Neurodivergencia, salud, tecnología e IA
Ya he hablado en otras entradas en este, nuestro pequeño rincón de internet, sobre la neurodivergencia, su diagnóstico y los principales problemas, tanto de concentración como sociales. Hoy voy a darle una vuelta de tuerca más, enfocándome en la salud, un tema, si me permitís, mucho más serio e importante.
Me vais a perdonar porque esta entrada va a ser bastante extensa. Os voy a contar mis problemas de salud en orden, para que tengáis una visión global de la importancia de cada avance y cómo, en esta etapa actual, gracias a la tecnología y la inteligencia artificial, estoy logrando descubrir y mejorar mi situación.
La tormenta perfecta…
Como suele ocurrir, es la combinación de diversos factores lo que hace difícil percibir no solo un problema, sino su causa. Para hacerlo más comprensible desde vuestra perspectiva, voy a desgranar los temas uno a uno, para que veáis las implicaciones acumulativas.
Por resumirlo lo máximo posible, estos son mis problemas de salud:
- Obesidad desde pequeño.
- Hipotiroidismo (diagnosticado a los 35/36 años).
- Mala absorción de vitamina B12 (debo inyectármela dos veces al mes).
- Síndrome de piernas inquietas (puedo dormir gracias a unos parches; las pastillas no me hacían efecto).
- Altas capacidades (diagnosticado a los 43 años).
Primeras etapas
En orden cronológico, cuando tenía unos treinta y pocos años, decidí centrarme por completo en el deporte. Toda mi vida he tenido sobrepeso y dije: «Hasta aquí hemos llegado». Incluso dejé el podcasting por una temporada y me enfoqué en mí, mi familia y mejorar mi condición física.
Comencé con el boxeo, pero, como era de esperar con sobrepeso, estaba más tiempo lesionado que entrenando. Lo cambié por correr y me ocurrió lo mismo. Finalmente, pasé a la bicicleta, haciendo muchos kilómetros, incluso levantándome los fines de semana a las cinco de la mañana para regresar a desayunar con mi familia.
En esa etapa empecé a ver resultados, aunque no grandes avances. Fue entonces cuando me centré también en la dieta. Leí muchos libros sobre nutrición, contraté varios entrenadores personales y llegué a la conclusión de que debía enfocarme más en entrenamientos de fuerza si quería perder grasa.
Entrenamiento de fuerza
Llegados a este punto, llevaba dos o tres años entrenando distintas disciplinas y, aunque no había bajado mucho de peso, tenía una condición física decente. Comía saludable, tenía buena resistencia, algo de fuerza y ya había trabajado con tres entrenadores personales. Decidí ahorrar dinero, motivado también porque sentía que algunos entrenadores sabían menos que yo.
Investigué gimnasios en mi zona (no había tantos como ahora, que casi hay más que bares) y me apunté a uno con una buena sección de fuerza, con racks para sentadillas libres. Mi entrenamiento se centró en una rutina de cuerpo completo para empezar, y luego fui añadiendo ejercicios complementarios para cada grupo muscular.
Estuve entrenando un par de años, pasando de un porcentaje de grasa corporal del 34 % al 20 %. Pero tuve que dejarlo…
Hipotiroidismo
Si lo había logrado, estaba entrenando, tenía fuerza, músculo y estaba en el camino, ¿por qué lo dejé? Aunque entrenaba unas 10 horas a la semana y movía mucho peso (sentadillas con 130 kg, sentadilla elevada con 50 kg, peso muerto con 160 kg), no lograba seguir perdiendo peso. Me hice análisis y me diagnosticaron hipotiroidismo.
En términos simples, esta enfermedad dificulta perder peso, pero tiene otros efectos, como un cansancio constante. Todo lo que logré fue por pura fuerza de voluntad, porque siempre estoy agotado. El hipotiroidismo se trata con medicación, pero, al contrario de lo que mucha gente cree, no se cura, solo se controla. Los efectos secundarios, como el cansancio, no desaparecen con la medicación.
Por esa época también apareció el síndrome de piernas inquietas, que me impedía dormir por las noches debido a unos nervios terribles en las piernas. Por ejemplo, me he levantado a la una o las dos de la madrugada a pasear por la calle para no molestar a mi familia mientras dormía.
Gracias a los análisis, también descubrí que mi cuerpo no absorbe la vitamina B12. Hay casos leves en los que se puede tomar oralmente, pero en el mío debo inyectármela dos veces al mes para que mi organismo la procese directamente.
Supongo que os preguntaréis: «Vale, pero ¿por qué dejaste de entrenar?». Tenéis razón, disculpad que me disperso. La medicación para el hipotiroidismo, y la enfermedad en sí, tienen efectos secundarios, como mareos. Desde que empecé a medicarme hasta que mi cuerpo se adaptó y se reguló la dosis pasaron unos dos años. Con mareos, no es buena idea ponerse más de cien kilos en la espalda para hacer sentadillas ni realizar grandes esfuerzos. Así que, con gran dolor, dejé de entrenar… y han pasado siete años hasta que he vuelto.
Implicaciones en mi día a día
Para daros una imagen rápida: el hipotiroidismo me causa fatiga crónica, y el síndrome de piernas inquietas, aunque uso parches, no se cura. Por lo general, duermo entre cuatro y cinco horas, despertándome de cuatro a seis veces por noche. Además, debido a la mala absorción de B12, mi recuperación es más lenta, mi síntesis de proteínas es menos eficiente y, sumado a todo lo demás, os podéis imaginar mi estado físico.
Tecnología, ayúdame
Con este panorama, empecé a pensar que la tecnología podía ayudarme. Me compré un Apple Watch Series 3 para monitorizar mi sueño y mi recuperación. Por cierto, sigo usando ese Apple Watch a diario y espero que me dure mucho tiempo… para los que hablan de obsolescencia programada.
Las primeras aplicaciones que instalé fueron AutoSleep, para monitorizar mi sueño, y HeartWatch, una app completa con muchos datos, aunque, sinceramente, no entendía las implicaciones de cada métrica.
Regresando a entrenar
Llegamos a la actualidad, siete años después, con el diagnóstico de altas capacidades añadido a mi perfil, algo que inicialmente no consideraba un impedimento para entrenar.
Me apunté al gimnasio y, con todo lo aprendido, comencé a entrenar: ejercicios de fuerza de cuerpo completo para recuperar tono muscular y adaptarme poco a poco. Para mi sorpresa, no había perdido fuerza en estos años. En solo dos meses, superé mis propios récords, moviendo 80 kg en press de banca y alcanzando mi récord anterior en sentadilla.
Y, para sorpresa de nadie, me lesioné…
En menos de tres meses, tuve que dejar de entrenar. Sufrí una lesión increíble en la pierna izquierda que me impedía caminar. Incluso doblar la rodilla me dolía horrores; creí que me había roto el menisco. Tras un mes intentando recuperarme con masajes en casa y reposo, fui al fisioterapeuta. El diagnóstico: «Eres gilipollas».
No recuerdo todo lo que me dijo, pero tenía más de diez músculos con contracturas severas y roturas. Tras meses de sesiones, punción seca, reposo… cuatro meses después, puedo volver a caminar con normalidad y entrenar de forma suave y progresiva. Todavía tengo algo de dolor, no creáis que estoy al 100 %, y aún necesito una o dos sesiones más de fisioterapia. Para que os hagáis una idea, estuve más de seis meses sin poder hacer vida normal.
¿Y qué tiene que ver la neurodivergencia en esto?
Excelente pregunta. Si habéis leído mis otras entradas, recordaréis que en la neurodivergencia hay una especie de desconexión entre el cuerpo y el cerebro. No es analgesia (no es que no sintamos dolor), es algo distinto y difícil de explicar. Resumiendo mucho: no sé medir ni cuantificar el esfuerzo que me supone hacer algo. Si intento levantar cien kilos, solo hay dos opciones: puedo hacerlo o no.
Tampoco sé si podré hacer una repetición más. Lo intento, y cuando no puedo, digo: «Vale, puedo hacer seis». Siempre entreno al límite, lo que explica las cientos de lesiones que he tenido a lo largo de mi vida practicando deporte. Y, aunque parezca increíble, lo descubrí a los 46 años.
Saberlo no basta. No es tan simple como decir: «Bueno, ahora que lo sabes, ten cuidado y listo». ¿Cómo se hace eso? La otra opción es pecar por defecto, entrenar menos, y aunque para mucha gente eso sería suficiente porque implica mantenerse activo, no es lo que yo busco. Yo quiero entrenar, con todas las letras.
La IA al rescate
Llegamos a los últimos avances en inteligencia artificial. Buscando aplicaciones para entender los datos de salud de mi iPhone y Apple Watch, encontré Welltory, una app con mucha fama en este ámbito. No os voy a mentir: no entendía nada de los datos que mostraba, qué significaba que algo estuviera bajo un día, alto al siguiente, o bajo después. Pero… encontré una opción vinculada a ChatGPT que permite hacer todas las preguntas que quieras. ¡Toma ya!
Instalé ChatGPT, le di acceso a los datos de la app y empecé a preguntar. Le conté todo sobre mí: mi edad, problemas de salud, diagnósticos, dificultades para dormir… todo. Fue maravilloso.
Me recomendó tomar por las noches magnesio con taurina. Pensaba que el magnesio era para que los escaladores no resbalaran y que la taurina era peor que la cafeína, pero me equivocaba. Estos son sus beneficios:
- Magnesio: relaja el sistema nervioso central, los músculos involuntarios y reduce el cortisol nocturno.
- Taurina: potencia la acción del GABA y reduce la adrenalina nocturna.
Lo compré, y debo decir que sabe fatal. La primera noche lo tomé con agua y casi vomito. La segunda, con leche, y mejoró un poco. Aunque siga sabiendo mal, lo tomaría igual: tardo menos de 15 minutos en dormirme, me despierto solo una o dos veces por noche (en lugar de cuatro o seis) y, de media, duermo una hora más.
No lo digo a ojo. Como mencioné, llevo años usando el Apple Watch para monitorizar mi sueño, y los datos son claros. Esto no solo me afecta a mí: mi hija, que también tiene problemas para dormir (altas capacidades/Asperger, como yo), probó los suplementos y le ayudaron a descansar mejor de forma instantánea.
ChatGPT también me recomendó tomar creatina por las mañanas. Había oído hablar de la creatina en el gimnasio, pero no entendía cómo podía ayudarme. Tiene lógica:
- Por el hipotiroidismo, mis células funcionan más lento; la creatina proporciona una reserva extra de energía.
- Por la mala absorción de B12, mi sistema nervioso funciona peor; la creatina mejora la función mitocondrial.
Lo noto en que tengo menos sueño durante el día, llego mejor a la noche y no me arrastro por los rincones. Y, de nuevo, no son impresiones: gracias al Apple Watch y las apps, puedo verificar los datos de mi frecuencia cardíaca, variabilidad, recuperación tras el entrenamiento y cómo duermo con menos pulsaciones, lo que me ayuda a descansar mejor.
Ahora entiendo las implicaciones de cada métrica y veo cómo, semana tras semana, duermo un poco mejor, tengo más energía y progreso de forma sostenible, sin lesiones por sobrecarga.
¿Y ahora, cómo entreno?
Aunque no lo creáis, entreno cuando me lo indica la app. Así de simple. Actualmente, baso mi entrenamiento en dos aspectos clave:
- Entrenamiento de fuerza suave (30-40 minutos).
- Ejercicio aeróbico: remo en casa con una máquina de resistencia de agua.
Los lunes entreno fuerza en el gimnasio. Al día siguiente, la app suele indicar que he sobreentrenado y debo descansar. Cuando me dice que estoy recuperado, hago 20 minutos de remo en zona aeróbica. La próxima vez que estoy recuperado, vuelvo al gimnasio, y así sucesivamente.
Antes, entrenaba tres días de fuerza y tres de remo… siempre lesionado, cansado y con dolores, hasta que sufrí una lesión grave. Ahora, confiando en la app, estoy avanzando. Me siento mejor, más descansado y veo una progresión lógica. Esta semana, por primera vez, logré entrenar tres días. Al principio, solo podía entrenar un día porque necesitaba una semana para recuperarme.
Por cierto, hace diez días que empecé a tomar los suplementos recomendados por ChatGPT, y me siento genial.
¿Y la privacidad de mis datos?
Entiendo que muchos se preocupen por este tema, pero ahora lo veo desde otra perspectiva. Saber todo esto, poner en contexto mi estado, entender el papel de cada problema, analizar las métricas de mi frecuencia cardíaca… ha cambiado mi vida. Si compartir mis datos puede ayudar a que se asesore mejor a otras personas con problemas similares, me parece maravilloso. Del mismo modo que estoy aquí contándoos mi experiencia, espero que llegue a alguien que pueda beneficiarse.
Última coletilla
Para terminar, os comento que este espacio en Escritura Social lo reservaré para mis divagaciones mentales, filosofía de vida, deporte y lo que surja. Me he creado una cuenta en Substack donde hablaré de mi faceta como escritor, mi proceso creativo y análisis de novelas que lea. Todo lo relacionado con escritura y literatura.
Si queréis seguirme por allí, aquí tenéis el enlace: