El cuerpo sabe
Esto que parece haberse convertido casi en un mantra que repiten hasta vaciarlo de sentido algunos gurús espabilaos, es en realidad una verdad contundente, que pesa, que puede experimentarse a poco que salgamos de la inercia hiperverídica de nuestras vidas.
El cuerpo sabe, el cuerpo se queja, el cuerpo señala, no abandonemos el cuerpo, dejemos que sus dolores nos adviertan, fundemos sobre sus gañidos y crujidos, sobre sus balbuceos, un nuevo pueblo en mitad de la extrañeza.
Cuando cesa el trabajo esclavo, asalariado, el que nos dicen que nos dará para ganarnos la vida, entonces es cuando nuestra carne empieza a componer borrones que se van aclarando y que nos lo dicen todo, todo lo que necesitamos para ir desertando de los lugares comunes colonizados.
TRIPALIUM
desatender el trabajo dispuesto para resquebrajar la querencia y mantenernos al filo de lo conforme
entregar la materia y apagar la razón hundir primero los pies en el hacer imaginativo en la caricia de lo roto para ir desvistiéndonos del peso
zambullirnos después tras comprobar cómo ceden las grietas que el agua no da mordiscos y nos reserva una temperatura ideal para la vida posible
entregar la virtud y lo perfecto a las cunetas que mantienen lo salvaje ser el animal que conserva de lo humano el deseo sin doblez
igual que dejamos secar la angustia la olvidamos en las azoteas hasta que el sol la muerde para hacerla jirones abandonemos la máquina que fabrica alimentos sin hondura
seamos la alimaña que regresa a por los huesos blancos sin memoria
en las ciudades quedarán varados sudando miedo bajo la armadura los últimos hombres útiles aferrados al origen
el trabajo sin su nombre el sustento sin usura la canción para dormir seguro en una tierra sin sótanos
Si te ha gustado esta entrada puedes enviarme tus comentarios en Mastodon: @SrMoshuelo@masto.es