Mi perra vida temporada 2025, episodio 33.

Relato – Superman ha muerto | Poema – En la pirámide – David Huerta | Reseña – Mandíbula – Mónica Ojeda | Frase Robada – Carlos Alvahuante | Bonus track

Superman ha muerto

Las primeras planas de todos los periódicos y revistas publicaron la foto, por supuesto absolutamente todas las redes sociales desbordaban por la noticia.

Tras casi dos años de una inexplicable ausencia, que inicialmente asumieron al fracaso de su última película, por fin aparecía Superman. El escándalo era mayúsculo, apenas reconocible, el otrora hombre arquetípico de la nación que lo acogió, se le veía con una barba rala de semanas, emaciado, lo que le confería un aspecto tétrico a su piel grisácea. El cuadro remataba con el súper héroe tirado en el suelo con un torniquete en el brazo y una jeringa colgando de su vena.

Sus nuevos patrones estaban más que satisfechos por la pólvora mediática que habían regado alrededor de la mayor marca registrada de sus odiados y amados socios comerciales. La conmoción había alcanzado las altas esferas de la casa blanca, y tal como se esperaba, su principal inquilino en otro de sus pueriles arrebatos, escribió en su red social que, dado que Superman no había nacido en la tierra de la libertad, y dado que su comportamiento va en contra de los valores de tan elevada sociedad, se le revocaba su residencia, y se le impedía su estancia en el país que tanto le había dado. Ahora que el súper hombre perdía el amparo de sus antes protegidos, sus jefes en el lado mexicano de la frontera tenían luz verde.

Apenas habían dado los resultados que confirmaban su reelección, y contraviniendo todos los consejos, el próximo presidente decidió organizar una fiesta “como en los viejos tiempos”. Tras las fotos de protocolo con magnates tecnológicos y su prefabricada familia, tal como si supiera de memoria la lista de Epstein, se encargó de invitar a sus socios reales a una mansión que no se sabía bien a quién pertenecía, pero se rumoraba que era del capo del monopólico cartel que, una vez cruzando el Río Bravo, se encargaba de la distribución y venta de los principales bienes ilegales: drogas, piedras preciosas y seres humanos.

Lideres demócratas y republicanos, millonarios de todas las industrias, terratenientes que fuera de esas paredes cruzaban guerras intestinas por el territorio, aquí brindaban cordialmente por el brillante futuro de los que negociaban al margen de tratados comerciales con el recién elegido presidente. Si eso no fuera suficiente motivo de euforia, el rumor de que Superman sería el invitado especial de tal festejo, le confería a la celebración mayor entusiasmo.

Antes de su esperada aparición, el super invitado estaba en una de las estancias de la mansión que el reelegido presidente había dispuesto para platicar con él, el cual ademas de insistir en la importancia de hacer renacer a la nación que le había dado abrigo y fama; le pareció prudente explicarle la naturaleza de la gala y lo que ahí vería, para evitar sin sabores. Al término de la conversación y antes de dirigirse al salón principal donde los esperaban, conminó al súper héroe a inhalar cocaína para ir poniéndose en ambiente, Superman se negó en automático, pero cuando observó a su anfitrión hacerlo dos veces seguidas con bastante maestría, se animó a dar ese paso.

Ya con la euforia y excitación al límite, el hasta entonces aburrido y puritano Superman fue el alma de la fiesta. Todo cuanto le ofrecieron aceptaba, incluso se percató de que la estandarizada heterosexualidad que se autoimponía como Clark Kent, le había impedido explorar facetas más innovadoras del placer erótico.

Las palmas de su debut en sociedad, fue el concurso de inhaladas, en la que le arrebató el campeonato que por décadas había detentado su anfitrión, ya que no contaban con el hecho de que así como su súper aliento podía apagar hectáreas de incendios como si fueran las velas de un pastel, el fenómeno inverso le permitió inhalar cantidades ingentes de cocaína, lo cual también dio fin a la fiesta, ya que se terminó hasta las reservas que hubieran servido para sobrevivir hasta el fin del mundo, y a él lo dejaron girando alrededor del globo terráqueo por un par de días continuos, alterando las corrientes de aire y ocasionando destrozos mundiales por tifones y huracanes nunca vistos, pero fuera de eso, el festejo por hacer grande a la nación otra vez había sido un éxito.

Grandes negocios se forjaban en tales eventos y para Superman no fue la excepción, algunos días después, y bajo su disfraz de Clark Kent, recibió un mensaje de texto de sus amigos mexicanos. Lo invitaban a una carne asada, le explicaron que era como la fiesta donde se conocieron, pero más divertida, querían proponerle un negocio.

A las pocas semanas, los sábados por la mañana Superman transportaba materias primas de un lado al otro del mundo, llenaba almacenes fastuosos en la tierra de la libertad, lo suficiente para abastecer el mercado por años, en los cuatro sábados del primer mes de su acuerdo comercial habían movido toda la droga de un año, sin inconvenientes, sin sangre de por medio, y con mejores márgenes de ganancia al no sobornar a centenas de gobernantes alrededor del mundo. El negocio había cambiado radicalmente y lo controlaban ellos.

El nuevo modelo de negocio también tenía sus retos, abastecer el súper consumo de Superman no era tarea fácil, y conforme la adicción aumentaba era físicamente imposible darle abasto. Así que viendo este reto como área de oportunidad, sus químicos comenzaron a trabajar en formulaciones que sólo alguien de otro planeta toleraría sin morir, ya que multiplicaban por miles su potencia, así una raya que Superman inhalaba como un ser humano convencional, era suficiente para abastecer a varios miles de clientes por semanas. Habían logrado una formulación tan potente que uno o dos gramos podrían diluirlo para tener incontables dosis, facilitando su comercialización; pensando en el momento en que su nuevo socio ya no les fuera de utilidad, lo cual sabían que iba a ocurrir tarde o temprano.

Durante casi un año, la asociación de Superman con el cartel mexicano había sido un éxito. Al tener abastecimiento en niveles máximos, los distribuidores lograron bajar los costos y aumentar la oferta, democratizando su consumo que se triplicó.

Sin embargo el ahora presidente veía como sus ingresos en sobornos habían bajado drásticamente, y cuando el servicio secreto le informó del trabajo de fin de semana de Superman, se enfureció tanto que le marcó de inmediato a la presidenta mexicana, para que pusiera orden en su casa o se atenía a las consecuencias, a lo que como siempre, la presidenta obedeció y le marcó a los empresarios de la frontera en el lado mexicano, para que arreglaran ese asunto cuanto antes.

Los jefes del cartel, como siempre, ya tenían todo contemplado, no necesitaban más a Superman, la nueva formulación que desarrollaron ex profeso les abriría nuevos canales de distribución, y con el dinero que se ahorrarían en alimentarle el súper vicio al socio, el balance sería, como siempre, muy positivo.

Superman ya se había habituado a inyectarse todos los sábados por la tarde, después de cumplir sus diligencias. Así que administrarle una nueva fórmula no fue tarea difícil, la inclusión de dosis pequeñas de kryptonita que le llegaban directamente al torrente sanguíneo lo dejaban dócil como un gatito recién alimentado, mientras experimentaba las reacciones más extrañas de toda su inmortalidad. La tercera dosis de ese sábado de trabajo, tenía una cantidad excesivamente alta de kryptonita, así cuando perdió el conocimiento tomaron la foto que recorría el mundo, y cuando el súper corazón no toleró más la sustancia que lo envenenaba, ocurrió lo inimaginable, Superman murió.

Los periodistas y agencias de gobierno se encargaron de destrozar su imagen ante la sociedad, y los coyotes despedazaron su cadáver al encontrarlo abandonado en el desierto fronterizo.

Y, como siempre, vivieron felices para siempre.

En la pirámide – David Huerta

El vértigo de las alturas lo envolvió: punzadas en las corvas, cosquilleos, un velo sedoso de mareo. Estaba en la punta de la pirámide; el ascenso había sido laborioso; el sobrepeso lo atormentó minuciosamente en cada escalón. Se miró la punta de los zapatos; luego examinó sus manos, sucias de polvo y del sudor que le había goteado del rostro. No quería mirar alrededor ni mucho menos las alturas, diáfanas y azules, de ese mediodía deslumbrante. Sabía perfectamente lo que le sucedería: el vértigo lo doblaría al punto del desmayo. Un susurro apenas oíble lo distrajo. Pensó en una hoja desprendida de los árboles que veía en esos momentos allá abajo. Pero no era una hoja: era un colibrí. El diminuto pájaro estaba a menos de un metro de su cara y parecía verlo directamente a los ojos. “Imposible”, pensó; “estoy soñando.” La microscópica voz del ave le dijo que sí, que estaba soñando. Que no era ese hombre, obeso y acezante, que casi se había odiado a sí mismo durante los agónicos, interminables minutos del ascenso. Que era alguien diferente. Alguien con responsabilidades sublimes. Dejó de escuchar al colibrí y miró hacia lo alto, hacia el sol rojo de sangre, y sintió en la mano el volumen afilado de la obsidiana y descubrió alrededor, en medio de un temblor de miedo, los rostros de los vencidos.

Mandíbula – Mónica Ojeda

Al perro más flaco se le cargan más las pulgas, decimos para referirnos a que al mas desprotegido le tocan más los palos, y en Mandíbula, la autora nos lleva por el camino de una maestra que, es pateada primero y figurativamente por su madre y luego de manera carnal por sus alumnas, hasta que un día cansada del acoso, decide tomar cartas en el asunto y así da inicio la novela. A través de personajes que inicialmente son arquetípicos de los extremos socioeconómicos de una sociedad altamente castiza, se representan las injusticias históricamente impostadas, donde ademas de la maldad, se muestra una complejidad que me parece fantasiosa, cayendo así en el realismo mágico moderno. Ya que las alumnas malditas de un colegio profundamente elitista del opus dei, una perogrullada, se acercan a un misticismo sustentado en la literatura.

En tales circunstancias las situaciones y sus personajes son complejos y juegan constantemente con los límites materiales e intangibles, insertándonos en una fantasía oscura.

Esta novela solo me hace aumentar mi admiración para los docentes que lidian con adolescentes, algo así como trabajar al borde del precipicio.

Frase robada – Carlos Alvahuante

Caigo en las garras de uno de los enemigos más insidiosos que puedan tener las personas de mi edad: el hubiera.

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.