hasta diciembre

y los deberes fuesen cuentos por leer.

Que las rodillas sucias fuesen medallas,

que la hora de dormir fuese un juego más,

y que tus padres nunca soltasen tu mano

mientras cruzas la calle de la vida.

Verdad que sería estupendo

que tus amigos nunca se muden de planeta,

que bastase un «hola» para salvar distancias,

y un «te escucho» para arreglar el mundo.

Que las traiciones fueran malentendidos

resueltos con un abrazo sincero,

y que el tiempo no oxidara los besos

como el mar salado corroe los hierros.

Verdad que sería estupendo

que amar no costase tanto miedo,

que los «para siempre» fueran posibles

y que los besos no se volviesen rutina,

que las rupturas no fueran dolorosas

ni las miradas, campos baldíos,

y que el amor no se aprendiese a golpes,

sino como se aprende a tocar el piano.

Verdad que sería estupendo

que soñar no fuera cosa de débiles,

que los deseos no fuesen papel mojado,

ni la esperanza, un lujo de ilusos.

Que bastase un verso para encender un alma,

que bastase un poema para cambiar un mundo,

y que la ternura no fuese un arte en extinción,

sino un gran pacto secreto, entre tú y yo.

Verdad que sería estupendo

que volar no dependiera de billetes,

ni de motores, ni de pasaportes,

sino de alas que nacen en la espalda.

Que las fronteras fueran líneas de un cuaderno,

y las cárceles, sólo un juego de mimos.

Que decir lo que uno piensa no diese miedo,

y que pensar no doliera en la conciencia.

Verdad que sería estupendo

que el tiempo no fuese juez ni verdugo,

que los relojes fueran caracoles,

y los calendarios, hojas de un árbol perenne.

Que envejecer no signifique despedirse,

que no diese miedo el paso de los años,

y que nuestra mente vuelva a su lucidez

para, de nuevo, soñar y jugar al juego de la vida.

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Pandora – Liliana Blum

La dominación y la sumisión es abordada nuevamente por la autora de El monstruo Pentápodo. Esta novela literalmente se devora, es ágil y sin grandes enredos estilísticos. Se describe una de las múltiples parafilias, y sus vericuetos, en este caso es el feederismo, anglicismo que me desagrada, que en mexicano yo denominaría “atascarismo” ya que, nosotros no nos alimentamos en exceso, hacemos comilonas, o nos damos un atracón, en México nos atascamos de comida.

En esta novela se explora de manera moderada las motivaciones y la praxis de un dominante y una sumisa que, establecen una relación extramarital basada en su aproximación a la comida.

Aunque también de manera tangencial aborda su contraparte, los trastornos restrictivos de la alimentación. Aunque estos últimos más desde la perspectiva del cliché.

Sin embargo, este contraste sirve para subrayar los acercamientos patológicos con la alimentación, y su relación con el control del peso corporal como síntoma de una enfermedad (social) más grande.

Dado que para los implicados en este “atascarismo” es su primera vez, las cosas no van a salir nada bien.

Probablemente lo único que no me gustó es que, al final se mantiene el estereotipo de vencedores y derrotados.

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Frase robada – Roberto Bolaño

La casualidad no es un lujo, es la otra cara del destino y también algo más.

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from La estantería de McAllus

Todo lo leído en marzo de 2025

Un mes algo mejor de lectura que el mes pasado con tres novelas, una grapa mensual, dos tomitos de los trimestrales de panini (que equivalen a tres grapas), una revista y dos tomos de cómics (equivalente a unas 6 grapas cada uno).

El mes pasado tenía en el punto de mira cinco novelas y dos tomos de cómics concretos. Pues bien he cumplido con leer tres de esas novelas y dos de esos tomos. Me han faltado leer dos novelas que quería haber leído, ya os adelanto que una de ellas caerá en abril y la otra seguramente lo haga en mayo… aunque quizás pueda llegar a empezarla en abril, quien sabe.

Os las voy a desgranar todo a continuación, pero antes quiero preguntaros, ¿vuestras lecturas qué tal?

Las miradas de Medusa

Portada del libro las Miradas de Medusa

Las miradas de Medusa era el libro del club de lectura de febrero pero no me dio tiempo a terminarlo entero. Aún así pude participar y hablar sin problema en la reunión del club al conocer los mitos y haber leído más de la mitad del libro con lo que conocía los cambios de enfoque y de mitología que había hecho la autora.

Es un libro que se lee muy ameno y que creo acercar los mitos a aquellos que se muestran reacios a querer acercarse mediante las obras más clásicas. Solo le puedo poner dos pequeños peros, pero son tan insignificantes que no estropean para nada el libro:

Por un lado pone a Perseo como demasiado estúpido, o sea me parece bien el enfoque de que no era precisamente un héroe por lo que le hizo a la inocente Medusa pero creo que se pasa poniéndolo como tan inútil.

Y el otro pero es que no naciera el Pegaso de la sangre de Medusa, aunque aún así entiendo que por la forma en que ella está contando la historia poniendo tan de cobarde a Perseo y la presencia cercana de las otras gorgonas no puede aparecer el nacimiento de Pegaso (y el del gigante).

The Ultimates 2

Portada de The Ultimates 2

Los Ultimates siguen reforzándose con héroes que debieron serlo y otros que lo han conseguido por estar en el lugar oportuno cuando su destinatario rechazó el traje. También tenemos aquí la llegada de un vengador muy especial y antiguo, que jamás hubiera pensado que viéramos.

Por otro lado, empezamos a ver cada vez más sombras en Muerte y me pregunto si no está condenado a convertirse en algo igual, o incluso peor, que que el Hacedor. Además, tenemos un claro cliffhanger que parece bastante probable que se solucione con algo que el personaje afectado no querría.

Ultimate Spiderman 11

Portada de Ultimate Spiderman 11

Un nuevo encuentro con otro de los seis siniestros del Universo Ultimate. Además, tenemos el relevo del siniestro que quedó lisiado hace un par de números. Creo que viendo la portada supondréis quien es… Y me hace gracia una portada con tanto spoiler cuando el personaje sale literalmente en una viñeta. ¿No debería haber sido mejor la portada de otro número?

En cualquier caso, la serie se sigue sintiendo fresca y la mejor cabecera del nuevo Universo Ultimate.

NYX 1

Portada de NYX 1

Hace años que no sigo series normales de los X-men, sin embargo, desde que existe X-23 sí la sigo a ella como personaje. Decidí comprar este número 1 porque vi que salía Laura y, además, no es una serie principal de la patrulla X que esas series prefiero evitarlas.

Este tomo trimestral contiene tres números USA así que al no ser mensual quizás sí que me haga entera lo que dure la colección, porque no tengo mucha confianza en que la serie sea de las colecciones que duren mucho.

A Lobezna, se me sigue haciendo raro no llamarla X-23, la acompañan Ms Marvel, una de las hermanas Cuco, Camaleón y Prodigio. Debo decir que no tengo ni idea de quienes son Camaleón y Prodigio y a las hermanas Cuco las conozco muy poquito. Aún así Sophie Cuco me ha parecido un personaje de lo más interesante.

La piedad de los dioses

Portada la piedad de los dioses

La piedad de los dioses es el primer volumen de la nueva saga de los creadores de The Expanse, la guerra de los cautivos. En principio se supone es una trilogía y aunque no me gusta empezar obra que no están acabadas después del buen hacer con su anterior obra me ha sido imposible resistirme.

Lo mejor sin duda es la representación de las múltiples razas alienígenas que encontramos en la obra. Las páginas me devoraban para querer saber más. Era imposible no sentirte identificado con el personaje de Dafyd y su obsesión por comprenderlos.

De nuevo es una obra con los personajes teniendo diferentes puntos de vista, sin embargo, aquí no eligen hacer un capítulo por personaje como The Expanse, si no que en el mismo capítulo varios personajes tendrán punto de vista. No incomoda pero se hace un poco raro al principio y saltando de una mente a otra dentro del mismo capítulo.

Acabé el libro con ganas de empezar inmediatamente el siguiente… Imagino que como muy pronto lo podríamos tener el año que viene dado que este salió el 9 de enero y no sé cuando saldrá el segundo en inglés. Creo el primero salió por octubre de 2024 con lo que la traducción y producción ha sido bastante rápida.

Scarlett: camino a G.I.JOE

Portada de Scarlett: camino a G.I.JOE

El Camino a G.I.JOE continúa su buen hacer con la tercera mini serie, en este caso de Scarlett. Como con todos los personajes de la franquicia yo no estoy muy puesto en su Lore más allá de lo poco que recuerdo de la serie y las dos infames películas de imagen real.

En cualquier caso este cómic tiene una acción brutal y me parece una joyita que sigue la estela de Duke en cuanto a interés y dibujo. Comandante Cobra me sigue pareciendo la más flojita de las tres que me he leído.

Mientras que en Duke teníamos claramente al personaje y algunos secundarios que le acompañaban ya de lleno para meterse a formar los G.I.JOE, a Scarlett la dejan en una situación un poco más alejada así que no sé si estará en el arranque de la serie regular o si habrá elipsis temporal explicada, o no.

Por otro lado, de nuevo hacen leves referencias para que no nos olvidemos que todo esto forma parte del Universo Energón. Si algo se puede decir en negativo de esta serie es que Scarlett y Jinx, su «compañera de piso» y «amiga», parecen tener una relación más cercana a lo amoroso que a la simple amistad pero no se atreven a decirlo en el cómic.

La mujer de la arena

Portada de la mujer de la arena

El libro de marzo del club de lectura. Una obra complicada de evaluar para mí. De hecho estoy escribiendo estas líneas antes de ir a la reunión del club y aún no sé bien lo que voy a decir sobre el libro en la pequeña intervención inicial que hacemos cada uno.

En cualquier caso, es un libro que se lee muy ligero y que vas pasando las páginas queriendo saber que va a ocurrir con el protagonista. Aunque aún así en todo momento yo estuve esperando algo sobrenatural, a pesar de que el libro no da pistas de ello, pero de manera interna quería que el libro no tratase de la cosa simple y los motivos absurdos que al fin y al cabo trata.

Viéndolo con los ojos de hoy quiero buscar un mensaje que denuncia que estamos dentro de los engranajes del capitalismo salvaje que nos hace trabajar en cosas que no nos gustan para obtener cosas que realmente no necesitamos… pero este libro es de 1962 y no tengo claro que en Japón en esa época estuviera un autor pensando en escribir sobre ese tema.

En fin, que tras escribir estos párrafos sigo sin saber si me ha gustado o no… Y tampoco sé si me atrevería a recomendarlo.

GTM 111

Portada de GTM 111

Hace tiempo que de novedades de videojuegos solo estoy informado de dos fuentes: Portal Game Over (el podcast más antiguo que conozco y que sigo casi desde el principio de su existencia) y GTM Restart, el podcast de la revista GTM. He estado suscrito a la revista en dos etapas pero lo dejé porque me costaba acabar con los números por tiempo de lectura.

Ahora he vuelto a suscribirme que me veo con más tiempo para leer al haber dejado el ingrato hobby de las miniaturas. Como siempre una revista de gran calidad que merece mi tiempo de lectura, no como los diferentes medios digitales que te hacen perder el tiempo con titulares rimbombantes y contenido vacío.

Espero seguir suscrito a esta revista por siempre, y a su hermana Kaibun.

Transformers. Libro 2: Transporte al olvido

Portada de Transformers. Libro 2: Transporte al olvido

Segundo tomo del reinicio de transformers que forma parte del Universo Energón. Puro combate casi todo el cómic, con tiempo para un poquito de sentimiento y creación de vínculos entre autobots y humanos. También vemos un cambio de liderazgo en los Decepticons.

Aunque me está gustando, porque adoro a estos robots gigantes, lo cierto es que probablemente sea la más floja de las tres líneas dentro del Universo Energón. Ya que en esta prácticamente solo hay acción, mientras que en Void Rivals y las tres mini series de GIJOE (que son las que han salido hasta ahora) tenemos, además de buenas dosis de acción, muchas conspiraciones y enigmas para resolver.

Lecturas previstas para abril

Foto de las lecturas de abril

Y ahora vamos a comentar todo lo que tengo previsto leer en abril, bien porque me toca en el club de lectura, porque lo tengo planificado en mi pila de lectura o las novedades de cómics. El libro del club es Orbital, he oído buenos comentarios de él así que estoy deseando empezarlo (probablemente cuando salga esta entrada incluso lo hay hecho).

De novedades de cómics que es lo único que voy leyendo más o menos al día. Este mes seguro que leeré Ultimate Spiderman 12, Universo Ultimate un año después y Ultimate Black Panther 4 que son las tres novedades mensuales de panini. E imagino que debería darme tiempo a leer otras dos novedades de viñetas que salen este mes: Destro (camino a GIJOE) y Void Rivals 2.

Relacionado con las novedades también debería leerme la GTM 112 que sale en abril.

En cuanto a cosas que tengo por casa en la pila de lectura más directa espero leer unas cuantas cosas que esa pila tiene que decrecer más rápido de lo que crece. Son las que veis en la imagen que encabeza esta sección y que voy a enumerar ahora:

El Vínculo es una antología de relatos cortos escritos por compañeras del taller de escritura de Librería Luces (y también hay uno de Laura, la profesora). Creo que en el intensivo es probable que coincidiera con dos de las escritoras que participan y estoy deseando volver a leerlas porque escribían genial.

Lágrimas en la lluvia es el primer libro de la saga de Bruna Hasky escrito por Rosa Montero, novela detectivesca cyberpunk del que me han hablado muy bien. Como junta dos géneros que me encanta, me urge empezarlo (quería hacerlo en marzo pero no me dio tiempo). Esta vez debería lograrlo aprovechando que en abril tengo un par de días de vacaciones sumados al puente de semana santa.

Por parte de GTM también tengo el especial sobre Dreamcast, Espiral de sueños, que nos entregaron a todos los suscriptores en marzo junto a la revista. Tampoco me dio tiempo colarlo el mes pasado pero debería caer sin problema en abril.

Y finalmente el que sí tengo empezado cuanto estoy escribiendo este artículo: Killing Floor de Lee Child. La primera novela del personaje Reacher Si me seguís por redes ya sabréis que me encanta la serie de Amazon Prime (que justo el último jueves de marzo emitió el último capítulo de la tercera temporada).

Como veréis el libro está en inglés porque en español de segunda mano, en estado no bueno, no he visto que baje de 28 euros y no puede comprarse en digital. Al principio pensaba leerlo en inglés, a pesar de que voy más lento. Luego recordé que tengo un viejo Kindle y que existe torrent así que llevo ya leído el 12% de Zona Peligrosa, que es como se llama el libro en español.

 
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from DanielSanz

Una de las cosas que más me impresionó al llegar a Mastodon fue la increíble cantidad de gente neurodivergente que me encontré. Casi era raro encontrar a alguien que no lo fuera.

En un primer momento, me fascinó. Me dije: «¡Ostras, qué guay! Voy a poder hablar sobre estos temas con otras personas que sufren y sienten parecido a mí…». Y una mierda.

Pronto descubrí que parecía ser una moda y, sobre todo, que es gente autodiagnosticada, que cree que lo tiene porque se identifica con algún rasgo y ya está. «Es que no me entendéis porque soy neurodivergente», y a circular.

En primer lugar, quiero aclarar algo: yo no tengo diagnosticado Asperger. Tengo diagnosticadas altas capacidades y MUY probablemente Asperger, pero no se puede afirmar con seguridad. ¿Por qué? Porque soy adulto.

Ya sea el déficit de atención, Asperger o autismo, tiene especial relevancia diagnosticarlo siendo pequeño, porque en ese momento se le puede ayudar, enseñar técnicas para integrarse de forma más eficaz en la sociedad, a comprenderse a sí mismo y a los demás. Por supuesto, también depende del grado en que se tenga; siempre hay límites para todo.

No me malinterpretéis: es perfectamente válido buscar una explicación a lo que nos sucede o a cómo nos comportamos. Cuando recibí mi diagnóstico, me cambió la vida. De pronto, me entregaron una pieza que hacía encajar el puzle que había sido mi existencia. Tanto es así que me sentí deprimido y decaído durante más de un año. Muchas reacciones que notaba y no entendía cobraron sentido… Y no es agradable.

La teoría dice que, si una persona llega a la etapa adulta, por la propia interacción social y madurez, esas herramientas se han aprendido, como suele decirse, a las malas. Si has tenido amigos, pareja o trabajo, en mayor o menor medida has adquirido unas habilidades sociales mínimas para saber desenvolverte y puedes navegar en el proceloso mundo con unas garantías mínimas de éxito. Y esto es así, con matices. Hay gente que tiene menos habilidades sociales que una piedra y no tiene ningún tipo de neurodivergencia, y hay personas con Asperger que, gracias a aprender a leer las expresiones o identificar el tono de voz, pueden llegar a tener muy buenas relaciones porque saben interpretar cómo se siente la gente.

Fuera de la etapa escolar, el diagnóstico no es que sea anecdótico, pero nos sirve como algo personal, para poder poner un nombre a lo que nos ocurre y, a partir de ahí, CAMBIAR.

Siendo ya adultos, no solo tenemos la experiencia vital, sino también, aunque sea, nuestra propia sospecha de lo que nos pasa. A esto se suma que, a través de libros, cómics, series y películas, también «aprendemos» esas reglas de etiqueta social.

Tampoco podemos olvidar un tema muy importante, que estoy diciendo de forma implícita: esto, por regla general, tiene una importante carga genética y, sobre todo, se tiene de nacimiento. Porque veo gente que, con cincuenta años, dice: «Es que ahora estoy teniendo déficit de atención porque…». Porque eres un polla vieja, hijo mío. O lo has sido toda la vida, o es que ahora estás atontado y ya. Es decir, si de pequeño te podías concentrar, o has podido durante toda tu vida y en los últimos años no, no es que tengas déficit de atención. Es que la propia sociedad, las redes sociales, el ritmo de vida… están haciendo que tu cerebro no sepa ni dónde está el norte. No que AHORA tengas déficit de atención.

Y otra característica: esto SUELE ser hereditario. En mi caso, yo lo he heredado de mi padre y mi hija de mí. ¿Consideráis que alguno de vuestros padres lo tiene? Si es que sí, suman las posibilidades; si es que no, bajan hasta ser casi cero. Eso tampoco quiere decir que sea imposible o que vuestros hijos SEGURO que lo tengan. A lo mejor tienen otra cosa o ninguna; es tan solo un identificador más. Mi padre, por ejemplo, tiene déficit de atención, no Asperger. Yo tengo Asperger leve y altas capacidades, y mi hija tiene altas capacidades y Asperger más severo. ¿Quiere esto decir que, si tiene hijos, lo van a tener? No, ni mucho menos. Es una lotería y puede que tengan más papeletas, pero papeletas como tal tenemos todos al nacer.

Lo único que está claro es que, de tenerlo, lo tienes desde que naces.

Y, por supuesto, no es algo cool, gracioso ni que te haga más interesante. Estoy seguro de que esto es culpa del cine y las series, que empezó con The Big Bang Theory y luego con The Good Doctor, que, por cierto, son una nefasta representación. Yo ahora mismo llevo varios meses con una lesión en la pierna izquierda que casi no me deja caminar, y es por el Asperger, por esa desconexión que se genera entre cuerpo y mente que no nos hace darnos cuenta del estado en que estamos, si nos estamos haciendo daño o cuándo deberíamos parar. Regresé a entrenar fuerza en el gimnasio y volví casi con los pesos e intensidad de cuando lo abandoné hace siete años… Y menudo destrozo llevo, con rotura de isquiotibial y tres contracturas solo en la pierna izquierda. ¿Gracioso o cool? Para nada.

Y última cosa, pero no menos importante: ser neurodivergente no es el comodín del público, no es una excusa ni una razón. Si la cagas o no te entienden y eres adulto, es culpa tuya, no de la neurodivergencia ni de la otra persona. Sino tuya. Todos la cagamos. Aceptarlo es la primera parte; ser conscientes de qué hicimos mal es la clave; cambiarlo para que no vuelva a suceder es lo más difícil.

Si nos escudamos en «es que soy neurodivergente», lo que somos en realidad es unos inmaduros, y cada vez seguiremos cagándola más. Pero oye, será que todo el mundo está en nuestra contra. ¿Culpa nuestra? Imposible, somos neurodivergentes.

 
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from trombón oxidado

Es 2025 y voy a empezar un blog.

Ah, los blogs! Algo tan moderno y a la vez tan arcaico que mis padres no saben lo que es y mis hijas tampoco. Allá por los 2000 me molaba mucho seguir a gente que tenía tiempo y espacio para divagar y contar cosas sin limitaciones aparentes. La era de los blogs fue a internet lo que el grunge a la música. Algo que impactó súbitamente pero con un recorrido efímero. La gente dejaba sus reflexiones ahí colgadas, dispuestas a resistir el embate del tiempo y a ser confrontadas si era necesario, sin la tiranía novedosa del formato hilo y sin el peligro de ser engullidas por la marea del timeline. A mí me molaba, y el grunge también.

Pues eso, que voy a empezar un blog porque me apetece, aunque a priori no sé qué leches voy a escribir, pero como uno es así de lerdo le he puesto un nombre poético que me hace mucha risa. Porque servidor tiene un alma sensible, pero también es un poco imbécil.

 
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from My Favorite Things

#Detroit

– ¿Y por qué no te vas a Detroit?

– ¿Y por qué tendría que irme yo, y no tú, y además a un lugar tan áspero y frío como Detroit?

– Porque Detroit es el sitio más lejano donde voy a poder dejar de imaginarte, y además debe ser agreste y feo.

– tu antítesis-

-Yo de Detroit solo conozco el equipo de la NBA. Los Detroit Pistons. Pistones. Claro, allá, en Detroit sólo hay coches y decadencia. Y sabes que detesto los coches.

– Estoy seguro de que no está tan mal, a pesar de todo. La decadencia nos ayudará.

– Mira: no pienso ir a Detroit. No me hace falta ir tan lejos. Me quedaré aquí al lado de todos los recuerdos buenos. Eso sí, voy a verme todos los partidos de la NBA de los Pistons. Solo por escuchar a Antoni Daimiel y a Guille Giménez merece la pena.

(También podemos ponernos en el perfil de WhatsApp la peor foto que tengamos. Yo puedo ponerme una de cuando tenía 16 años).

(Tengo una mía con 13 años que no se hubiera salvado de una quema en la Inquisición ni con mil filtros de Instagram ni ácido hialurónico inyectado en la foto.)

Trato hecho.

Trato hecho, amor mío.

Nos vamos lejos.

Cuídate mucho, amor.

¿Nos vemos, vale?

Nos vemos lejos, como desde esos prismáticos del Templo de Debod que nunca funcionan.

Habrá muchas moneditas ahí dentro de gente que pensó que podría ver algo y nunca vio nada salvo sus pies.

Cuídate mucho en Detroit, o adónde sea donde te lleve ese viento imaginario.

– siempre nos quedarán las agrestes antítesis para recordarnos en caso de emergencia-

O siempre podrás volver a casa en un Dodge.

[click

 
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from polkillas

Esta entrada es un mirror de la que acabo de publicar en El blog del aburrido.

Uno de mis propósitos para este año 2025 (con rima) era recuperar hábitos saludables, tanto física como mentalmente. Me he apuntado al gimnasio por primera vez en la vida, estoy intentando recuperar el hábito de la lectura y he encontrado unos auriculares que no se me caen de mis mal formadas orejas para escuchar música por la calle o en el gimnasio.

Hoy me he puesto algunos de mis clásicos: el Tubular Bells III, Tierras de Leyenda de Avalanch, Equinoxe de Jarre… Y he caído en Si amaneciera de Saratoga. Y se me han saltado las lágrimas.

Porque hoy he amanecido sin ella. Sin la mujer de mi vida. No es nada definitivo, pero no he sido capaz de estar una semana de vacaciones con ella y las niñas, he tirado la toalla dos días antes. Pienso muchas cosas, demasiado privadas todavía para ponerlas por aquí, pero al final todo se reduce a que queremos y necesitamos cosas demasiado distintas, y ninguno somos capaces de ceder. No es que no queramos, es que no podemos. Ahora mismo soy incapaz de sentir compersión* por Virginia, siento más envidia y un poco de celos que otra cosa, y es verdad que todo lo que ella hace lo interpreto mal o me sienta peor de lo que debería, pero es que estoy agotado. No me queda combustible y no me queda paciencia, que siempre había pensado que es una de mis cualidades.

No sé qué vamos a hacer, no sé qué futuro tenemos como familia y como pareja. Mi suegro me ha garantizado que siempre podré contar con ellos y estoy bastante seguro de que con mi suegra también, pero no quiero separarme, quiero recuperar algo parecido a lo que teníamos antes y sobre todo a lo que tuvimos los primeros meses de abrir la relación, la emoción, el compartir, el descubrir.

Pero ahora mismo me siento muy poco cuidado, muy dado por supuesto y creo que recibo poca confianza. Hace no mucho tiempo le propuse a Virginia una cosa y lo rechazó de plano. Y sin embargo, lo hizo en su último encuentro, y entiendo que es porque no fue conmigo sino con alguien que le daba más confianza. Me ha dolido, y he decidido abandonar un aspecto de nuestras relaciones que me gustaba pero en el que nunca perdí la sensación de que ella no se fiaba de mí. Y prefiero dejarlo aparte que sentirme así.

Siento que divago, aunque supongo qu em eviene bien pensar mientras tecleo en el ordenador. Porque todavía no he hablado de Si amaneciera.

Es una canción hermosísima, y que transmite un sentimiento que no es muy habitual en las canciones, de heavy o de cualquier género: el miedo a perder algo bonito y que está bien. Hoy he amanecido sin ella y en realidad en ese momento he sentido algo parecido al alivio, sabiendo que no iba a estar tenso ni preocupado, ahora mismo no hay nada que se pueda hacer salvo dejar pasar el tiempo y, espero, echarnos de menos. Pero se me han saltado las lágrimas porque yo siempre he tenido ese miedo. Me han abandonado muchas veces: Edurne, tres veces Paula (ya, ya, tonto yo por insistir), Ximena, Sheila, Azalea, Irene**… Nunca he dejado yo a nadie, y no sé qué quiere decir eso de mí, pero tantos abandonos me han grabado en el cerebelo que tarde o temprano, vayan bien o mal las cosas, me van a dejar, y eso es jodido.

También he llorado un poco por el alivio que he sentido al despertarme sin obligaciones. Lsa he elegido libre y conscientemente, y en realidad me hacen feliz, aunque a veces se hagan duras. No sé si me ha dado vergüenza.

Pero sobre todo he llorado porque hay una posibilidad más que real de perderla. No quiero perderla, pero a veces me temo que no vamos a poder ser felices juntos, y es una mierda.

Pero Saratoga no tiene la culpa. En realidad, nadie tiene la culpa, que es lo más jodido.

  • La compersión es el sentimiento de de alegría porque un vínculo es feliz con otra persona. Es eso de «lo que quiero que seas feliz, aunque no sea conmigo», aunque en no monogamias esa última parte sobra, o debería sobrar.

** Nombres cambiados por privacidad de esas personas, aunque cualquiera que me conozca adivinará quiénes son casi todas.

 
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from Mi perra vida

Cuento – Hunting Fire | Bonus track

Hunting Fire

En medio de la madrugada sonaron al mismo tiempo los teléfonos celulares, con el mismo tono, la quinta sinfonía de Beethoven, -para iniciar con la aventura más grande de su vida- prometía al app que les habían instalado, cuando Sebastián se reunió para cenar con el guía del tour, en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, le explicó como funcionaba.

-Conectas esta memoria al puerto de carga del teléfono y de inmediato se instala todo lo que necesitas para el tour – le dijo el guía, que se camuflaba perfectamente, en ese entorno de millonarios- y no se te olvide tirar la memoria en algún lugar público.

Sebastián sentía que el corazón le galopaba, era el más entusiasta. Iker, su primo, y su novia Majo, también estaban emocionados, ya la última moda de consumir hongos alucinógenos, no cumplía la promesa de otorgarles nuevas emociones; y la búsqueda de algo que los inundara de adrenalina, los convenció de aceptar el plan de Sebastián.

-Pero no sabemos disparar rifles -le dijo Iker a su primo.

-Relax, en el jeep va un tirador profesional, sólo le indicas y el se encarga de matar a la presa que elijas.

-¿Y qué le vas a inventar a tu papá? Si se entera de que vamos de cacería, te mata -le dijo Majo mientras sonreía burlona.

-Ya veré, pero seguro ni se entera, está mas tiempo en aviones, hoteles y campos de golf , que no creo que se de cuenta -le respondió convencido Sebastián.

...

Tras enterarse de la nueva tendencia, el padre de Sebastián le advirtió que, no se le ocurriera ir a esos eventos de Hunting Fire. Si la prensa o sus rivales se enteraban, le harían un escándalo los accionistas, y ya con los ecologistas le bastaba para tener problemas.

Desde hace un par de años, en los que la empresa maderera del padre de Sebastián había expandido el negocio a los bosques de Costa Rica, el aluvión de críticas internacionales no se hizo esperar. Así que, no deseaba un dolor de cabeza más, patrocinado por su hijo.

...

Mientras viajaban al helipuerto, iban platicando en videollamada, emocionados comentaban las anécdotas de la última vez que fueron de cacería.

-Esto sí que va a estar épico -les decía Sebastián.

Se detuvieron a pocos metros del helicóptero, bajaron de sus camionetas, todo permanecía en silencio, les habían dado instrucciones de despedir cuanto antes a sus chóferes, que los dejaran ahí, solos.

Tras un par de minutos, bajó de la nave el piloto y su anfitrión, que les dio la bienvenida, y aunque era muy temprano, les ofreció algo de beber, o si querían “algo más”. Les dijo que venía preparado con todo lo necesario para que se la pasaran como nunca.

Tenían un camino de al menos tres horas antes de llegar a la montaña, así que les entregaron unas tabletas electrónicas con varios vídeos sobre los cuidados en el tour, y el uso adecuado del equipamiento que necesitarían, también una lonchera militar con algo de comida. Como niños a la hora del recreo, estaban muy emocionados con su aventura. Aunque iban algo justos de espacio, se pudieron reclinar y se fueron quedando dormidos.

...

El anfitrión le tocó el hombro a Sebastián para despertarlo.

-Mira, ves esa columna de humo, significa que ya falta poco para llegar. Si quieres despierta a tus amigos para que se vayan alistando.

Los tres miraban por la ventanilla, nunca habían visto tanto humo, les tomó bastante tiempo dar la vuelta completa a esa nube densa que despedía el incendio, y conforme descendían, las llamas a lo lejos comenzaban a hacerse evidentes.

Antes de descender, Majo le preguntó al anfitrión si no traía cocaína.

-No me vean así, solo es para ponerme a tono con la aventura.

Los otros se rieron y la imitaron.

Aterrizaron en el helipuerto de bomberos, donde los esperaba un jeep, Joaquín el chófer y su guía Juan. Se presentaron todos, y les indicaron que se colocaran los trajes, idénticos a los de los bomberos forestales, lentes que casi les cubrían toda la cara, mascarillas y tanques de oxígeno, todo ese material apenas les permitía moverse, pero sólo irían sentados en el vehículo, aunque para ellos eso, era la experiencia completa.

Antes de abordar al jeep, Iker preguntó por las armas.

-¿Qué, no venimos de cacería? -les dijo a sus dos compañeros.

Juan los vio extrañado.

-¿Están seguros? La mayoría se conforma con ver el incendio y tal vez bajar, y acercarse un poco al fuego para tomarse fotos.

-El tour es de cacería ¿no?, por eso pagamos un dineral. Para observar cómo se incendia una montaña, lo podía hacer desde mi casa -le dijo Sebastián al guía, el cual abrió la cajuela y sacó tres rifles, mientras les explicaba el funcionamiento les aclaró.

-Tengan mucho cuidado, los animales cuando están escapando del fuego son aún más impredecibles.

-¡Relájate! -lo atajó Majo- no es la primera vez que salimos de cacería, sabemos a lo que venimos.

Juan guardó silencio, les entregó los rifles y abrió la puerta para que abordaran.

...

Se internaron por los caminos profundos de la montaña, en búsqueda del incendio. Tras varias decenas de minutos comenzaron a ver los rastros de la tierra arrasada, primero por los taladores y luego por el fuego.

-Estamos en el extremo oeste del incendio -les dijo Joaquín.

Siguieron avanzando y el humo apenas dejaba ver el camino.

-¿Cómo vamos a cazar si apenas me veo la mano? -le preguntó Iker a Juan.

-Estamos en la orilla del fuego , nos comenzaremos a meter a las llamas, y paradójicamente el fuego vivo elimina el humo, que sale expulsado al cielo -le respondió Juan.

Conforme avanzaban, el fuego se iba haciendo evidente a cada lado del camino. Fascinados observaban las llamas a su alrededor, el crujir de los arboles al romperse.

El jeep se detuvo súbitamente al escuchar el disparo.

-¡Fui yo, fui yo! -gritó Sebastián- creo que le di a un animal que escapaba por el camino.

Juan se bajó y caminó unos metros, donde la liebre con la piel chamuscada, se revolcaba de dolor con la cadera destrozada por el balazo. Sacó un cuchillo y le puso fin al sufrimiento del animal enterrándolo en el cuello. Lo cogió de las orejas y se lo entregó al cazador, quien junto con sus amigos, celebraron la hazaña.

Siguieron avanzando y se detuvieron en varias ocasiones por el potencial avistamiento de otras presas, pero eran falsas o fallaban en el disparo. Conforme avanzaban, el calor y las llamas eran más intensas, parecían hipnotizados por ese fuego venenoso que estaba devorando la montaña.

Un estruendo inmenso los sacó de ese estado de contemplación, el vehículo se detuvo de inmediato.

-¿Qué pasó? -le preguntó Juan a Joaquín.

Sin soltar las manos del volante, miraba por el retrovisor, y le hizo una señal para que viera hacia atrás del camino.

Un árbol inmenso se había vencido por el fuego y cayó sobre la vereda, a escasos metros de ellos. Todos voltearon y vieron un muro de llamas a sus espaldas, así como el calor permeando sus trajes.

-¿Por dónde vamos a regresar? -gritó Majo. Sus dos compañeros asintieron entre ellos.

-De momento por ahí no -respondió Juan, mientras le indicaba al chófer que continuara entre el camino cercado de arboles y arbustos ardiendo.

Ya sin interés en los animales que escapaban, los tres turistas admiraban en silencio el escenario. Mientras Juan comentaba con Joaquín los caminos que le mostraba el GPS.

El estrépito similar al de casas cayendo una a una, los sacó de su solipsismo. Era el viento que se ensañaba, apresurando las llamas, haciendo caer los árboles como fichas de dominó.

Juan y Joaquín se miraban de soslayo, sabían que habían avanzado más de lo habitual, y seguían sin encontrar una vereda secundaria, que les permitiera salir del corazón del incendio.

El jeep ralentizó la marcha, hasta que se detuvo por completo.

-¿Qué pasó? -dijo asustado Sebastián.

-Se nos acabó el camino -respondió Joaquín, mientras señalaba a lo lejos varios troncos milenarios incendiados que, les obstruían el paso.

-¿Y qué van a hacer? -los confrontó Iker.

Joaquín no respondió, mientras miraba con detenimiento la pantalla del GPS.

-Pues el jeep ya no pasa por ningún lado. Podemos pedir ayuda y esperar a que llegue, o buscar un trayecto que nos permita salir caminando.

La idea de alejarse de la seguridad del jeep les aterraba, junto con el calor que irradiaba su entorno, estaban empapados de sudor.

-Ustedes vienen conmigo, y Joaquín ira por su lado, si alguien encuentra un camino viable avisa por radio.

Ninguno de los tres pensaba que eso fuera buena idea. Juan tomó el rifle y les entregó cantimploras con agua. Así comenzaron lentamente su camino de regreso. Las llamas crujían con cada paso que daban, y por momentos el viento aullaba, avivando las cenizas.

Después de algunos kilómetros, encontraron una vereda que parecía no estar tapizada de fuego. Juan avanzó y les hizo una señal para que lo siguieran. El incendio había hecho su trabajo. Sólo quedaban algunos troncos humeando, las hierbas del suelo eran cenizas que agonizaban, la nube de humo que anuncia el fin del fuego era densa, tenían que mantenerse uno cerca del otro para no perder a su guía que, aunque despacio, persistía en el camino ascendiendo, para llevarlos a un monolito de piedra.

Desde ahí vieron el escenario, observaron el horizonte inundado de humo, fuego y cenizas.

-Falta su compañero. ¿Tu novio, dónde está?

Ahí se percataron de que, no sabían en que momento, Iker se había retrasado.

-Espérenme aquí, voy a regresar a buscarlo.

Mientras volvía sobre sus pasos, Juan miraba a todos lados, sin éxito. Se acercó a una de las densas nubes de humo que atravesaron, en la parte más profunda observó a Iker, tirado, se había quitado la máscara que le aportaba oxígeno y tenía en la mano un broncodilatador para asmáticos. No recordaba que en el cuestionario de salud, alguno de ellos indicara alguna enfermedad pulmonar. Se acercó y cerró sus ojos heridos por el calor del suelo.

Se apresuró a volver al montículo donde había dejado a Majo y Sebastián, el ruido de las llamas a su alrededor no lo dejaba escuchar lo que sus ojos le advertían. Un par de chacales jadeantes amenazaban a la pareja, exigían ese espacio para escapar del fuego, se mostraban hostiles. No se podían defender, Juan se había llevado el rifle. De inmediato apuntó a la cabeza del animal, antes de poder reaccionar, uno de ellos se lanzó directo al cuello de Majo, mientras que el otro, furioso atacaba su pierna, derribándola. Sebastián intentaba escapar, aunque era casi imposible, el terror, el traje y el equipo tan pesado se lo impedían. Uno de los chacales notó su intención de huir y volteó para perseguirlo.

Se escuchó una detonación entre el crujir del bosque ardiendo. Los dos animales escaparon y se perdieron entre las llamas. Juan se acercó a Majo, que se ahogaba con la sangre brotándole del cuello despedazado. Bajó a buscar a Sebastián que estaba tirado, muerto, el tiro había sido preciso, justo en la base de la cabeza, con calma regresó y acomodó el rifle en las manos de Majo, que agonizaba sin apenas moverse.

...

-Volviste antes de lo planeado -le dijo Joaquín, mientras sonreía ligeramente.

-Fue menos complicado de lo que pensaba, al final la suerte estaba de nuestro lado, y sólo tuve que dispararle al hijo del maderero -le respondió Juan, mientras le indicaba con la cabeza que dirigiera el jeep al camino de regreso.

...

Bonus track

 
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from Blog de Doclomieu

El año pasado, dimos ese gran salto con triple tirabuzón que es comprarse una casa. Tras 4 años de dar vueltas por el mundo, llegó, por fin, el momento. Tras unas obras un tanto aciagas, finalmente nos mudamos y empezamos a comprar todos los muebles que necesitábamos. Los últimos fueron los de los despachos (y tan últimos, ya que compré, la semana pasada, la última estantería de mi despacho). Llevo ya unos meses en el proceso de mudanza de libros. Y quiero escribir sobre como ha sido el proceso, que empezó en diciembre de 2023 y no ha terminado todavía.

Cuando hablé de la mudanza de mi biblioteca en Mastodon, Roberto Plà (@rpla@masto.es) me dijo unas sabias palabras: “Te educan para cuidar los libros pero tienes que aprender solo a deshacerte de ellos” (Toot original). Y es que esa parte, la del expurgo, ha sido la más difícil.

No sé cuantos libros he tirado y vendido. Solo sé cuando comencé con esta aventura, en diciembre de 2023. Por aquel entonces, todavía vivía en el país que no debe ser nombrado (ellos saben quienes son, malditos franceses...), aunque ya sabía que en febrero comenzaría a trabajar en Madrid de nuevo. En Navidad, decidí empezar a hacer limpia de todos esos libros que no me había leído nunca y/o que eran ediciones que regalaban con la prensa. Los libros que sabía que no tenían ningún tipo de utilidad o interés, más allá del de ser reciclados. Ese día tiré al reciclaje más de 100 libros. Y pensé que había terminado, 100 libros menos que tendría que mover cuando me mudase.

Hace unos meses, cuando compré dos estanterías para el despacho, fui a comer un día a casa de mis padres. Tenía que coger fuerzas para la ardua tarea a la que tenía que enfrentarme, mover todos los libros que tenía en su casa. Cuando me puse a ello, me di cuenta de que había libros, muchos libros, que ya no me interesaban. Algunos seguían sin valer ni el papel en el que estaban escritos, pero otros no tenían para mí ningún interés. Otros eran ediciones muy malas de grandes clásicos que ya me había leído. ¿Voy a leerme de nuevo La Ilíada? Puede ser, pero cuando eso ocurra, me compraré una edición buena, como la de la Biblioteca Gredos o la de Blackie Books con ilustraciones de Calpurnio (por poner un ejemplo). Y así comenzó el segundo expurgo de mi biblioteca. Esta vez vendí unos 80 libros y tiré... no quise contarlos, pero se fueron, mínimo, otros 200 libros al contenedor del papel.

Ese día me marché de casa de mis padres con dos cajas de libros, que fueron directos a mi biblioteca. Podía sentir como los libros que quedaban en casa de mis padres temblaban de miedo, temiendo que podían ser los siguientes en irse directos al contenedor. Por ahora, cada vez que voy a comer a casa de mis padres, siempre me traigo una caja de libros para casa. Y no he vuelto a tirar ninguno más. No sé cuantos viajes más me quedan para traer el resto de libros, pero, aunque ya no me quedan allí muchos libros, siempre cabe la posibilidad de que alguno de ellos termine vendido o en el contenedor. Avisados quedan mis libros.

Escribo estas líneas sin remordimiento alguno, lo cual es un cambio significativo en mi modo de ver mi biblioteca. Hace años siempre decía que, una vez que un libro entraba en mi biblioteca, nunca saldría de ella. Y ahora no he tenido ningún problema en vender y en tirar libros.

Y creo que ha sido lo mejor que he podido hacer. Muy duro al principio, pero muy satisfactorio al ver mi biblioteca purgada de toda la morralla que fui acumulando a lo largo de los años.


Los hashtags de rigor: #VidaCotidiana #Reflexiones

 
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from DanielSanz

Hace meses que me sumergí de lleno en el proyecto de escribir mi primera novela. No es la primera vez que lo intento: hace un par de años me propuse escribir y publicar una novela en Amazon en solo seis meses. Lo conseguí, pero hoy, con perspectiva, reconozco que aquello no era una novela. Era un intento, un borrador, un aprendizaje. Ahora, con más claridad y humildad, quiero compartir en este espacio cómo ha sido este proceso, en qué punto me encuentro y, sobre todo, lo que he descubierto sobre mí mismo y mi forma de crear.

Los primeros pasos: Un esbozo lleno de dudas

En diciembre, tenía un borrador inicial: unos seis o siete capítulos, unas setenta u ochenta páginas. No recuerdo exactamente. Lo compartí con tres lectores cero de confianza: dos de ellos, lectores habituales y experimentados, y un tercero, alguien que lee muy de vez en cuando. Los primeros me dieron ánimos; dijeron que era interesante, que estaba bien encaminado. Pero el lector ocasional fue brutalmente honesto: no le enganchaba, le resultaba difícil de leer, le dejaba indiferente.

Aquello me descolocó. No por frustración, sino por una necesidad urgente de entender. Si un escritor no logra conectar con todo tipo de lectores, ¿es realmente un buen escritor? Aquel comentario me llevó a cuestionarme todo: ¿de qué iba mi novela? ¿Qué quería transmitir? ¿Por qué y para quién escribía? Y, lo más importante, ¿cómo hacerlo?

El caos creativo: Reescribir para descubrir

Varios meses después, mi novela ha cambiado por completo. He reestructurado, borrado y añadido decenas de capítulos. He sufrido, he llorado, he reído y me he tirado de los pelos en innumerables ocasiones. Pero, por fin, comprendo mi novela. No sé cómo escriben otros autores, pero yo no sigo el consejo clásico de terminar un borrador completo antes de reescribir. Mis capítulos han pasado por múltiples versiones: algunos los he reescrito hasta treinta veces; los primeros veinte, de media, unas cuatro veces cada uno. ¿Por qué? Porque no sé de qué va mi novela al empezar. Ella se escribe sola, y yo, como un arqueólogo, solo retiro la tierra para descubrirla.

¿Estoy loco? Puede ser. Pero así es como funciona mi proceso.

Actualmente, mi manuscrito suma unas 53,000 palabras. Si no hubiera borrado nada, estoy seguro de que superaría las 200,000. Además, llevo una libreta donde anoto a mano mis reflexiones: debates internos sobre el papel de cada personaje, sus motivaciones, su contexto y sus conexiones con los demás. Curiosamente, en la primera etapa, mis personajes ni siquiera tenían nombres. Eran “el gigante”, “el genio”, “el guardia”. No creo personajes desde cero; surgen como necesidades, miedos o ambiciones que voy explorando.

La recta final: Tejiendo la historia

Ahora siento que estoy encarando la recta final. He logrado entrelazar todas las subtramas con la principal, conectar a los personajes y definir sus arcos narrativos. Tengo claro el sentido y el significado del desenlace; solo me falta construir el puente que me lleve hasta él. Cuando lo cruce, descubriré cómo plasmarlo.

Escribir esta novela no es solo un ejercicio literario: es un acto visceral. Me identifico con cada personaje, con cada situación. Son fragmentos de mi vida, de mis miedos, mis preguntas. Puede sonar pretencioso, pero es la verdad: no estoy escribiendo una novela, la estoy vomitando. Y, por primera vez, me da igual lo que piensen los demás.

El sacrificio detrás de las palabras

Este proceso está siendo duro, tanto física como psicológicamente. Para quienes se lo pregunten, sí, tengo un trabajo a tiempo completo. Me levanto a las cinco de la mañana y no vuelvo a casa hasta las cuatro de la tarde. Tengo esposa, hija, una perra, voy al gimnasio… Escribo en fragmentos de una o dos horas diarias, si tengo suerte. Ha habido semanas en las que he sacrificado horas de sueño, escribiendo hasta cuatro horas al día para ajustar la historia tras cada nuevo descubrimiento.

Eliminar distracciones también ha sido clave. Borré mis cuentas en las grandes redes sociales y hasta mi canal de YouTube. No escribo por fama ni visibilidad; lo hago porque es algo que necesito desde niño. Ahora, a mis 46 años, por fin me siento capaz de emprender este viaje.

Un camino único, imperfecto y mío

Sé que muchos dirán que mi método es un error, que soy un novato, que no es la forma más eficiente de escribir. Y probablemente tengan razón. Pero no me importa. Es mi forma, y por primera vez en mi vida estoy profundamente orgulloso de lo que estoy creando. Antes, mi respeto por la literatura y los grandes clásicos con los que crecí me hacía sentir indigno de escribir. Ahora, por fin, me atrevo.

No sé si esta novela será un éxito o si llegará a algún lector. Pero sí sé que este proceso me ha transformado. Escribir no es solo contar una historia; es descubrir quién eres mientras la cuentas. Y, en ese sentido, ya he ganado.

 
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from @ArianeDeTroil@escritura.social

La demonización de un colectivo débil es el veneno por el que se dispersa el odio y el fin de la civilización. Así lo refleja Victor Klemperer en su magnífico LTI: La lengua del Tercer Reicht. Valga este fragmento como muestra (páginas 68-69, traducción de Adan Kovacsics):

En eso llegó el nacionalsocialismo a Sajonia. Observé en T. los primeros síntomas de un cambio de postura. Le pregunté cómo podía simpatizar con esa gente. —No quieren nada distinto que los socialistas —respondió—, también son un partido obrero. —Pero ¿no ves que quieren la guerra? —A lo sumo una guerra de liberación en beneficio de toda la comunidad del pueblo y, por tanto, también de los trabajadores y de la gente humilde... Empecé a dudar de la amplitud y fortaleza de su mente. Intenté hacerlo entrar en razón desde otro lado: —Has vivido durante años en mi casa, ya sabes cómo pienso y a menudo decías haber aprendido mucho de nosotros y coincidir con nosotros en tus valoraciones morales..., ¿cómo puedes entonces apoyar a un partido que me niega la condición de alemán y la humanidad por causa de mi origen? —Te lo tomas demasiado en serio, babba. (El uso del dialecto sajón sin duda pretendía introducir un matiz ligero en la frase y, en general, en la discusión.) El follón con los judíos solo sirve de propaganda. Ya verás, cuando Hitler acceda al poder, tendrá otras cosas que hacer que insultar a los judíos... Pero el follón surtió su efecto..., incluso sobre nuestro hijo adoptivo. Al cabo de un tiempo le pregunté por un joven al que conocía. Se encogió de hombros: —Está en la AEG, ya sabes lo que significa... ¿No?.... «Todos auténticos germanos» [Alles Echte Germanen]. —Se rió y se extrañó de que no me riera con él. Luego, después de un tiempo sin vernos, nos llamó por teléfono para invitarnos a comer. Era poco después de la toma de posesión de Hitler. —¿Cómo van las cosas en vuestra empresa? —le pregunté. —Muy bien —respondió—. Ayer pasamos un día grandioso. Había unos cuantos comunistas insolentes en Okrilla y organizamos una expedición de castigo.

Una y otra vez, Klemperer asiste a cómo personas otrora decentes con las que mantenía una relación afectuosa, van deslizándose hacia ese mal que ataca a la sociedad. Rebelémonos ahora que aún hay tiempo. Nadie es menos alguien que el resto.

 
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from torresburriel

He publicado hace un rato una story en Instagram que he rotulado con una frase que me ha salido del alma: esa sensación de nervios y síndrome del impostor, justo antes de salir al escenario.

Hace poco hablaba con un amigo que, además, es un personaje bastante influyente en el ámbito tecnológico español, y comentábamos que cada vez había menos eventos. Mejor dicho, cada vez nos llamaban menos para hablar en eventos. Tengo claro que una razón tiene que ver con el cambio generacional. Tanto él como yo somos tipos que hemos cruzado ciertas fronteras en edad, y tiene que haber sitio y espacio para que otras personas más jóvenes ocupen esos espacios de comunicación. Y seguro que nuestro discurso no está tan actualizado, o no tiene la frescura que la audiencia actual espera.

En todo caso, ese no es el tema. El tema es que no importa cuánto tiempo pase, hay un momento en el que, justo antes de salir al escenario, no puedo evitar la misma sensación de nerviosismo y ese maldito síndrome del impostor que me hace dudar de si estaré preparado para salir a contar lo que quiero contar. Incluso siempre me da tiempo a pensar si llevaré bien metida la camisa por dentro del pantalón, de manera que en las fotos que me hagan salga más o menos bien. Siempre pienso que va a haber una parte de la camisa que se ha salido y va a estropear la foto.

En todo caso, la reflexión me sirve para poner sobre la mesa esa idea de que cada vez que uno se expone en público para compartir algo de lo que sabe o cree saber, hay una sensación de nervios que es inevitable. Y que a su vez tiene algo de adictivo. Estoy nervioso pero quiero estar aquí. Me gustaría estar más tranquilo pero no lo puedo evitar.

En fin, la vida.

 
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from torresburriel

Es curioso, o no, que siempre que regreso de pasar tiempo en un evento me apetece muchísimo escribir. Este fin de semana pasado estuve el sábado y el domingo en el Pro Marketing Day, organizado por la gente de AulaCM. El primer día en calidad de ponente, el segundo disfrutando como uno más de lo que allí se pudo ver y escuchar.

Lo cierto, y verdad es que más allá de los contenidos que proponen los organizadores, uno de los atractivos fundamentales de los eventos es el networking. Conocer a unas personas, desvirtualizar a otras, entablar conversaciones, descubrir contactos, sinergias y por supuesto posibilidades de colaboración. Esto es algo que ha funcionado y por mucho que ahora los eventos sean menos de comunidad y más de empresas (ese es un melón que me gustaría abrir algún día), se mantiene intacto, por mucho que pase el tiempo y por mucho que uno, que peina demasiadas canas ya, se vuelva un poco escéptico de casi todo. Afortunadamente, no ha sido el caso. Y no es el caso en la inmensa mayoría de los eventos a los que asisto, por no decir en el 100% de ellos. Eso es una señal estupenda.

La cuestión es que me he venido a Zaragoza con varios pensamientos que ya me acompañan en modo Backlog cerebral:

  • Necesito y quiero tiempo para poder ir a más eventos y enfocarme en lo mucho que me puedo enriquecer hablando con otras personas. Quizá llevo demasiado tiempo en la cueva (este es otro melón que más tarde o más temprano tengo que abrir).
  • Exponerse dando conferencias es una de las mejores pruebas de humildad que un CEO puede experimentar. Es muy fácil volverse imbécil, deleitado por los aplausos. Es más difícil mantenerse en el top, y ese es el reto.
  • La capacidad de aprendizaje me sigue fascinado. Cuando uno va con actitud para aprender, siempre encuentra algo valioso. Eso es algo que difícilmente se encuentra en redes sociales o haciendo scroll infinito sin parar.
  • Últimamente, lo que más me motiva es aprender de tanta gente joven talentosa con la que me encuentro. Es un reto, un placer y una fuente de conocimiento distinta.

No me voy a poner a hacer aquí una colección de personas a las que he conocido o con quienes he hablado para mencionarlas. Esto es un lugar de anotaciones para mí, y si a alguien le sirve, estupendo. Pero es cierto que trataré de buscar el tiempo y el espacio para hacer esa recopilación, porque bien merece la pena el talento que he descubierto y con el que me reencontrado.

 
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from torresburriel

Hoy he estado en Zaragoza Activa compartiendo lo que llevamos meses experimentando en el estudio. Lo de la IA y el diseño UX no es cosa de futuro, está pasando ahora mismo y está cambiando cómo trabajamos.

Lo tengo clarísimo: la IA no viene a quitarnos el trabajo, viene a quitarnos la parte aburrida del trabajo. Y para mí eso es una pasada.

En el taller he mostrado cómo estamos usando herramientas como Claude para generar mejores guiones de entrevistas y analizar patrones, Perplexity para investigar tendencias sin morir en el intento, y Notion AI para estructurar conceptos en un suspiro.

Para el prototipado, Figma con sus plugins de IA, Galileo AI y Relume nos están ahorrando horas de trabajo mecánico. Y Claude SVG para ilustraciones vectoriales me está salvando más de un apuro.

Pero si algo me ha quedado claro mirando las caras de los asistentes es que hay miedo. Lo entiendo. Yo también lo tuve. Hasta que empecé a ver estas herramientas como compañeros de equipo y no como amenazas.

Al final la clave está en lo que siempre he defendido: no se trata de usar todas las herramientas disponibles, sino de elegir estratégicamente las que multiplican el valor sin perder el foco en las personas.

El diseño sigue siendo humano, seguimos diseñando para humanos y la empatía no se puede programar. La IA es rápida generando alternativas, pero somos nosotros quienes decidimos cuál tiene sentido.

He salido con energías renovadas. Esta revolución no ha hecho más que empezar y tengo la sensación de que los que nos adaptemos vamos a disfrutar de una nueva era del diseño donde por fin podremos centrarnos en lo que realmente importa: entender y resolver problemas de las personas.

Y eso, a fin de cuentas, es por lo que me metí en esto del UX hace ya mucho tiempo.​​​​​​​​​​​​​​​​

 
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