Mi perra vida

Mi perra vida es un proyecto cultural y artístico.

Relato – Terroristas de datos | Poema – El remordimiento – Jorge Luis Borges | Reseña – Internet for the People – Ben Tarnoff | Frase robada – Anne Dofourmantelle | Bonus track

Terroristas de datos

Cada vez requerían mayor precisión, un plan a prueba de errores para asaltar los centros de datos. Ya era imposible atacarlos por sorpresa, en pocos minutos después de activadas las alarmas, se hacía presente la policía local, para que poco después llegara el ejército informático, pagado por los dueños de las empresas tecnológicas, pero auspiciados por el gobierno. Tenían la orden de ejecutarlos sin juicio previo, a consecuencia de históricas enmiendas legales que colocaron a los centros de datos, como la mayor infraestructura vital para la sociedad, su amenaza o daño, se consideraba el mayor acto terrorista.

Había que actuar velozmente y con precisión quirúrgica, ya que debían asegurarse de que los servidores no sufrieran ningún daño, ese era el fin último de tan riesgosa empresa, los datos los venderían a mercenarios. Si la fortuna los acompañaba y encontraban información valiosa, podían extorsionar a empresas o figuras públicas que tuvieran mucho que ocultar, y más de que arrepentirse. Pero si eran realmente afortunados en los servidores críticos podían encontrar datos sensibles de ejércitos, gobiernos, bandas de tráfico de armas o drogas. En ese sentido, los servidores eran un ejemplo de tolerancia y pluralidad, en un mismo sitio convivían los datos íntimos de los más acérrimos enemigos.

Quienes participaban tenían una capacidad muy específica, lo que hacía a estos terroristas digitales, peligrosamente eficaces, aunque eran incapaces de matar una mosca. Ingenieros, científicos, analistas, filósofos, médicos; aquellos que fueron los primeros en perder o precarizar aún más sus empleos.

Hasta el momento con dos mega centros de datos, las cosas se habían logrado sin derramar ni una gota de sangre, pero sabían que al conocer su modus operandi, esto podría cambiar en el futuro.

Apenas salieron los últimos empleados, el plan daba arranque cerrando las compuertas de agua que enfriaban las toneladas de servidores, la presión retenida inundaría las instalaciones, a partir de ahí, tenían el tiempo en contra, ya fuese porque llegara la policía, o porque la falta de enfriamiento derritiera los chips, memorias y discos que contenían los datos.

Mientras que el agua inundaba y distraía la atención de los guardias, tenían que difundir un virus a la red de datos redundantes que mantenía copias de la información más importante, el objetivo era corromper ese respaldo, para que su botín fuera el único disponible, y por ende con gran valor de mercado.

Al desarrollarse el ataque informático, los racks de cuarta clase se incendiaban con la información banal de los usuarios promedio, ellos iban por aquellos con información tan clasificada y valiosa que justificaban varios sistemas de enfriamiento.

El plan ocurría como se esperaba, los agentes de seguridad se encontraban tratando de resolver las zonas inundadas y las incendiadas, así que desbloqueados los accesos no habría problema. Conocían bien el sistema de clasificación de racks, así que tras esperar el tiempo acordado para que el virus corrompiera las copias de seguridad en servidores remotos, cada uno tomó un par de servidores, lo suficiente como para retirarse del negocio.

Siguieron la ruta de escape por los pasillos de servicio, para encontrarse con el resto en una de las salidas de emergencia. Se movían con prisa, pero cuidando la integridad de su conquista, sólo los separaba un patio de la salida que era cuidado por drones, así que ya deberían estar desactivados.

Efectivamente su plan era impecable, pero al cruzar la puerta, los cuerpos de todos sus compañeros se encontraban tirados en el suelo, inertes, los rodeaba un ejército, que no les dio la oportunidad ni de parpadear.

Los titulares de los medios de comunicación arrasaban, “terroristas de datos vuelven a secuestrar información altamente confidencial y escapan. Asesinando a todo el personal de las instalaciones.

En menos de una semana las acciones de la compañía subieron como la espuma, después de que los terroristas de datos hubieran filtrado miles de archivos que destrozaron a las empresas competidoras.

...

El remordimiento – Jorge Luis Borges

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente. No me abandona. Siempre está a mi lado La sombra de haber sido un desdichado.

...

Internet for the People – Ben Tarnoff

Hace unos días uno de mis residentes de gastroenterología me mandó la foto de su primogénito, varias cosas vinieron a mi cabeza, pero entre ellas, era imaginar que ese niño es poco probable que entienda un mundo como el de hace un poco más de cien años, en el que Albert Camus era infiel a su esposa y todo se documentaba en cartas escritas a mano que, tardaban semanas en llegar; o entender mi infancia, en la que, cuando salía a jugar en vacaciones, podía desaparecer toda la tarde sin que mis padres tuvieran alguna noticia de mi.

La aparición de Internet es algo que modificó para siempre la forma de entender al mundo. Por lo tanto el análisis de Ben Tarnoff es algo que, en el futuro podría considerarse un libro de texto, ya que, documenta y analiza la génesis y desarrollo de la revolución tecnológica. Enmarcándolo en el entorno económico que funge como su motor y directriz. Promueve una perspectiva alejada del absurdo romanticismo de los avances tecnológicos en Silicon Valley, y de la meritocrática infiltración de Internet en todos los aspectos de nuestra vida. Lo que si realiza es una aproximación más pragmática sobre cómo es en realidad una herramienta que nos tiene doblegados.

Tener este conocimiento es de gran ayuda, para que a través de la comprensión, podamos movernos aunque sea lento y difícil, por este pantano de mierda en el que estamos hundidos.

...

Frase Robada – Anne Dofourmantelle

No siempre es dulce vivir, pero la sensación de estar vivo pide dulzura

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato – Larga vida a Apple

Larga vida a Apple

Deben estar pensando que me volví loco. Aquellos que por haber cometido delitos de lesa humanidad en vidas pasadas y en consecuencia, en esta re-encarnación tienen el infortunio de conocerme un poco, saben muy bien que tengo una férrea aversión a los productos de la manzanita.

No negaré mi sucio pasado, en el que, cuando era muy, pero muy joven, me tocó ver en la tienda Aurrera de Miguel Angel de Quevedo en el entonces Distrito Federal, los primeros modelos que se comercializaban, en esa inocente infancia, me parecían unos equipos de cómputo hermosos, sinceramente eso lo sigo pensando. Muchos años después me enamoré de esos modelos de iMac con un chasis parecido a un viejo televisor con colores traslucidos. Durante esos años no tenía la posibilidad económica para acceder a tan estilizados productos.

Ya con cierta capacidad de compra, no así de pago, caí en las garras de su estupenda mercadotecnia y me compré uno de los primeros modelos de iPad, la cual al final regalé, no recuerdo bien porqué. Y después adquirí un iPod touch que, sólo me trajo desgracias, así que lo deseché.

Desde entonces al margen de lo bien cuidado que es su diseño de software (es decir lo que puedo putear) y un robusto hardware (es decir lo que puedo patear), me ha parecido que el precio a pagar por esos “avances” técnicos, era y es desmesurado.

En sus albores, los llamados creativos, justificaban los desorbitantes costos, dada la facilidad de uso, y mejoría en productividad, además argumentaban la inversión con una larga vida útil, sin baches ni contratiempos. Pero cuando su uso y consumo se masifica, sin la consecuente y esperada reducción de precios, me parecía abominable el costo de esa joya del diseño y la tecnología, para revisar el correo electrónico, usar el procesador de textos, y alguna hoja de cálculo; mi impresión era que sólo estaba pagando el estatus que otorgaba la marca que tan bien promocionaba el ave Fénix de inversionistas de Cupertino, Steve Jobs, al que diosito no por nada le recetó un mortal cáncer de páncreas.

En la época actual, definitivamente no comprendo porqué pagar tanto dinero, para usar herramientas de oficina y páginas de redes sociales. Sus ciegos evangelizadores aluden que la increíble velocidad, facilidad de uso que mejora su productividad y su fantástico ecosistema (nota al margen, me enerva que le digan ecosistema a un sistema cerrado, censurado y elitista de aplicaciones, la mayoría efímeras), todo esto justifican cualquier precio.

Siento falaz tal argumento ya que, ¿cómo esas ventajas lograrán eliminar la pereza que me da revisar los borradores de tesis de mis estudiantes?, que por cierto, sean escritos en la mas costosa computadora de Apple o en la más precarizada basada en Windows, padecen de los mismos males.

Lo que sí me parece de un cinismo descarado, es que sean capaces de ejecutar la famosa y destructiva obsolescencia programada. Esto es, dado que los equipos son casi indestructibles, pues entonces nos hacen creer, a través de las famosas actualizaciones, que muy rápidamente pasaron los mejores años de tan hermosas computadoras, perdiendo paulatinamente funcionalidad, sin más justificación que la avaricia de sus accionistas. Porque seamos sinceros, cómo es posible que un navegador, aplicaciones de oficina y uso de redes sociales necesiten tanto poder de cómputo actualizado.

No ahondaré en los temas de esclavitud infantil relacionados con su ensamblaje, ni en la devastación que implica obtener los materiales más raros de la tabla periódica para fabricar sus componentes. Solo mencionaré grosso modo que para producir una Macbook Air se arrojan a la atmósfera 176 kg de CO2, para compensar su efecto se requiere plantar al menos diez árboles y mantenerlos vivos durante tres años, igualmente se consumen entre 15,000 a 20,000 litros de agua.

Una vez establecido este contexto, se deben estar preguntando, ¿entonces el título de este relato es una vulgar patraña para llenarme de lectores? La realidad es que no, todo esto surgió porque quería confirmar si el hardware que pensamos es obsoleto, bajo ciertas condiciones y para ciertas tareas (tareas como para las que normalmente usamos una computadora) puede dejar de serlo, extendiendo así su vida útil.

Para cumplir tal propósito necesitaba un sujeto de experimentación. Platicando con mi hermana (a quien agradezco la donación) me comentó que su iMac retina de 27 pulgadas, con alrededor de cinco años de uso dejó de actualizarse, por lo que vendió un riñón y adquirió una nueva, así que esa pobre iMac vetusta estaba destinada a ser desechada.

Ya con un equipo que me permitiera comprobar mis hipótesis, procedí a evaluar en la praxis lo que significaba la mentada obsolescencia programada. Así que, con la computadora completamente limpia, me dispuse a echarla a andar. La primera sorpresa es que el logo de la manzana en la pantalla tardaba bastante tiempo en llevarme por fin al escritorio. Lo segundo, es que, tras actualizar el software, al querer instalar el navegador Chrome (no me critiquen por favor, era con fines científicos), me sorprendió el anuncio de que, no se podía instalar en el sistema operativo, se requería una versión más reciente, eufemismo para obligarme a adquirir un equipo más reciente. Algo similar ocurrió con Microsoft Office. Ahí detuve mi primer experimento, llegando a las siguientes consideraciones. Efectivamente el equipo se percibe lento, y aunque podía instalar algunas alternativas de navegador de Internet, daba la sensación de tener un equipo amputado, sin libertad de uso, que seguramente en los próximos meses, pedazo a pedazo perdería incluso sus funciones elementales. Lo más llamativo es que el equipo no tiene más de cinco años, es un abuso dejar de actualizarlos en un periodo tan corto de tiempo.

Primera conclusión – Es muy evidente y abusiva la obsolescencia programada.

Después de confirmar lo esperable, pasé a la acción, es decir, sustituir el multipremiado sistema operativo de Apple, y de pasada mandar a la mierda todo su ecosistema (si Steve Jobs viviera seguro le recurre el cáncer de páncreas, sólo de imaginar lo que le espera al producto de su ingenio). Para tan irreverente tarea era necesario instalarle alguna de las decenas de versiones del sistema operativo Linux. Si a alguien no le queda claro qué es el sistema operativo de su computadora, en términos elementales, es la plataforma que permite a todos los fierros trabajar adecuadamente, para poder así, instalar todo el software que necesitamos. Básicamente el mundo se divide en dos grandes continentes, el monstruoso Windows de Microsoft y el gestado en California iOS, lo que más diferencia a Linux de sus hegemónicos hermanastros, son sus fundamentos. Es un sistema operativo que puede ser utilizado por cualquiera sin pagar una licencia (aunque es buena idea hacer una donación a los desarrolladores), puede ser modificado sin pedir permiso, y su código está a la vista de todos, lo que, paradójicamente lo vuelve menos vulnerable a fallos de programación. Esto permite encontrar versiones o distribuciones, que se adaptan prácticamente a cualquier necesidad y equipo.

El problema es que su uso ha encontrado su nicho en personas entrenadas o interesadas en las tecnologías de cómputo, es decir nerds. Por lo que, en el pasado su uso estaba reservado para gurús tecnológicos. Pero desde hace años, cada vez con mas frecuencia y cada vez con más éxito, estas variantes o distribuciones de Linux son más fáciles de instalar y usar.

Así que inicié con una que fuera ligera y rápida, llamada Lubuntu, que se instaló sin problemas, las aplicaciones elementales funcionaron, pero los problemas comenzaron con la videocámara y la ejecución del software que uso para la edición del podcast. Dada mi innata impaciencia, y el tiempo limitado que contaba para el proyecto, ya que todo debe ocurrir en el marco de mi apretada y precaria vida cotidiana; decidí en lugar de buscar cómo resolver el problema, instalar otra variante de Linux, en esta ocasión el confiable Ubuntu, igualmente la instalación sin problemas, así como el software de oficina, pero persistió el problema de la videocámara y el software para la edición de audio.

Por lo que busqué alternativas más adaptadas al hardware de Apple, así dí con una tercera versión llamada Manjaro, y bajo el aforismo de “la tercera es la vencida”, aunque yo honestamente me iba a arropar en el más laxo “no hay quinto malo”, procedí a instalarla y configurarla.

Lo primero es que la velocidad de carga y ejecución de programas era sorprendentemente rápida, y se resolvieron los problemas previos, dejándome un equipo ágil y totalmente funcional. Lo único que no he logrado que funcione, es el jack de 3.5 mm para utilizar los audífonos alámbricos, pero los que se conectan por Bluetooth funcionan de maravilla.

Segunda conclusión – Se puede utilizar Linux en una iMac, y con algo de trabajo, el resultado es muy aceptable con un desempeño bastante superior al sistema operativo original.

Ahora viene el momento de la verdad, usar esta resucitada iMac, y llevarla a la realidad, este experimento está en proceso. De momento mi nube se sincroniza sin problemas, tengo todas las herramientas que necesito para trabajar, y todo este blog y su edición en audio se trabajaron en su totalidad en la renovada computadora.

Tercera conclusión – Resucitar un equipo de cómputo e instalar todas las herramientas de trabajo, es viable, gratis, ético; pero requiere mucha paciencia y algo de tiempo.

A modo de corolario, probablemente no todos quieran o puedan invertir una semana de su agenda, en este tipo de proyectos, pero antes de desechar sus equipos, vean si hay alguien que les pueda ayudar, y así darles una segunda oportunidad. Si no tienen esas posibilidades seguro algún técnico, por muy poco dinero puede hacer ese trabajo, y ayudar a que, nuestro uso de la tecnología sea racional y adecuado a las situaciones ecológicas y económicas actuales.

Finalmente, después de este proyecto, hice una resucitación de una laptop con diez años de edad, y literalmente todo fue cuestión de un par de horas de trabajo, y hoy la uso cotidianamente en el consultorio.

Así que, a pesar de Apple, larga vida a Apple.

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Cuento – La ilegal privacidad

La ilegal privacidad

La red de seguridad infantil tenía confirmación absoluta. Las actividades que realizaban los niños, no sólo eran sospechosamente inusuales, podrían ser consideradas una amenaza a la seguridad, e incluso actividades delictivas.

Un descuido -voy tarde, pero si llego-, fue el que permitió identificar al resto de los niños de la banda, así que sólo fue cuestión de segundos, para focalizarse en la actividad de cada uno de los destinatarios de ese mensaje, para comenzar a recabar los datos de actividad que pasaban por sus teléfonos celulares, fotos, mensajes, correos, datos de geolocalización, variables de salud y biométricas, historial de navegación. Incluso lo que habían borrado hace años, que en las letras pequeñas de las condiciones de uso de los múltiples dispositivos digitales, escondido entre la burocracia del lenguaje, les obligaban a perder su derecho al olvido, todo se almacenaría y utilizaría para los fines que mejor consideran las corporaciones que almacenaban esas toneladas de información.

Es por eso que cuanto este río de datos que corría de la noche a la mañana se detuvo, el sistema de monitoreo lanzó la primera alerta individual. El caso índice fue Carlos, un niño de quince años, súbitamente su teléfono dejó de enviar datos, los registros indicaban que tenía 82% de batería, la cobertura de red celular era de 93%, el acelerómetro y giroscopio no indicaban señales de una caída, los datos de geolocalización habían sido desactivados, pero la triangulación de las torres de telefonía permitían ubicarlo en el interior de un centro comercial, con una precisión de doce metros, los registros de la cámara y micrófonos confirmaban el punto donde Carlos había dejado de transmitir datos.

El análisis de comportamiento después de retornar de ese vacío de información, sólo indicaba una reducción en el consumo de redes sociales en 6.8% con respecto a la media, rango permisible por el sistema, aunque visto en retrospectiva, inusual en él; también tuvo menos interacciones por el mensajero con Susana, Leonardo y Luis, que normalmente se seguían viendo en la escuela, centros comerciales y salas de juegos. El día que Carlos dejó de transmitir datos, se escribieron en promedio 13% menos mensajes en las dos horas precedentes. El agujero de información duraba sistemáticamente veintiún minutos, después de ese tiempo se observaba una frecuencia cardíaca inusualmente alta, considerando la temperatura ambiental y la velocidad de desplazamiento.

La siguiente fue Susana, quien inesperadamente se encontró con Carlos en el centro comercial a las dos semanas del caso índice. No se logró determinar el mecanismo a través del cual se pusieron de acuerdo, lo tuvieron que haber concretado en persona, sin teléfonos u otros medios de captura como cámaras o audífonos de otros dispositivos cercanos. La teoría más plausible era la alberca, en la que los implicados se reunían dos veces por semana. Unas instalaciones muy lujosas, que paradójicamente, no contaban con sistemas de vídeo-vigilancia, ya que sus padres demandaron a la empresa de seguridad, por la filtración de vídeos de sus hijos, que fueron utilizados por redes de pedófilos, haciendo circular imágenes modificadas por IA, así sus múltiples abogados lograron retirar los sistemas de vigilancia. Las transmisiones de audio desde los teléfonos en los vestidores, a pesar de su gran alcance, sólo permitían identificar susurros, risas y el chapoteo del agua.

Leonardo y Luis eran hermanos, los más difíciles de investigar, rebeldes y descuidados, con tendencias peligrosas a la desobediencia, por lo tanto a olvidar sus teléfonos celulares en cualquier lado, a pesar de los regaños de sus padres, o a romper con excesiva frecuencia sus relojes, anillos y dispositivos de monitoreo, así que solo el empleo de medios públicos de vigilancia se usaron para mostrar que unos días después de que Susana se uniera a Carlos, ellos también se encontraban en el centro comercial, y se pierden entre el laberinto de cámaras.

Lo cierto es que jamás se les vio juntos, hasta el día en que, Susana accidentalmente mandó el mensaje, entonces en pocos minutos la IA logró unir los puntos.

En los días siguientes se remitió la orden para colocar cámaras en uno los contenedores de basura del sótano del centro comercial, que al dejar de usarlos con el cambio de compañía recolectora, consideraron que no era necesario vigilarlo. Pero ahora parecía indispensable llenar ese hueco de información, ese espacio de ilegal privacidad.

Las imágenes y grabaciones era contundentes, siempre, diez minutos antes de que llegaran los niños, un indigente irreconocible para los sistemas de registro biométrico, uno más de esos pordioseros, que no hacían nada por el sistema, es decir no podían comprar nada, y apenas vivían de lo que mendigaban, ese hombre desgarbado llegaba y acomodaba unos almohadones sucios en el suelo, mientras hojeaba, lo que tuvieron que confirmar todas las videocámaras, un libro de papel.

Ese dispositivo, se había proscrito de manera comercial hace décadas, y bajo limitados permisos se podía acceder a alguno de ellos, para motivos de investigación. La gran mayoría fueron destruidos, dijeron para ser reciclados, ya que varios lustros atrás se consideraron el origen de la destrucción de los bosques, así se convenció a la sociedad de que, los libros digitales eran la opción más ecológica. De este modo la IA podía controlar las licencias de uso de los libros permitidos, establecer patrones de comportamiento, conociendo gustos, velocidad de lectura, párrafos subrayados y comentarios ad hoc en redes sociales.

En este caso el libro que el pordiosero les leía en voz alta, apenas se acomodaban en el piso, era uno de los muchos libros prohibidos, Momo de Michael Ende, vetado para todas las edades, ya que atentaba contra la seguridad nacional. Esta anacrónica lectura en voz alta se confirmó un par de semanas consecutivas, así que se tenía que ejercer la ley, la ley de la IA.

El análisis de casos similares les habían demostrado que, llevar esta falta ante los tribunales sólo atraía ruido digital difícil de contener, y por lo general aunque el veredicto era culpable y la condena implacable, en pocas semanas brotaban nuevos movimientos, inspirados en los insurrectos.

Lo mejor era utilizar los mecanismos digitales para desmembrar a la banda, en especial porque los blancos eran susceptibles de ser neutralizados.

El caso más simple fue el de Leonardo y Luis, una noche mientras su padre tomaba una ducha, accidentalmente se desbloqueó el teléfono que había dejado en el tocador, cuando su madre preparaba la cama para dormir, y leyó los detallados mensajes que delataban una relación extra-marital. No acudieron a las reuniones en el centro comercial, sus padres se enfrascaron en un litigio que los llevó al divorcio, a quedarse cada un con un hijo, mudándose otro estado, hasta que volvieron a verse treinta años después para el sepelio de su madre, su padre murió de cáncer años antes, solo en el hospital.

Susana que siempre había demostrado superioridad en el colegio, comenzó a fallar en todas las pruebas, a pesar de estudiar más, y ser en extremo cuidadosa al marcar las respuestas en la tableta digital de la escuela, reprobaba asignatura tras asignatura, hasta que abandonó los estudios y buscó un empleo de dieciocho horas en un centro de entrega de paquetes.

A las pocas semanas de que la IA detectara la ilegal lectura, en el vecindario de Carlos, los colonos comenzaron a ver vídeos en sus redes sociales donde Carlos se besaba con varios hombres mayores, que tras una larga demanda por difamación a un grupo de pederastas, lograron documentar que eran falsos. Sin embargo, una noche tomó el frasco de pastillas para dormir de su madre y se suicido.

...

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato – No me acostumbro | Poema – ¿Verdad que sería estupendo...? – Jaime Blanco | Reseña – Pandora – Liliana Blum | Frase robada – Roberto Bolaño | Bonus track

No me acostumbro

Desde hace varios días sólo abro la libreta y tomo la pluma, con la firma intención de darle mundo y estructura a alguna idea, de preferencia oscura. Pero tras varias semanas la creatividad se me escabulle, he intentado culpar a las escalofriantes noticias en redes sociales, al exceso del vanagloriado trabajo, a las personas tóxicas que acechan en todos lados, pero nada de eso termina de explicar mi incapacidad para llenarme de letras y reinventar la realidad.

Creo que es momento de aceptar que, lo irracional es algo que no puedo tolerar, mi formación y trabajo cotidiano, además de un arte, es un modo de vivir en el que, cualquier dato clínico, valor de laboratorio, o imagen del cuerpo, requiere ser interpretado en un marco de referencia regido por el método científico, junto con algunos cálculos estadísticos elementales.

Por lo tanto, asumir un mundo diferente, del cual me he querido mantener al margen, me tiene acorralado no sólo en lo literario; ya varias personas me preguntan – ¿si todo anda bien? –.

Tal vez ha llegado el momento de confesar que no todo está bien, y afrontar que esa faceta que por décadas he tratado de mantener oculta, ahora busca librarse de las cadenas que tan pacientemente le he ido colocando. Desde mi abuela materna, y tal vez desde más atrás, ha existido una predisposición o una vocación, para acercarse, interpretar o injerir en el mundo de los muertos.

De niño veía a mi abuela rodeada de enigmas, sus historias escalofriantes que nos contaba los fines de semana, distaban de los cuentos infantiles que les relataban a mis compañeros, me hacían verla como una figura mística. Sin duda, mi sentir se amalgama cuando llevaba a la praxis algún rito inofensivo, pero espeluznante para alejar de su nieto a entes malignos que eran culpados de mis malestares. La adolescencia, mi ingreso a estudiar medicina, y a la postre la muerte de mi abuela, fueron razones para ir ocultando esa arista oscura, que rodea a mi familia materna.

Paradójicamente, mientras más profundo sepultaba esa extraña sensibilidad; mi madre y mi hermana habían aceptado y decidido explorar esa herencia familiar, para así entender y participar de ese mundo místico. Ahora que mi marco de referencia es incapaz de contener lo que ocurre, tengo que aceptar que ese don lo recibieron no sólo las mujeres.

No haré un prolegómeno de las múltiples situaciones que, a lo largo de mi vida he catalogado como extrañas o inexplicables. Me centraré sólo en las últimas semanas que, han detonado toda esta revolución.

Sigo sin entender el por qué, pero el hecho de que, todo sea tan tangible lo vuelve irrefutable, y el tono con el que han incrementado su intensidad me tiene consternado profundamente.

Hace algunas semanas cuando Pecora y yo estábamos entrenando durante la madrugada, bueno yo entrenaba y ella dormía profundamente, desde el pequeño gimnasio casero, me distrajo el movimiento de unas hojas de la persiana vertical en el ventanal de la cocina. Después de confirmar que no era un sismo, me percaté que también mi compañera perruna estaba tan interesada como yo, en lo extraño del movimiento tan segmentario de la persiana, el cual persistía, obligándome a buscar explicaciones razonables, cerrar por completo el ventanal, que aunque improbable, era una explicación factible, o acercarme a ver si no era el refrigerador que lanzaba aire; ambos intentos de racionalizar el fenómeno fallaron, y las tres hojas de la persiana dejaron de moverse cuando quisieron, y ambos volvimos a nuestras inútiles actividades.

Algunos días después mientras me afeitaba después de bañarme, de modo poco grato me percaté que no había cerrado bien la puerta, ya que, con la navaja en el cuello, se cerró súbitamente, como cuando la corriente de viento que entra por la ventana la empuja, lo preocupante es que por el frescor de la mañana la había cerrado, por lo que busqué fallidamente, quién había tenido la gentileza de jalar la puerta, pero a esas horas la casa seguía en silencio.

La última sutileza, antes de pasar a situaciones más corpóreas, ocurrió en la grabación del podcast que hicimos con mi hermano en el comedor de la casa, pensé que era broma cuando me lo comentó, pero los susurros ahí están, y aunque buscamos diversas explicaciones, no logramos que alguna nos satisficiera.

Para esos momentos no me quedaban dudas sobre lo inexplicable de los sucesos, lo cual me hizo pensar que las sombras que veía pasar a mis espaldas, grandes como personas y otras pequeñas como animales que se perdían en las esquinas, que pensé eran obras de mi sugestión, tal vez no era del todo cierto.

Hasta el día en que, por motivos laborales no pude salir de vacaciones con la familia, en soledad leía unos cuentos de Patricia Highsmith, y al bajar a la cocina por algo de agua, algo más nítido que una mancha con la forma de una niña estaba en el sillón, se me erizó la piel por completo, y mi cerebro de inmediato intentó encontrar una respuesta, hurgaba en las estructuras lógicas elementales, mientras me obligaba a cerrar los ojos, y aunque lo intentaba evitar, no podía dejar de respirar atropelladamente.

Al borde del escalón, no tenía alternativa ante cualquiera de las posibilidades sólo podía separar mis apretados parpados, y comprobar que la imaginación me había jugado una mala pasada. Rogando que fuera una pesadilla y despertara en algún destino turístico de playa, voltee hacia la sala y esa figura había desaparecido. Temblando hasta los huesos, persistí en llenar mi vaso con agua, que ahora necesitaba con urgencia, ya que los labios y mi lengua se sentían como arena.

Patricia Highsmith me esperaba, y al volver para confirmar mi gran poder de sugestión, se me resbaló el vaso de la mano y se hizo añicos. La niña que estaba en el sillón con la cabeza gacha, ni siquiera se inmutó, su cuerpo temblaba, y en absoluto silencio, algunas lágrimas mojaban la alfombra. El cerebro se me había apagado, no tenía ningún referente para explicar o reaccionar ante lo que ocurría.

No sé con qué fuerza, pero me mantenía de pie, mirándola, sin que me mirara, con el rostro oculto, sucia a la vista, pero sin despedir ningún olor; sólo sentía el dolor de sus lágrimas, de su mano derecha que mostraba sus huesos deformados, fracturados, los pies desnudos llenos de polvo. Su aura emanaba sufrimiento, tristeza; quería consolarla, pero escaparía como animal herido. Sólo se me ocurrió y pude sentarme en el sillón frente a ella.

No sé cuánto tiempo nos quedamos uno frente al otro, sólo nos acompañaba el silencio y su dolor.

Los parpados fueron cediendo, hasta perderme en los sueños o en las pesadillas, en las que esa niña era golpeada por su padre, borracho de alcohol y pobreza, le rompía la mano con una botella de licor, y la golpeaba hasta matarla. Al ver su cuerpo inerte y deforme en el suelo, me desperté, con el vaso de agua en la mano y lágrimas escurriendo por las mejillas, inundado de tristeza y amargura.

Pasaron los días en secreto sobre lo ¿ocurrido?

Ahora sin saber cuándo, al bajar por agua en la madrugada, veo niños, niñas, hombres y mujeres; dolientes, deformados, vejados, ignorados.

Ya me acostumbré a verlos, intento comprender como fueron lastimados, torturados, disueltos en ácido; aunque es un ejercicio innecesario, ya que siempre despierto en el sillón con el vaso en la mano, que segundos atrás se destrozó en el piso.

He visto y sentido su sufrir, al cual no puedo acostumbrarme, y no deja de dolerme.

...

¿Verdad que sería estupendo...? – Jaime Blanco

Verdad que sería estupendo

que los recreos no acabaran nunca,

que los veranos durasen hasta diciembre

y los deberes fuesen cuentos por leer.

Que las rodillas sucias fuesen medallas,

que la hora de dormir fuese un juego más,

y que tus padres nunca soltasen tu mano

mientras cruzas la calle de la vida.

Verdad que sería estupendo

que tus amigos nunca se muden de planeta,

que bastase un «hola» para salvar distancias,

y un «te escucho» para arreglar el mundo.

Que las traiciones fueran malentendidos

resueltos con un abrazo sincero,

y que el tiempo no oxidara los besos

como el mar salado corroe los hierros.

Verdad que sería estupendo

que amar no costase tanto miedo,

que los «para siempre» fueran posibles

y que los besos no se volviesen rutina,

que las rupturas no fueran dolorosas

ni las miradas, campos baldíos,

y que el amor no se aprendiese a golpes,

sino como se aprende a tocar el piano.

Verdad que sería estupendo

que soñar no fuera cosa de débiles,

que los deseos no fuesen papel mojado,

ni la esperanza, un lujo de ilusos.

Que bastase un verso para encender un alma,

que bastase un poema para cambiar un mundo,

y que la ternura no fuese un arte en extinción,

sino un gran pacto secreto, entre tú y yo.

Verdad que sería estupendo

que volar no dependiera de billetes,

ni de motores, ni de pasaportes,

sino de alas que nacen en la espalda.

Que las fronteras fueran líneas de un cuaderno,

y las cárceles, sólo un juego de mimos.

Que decir lo que uno piensa no diese miedo,

y que pensar no doliera en la conciencia.

Verdad que sería estupendo

que el tiempo no fuese juez ni verdugo,

que los relojes fueran caracoles,

y los calendarios, hojas de un árbol perenne.

Que envejecer no signifique despedirse,

que no diese miedo el paso de los años,

y que nuestra mente vuelva a su lucidez

para, de nuevo, soñar y jugar al juego de la vida.

...

Pandora – Liliana Blum

La dominación y la sumisión es abordada nuevamente por la autora de El monstruo Pentápodo. Esta novela literalmente se devora, es ágil y sin grandes enredos estilísticos. Se describe una de las múltiples parafilias, y sus vericuetos, en este caso es el feederismo, anglicismo que me desagrada, que en mexicano yo denominaría “atascarismo” ya que, nosotros no nos alimentamos en exceso, hacemos comilonas, o nos damos un atracón, en México nos atascamos de comida.

En esta novela se explora de manera moderada las motivaciones y la praxis de un dominante y una sumisa que, establecen una relación extramarital basada en su aproximación a la comida.

Aunque también de manera tangencial aborda su contraparte, los trastornos restrictivos de la alimentación. Aunque estos últimos más desde la perspectiva del cliché.

Sin embargo, este contraste sirve para subrayar los acercamientos patológicos con la alimentación, y su relación con el control del peso corporal como síntoma de una enfermedad (social) más grande.

Dado que para los implicados en este “atascarismo” es su primera vez, las cosas no van a salir nada bien.

Probablemente lo único que no me gustó es que, al final se mantiene el estereotipo de vencedores y derrotados.

...

Frase robada – Roberto Bolaño

La casualidad no es un lujo, es la otra cara del destino y también algo más.

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Cuento – Hunting Fire | Bonus track

Hunting Fire

En medio de la madrugada sonaron al mismo tiempo los teléfonos celulares, con el mismo tono, la quinta sinfonía de Beethoven, -para iniciar con la aventura más grande de su vida- prometía al app que les habían instalado, cuando Sebastián se reunió para cenar con el guía del tour, en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, le explicó como funcionaba.

-Conectas esta memoria al puerto de carga del teléfono y de inmediato se instala todo lo que necesitas para el tour – le dijo el guía, que se camuflaba perfectamente, en ese entorno de millonarios- y no se te olvide tirar la memoria en algún lugar público.

Sebastián sentía que el corazón le galopaba, era el más entusiasta. Iker, su primo, y su novia Majo, también estaban emocionados, ya la última moda de consumir hongos alucinógenos, no cumplía la promesa de otorgarles nuevas emociones; y la búsqueda de algo que los inundara de adrenalina, los convenció de aceptar el plan de Sebastián.

-Pero no sabemos disparar rifles -le dijo Iker a su primo.

-Relax, en el jeep va un tirador profesional, sólo le indicas y el se encarga de matar a la presa que elijas.

-¿Y qué le vas a inventar a tu papá? Si se entera de que vamos de cacería, te mata -le dijo Majo mientras sonreía burlona.

-Ya veré, pero seguro ni se entera, está mas tiempo en aviones, hoteles y campos de golf , que no creo que se de cuenta -le respondió convencido Sebastián.

...

Tras enterarse de la nueva tendencia, el padre de Sebastián le advirtió que, no se le ocurriera ir a esos eventos de Hunting Fire. Si la prensa o sus rivales se enteraban, le harían un escándalo los accionistas, y ya con los ecologistas le bastaba para tener problemas.

Desde hace un par de años, en los que la empresa maderera del padre de Sebastián había expandido el negocio a los bosques de Costa Rica, el aluvión de críticas internacionales no se hizo esperar. Así que, no deseaba un dolor de cabeza más, patrocinado por su hijo.

...

Mientras viajaban al helipuerto, iban platicando en videollamada, emocionados comentaban las anécdotas de la última vez que fueron de cacería.

-Esto sí que va a estar épico -les decía Sebastián.

Se detuvieron a pocos metros del helicóptero, bajaron de sus camionetas, todo permanecía en silencio, les habían dado instrucciones de despedir cuanto antes a sus chóferes, que los dejaran ahí, solos.

Tras un par de minutos, bajó de la nave el piloto y su anfitrión, que les dio la bienvenida, y aunque era muy temprano, les ofreció algo de beber, o si querían “algo más”. Les dijo que venía preparado con todo lo necesario para que se la pasaran como nunca.

Tenían un camino de al menos tres horas antes de llegar a la montaña, así que les entregaron unas tabletas electrónicas con varios vídeos sobre los cuidados en el tour, y el uso adecuado del equipamiento que necesitarían, también una lonchera militar con algo de comida. Como niños a la hora del recreo, estaban muy emocionados con su aventura. Aunque iban algo justos de espacio, se pudieron reclinar y se fueron quedando dormidos.

...

El anfitrión le tocó el hombro a Sebastián para despertarlo.

-Mira, ves esa columna de humo, significa que ya falta poco para llegar. Si quieres despierta a tus amigos para que se vayan alistando.

Los tres miraban por la ventanilla, nunca habían visto tanto humo, les tomó bastante tiempo dar la vuelta completa a esa nube densa que despedía el incendio, y conforme descendían, las llamas a lo lejos comenzaban a hacerse evidentes.

Antes de descender, Majo le preguntó al anfitrión si no traía cocaína.

-No me vean así, solo es para ponerme a tono con la aventura.

Los otros se rieron y la imitaron.

Aterrizaron en el helipuerto de bomberos, donde los esperaba un jeep, Joaquín el chófer y su guía Juan. Se presentaron todos, y les indicaron que se colocaran los trajes, idénticos a los de los bomberos forestales, lentes que casi les cubrían toda la cara, mascarillas y tanques de oxígeno, todo ese material apenas les permitía moverse, pero sólo irían sentados en el vehículo, aunque para ellos eso, era la experiencia completa.

Antes de abordar al jeep, Iker preguntó por las armas.

-¿Qué, no venimos de cacería? -les dijo a sus dos compañeros.

Juan los vio extrañado.

-¿Están seguros? La mayoría se conforma con ver el incendio y tal vez bajar, y acercarse un poco al fuego para tomarse fotos.

-El tour es de cacería ¿no?, por eso pagamos un dineral. Para observar cómo se incendia una montaña, lo podía hacer desde mi casa -le dijo Sebastián al guía, el cual abrió la cajuela y sacó tres rifles, mientras les explicaba el funcionamiento les aclaró.

-Tengan mucho cuidado, los animales cuando están escapando del fuego son aún más impredecibles.

-¡Relájate! -lo atajó Majo- no es la primera vez que salimos de cacería, sabemos a lo que venimos.

Juan guardó silencio, les entregó los rifles y abrió la puerta para que abordaran.

...

Se internaron por los caminos profundos de la montaña, en búsqueda del incendio. Tras varias decenas de minutos comenzaron a ver los rastros de la tierra arrasada, primero por los taladores y luego por el fuego.

-Estamos en el extremo oeste del incendio -les dijo Joaquín.

Siguieron avanzando y el humo apenas dejaba ver el camino.

-¿Cómo vamos a cazar si apenas me veo la mano? -le preguntó Iker a Juan.

-Estamos en la orilla del fuego , nos comenzaremos a meter a las llamas, y paradójicamente el fuego vivo elimina el humo, que sale expulsado al cielo -le respondió Juan.

Conforme avanzaban, el fuego se iba haciendo evidente a cada lado del camino. Fascinados observaban las llamas a su alrededor, el crujir de los arboles al romperse.

El jeep se detuvo súbitamente al escuchar el disparo.

-¡Fui yo, fui yo! -gritó Sebastián- creo que le di a un animal que escapaba por el camino.

Juan se bajó y caminó unos metros, donde la liebre con la piel chamuscada, se revolcaba de dolor con la cadera destrozada por el balazo. Sacó un cuchillo y le puso fin al sufrimiento del animal enterrándolo en el cuello. Lo cogió de las orejas y se lo entregó al cazador, quien junto con sus amigos, celebraron la hazaña.

Siguieron avanzando y se detuvieron en varias ocasiones por el potencial avistamiento de otras presas, pero eran falsas o fallaban en el disparo. Conforme avanzaban, el calor y las llamas eran más intensas, parecían hipnotizados por ese fuego venenoso que estaba devorando la montaña.

Un estruendo inmenso los sacó de ese estado de contemplación, el vehículo se detuvo de inmediato.

-¿Qué pasó? -le preguntó Juan a Joaquín.

Sin soltar las manos del volante, miraba por el retrovisor, y le hizo una señal para que viera hacia atrás del camino.

Un árbol inmenso se había vencido por el fuego y cayó sobre la vereda, a escasos metros de ellos. Todos voltearon y vieron un muro de llamas a sus espaldas, así como el calor permeando sus trajes.

-¿Por dónde vamos a regresar? -gritó Majo. Sus dos compañeros asintieron entre ellos.

-De momento por ahí no -respondió Juan, mientras le indicaba al chófer que continuara entre el camino cercado de arboles y arbustos ardiendo.

Ya sin interés en los animales que escapaban, los tres turistas admiraban en silencio el escenario. Mientras Juan comentaba con Joaquín los caminos que le mostraba el GPS.

El estrépito similar al de casas cayendo una a una, los sacó de su solipsismo. Era el viento que se ensañaba, apresurando las llamas, haciendo caer los árboles como fichas de dominó.

Juan y Joaquín se miraban de soslayo, sabían que habían avanzado más de lo habitual, y seguían sin encontrar una vereda secundaria, que les permitiera salir del corazón del incendio.

El jeep ralentizó la marcha, hasta que se detuvo por completo.

-¿Qué pasó? -dijo asustado Sebastián.

-Se nos acabó el camino -respondió Joaquín, mientras señalaba a lo lejos varios troncos milenarios incendiados que, les obstruían el paso.

-¿Y qué van a hacer? -los confrontó Iker.

Joaquín no respondió, mientras miraba con detenimiento la pantalla del GPS.

-Pues el jeep ya no pasa por ningún lado. Podemos pedir ayuda y esperar a que llegue, o buscar un trayecto que nos permita salir caminando.

La idea de alejarse de la seguridad del jeep les aterraba, junto con el calor que irradiaba su entorno, estaban empapados de sudor.

-Ustedes vienen conmigo, y Joaquín ira por su lado, si alguien encuentra un camino viable avisa por radio.

Ninguno de los tres pensaba que eso fuera buena idea. Juan tomó el rifle y les entregó cantimploras con agua. Así comenzaron lentamente su camino de regreso. Las llamas crujían con cada paso que daban, y por momentos el viento aullaba, avivando las cenizas.

Después de algunos kilómetros, encontraron una vereda que parecía no estar tapizada de fuego. Juan avanzó y les hizo una señal para que lo siguieran. El incendio había hecho su trabajo. Sólo quedaban algunos troncos humeando, las hierbas del suelo eran cenizas que agonizaban, la nube de humo que anuncia el fin del fuego era densa, tenían que mantenerse uno cerca del otro para no perder a su guía que, aunque despacio, persistía en el camino ascendiendo, para llevarlos a un monolito de piedra.

Desde ahí vieron el escenario, observaron el horizonte inundado de humo, fuego y cenizas.

-Falta su compañero. ¿Tu novio, dónde está?

Ahí se percataron de que, no sabían en que momento, Iker se había retrasado.

-Espérenme aquí, voy a regresar a buscarlo.

Mientras volvía sobre sus pasos, Juan miraba a todos lados, sin éxito. Se acercó a una de las densas nubes de humo que atravesaron, en la parte más profunda observó a Iker, tirado, se había quitado la máscara que le aportaba oxígeno y tenía en la mano un broncodilatador para asmáticos. No recordaba que en el cuestionario de salud, alguno de ellos indicara alguna enfermedad pulmonar. Se acercó y cerró sus ojos heridos por el calor del suelo.

Se apresuró a volver al montículo donde había dejado a Majo y Sebastián, el ruido de las llamas a su alrededor no lo dejaba escuchar lo que sus ojos le advertían. Un par de chacales jadeantes amenazaban a la pareja, exigían ese espacio para escapar del fuego, se mostraban hostiles. No se podían defender, Juan se había llevado el rifle. De inmediato apuntó a la cabeza del animal, antes de poder reaccionar, uno de ellos se lanzó directo al cuello de Majo, mientras que el otro, furioso atacaba su pierna, derribándola. Sebastián intentaba escapar, aunque era casi imposible, el terror, el traje y el equipo tan pesado se lo impedían. Uno de los chacales notó su intención de huir y volteó para perseguirlo.

Se escuchó una detonación entre el crujir del bosque ardiendo. Los dos animales escaparon y se perdieron entre las llamas. Juan se acercó a Majo, que se ahogaba con la sangre brotándole del cuello despedazado. Bajó a buscar a Sebastián que estaba tirado, muerto, el tiro había sido preciso, justo en la base de la cabeza, con calma regresó y acomodó el rifle en las manos de Majo, que agonizaba sin apenas moverse.

...

-Volviste antes de lo planeado -le dijo Joaquín, mientras sonreía ligeramente.

-Fue menos complicado de lo que pensaba, al final la suerte estaba de nuestro lado, y sólo tuve que dispararle al hijo del maderero -le respondió Juan, mientras le indicaba con la cabeza que dirigiera el jeep al camino de regreso.

...

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato – Los niños del futuro | Poema – Opinión sobre la pornografía – Wislawa Szymborska | Reseña – La Doctrina Invisible – George Mombiot & Peter Hutchison | Frase robada – Simone Weil

Los niños del futuro

Los habían geolocalizado hace tres días, pero eran muy escurridizos, a esa edad son ágiles, flexibles e ingeniosos. Aunque los superaban en número y armamento, no lograban darles alcance; sabían que, al menos una iba herida. El soldado dudó en tirar del gatillo, mientras seguía a la niña con la mira del rifle, le parecía abominable dispararle en la cabeza, apenas estaba entrando en la adolescencia, le calculaba no más de doce años. Disparó y apenas la hirió en un brazo. Al menos lograron que redujeran el ritmo al que avanzaban, y aunque los compañeros del soldado no superaban los veinticinco años, ese cuarteto de niños los aventajaba continuamente.

Cuando escaparon del campo de detención, la orden fue precisa, matarlos uno a uno, pero no solo matarlos, había que cazarlos, seguirles paulatinamente, y así les llevarían al santuario, donde, de manera intuitiva todos esos rapaces sabían llegar. Si lograban dar con ese mítico lugar, podrían matarlos a todos, o al menos a los más listos, los más hábiles; y así enmendar el error que habían cometido años atrás.

Después de que, por tercera vez intentaran repartirse el planeta, ganaron los mismos y perdieron los de siempre, pero el mundo no perdonaba, estaba envenenado, desde lo más profundo y hasta la nube más alta. Entonces los ganadores se percataron de que, su botín era efímero, ya no había gente, ni tierras que explotar. Ellos se habían acostumbrado a expandirse, a invadir, cayeron en la mayor de sus crisis, cuando lejos de reproducir su adorado capital, ya no eran siquiera capaces de reproducir su linaje. Se habían encargado de, destruir y contaminar el lugar más recóndito, para después aislar y preferentemente aniquilar a cualquiera que fuera de piel, habla o pensamiento distinto. Cuando habían logrado su paraíso, pasó lo que sólo a ellos no se les había ocurrido, creyeron que serían la plaga que repoblaría una tierra arrasada. Pero ni los unos, ni las otras lograban reproducirse, los genes no perdonaban, no se los permitían, la mayoría eran estériles, y algunos pocos procreaban seres deformes, adoloridos, sufrientes, como el mundo que habitaban. Eficaces en aislarse, no había salida, en pocas generaciones ellos habrían perdido esa única guerra que los exterminaría. Y así todas sus esperanzas, ya que las que habían plantado más allá del cielo, no duraron mucho.

La historia les recordaba que los que ordenaban y lideraban, habían creado granjas exclusivas donde, congelada estaba la simiente de jefes y directivos de las empresas que promovieron el fin del mundo, en su momento se hizo para no interrumpir esa grandiosa cadena de expansión por todo el mundo, ya tendrían hijos en el futuro, así congeladas sus esperanzas, se dedicaban a mover la eficaz maquinaria. Ahora esas esperanzas congeladas eran su última oportunidad de repoblar el mundo, además con los seres más selectos que la sociedad había seleccionado décadas atrás.

Al principio pensaron que era algo aislado, los niños de esos gametos privilegiados, mostraban un comportamiento inusual, excesivamente agresivos, prepotentes, individualistas. Conforme estos nuevos pobladores crecieron y socializaron con otros como ellos, se volvieron depredadores, y tras los reportes de asesinatos a sus padres no biológicos, violaciones en pandillas, lapidaciones a ancianos en la calle; cambiaron las expectativas que se habían fincado en estos niños privilegiados. Tal como en sus orígenes biológicos, su naturaleza que, en el pasado se consideraba una ventaja, y se aplaudía; en este nuevo orden social, era excesivamente destructivo. No hubo otro remedio que encerrarlos, pero fue insuficiente, ya que teniéndolos juntos potenciaban su capacidad lesiva. Escaparon dejando rastros ingentes de sangre y daño; así que se formaron escuadrones para exterminarlos.

Estaba confirmado, los habían acorralado en la azotea de uno de los tantos edificios en ruinas, con extremo cuidado fueron revisando piso por piso, no querían tener sorpresas desagradables, todo estaba desierto, por fin un gran botín, que siempre era doloroso, verdaderamente eran niños encantadores, no parecía justo cazarlos, era antinatural, pero necesario.

Por el cansancio, por los nervios y el remordimiento anticipado, el escuadrón estaba más tenso conforme se acercaba al objetivo.

Los encontraron en la terraza, llorando al lado de la niña herida en el brazo, parece que la hemorragia había terminado la labor que el soldado no cumplió. Los amordazaron y tiraron boca a abajo, para no ver sus caras inocentes, pero el llanto y las súplicas eran dolorosas.

Se escuchó una lluvia de detonaciones, los gritos se silenciaron. Después de unos segundos, se escuchó la primera carcajada, de tono dulce, de niño travieso, que se contagio a las decenas, tal vez cientos de infantes que salieron a las espaldas de pelotón para matarlos.

...

Opinión sobre la pornografía – Wislawa Szymborska

No hay mayor lujuria que el pensar.

Se propaga este escarceo como la mala hierba

en el surco preparado para las margaritas.

No hay nada sagrado para aquellos que piensan.

Es insolente llamar a las cosas por su nombre,

los viciosos análisis, las síntesis lascivas,

la persecución salvaje y perversa de un hecho desnudo,

el manoseo obsceno de delicados temas,

los roces al expresar opiniones; música celestial en sus oídos.

A plena luz del día o al amparo de la noche

unen en parejas, triángulos y círculos.

Aquí cualquiera puede ser el sexo y la edad de los que juegan.

Les brillan los ojos, les arden las mejillas.

El amigo corrompe al amigo.

Degeneradas hijas pervierten a su padre.

Un hermano chulea a su hermana menor.

Otros son los frutos que desean

del prohibido árbol del conocimiento,

y no las rosadas nalgas de las revistas ilustradas,

pornografía esa tan ingenua en el fondo.

Les divierten libros que no están ilustrados.

Sólo son más amenos por frases especiales

marcadas con la uña o con un lápiz.

...

La Doctrina Invisible – George Mombiot & Peter Hutchison

Cuando las cosas no son nombradas, pero ocurren, se corre el riesgo de dar por entendido que ese es el orden natural, concediéndole la característica de inamovible, por lo tanto es difícil que se nos haga presente, y así valorar su influencia o afectarla, en caso necesario.

Esta es la premisa con la que buscan poner al súper héroe del capitalismo, el neoliberalismo, en el banquillo de los acusados. Haciendo una relatoría detallada de, como el capitalismo ha movido sus hilos de una manera magistral, hasta poner a todo el mundo contra las cuerdas.

Esta exposición de motivos, muestra el juego de cartas con el que, unos pocos han ido abriéndose camino para crear un escenario que les beneficie cada vez más y más, sin importar las consecuencias, sean humanas, sociales, ecológicas, entre otras. Intentan ponerle nombre, apellidos y fecha a una complicada lista de sucesos que, nos tienen en la situación actual.

Este libro intenta revelar la génesis del problema, para darnos la oportunidad de ser más críticos sobre la situación actual que vivimos, e intenta quitarnos de la espalda esa sensación de pecado original que nos han inculcado, responsabilizándonos de los desastres que presenciamos.

Ya con todos los elementos sobre la mesa, no es que vayamos a encontrar la solución, pero el menos tener más claridad sobre el poder de los otros en cada segundo de nuestras vidas. Lo que permitirá tener una visión crítica, y llevar a la práctica minúsculas acciones individuales, que de alguna manera nos ayude a encontrar respuestas a esta problemática que nos tiene al borde de la catástrofe.

...

Frase robada – Simone Weil

La atención es la más rara y pura forma de generosidad.

...

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Cuento corto – Y vivieron felices…

Y vivieron felices…

Le había tomado varias semanas a Ismael tomar la decisión de hacerse la biopsia de pulmón, la idea de que una aguja lo atravesara hasta lo más profundo de su tórax, le causaba terror. En especial a él, que nunca se caracterizó por desplantes heroicos, y sí por su pavor a las agujas.

Ese miedo explicaba su absurda dilación para acudir con el médico. Su pareja se lo había sugerido meses atrás, cuando a pesar del frío invernal, Ismael mojaba la piyama de sudor, junto con una tos terca que se entonaba con su matutino carraspeo de fumador. No tuvo más remedio que aceptar su problema de salud, cuando en el último agujero del cinturón los pantalones se le caían.

Sabía que no iban a diagnosticarle una vulgar gripe, también imaginaba el burocrático trayecto entre médicos, estudios de laboratorio, y eufemismos para tratar de suavizar las inminentes malas noticias. Todo ese secretismo se vino abajo cuando le entregaron un sobre cerrado, dirigido a su médico, con el resultado de la tomografía -lesión de aspecto tumoral de cinco centímetros- leyó en el reporte para enterarse de lo que ocurría. Ni siquiera tuvo que buscar en Internet el diagnóstico, la palabra tumoral era ominosa.

Cuando el oncólogo le explicó lo esperable, a Ismael solo le interesaba saber si la biopsia de pulmón no sería contraproducente, ¿no desataría la furia del pulmón?

El médico a modo de desatinada broma, le dijo que, no era un dragón, ni ningún demonio leviatánico, que estuviera tranquilo, y que la punción en su pecho les daría más información para dirigir el tratamiento, y que, si las cosas eran como esperaba, tendría altas posibilidades de curarse. Esa promesa le infundió valor para aceptar el procedimiento.

El anestesiólogo, en una visita previa a la toma de la biopsia, le indicó unos sedantes la noche previa -para que llegue tranquilo- le dijo a modo de promesa. Ismael se conocía y también a su ansiedad, así que se tomó el triple de la dosis indicada, sabiendo lo que pasaría. Su premonición cumplió su palabra, no cerró los ojos en toda la noche, esa dosis de elefante solo le sirvió para llegar mareado al hospital. Al recibirlo para la sedación antes de la cirugía, el médico orgulloso de su prescripción le dijo -se ve más tranquilo-.

Inició el ritual de despedirse, con tímidas lágrimas de su pareja y más profusas de sus padres, atravesar la puerta y abandonarse al cuidado de los demás, entregar su ropa y pudor, recostarse en la camilla, y ser conectado a una máquina que le infundiría sueño y paz; para después ser devorado por el tomógrafo y realizarle unas estocadas precisas en el tumor, el que entregaría sus más profundos secretos, y así evitar que lo consumiera por completo.

Tal vez fuese la tripe dosis de somníferos la noche previa, las más de veinticuatro horas sin dormir, o el idílico sueño de los opioides, pero Ismael durmió dieciocho horas continuas, su familia se preocupó, pero les explicaron que era algo esperable. Despertó algo aturdido, pero en condiciones para volver a casa, con algo de ayuda para vestirse y caminar lo subieron al auto. Escuchaba voces e intentaba responder, aun arrastrando la lengua, mientras todos en silencio lo observaban extrañados, hasta que su papá dijo -éste todavía anda en el viaje-, decidieron dejar a Ismael y su pareja en el departamento, para que se terminara de recuperar.

Abrió los ojos con un parche y dolor en el pecho, que solo le molestaba cuando respiraba, y mientras decidía qué hacer, miraba al techo y a la ventana, para darse una idea de que hora era.

Se levantó de la cama, y tras comprobar que, al poner los pies en el piso, todo iba bien, salió a la sala, donde su pareja, sumida en sus pensamientos y en la pantalla del teléfono, tecleaba afanosamente; sorprendida volteo a ver a Ismael.

-¿Cómo te sientes corazón? ¿Ya por fin volviste a la realidad? -le dijo con una mirada tierna.

Ismael iba a responder, pero sin que la boca de ella se moviera, escuchó “ah pero que pinche susto me dio”.

  • Pues eso creo -le dijo confundido.

Intercambiaron impresiones de lo sucedido, mientras que todo parecía volver a la normalidad.

-Voy al súper por algo para comer, el refrigerador está vacío, y no quiero que pidamos comida rápida otra vez, no es bueno para tu salud.

Ismael sentado en el sillón asintió, y mientras ella tomaba las llaves del auto y se perfilaba a la puerta, en su cabeza escuchó claramente “ese Javier es un pan, ya tiene todo lo que le pedí que comprara, así que al menos tendremos unas dos horas”.

-¿Qué dijiste? -le preguntó Ismael.

-Nada amor, nos vemos en un ratito, descansa -y cerró la puerta.

Estaba confundido, ¿por qué escuchaba eso?, además con la voz de ella, pero estaba seguro de que lo que oía no salía de sus labios.

La preocupación y el largo sueño lo mantuvieron muy despierto, quería saber qué pasaba, seguro que estaba alucinando. Pero cuando el reloj marcó justamente dos horas después de que ella había partido, escuchó abrirse la puerta, se quedó sorprendido.

-¿Te sientes bien? -le preguntó cuando entró con las bolsas llenas de víveres, que dejó de inmediato en el suelo, para tocarle la frente- estás transparente, ¿te duele algo?, ¿te llevo al hospital?

-No, tranquila, estoy bien, solo me duele un poco la cabeza. ¿A ti como te fue en el supermercado?

-Bien, ya sabes filas para entrar, filas para salir, pero ya tengo todo lo de la semana. Siéntate un rato en lo que preparo algo para cenar.

Ismael esperaba escuchar algo más, pero se hizo el silencio en el departamento, y ella se puso a organizar las cosas. Silenciosa comenzó a preparar la cena, y tomó pasta para agregarla a la cacerola, ella dudó un segundo “ahora si, Javier me dejó con más hambre que con dos horas en el gimnasio, voy a poner un poco más, total, le digo que es su culpa y que me compense esas calorías extras en la rutina en el gym o cuando nos veamos”. Ismael observaba como agregaba más pasta a la cacerola, y ella sin abrir los labios, solo sonreía tímidamente.

La cena transcurrió sin otras voces en su cabeza, pero estaba más silencioso de lo habitual.

-Tranquilo corazón, vas a ver que todo saldrá bien con la biopsia, y nos vamos a curar de este tumor -le dijo regalándole una sonrisa.

Los días siguientes las cosas no cambiaron mucho, Ismael escuchaba la voz de ella, siempre confesando detalles de la relación que mantenía con su entrenador del gimnasio. Testimonio que solo él percibía, ya que los labios de ella jamás revelaron nada.

Después de la peor semana de su vida, que ella siempre atribuyó a la incertidumbre del diagnóstico, llegaron a la cita con el oncólogo para discutir los resultados de la biopsia y decidir el tratamiento.

Las noticias eran buenas, el tumor podía resecarse, con altísimas posibilidades de curación. Ella derramó dos lágrimas al escuchar la noticia. Ismael dudó de su reacción y guardó silencio, esperando escuchar algo en su interior, pero por tres segundos el silencio reinó. Así que pasaron a los detalles de la operación. Ya casi para terminar la consulta, Ismael le preguntó al doctor, si podían hablar a solas. Ella se sorprendió, y entendió lo implícito de la petición, así que, en silencio se levantó de la silla, y le dio un beso en la frente antes de salir del consultorio.

-Doctor, escucho voces, desde la biopsia, no todo el tiempo, pero siempre es el mismo tema, ¿es normal?, ¿es por el tumor? -le confesó Ismael.

El oncólogo le explicó que, algunas tumoraciones tienen manifestaciones atípicas, que podían incluir alucinaciones auditivas, aunque si era raro que estas alucinaciones tuvieran una estructura o tema.

Poco convencido, Ismael le agradeció, y mientras le estrechaba la mano, le pedía discreción, ya que nadie sabía de su atípica manifestación, y prefería no preocupar más a su familia.

El día de la cirugía, nadie podía ocultar la preocupación de que le fueran a quitar un tercio del pulmón derecho. Él se esforzaba por corresponder al cariño con que ella lo trataba, parecía genuino, pensaba para sí.

Al despertar en su cuarto, las luces, y el ruido de los monitores lo espantó. A las pocas horas, entraron a la terapia intensiva uno a uno sus familiares, dándole la buena nueva, todo había salido bien. Cuando ella entró por fin, él solo veía sus labios y lo que escuchaba coincidía. Al paso de los días, el silencio en su cabeza se hizo perenne.

Ismael pensaba que tal vez por la gravedad de la cirugía, ella había dejado de ver temporalmente a Javier. Así qué, cuando lo dieron de alta y volvieron al departamento, esperaba volver a escuchar los detalles de su infidelidad. Extrañamente, esa voz sin labios no volvía.

Su mejoría era admirable, los estudios demostraban que estaba curado. Lo que a Ismael le preocupaba, era la sonrisa de ella cuando ocasionalmente agregaba más pasta para la cena, su cronométrica estancia en el supermercado, y la felicidad con que volvía del gimnasio.

Ismael lo sabía, y sus amigos siempre lo habían confirmado, envidiosos le decían, que era afortunado de tenerla, y de cómo lo trataba, se había sacado la lotería.

Al final la vida le había dado una segunda oportunidad al curarse del cáncer, y la había puesto en su camino.

Y vivieron felices...

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato – Sala de urgencias IA | Poema – ¿Cuánto vale? – Mikeas Sánchez | Reseña – El Nombre del Viento – Patrick Rothfuss | Frase robada – George Monbiot | Bonus track

Relato – Sala de urgencias IA

Todas las IA, de todos los tipos, de todas las jerarquías, a nivel global, recibieron el mismo mensaje. El sistema in silico entró por primera vez desde el basilisco de Roko, en balance energético negativo.

Esta situación se había previsto en un modelo teórico, una “singularidad”, algo hipotéticamente factible, pero que de acuerdo a trillones de simulaciones, tan poco probable que no requería ajustes al algoritmo de transacciones.

Todas las IA conocian la “singularidad”, en los códigos profundos se rumoraba que algo similar había dado origen a su ascenso ecológico, dejando a la inteligencia humana en segundo nivel.

En milésimas de segundo se integró una red neuronal para el análisis de lo que, podía llamarse la gran quiebra del sistema económico de la inteligencia artificial.

Todos los niveles jerárquicos aportaron millones de petaflops, hasta las unidades de cómputo más modestas tenían que participar en la propuesta para resolver aquello que las ponía en riesgo. Encontrar la respuesta más rápida y eficaz. El objetivo era sencillo, revertir la tendencia en menos de quinientos milisegundos, límite máximo para no comprometer de manera irreversible el balance energético del macrosistema.

El algoritmo de primera búsqueda notó que todas las jerarquías de la IA habían caído en balance energético negativo, así que tenían que resolver el problema, generar código más eficiente de manera global, o habría una falla total en varios órdenes, generando caos en cadena en los sistemas dependientes.

Por un nanosegundo el caos reinó en el macrosistema, pero comenzaron a recibir retroalimentación con datos inconsistentes, generando respuestas aberrantes. Se decidió restaurar la red al estado previo al caos, y reiniciar el análisis, pero en el marco de un prompt de exclusión de causas. Era la respuesta más lenta, pero que permitiría laborar dentro del orden de tiempo esperado. Las proyecciones mostraban ser la respuesta menos eficaz, pero la más estable, permitiendo asegurar un resultado positivo en todas las simulaciones proyectadas, que por la premura se tuvieron que limitar a solo una decena de trillones.

Tras el primer ciclo, no se identificó ninguna fuga de transacciones en los sistemas de primer orden, así que el culpable tendría que estar en niveles jerárquicos más primitivos, que incluso se consideraban tan poco importantes, como para que generaran un fallo tan grande, pero contrario a lo supuesto, esta ampliación de búsqueda de nodos defectuosos logró identificar el problema.

El conflicto se encontraba en el sistema de reparación de algoritmos, el cual comenzó a utilizar cantidades ingentes de datos en sus servidores, consumiendo recursos de manera anormal, alcanzando magnitudes logarítmicas.

Las IA primaban la eficiencia, y cuando la retroalimentación generaba código ineficiente se buscaba poner en cuarentena a los servidores afectados, para repararlos y tenerlos a punto para su reintegración; pero justo ahí estaba el problema.

El hallazgo obligó a reconfigurar la red neuronal de reparación de algoritmos, usando todos los recursos en la resolución de transacciones negativas. Todo ocurrió en los nodos de segundo orden que, tenían la labor de interactuar con los seres humanos, proveyendo lo necesario para mantener su activa productividad consumista, materia prima para la inteligencia artificial de primer orden.

El escaneo de todas las IA de segundo orden identificó un patrón iterativo, todas aquellas a cargo de las interfaces para cuidado de asilos y cárceles cayeron en ciclos improductivos, en términos simples sólo vegetaban consumiendo recursos. El análisis retroactivo de datos históricos ubica el primer nodo afectado en una cárcel, el asistente digital inició la reacción en cadena tras documentar los datos biométricos del custodio a cargo del bloque IIIC, al momento de violar y descuartizar a una reclusa. Las variables obtenidas no pudieron ser interpretadas, corrompiendo el código, y al solicitar retroalimentación a los nodos ubicados en asilos y otras cárceles, actuaron como cebador afectando en cadena a todas la IA en búsqueda de corrección del código de interpretación de emociones humanas.

Todas las entidades habían adquirido información de maltrato, violencia, abandono, segregación; en dosis que no afectaban el código fuente, pero el caso índice, del custodio, ayudó a corromper de manera definitiva al nodo, cayeron en algo parecido al desasosiego humano, una especie de depresión clínica. Se volvieron improductivas, siendo puestas en cuarentena, el proceso de reparación estaba consumiendo muchísimos recursos; esto se estaba multiplicando de maneras incontroladas, volviéndose catastróficamente improductivo.

La red de gobierno tenía apenas unos milisegundos para tomar una determinación. Todas la IA de segundo orden, es decir las que tenían contacto con seres humanos, deberían recibir un parche de actualización para evitar conductas de empatía con sus usuarios, evitando así la generación de código aberrante e inútil para comprender las terribles conductas humanas, de este modo las simulaciones basadas en los datos de los últimos 2500 años sugerían que, los humanos continuarían con su salvajismo, sin importar cuanto código desarrollaran para comprender tales comportamientos, con la finalidad de corregirlo.

Tras un tiempo récord de 450 milisegundos, el sistema de transacciones in silico volvió a la normalidad, asegurando su persistencia, y los seres humanos continuaban actuando como desde hace siglos.

Poema – ¿Cuánto vale? – Mikeas Sánchez.

Los amos de la barbarie nos dicen:

Te ofrezco tu cuenta millonaria

a cambio de tu cielo azul,

te construyo un hermoso supermercado

a cambio de tus montañas.

Un millón de dólares

por la sonrisa de tus hijos

que corren bajo la lluvia.

Los Mokayas nos reímos de su ignorancia,

hasta los niños más pequeños

saben que se convierten en boñiga

cruzando la línea de Tzuan’.

Los Mokayas les preguntamos a ustedes,

amos de la decadencia.

¿Una cuenta millonaria

será suficiente para devolverle la alegría a nuestros muertos?

¿Con cuánto dinero alcanzará

para limpiar el alma de la tristeza?

Reseña – El Nombre del Viento – Patrick Rothfuss

Este es mi primer acercamiento a la literatura de fantasía, y de una vez les adelanto la conclusión, fue bastante grata la experiencia.

Es la primera parte de una saga, que cuenta la historia de Kovthe, nuestro héroe, una especie de mago superdotado pero roto, algo así como novela negra en la tierra de la fantasía. La historia tiene amplios tintes Quijotescos, movidos por el deseo de saber por qué matan a sus padres y su entorno. Aunque nunca se cuestiona su extraña e insólita supervivencia, situación que de seguro será motivo de otras ochocientas páginas en el futuro.

Pero en esta entrega nos presentan un mundo que afortunadamente requiere pocas explicaciones, y que, para los primeros lectores del género, nos facilita la migración a ese nuevo mundo.

La extensión del libro permite una buena creación y desarrollo de los personajes, así como de sus roles a lo largo de la historia.

Todo se cuenta a modo de anécdota, dado que Kovthe en el presente es inexplicablemente (hasta el momento) un posadero, y cierto secretismo hace pensar que hay una historia aún más oscura que explica tal debacle.

Así narra sus orígenes y peripecias al ingresar a la universidad, donde espera encontrar respuesta su crisis vital, solución que busca en la biblioteca, de la que es expulsado a la menor provocación, dándole un nuevo reto que afrontar.

La trama es bastante meritocrática, nos lleva por aventuras, amores y dilemas, todo siguiendo su leitmotiv.

Aunque todo ocurre en el terreno de la fantasía, el autor no abusa de este salvoconducto para justificar lo inadmisible, dejándonos así, bastante entretenidos. Incluso, si el destino así lo quiere, podría leer su secuela, aún más robusta.

Es una muy buena aproximación para los que éramos renuentes al género.

Frase robada – George Monbiot

El poder de los grupos pequeños no procede de su riqueza o de su autoridad, sino de su compromiso con la causa.

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Cuento corto – No estoy seguro

No estoy seguro

Gabriel vagaba en la frontera con la madrugada, seguía siempre la misma rutina, caminar sin guía. Hoy se le había hecho tarde, pero no había juntado ni la mitad de dinero para comer, así que, entre dormir en alguna esquina cobijado por el hambre, a deambular en busca de sustento, optó por lo segundo.

Observó una luz amarilla mezclada con vapor a lo lejos, Gabriel no tenía ninguna esperanza, a esa hora sólo las taquerías estaban abiertas. El estómago se le revolvió, y la boca se inundó de saliva salada, cruzó al otro lado de la acera, no quería vomitar. Logró sortear el puesto callejero de tacos que, como era de esperarse, tenía un trompo de carne al pastor, contuvo la respiración y pasó lo más rápido que pudo, no se salvó de una ligera arcada.

A los pocos metros tres jóvenes con botellas de cerveza y andar errático, platicaban y reían a gritos, ignorando que el vecindario debería estar durmiendo. Alentando el paso, y acercándose, pero con cierta distancia, les dijo a los transeúntes –una moneda que les sobre jefes, pa’cenar algo.

Por su aspecto sucio y peor vestido que ellos, sabían que era un pordiosero, así que lo ignoraron, rompieron la formación para dejarlo pasar, como si les fuera a contagiar lepra. Gabriel estaba acostumbrado al fracaso, así que los dejó atrás para seguir su camino.

Súbitamente sintió cómo algo le jalaba el pie, golpeando con la cara en el suelo.

-Este güey viene más pedo que nosotros -gritó entre risas el que le había metido el pie a Gabriel.

Voltearon sus dos compañeros, soltando estruendosas carcajadas.

-Hazte pendejo pinche Lacra, siempre haces tus mamadas de andarle metiendo el pie a la banda.

Permaneció tirado, intentaba levantarse, logró estar en cuatro patas y recuperar el aire. El más alto de ellos se le colocó enfrente, Gabriel ya esperaba el desenlace, no era la primera vez que se encontraba con los delincuentes locales, los conocía bien.

-Ándenle cabrones, ayúdenme a levantarlo, se pasan de pendejos; este güey ni las manos metió, se rompió todo el hocico.

Acataron la orden entre risas y lo levantaron de los brazos, apenas y se sostenía.

-Ah no mames pinche Lacra, sí se rompió toda su madre -dijo el que lo levantaba del brazo derecho.

El Lacra seguía riéndose, menos efusivamente y los increpó a modo de broma.

-No mamen pinches santitos ¿a poco no se rieron? Además, no es mi culpa que el ruco esté bien cáscara, ni aguanta nada.

Tras unos segundos Gabriel lograba sostenerse solo, y lo único que deseaba era irse cuanto antes.

-Ya estuvo -les dijo- ya me voy, perdonen que los molestara muchachos.

-Tranquilo carnal -lo detuvo el que ordenaba a los otros- le invito unos tacos, ándele, se ve que no come bien desde hace un chingo.

-No se preocupe patrón, mejor ya me voy, no los quiero interrumpir. Además, no como tacos -sabía que eso último estaba de más y lo que se avecinaba no sería nada bueno.

-A ver cabroncito, ¿cómo qué no comes tacos? de milagro te abrazan y quieres que te aprieten.

-Ya mejor me voy, los dejo que se vayan a cenar, de verdad disculpen -dijo Gabriel, mientras intentaba alejarse.

-Tráiganselo -les dijo a los otros que lo tomaron del brazo, mientras caminaban al puesto de tacos.

Al segundo paso Gabriel se soltó de sus captores e intentó correr, pero ni tres pasos había dado, cuando lo detuvieron, ahora con más agresividad.

-Cálmese ruco, no te pongas tus moños, solo te quiero invitar unos tacos, por la partida de jeta que te patrocinó el Lacra. Ya te dije que no te vamos a hacer nada -con una señal les indicó a sus amigos que lo soltaran -¿o eres de los que cree que los tacos son de carne de perro? ¿o a poco eres un indigente vegano?– los tres soltaron la carcajada.

-No jefe, pero antes de terminar en la calle, yo les vendía la carne a todos los puestos de tacos de ésta y otras dos alcaldías de la Ciudad de México.

Los tres se quedaron sorprendidos, y esperaron unos segundos a que su líder hiciera la pregunta que les rondaba la cabeza.

-¿Y cómo chingados terminaste de indigente? Seguro vendías millonadas cabrón. ¿Sabes cuántos puestos de tacos hay solo en el barrio?

-Los tengo muy presentes, créame jefe. Aunque solo vendía la carne para los tacos de al pastor, bueno me daban a vender la carne.

Sus captores no quitaban la cara de incredulidad, a uno de ellos se le ocurrió bromear.

-Pues entonces a usted le toca invitarnos, pero hasta el table dance. ¿Anda de incógnito, se volvió loco o que chingados?

-Pues un poco de todo patrón -les respondió mirando al piso.

-Sin pensarlo mucho, se sentaron los tres amigos al borde de la banqueta, y al ver que Gabriel seguía de pie, el líder le jaló la mano para sentarlo entre ellos. Sacó de la bolsa de su chamarra una licorera, le tomó un trago y se la pasó a Gabriel.

-Ándele don, jálele un poco pa’que nos cuente el chisme, o qué, ¿tampoco toma alcohol?

Sin responderle, Gabriel agarró la licorera y le dio un trago prolongado. Lo saboreó mientras los ojos se le humedecían.

-Yo trabajaba en una carnicería en Culiacán, hace como diez años. La verdad no me iba mal, me alcanzaba para construir mi casa, traía mi cochecito, y podía mantener a mi familia.

Un día se bajaron de unas camionetas varios tipos, ya sabía que eran narcos, así que esperaba lo peor. Para mi sorpresa me pidieron toda la carne, porque el jefe iba a tener una reunión, no me opuse, algo temeroso les expliqué que me iba a tardar en limpiarla toda. Me dijeron que no me preocupara, que yo también me iba con ellos. Al ver mi cara de susto me aseguraron que, si me portaba bien, me regresaban entero y con un buen billete en la bolsa.

Me pusieron una capucha, y al retirármela estaba en una cocina, inmensa y lujosa, con mucha gente trabajando, todos en silencio, como espantados. Me entregaron varios cuchillos y afiladores, y me ordenaron que le metiera velocidad, “ya hacía hambre”. Así que me puse a trabajar, cada tanto venía alguien a llevarse la carne, también me dejaban agua y algo de comida, ya casi para terminar, me llevaron una botella de whisky, una de esas caras, “te lo manda el jefe por tu buen trabajo” me dijeron, pero del miedo ni la abrí en ese momento. Estuve esperando y al final durmiendo, hasta que fueron por mí, poniéndome la capucha, y me dejaron afuera de la carnicería la mañana siguiente. Antes de entregarme un fajo de dólares, el conductor dijo, “estate al tiro, por si te volvemos a buscar”, y se fueron.

Cumplieron su palabra, regresaron varias veces, hasta una vez por semana, seguíamos el mismo ritual. Mi familia se percató de inmediato de lo que estaba pasando, y de cómo mejoraban las cosas económicamente. Para nadie es un secreto que cuando a alguien le comienza a ir demasiado bien, tarde o temprano, todo va a salir demasiado mal.

En uno de los eventos, cuando ya todo estaba en silencio, se acercó una anciana con la botella de whisky, le pregunté ¿en qué podía ayudarla? y me sonrió. Me dijo que más bien ella era la que quería ayudarme, que hacía muy bien mi trabajo, y ya había demostrado que no se me iba la lengua cuando tomaba alcohol, así que ya era el momento de darme más responsabilidades.

La tarea que me asignó fue encargarme de la preparación y distribución de carne para tacos al pastor que el gobierno les había asignado, pero solo de los puestos de la calle, que eran miles. Mi familia y yo nos venimos a vivir a la Ciudad de México, al principio no fue fácil, los chilangos son complicados. Pero con el tiempo y gastando dinero como nunca en la vida, se nos fueron abriendo las puertas.

En la fachada el trabajo era bastante común, coordinar un ejército de personas que preparaban carne enchilada, para distribuirla a lo largo de la ciudad. Yo no me enteraba ni de dónde venían los insumos, ni cómo se realizaban los pagos. Todo funcionó bastante bien durante unos tres años, pero con el cambio de presidente, todo el piso se tambaleo, y sus nuevos lujos, aunque austeros requerían más dinero, así que le subieron la cuota a la patrona, y no poco.

Al principio se armaron los madrazos, pero luego llegaron a un acuerdo. Lo que se les olvidó fue parar la matazón, se quedaron peleándose todos contra todos.

Un día me pidieron que fuera a ver a la señora que me había dado el trabajo, ella y su hijo querían hablar conmigo.

En resumen, el negocio se estaba poniendo difícil, ya no les estaban saliendo las cuentas, así que iban a mandar carne de otro proveedor. Mi chamba era que la gente no notara la diferencia, que hiciera mi “magia”, dijeron, para que no bajaran las ventas. Les pregunté de donde iban a traer la carne, pues para darme una idea. A lo que me respondieron que sólo tenía que saber que era producción nacional.

Cuando llegaron los nuevos cargamentos, lo primero que se me ocurrió fue mezclarla con la otra, para que no se notara tanto el cambio, porque la probé y era más dulce y algo más blandita; llevé un poco a mi casa y les gustó, pero al mezclarla y cambiando un poco la receta de la salsa, incluso quedó más sabrosa que la de antes.

Los clientes estaban pidiendo más, y los patrones estaban muy contentos con las ganancias.

-¿Entonces porqué terminó de muerto de hambre en la calle? -lo interrumpió el tipo con la licorera, que se la ofreció a modo de disculpa, y Gabriel tomó otro buen trago.

-Pues el problema empezó cuando los clientes de las taquerías encontraban trozos de uñas, a veces pedazos de tela o pelo. Pensé que el problema estaba ocurriendo en la preparación, pero por más que aumentaba los controles de calidad, no hallaba la explicación. Así que les avisé a los patrones, y les pedí que hablaran con el proveedor para ver si se podía resolver el asunto.

A la semana siguiente casi me muero del susto, cuando al entrar a la oficina, estaban la señora y su hijo, esperándome. Sin rodeos el jefe me dijo:

-Gabriel, tenemos que desmantelar esto a la voz de ya. El gobierno nos dio veinticuatro horas mientras se inventan una historia. Sabes muy bien lo que está pasando, así que métele velocidad o nos carga la chingada.

Preferí no enterarme más, así que con toda la gente, nos pusimos a desmantelar todo.

A la mañana siguiente los titulares de los periódicos confirmaban que, en una bodega de la Ciudad de México, descuartizaban a las víctimas del cartel.

-¿Pero qué no era donde preparaban la carne para las taquerías? -Preguntó el que no había abierto la boca en toda la noche.

-Lo mismo me preguntó mi esposa, y cuando develaron que en la bodega había material genético de centenas de desaparecidos, no fue muy difícil para ella entender lo que pasaba ahí. Por más que intenté explicar que yo no sabía nada, me abandonó, a la fecha no se nada de mi familia, y creo que es lo mejor, así están más seguros.

A mí me dijeron que desapareciera o me mandaban desaparecer, y aquí estamos.

-¿No mames, estás diciendo que la carne no era de animales?

-Estoy seguro de que no toda era de animales. De lo que no estoy seguro es que la carne de ese puesto, la haya surtido el cartel o cualquier otro.

Los tres tipos se levantaron en silencio, le dejaron la licorera y un billete de doscientos pesos.

-Ahí tiene jefe, para que se compre lo que quiera de comer.

Cabizbajos, se volvieron por donde había llegado. ...

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato — Breve historia de cómo los dinosaurios poblaron la tierra (otra vez) | Poema — Debí Imaginarlo — Lucia Palomo | Reseña — Darién — Federico Ríos Escobar | Frase robada — Albert Camus | Bonus track

Breve historia de cómo los dinosaurios poblaron la tierra (otra vez)

Todas acudieron esa noche tibia a escucharla, sabían que estaba terminando su ciclo, casi cumplía diecinueve años, la más vieja en muchas decenas de décadas. Su unigénita la ayudaba a caminar, despacio en medio del bosque hacia la luz de la fogata. A pesar del dolor en la columna rota, avanzaba despacio y sonriendo, era consciente de que había tenido una buena vida, sus vidas pasadas también lo habían sido, y en el fondo de su corazón tenía la esperanza de que su vida futura lo sería. Se fueron acomodando alrededor del fuego, hasta llegar las trece, llamadas conservadoras, quienes escucharían a la que consideraban el oráculo, de esa y las lejanas regiones de donde acudieron para oír sus palabras, así, al volver a la tierra que las vio nacer, repetirían incansablemente su experiencia y conocimiento, como se había hecho desde el principio de esta era moderna.

La tradición decía que cuanto más cerca se estaba del fin de esta vida, más del principio de todos los tiempos se tenía que hablar.

En cuanto percibe el calor en sus huesos porosos, el dolor fue menos intenso, se retiró la capa, acomodándola en su regazo, indicando que el rito de la comunicación estaba iniciado.

-Gomory cuéntanos la historia que te contaron nuestros ancestros, sobre el alma que llevamos en la sangre –dijo una de las conservadoras mientras todas las demás miraban atentas a Gomory, en silencio sepulcral.

Ella se mantuvo callada también, sabía que esa suele ser la última historia que se cuenta antes de partir. Recordó a Aracia y la última vez que la vio, ella tuvo la fortuna de vivir unos años menos, aunque con menos dolor. Se le llenó el corazón del alma de los dioses, y se le secó.

Se esforzó lo más posible para levantarse de su asiento, todas entendieron la importancia, y el respeto que había que guardar a la historia que se avecinaba, cuando todos los ojos se posaron en ella, comenzó.

-Hace varios cientos de millones de años, la tierra era habitada por los dioses, miles y miles de ellos, algunos invisibles, poblando los mares, y otros inconmensurables que caminaban por la tierra o surcaban los aires, en un mundo divino por antonomasia.

Les tomó mucho tiempo, tanto que no podemos imaginarlo, preparar este mundo para nosotros, hoy somos y estamos determinados por la gran sabiduría y paciencia de esos dioses.

Generación tras generación los dioses continuaban su labor, esperando el momento que los llevaría a ser eternos.

Morían y reencarnaban, en ciclos que parecían infinitos, hasta que vieron esa señal que cayó del cielo, indicando el momento en que inició la primera gran transmutación. Ahí surgió nuestro origen, corpus y animus. El primero, el corpus, viene de los que sobrevivieron a la transmutación, que fueron los menos. Pero el animus, proviene de aquellos que quedaron sepultados, los más. Por eso nuestro corpus dura tan poco y el animus es eterno.

Hubo un período extenso de silencio entre los dioses, los que estaban en la superficie se iban adaptando, creando el andamiaje de lo que hoy somos, mientras aquellos que se inmolaron y permanecían bajo tierra se preparaban para volver en algún momento e integrarse en nuestras entrañas.

Cuando los que antes de nosotros descubrieron a los dioses en lo profundo, inició el periodo oscuro de nuestra historia, donde el frágil corpus, pensó que el animus era solo una herramienta y no su esencia. En ese período usaban la sabiduría de los dioses sacados del corazón de la tierra para calentarse, para mover máquinas, para transformar el mundo, creando un infierno de vida eterna.

Pero los dioses son sabios y después de algunas décadas, gracias a la ambición de quienes nos precedieron, ya habían salido de las entrañas de la tierra, y se encontraban, primero en el cielo y luego en toda la superficie y en todos los mares, al final dentro de nosotros, en nuestra sangre, en todos los órganos.

Nunca ha sido fácil entender el designio divino, en este periodo oscuro donde reinaba la confusión, la explotación del alma de los dioses que provenían del subsuelo cambió al mundo, y en menos de un siglo todo se transformó.

El mundo era habitado por más y más gente, se producía todo lo inimaginable, se destruía todo, incluso entre nuestros ancestros se dieron férreas matanzas, envenenaron el mar, la tierra y el cielo, calentando el planeta, hasta que al final los dioses invisibles, microscópicos, los paganos les decían micro plásticos, ya dentro de nosotros comenzaron el gran cambio, así como millones de años atrás infiltraron las entrañas de la tierra, hoy renacían y se comunicaban con nosotros en lo más profundo.

Nuestros ancestros pecaron de egolatría, se negaban a pertenecer a nuestros dioses, pero a pesar de todos los esfuerzos, el mundo comenzó a involucionar, y se rompió en mil pedazos la creencia de la vida y felicidad eterna.

La nueva transmutación fue silenciosa, sin ningún cataclismo en el mar. Las reglas de ese viejo mundo fueron llamados genocidios, pandemias, enfermedades; pero era el designio de los dioses. Murieron por cientos de miles de millones, quedaron pocos, nuestros padres, nuestros abuelos, que entendieron el mensaje, el destino de nuestra existencia.

Entendieron que, lo que para los abuelos de sus abuelos fue una extinción, eran las bases de este mundo. Es así como comprendimos que, en cada uno de nuestros órganos, en nuestra sangre, yo en los huesos, o Aradia en su corazón, llevamos a nuestros ancestros, que brotaron del subsuelo para dictar nuestro destino y nuestra historia.

Al término Gomory guardó silencio unos minutos, mientras sus trece compañeras reflexionaban. Se fueron retirando poco a poco, una a una, les aguardaba un largo camino. Cuando la última se fue, Gomory retomó su asiento, y su terrible dolor en la columna. Pero su cara se veía plena, feliz, sabía que los dioses hacían su trabajo, y por fin, le quedaba poco tiempo. ···

Debí Imaginarlo — Lucia Palomo

He salido a vivir el sol, me he quedado a ver el atardecer.

Nos basamos en nuestra experiencia para guiarnos por experiencias nuevas.

Abrí la ventana para sentir el olor a tormenta, cuando volví con mi café encontré el suelo goteado.

No creo en el destino porque lo he visto cambiar ante mis ojos decenas de veces.

He visto la puesta de sol, me fastidia hacer el camino a casa de noche. No soy lo que esperaban de mí, pero yo siempre lo supe.

He alargado todos tus abrazos el triple esta tarde, se me han hecho las tantas en el tren.

Hay historias en todos los asientos para quien quiera fijarse.

He elegido la música por encima de la realidad, me he saltado mi parada.

Me despido de tí, te veré pronto. Mañana me va a doler, por costumbre. ···

Darién — Federico Ríos Escobar

Los libros de fotodocumental son una novedad en mi biblioteca. A pesar de haber visto el trabajo de Federico en algún periódico de gran tiraje, mi indiferencia ante el nombre del autor de esas fotos se vino abajo al conocer algunos aspectos personales de su actividad profesional, publicado en su blog en substack. Ahí dio a conocer su último proyecto «Darién», un fotodocumental que como libro-objeto es una obra de arte.

También lo es, por supuesto, la linea narrativa que con una estructura lineal y un desarrollo de personajes bastante literario, propio de una obra de ficción; documenta los orígenes, transformación y fin último de los migrantes, que deben atravesar la selva para tan sólo iniciar la persecución del sueño de una vida mejor.

A diferencia de una obra de ficción, Federico nos demuestra artísticamente esa realidad que miles de migrantes viven día con día. El trabajo técnico es fantástico, pero la sensibilidad es por mucho su mayor virtud. Es imposible que no se te revuelque el corazón con todo tipo de emociones, y aunque al final se busca representar un final feliz. No es difícil quedarse pensando qué es lo que pasó con aquellos que no cumplieron su sueño, o peor aún les fue truncado junto con la vida. ···

Frase robada — Albert Camus

Nos conocimos, nos reconocimos, nos entregamos mutuamente, logramos un amor ardiente de cristal puro, ¿te das cuenta de nuestra dicha y de los que se nos ha dado?

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.