CV

Tras la reciente polémica de una representante del PP que ha mentido como una bellaca en su CV, me he acordado de una anécdota que me ocurrió en el último trabajo que tuve.

Llevaba casi dos años en el paro y aunque mi situación económica no era preocupante, en casa entraba el sueldo de Raquel y mi desempleo aunque ya muy reducido, pero mi autoestima estaba por los suelos. A los problemas de depresión se unió un agravamiento de mi insomnio natural y creo que fue la época de mi vida que llegué más abajo en la escala del gusto por la vida. Trabajaba como freelance, que dicho así parece chulo, pero consistía en que me dedicaba a hacer páginas web para empresas locales y a cambiar viejos ordenadores windows que recuperaba para su usuarie montando una distribución de Ubuntu.

En aquél momento decidí que mi aspecto barbudo y gordo, que hacía que muchos niños me mirasen extasiados en la calle creyendo estar viendo al mismísimo Papa Nöel, podía servirme para encontrar trabajo en el mundo del espectáculo. Había hecho algunos pinitos como figurante en TV y con poco más que eso, pergeñé un CV, me di de alta en una agencia de representantes de actores y empecé a presentarme a los castings. Tuve suerte y me cogieron para trabajar en un programa bodrio de Telecinco que se llamaba De buena Ley y allí trabajé unos días pudiendo engordar un poco mi magro CV. Me llamaron entonces para un Casting la productora de Águila Roja, que creo que también hacía por aquellos entonces otra serie sobre una reina o algo similar. Me cogieron e incluso firmé un contrato en el que mi papel podía tener alguna frase y cobraba el extra por si tenía que desnudarme. Hollywood estaba más cerca. Entre medias yo había seguido buscando trabajo en los caladeros de lo que se suponía que era mi expertisse: la informática. El British Council estuvo a puntito de cogerme para gestionar su web que recuerdo que estaba diseñada en Drupal, pero mis competidores, dos veinteañeros de pro se impusieron a un veterano de 50 años. Se lo dije al presidente del tribunal que nos examinó desde Londres y se mostró contrariado por mi aseveración, absolutely not me dijo pero no me lo creí.

Me citaron para el primer rodaje un lunes. Tenía que presentarme en la Plaza de España de Madrid donde unos autobuses nos recogería a todos los figurantes para ir al plató.

La semana anterior un buen amigo al que había recurrido me llamó: “Paco, le he pasado tu CV a una empresa que conozco y que programan en Java por si te llaman, es un buen amigo y yo creo que te llamará”. -Ya, oye, pero es que yo NO SE JAVA. –“Da igual, todo se aprende” Nunca en mi vida he engañado en un CV. Ni siquiera con la mentira clásica de inglés medio y cosas así. No tengo ningún título académico que no sea el Bachillerato y un paso por la universidad poco deslumbrante, con tres años en la facultad de medicina que se interrumpieron porque por aquél entonces el estado te secuestraba un par de años para ir al ejército y otro año en la UNED estudiando Sociología que se frustró porque fui incapaz de llevar a la vez el trabajo, el cuidado de una niña y los estudios. Mi CV estaba repleto de mucha, mucha experiencia en muchos ámbitos de la vida pero sin títulos y sin el menos conocimiento de JAVA. Me presenté a la entrevista y mi primera intervención fue para aclarar que si bien mi amigo me había introducido como un experto en JAVA, yo lo único que sabía es que era una isla indonesia y haber visto la película Krakatoa, al este de Java, que incluía el tremendo error de colocar al famoso volcán en el lado opuesto y que años después descubrí que se había filmado en gran parte en España. “Lo sabemos, tu CV no dice nada de JAVA. Te queremos porque nuestra empresa es muy joven y necesitamos a alguien con experiencia”

Y ese fue el primer momento en mi vida laboral que sentí verme valorado por lo que era, una persona con mucha experiencia vital y siempre supe agradecer aquella entrevista, incluso años después cuando ya como responsable del equipo de desarrollo de la empresa, con más de una decena de programadores en JAVA, tuve que prejubilarme porque ya no aguantaba más la presión y estaba perdiendo la cabeza.

Llamé a la productora y les dije que no iría al rodaje. Fui cobarde o inteligente, eso ya no lo sabré y siempre me quedará la duda de si hubiera medrado en el mundo del espectáculo o un desnudo mio habría arruinado una prometedora carrera.


Si te ha gustado esta entrada puedes enviarme tus comentarios en Mastodon: @fmolinero@neopaquita.es

Puedes seguir este blog desde cualquier red del Fediverso o mediante RSS. @fmolinero@neopaquita.es">