Escritura Social

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from Francisco Molinero

Imposible

He soñado que amanecía junto a ti tus pezones rozando mi espalda la luz incipiente en mi pecho me acaricia me acaricias.

He soñado que tu regazo me envolvía tu mano entre mis piernas tus besos bajando vértebra a vértebra.

He soñado que el sol me envidiaba que estabas que me amabas.

 
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from Francisco Molinero

Deberíamos

Deberíamos hacer algo o no hacer nada definitivamente deberíamos es una palabra que termina mal o empieza mal deberíamos es un grito que no podemos satisfacer deberíamos hacer que hacemos algo despistar por un momento el aburrimiento o hacernos con él deberíamos amarnos y disfrutar pero no nos llega el agua al cuello nos llega una niebla densa por eso no estoy seguro no se si debo o no debo si el cambio bajaría el nivel o por el contrario me ahogaría de una vez por todas y entonces desearía no haber debido y haber amado solo amar y disfrutar.

 
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from Mi perra vida

Relato – Terroristas de datos | Poema – El remordimiento – Jorge Luis Borges | Reseña – Internet for the People – Ben Tarnoff | Frase robada – Anne Dofourmantelle | Bonus track

Terroristas de datos

Cada vez requerían mayor precisión, un plan a prueba de errores para asaltar los centros de datos. Ya era imposible atacarlos por sorpresa, en pocos minutos después de activadas las alarmas, se hacía presente la policía local, para que poco después llegara el ejército informático, pagado por los dueños de las empresas tecnológicas, pero auspiciados por el gobierno. Tenían la orden de ejecutarlos sin juicio previo, a consecuencia de históricas enmiendas legales que colocaron a los centros de datos, como la mayor infraestructura vital para la sociedad, su amenaza o daño, se consideraba el mayor acto terrorista.

Había que actuar velozmente y con precisión quirúrgica, ya que debían asegurarse de que los servidores no sufrieran ningún daño, ese era el fin último de tan riesgosa empresa, los datos los venderían a mercenarios. Si la fortuna los acompañaba y encontraban información valiosa, podían extorsionar a empresas o figuras públicas que tuvieran mucho que ocultar, y más de que arrepentirse. Pero si eran realmente afortunados en los servidores críticos podían encontrar datos sensibles de ejércitos, gobiernos, bandas de tráfico de armas o drogas. En ese sentido, los servidores eran un ejemplo de tolerancia y pluralidad, en un mismo sitio convivían los datos íntimos de los más acérrimos enemigos.

Quienes participaban tenían una capacidad muy específica, lo que hacía a estos terroristas digitales, peligrosamente eficaces, aunque eran incapaces de matar una mosca. Ingenieros, científicos, analistas, filósofos, médicos; aquellos que fueron los primeros en perder o precarizar aún más sus empleos.

Hasta el momento con dos mega centros de datos, las cosas se habían logrado sin derramar ni una gota de sangre, pero sabían que al conocer su modus operandi, esto podría cambiar en el futuro.

Apenas salieron los últimos empleados, el plan daba arranque cerrando las compuertas de agua que enfriaban las toneladas de servidores, la presión retenida inundaría las instalaciones, a partir de ahí, tenían el tiempo en contra, ya fuese porque llegara la policía, o porque la falta de enfriamiento derritiera los chips, memorias y discos que contenían los datos.

Mientras que el agua inundaba y distraía la atención de los guardias, tenían que difundir un virus a la red de datos redundantes que mantenía copias de la información más importante, el objetivo era corromper ese respaldo, para que su botín fuera el único disponible, y por ende con gran valor de mercado.

Al desarrollarse el ataque informático, los racks de cuarta clase se incendiaban con la información banal de los usuarios promedio, ellos iban por aquellos con información tan clasificada y valiosa que justificaban varios sistemas de enfriamiento.

El plan ocurría como se esperaba, los agentes de seguridad se encontraban tratando de resolver las zonas inundadas y las incendiadas, así que desbloqueados los accesos no habría problema. Conocían bien el sistema de clasificación de racks, así que tras esperar el tiempo acordado para que el virus corrompiera las copias de seguridad en servidores remotos, cada uno tomó un par de servidores, lo suficiente como para retirarse del negocio.

Siguieron la ruta de escape por los pasillos de servicio, para encontrarse con el resto en una de las salidas de emergencia. Se movían con prisa, pero cuidando la integridad de su conquista, sólo los separaba un patio de la salida que era cuidado por drones, así que ya deberían estar desactivados.

Efectivamente su plan era impecable, pero al cruzar la puerta, los cuerpos de todos sus compañeros se encontraban tirados en el suelo, inertes, los rodeaba un ejército, que no les dio la oportunidad ni de parpadear.

Los titulares de los medios de comunicación arrasaban, “terroristas de datos vuelven a secuestrar información altamente confidencial y escapan. Asesinando a todo el personal de las instalaciones.

En menos de una semana las acciones de la compañía subieron como la espuma, después de que los terroristas de datos hubieran filtrado miles de archivos que destrozaron a las empresas competidoras.

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El remordimiento – Jorge Luis Borges

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente. No me abandona. Siempre está a mi lado La sombra de haber sido un desdichado.

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Internet for the People – Ben Tarnoff

Hace unos días uno de mis residentes de gastroenterología me mandó la foto de su primogénito, varias cosas vinieron a mi cabeza, pero entre ellas, era imaginar que ese niño es poco probable que entienda un mundo como el de hace un poco más de cien años, en el que Albert Camus era infiel a su esposa y todo se documentaba en cartas escritas a mano que, tardaban semanas en llegar; o entender mi infancia, en la que, cuando salía a jugar en vacaciones, podía desaparecer toda la tarde sin que mis padres tuvieran alguna noticia de mi.

La aparición de Internet es algo que modificó para siempre la forma de entender al mundo. Por lo tanto el análisis de Ben Tarnoff es algo que, en el futuro podría considerarse un libro de texto, ya que, documenta y analiza la génesis y desarrollo de la revolución tecnológica. Enmarcándolo en el entorno económico que funge como su motor y directriz. Promueve una perspectiva alejada del absurdo romanticismo de los avances tecnológicos en Silicon Valley, y de la meritocrática infiltración de Internet en todos los aspectos de nuestra vida. Lo que si realiza es una aproximación más pragmática sobre cómo es en realidad una herramienta que nos tiene doblegados.

Tener este conocimiento es de gran ayuda, para que a través de la comprensión, podamos movernos aunque sea lento y difícil, por este pantano de mierda en el que estamos hundidos.

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Frase Robada – Anne Dofourmantelle

No siempre es dulce vivir, pero la sensación de estar vivo pide dulzura

Bonus track

 
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from Francisco Molinero

Pánico

Vivo en una casa de papel apenas separado de la furia levemente protegido del grito del espanto de la guerra.

Vivo bajo un techo transparente que no me protege y oigo los ruidos exteriores cada una de las razones falsas, falseadas, repetidas cada bomba que silba hacia un objetivo lejano cada ceguera que implanta un criterio.

Vivo en una casa de papel asustado, encogido, poco más o menos, acurrucado oyendo los tambores de marcha los engranajes poderosos el choque metálico, chirriante.

Nada me protege, ni siquiera cerrar los ojos en mi casa de papel traspasada, aniquilada, registrada, violentada, mentida, abusada, destruida.

 
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from Francisco Molinero

Recuerdos

Recuerdo tus ojos oscuros inmorales diciéndome que si y que no con la misma mirada.

Recuerdo tus labios finos que sonríen y me niegan con la misma mueca.

Recuerdo tus pechos pequeños que me atraen y me expulsan a la vez.

Recuerdo tu pubis su tacto amable, inquietante y mi deseo de él.

 
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from SoleDev en Mastodon

Historia de personaje para el juego de rol The Dresden Files. Howard es un criptomante, un talento menor capaz de descifrar cualquier código, encriptación, trampantojo o mensaje oculto.

Howard se había disociado sin darse ni cuenta. Su mente estaba flotando sobre su cuerpo mientras sus ojos se habían quedado fijos en la pantalla del escritoria que tenía un par de metros delante de él.

–- ¿Qué miras, imbécil? –- Null1@ sacó a DuckM4n, el nombre de hacker de Howard, de su ensimismamiento con su tacto y dulzura habituales. –- Ni esto no es una película ni tú eres Hugh Jackman, nadie te va a tocar tu zona especial.

Al volver a enfocar la mirada tenía a la única mujer del grupo increpándole en otra exhibición de su agresivo carácter. Howard tenía un don para descifrar códigos y encriptaciones pero las personas le descolocaban. Estaba más acostumbrado a la soledad de su habitación, donde podía quedarse embobado mirando a un punto fijo e indefinido de la pared mientras su cerebro vagaba sin rumbo.

La ropa de Null1@ decía bastante de ella: vestía principalmente de cuero, alternado con pinchos y tachuelas, además de rejillas asomando por los estudiados cortes hechos en las pocas prendas de tela que llevaba ocasionalmente. Daba la imagen de dura y agresiva, reafirmada en su arisco modo de relacionarse con cualquiera pero a la vez requería atención y que su presencia fuese percibida.

–- Lo que hagáis en vuestro tiempo libre me la suda, pero aquí el puñetero reloj sigue corriendo, ¿estamos? –- El señor Smith, un sobrenombre sin pizca de originalidad, siempre estaba presionándoles. Les pagaba muy bien pero les exigía en proporción geométrica.

Howard había encontrado el trabajo resolviendo un algoritmo, escondido en una página web a la que llegó tras descubrir un código oculto en una oferta de altavoces de segunda mano. Pensó que era una opción tan mala como cualquier otra para salir unas horas al día del sótano de la casa de sus padres. Ahora que ya no estaban necesitaba alguna razón para ir al exterior y tener un mínimo de interacción humana o al menos aire fresco.

Aquello iba de hackers haciendo lo que mejor saben hacer. A veces robaban información para chantajes, otras se colaban en redes gubernamentales para conseguir objetivos más jugosos. Los demás le tomaban por un idiota, un cerebrito con miedo a pisar la calle pero los superaba de largo a todos delante de la pantalla. Para él era fácil, como leer un libro infantil.

Un día Null1@ apareció con una revista en la mano y gritando más de lo habitual. Abrió la puerta del despacho del Señor Smith de una patada y empezó a gritarle cosas desagradables, lanzó amenazas que pretendían ser, de alguna forma sutiles, pero eran totalmente directas y finalmente gritó que dejaba el trabajo. Acto seguido se marchó.

Un rato después Howard escuchó una conversación mientras fingía uno de sus momentos de disociación. Lo que había hecho explotar a Null1@ era la noticia de una actriz joven que se había suicidado por una supuesta filtración de fotos íntimas.

Esa noche Null1@ abordó a Howard mientras esperaba el autobús para volver a casa.

–- Conocía a esa chica. — le dijo — Fue cosa nuestra, se lo hicimos nosotros.

Las lágrimas brotaban de sus ojos que ya parecían velas negras derretidas. Howard no supo reaccionar, se limitó a escuchar y acceder a dejarla que fuese a casa con él, tenía miedo de estar sola.

Preparó cena para los dos, ella seguía llorando de forma intermitente y le hablaba de su vida. Cómo fue una chica rarita en el instituto, cómo devoraba las revistas de informática y se marchó de casa a los 17 para buscarse la vida.

Finalmente se quedó dormida en el sofá. Howard la tapó con una manta y se bajó a su cama en el sótano. En mitad de la noche un golpe en la escalera le despertó. Null1@, completamente desnuda, se metió en su cama y comenzó a besarle. Casi parecía que pretendía devorarle, había ansiedad y necesidad en la forma en que apretaba sus labios contra los de Howard y en la forma que pegaba su cuerpo contra el suyo.

A la mañana siguiente ella ya no estaba.

Sin acabar de entender muy bien qué había pasado la noche anterior, Howard se puso en marcha hacia el trabajo como todas las mañanas. Poco antes de llegar pasó junto a un callejón cerrado con cordón policial e iluminado por luces azules en movimiento. Había una sábana en el suelo de la que asomaba una mano de mujer con las uñas negras y una pulsera de pinchos en la muñeca.

Algo se rompió dentro de Howard en el instante en que las piezas encajaron.

Unas semanas más tarde Howard contactó con el FBI, hizo un trato y les entregó a toda la organización. Alguien en la agencia reconoció el talento de Howard y se tomó las molestias de entrevistarlo fuera del caso para evaluar su potencial. Con su habilidad para descifrar cualquier código, encriptación o lenguaje de programación, en cuestión de semanas estaba contratado como analista.

Pero después de los primeros años empezó a notar un patrón. Sus compañeros obtenían méritos y ascensos mientras que él seguía en el mismo puesto. Era el mejor, capaz de conseguir resultados que equipos enteros no lograban pero la agencia no le promocionaba, quería exprimirle.

Igual que había hecho el Señor Smith.

Entonces Howard tomó la decisión de escapar.

Unos pocos clics en la dark web le consiguieron las pastillas, la habitación de hotel con el minibar repleto y los horarios de limpieza de las habitaciones. Tenía todo perfectamente controlado. Fue fácil, doloroso, pero fácil.

Un lavado de estómago después, Howard estaba de baja por depresión. La paga de la agencia mantenía sus necesidades cubiertas pero era el momento de hacer algo diferente por sí mismo.

 
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from SoleDev en Mastodon

Historia de personaje para el juego de rol Cazador: la venganza.

¿Qué me llevó a acabar cuidando árboles en Frafjordheiane? Te lo voy a decir: dos ojos azules como zafiros, una cabellera rubia como... como una pinta de cerveza fría y unos pech... bueno, resumiendo, una mujer. Una preciosidad nórdica que conocí en la tienda de suministros de caza y pesca que hubo toda la vida debajo de casa de mis padres. La muchacha había ido a Stonehaven como au-pair a través de una agencia para pasar el verano mejorando su inglés y conociendo Escocia.

Jodida suerte la mía que a sus amigas les apeteciese hacer un fin de semana de acampada y entrasen en la tienda a comprar suministros el mismo día que se rompió mi maldita hachuela. Joder, me preguntó por los hornillos de campaña con ese acento suyo que no me eché a reír porque tenía la mandíbula desencajada de la impresión de ver semejante valquiria sonriéndome.

Llámalo destino o llámame el hijop... ejem... más afortunado de todo el noreste de Escocia pero conseguí enlazar dos frases con algo de sentido y me enteré de dónde iban a acampar, después de eso no me costó mucho dar con la oficina de guardabosques más cercana y cobrándome algunos favores, ganados a base de pagar pintas, me aceptaron como “ayudante en prácticas” para ese fin de semana.

Un par de encontronazos en el bosque más tarde, alguna demostración de mis habilidades de supervivencia y varias botellas de cerveza fueron los ingredientes necesarios para llevarme a probar esa carne blanca como la nieve que me traía tan loco que casi me había olvidado de comprar una hachuela nueva.

Lo que no había calculado fue que al final del verano iba a estar tan enganchado de ése ángel norteño que el solo susurro de la posibilidad de irme con ella a su tierra sería suficiente para acabar viviendo en un pueblo a 30 minutos de la estación forestal de Frafjordheiane.

Dos años después éramos marido, mujer y un enorme bombo que no paraba de crecer.

Nunca tuve muy claro cuándo llegó Wolf a nuestras vidas, apareció un día meándome la rueda del coche, me siguió hasta casa y no se fue. Wolf era nuestro perro, bueno, perro lobo en realidad, una mala bestia enorme de pelo más tupido que el de mis pelotas. Berit, mi mujer, lo llamó Wolf, decía que le hacía gracia porque era lo que era y además se parecía a mi nombre, así que a veces me tocaba los coj... la moral, vacilándome con si llamaba al perro o a mi.

Pasé de cubrir bajas a tener una plaza fija en la estación forestal de Frafjordheiane, el tiempo siguió su curso y llegó la pequeña Karin, que junto con su hermana Kristin y mi mujer Berit, formaban mis propios ángeles de Charlie. Aunque en versión Noruega.

La ostia, contado así parece que tuve una vida de puto cuento de hadas... igual es que la memoria lo maquilla pero me la suda, me gusta recordarlas así. Mejor eso que revivir el último viaje a Stonehaven.

Ibamos en verano, Karin había cumplido 3 años y Kristin iba a hacer 7 en menos de un mes. Nos acercamos a ver a mis padres y queríamos ir de acampada al mismo sitio donde nos enamoramos, sensiblerías de mujeres pero bueno, con todo lo que me daba Berit en esta vida era de lo menos que podía hacer por ella.

Pasamos un par de días con mis padres y luego fuimos a acampar. Después de preparar la tienda y todo el aparataje en el que bautizamos como “nuestro claro”, dejé a las chicas preparando la cena mientras me acercaba un rato a la estación forestal a tomar una cerveza con mis antiguos compañeros para recordar viejos tiempos.

Cuando volvía hacia nuestro claro pasé por detrás de un barracón donde estaban un grupo de chavales de un colegio o algo así, según me habían dicho en la estación. Lo recuerdo porque me pareció curioso que para ser críos de entre 8 y 14 años estuviese todo tan en silencio, esos mocosos suelen armar más bulla que los hooligans en día de partido, pero no le dí mayor importancia.

Unos metros más adelante noté algo raro en el aire, un aroma como ferroso que enseguida me inundó las fosas nasales, estaba oscuro y la luz de la luna me dejaba ver lo justo para ir por el sendero sin caerme. Empecé a maldecir y saqué la linterna... joder, en maldita la hora...

En cuanto la levanté lo primero que ví delante mío fue un charco negro que primero pensé era barro pero enseguida descubrí que era sangre. Se me helaron las venas... levanté la cabeza y ví a Berit tirada y maltrecha sobre un arbusto unos 4 metros más adelante, tenía la garganta desgarrada y abierta hasta verle la tráquea. Un poco más allá por un momento todo se mantuvo en silencio pero nunca habría dado crédito a lo que ví.

Era una puta carnicería, una jodida batalla sangrienta entre críos, el mayor de ellos tendría 13 ó 14 años. Al levantar la linterna y enfocarles la luz se volvió más brillante en un intenso fogonazo que iluminó todo y entonces pude verlo... algunas de esas criaturas no eran niños... joder, eran cosas... con... forma.... joder, con forma de niño pero piel verde y las verrugas más asquerosas que has podido ver y uñas como mejillones, negras, afiladas y ensangrentadas... los... los otros niños tenían... aún hoy me parece una mala pesadilla.

Los niños de verdad tenían espadas y algunos tenían esas jodidas mazas medievales con una bola arriba y pinchos, por un momento habría jurado que alguna de las espadas incluso estaba ardiendo.

Fue algo... algo totalmente dantesco... algo... no podía creer lo que estaba viendo hasta que las ví a ellas, Karin y Kristin, la mayor había cogido una sartén y acababa de golpear a una de las criaturas verdes haciéndola girar sobre sí misma, joder fue la fracción de segundo más larga de mi vida pero juró que se me hinchó el pecho con orgullo de padre, estaba defendiendo a su hermana, y en ese momento supe que debía reaccionar.

Sentí un hormigueo subirme por el estómago, mis piernas no esperaron a mi cerebro y se lanzaron a correr hacia las niñas. Una sombra oscura me adelantó y el destello de unos dientes desmadejaron por segunda vez a la criatura que Kristin acaba de derribar.

Cuando estaba llegando a mis pequeñas extendí los brazos para coger a cada una con una mano y llevármelas a la carrera de ahí pero un peso repentino me hizo bajarlos y me desequilibró hasta el punto de tropezar y rodar por el suelo. Menos mal que un puto árbol me frenó con un latigazo ardiente por toda la espalda.

Giré sobre mi mismo incorporándome y sacudí la cabeza para descubrir que uno de esos asquerosos bichos, joder no sabía ni como llamarlos, estaba delante mio. De su boca asoman dientes mellados como los de un yonqui pero afilados y rezumando una especie de limo oscuro, denso y con olor a cloaca.

Apenas un par de metros más atrás ví el cuerpo de un niño tirado en el suelo, con la espalda ensangretada por tres cortes abiertos, largos y profundos. Volví mi atención al monstruo y me dí cuenta de 2 cosas: lo tenía casi encima y venía con la mano... garra... lo que cojones fuese que tenía, levantado por encima de la cabeza. Entre sus uñas negras y melladas como cuchillos viejos había algunos pequeños retales de la camisa de ese pobre crio.

Por el rabillo del ojo pude ver a Wolf siendo rodeado por tres de esos gremlis pelones mientras protegía a las niñas. En ese mismo momento no podía hacer nada ya que estaba a punto de ser apuñalado por un bicho salido de una película de serie B de los 90. La impotencia hizo estallar la bilis de mi estómago mientras el monstruo que tenía delante se acercaba exhibiendo una sonrisa sádica y más limo oscuro rebasaba sus dientes.

Levanté los brazos para cubrirme al tiempo que gritaba de pura frustración: “¡¡NOOOOOOOO!!”

De la garra de la criatura empiezaron a saltar chispas como aquella vez que metí papel de aluminio al microondas e impulsada por una fuerza repentina la garra salió disparada hacia atrás y el puto bicho verde iba volando a remolque mientras su cuerpo emitía pequeñas llamas azuladas.

No se cómo me convertí en el jodido centro de una explosión, todas las demás criaturas salieron también despedidas por el aire varios metros.

Durante un segundo todo fue calma y silencio, quedaban en pie unos 7 niños y otros 3 ó 4 estaban tirados en el suelo pero se movían. Recuerdo que Wolf dejó escapar un gemido canino y me miró con una expresión casi humana que parecía decir: “¿Pero qué ha sido eso?”.

Escuché a uno de los chavales decir “Es un defensor” y otro respondiendo: “Sí, pero es un adulto”.

Los niños se organizaron rápidamente y sin palabras, en los segundos siguientes cada uno de los caídos fue levantado por otro y los 3 restantes formaban en actitud de protección hacia donde habían desaparecido los bichos.

Me levanté y en dos zancadas estaba junto a Karin y Kristin, acaricié la cabeza de Wolf sin perder de vista al resto de crios ni los arbustos.

El que parecía el mayor de los chavales se acercó y me dijo con voz queda: “Vamos a nuestro barracón, venid con nosotros, es más seguro permanecer juntos. De momento.”

Miré al chaval y seguido desvié la mirada hacia mi mujer, desmadejada sobre el arbusto. Cuando volví a mirar al muchacho un instante después él hizo un leve gesto de asentimiento. Me acerqué hasta el cuerpo de Berit mientras giraba la cabeza para no perder de vista a Karin y Kristin. El jodido Wolf estaba delante de ellas, en el mismo sitio que estaba yo un momento antes y en actitud protectora otra vez. Juro que ese bicho era el hijo que nunca tuvimos.

Besé la frente fría de Berit por última vez y cogí el anillo de boda de su mano inerte. Con movimientos casi mecánicos me quité la chaqueta, la tapé con ella despidiéndome con un suspiro y una lágrima se arrastró por mi mejilla.

Al darme la vuelta me encontré con el grupo de chavales ya reunidos y mis niñas junto a sus heridos agarradas al pelaje de Wolf. Recogí mi linterna del suelo, la encendí y les seguí en silencio hasta el barracón.

De vuelta pude ver cómo rápidamente se organizaban y un par de los mayores, que según parece se habían quedado en el barracón, empezaban a atender a los heridos. Les limpiaban los cortes con desinfectante, aplicaban pomadas y ponían gasas y vendas.

Karin estaba muy callada y tan sólo se mantenía abrazada a Wolf enterrando la cara en el cuello peludo. Kristin miraba a todos lados, no parecía asustada en lo más mínimo, estaba alerta.

En las siguientes horas, las dos cayeron dormidas y hablé con algunos de los chicos mayores. Me explicaron que el mundo no es como creía y que, para mi desgracia, había sido despertado a una realidad atroz. Me costó entender cómo estaban tan seguros que lo que había sucedido no tendría ninguna repercusión en los medios, me explicaron que como mucho el periódico local escribiría una columna en la página 4 sobre una mujer atacada por un oso y poco más. Las personas normales no quieren creer que existen cosas como contra las que habíamos peleado en ese claro.

No me hablaron mucho sobre ellos, sólo que eran huérfanos, que eran como yo porque en su momento también se toparon con algún terror sobrenatural y de alguna forma descubrieron que tenían capacidades o poderes o como quieras llamarlo y que al amanecer se habrían marchado..

Los meses siguientes fueron muy duros, mis compañeros de la estación forestal de Frafjordheiane me transmitieron sus condolencias y mis jefes me comunicaron unos recortes de presupuesto que hacían innecesaria mi reincorporación. Me instalé con las niñas en casa de mis padres y según pasó el verano me dí cuenta que sin Berit y sin mi trabajo no estaba seguro de querer volver a Noruega.

Karin siguió muy callada y se sobresaltaba por casi todo, mientras que Kristin se seguía comportando casi igual que siempre excepto porque se había vuelto más agresiva y desconfiada.

A finales de verano aparecieron unos hombres con pinta de agentes del gobierno para hablar conmigo sobre lo sucedido en el bosque, “el desafortunado incidente en el que falleció su esposa” lo llamaron.

Al principio, estaba reticente, dolido por los recuerdos y nervioso, pero enseguida las preguntas que me hacían se fueron volviendo extrañas hasta que fuí consciente que esos dos tíos “sabían” acerca de lo que realmente sucedió.

Me hablaron sobre la compañía a la que representaban y me ofrecieron una entrevista de trabajo.

 
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from Cuaderno de un solo ojo

🌳 En este caso teníamos diferentes ejercicios: una mitad de la clase tenía que escribir una escena de fantasía en la que dos personajes se encuentran, y la otra mitad tenía una escena de fantasía y terror.

Aquí me imagino el primer momento de la salamandra en su nuevo cuerpo y en su nuevo mundo, encontrando a la vieja como Eldath.

He vivido tanto tiempo entre las llamas, envuelta en su luz, y he necesitado morir para sentir este calor que no quema. El calor y el brillo, y los colores. ¿Esto ha estado siempre aquí? ¿Cómo puedo no haberlo conocido antes? Tras la luz aparecen las formas, estos ojos nuevos se van acostumbrando a este mundo desconocido y, a la vez, extrañamente conocido. Nunca he visto las plantas, ni esas aves, pero sé lo que son. Poco a poco aparece una figura más, a esta sí que la conozco de antes, es ella, la vieja. Pero ahora no es una andrajosa, es perfecta y su voz suena como una melodía, o como las caricias, o como las dos cosas. No acabo de entenderla, las palabras tardan en formarse un poco más. El brillo a su alrededor no parece deshacerse y sé lo que es, sé quién es. —No, no te arrodilles. —¿Cómo no me voy a arrodillar?

#DungeonsAndDragons #Rol

 
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from Cuaderno de un solo ojo

💧 Otro ejercicio corto de clase. Teníamos que escribir una escena en la que pasase algo usando como referencia una anterior donde describíamos un mundo de fantasía.

Elegí el momento final en el que la salamandra y la vieja (Eldath) van a salir del infierno, pero las dos no tenían la mísma de idea sobre cómo iba a ir el tema.

No puedo más, no me quedan fuerzas. Las seguí porque… no sé por qué, supongo que es mi familia, que era. Las seguí, combate tras combate, protegiendo a la vieja, mientras una tras una caían mis hermanas. ¿De qué sirven ahora las palabras de una vieja loca? Debería haber acabado con ella tal como escapamos del último grupo. Aún no sé por qué no lo hice… hay algo en su voz que no te deja pensar claro. O quizás es que matarla habría sido admitir esta locura, porque es eso, una locura ¿verdad? Huyendo por el laberinto entramos a la cueva de la canción. Y efectivamente hay un lago, y una cascada, y su agua cristalina derrite la carne. No la suya, no. La de la vieja no. Sonriendo me ha dicho que la salida está tras la cascada, que me espera allí. ¡Y se ha ido! He atravesado medio Phlegethos con la vieja, visto morir a mis hermanas y ahora estoy sola ¿esperando a qué? ¿A que me encuentren y me maten? ¿A morir derretida en un lago? ¡Maldita vieja! ¡Maldita canción, maldita promesa y malditas todas! Oh, mira a la poderosa salamandra inmortal. Atrapada e indefensa y llorando de rabia. ¿Cómo he sido tan tonta? Del infierno nadie sale vivo. ¿Nosotras íbamos a ser especiales? ¡Ja! Mírate, das pena.

Tomo aire, dejo mis armas y repto hacia el lago, el agua es como deben sentir el fuego los condenados, igual es solo justo que acabe así. Partes de mi cola se van deshaciendo conforme me acerco a la cascada, de reojo veo trozos flotar entre espumarajos. Mira a la orgullosa salamandra, suicidándose. Porque es eso, un suicidio. Continúo pese al dolor porque no hay ningún sitio más al que ir, pero no me engaño, lo que consiga llegar a la cascada se quedará ahí. Perdonadme, perdonadme, mis hermanas, debí...

—Ya pensé que no venías.

#DungeonsAndDragons #Rol

 
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from Cuaderno de un solo ojo

✍️ Este fue un ejercicio que se hizo durante la clase. Todavía está sin corregir y teníamos que contar un cuento en una carta (o contar un cuento que tuviese una carta). Yo hice lo primero porque tampoco me aclaraba a cómo hacer lo segundo.

Pongo a la salamandra leyendo una carta que le ha mandado la diosa Eldath para que sepa que se van a conocer y que tiene opciones ante ese vacío que siente.

20 días antes de que me conozcas

Estimada Uuruk:

Voy a ir directa a nuestro asunto ya que no tenemos mucho tiempo: ¿Es esta la vida que quieres?

Perdona las formas, pero realmente eres tú quien no tiene mucho tiempo. Si decides que estás bien con tu vida no es necesario que hagas nada más. Tus días transcurrirán para siempre aunque nunca sepas hasta cuándo. El fuego calentará tu corazón y la sangre sellará tus dudas. Eventualmente, con los años, puede que crezcas y tu nombre, sólo, sea motivo del terror más obsceno.

Si, por el contrario, decides que algo no está bien, no tienes que saber exactamente qué, sigue a tus hermanas. Ellas encontrarán la canción, querrán seguir las pistas y, cuando llegues a la mazmorra, desvíate a la celda del fondo. No te preocupes que nadie te preguntará ni seguirá. Así tendremos un momento, tú y yo, para hablar.

No me vas a reconocer al momento y puede que te sientas algo mareada, es normal, en Phlegethos no es fácil para mi permanecer, y ya llevaré 19 días.

No te preocupes por las dudas, ya las lucharás cuando toque, en el momento querrás ayudarme sin saber por qué, por eso te escribo esta carta.

Decidas lo que decidas estará bien, quiero que lo sepas, y espero verte pronto.

Eldath.

#DungeonsAndDragons #Rol

 
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from Mi perra vida

Relato – Larga vida a Apple

Larga vida a Apple

Deben estar pensando que me volví loco. Aquellos que por haber cometido delitos de lesa humanidad en vidas pasadas y en consecuencia, en esta re-encarnación tienen el infortunio de conocerme un poco, saben muy bien que tengo una férrea aversión a los productos de la manzanita.

No negaré mi sucio pasado, en el que, cuando era muy, pero muy joven, me tocó ver en la tienda Aurrera de Miguel Angel de Quevedo en el entonces Distrito Federal, los primeros modelos que se comercializaban, en esa inocente infancia, me parecían unos equipos de cómputo hermosos, sinceramente eso lo sigo pensando. Muchos años después me enamoré de esos modelos de iMac con un chasis parecido a un viejo televisor con colores traslucidos. Durante esos años no tenía la posibilidad económica para acceder a tan estilizados productos.

Ya con cierta capacidad de compra, no así de pago, caí en las garras de su estupenda mercadotecnia y me compré uno de los primeros modelos de iPad, la cual al final regalé, no recuerdo bien porqué. Y después adquirí un iPod touch que, sólo me trajo desgracias, así que lo deseché.

Desde entonces al margen de lo bien cuidado que es su diseño de software (es decir lo que puedo putear) y un robusto hardware (es decir lo que puedo patear), me ha parecido que el precio a pagar por esos “avances” técnicos, era y es desmesurado.

En sus albores, los llamados creativos, justificaban los desorbitantes costos, dada la facilidad de uso, y mejoría en productividad, además argumentaban la inversión con una larga vida útil, sin baches ni contratiempos. Pero cuando su uso y consumo se masifica, sin la consecuente y esperada reducción de precios, me parecía abominable el costo de esa joya del diseño y la tecnología, para revisar el correo electrónico, usar el procesador de textos, y alguna hoja de cálculo; mi impresión era que sólo estaba pagando el estatus que otorgaba la marca que tan bien promocionaba el ave Fénix de inversionistas de Cupertino, Steve Jobs, al que diosito no por nada le recetó un mortal cáncer de páncreas.

En la época actual, definitivamente no comprendo porqué pagar tanto dinero, para usar herramientas de oficina y páginas de redes sociales. Sus ciegos evangelizadores aluden que la increíble velocidad, facilidad de uso que mejora su productividad y su fantástico ecosistema (nota al margen, me enerva que le digan ecosistema a un sistema cerrado, censurado y elitista de aplicaciones, la mayoría efímeras), todo esto justifican cualquier precio.

Siento falaz tal argumento ya que, ¿cómo esas ventajas lograrán eliminar la pereza que me da revisar los borradores de tesis de mis estudiantes?, que por cierto, sean escritos en la mas costosa computadora de Apple o en la más precarizada basada en Windows, padecen de los mismos males.

Lo que sí me parece de un cinismo descarado, es que sean capaces de ejecutar la famosa y destructiva obsolescencia programada. Esto es, dado que los equipos son casi indestructibles, pues entonces nos hacen creer, a través de las famosas actualizaciones, que muy rápidamente pasaron los mejores años de tan hermosas computadoras, perdiendo paulatinamente funcionalidad, sin más justificación que la avaricia de sus accionistas. Porque seamos sinceros, cómo es posible que un navegador, aplicaciones de oficina y uso de redes sociales necesiten tanto poder de cómputo actualizado.

No ahondaré en los temas de esclavitud infantil relacionados con su ensamblaje, ni en la devastación que implica obtener los materiales más raros de la tabla periódica para fabricar sus componentes. Solo mencionaré grosso modo que para producir una Macbook Air se arrojan a la atmósfera 176 kg de CO2, para compensar su efecto se requiere plantar al menos diez árboles y mantenerlos vivos durante tres años, igualmente se consumen entre 15,000 a 20,000 litros de agua.

Una vez establecido este contexto, se deben estar preguntando, ¿entonces el título de este relato es una vulgar patraña para llenarme de lectores? La realidad es que no, todo esto surgió porque quería confirmar si el hardware que pensamos es obsoleto, bajo ciertas condiciones y para ciertas tareas (tareas como para las que normalmente usamos una computadora) puede dejar de serlo, extendiendo así su vida útil.

Para cumplir tal propósito necesitaba un sujeto de experimentación. Platicando con mi hermana (a quien agradezco la donación) me comentó que su iMac retina de 27 pulgadas, con alrededor de cinco años de uso dejó de actualizarse, por lo que vendió un riñón y adquirió una nueva, así que esa pobre iMac vetusta estaba destinada a ser desechada.

Ya con un equipo que me permitiera comprobar mis hipótesis, procedí a evaluar en la praxis lo que significaba la mentada obsolescencia programada. Así que, con la computadora completamente limpia, me dispuse a echarla a andar. La primera sorpresa es que el logo de la manzana en la pantalla tardaba bastante tiempo en llevarme por fin al escritorio. Lo segundo, es que, tras actualizar el software, al querer instalar el navegador Chrome (no me critiquen por favor, era con fines científicos), me sorprendió el anuncio de que, no se podía instalar en el sistema operativo, se requería una versión más reciente, eufemismo para obligarme a adquirir un equipo más reciente. Algo similar ocurrió con Microsoft Office. Ahí detuve mi primer experimento, llegando a las siguientes consideraciones. Efectivamente el equipo se percibe lento, y aunque podía instalar algunas alternativas de navegador de Internet, daba la sensación de tener un equipo amputado, sin libertad de uso, que seguramente en los próximos meses, pedazo a pedazo perdería incluso sus funciones elementales. Lo más llamativo es que el equipo no tiene más de cinco años, es un abuso dejar de actualizarlos en un periodo tan corto de tiempo.

Primera conclusión – Es muy evidente y abusiva la obsolescencia programada.

Después de confirmar lo esperable, pasé a la acción, es decir, sustituir el multipremiado sistema operativo de Apple, y de pasada mandar a la mierda todo su ecosistema (si Steve Jobs viviera seguro le recurre el cáncer de páncreas, sólo de imaginar lo que le espera al producto de su ingenio). Para tan irreverente tarea era necesario instalarle alguna de las decenas de versiones del sistema operativo Linux. Si a alguien no le queda claro qué es el sistema operativo de su computadora, en términos elementales, es la plataforma que permite a todos los fierros trabajar adecuadamente, para poder así, instalar todo el software que necesitamos. Básicamente el mundo se divide en dos grandes continentes, el monstruoso Windows de Microsoft y el gestado en California iOS, lo que más diferencia a Linux de sus hegemónicos hermanastros, son sus fundamentos. Es un sistema operativo que puede ser utilizado por cualquiera sin pagar una licencia (aunque es buena idea hacer una donación a los desarrolladores), puede ser modificado sin pedir permiso, y su código está a la vista de todos, lo que, paradójicamente lo vuelve menos vulnerable a fallos de programación. Esto permite encontrar versiones o distribuciones, que se adaptan prácticamente a cualquier necesidad y equipo.

El problema es que su uso ha encontrado su nicho en personas entrenadas o interesadas en las tecnologías de cómputo, es decir nerds. Por lo que, en el pasado su uso estaba reservado para gurús tecnológicos. Pero desde hace años, cada vez con mas frecuencia y cada vez con más éxito, estas variantes o distribuciones de Linux son más fáciles de instalar y usar.

Así que inicié con una que fuera ligera y rápida, llamada Lubuntu, que se instaló sin problemas, las aplicaciones elementales funcionaron, pero los problemas comenzaron con la videocámara y la ejecución del software que uso para la edición del podcast. Dada mi innata impaciencia, y el tiempo limitado que contaba para el proyecto, ya que todo debe ocurrir en el marco de mi apretada y precaria vida cotidiana; decidí en lugar de buscar cómo resolver el problema, instalar otra variante de Linux, en esta ocasión el confiable Ubuntu, igualmente la instalación sin problemas, así como el software de oficina, pero persistió el problema de la videocámara y el software para la edición de audio.

Por lo que busqué alternativas más adaptadas al hardware de Apple, así dí con una tercera versión llamada Manjaro, y bajo el aforismo de “la tercera es la vencida”, aunque yo honestamente me iba a arropar en el más laxo “no hay quinto malo”, procedí a instalarla y configurarla.

Lo primero es que la velocidad de carga y ejecución de programas era sorprendentemente rápida, y se resolvieron los problemas previos, dejándome un equipo ágil y totalmente funcional. Lo único que no he logrado que funcione, es el jack de 3.5 mm para utilizar los audífonos alámbricos, pero los que se conectan por Bluetooth funcionan de maravilla.

Segunda conclusión – Se puede utilizar Linux en una iMac, y con algo de trabajo, el resultado es muy aceptable con un desempeño bastante superior al sistema operativo original.

Ahora viene el momento de la verdad, usar esta resucitada iMac, y llevarla a la realidad, este experimento está en proceso. De momento mi nube se sincroniza sin problemas, tengo todas las herramientas que necesito para trabajar, y todo este blog y su edición en audio se trabajaron en su totalidad en la renovada computadora.

Tercera conclusión – Resucitar un equipo de cómputo e instalar todas las herramientas de trabajo, es viable, gratis, ético; pero requiere mucha paciencia y algo de tiempo.

A modo de corolario, probablemente no todos quieran o puedan invertir una semana de su agenda, en este tipo de proyectos, pero antes de desechar sus equipos, vean si hay alguien que les pueda ayudar, y así darles una segunda oportunidad. Si no tienen esas posibilidades seguro algún técnico, por muy poco dinero puede hacer ese trabajo, y ayudar a que, nuestro uso de la tecnología sea racional y adecuado a las situaciones ecológicas y económicas actuales.

Finalmente, después de este proyecto, hice una resucitación de una laptop con diez años de edad, y literalmente todo fue cuestión de un par de horas de trabajo, y hoy la uso cotidianamente en el consultorio.

Así que, a pesar de Apple, larga vida a Apple.

Bonus track

 
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from Cuaderno de un solo ojo

🥸 Este es el ejercicio de la clase pasada. Había que hacer un cuento con formato de manual de instrucciones o, se aceptó, un cuento que contuviese un manual de instrucciones.

Yo quería practicar varias voces y probar a ver la historia que quiero contar desde diferentes puntos para ir encontrando… mi rollo.

En esta historia corta, la diosa Eldath se adentra en el bosque de Ashen para conseguir un texto que le va a permitir dar una nueva vida a una salamandra de Phlegethos. Y resulta que está en la biblioteca de Baba Yaga.

Anochece en Rashemen, el imponente bosque de Ashen no puede estar más tranquilo y hermoso. Nadie se atreve a entrar, mucho menos de noche, pero cómo evitar aquello que te da la vida. Mis gotas se cuelan por cualquier grieta, permean a través del barro y alimentan al sediento. No siempre son bienvenidas, pero sí agradecidas.

En el centro del bosque, en la biblioteca de una casa que camina, duerme la lectura que vengo a buscar. Se dice que nadie encuentra la casa sin permiso, pero la vida necesita agua, y qué soy yo si no el agua misma. Dentro, todo el mundo duerme. Procuro no hacer ruido, no por miedo al enfrentamiento ni por la vergüenza del asalto al hogar, sino porque todo el mundo merece la paz del descanso. Hasta la vieja Baba. Encontrar la biblioteca requiere de más paciencia. Cierro los ojos y respiro. ¡Allí! ¡En el piso de arriba! Alguien ha dejado una flor en agua. Aparezco tras la sombra de la cortina, la estancia es pequeña e inmensa a la vez. Un fuego la calienta y, enfrente, dos sillones guardan una mesita. Y la flor. Sonrío. Busco por las estanterías, mi fuente asegura que “El libro de las muertes” está aquí. Y dentro, se cree, el texto que necesita mi salamandra. ¿Cómo hará Baba para encontrar algo en este desorden? Espera, esto es la biblioteca de una saga, ¿no? Me siento en uno de los sillones, cierro los ojos y hago el gesto de abrir un libro. Para cuando abro los ojos ya puedo sentir su peso, su tacto y su olor: La muerte también lo tiene, y aunque suele disparar un rechazo innato en los vivos, es parte del ciclo. Me acomodo mientras las páginas pasan hasta el capítulo que busco: Cómo crear un ser vivo. Sí.

Cómo crear un ser vivo

Capítulo 21 de 20

21.1. Advertencias y riesgos

Saltarse a la propia vida no está exento de cierto riesgo. El precio por hacerlo puede variar, pero siempre es una parte de quien vaya a conjurar el hechizo. Además, se requiere la admisión de una responsabilidad con la nueva vida, siendo esta última, si llega el caso, acabar con el nuevo ser.

21.2. Pasos para crear un ser vivo

21.2.1. El entorno

Esta es la primera elección, de ella va a depender la naturaleza principal de la nueva vida. Entiéndase dicho entorno como el corazón de este ser. Un lugar que siempre le va a llamar y que le ancla a su propia existencia.

21.2.2. Materiales

Para crear vida se necesita vida, y esta tiene que ser dada voluntariamente: se volverá en contra si es arrebatada. Se precisa de tres bases naturales (consultar anexo final de materiales), voluntariamente cedidas, y un cuarto elemento, un núcleo, que será el motor del nuevo ser.

21.2.3. Imbuir vida

Por desgracia el hechizo no se puede escribir, tal es su poder, pero está contenido en estas palabras y desde ahora es conocido para ti. Sí, ahora sabemos quién eres y lo que quieres hacer. Una vez recitado, tendrás que esperar tres veces a la tercera luna para que la vida esté completada. Suerte, viajera.

Cierro el libro y, frente a mí, una mujer joven con una pata de gallina pintada bajo el ojo derecho sonríe. —¿Sueles entrar sin permiso en casas ajenas? —Tal como lo veo, he sido invitada —afirmo y apunto en dirección a la flor de la mesita. —Bueno, intenta no hacer ruido, no creo que quieras que madre se despierte. Ah, y mira el libro de nuevo, parece que te has dejado algo. Se levanta, recoge su sombrero y antes de salir por la puerta, se gira y dice: —Necesito saberlo, ¿te gustó la flor? —Sí, muchas gracias. Vuelvo la vista al libro y hay unas anotaciones a mano que no estaban antes:

Notas de Tasha “para todo” ;)

El aspecto infernal es dominante, no puede ser eliminado o filtrado, no del todo. Si alguno de los materiales lo lleva, o está contaminado, tendrá su reflejo físico en esta nueva vida, creo que los llaman “Tieflings” ;) La próxima flor te toca a ti, “viajera”.

Con cuidado, cierro el libro mientras desaparece, toco suavemente la flor y me fundo con las sombras. Tengo lo que vine a buscar, es hora de entrar en el infierno.

#DungeonsAndDragons #Rol

 
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from Lo necesario imposible

Bisturí y venda y bálsamo. Territorio árido para la verdad húmeda. Huevo y germen. Cuando todas las semillas pertenecen a una empresa, cuando hasta nuestros dueños tienen amo, la poesía nos señala lo que hacemos con demasiada insistencia. Tanta que a veces nos rompemos o perdemos la condición de seres capaces de hacer una voluntad por descubrir. En lo difuso suele esperar lo posible.

LOS OBSTINADOS

despeñarse garganta abajo desdecir la boca cuartel reserva descolgar los galgos de la rama despejar el tejado de carcasas de paloma desentrañar lo terso

insistimos en vivir aturdidos desde el canal horadado en la cultura repetimos la palabra sangrada hecha roca hecha astilla hecha trizas hecha para deshacernos hecha final coda puntilla peso lastre fondo zanja fosa sima

insistimos

desgañitarse de silencio destripar la historia del poso desteñir la piel extraer la atracción destapar todas las alcantarillas dejar el aguijón en el cinto

sabemos podemos tenemos derecho a un afuera a la renuncia a marcharnos a la lumbre machete en la noche a alimentar alimañas a dejarnos devorar por lo desconocido


#poesía #revisiones

 
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from DanielSanz

Ya he comentado por aquí en alguna ocasión que mi pasión desde pequeño es la literatura. Como es lógico, en un primer momento fui un devorador de todo aquello que pillase. Ya de adulto soñaba con escribir, me atreví con algún relato, cuento corto, pero nunca pasé de ahí. ¿Quién me creía yo para escribir una novela?

Hace ya un par de años dije que eso se acabó, que yo iba a escribir una novela en seis meses y punto. Lo hice y el resultado fue un desastre... pero lo hice. Unas 50.000 palabras creo que fueron.

El año pasado comencé a escribir ideas sueltas, un prólogo un día, luego un par de capítulos, los borraba, escribía otra cosa... ni tan siquiera yo sabía lo que estaba escribiendo, tan solo hacía pruebas. Al final, para diciembre creí saber lo que estaba escribiendo. Borré muchas cosas, capítulos enteros, y cambié por completo la esencia de la novela. Tuve unas primeras 70/80 páginas con cierto sentido que entregué a unos lectores cero para ver si, en esta ocasión, alguien más aparte de mí podía comprender lo que estaba escribiendo. Y bueno, no estuvo mal, dijeron que estaba bien, entretenido, que tenían ganas de saber lo que continuaba... excepto uno que me dijo que no le decía nada, que se le hacía difícil leerlo y que no le transmitía nada.

Y eso, fue una bendición.

Comencé a leer y releer lo que había escrito, pensar qué fallaba: mi lenguaje enrevesado, las transiciones, cómo mostrar el mensaje. Reescribí esos seis capítulos por completo, lo volví a leer y releer y los volví a reescribir por completo y se lo entregué de nuevo... Y esa vez sí, dijo que era más fluido y se lo leyó del tirón.

No sé qué, pero algo había aprendido.

Continué escribiendo, cuatro o cinco capítulos más y me quedé atascado, algo pasaba... Me volví a leer todo, borré capítulos, volví a reescribir y avancé otros cuatro o cinco capítulos... Y así sucesivamente: avanzo, paro, borro, añado, reescribo y al fin soy consciente de lo que estoy escribiendo, del mensaje que quiero transmitir, a dónde quiero llegar y cómo quiero llegar hasta él. Y es una sensación maravillosa.

No solo eso, sino que además por primera vez noto que soy capaz de plasmar con letras el mensaje que tengo en mi mente y que quiero hacer llegar al lector. Ahora tengo unas 250 páginas de la novela. Iluso de mí, creía que en dos o tres semanas ya terminaba y, con suerte, eso será en tres o cuatro meses.

Pero me da igual porque ahora, por primera vez, sé que lo que estoy haciendo está bien, es bueno y funciona sin necesidad de que tenga que decírmelo alguien. Hace unas semanas volví a entregar lo que tengo actualmente a los lectores cero para ratificar que voy por buen camino... y les ha encantado, tal y como yo dije que pasaría comenzaron a leer y no pararon hasta terminar... Y eso es una sensación maravillosa.

También hay aspectos clave de autoconocimiento. Escribo porque es la única forma de expresar de forma completa a través de múltiples personajes lo que siento, pienso y creo. Porque como seres humanos las cosas no son blancas o negras. La gente no es buena o mala, hay múltiples puntos de vista, necesidades. Y en una conversación eso no se puede expresar, ¿no os ha pasado alguna vez que estáis debatiendo con algún amigo y tenéis que decir tantas cosas para rebatirle que, simplemente, os quedáis sin decir nada? A mí sí, demasiadas, y esta novela es ese grito de todo aquello que siempre he querido decir y nunca he sabido cómo hacerlo.

Así que, de nuevo, toca un último empujón. Vuelvo a desaparecer durante varios meses hasta que termine la parte final... O no, a lo mejor tengo que hacerlo de nuevo en dos bloques, ya veré.

La cuestión es que, por primera vez, puedo concentrarme al cien por cien en lo que estoy haciendo, puedo pegarme horas enteras escribiendo, pensando, leyendo concentrado en mi proyecto y es una sensación maravillosa que jamás había experimentado.

Tengo 46 años, he leído miles de libros, decenas de ellos sobre cómo aprender a escribir una novela. Jamás he aprendido nada sobre cómo hacerlo. Lo único que realmente me ha ayudado a aprender a escribir es necesitar hacerlo.

 
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from My Favorite Things

#Dia del trabajo

Ser camarera y que te miren el culo solo porque lleves unos pantalones un poco ajustados.

Hoy es Primero de mayo, Día del Trabajo y los borrachos me miran el culo, me miran las piernas, me miran las tetas.

Llevo ya así un buen rato, casi desde que empecé mi turno. Mi jefe me mira desde la puerta como diciendo: mejor no digas nada, estamos haciendo una buena caja, mientras da una calada al cigarro.

Me pagan una mierda y no puedo hacer otra cosa salvo mirar para abajo en dirección a la bandeja, donde sirvo tristes gintonics o cosas peores, tratando de no perder el equilibrio mental y físico.

Que sepas que los pantalones que llevo son del Primark porque no me puedo permitir otros, y casi siempre son los mismos.

Pero sí, me quedan que te cagas.

Anochece y casi no queda nadie en las mesas de la terraza: solo ese grupo de borrachos que no deja de mirarme y de pedir más y más. Estoy excediendo de sobra mi horario de trabajo.

Vamos a apagar las luces del bar porque ya no hay nadie, les digo.

Hay uno de ellos bastante guapo. Es uno de los que más me mira, de arriba a abajo. Se queda solo. Sus amigos se han ido a otro sitio, seguramente a seguir hablando de cómo se integran las islas en sus cocinas nuevas o de cómo instalar los puntos de luz en sus habitaciones.

Voy y le muestro la cuenta:

Chico, vamos a cerrar, lo tuyo son 27,50.

El resto está pagado.

Le guiño un ojo. No sé por qué lo hago. Quizá es un tic.

O un toc.

Gracias guapa, me sonríe de forma amable y seductora. ¿Puedo preguntarte dónde vas ahora?

Me sigue mirando: esta vez a las tetas, y eso que las tengo pequeñas, casi invisibles.

Le digo que me tengo que ir a casa, que mañana trabajo otra vez muy temprano. Me mira las piernas, otra vez. Las tengo hinchadas, doce horas de pie no son ninguna fiesta.

Le digo que si le apetece pasar dentro un momento .

Ya no queda nadie, ni el cabrón de mi jefe.

Está todo oscuro, apenas algo de penumbra, las luces de emergencia y algunas luces de las alarmas que parpadean

Miro su cara de cerca: es muy guapo y tiene ojos verdes, el pelo rubio y media melena. No tiene cara de mala persona.

Miro debajo de la barra. Hay un cuchillo de los que usamos para cortar jamón.

Le cojo de la cara, le miro, le doy un beso y le rebano el cuello.

Sangra rápidamente con pequeñas gotas de esperma, soberbia y estupor.

Lo recogeré todo con calma mañana, cuando tenga que abrir de nuevo la verja a las ocho de la mañana.

Feliz Día del Trabajo.

 
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