No sois vosotros, soy yo
Llevo mucho tiempo pensando en escribir por aquí y, sin embargo, no he sido capaz de hacerlo.
Creo que tengo muchas cosas que contar: mi proceso creativo, cómo he alcanzado cierta paz interior, el engaño que representa publicar en Amazon KDP, cómo estoy gestionando la grabación del audiolibro, mi plan de promoción en Spotify de esta primera parte de mi novela...
Sin embargo, no soy capaz de hacerlo, y hoy creo que he comprendido el motivo.
Los artículos que he ido escribiendo por aquí son —eran, en realidad— preguntas que me hacía a mí mismo. Una forma de poner en orden mis ideas, pensamientos; de preguntarme y analizar, desde diferentes ángulos, algo que me rondaba por la cabeza. Y con este ejercicio iba perfeccionando mis análisis.
Hace poco más de un mes que publiqué mi primera novela en Amazon y, os prometo, estaba seguro de que os iba a bombardear con artículos sobre el proceso, mis impresiones, en qué estaba equivocado, qué voy a hacer diferente ahora... Es más, incluso estaba deseoso de comenzar a escribir, pero, chico... dique seco.
En estas semanas de paz interior, centrado únicamente en mis cosas, alejado del ruido de las redes sociales, portales de noticias, YouTube... he visto —como acabo de comentaros— que esos artículos eran, en realidad, una terapia propia para responderme a mí mismo. Y la novela era la respuesta final.
No he alcanzado el nirvana, ni mucho menos; es más, ni tan siquiera creo en él.
Sin embargo, esas dudas o preguntas ya no existen. Entonces, ¿para qué voy a seguir escribiendo?
Creo que ya he comentado en algún otro artículo que, hasta ahora, durante toda mi vida, no sabía si lo que hacía estaba bien o no, si se comprendía, si tenía sentido o podía entretener a alguien... Ahora, por primera vez en mi vida, esa duda ha desaparecido.
Sé que mi novela está bien. Es más: sé que mi novela está de puta madre. No necesito que nadie me lo diga.
Y mi novela son todos esos artículos que tenía ganas de escribir. Por fin he logrado cumplir mi sueño de cuando era niño. Soy escritor.
A través de una infinidad de personas, de distintas clases sociales, necesidades, heridas del pasado... voy tejiendo todas mis dudas, mis temores, mis críticas, mi rayo de esperanza sobre el ser humano. Todos y cada uno de mis personajes son una parte de mí, una etapa que he atravesado, una duda o error que cometí.
Y por eso ya no puedo seguir escribiendo, ni aquí ni en ningún otro sitio. Porque mis dudas y preguntas quedan plasmadas de forma más clara en la novela.
Del mismo modo, tampoco entro en ninguna red social. Suena pedante, egocéntrico o, cómo no, de un gilipollas subido: «El payaso este está tan enamorado de sí mismo que ya no necesita a nadie más».
Como es lógico, cada uno puede pensar lo que quiera. Pero no es eso. Es que estoy tan inmerso en mi historia, mis personajes, en lo que quiero decir, en lo que necesito decir... y en cómo encontrar la forma de hacerlo... que se me pasan las horas del día sin acordarme de nada más.
Sé que mi paso por aquí ha sido breve —creo que justo un año—, tampoco he participado mucho. Dudo que alguien me eche de menos.
Así que tan solo me queda despedirme. Por regla general, borro todas mis cuentas, pero, yo qué sé... al pobre Adrián le costó años que me crease esta cuenta, así que voy a dejarla. Quién sabe, igual algún día vuelvo.
Por mi parte, tan solo queda decir que ha sido un placer conoceros, y que no me voy por vosotros, sino por mí.