Escritura Social

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from Francisco Molinero

Al menos llueve. Fuera, en el campo llueve fuerte y resuena en las tejas de mi casa. El salón casi desnudo me recuerda que el cambio se cierne. Las tardes primaverales se conforman con la lluvia. Yo me conformo con las tardes, con el preludio nocturno de la soledad.

 
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from Francisco Molinero

Ida y regreso

Recuerdo los viajes de fin de semana en cercanías para ir de excursión y ese misterio que suponía para mí la jerga ferroviaria que se fue desvelando poco a poco: Factor, guardagujas. Pero lo que nunca terminé de entender esa diferencia que parecía haber entre un billete de ida y vuelta y uno de ida y regreso. Sigo sin saberlo y me recuerda que hay cosas de la infancia que nunca se terminan de resolver del todo.

 
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from Francisco Molinero

Antonio era un hombre tranquilo, médico de profesión y cubano de nacimiento y de corazón. Pasé muchas horas oyéndole hablar, pues solo de esa manera los que no hemos sido aplicados en el estudio podemos aprender las cosas importantes y en aquellas conversaciones me maravilló la historia de un médico que para serlo cuando la que la guerra partió no solo el país sino a cada uno de los españoles tuvo que alistarse en el ejército durante años en una mili eterna que le trajo a Madrid y al Atlético de aviación equipo que le recogió como futbolista que era. Un médico que renegaba de su escasa formación, a pesar de que su maestro fuera Gregorio Marañon y que se quejaba aún más de la medicina moderna que gastaba ingentes sumas de dinero, según él, en pruebas diagnósticas absolutamente innecesarias, porque él era un médico que hablaba con sus pacientes, conocía su vida, sus problemas, tocaba sus manos para saber su temperatura, la tersura de su piel, le miraba a los ojos buscando en el fondo de ese iris el principio de los males por si estos fueran del cuerpo y no del alma y les visitaba en su casa, donde vivían y padecían, al lado de su cama y no solo en su consultorio. Mi tío tenía un consultorio de esos «privados» donde todas las mañanas se sentaba vestido con su bata a esperar por si venía algún enfermo o alguien que quisiera hablar con él y los últimos años sufría horas y horas de soledad porque la mayoría de sus clientes ya no vivían y por eso no iban a verle. Mi tío Antonio era católico y nunca jamás eso me supuso ningún problema con él. De convicciones morales antiguas y de trato cariñoso, no recriminaba a los demás por las suyas y seguramente por haber nacido en esa isla maravillosa vivía su religión en la intimidad, sin avasallar a nadie. Hombre de costumbres metódicas hasta límites exasperantes, leía su ABC todos los días y en los veranos que pasábamos juntos yo aprovechaba par asomarme a su mundo de derechas tras las hojas de su periódico. El sabía de mi pensamiento político y nunca jamás me recriminó ni discutió por ello. Mi tío era una buena persona y se murió con la tristeza de que muchos de sus amigos se olvidasen de él los meses que había estado enfermo. Yo quería a mi tío con lo bueno que tenía que era mucho y con lo malo también, porque el cariño es así, no hace balance ni tasa con regla.

 
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from Francisco Molinero

En el cementerio

Enterrar requiere un rito una ceremonia que los católicos exceden hasta el paroxismo. A propósito de este exceso en el entierro de Yoli estuve visitando el cementerio de Soto del Real. De alguna manera me dediqué a visitar antiguos amigos y enemigos, lo que no hizo sino constatar que empiezo a tener demasiada historia a las espaldas. Lápidas y dedicatorias entre lo barroco y lo minimalista, el túmulo de Jesús Antonio, la pequeña sepultura de apenas 40 cm. de Phillip B. Thurnbull, amiga de Gloria Fuertes que tiene como recuerdo la frase «en esta tumba tan pequeñita descansa un corazón enorme», la del niño que falleció a los diez días, retirada junto a la tapia, la losa que recuerda que murió «asesinado por los rojos», los nuevos columbarios. Hizo una tarde que no sabía a qué carta quedarse, al norte la cuerda larga, flanqueada desde el oeste por la peña del diezmo y en el este la Najarra. Finalmente salió el sol y Ángeles y Juan pudieron dar tierra a su hija en medio del silencio elocuente de cientos de personas. El silencio es la actitud en la que retumba el sórdido sonido del féretro. El silencio es la demostración, el silencio y el dolor que viene desde la cúpula del cielo y se concentra en una madre que desea morir. Los hombres no lloramos, las mujeres sí y desahogan la injusticia en cada lágrima.

..«No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida. Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos. Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo. No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada…»

(Miguel Hernández)

 
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from Blog de Doclomieu

El otro día estuve jugando un rato con python, tratando, en realidad, de aprender un poco (la programación es mi gran asignatura pendiente). Siempre he pensado que cuando quieres aprender algo tienes que tener una motivación y, en este caso, se me ocurrió que la motivación para jugar podría ser crear un pequeño código que diese unas palabras clave para escribir una historia. Así que me puse al lío.

Diseñé un pequeño código al que le puedes indicar que tipo de historia quieres escribir. Al seleccionar uno de los 4 tipos de historia que he diseñado, el código proporcionará las palabras clave con las que podremos comenzar a escribir un relato. También hay otra opción en la que el código escoge el género del relato que se tiene que escribir.

La idea está inspirada en los juegos para contar historias en los que se utilizan pictogramas, aunque en este caso se proporcionan palabras que indican lugares, protagonistas o acciones que tienen que ocurrir.

La aplicación la escribí el otro día en un par de horas. Al pasar del ordenador a deepnote, lo que más me costó fue que funcionará el campo donde poder seleccionar que historia se quiere escribir. No está muy perfeccionada, ni tampoco tiene muchas opciones, pero es operativa. Me gustaría seguir trabajando un poco más en ella, para poder añadir más opciones (y también para tratar de aprender un poco más de python).

Así que, si queréis probar la aplicación, la podéis encontrar aquí.

Cualquier comentario o sugerencia es bienvenido.


Y por último el hashtag, que hoy también será #escribir.

 
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from Francisco Molinero

Ese silencio después de la nevada, esa inmensa sensación de paz. Como si nada hubiera pasado, como si la vida tuviera otro ritmo independiente.

Para los amantes de los guisos antiguos y olvidados, una receta de Rabo de Toro (o de vaca, que no creo que la diferencia sea el sexo)

Cantidades:

2 rabos 2 cebollas grandes 2 clavos 3 zanahorias 1 hoja de laurel 2 vasos de vino blanco 4 granos de pimienta 3 ó 4 litros de agua sal al gusto

Poner los trozos de rabo en una cacerola con mucha agua fría, que les sobre, se pone a cocer y se va espumando, cuando deja de echar espuma se le añaden las cebollas enteras peladas con un clavo metido en cada una, la pimienta, el laurel, las zanahorias cortadas a lo largo en dos y peladas, el vino y la sal.

Se deja cocer destapado para que se vaya consumiendo el caldo aproximadamente 3 ó 4 horas, o bien hasta que se separe el hueso de la carne, lo que pase antes, se quita el laurel la pimienta y los clavos de la cebolla y se pasa por el pasapurés la cebolla y la zanahoria, esta salsa se hecha por encima al servirlo.

Evitar que la carne este en contacto con el aire antes de servirla , se pone negra.

En Córdoba es donde yo he comido este plato más rico. Lo sirven también con tiras de calabacín rebozado, pero pueden ser patatas fritas, o cebolla caramelizada o croutons de pan con ajo, yo que sé, ¡ahí cada une que ponga de su cosecha!

 
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from heyazorin

Comentaba con un compañero la necesidad de un buen baño de realidad de vez en cuando que te ponga en sintonía con el universo y te haga olvidar, aunque sea durante un breve lapso de tiempo, lo estúpido que eres.

Lo comentaba a colación del típico suceso laboral con el típico cliente abusador. Lo de siempre. Y ahí fui yo, a cerrarle la cremallera con un huevo fuera, acorralarlo con hechos probados y a disfrutar, ya que estaba, de un buen cubata lleno hasta los topes que empapaba mi barba con las gotas de su vergüenza resbalando entre los pelos.

No hay nadie exento de recibir una buena reprimenda vital; un meteorito directo a tu cabeza que no ves llegar porque no miras más allá. Te alcanza y te destroza, haciéndote explotar como una construcción infantil, enviando las piezas que conforman tu estabilidad a lugares recónditos como el hueco bajo la cocina o detrás de la nevera.

Y un día, limpiando a fondo, encuentras triste y arrinconada a tu confianza; la rescatas, le sacudes el polvo y consigues rehacerte hasta la venida de una nueva ola de destrucción.

El dentista nos ha dicho que Irene padece agenesia dental, es decir, no tiene recambios para una gran parte de sus dientes de leche. Exactamente 17. Ahí es donde entra la vida a recordarte que no debes distraerte ni perder el norte porque si bajas la guardia, llega la hostia. Instintivamente cambian tus prioridades —otra vez—, se te reordenan los chakras y te centras en lo importante. La agenesia dental no es una afección grave pero sí afecta a la confianza y a la autoestima en adolescentes que ven cómo sus dientes caen y queda la oscuridad. La dentista, con la ayuda del tiempo, inventará mil formas de ocultar el vacío hasta poder atornillar a su maxilar todas y cada una de las piezas necesarias que recompongan la sonrisa y restauren la autoestima. Que vuelva lo importante.

Entramos al dentista sin saber lo que era agenesia. Salimos con una deuda futura de veinte mil euros. Nos empujan pero no nos tumban. Puta bida.

#shithappens

 
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from heyazorin

Mi padre solía llegar a casa del trabajo con uno o dos panecillos Sodexo en bolsas microperforadas guardados en su capazo de mimbre. Algunos días, incluso eran tres o cuatro los que acababan llenando los cajones de nuestro congelador.

Mi padre inventó el TooGoodToGo treinta años antes de que fuera mainstream. Él salvaba a diario comida que, de otro modo, acababa en los macrocontenedores de prensado de basura de la empresa. Lo hacía por principios, porque la comida no se tira, porque en un comedor con más de 10.000 empleados sentados en sus mesas se contaban por miles los panecillos que se apilaban dentro de enormes bolsas negras.

Micromundos disfuncionales.

La comida no se tira; la electricidad no se malgasta; el agua no se deja correr sin motivo. Mantras que flotaban en el aire de la casa familiar y que me han acompañado hasta hoy.

A escala universal, mi cerebro no es capaz de abarcar la comida que se tira, la electricidad que se malgasta, el agua que se deja correr sin un motivo.

Macromundos disfuncionales.

A veces llego a casa del trabajo y recuerdo cómo en casa siempre había panecillos embolsados.

No importaba que fuera domingo.

 
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from Blog de Doclomieu

Conduzco el último metro. Cuando dejo una estación tras de mí se apagan las luces y los sistemas de ventilación. Parada tras parada espero que alguien se suba a algún vagón, pero los andenes de todas las estaciones están completamente vacíos, al igual que mi metro, nadie ha subido desde la primera parada. No recuerdo un viaje tan lúgubre y solitario… La melancolía por los viejos tiempos se apodera de mi mente y mis sentimientos. Cómo me gustaba mi anterior trabajo. Requería más esfuerzo, pero merecía la pena. Me permitía disfrutar de compañía y buenas conversaciones. ¡La cantidad de gente famosa que conocí! ¡La cantidad de cotilleos que escuche! Si yo os contara… pero soy un profesional y esos secretos se vendrán conmigo a la tumba. Lástima que la modernización, las prisas y el desenfreno de la sociedad actual me hayan obligado a reciclarme. En estos tiempos hacen falta medios de transporte más rápidos y con mayor capacidad, medios de transporte de masas que impiden la socialización. Por ello, ahora soy el conductor del metro, metido en la cabina, conduzco solo todo el tiempo, como un ermitaño de los tiempos modernos. Sumido en mis pensamientos, llego, por fin, a la última parada. Me bajo de la cabina. Allí me espera mi jefe.

-Has hecho un buen trabajo, Caronte, ya no quedan almas que recoger, es hora de que disfrutes de tu merecida jubilación – me dice Hades con una sonrisa.

Mientras me lo dice, me tiende su mano cerrada. La abre y en ella veo dos relucientes óbolos. Siempre ha sido un sádico y esta es su broma final.


Este relato lo escribí, hace ya unos años, para presentarlo al concurso de microrrelatos XV Certamen de relato breve Raimundo Alonso. No fue seleccionado.


Y, por último, el hashtag de #Relatos

 
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from Blog de Doclomieu

Es última hora de la tarde y, por fin, los fieles salen del templo. Hoy salen tristes, compungidos, algunos lloran. Solo con verles se puede deducir lo que ha pasado. Hoy ha sido uno de esos días. Hoy la diosa ha reclamado un sacrificio y ha escogido una víctima entre todos los fieles. Nadie puede escapar de la diosa. Si ella escoge una víctima, todos la dejan ir. ¿Por qué le siguen siendo fieles a pesar de los sacrificios? Porque la diosa es la única con el poder para limpiar el alma de sus fieles de todos sus pecados. “Adiós, amigo”, se despiden todos los fieles mientras se alejan del templo, escuchando los alaridos de angustia y dolor de la pareja de la última víctima de la diosa.

Cuando todos los fieles se han ido y ya no queda nadie en el templo, una voz gutural rompe el silencio sepulcral que rodea al templo.

-¡Joder! ¡Otra vez se ha vuelto a comer un calcetín la lavadora!


Este texto se me ocurrió en octubre en Francia, cuando yendo en el tranvía me di cuenta de que llevaba dos calcetines desparejados.


Y, por último, el hashtag de #Relatos

 
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from heyazorin

No me gusta ver sufrir a la gente que quiero, por eso le dije a Paula que ese día no quería subir a la habitación del hospital para visitar a Juan, su padre.

Quizá decir 'no me gusta' es la peor forma de autoprotección que existe y deja en evidencia nuestras propias debilidades pero, buceando entre lóbulos y circunvoluciones, alcanzo a divisar otra de las causas protagonistas: mi propio miedo a la enfermedad. Presente durante décadas y manifiestamente activo con cada brote vírico, dolor no focalizado o síntoma en el margen del libro de medicina más grande del mundo: Google.

Tras la niebla, la imagen me lleva al ascensor de un hospital viejo, con los números de los pisos desgastados por el uso y el quejido rítmico del motor que pide clemencia y engrase desde hace años.

Toco a la puerta y accedo a la habitación donde me espera un Juan delgado como el apellido de Perico.
Lo abrazo y lo siento sano, alejado del oscuro monstruo que replica células.

Desaparece el miedo y se instala la calma.

Al despertar, me giro en la cama para anunciar a Paula que he soñado con su padre. Me mira, entre extrañada y alarmada, y me responde:

—Yo también.

 
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from Blog de Doclomieu

Ayer, gracias a una conversación en Mastodon entre @atighrada@zirk.us y @verity@kitty.town (muchas gracias a ambos), descubrí un pequeño movimiento que hay en internet de hacer los blogs manuscritos, es decir, escribir la entrada a mano y después hacerle una foto (o escanearla), para, por último, subirla al blog. Sin olvidarse de la accesibilidad, por lo que se utiliza un OCR para transcribir el texto.

(Ahora van las fotos y el texto transcrito lo podéis encontrar debajo)

Es una foto del cuaderno, la transcripción de la imagen está después de las fotos

Es una foto del cuaderno, la transcripción de la imagen está después de las fotos

Es una foto del cuaderno, la transcripción de la imagen está después de las fotos

La idea me gustó mucho, ya que, habitualmente, escribo las entradas del blog a mano en un cuaderno y luego las copio (casi siempre sin grandes cambios [1]). Por eso pensé que podría ser interesante seguir la pista a este movimiento, aunque dudo que a mí me pueda servir, porque no sé si el OCR reconocerá mi letra (lo voy a probar con esta entrada [2, 3]).

Me parece que el blog manuscrito podría ser un método para escribir un poco más en el blog. Como he dicho, las entradas suelo escribirlas primero a mano, pero también escribo otras ideas, textos, que me da un poco de pereza (¿vergüenza?) subir al blog. Y eso que ya he dicho aquí que yo escribo para mí y no para que me lea nadie. Sin embargo, subir una entrada manuscrita podría ser interesante por muchas otras cosas, además de mostrar el texto, se verían diferentes letras, colores, papeles... Lo que puede ser más interesante para escritor y, también, para el lector.

En uno de los blogs que vi ayer, además de escribir las entradas a mano, también los comentarios se escribían del mismo modo. Las personas que querían comentar tenían que escribir el comentario a mano, hacerle una foto y enviársela por email al autor, quien la subía al blog.

Otra de las cosas que pueden ocurrir con los blogs a mano es lo que me acaba de ocurrir, me he quedado sin tinta. He pasado de tinta negra en un plumín stub 1.1 a tinta magenta en un plumín M.

¿Y vosotres, mis querides lectores, que opináis de los blogs manuscritos? Si queréis hasta podéis contestar a mano y publico la foto aquí (con alt text).


El primer comentario a mano a esta entrada viene de mi buen amigo Carlos.

Respuesta a # Blogs manuscritos. 08.04.24. Debo aclarar que esta respuesta que hago es la primera en un blog... en mi vida. Y me resulta demas interesante que sea una escrita a mano. Como todo respetable utilizador de estilográficas que presuma de serlo, siempre nos hace falta una excusa adicional para escribir con nuestra pluma preferida. Ya sea usando la tinta de turno o la que un muy buen amigo te compartió, prometiéndote que ibas a disfrutarla y lo único que quieres y esperas es que el cartucho se acabe de una buena vez. La única desventaja que encuentro con los blogs a mano (que me llega como epifanía precisamente ahora, cuando escribo esta respuesta) es que me quedo en la imposibilidad de poder añadir un emoji, con el cual poder transmitir

una emoción precisa con muy pocos caracteres, como sería una carcajada para el párrafo anterior. De todas modos, desde aqui bancamos los blogs a mano. #Sheaffer #pluminM #IroshizukuYama-Budo #Leuchtturm1917


[1] Suelo corregir las tildes, que casi siempre se me olvida alguna.

[2] La verdad es que lo ha reconocido bastante bien. Alguna pequeña errata, alguna cosa que ha descolocado (no sé muy bien por qué), pero he tardado muy pocos minutos en transcribir la entrada.

[3] He subido las fotos sin retocar. Si utilizo la función de hacer fotografías a documentos, queda de la siguiente guisa. ¿Cuál de los dos modos os resulta más legible?

Es una imagen similar a la primera, pero se ve mucho más limpia, con la tinta más negra y el papel mucho más blanco


Y no puedo olvidarme de los hashtags:

#escribir #reflexiones

 
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from JazzPunkRock

¿Cuenta como mi primer blog si ya tuve uno en Blogger como proyeto de clase allá por 2008? Ha pasado tanto tiempo que casi he olvidado lo que es escribir en un blog como tal.

Supongo que comienzo por el principio. Me llamo Ro, y mi nickname online viene del juego JazzPunk al cual le sumé el siguiente género que comenzase por R-O, para disinguirlo un poco más.

Que conste en el acta, disfruto de todos estos géneros por igual, es sólo que el nombre de mi nickname es así de curioso.

Llevo cotilleando software alternativo y FOSS desde hace años, pero sólo hice el salto de forma más estable con el éxodo de Twitter. Se hizo compicado al principio, pero eventualmente di el paso a relacionarme más por estas redes y a no ser tanto una lurker, ya que al getne por aquí es más abierta a hablar.

  • Soy jiennense de toda la vida, aunque todo el mundo que me escucha dice que no tengo el acento de allí (y no sé por qué, me encantaría saberlo yo también),
  • Estudio actualmente diseño gráfico y lo más seguro es que entre al cuerpo de trabajo como maquetadora,
  • Roto entre hobbies conforme me aburra de ellos, actualmente estando interesada en journaling y hacer webs desde cero (de hecho, una buena porción de esta entrada del blog está formateado usando HTML),
  • Me gradué en Estudios Ingleses porque me gusta el inglés, y ahora la mitad de mi vocabulario y sintaxis está contaminado por el spanglish,
  • Aun con ello, me encanta aprender idiomas y estoy ahora apenas empezando japonés porque Canal Sur me hizo otaku (bendito sea Anki),
  • Y me encanta escribir, como se puede ver por este blog. Por ahora tendréis que confiar en mi palabra, porque no tengo nada más de producción propia publicado aparte de este blog, pero conforme me ponga cómoda por estos lares iré compartiendo cosas (si recuerdo no escribirlo en inglés primero).
En este blog escribiré un poco lo que me parezca, tanto reflexiones que quiera elaborar y escribir con detalle, así como por detallitos de mis hobbies que vaya encontrando, pasando por reseñas de lo que vea esa semana. Tras todo el capitalismo y estrés de la vida en general, espero que mi espacio personal sirva como un pequeño descanso, aunque sea sólo para mí.

¡Un encanto conoceros!


Etiquetas: #introducción

 
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from Diario de una Dragomana

Apenas uso Facebook; solo entro de vez en cuando para consultar un par de grupos de traductores de habla inglesa. A principios de mes, alguien compartió en uno de ellos un fragmento de un número reciente de la revista británica Private Eye. Era la carta que un tal Jon Berry envió a la revista en respuesta a un artículo sobre los efectos de la IA en sectores como el de la traducción. Paso a traducirla:

Llevo veintinueve años trabajando como traductor freelance a tiempo completo y he sentido los efectos del avance implacable de la IA en mis propias carnes, reflejados mayormente en la reducción constante de las tarifas y un desprecio cada vez mayor del arte de la traducción. Hace poco me reuní con uno de mis clientes habituales, y el director del proyecto me preguntó hacía dónde creía yo que se encaminaba el sector. Mi respuesta inmediata fue: «Dentro de cinco años estaré en paro». Resulta que habría atinado más diciendo «cinco meses».

Desde el verano pasado, los encargos me han ido entrando a cuentagotas, y el volumen de trabajo de enero de 2024 no augura nada bueno para este año que empieza. Casi todas las agencias para las que trabajo se han pasado a la MTPE (machine translation/post-editing), lo que quiere decir que el trabajo consiste en poseditar [corregir lo que vomita el motor de traducción automática], una tarea a) horriblemente tediosa y b) muy mal pagada.

El arte de la traducción ha sido sacrificado en el altar de lo «fácil, rápido y barato», a lo que se suma una disposición general a dar por buenos los textos cuyo lenguaje podría describirse cortésmente como de segunda categoría. Entre el inminente aumento de los textos generados por IA y la devoción cada vez más ciega que se profesa a la traducción automática, tal vez podamos ir dando por sentenciadas la redacción y la traducción como profesiones.

En cuanto a mí —y supongo que también será el caso de muchos otros freelancers—, espero que en el Lidl estén buscando reponedores.

Yo leo esto y se me cae el alma al suelo por este hombre. Tiene razón cuando apunta que nuestro trabajo está minusvalorado, aunque ¿qué trabajo no lo está? Creo que en el sector somos muchos los que estamos pasándolo mal por varios factores que tal vez desarrolle en otra ocasión, pero básicamente tenemos un problema gordo en buena parte de los mercados de traducción con las IA generativas de texto y el escaso poder de negociación frente a los intermediarios.

Pues bien, ahora paso a traducir algunos comentarios de la publicación en el grupo de Facebook:

En veinte años traduciendo, 2023 fue mi mejor año en términos de ingresos. En parte, ChatGPT me ha agilizado considerablemente la documentación terminológica. Espero que haya más gente igual.

O sea: «Pues yo estoy muy bien, y me gusta usar una herramienta que funciona con un megacorpus de textos cogidos sin permiso y con un impacto medioambiental mucho mayor que un par de búsquedas en Google».

Wow! No es precisamente la mejor manera de explicar lo que pueden aportar los traductores. Espero que esta generalización no se aplique a demasiados.

Querida, esto era la carta de desahogo de una persona que lo está pasando mal, no un post de autobombo en LinkedIn.

Compartir esto en un grupo privado de traducción de Facebook, vale. ¿Compartirlo en Private Eye? ¿Estamos locos? ¿Y luego volver a compartirlo en LinkedIn? No, en serio, ¿estamos locos? Estoy hasta la coronilla de los traductores que con tanto catastrofismo y «Pobrecito yo» nos hacen quedar como idiotas manipulables, mileuristas y poco cualificados que además no tienen ninguna habilidad fuera de la traducción.

Recordad que los mejores traductores podemos entrar en el campo de nuestros clientes si queremos. [...]

Si veis cosas del estilo en LinkedIn, no reaccionéis ni comentéis a menos que estéis 100 % seguros de que no pasa nada si les aparece a vuestros clientes actuales o potenciales en su feed.

Vayamos por partes, porque madre mía: —Habla de «los mejores traductores». Si no eres la crème de la crème, pues haberlo pensado antes; es el mercado, hamijo. —Habla de cambiar a otras profesiones (como si no tuviera cada una lo suyo con IA o sin ella), omitiendo que parece que gran parte del trabajo de traducción va a desaparecer y no va a haber hueco en el segmento premium de la traducción (oh là là !) para todo el mundo. —Se preocupa más por lo que piensen los clientes (¡¿es que nadie piensa en los clientes?!) o, como dicen ahora los jóvenes, gente random que por el sufrimiento de su compañero. Sinceramente, yo sentiría empatía aunque esta carta hablara de una profesión ajena, porque… soy un ser humano… —Yo creo que Jon sabe mejor que nadie que en esos veintipico años habrá aprendido algo que pueda aplicar a otro trabajo más agradecido que reponer estantes, pero la hipérbole es un recurso retórico que nuestra compañera traductora premium no parece conocer.

Yo le entiendo, pero el bajo valor percibido de la traducción no es por la IA; es culpa nuestra. ¿Subió sus tarifas año a año como todo proveedor de servicios? ¿Se negó a aceptar cobrar menos por concordancias parciales y otros descuentos? ¿Entrenó motores de TA mientras le pagaran la misma tarifa que si tradujera desde cero? La IA es solo una de las razones.

Si bien es cierto que como trabajadores independientes deberíamos valorarnos más y saber negociar, a menudo aceptas ciertas condiciones porque no queda otra. Porque, si te impones, entonces te quedas sin colaboración, y poco importa lo que tú hagas como proveedor solitario mientras haya mil detrás de ti en la cola dispuestos a hacer lo que tú no, y tenemos gastos profesionales y personales que pagar.

Huelga no podemos hacer porque somos trabajadores autónomos (figura legal que parece estar al mismo nivel que las macroempresas para lo que interesa, por lo visto), y en cualquier caso coordinarla sería dificilísimo porque somos gente que trabaja cada uno en su casa y con clientes de todo el mundo. Así que al final, aunque haya ciertas iniciativas de lucha colectiva, estamos solos. Solos. Inmersos en un vacío que, como te descuides, te lleva a creerte el individualismo que hay detrás de este tipo de comentarios —los de esta publicación de Facebook, pero también los que se hacen en charlas de supuesta orientación y en grupos de WhatsApp vitriólicos—, que se resumen en un «Si cobras poco, es culpa tuya por no ser bueno en lo que haces, no saber negociar, no buscar y retener a mejores clientes, no haber estudiao más, etc.; si vas a perjudicarnos, no molestes y dedícate a poner copas o limpiar escaleras».

Con compañeros así, ¿quién necesita enemigos?

 
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from fjromero

Las interfaces también avanzan

Me gusta observar cómo usan la tecnología las personas mayores, más que nada para ver las carencias que suelen tener las interfaces y que ocasionan no pocos problemas de uso. Suele ser habitual ver cómo personas más jóvenes intentan explicarles usos comunes mientras pierden la paciencia porque creen que los mayores (y ellos mismos) han nacido con la interacción aprehendida.

El caso es que, lo que nos parece trivial, a los mayores se les hace un mundo. Conozco a unos cuantos a los que no se les hace nada intuitivo asociar el verde a descolgar y el rojo a colgar. No saben si tienen que dirigir el dedo hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia arriba o hacia abajo. Tampoco saben diferenciar entre el tacto suave o apretar la pantalla como si no hubiera un mañana. Esto me recuerda a la gente que pasó de la máquina de escribir al teclado de ordenador; el sonido del aporreo violento de la tecla intro todavía resuena en muchos lugares.

El caso es que, como mi padre ya casi se ha olvidado de usar un teléfono, pensé que lo mismo le vendría bien uno de esos móviles de teclas grandes y pocas funciones, al estilo de los Nokia de los 2000. Le he quitado la función de datos, así que solo lo usa para llamar y para recibir sms; nada de mensajería instantánea ni acceso a webs.

Estuve buscando, y el que más me convenció fue el Tokvia T102. Tiene teclas grandes, una pantalla pequeña que solo muestra lo que debe mostrar, un volumen alto de tono, una agenda simplificada con números favoritos, y un botón de SOS en la parte trasera. También tiene una pestaña física con la que se pueden bloquear los botones. Me convenció y lo compré.

Maremeua (expresión que indica sorpresa máxima).

Para empezar, el botón de SOS en la parte trasera, tan accesible, resulta tan peligroso que he tenido que bloquearlo. Es un caramelito. Si coges un teléfono y notas que detrás hay una parte que se hunde, vas a pulsar ese botón las veces que te sea posible. Es divertido.

Es verdad que tiene las fuentes grandes y se ve muy bien el número de teléfono que estás marcando, o con el que estás hablando... Hasta que quieres acceder a la agenda, o a cualquier otra función de las que tiene el cacharro.

La parte de arriba del teclado tiene, en sus extremos, esas dos teclas marcadas con el símbolo de restar “–”, que permiten seleccionar la opción deseada que aparece en la pantalla. Es decir, en la parte inferior de la pantalla aparece un pequeño símbolo que indica la opción que abrirá el botón que está situado en la parte de arriba de la botonera.

Un símbolo pequeño. Para gente mayor que, casi seguro, tiene problemas de visión.

Ahora hazle entender que primero debe mirar la pantalla para saber qué opción desea, que traduzca el símbolo y que pulse el botón correspondiente.

Y en cada pulsación, la opción del botón cambia.

Entre los botones “–” y los de descolgar y colgar, hay otros dos de arriba y abajo. En un momento dado, le puedo enseñar que permiten moverte entre las opciones de un menú. Pero cuando ese menú puede acceder a submenús, ¿qué botones realizan esa acción de desplazamiento lateral? ¿Los botones “–”? ¿Los de descolgar y colgar? ¿Los de volumen? El problema de la duda es que, por Murphy, vamos a tocar la tecla que no es y volveremos al principio, o la persona mayor seguirá tocando botones creyendo que sigue avanzando.

Debajo de estos botones, hay una fila con tres botones: “M1”, uno que tiene una imagen de una cámara barra un altavoz, y el último, “M2”.

¿Qué son M1 y M2? Vale, son personalizables. Pero la persona mayor no se va acordar del uso grabado. M1 y M2 no dicen nada, solo cumplen su labor cuando se les pulsa. Y entonces puede ser demasiado tarde.

¿Y la cámara barra altavoz? Bien, la cámara se activa cuando pulsamos. ¿Y el altavoz? Yo puedo saber que sirve mientras estás en medio de una llamada, pero la persona mayor no lo asocia, y suelen evitar mirar el teclado mientras llaman porque el teléfono no sirve (servía) para otra cosa mientras estás llamando.

Al final, el uso intuitivo que me prometían ha sido ineficaz. Las interfaces táctiles son mucho más intuitivas si se diseñan con cuidado. El problema es que nunca se diseñan así.

Creo que para las personas mayores, se podría simplificar aún más la interfaz. Pensando en que ya tienen muy interiorizado el hecho de que el móvil sirve para llamar y poco más, ¿no tendría más sentido hacer los botones más grandes incluyendo texto dentro? Sería mejor dibujar una fila de botones que ocuparan el ancho de la pantalla.

Un primer botón, verde, con el texto “llamar”. Arriba se puede poner el espacio donde se verá el número al que se está llamando. Debajo de este, se pueden poner los contactos más utilizados y, al final, un botón que ponga “Abrir la agenda”.

Cuando se esté en una llamada, se podría poner un botón rojo con letras muy grandes “Colgar”. Que se vea bien, que sea fácil de tocar. Debajo se puede dibujar una rejilla con los números visibles, por si en la llamada hay que pulsarlos.

En definitiva, un interfaz pensado para gente mayor, que sea táctil, por lo intuitivo que resulta, pero que muestre la información necesaria para que se pueda ver lo que hace cada botón, eliminando las opciones adicionales que, casi seguro, no van a utilizar, y acompañándoles en cada acción. Muestra solo una cosa, la que sea importante, y sé predictivo para orientar la interfaz a sus necesidades.

Hemos avanzado en las interfaces; las táctiles son mucho más intuitivas, pero aún creemos que las diseñamos para nativos tecnológicos (alias, las personas que pueden acceder a la tecnología. Spoiler: hay más gente que no puede acceder y es víctima de nuestra prepotencia). Estamos eliminando de la ecuación a mucha gente que no adopta la supuesta comodidad de los avances tecnológicos, y parece que nos los queramos quitar de encima, solo porque no comprenden qué acción aporta un símbolo dibujado en pocos píxeles.

Si no lo entendemos, tan solo debemos pensar que, en unos años, seremos nosotros los que aporreemos el cacharro de turno porque seremos incapaces de utilizarlo.

 
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from Nota al pie

Escribí esto en Tumbrl el 30 de septiembre del 2021. Entonces me rondaba la idea de escribir un blog pero no sabía donde. Busqué diferentes plataformas y me abrí una cuenta en Tumbrl. Es el único post que escribí allí. No quería perderlo así que lo pongo aquí. Tal y cómo lo escribí en su día.

Hoy he leído sobre el asesinato de Sara Everard. La mató Wayne Couzens, un policía de Londres encargado de la seguridad de embajadas. Aprovechándose de su posición de agente de la ley, la secuestró, violó y estranguló. Tiró su cadáver y luego compró gasolina para quemarlo. Para hacerlo desaparecer. Fue un plan premeditado, lo preparó todo. Esa noche le dijo a su mujer que tenía que ir a trabajar pero salió a cazar a una mujer sola.

Mucha gente se sorprendió de que fuera capaz de algo así. Hombre amable, padre cariñoso, buen vecino, son algunas de las descripciones. Una lee la noticia y piensa qué ha tenido que pasarle a este hombre en la cabeza para de pronto hacer algo así. ¿No es raro? ¿No sorprende que un buen vecino, hijo, amigo y esposo se levante una mañana y decida planear el secuestro, violación y asesinato de una mujer? Pues sí, sorprende, claro que sorprende. Porque si indagas un poco te das cuenta de que este hombre tenía obsesión con el porno violento. Hasta ahí podemos ponerle un vaaaale, bueeeno. Pero es que no se queda en eso. También frecuentaba la prostitución, también le gustaba exhibirse. Le habían denunciado tres veces. Dos de ellas no tuvieron consecuencia a pesar de ser voluntario de la policía. La última fue dos días antes de asesinar a Sara. Pasaron de investigar esa denuncia, no hicieron absolutamente nada. Y es ahí donde quiero ir a parar. Si esa denuncia hubiera sido tomada en serio, como se merecía, quizá no se hubiera atrevido a cometer el crimen, quizá le hubieran suspendido y tenido que entregar arma, esposas, placa...elementos que le sirvieron para detener a Sara. Quizá Sara estaría viva.

Desgraciadamente este no es un caso aislado. La violencia sobre las mujeres no se tiene en cuenta. Cuando un crimen atroz aparece en las noticias pensamos cómo ha podido ser y casi siempre que se mira hacia atrás se da una cuenta de que no sale de nada, que con anterioridad han cometido crímenes contra otras mujeres a las que no se ha escuchado, crímenes a los que no se ha dado importancia, no se han investigado lo suficiente, que se han ignorado.

La violencia contra las mujeres es estructural. El asesinato, la violación en grupo, el crimen por el que les detienen es la punta del iceberg. Debajo hay otras violaciones, hay ex-novias locas, ex-mujeres histéricas, denuncias no creídas, no investigadas, retiradas por la falta de apoyo, por presión policial. Hay otros asesinatos, hay una visión de las mujeres como objetos para su satisfacción, hay una violencia sistemática ignorada y permitida. Larry Nassar, Jeffry Epstein, Harvey Weinstein, Bill Cosby, Plácido Domingo, Anthony Bromwich y tantos otros cometieron impunemente delitos sobre las mujeres porque las víctimas no fueron escuchadas y sus denuncias no fueron tomadas en serio. La violencia contra las mujeres está tan normalizada que solo nos sorprendemos cuando alguna parece asesinada y si lo ha sido por su pareja, ya ni eso.

#feminismo

 
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