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Aliment Trans/No binari

El meu esperit trans/no binari s’alimenta de solidaritat amb altres opressions. Em lliuro a la interseccionalitat que demano per a mi. El meu queer es fa fort quan lluito amb germanis racialitzadis, quan lluito contra lleis de migració, quan lluito pels drets de treballadoris de la llar. M’allunyo de mi mateixa i em llevo importància. Això m’enforteix davant de l’enemic. Soc part d’una matriu revolucionària. Les meves lluites es nodreixen d’altres tan importants com la meva.

 
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from Lo necesario imposible

Lo primero los falsos dilemas morales, esas exposiciones de supuestos atolladeros en los que se pone en jaque toda nuestra forma de vivir sin mencionar siquiera que lo nuestro no tiene que ser lo mejor y lo único. Cuidarse hoy es desertar de la carrera constante, de la presencia espectral en todos los sitios. Ayudarnos a descreer de la solidez de lo que dice venir a solucionarte la vida y que no es más que toneladas de pladur, discursos regurgitados y cinismo ilustrado para que no nos salgamos de nuestro papel de bestia de carga fungible.

Cuidarse es huir de las gentes, lugares, tiempos y discursos que nos quieren mantener rígidos y timoratos, convencernos de que nada hay fuera, solo monstruos.

Me quedo con el meme de tirar para el bosque, perderse en él y convertirnos precisamente en esos monstruos con los que pretenden aplacar nuestra curiosidad y la evidencia de que la realidad ha saltado por los aires.

OMELAS

en la labor de abandonar los terrenos baldíos repletos de escorzos sobrevive un miedo ancestro a tomar el camino equivocado

pero no perdemos el rostro sino la costra cuando dejamos Omelas atrás sus calles pulidas de oro promesas fanfarrias confeti pan que cruje de vida no hay resta en desertar de lo muy feliz que se aferra al cielo con tensores de espuma de la sospecha hueso quiste vómito sin sendero alivio huir del sótano donde se tortura al único corazón noble no es una derrota

por mucho que te escueza la historia de la costumbre sobre la piel mansa y ciudadana no se malgasta la existencia si es espectro sostenido por la ley de servidumbre

nada queda en las ciudades perfectas para aquel que descubre la catacumba y contempla con su propio pecho el horror que da cuerda a la alegría en superficie

la vida comienza en el desierto en el casi en la punta en la intuición que se escurre por la barbilla en la gota que retumba contra el suelo del primer refugio sin condiciones

en el regazo que no comprende se dibuja benévola la loma que nos muestra todas las direcciones posibles

por la puerta trasera sin prestigio en silencio portando los carteles asignados por las lenguas que se quedan ratas rotos renegados

desertar de la masacre creer en dioses sin fama saborear el aire que aún no ha sido mancillado por traiciones


#poesía #revisiones

 
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from Mi perra vida

Relato – Superman ha muerto | Poema – En la pirámide – David Huerta | Reseña – Mandíbula – Mónica Ojeda | Frase Robada – Carlos Alvahuante | Bonus track

Superman ha muerto

Las primeras planas de todos los periódicos y revistas publicaron la foto, por supuesto absolutamente todas las redes sociales desbordaban por la noticia.

Tras casi dos años de una inexplicable ausencia, que inicialmente asumieron al fracaso de su última película, por fin aparecía Superman. El escándalo era mayúsculo, apenas reconocible, el otrora hombre arquetípico de la nación que lo acogió, se le veía con una barba rala de semanas, emaciado, lo que le confería un aspecto tétrico a su piel grisácea. El cuadro remataba con el súper héroe tirado en el suelo con un torniquete en el brazo y una jeringa colgando de su vena.

Sus nuevos patrones estaban más que satisfechos por la pólvora mediática que habían regado alrededor de la mayor marca registrada de sus odiados y amados socios comerciales. La conmoción había alcanzado las altas esferas de la casa blanca, y tal como se esperaba, su principal inquilino en otro de sus pueriles arrebatos, escribió en su red social que, dado que Superman no había nacido en la tierra de la libertad, y dado que su comportamiento va en contra de los valores de tan elevada sociedad, se le revocaba su residencia, y se le impedía su estancia en el país que tanto le había dado. Ahora que el súper hombre perdía el amparo de sus antes protegidos, sus jefes en el lado mexicano de la frontera tenían luz verde.

Apenas habían dado los resultados que confirmaban su reelección, y contraviniendo todos los consejos, el próximo presidente decidió organizar una fiesta “como en los viejos tiempos”. Tras las fotos de protocolo con magnates tecnológicos y su prefabricada familia, tal como si supiera de memoria la lista de Epstein, se encargó de invitar a sus socios reales a una mansión que no se sabía bien a quién pertenecía, pero se rumoraba que era del capo del monopólico cartel que, una vez cruzando el Río Bravo, se encargaba de la distribución y venta de los principales bienes ilegales: drogas, piedras preciosas y seres humanos.

Lideres demócratas y republicanos, millonarios de todas las industrias, terratenientes que fuera de esas paredes cruzaban guerras intestinas por el territorio, aquí brindaban cordialmente por el brillante futuro de los que negociaban al margen de tratados comerciales con el recién elegido presidente. Si eso no fuera suficiente motivo de euforia, el rumor de que Superman sería el invitado especial de tal festejo, le confería a la celebración mayor entusiasmo.

Antes de su esperada aparición, el super invitado estaba en una de las estancias de la mansión que el reelegido presidente había dispuesto para platicar con él, el cual ademas de insistir en la importancia de hacer renacer a la nación que le había dado abrigo y fama; le pareció prudente explicarle la naturaleza de la gala y lo que ahí vería, para evitar sin sabores. Al término de la conversación y antes de dirigirse al salón principal donde los esperaban, conminó al súper héroe a inhalar cocaína para ir poniéndose en ambiente, Superman se negó en automático, pero cuando observó a su anfitrión hacerlo dos veces seguidas con bastante maestría, se animó a dar ese paso.

Ya con la euforia y excitación al límite, el hasta entonces aburrido y puritano Superman fue el alma de la fiesta. Todo cuanto le ofrecieron aceptaba, incluso se percató de que la estandarizada heterosexualidad que se autoimponía como Clark Kent, le había impedido explorar facetas más innovadoras del placer erótico.

Las palmas de su debut en sociedad, fue el concurso de inhaladas, en la que le arrebató el campeonato que por décadas había detentado su anfitrión, ya que no contaban con el hecho de que así como su súper aliento podía apagar hectáreas de incendios como si fueran las velas de un pastel, el fenómeno inverso le permitió inhalar cantidades ingentes de cocaína, lo cual también dio fin a la fiesta, ya que se terminó hasta las reservas que hubieran servido para sobrevivir hasta el fin del mundo, y a él lo dejaron girando alrededor del globo terráqueo por un par de días continuos, alterando las corrientes de aire y ocasionando destrozos mundiales por tifones y huracanes nunca vistos, pero fuera de eso, el festejo por hacer grande a la nación otra vez había sido un éxito.

Grandes negocios se forjaban en tales eventos y para Superman no fue la excepción, algunos días después, y bajo su disfraz de Clark Kent, recibió un mensaje de texto de sus amigos mexicanos. Lo invitaban a una carne asada, le explicaron que era como la fiesta donde se conocieron, pero más divertida, querían proponerle un negocio.

A las pocas semanas, los sábados por la mañana Superman transportaba materias primas de un lado al otro del mundo, llenaba almacenes fastuosos en la tierra de la libertad, lo suficiente para abastecer el mercado por años, en los cuatro sábados del primer mes de su acuerdo comercial habían movido toda la droga de un año, sin inconvenientes, sin sangre de por medio, y con mejores márgenes de ganancia al no sobornar a centenas de gobernantes alrededor del mundo. El negocio había cambiado radicalmente y lo controlaban ellos.

El nuevo modelo de negocio también tenía sus retos, abastecer el súper consumo de Superman no era tarea fácil, y conforme la adicción aumentaba era físicamente imposible darle abasto. Así que viendo este reto como área de oportunidad, sus químicos comenzaron a trabajar en formulaciones que sólo alguien de otro planeta toleraría sin morir, ya que multiplicaban por miles su potencia, así una raya que Superman inhalaba como un ser humano convencional, era suficiente para abastecer a varios miles de clientes por semanas. Habían logrado una formulación tan potente que uno o dos gramos podrían diluirlo para tener incontables dosis, facilitando su comercialización; pensando en el momento en que su nuevo socio ya no les fuera de utilidad, lo cual sabían que iba a ocurrir tarde o temprano.

Durante casi un año, la asociación de Superman con el cartel mexicano había sido un éxito. Al tener abastecimiento en niveles máximos, los distribuidores lograron bajar los costos y aumentar la oferta, democratizando su consumo que se triplicó.

Sin embargo el ahora presidente veía como sus ingresos en sobornos habían bajado drásticamente, y cuando el servicio secreto le informó del trabajo de fin de semana de Superman, se enfureció tanto que le marcó de inmediato a la presidenta mexicana, para que pusiera orden en su casa o se atenía a las consecuencias, a lo que como siempre, la presidenta obedeció y le marcó a los empresarios de la frontera en el lado mexicano, para que arreglaran ese asunto cuanto antes.

Los jefes del cartel, como siempre, ya tenían todo contemplado, no necesitaban más a Superman, la nueva formulación que desarrollaron ex profeso les abriría nuevos canales de distribución, y con el dinero que se ahorrarían en alimentarle el súper vicio al socio, el balance sería, como siempre, muy positivo.

Superman ya se había habituado a inyectarse todos los sábados por la tarde, después de cumplir sus diligencias. Así que administrarle una nueva fórmula no fue tarea difícil, la inclusión de dosis pequeñas de kryptonita que le llegaban directamente al torrente sanguíneo lo dejaban dócil como un gatito recién alimentado, mientras experimentaba las reacciones más extrañas de toda su inmortalidad. La tercera dosis de ese sábado de trabajo, tenía una cantidad excesivamente alta de kryptonita, así cuando perdió el conocimiento tomaron la foto que recorría el mundo, y cuando el súper corazón no toleró más la sustancia que lo envenenaba, ocurrió lo inimaginable, Superman murió.

Los periodistas y agencias de gobierno se encargaron de destrozar su imagen ante la sociedad, y los coyotes despedazaron su cadáver al encontrarlo abandonado en el desierto fronterizo.

Y, como siempre, vivieron felices para siempre.

En la pirámide – David Huerta

El vértigo de las alturas lo envolvió: punzadas en las corvas, cosquilleos, un velo sedoso de mareo. Estaba en la punta de la pirámide; el ascenso había sido laborioso; el sobrepeso lo atormentó minuciosamente en cada escalón. Se miró la punta de los zapatos; luego examinó sus manos, sucias de polvo y del sudor que le había goteado del rostro. No quería mirar alrededor ni mucho menos las alturas, diáfanas y azules, de ese mediodía deslumbrante. Sabía perfectamente lo que le sucedería: el vértigo lo doblaría al punto del desmayo. Un susurro apenas oíble lo distrajo. Pensó en una hoja desprendida de los árboles que veía en esos momentos allá abajo. Pero no era una hoja: era un colibrí. El diminuto pájaro estaba a menos de un metro de su cara y parecía verlo directamente a los ojos. “Imposible”, pensó; “estoy soñando.” La microscópica voz del ave le dijo que sí, que estaba soñando. Que no era ese hombre, obeso y acezante, que casi se había odiado a sí mismo durante los agónicos, interminables minutos del ascenso. Que era alguien diferente. Alguien con responsabilidades sublimes. Dejó de escuchar al colibrí y miró hacia lo alto, hacia el sol rojo de sangre, y sintió en la mano el volumen afilado de la obsidiana y descubrió alrededor, en medio de un temblor de miedo, los rostros de los vencidos.

Mandíbula – Mónica Ojeda

Al perro más flaco se le cargan más las pulgas, decimos para referirnos a que al mas desprotegido le tocan más los palos, y en Mandíbula, la autora nos lleva por el camino de una maestra que, es pateada primero y figurativamente por su madre y luego de manera carnal por sus alumnas, hasta que un día cansada del acoso, decide tomar cartas en el asunto y así da inicio la novela. A través de personajes que inicialmente son arquetípicos de los extremos socioeconómicos de una sociedad altamente castiza, se representan las injusticias históricamente impostadas, donde ademas de la maldad, se muestra una complejidad que me parece fantasiosa, cayendo así en el realismo mágico moderno. Ya que las alumnas malditas de un colegio profundamente elitista del opus dei, una perogrullada, se acercan a un misticismo sustentado en la literatura.

En tales circunstancias las situaciones y sus personajes son complejos y juegan constantemente con los límites materiales e intangibles, insertándonos en una fantasía oscura.

Esta novela solo me hace aumentar mi admiración para los docentes que lidian con adolescentes, algo así como trabajar al borde del precipicio.

Frase robada – Carlos Alvahuante

Caigo en las garras de uno de los enemigos más insidiosos que puedan tener las personas de mi edad: el hubiera.

Bonus track

 
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from LaCar

Nosaltres al menys sabem el que no som.

És molt important que les persones trans o no binàries no li donem massa importància a la ignorància de la gent que ens tracta de forma indeguda. Ningú sap el que és, nosaltres almenys sabem el què no som, perquè el món és una infinitud de maneres de ser i la societat blanca colonial capitalista heteropatriarcal només té nom per a algunes maneres de ser, i fins i tot d’aquestes maneres la majoria són una impostura sense cap autenticitat.

 
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from LaCar

A la nació que construirem.

A la nació que construirem, per aconseguir i mantenir la ciutadania, S'EXIGIRÀ amb rigor un examen periòdic de compassió, un altre d'empatia, un d'honestedat i un altre d'amor al proïsme. No importarà si l'aplicant és d'un lloc geogràfic o d'un altre, ni quina llengua parli, ni el gènere, ni el sexe, ni la religió, ni moltes coses més.

 
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from Retales, por @editora


Estos últimos días Marcos (@euklidiadas), ha estado publicando en su cuenta de Mastodon varios hilos interesantísimos sobre infancia, urbanismo y relaciones vecinales. Como su contenido tiene Licencia CC BY 4.0 recopilo aquí uno de ellos en formato post, a modo de archivo, para que no se pierda en el timeline de Mastodon.

Otro de esos hilos está recopilado en un post de otro blog: La gran perdedora


«Prohibido jugar»

Autor: @euklidiadas@masto.es Toot original: https://masto.es/@euklidiadas/114937516232897902 Fecha: 29 de julio de 2025

Las plazas están repletas de carteles de “PROHIBIDO JUGAR”, no se puede correr por las áreas peatonales y las pocas aceras de que disponíamos en las que la estancia era viable han sido transformadas en terrazas donde no poder estar si no se consume.

Lo más curioso es que, al mismo tiempo que sabemos que aquellas familias que permiten jugar a sus niños y niñas en la calle se sienten más conectados a sus vecinos y vecinas —un tipo de resiliencia que ha caracterizado los asentamientos humanos desde nuestros primeros intentos por convivir colaborando— estamos creando sociedades individualistas y completamente fraccionadas.

Algo tan básico como permitir el juego infantil en una plaza puede ser el primer ladrillo con el que erigir la ciudad de los cuidados. Y es que tiene sentido trabajar por tejer estas redes. Si un día mi vecina me llama y me pide que me haga cargo de su pequeña, mi respuesta será afirmativa. Compartimos pasillo, comidas, consejos domésticos y movilidad en bicicleta por la ciudad y nos llevamos muy bien, gracias en parte a que ambos hogares hemos propiciado encuentros que apuntalan estos lazos supra-familiares.

Históricamente, no ha existido problema con dejar a los hijos e hijas de varias familias a cargo de un responsable provisonal que podía ser un vecino, un familiar o algún otro progenitor del bloque, del barrio o del colegio. Es más, algunas de las personas que leéis esto recordaréis haber pasado tiempo a cargo de algún tendero de barrio con el que vuestra familia tenía buena relación. Esta forma de confianza se ha erosionado durante las últimas décadas, en parte derivado de la falta de espacios comunes en los que hacer vida, de terceros lugares adaptados a todas las edades y capacidades, y con su desgaste hemos perdido la capacidad de tejer lazos entre vecinos y vecinas.

Recuperar los espacios de juego libre y no reglado en nuestros barrios no es la panacea, pero es sin lugar a duda uno de los puntos de acción más importantes. Y eso exige tirar algunas vallas, plantar algunas sombras, invertir en columpios abiertos que no obliguen a determinado tipo de juego específico, recuperar espacio destinado a estacionamiento, y fomentar la estancia multigeneracional, entre otros elementos.

Esta última propuesta es probablemente la más significativa cuando se analiza el espacio público destinado al ocio sin pagar. Disponemos de parques infantiles vallados de todo lo demás, de elementos para ejercitar a la tercera edad completamente aislados del resto de actividades (y a menudo bajo el yugo de los elementos, que también hay que señalar esto), de parques de calistenia para deportistas que no se tocan ni con las áreas infantiles ni con las áreas para mayores, de plazas en las que el juego está prohibido, de entornos con bancos en los que ninguna de las otras actividades se permite.

Hemos diseñado un tipo de urbanismo que fragmenta actividades por diseño, ¿y nos sorprende que nos estemos volviendo más individualistas? Tenemos canchas deportivas con canastas y porterías pero sin apenas gradas desde las que mirar, haciendo difícil que quienes no quieran participar del juego activo puedan acompañar de otros modos. Hacer deporte al lado del juego infantil de tu hijo o hija es prácticamente imposible, participar en su juego de forma activa también es difícil. Los abuelos y las abuelas no pueden pedalear sentados en sus asientos adaptados mientras cuidan de sus nietos y nietas porque ambas actividades están completamente separadas. Es difícil acudir a leer a un parque con tus padres mayores porque allí donde ellos tienen equipación para el ejercicio ligero no hay bancos, ni siquiera un arenero infantil.

Lo que sí tenemos es individualismo por diseño: o juega el pequeño, o juegas tú, o juegan tus padres, pero nada de actividades multigeneracionales, nada de hablar con cualquier otro colectivo y, si me apuras, con ninguna otra persona. Hasta los bancos para familiares se ubican alejados unos de otros, haciendo más difícil todavía cualquier tipo de conversación intrascendente sobre el tiempo, semilla a su vez de futuras amistades de barrio.

El juego no es simplemente un momento de ocio y esparcimiento; es un laboratorio fundamental para el desarrollo de la libertad y la experimentación social. Cuando los niños y niñas juegan, no solo ocupan el espacio y manipulan objetos de formas innovadoras, sino que también forjan sus propias normas, las negocian y debaten entre ellos. Se asignan roles, exploran los límites de la autoridad y ponen a prueba nociones elementales de justicia.

(Gracias, @JanaDelBosco por las palabras que te robo)

En otras palabras, el juego trasciende la mera creación de amistades e historias; es una inmersión profunda en el tejido mismo de la socialidad que incluye incluye pelotas que ruedan fuera de las lindes de un campo imaginario, conversaciones aleatorias e inesperadas con transeúntes, manipulación y movimiento de objetos. Sin embargo, esta valiosa oportunidad de aprendizaje se ve sesgada cuando la presencia constante de los adultos y sus dictados sobre lo que se debe hacer o lo que es justo, cercenan un espacio crucial para el desarrollo de la creatividad, la autonomía y la socialidad infantil.

La intervención excesiva, aunque bienintencionada, priva a los más pequeños de la posibilidad de experimentar por sí mismos con las complejidades de la interacción humana y de construir sus propias herramientas para navegar el mundo social.

 
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from Mi perra vida

Relato – Sin derecho al olvido | Poema – Tendrá que ser así – Elvira Sastre | Reseña – Radicalizado – Cory Doctorow | Frase Robada – Audre Lorde | Bonus track

Sin derecho al olvido

Cuando uno de sus amigos le entregó un pedazo de papel con una dirección web, Roberto sabía que era lo que llevaba meses buscando. No se podían arriesgar a transmitir por ningún medio digital esa información, el riesgo era muy grande, esperó a que su amigo saliera del sanitario y luego, tras guardarlo en la bolsa del pantalón regresó también a la fiesta y durante toda la noche ni siquiera cruzaron la mirada.

El sol del medio día, la resaca del alcohol y el nerviosismo por el contenido del papel doblado lo sacaron de la cama. No le sorprendió que el sitio web terminara con .onion en lugar del conocido .com, cuando había tomado la determinación, sabía que algunos riesgos debía correr y entrar por primera vez a la dark web sería el primer paso. Mientras instalaba el navegador Tor y seguía otros consejos que la IA le había sugerido para tratar de mantenerse en el margen seguro de la ley, seguía pensando en sus padres, si aún estuvieran vivos no sabría si avergonzarse por lo que estaba planeando hacer, o reclamarles por haber tomado una decisión que hoy lo tiene hundido en la desesperación.

Apenas se enteraron de que estaban embarazados, cambiaron sus planes de viajar por el mundo, todos sus esfuerzos se vertieron en su futuro hijo, así que tras discutirlo decidieron hipotecar el resto de sus vidas y bienes, para que le realizaran una microcirugía cerebral y le colocaran un diminuto chip, que le daría almacenamiento casi infinito a todo lo que sus sentidos percibieran y una IA que le permitiera acceder y manejar esa información a la misma velocidad que su cerebro biológico. A todos los que pudieran pagar tal privilegio tecnológico las cosas les serían más fáciles, el seguimiento de todos esos niños mostraba que, lograban mejores posiciones laborales, académicas y económicas; así que el esfuerzo de sus padres valdría la pena, aunque con el entusiasmo nunca pensaron que las cosas fueran a salir mal.

Roberto y su novia salieron de una larga cena con muchas copas de mas, pero la conducción autónoma de su auto les permitiría llegar a su departamento. El preámbulo de lo que deseaban concluir en la cama y el estado de ebriedad, les impidió darse cuenta de que cruzaban vecindarios que estaban muy alejados de la exclusiva zona en la que Roberto tenía su pent house. Al intentar morderle el lóbulo de la oreja casi se ahoga al tragarse el arete de su novia, después de reírse del accidente casi fatal se percataron de que no estaban por el camino correcto, desde ese momento y para siempre el terror lo había invadido.

El auto hackeado los llevó hasta una bodega abandonada, donde los secuestradores se encargaron de torturar a Roberto para que les entregara información bancaria y confidencial de la empresa para la que trabajaba.

-Si te niegas, te matamos y te sacamos el puto chip de la cabeza, pero somos seres racionales, no nos gusta la sangre- mintieron.

Cuando los golpes no funcionaron, violaron y mataron a su novia frente a sus propios ojos. El olor a sangre y orina, los gritos y las risas de sus asesinos se almacenaron íntegramente en el chip. Roberto les entregó toda la información que le pedían, y la comprobaban en tiempo real con las computadoras que tenían instaladas en la bodega. Al terminar de obtener toda la información de la empresa en la que Roberto era el consejero delegado, le dispararon a la cabeza y al pecho, desinstalaron todo y se fueron.

Milagrosamente lo encontró la policía cuando la alarma de su auto indicó una permanencia inusual fuera de sus rutas conocidas. Pero más milagroso fue que lograran salvarle la vida, la bala alojada en el cerebro se la tuvieron que dejar, a su paso le afectó estructuras que le alteraron de manera importante la movilidad y una parte indeterminada de su memoria se había ido para siempre, lo cual no les preocupaba a los médicos, ya que cuando vieron que tenía un chip de IA, sabían que eso sustituiría todos los recuerdos.

La fisioterapia y su juventud hicieron maravillas, ya que después de mucho trabajo apenas tenía un pequeño retraso en el pie izquierdo al caminar. Tal como lo habían pronosticado, el chip se encargó de regresarlo a las grandes ligas de la empresa, ya que el pedazo de plomo alojado en su cabeza no le había dejado ninguna secuela, o casi ninguna.

Roberto se sintió afortunado de tener el chip, todo lo que necesitaba estaba ahí, como si nunca hubiera pasado nada, el acceso a la información estaba íntegro. Pero de manera desafortunada advirtió una secuela, no podía ocultar información, evitar evocarla, sencillamente no podía olvidar, ni siquiera matizar sus recuerdos. Cuando uno de sus amigos tocó el tema del secuestro, el chip sin ningún freno por parte de sus lesionadas estructuras cerebrales le hicieron revivirlo, tanto como si fuera real, con todos sus sentidos, en esa ocasión terminó en la sala de urgencias con una crisis nerviosa que no se apagó hasta que lo sedaron. Había perdido la capacidad de olvidar, lo cual se confirmó cuando ni psicoterapia, ni psicofármacos podían ayudarlo. Así que cuando accidentalmente algún desconocido o información en redes sociales hacían referencia al plagio, Roberto caía en una crisis en la que revivía segundo a segundo hasta el momento previo en la que la bala se acerca a su cabeza. Había perdido el control de su vida.

Cuando por fin logró entrar a la dirección escrita en el papel, le sorprendió que lejos de algo lúgubre, sucio, oscuro; era un sitio limpio, minimalista, donde con lenguaje sensible se explicaba el proceso, se le invitaba reconsiderar la decisión que lo había llevado hasta ahí, incluso tenían una línea de apoyo gratuita la cual Roberto marcó solo por morbo, él ya había tomado su sentencia, y para su sorpresa lo primero que le respondió no fue un menú guiado por IA, sino un psicólogo que lo escuchó e intentó ayudar. Al continuar por el proceso de contratación del servicio tuvo problemas para pagar con criptomonedas, igualmente llamó a la línea de soporte, donde otra persona se encargó de guiarlo hasta que la transacción fue realizada con éxito.

Al cerrar el navegador Tor todo estaba decidido, Roberto sintió desahogo no sólo por su decisión, sino porque lo que pensó sería algo lóbrego, fuera una de las experiencias más humanas que había percibido en décadas.

Un par de días después la empresa donde trabajaba Roberto publicó una esquela informando del asesinato de su consejero delegado. Las investigaciones mostraban a un sujeto entrando a su departamento en situaciones sospechosas, ya que no se mostraban datos de violencia, ni robo. Únicamente a la víctima con un disparo certero en medio de los ojos.

Tendrá que ser así – Elvira Sastre

Terminarnos es tan peligroso -y difícil- como despertar a un sonámbulo que cree que puede volar y sale a la calle a buscar un puente que le recuerde a todas las cosas que nunca pudieron ser para que sean. O le despiertas y muere, o se tira y vuela solo dentro de su sueños -al fin y al cabo, los sonámbulos son los únicos dispuestos a morir por sus sueños-. Cómo explicártelo: solo supimos volar porque una sostenía a la otra. Pero ahora nos hemos soltado la mano porque nos quedamos sin dedos para contar las heridas que nos estábamos causando, y aún no sé qué pesa más: el cansancio de una mano vacía o el apoyo de una palma que no puede tocarte -en ese hueco que separaba nuestras bocas y que era lo único que nos unía, lo único que nos huía, dejé escritos cien poemas, es decir, cien formas de morir-.

Te confesaré algo: todas las veces que nos gritamos al oído y sin cuidado que tú y yo nunca tendríamos final no existen.

Existes tú en la medida que existe mi dolor y mi poesía y estas ganas de ser lo que no soy. Existo yo en la medida que existe tu tristeza y tus monstruos y esas ganas de beberte tus heridas. Pero, mi amor, tú y yo juntas solo somos ganas, intentos en vano, pusilanimidad disfrazada de una noche valiente, un vicio insano a rechazar la felicidad, dos cobardes muertas de miedo que en una paradoja vomitiva se esconden debajo de la cama para alimentar a sus monstruos, el retrato de una rutina atragantada en un conformismo infiel y barato, una verdad que pierde la vez cuando abrimos la boca para mentirnos y poder seguir esperándonos como se esperan lo que se engañan: con palabras.

Sí, mi amor, lo sé, sé que nos miramos a los ojos una vez, y fue ahí cuando nos vimos, cuando fuimos, cuando nos volvimos verdad por un instante que, aunque pequeño, arrasó con todas las mentiras por ser el único. Pero dime de qué vale una vez si lo que tú y yo queríamos eran cientos y no fuimos capaces ni de sumar tus dedos a los míos, ni de mirarnos rozándonos la nariz, ni de cruzar la ciudad de noche por un beso -sigo pensando que menos mal que no nos conocimos, hubiéramos roto al mundo de amor, estoy segura, y este planeta no está hecho para morir así-.

Hemos tenido que borrarnos para descubrir que, al final, como las grandes historias, solo fuimos palabras.

Será esta necesidad tan tuya y tan mía de llenar cada espacio de literatura para vivir atrapadas en amores que no pueden ser escritos.

Tendrá que ser así, mi amor: tu desapareciendo de los poemas y yo desapareciendo de las canciones.

Radicalizado – Cory Doctorow

Existió una época en la que los límites del poder eran tajantes, incluso razonablemente francos, hoy parece que cada movimiento, cada decisión nimia está embebida en el interés y beneficio ajeno, y no pocas veces afectando a alguien más o promoviendo en alguna medida el ecocidio.

Pues en cuatro relatos Cory Doctorow aborda problemáticas muy interesantes. Temas como la salud, donde el protagonista se interna en foros web oscuros sobre gente que afectada por las aseguradoras busca cobrar venganza a través de atentados. El cinismo de empresas y gobiernos que le exprimen hasta el último peso a los menos beneficiados, con reglas absurdas que les determinan hasta el pan que pueden comer. Hasta dos historias antagónicas en las que, hasta el súper héroe más prototípico del norte global es visto como un extranjero y en consecuencia como un peligro, solamente por intentar salir de la hegemonía burocrática que busca perpetuarse; y de ahí al extremo de un pudrimillonario que cree que su dinero lo va salvar de una crisis humanitaria.

Todas estas historias son adictivas, simples estilísticamente, pero profundas y contundentes en sus mensajes. Aunque creo que será acogida desde diversas perspectivas, incluso aquella en la que se vea como un futuro lejano. Pero de una vez les advierto que son peligrosamente contemporáneas.

Frase robada – Audre Lorde

Lo erótico es un espacio entre la incipiente conciencia del propio ser y el caso de los sentimientos más fuertes.

Bonus track

 
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from Lo necesario imposible

Esto que parece haberse convertido casi en un mantra que repiten hasta vaciarlo de sentido algunos gurús espabilaos, es en realidad una verdad contundente, que pesa, que puede experimentarse a poco que salgamos de la inercia hiperverídica de nuestras vidas.

El cuerpo sabe, el cuerpo se queja, el cuerpo señala, no abandonemos el cuerpo, dejemos que sus dolores nos adviertan, fundemos sobre sus gañidos y crujidos, sobre sus balbuceos, un nuevo pueblo en mitad de la extrañeza.

Cuando cesa el trabajo esclavo, asalariado, el que nos dicen que nos dará para ganarnos la vida, entonces es cuando nuestra carne empieza a componer borrones que se van aclarando y que nos lo dicen todo, todo lo que necesitamos para ir desertando de los lugares comunes colonizados.

TRIPALIUM

desatender el trabajo dispuesto para resquebrajar la querencia y mantenernos al filo de lo conforme

entregar la materia y apagar la razón hundir primero los pies en el hacer imaginativo en la caricia de lo roto para ir desvistiéndonos del peso

zambullirnos después tras comprobar cómo ceden las grietas que el agua no da mordiscos y nos reserva una temperatura ideal para la vida posible

entregar la virtud y lo perfecto a las cunetas que mantienen lo salvaje ser el animal que conserva de lo humano el deseo sin doblez

igual que dejamos secar la angustia la olvidamos en las azoteas hasta que el sol la muerde para hacerla jirones abandonemos la máquina que fabrica alimentos sin hondura

seamos la alimaña que regresa a por los huesos blancos sin memoria

en las ciudades quedarán varados sudando miedo bajo la armadura los últimos hombres útiles aferrados al origen

el trabajo sin su nombre el sustento sin usura la canción para dormir seguro en una tierra sin sótanos


#poesía #revisiones

 
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from Mi perra vida

Relato - Mi perro ha matado un gato | Bonus track

Mi perro ha matado un gato

De las cosas que más disfruto es salir a correr al bosque con mis perros, y creo que a ellos también les agrada. Sus profundas capacidades de observación les ayudan a identificar patrones en mi comportamiento, que asocian con salir a ejercitarnos en alguna pista forestal. Apenas comienzo a llenar su botella de agua, los ladridos, jadeos y colas agitadas no se hacen esperar, alternadamente lanzan sus patas delanteras contra mi pecho, apresurándome a salir. No hay ojos más transparentes que los de los perros, transmiten entusiasmo, euforia, y una extraña alegría virginal.

Apenas bajan del auto y el aroma les confirma que las siguientes dos horas, solos los tres, nos entregaremos al más rotundo desenfado, sin correas de ningún tipo, asumiendo que en esas escasas horas el mundo ha abandonado su inefable traje sastre de realidad.

Se interrumpe la comunión marcada por el trotar de pies y patas, cuando un animal cruza el sendero, no es una ardilla, hurón o ratón de campo; es un animal más ágil, de colores festivos, un rompecabezas de manchas que cubren un pequeño cuerpo grácil, casi venéreo. El asombro nos hace detenernos y la realidad nos cae encima, me doy cuenta de que es un gato, se ve que aún es un minino, esa fracción de segundo fue suficiente para que los perros salieran tras del inexperto antagonista, así como mis gritos y mis pasos ineficaces para detenerlos. La naturaleza y sus reglas se imponen, cuando el gato se sube a un montículo de rocas agrestes, en las cuales sus delgadas garras le dieron una ventaja evolutiva. Mis perros solo pueden ladrarle recriminando la humillación conferida, a lo que esa bestia vestida de arlequín responde viéndolos atento, mientras se lame las garras de manera prepotente. Al acercarme, sus ojos verdes profundos con una pincelada oscura y sutil moldeada por el sol se me incrustan en el rostro, fijos me reclaman el susto que casi le arranca una de sus nueve vidas. Tiene razón y bajo la mirada, a modo de contrición los jalo del collar y me los llevo para continuar nuestro camino, tras unos segundos volteo para confirmar que lo que siento en la espalda es su mirada.

Después del inesperado encuentro, con la mirada de los perros buscando mi negada aprobación al oprobio perpetrado, pienso que esos veinte mil años menos de convivencia, explican la sagacidad y la arrogancia de esos hermosos animales que asumen como propio cada lugar que pisan y sus alrededores.

Los kilómetros nos sirven para hacer las paces, y como siempre la sinergia entre respirar el bosque y transpirar el miasma de la cotidianidad, le quita la zozobra a mi atribulada alma. Ya con una decena de miles de pasos volvemos por donde llegamos, los perros de venir liderando, ahora ya la fatiga les dominó el entusiasmo, tanto que a lo lejos, en la cabaña abandonada que le brinda un aspecto tétrico al camino, no observan al que desde el quicio de la ventana, como cacique, mira con desdén a quienes nos atrevemos a pisar sus tierras. Intento alejarme lo más posible para no molestar a su gatuna realeza.

En menos de un segundo las desgracias ocurren en una escala de tiempo diversa, el gato comete el error de lanzarse al suelo, los perros al escucharlo se les dilatan las pupilas con fiereza y me abandonan para darle respuesta a su instinto, barajo las posibilidades y confió en la astucia milenaria más que en la mansedumbre de la domesticación humana. Pero veo que los perros se lanzan gimnásticamente por la ventana rota para perseguir a su enemigo, sé que las circunstancias se están moviendo a las antípodas de mi relajante paseo dominical. Sin fines lúdicos, corro lo más rápido que puedo para evitar una desgracia, escucho los maullidos de amenaza, mientras me acerco agitado, y confirmo visualmente la persecución, me apresuro a entrar a la cabaña sin puerta, con el corazón cabalgando el tiempo se enlentece. Nos encontramos cara a cara, el gato asombrado sabe que mi presencia en su ruta de salida vino a alterar el curso natural de las cosas. El tiempo que le toma a sus pupilas para responder al estrés y convertirse en dos agujeros negros, me permite apenas parpadear, para presenciar las mandíbulas del perro abrirse a sus espaldas y levantarlo del suelo. Mis gritos por detenerlo me libran de escuchar cómo los huesos y las entrañas se vencen ante la fuerza capaz de romper un trozo de madera. El felino no sabe que técnicamente está muerto y utiliza sus últimos latidos en voltear al hocico de su asesino y arrastrarle las uñas intentando dejarlo ciego. No puedo concebir que esté presenciando algo tan irreversible, tan irreparable, lleno de impotencia sigo gritando, porque en mi egoísmo no quiero que lo destroce, no deseo desconocer al animal que tanto quiero, y se transformó en un monstruo inimaginable. Cuando la sangre deja de recorrer las venas y arterias, pierde su tono y flácido mira al suelo. El silencio se instala, para mostrarnos lo que ha pasado, el perro percibe que ha perdido a su enemigo, que lo que ocurre ya no tiene sentido, libera la carne inerte de sus fauces y lo retengo fuerte del collar, como si así pudiera regresar el tiempo y hacer algo diferente para evitar el horror. Los ojos de los perpetradores miran al animal muerto, pequeño, intrépido e inexperto, vencido. En lo profundo deseo que se mueva, que aullé de dolor y sufrimiento para que me dé la oportunidad de enmendarme, pero su tórax no se mueve, los ojos invadidos de verde tienen apenas una hendidura oscura que confirma que no hay más luz que ilumine su ingenio, esa mirada ausente en el horizonte hipnotiza y me hace pensar en todo lo que ya no verá. Emite un maullido débil, ahogado, con el último aire de sus pulmones inundados de sangre y me estremece.

Volvemos a casa acompañados de tristeza, frustración y dolor, los perros actúan lúgubres, no puedo evitar verlos y verme como asesinos. La naturaleza me ha demostrado lo cobarde que soy, que somos, ante el espectáculo atroz de la muerte en todo el mundo, al que banalmente presenciamos en nuestras pantallas, y solo movemos un dedo para pasar a otra historia.


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from Caparrazón

Nunca he llorado tanto como los últimos tres años. He tenido ganas de llorar muchas veces a lo largo de mi vida, pero en mi entorno no tenía ejemplos de libertad de llanto, así que tragaba lágrimas de forma involuntaria, reforzado por el dogma social de que los hombres no lloran. A ver, no digo que nunca haya llorado, pero sí que es verdad que no me sentía libre de hacerlo. Desde hace tres años, estoy cada día aprendiendo a integrar el llanto en mi vida, conociendo sus bondades y beneficios.

Tres años tiene mi hijo mayor, por cierto. Que no lo había dicho. Sí que es cierto que lloro más en silencio que abiertamente. Qué difícil es luchar contra nuestras creencias… Últimamente lloro por pura frustración, por pena, por desorientación, por ansiedad, por miedo, por agotamiento… Por sentir que no soy suficientemente bueno. A ver, alguna vez también lloro de alegría, no pienses que todo es negativo. Aunque de alegría no tantas, en realidad. O sea, que sí que hay muchas veces que estoy súper contento, pero pocas tanto como para llorar. Madre mía, que me estoy liando. Y todo esto desde que tengo hijos. ¿Qué fuerte, no? Decirlo en voz alta, a ti, mi íntimo y desconocido espectador. Además, suele ser aún más frustrante pensar que son para toda la vida. Insuficiente vitalicio. ¿De verdad esta intensidad nunca va a acabar?

Hace un mes, el día antes de empezar a escribir este monólogo, lloré. Lloré mucho. De hecho, tuve una crisis de ansiedad. Mira, imagínate. El niño llevaba cuatro días con fiebre, encerrados todos en casa, sin espacio para pensar, sin tiempo para idear nada. Llega la noche, y mañana tengo que tener listo el borrador de este texto para avanzar en los ensayos. Llevo tres días sin ducharme, así que me meto al agua, aprovechando que las criaturas están dormidas. El agua está muy caliente, pero no soy consciente del todo porque el contraste con mi cerebro hirviendo, perdido porque no se me ocurre nada bueno para el monólogo, hace que sienta el agua tibia. Salgo mareado de la ducha, mareado por la incapacidad de crear algo que merezca la pena. ¿Tanta intensidad y no hay nada que contar?¿En serio? No me veo capaz. ¿Qué cojones tengo que decir yo, que lo único que hago es cuidar de mis hijos y de mi casa? ¿Cómo que lo único? ¿Te parece poco? ¿Por qué? ¿Lo que hacía tu madre por vosotros era poco? ¿Por qué para un hombre como yo no es suficiente con estar presente y sostener lo privado? Si además lo he decidido yo, si es lo mejor para mi familia y creo firmemente en ello. ¿Por qué me siento así? No puc mes.

Encima el puñetero mareo al salir de la ducha no es de pensar tanto, es una bajada de tensión por el agua hirviendo. Piernas entumecidas, angustia, calor en el pecho. Y todavía me tengo que sentar a escribir el monólogo… Entonces lloro. Lloro por no tener la capacidad de crear como antes. De ser el de antes. Y me acuerdo de mi madre, siempre diciéndome que quería estudiar psicología en la UNED, y yo todo chulo: pues hazlo, no lo digas tanto y hazlo.

¿Te cuento una cosa?: he empezado en los últimos años una carrera, un master y un curso de especialista. Voy a título abandonado por año. Doctor honoris causa perdida. Porque cuidar, cuando cuidas de verdad, cuando le pones corazón, cuerpo y TIEMPO, todo tu tiempo, te succiona. Muchas generaciones de madres, ayer y hoy, absorbidas, despojadas de sus anhelos porque no había ni espacio ni tiempo para ellas. Yo estoy llorando, pero puedo estar aquí, subido a un escenario, compartiendo esto contigo. Aprovechemos el momento para pensar cómo ocupamos lo privado. A ver si conseguimos que todas tengamos el mismo tiempo para llorar y para soñar. Nosotros somos responsables, no víctimas. ¿qué cambios tenemos que llevar a cabo, chicos, para que la igualdad llegue también a lo privado?

 
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from Francisco Molinero

Es tiempo de descansar y además vengo notando que ya no os llego al corazón. No por una extraordinaria percepción telepática que no poseo, simplemente viendo el número de lecturas, sé que habéis tomado partido por el roce de la arena en los pies, la exuberancia del paisaje en los ojos, el sexo caliente del verano, todos y cada uno de los gozos del cuerpo, osea del alma. Tenéis razón y buen gusto, yo también me voy, pero os prometo que como Odiseo volveré, y mientras vosotras encendéis el sol, yo os despertaré cada mañana con una poesía. Las más veces triste, ya lo sé, pero esperanzadas. Recordad que el viaje siempre es interior.

 
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from Francisco Molinero

No hay una respuesta fácil ni una salida fácil ni una vida fácil, pero por alguna razón nos mienten nos mienten nos mienten y nos tratan como niños con explicaciones sencillas con decisiones dicotómicas.   Estoy cansado.   No hay una respuesta fácil por eso la tristeza la decepción de la verdad luminosa y mi refugio en tu piel los ojos cerrados las manos en tu vientre.

 
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from Francisco Molinero

Tras la reciente polémica de una representante del PP que ha mentido como una bellaca en su CV, me he acordado de una anécdota que me ocurrió en el último trabajo que tuve.

Llevaba casi dos años en el paro y aunque mi situación económica no era preocupante, en casa entraba el sueldo de Raquel y mi desempleo aunque ya muy reducido, pero mi autoestima estaba por los suelos. A los problemas de depresión se unió un agravamiento de mi insomnio natural y creo que fue la época de mi vida que llegué más abajo en la escala del gusto por la vida. Trabajaba como freelance, que dicho así parece chulo, pero consistía en que me dedicaba a hacer páginas web para empresas locales y a cambiar viejos ordenadores windows que recuperaba para su usuarie montando una distribución de Ubuntu.

En aquél momento decidí que mi aspecto barbudo y gordo, que hacía que muchos niños me mirasen extasiados en la calle creyendo estar viendo al mismísimo Papa Nöel, podía servirme para encontrar trabajo en el mundo del espectáculo. Había hecho algunos pinitos como figurante en TV y con poco más que eso, pergeñé un CV, me di de alta en una agencia de representantes de actores y empecé a presentarme a los castings. Tuve suerte y me cogieron para trabajar en un programa bodrio de Telecinco que se llamaba De buena Ley y allí trabajé unos días pudiendo engordar un poco mi magro CV. Me llamaron entonces para un Casting la productora de Águila Roja, que creo que también hacía por aquellos entonces otra serie sobre una reina o algo similar. Me cogieron e incluso firmé un contrato en el que mi papel podía tener alguna frase y cobraba el extra por si tenía que desnudarme. Hollywood estaba más cerca. Entre medias yo había seguido buscando trabajo en los caladeros de lo que se suponía que era mi expertisse: la informática. El British Council estuvo a puntito de cogerme para gestionar su web que recuerdo que estaba diseñada en Drupal, pero mis competidores, dos veinteañeros de pro se impusieron a un veterano de 50 años. Se lo dije al presidente del tribunal que nos examinó desde Londres y se mostró contrariado por mi aseveración, absolutely not me dijo pero no me lo creí.

Me citaron para el primer rodaje un lunes. Tenía que presentarme en la Plaza de España de Madrid donde unos autobuses nos recogería a todos los figurantes para ir al plató.

La semana anterior un buen amigo al que había recurrido me llamó: “Paco, le he pasado tu CV a una empresa que conozco y que programan en Java por si te llaman, es un buen amigo y yo creo que te llamará”. -Ya, oye, pero es que yo NO SE JAVA. –“Da igual, todo se aprende” Nunca en mi vida he engañado en un CV. Ni siquiera con la mentira clásica de inglés medio y cosas así. No tengo ningún título académico que no sea el Bachillerato y un paso por la universidad poco deslumbrante, con tres años en la facultad de medicina que se interrumpieron porque por aquél entonces el estado te secuestraba un par de años para ir al ejército y otro año en la UNED estudiando Sociología que se frustró porque fui incapaz de llevar a la vez el trabajo, el cuidado de una niña y los estudios. Mi CV estaba repleto de mucha, mucha experiencia en muchos ámbitos de la vida pero sin títulos y sin el menos conocimiento de JAVA. Me presenté a la entrevista y mi primera intervención fue para aclarar que si bien mi amigo me había introducido como un experto en JAVA, yo lo único que sabía es que era una isla indonesia y haber visto la película Krakatoa, al este de Java, que incluía el tremendo error de colocar al famoso volcán en el lado opuesto y que años después descubrí que se había filmado en gran parte en España. “Lo sabemos, tu CV no dice nada de JAVA. Te queremos porque nuestra empresa es muy joven y necesitamos a alguien con experiencia”

Y ese fue el primer momento en mi vida laboral que sentí verme valorado por lo que era, una persona con mucha experiencia vital y siempre supe agradecer aquella entrevista, incluso años después cuando ya como responsable del equipo de desarrollo de la empresa, con más de una decena de programadores en JAVA, tuve que prejubilarme porque ya no aguantaba más la presión y estaba perdiendo la cabeza.

Llamé a la productora y les dije que no iría al rodaje. Fui cobarde o inteligente, eso ya no lo sabré y siempre me quedará la duda de si hubiera medrado en el mundo del espectáculo o un desnudo mio habría arruinado una prometedora carrera.

 
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from Mi perra vida

Relato - IA para todos | Poema - Pero no duele - Valeria Canelas | Reseña - El apoyo mutuo - Kropotkine | Frase Robada - Albert Camus | Bonus track

IA para todos

A las cinco de la mañana Joaquín escuchó a lo lejos el sonido del mar con el canto de ballenas jorobadas, el volumen iba aumentando hasta inundar la habitación. Aún con los ojos cerrados lo primero que pensó fue que, había valido la pena cada peso que había pagado para transformar todo su entorno y volverlo inteligente; la última versión de IA controlaba todo, y de qué manera, no quedaba nada al azar. La luz de la recámara al inicio tenue, fue aumentando de intensidad, los sensores de su reloj y anillo inteligente, se comunicaban con el resto de los dispositivos, transmitiendo todo: velocidad de movimiento, latidos del corazón, valores de glucosa, niveles de oxigenación en sangre, conductancia nerviosa, concentraciones hormonales. Así que su casa inteligente sabía hasta dónde llevar la iluminación sin que molestara la transición del sueño a la vigilia, so pretexto de hacerlo un hombre más productivo.

Se incorporó de la cama y se calzó sus pantuflas que estaban a la temperatura correcta, Joaquín sonreía sutilmente. De un armario digital sacó una bata y una toalla, que tenían un tenue aroma a sus flores favoritas. Al entrar al baño, de inmediato las luces del espejo se prendieron y la regadera se activó, mientras escuchaba el último audiolibro que la IA le había recomendado, para aumentar su inteligencia emocional, algo muy importante en su trabajo. Pidió en voz alta que repitiera la última frase -si mejoras sólo el uno por ciento cada día, en menos de un año seras tres veces más productivo-, esa frase le pareció profética, se sintió inspirado, realmente estaba convencido que había valido la pena darse ese lujo de la tecnología. Tras la ducha y secarse, se abrieron las puertas del guardarropa y sobresalieron un par de camisas y pantalones, Joaquín había configurado su casa inteligente para que no fuera tan intrusiva, y así él tomara la decisión final. Mientras se vestía y peinaba, el espejo de cuerpo entero le mostraba las fotos del trabajo, tomadas el día previó con la cámara de sus lentes, con unos gestos de la mano desechó algunas, las otras pidió editarlas para hacerlas “más atractivas” y enviarlas a sus empleadores, le dictó el mensaje y listo. Un detalle que solo le tomaba unos segundos mientras se arreglaba, pero que quienes lo contrataban valoraban profundamente.

Al entrar a la cocina, las últimas gotas del café caían en la taza y el aroma que lo rodeaba le pareció delicioso. Se dispuso a preparar un par de huevos con jamón, le gustaban los trabajos manuales y la cocina era una de sus pasiones, así que decidió no instalar alguna solución inteligente para este menester. Al terminar su desayuno llevó los trastes a la lavavajillas, y aprovechó para sacar de su maletín los utensilios de trabajo para también lavarlos, mientras se cepillaba los dientes, antes de salir sacó sus herramientas y las volvió a colocar en el maletín, al cruzar el recibidor y a pocos pasos de salir, la IA se despidió de Joaquín diciéndole -recuerda ser la mejor versión de ti-, sonrió y se dirigió a la cochera.

Al subirse al auto, mientras acomodaba sus cosas y presionaba algunas opciones en la pantalla, se abrió la puerta de su casa y el auto de conducción autónoma inició su trayecto. Revisó la ruta sugerida y pensó que le daría tiempo para recoger sus tapones para la nariz, llevaba dos días sin ellos, y su calidad de vida era la peor, aunque era un profesional en su trabajo, el olor era algo que le fastidiaba, esos tapones liberaban ciertas fragancias y feromonas que le hacían la jornada más llevadera, incluso su novia lo veía más contento las tardes libres que compartían. Para su beneplácito ya había llegado el recambio de los tapones nasales, así que los recogió en una ventanilla sin bajar del auto y continuó su camino. Le tomaba casi noventa minutos llegar a su trabajo en las afueras de la ciudad, otro inconveniente, pero la paga era buena, así que mejor no se quejaba, mejor aprovechaba el tiempo observando varios vídeos, sobre la inseguridad, captura de bandas de delincuentes, secuestros, entre otras malas noticias. Hubiera preferido ver documentales sobre safaris de cacería, su pasatiempo favorito, pero informarse era también parte su labor.

Las bocinas del auto le informaron que llegarían a su destino en menos de cinco minutos. Joaquín se colocó unos audífonos en el interior del oído, que le bloqueaban selectivamente del ruido exterior y de fondo escuchaba sus óperas predilectas, por lo general de Richard Wagner. Antes de bajar se colocó los tapones nasales y salió del auto; apenas había dado tres pasos y sonó la bocina detrás de él, se detuvo y se percató que había dejado el maletín en el asiento trasero, había olvidado cerrarlo y se había regado el contenido, algo molesto volvió a meter todo, sierras, cuchillos, pinzas, estiletes, ya con todo listo se dirigió a la puerta. Antes de entrar sacó de su saco los lentes de trabajo, desde que los compró las cosas eran más fáciles, atenuaban la luz, la imagen se tornaba sepia y la sangre apenas se distinguía.

Al entrar a las instalaciones, confirmó que seguían ahí dos mujeres y un hombre moribundos, y restos del cadáver que no terminó de descuartizar ayer. No escuchaba los gritos que le suplicaban que los liberaran, así que repasó mentalmente sus tareas pendientes, torturar y matar a las dos mujeres por las que no habían pagado rescate, cortarlas y meterlas en ácido.

Mientras sacaba las cosas del maletín, pensaba sobre lo difícil que había sido el trabajo para su padre, sin todas las ayudas de la IA.


Pero no duele - Valeria Canelas

Todo lo que sucede aquí lo presencio por puro azar desencantado y sin embargo el roce de la vida es suficiente para empezar a creer en las decisiones justas y en la indiferencia que las rodea

como si todo esto que miro al escribirlo se volviera táctil

y el destino fuese apenas una cortina áspera que nadie se atreve a descorrer y el cansancio un metal viscoso equilibrando su peso en mi cuerpo

como si el canto del pájaro desconocido fuese capaz de entregarme la superficie suave de sus alas el ángulo altivo de su pico hincándose gentilmente en mi carne.


El apoyo mutuo - Kropotkine

Un mundo en el que la ley del más fuerte, sin ningún elemento racional o de humanismo, está guiando las decisiones más atroces. Leer un ensayo que demuestra cómo a lo largo de la historia, la cooperación (también) es una herramienta para el desarrollo evolutivo de las especies, es rotundamente disruptivo. Este ensayo inicia discutiendo la sobre estimación y mala interpretación de las teorías de Darwin, las cuales al ser adoptadas y manipuladas de manera utilitaria por las élites (que por cierto nada entienden de evolución, raciocinio y humanismo), generan una narrativa ad hoc. A partir de ahí, discurre por múltiples disciplinas y ejemplos, para convencer al lector sobre la utilidad de la cooperación como estrategia que también lleva al desarrollo, y probablemente por mecanismos menos mercenarios. Desafortunadamente algo que mis limitadas capacidades y amplia ignorancia no acaban de comprender, es por qué en la praxis, vivimos en el mundo del revés, pero el tener una perspectiva de cómo pueden ser las cosas es esperanzador.


Frase robada - Albert Camus

El mal humor es una cosa muy tonta que nos vuelve muy desgraciados. Sé dulce


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from Apuntes de Rob

El inicio del recorrido

Ser mormón (miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, o SUD) y ser homosexual, ha sido una lucha constante entre las contradicciones doctrinales de la iglesia y la lógica “progresista” de mi entendimiento sentimental e “intelectual”. (Me referiré como “mormón” o “SUD” [santo de los últimos días] a todo miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Mormonismo y todo derivado del término “mormón” hace referencia a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Aunque la iglesia ha estado haciendo campaña intensa para separarse del nombre “mormón”, pues ha pasado a ser un término descalificativo por motivo de las prácticas delincuenciales de ramas que se separaron de la iglesia SUD y la complicidad de esta, yo seguiré usando el término “mormón” para todo lo relacionado con la iglesia SUD)

Desde que me convertí miembro de la iglesia SUD (año 1998), se me enseñó y adoctrinó sobre los “peligros” de la homosexualidad y que esta es uno de los peores “pecados” que uno puede cometer (aunque la acción sea simplemente ser y aceptarse a uno mismo). Toda mi vida tuve miedo a ser descubierto en mi naturaleza, en mi homosexualidad. Al ser adoctrinado con los miedos y dogmas mormones, mi miedo se convirtió en una patología mental. Sabía que si me reconocía como homosexual, podría ser desterrado de la iglesia y “de las bendiciones de Dios”.

Cuando estaba por bautizarme y por lo tanto convertirme en miembro de la iglesia SUD, a mis 13 años de edad, tuve una “entrevista” personal con un misionero que debería aprobar si soy apto para el bautismo. En esa entrevista, se me preguntó sobre algunos puntos doctrinales que uno ha de cumplir a partir de ser bautizado, como la obligación a pagar el diezmo, por ejemplo. Hubo un momento de la entrevista en el que fui interrogado sobre algún pecado grave que pudiera haber cometido del que quisiera platicar. En ese momento, pasó por mi mente el recuerdo de un beso a un amigo, pues para ese entonces ya sabía muy bien que me gustaban los hombres. No dije nada en la entrevista, sentí que ese “pecado” ya había sido “perdonado” pues ya había pasado tiempo de ese suceso. De mi gusto por los hombres, no quise pensarlo a fondo y lo omití en la entrevista, pues podía causarme muchos problemas y tenía miedo a enfrentarlos.

A mis quince años de edad, conocí a un misionero de la iglesia, él tenía 19 años de edad. Mi trato con él fue el de un amigo íntimo y hubo muchos momentos en el que la tensión sexual entre los dos era fuerte. Estaba enamorado de él, al grado que podía tener largas conversaciones telefónicas con él, nos escribíamos cartas postales de manera regular y no podíamos dejarnos de ver hasta cierto punto, aun cuando él ya no estaba como misionero en donde yo vivía. Puedo decir que él es el primer hombre por el que sentí un enamoramiento y una gran atracción sexual. Nunca nos dijimos nada sobre la homosexualidad, yo lo pensaba y podía tener muchas fantasías sobre el tema, pero sabía que era “pecado” y que no podía pasar más allá de mis fantasías.

Pasaron varios misioneros (sí, siempre me interesaron los jóvenes misioneros de la iglesia) de los cuales yo sentí bastante atracción y con algunos de ellos tuve una relación de amistad tan íntima que me daba esperanzas, aunque pensarlo era “pecado”, me sentía bien en pensarlo, aunque fuera por unos breves momentos.

Posteriormente, ya cansado de mis estudios académicos derrotados por el miedo y un evidente analfabetismo, decidí ir a una misión en la iglesia para predicar el evangelio mormón, creyendo yo (o engañándome a mi mismo) que era por una gran convicción eclesiástica; pero en realidad sabía que en la misión podía evadir la escuela por dos años, que iba a estar rodeado de misioneros (que para mí en ese momento me causaban gran admiración), que podría encontrar a alguien como mi primer enamorado, o por lo menos, muchos de ellos podrían cumplir con el estereotipo formado en mi lista mental de requerimientos estéticos. La misión fue un escape académico y una puerta a la apreciación del ser humano.

El canadiense

Ya en la misión tuve de compañero a un canadiense de carácter templado y de grande paciencia para conmigo. Él me parecía muy atractivo físicamente y de carácter: la persona perfecta que en esos momentos pude apreciar con un corazón que avizoraba cada detalle de su esencia humana. Admiraba de él su forma de hablar, su voz, su paciencia, sus ojos y hasta el tono de piel; él era perfecto y nunca le encontré algún defecto. Nuestra relación era muy buena, platicábamos mucho sobre nuestras vidas, jugábamos mucho, escuchábamos música juntos, eramos muy buenos amigos. A pesar de que convivíamos las veinticuatro horas, no podía estar sin él (y era evidente que él también apreciaba mucho estar conmigo). Hubo un momento en el que el amor puro que emanaba de mí (también de él) y en el que la atracción sexual era tan intensa, que comenzaron mis patologías mentales, pues fue la primera vez que pensé seriamente en el suicidio.

Después, a los tres meses, él fue asignado a otra área, con otro compañero. Al recibir la notificación de nuestra separación, los dos nos miramos por un momento largo, con los sentimientos encontrados, pues él había ascendido en el escalafón de las recompensas de la profesión evangelista mormona. Él estaba feliz y yo por él también, pero los dos sentíamos un vacío en nuestras almas, pues ya no estaríamos juntos y aunque nos veríamos después por cortos momentos, no podíamos tenernos el uno para el otro. Cuando él estaba por irse, se despidió de mí, me dijo que había sido su mejor compañero, que me quería mucho y que me iba a extrañar, me abrazó fuertemente, yo también lo hice. El abrazo duró mucho y yo intenté separarme, él me miro brevemente a los ojos, él tenía sus bellos ojos azules cubiertos de lágrimas y volvió a abrazarme fuertemente y yo simplemente suspiré. Ese abrazo lo recuerdo muy bien, fue un momento especial, estábamos conectados.

Después de que fuimos separados por las dinámicas misionales, tratamos de seguirnos viendo y teniendo encuentros con gran atracción sexual. Siempre que lográbamos estar juntos, él siempre buscó que estuviéramos a solas, en la casa de él y de su compañero, siempre se las arregló para que su compañero estuviera con otros misioneros y pudiéramos estar a solas, juntos, sin que otros intervinieran en nuestros breves momentos de reencuentro. En uno de esos momentos de visitas cortas, después de nuestra separación, recuerdo largas platicas en un pequeño cuarto de su casa , él tocando la guitarra y cantando canciones “románticas” y yo escuchando atentamente. Recuerdo vividamente que él tocaba una canción de una cantante canadiense que se titulaba “All I want is you”, él estaba sentado en su cama, me miró a los ojos y penetró profundamente mi alma, aunque siempre que me veía así, yo evadía su mirada, pero esta vez no fue así. Lo miré y él no dejó de mirarme y yo me levanté para sentarme junto al él, mientras él tocaba aquella canción con su guitarra. Él miraba su guitarra por momentos mientras tocaba, pero nunca dejó de mirarme. Cuando terminó la canción, él me preguntó “¿Le gustó la canción compa?” (los misioneros hablan de usted a todas las personas, aún a sus compañeros), yo dije que sí con mi cabeza e inmediatamente él me abrazó. Aquel abrazo fue muy íntimo y luego nos miramos y él acercó su frente a mi frente hasta que se tocaron y él me dijo “le amo mucho” y yo muy nervioso en ese momento le dije “sabe que yo también” y él me dio un beso en la boca, uno muy tierno; nos pusimos de pie y nos seguimos besando, pero escuchamos un ruido en la puerta que da a la calle, nos separamos inmediatamente con mucho miedo de ser descubiertos y él me dijo muy asustado “no le vaya decir a nadie” y entonces yo le prometí que no lo haría. Después de ese día, no volvimos a vernos (aunque mantuvimos un par de llamadas telefónicas) y no porque alguno de los dos no quisiera, a él asignaron a otra área, lo mandaron a un pueblo que quedaba muy lejos. Me dolió mucho no poder volverlo a ver.

En ese momento misional del encuentro con el amor verdadero, honesto y puro, tenía yo 19 años de edad. Para mí el misionero canadiense había sido un gran amigo y una de las mejores personas que había conocido, estaba totalmente enamorado. Puedo decir que cada momento con él fue especial y lo recuerdo con gran aprecio, pero también recuerdo la gran oscuridad y gran abundancia de mis miedos. Tenía miedo a perderlo, miedo a que alguien nos descubriera, miedo a que él me “delatara” y miedo a mi mismo. Nos decíamos que nos amábamos en las noches justo antes de dormir, pues era en sentido cristiano, aunque yo lo decía en ambos sentidos. ¿Qué pasaría después de ese último encuentro? ¿Seguiríamos siendo amigos? ¿Nos convertiríamos en novios? O ¿Él me despreciaría y me denunciaría ante los líderes de la iglesia y sería excomulgado y retirado de todas mis “bendiciones”? ¿Cómo podíamos amarnos si la iglesia prohíbe que un hombre ame a otro hombre y demostrarlo? Cualquier escenario no podía ser.

El manual

En la misión tuve otro compañero que tenía una asignación especial, él era presidente de rama, por lo que pude tener acceso en secreto al “Manual de instrucciones de la iglesia: Libro 1, presidencias de estaca y obispados.” Este libro solo pueden tener acceso a él unas cuantas personas (En la sección de los derechos de autor del manual, se indica lo siguiente: “Obra inédita. Copias no distribuidas a los miembros de la Iglesia en general o al público”. ), para los demás es secreto lo que hay en él (hasta que Wikileaks lo publicó); yo lo leí muy poco sin que mi compañero se enterara. Recuerdo que mi atención se enfocó a unos párrafos enfocados a las “transgresiones graves”:

“El comportamiento homosexual viola los mandamientos de Dios, es contrario a los propósitos de la sexualidad humana, distorsiona las relaciones amorosas y priva a las personas de las bendiciones que se pueden encontrar en la vida familiar y en las ordenanzas salvadoras del evangelio. Aquellos que persisten en tal comportamiento o que influyen en otros para hacerlo están sujetos a la disciplina de la Iglesia. El comportamiento homosexual puede ser perdonado mediante el arrepentimiento sincero.” (The Chuch of Jesus Christ of Latter-day >Saints, 2006, p. 187)

Recordé muy bien aquellas líneas condenatorias en todos los momentos de demostración afectiva con mi compañero misional canadiense. No quería “violentar los mandamientos de Dios”, pero tenía una evidente necesidad de demostrar el amor y admiración que sentía por él. Quería amar, pero no “quería distorsionar las relaciones amorosas como Dios las ha mandado”. Luego, pensé que la única manera de demostrar amor hacía mi amado misional canadiense y tratando de respetar las leyes de la iglesia, era mediante el matrimonio (pues la ley de castidad de la iglesia prohíbe las relaciones sexuales fuera del matrimonio), lo que es totalmente una aberración para la iglesia en una relación homosexual.

“El matrimonio entre un hombre y una mujer está ordenado por Dios. Por ello, la Iglesia se opone a los matrimonios entre personas del mismo sexo y a cualquier intento de legalizarlos. Se anima a los miembros de la Iglesia a «apelar a los legisladores, jueces y otros funcionarios del gobierno para preservar los propósitos y la santidad del matrimonio entre un hombre y una mujer, y a rechazar todos los esfuerzos para dar autorización legal u otra aprobación o apoyo a los matrimonios entre personas del mismo género». (The Chuch of Jesus >Christ of Latter-day Saints, 2006, p. 187)

No podía fantasear de manera alguna con el matrimonio, pues es imposible en los dogmas mormones. Todo me llevaba a sentir que era “indigno” de las “bendiciones” de Dios si seguía teniendo aquellos pensamientos, mejor era tratar de evitarlos. Las contradicciones afectaban mi estabilidad emocional, quería amar y sabía que era un sentimiento puro y noble, pero era una transgresión hacerlo. Tuve que doblegar mis sentimientos de la manera más militar que pude, aunque esto afectó a mi alma, una afectación que no tiene reparo. A este gran amor que sentí, lo tuve que esconder. Con el tiempo perdí contacto con el misionero canadiense, pero el tiempo no ha borrado las heridas de mi alma.

La salida

Terminé mi autoflagelación misional y me dispuse a estudiar música (esto también por mis miedos intelectuales a la rigurosidad de la ciencia desconocida por mi entendimiento). El Conservatorio de las Rosas fue la meca del comienzo del reconocimiento de quién soy, de las razones intelectuales, de mis posibilidades e imposibilidades; fue felicidad e infelicidad, donde mi alma pudo llegar a un lugar de encuentro del reconocimiento de aquellas contradicciones y el principio de la reconciliación. Al comienzo de mis estudios musicales, el mormonismo para mí era la única vía, era mi razón dogmática para hacer las cosas, no había otro mundo. Conocí en el conservatorio a Nallely, quien abiertamente se aceptaba como lesbiana, podía ver su honestidad y su paz para con ella misma, paz que aparentemente yo tenía con los dogmas mormones; pero que en realidad era una paz basada en el autoengaño, de palabra, más no de honestidad de mi ser. Vi otro mundo en Nallely, no vi a una pecadora, transgresora y violadora de las leyes de Dios; vi a una mujer que se amaba a sí misma y que aceptaba que su preferencia para establecer una relación amorosa es con las mujeres y encuentra una paz honesta al reconocerlo y hacerlo. Sabiduría cristiana el amar y amarse a sí mismo.

Las contradicciones de los dogmas mormonísticos con la paz de la honestidad humana, llegaron a un clímax hasta llegar al comienzo de la reconciliación del alma, cuando ante mis dos mejores amigas (Nallely y Marcela) acepté que soy homosexual. Creí que todo sería más fácil a partir de aquella primera aceptación y reconciliación conmigo mismo, pero fue todo más complicado: mi primer acto sexual tuvo consecuencias sentimentales que llevaron al pensamiento suicida por la poca correspondencia amorosa del compañero de acto. No pude dejar la práctica religiosa de forma inmediata, pues tenía amigos ahí y mi familia seguía en ello y no podía aceptarme ante mi familia porque sabía que ellos seguían los preceptos de la iglesia. ¿Cómo decirle a mi familia que soy homosexual cuando sabía que en sus almas estaban los dogmas religiosos y que no podía cambiarlos a punta de mi palabra, pues esto sería contradictorio a la forma en que me gustaría que me trataran? ¿Cómo se sentirían ellos si fuera excomulgado de la iglesia? Y lo peor de todo, tenía que tragarme mi orgullo para aceptar que todo lo que prediqué en la misión y a mi propia familia no tenía sentido, pues si me aceptaba homosexual ante mi familia tenía que aceptar que los dogmas mormones están equivocados, que yo estaba equivocado y además tenía que enfrentar las sanciones de la iglesia por ser y actuar como homosexual, por violar la ley de castidad.

Disciplina

La excomunión es la sanción más alta para un miembro de la iglesia. Las transgresiones son “corregidas” por la disciplina de la iglesia, la cual puede ser “formal” o “informal”. Hubo momentos en el que yo intenté corregir mi situación en la iglesia, seguir ahí y seguir los preceptos de esta. En uno de esos momentos mi líder eclesiástico me sancionó de manera “informal”, por lo que no podía participar de manera activa en las reuniones de la iglesia, de manera que todos los miembros de la iglesia que me eran cercanos lo notaban. Aunque no podía participar a manera de castigo, sí me pedían tocar el piano y dirigir coros, pues no había alguien más que lo hiciera. El otro tipo de disciplina, la “formal”, se hace mediante un “consejo disciplinario”: una especie de juicio al transgresor, aún no he llegado a eso. La disciplina informal había sido efectiva conmigo hasta cierto punto.

En esos momentos de “disciplina”, conocí en la iglesia a una chica violinista de tes clara, delgada y rasgos finos; hermosa para los estándares de la sociedad. Salí bastante con ella y tuvimos una relación de noviazgo a la manera de la iglesia: el acto sexual solo podía ser dentro del matrimonio. Si bien llegué a quererla mucho y me sentía en cierta manera a gusto cuando mis padres y mis amigos me veían con ella, pues estaba haciendo “lo correcto” ante los ojos del Dios mormón; no logré hallar paz en mi alma, pues pensaba a menudo sobre cómo llevaría mi aceptación homosexual y que con el fin de ser honesto ¿Tendría que contarle a ella sobre mi homosexualidad? ¿Podría dejar de mirar a los hombres como prospecto para una relación amorosa? ¿Podría ser fiel cuando no puedo encontrar la plena satisfacción sexual y emocional en una mujer? Sabía que en algún momento de mi vida la lastimaría, pues por motivo de la fidelidad a los dogmas mormonísticos tendría que dejar la honestidad a un lado y mentirme a mi mismo y a ella (una especie de pragmatismo disciplinar-religioso). En un intento de saber cómo reaccionaría ella, le confesé mi homosexualidad, cosa que terminó mal, pues no volví a verla.

En esta otra etapa de mi aceptación, conocí en la Escuela Nacional de Música a un chico mormón que recién se había bautizado en la iglesia. Los dos nos enamoramos casi inmediatamente el uno del otro. Los dos seguíamos asistiendo a las reuniones de la iglesia e inclusive teníamos asignaciones dentro de ella, pero nos amábamos en secreto (en secreto para la iglesia, porque ante la comunidad de la escuela no era secreto). Él confesó ante sus líderes locales de la iglesia que me amaba, que me había besado y tenía una relación formal conmigo. La respuesta de la iglesia fue la imposición de la sanción disciplinar más grave: la excomunión. Él pensó que al ser excomulgado yo optaría por buscarla también, no fue así. Siendo que para mí la excomunión era como ser desterrado de la casa de Dios, no podía asimilar de forma alguna que yo pudiera pasar por ese proceso. Los dos nos separamos y yo seguí intentando encontrar la forma de ser mormón y homosexual al mismo tiempo. No era el primer novio miembro de la iglesia que había tenido. Anteriormente, ya había tenido una relación tremendamente confusa, borrosa y llena de contradicciones, con un miembro de la iglesia que había conocido en Pátzcuaro, Michoacán. Las contradicciones dogmáticas no permitieron que el amor creciera y produjera el entendimiento y la paz que necesitábamos los dos. Con todo y estas dos experiencias, seguí intentándolo, aunque siempre con resultados desastrosos.

La ayuda del humanismo

La rebelión intelectual en mi mente se sustentó teóricamente en las aulas de la Universidad Pedagógica Nacional junto con la ciencia de la sociología, que dieron empuje a una nueva aceptación. Las contradicciones comenzaron a tener respuestas lógicas, aunque dolorosas. Podía entender ahora que la única forma en que una institución religiosa puede mantener el poder e influencia sobre los demás es mediante el miedo: miedo a Dios, a los castigos, a la disciplina de la iglesia y a la sanción social de la comunidad religiosa. Aunque ya podía hacer una crítica al entramado del poder de las instituciones religiosas, seguía teniendo miedo a la reacción de mi familia, sobre todo a la de mi padre. En esos momentos de crítica y entendimiento, logré “descubrir” casi de manera heurística, algunas contradicciones éticas y políticas en la institución de la iglesia SUD.

En un episodio de mis patologías mentales que pudieron llevar de nuevo al suicidio, me acepté ante mi madre y en ese momento le platiqué a ella sobre las cargas que llevaba conmigo en ese momento. Su respuesta no pudo ser otra mejor: fue el entendimiento y el amor sincero que ella me tiene, amor que me hizo sentir aceptado por ella y por Dios. En ese mismo episodio tuve que contarle a mi hermana la mayor, pero no con muchos detalles y sin abrirme demasiado a las explicaciones sentimentales.

Posteriormente, me enteré que mi madre ya había platicado de esa situación con mi segunda hermana y dos de mis tías, lo cual me dio cierto alivio, pues me abrió el camino a ser honesto con mi familia. Después de eso, nadie de mi familia insiste en que me tengo que casar o tener novia, ni hablamos del tema.

En mi etapa de aceptación más alta que había tenido en ese momento, mi padre pasaba por enfermedades, no pude decirle nada a él, pues temía que empeorara su enfermedad. Él murió sin saberlo, pero de alguna manera sé que él lo sabía y que me ama de todas formas.

En todo ese tiempo de rebeliones sociológicas, mi participación en la iglesia fue más contestataria, pero sin exceder los límites. Hubo muchos señalamientos hacia mí de “apostata”, “pecador” y otros que tal vez no me enteré. Yo seguí asistiendo a la iglesia y manteniendo relaciones homosexuales en mi círculo social fuera de esta. La forma de mantener esa situación era no contar nada de mi vida sexual a mis líderes religiosos, pues ¿Por qué tendrían que estar enterados ellos de mi vida sexual? No me sentía ya como pecador, ni sentía arrepentimiento por mis sentimientos. Me gustaba que me dijeran “apostata” por el hecho de poner entre dicho el patriarcado de la iglesia, o porque decía que la pornografía era mala no por los motivos de la religión, sino porque reproduce los roles de dominación de la sociedad; me sentía orgulloso de ser señalado de herejía, porque ello reivindicaba lo que pensaba. Aunque promovía algunas banderas “progresistas” dentro de la iglesia, nunca reivindiqué la bandera LGBTI, eso lo hacía fuera de ella; pues podía ser descubierto y perder amistades, actividad musical y alumnos en la iglesia.

No era mi intención generar duda dentro de los miembros de la iglesia SUD. Aunque muchas doctrinas y decisiones dentro de la institución me parecen aberrantes y merecen la crítica de la sociedad, los miembros de la iglesia SUD que conozco y trato deberán descubrirlas por ellos mismos y si no lo hacen, no dejarán de ser excelentes seres humanos. Es muy difícil y doloroso conocer y aceptar que tus creencias, creencias sobre las que está basada gran parte de tu vida, están fundamentadas en personas que en muchos casos incurrieron en corrupción, abuso de poder y en un pragmatismo político para tener el control de un territorio y una población. Entiendo que las personas cometemos errores, pero hemos de juzgar a la institución según el dogma más repetido en la iglesia: el ser la única iglesia verdadera y que únicamente por medio de ella los seres humanos alcanzan la salvación eterna. Según este dogma, al ser los únicos y “verdaderos” daría pié a creer que no se cometen errores, porque los profetas de la iglesia tienen “revelación directa de Dios” y Dios no se equivoca. Las reformas de la iglesia ante situaciones sociales, han sido muy lentas e hipócritas en muchos sentidos, por ejemplo: la poligamia, el sacerdocio a los negros y la homosexualidad.

La iglesia SUD no puede cambiar la doctrina sobre la homosexualidad (como otras instituciones religiosas humildemente lo han hecho), pues iría en contradicción a una de las doctrinas más difundidas por la iglesia en los últimos tiempos: La familia, una proclamación para el mundo; en donde se dice que la familia comienza con la unión matrimonial únicamente entre un hombre y una mujer.

Ya no asisto a la iglesia SUD, no he sido juzgado en un “consejo disciplinario” y mucho menos excomulgado, no me interesa, me da igual. Tengo todavía algunos amigos de esa iglesia, pero ya no es como antes. Ahora, ya no me da miedo que otras personas sepan que soy homosexual, cuando me preguntan si soy gay, les respondo que sí, algunas me dicen que no lo perezco, yo simplemente digo que no trato de esconderlo que simplemente soy así, soy quien soy y seré según lo que vaya aprendiendo de la mano de otras personas y según vaya aceptando las contradicciones de la sociedad y las mías.

 
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from Francisco Molinero

Te siento distante ausente, presente como si hubieras huido o fuera yo el fugitivo, el deshonroso y solo soy una persona.

Te siento dentro y a mi lado y fuera rodeándolo todo abrazándolo y escondiéndolo llamándolo por su nombre poniéndolo en su sitio guardando las formas rompiendo la barrera del sonido: una palabra entonces una palabra tuya cruza veloz el cable submarino, el hilo que nos une invisible y se muestra, se revela se esculpe en el blanco y sonríe te acerca.

Una sonrisa basta para doblar el círculo romper la inercia y entonces te siento presente distante, reflejada, inerme como si hubieras vuelto o fuese yo el pródigo quien regresara humillado y ni siquiera soy solo una persona.

La luna tan lentamente como es capaz se aúpa sobre el horizonte y entonces la tierra se vuelve azul.

 
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