Mi perra vida temporada 2025, episodio 11.
Relato — Breve historia de cómo los dinosaurios poblaron la tierra (otra vez) | Poema — Debí Imaginarlo — Lucia Palomo | Reseña — Darién — Federico Ríos Escobar | Frase robada — Albert Camus | Bonus track
Breve historia de cómo los dinosaurios poblaron la tierra (otra vez)
Todas acudieron esa noche tibia a escucharla, sabían que estaba terminando su ciclo, casi cumplía diecinueve años, la más vieja en muchas decenas de décadas. Su unigénita la ayudaba a caminar, despacio en medio del bosque hacia la luz de la fogata. A pesar del dolor en la columna rota, avanzaba despacio y sonriendo, era consciente de que había tenido una buena vida, sus vidas pasadas también lo habían sido, y en el fondo de su corazón tenía la esperanza de que su vida futura lo sería. Se fueron acomodando alrededor del fuego, hasta llegar las trece, llamadas conservadoras, quienes escucharían a la que consideraban el oráculo, de esa y las lejanas regiones de donde acudieron para oír sus palabras, así, al volver a la tierra que las vio nacer, repetirían incansablemente su experiencia y conocimiento, como se había hecho desde el principio de esta era moderna.
La tradición decía que cuanto más cerca se estaba del fin de esta vida, más del principio de todos los tiempos se tenía que hablar.
En cuanto percibe el calor en sus huesos porosos, el dolor fue menos intenso, se retiró la capa, acomodándola en su regazo, indicando que el rito de la comunicación estaba iniciado.
-Gomory cuéntanos la historia que te contaron nuestros ancestros, sobre el alma que llevamos en la sangre –dijo una de las conservadoras mientras todas las demás miraban atentas a Gomory, en silencio sepulcral.
Ella se mantuvo callada también, sabía que esa suele ser la última historia que se cuenta antes de partir. Recordó a Aracia y la última vez que la vio, ella tuvo la fortuna de vivir unos años menos, aunque con menos dolor. Se le llenó el corazón del alma de los dioses, y se le secó.
Se esforzó lo más posible para levantarse de su asiento, todas entendieron la importancia, y el respeto que había que guardar a la historia que se avecinaba, cuando todos los ojos se posaron en ella, comenzó.
-Hace varios cientos de millones de años, la tierra era habitada por los dioses, miles y miles de ellos, algunos invisibles, poblando los mares, y otros inconmensurables que caminaban por la tierra o surcaban los aires, en un mundo divino por antonomasia.
Les tomó mucho tiempo, tanto que no podemos imaginarlo, preparar este mundo para nosotros, hoy somos y estamos determinados por la gran sabiduría y paciencia de esos dioses.
Generación tras generación los dioses continuaban su labor, esperando el momento que los llevaría a ser eternos.
Morían y reencarnaban, en ciclos que parecían infinitos, hasta que vieron esa señal que cayó del cielo, indicando el momento en que inició la primera gran transmutación. Ahí surgió nuestro origen, corpus y animus. El primero, el corpus, viene de los que sobrevivieron a la transmutación, que fueron los menos. Pero el animus, proviene de aquellos que quedaron sepultados, los más. Por eso nuestro corpus dura tan poco y el animus es eterno.
Hubo un período extenso de silencio entre los dioses, los que estaban en la superficie se iban adaptando, creando el andamiaje de lo que hoy somos, mientras aquellos que se inmolaron y permanecían bajo tierra se preparaban para volver en algún momento e integrarse en nuestras entrañas.
Cuando los que antes de nosotros descubrieron a los dioses en lo profundo, inició el periodo oscuro de nuestra historia, donde el frágil corpus, pensó que el animus era solo una herramienta y no su esencia. En ese período usaban la sabiduría de los dioses sacados del corazón de la tierra para calentarse, para mover máquinas, para transformar el mundo, creando un infierno de vida eterna.
Pero los dioses son sabios y después de algunas décadas, gracias a la ambición de quienes nos precedieron, ya habían salido de las entrañas de la tierra, y se encontraban, primero en el cielo y luego en toda la superficie y en todos los mares, al final dentro de nosotros, en nuestra sangre, en todos los órganos.
Nunca ha sido fácil entender el designio divino, en este periodo oscuro donde reinaba la confusión, la explotación del alma de los dioses que provenían del subsuelo cambió al mundo, y en menos de un siglo todo se transformó.
El mundo era habitado por más y más gente, se producía todo lo inimaginable, se destruía todo, incluso entre nuestros ancestros se dieron férreas matanzas, envenenaron el mar, la tierra y el cielo, calentando el planeta, hasta que al final los dioses invisibles, microscópicos, los paganos les decían micro plásticos, ya dentro de nosotros comenzaron el gran cambio, así como millones de años atrás infiltraron las entrañas de la tierra, hoy renacían y se comunicaban con nosotros en lo más profundo.
Nuestros ancestros pecaron de egolatría, se negaban a pertenecer a nuestros dioses, pero a pesar de todos los esfuerzos, el mundo comenzó a involucionar, y se rompió en mil pedazos la creencia de la vida y felicidad eterna.
La nueva transmutación fue silenciosa, sin ningún cataclismo en el mar. Las reglas de ese viejo mundo fueron llamados genocidios, pandemias, enfermedades; pero era el designio de los dioses. Murieron por cientos de miles de millones, quedaron pocos, nuestros padres, nuestros abuelos, que entendieron el mensaje, el destino de nuestra existencia.
Entendieron que, lo que para los abuelos de sus abuelos fue una extinción, eran las bases de este mundo. Es así como comprendimos que, en cada uno de nuestros órganos, en nuestra sangre, yo en los huesos, o Aradia en su corazón, llevamos a nuestros ancestros, que brotaron del subsuelo para dictar nuestro destino y nuestra historia.
Al término Gomory guardó silencio unos minutos, mientras sus trece compañeras reflexionaban. Se fueron retirando poco a poco, una a una, les aguardaba un largo camino. Cuando la última se fue, Gomory retomó su asiento, y su terrible dolor en la columna. Pero su cara se veía plena, feliz, sabía que los dioses hacían su trabajo, y por fin, le quedaba poco tiempo. ···
Debí Imaginarlo — Lucia Palomo
He salido a vivir el sol, me he quedado a ver el atardecer.
Nos basamos en nuestra experiencia para guiarnos por experiencias nuevas.
Abrí la ventana para sentir el olor a tormenta, cuando volví con mi café encontré el suelo goteado.
No creo en el destino porque lo he visto cambiar ante mis ojos decenas de veces.
He visto la puesta de sol, me fastidia hacer el camino a casa de noche. No soy lo que esperaban de mí, pero yo siempre lo supe.
He alargado todos tus abrazos el triple esta tarde, se me han hecho las tantas en el tren.
Hay historias en todos los asientos para quien quiera fijarse.
He elegido la música por encima de la realidad, me he saltado mi parada.
Me despido de tí, te veré pronto. Mañana me va a doler, por costumbre. ···
Darién — Federico Ríos Escobar
Los libros de fotodocumental son una novedad en mi biblioteca. A pesar de haber visto el trabajo de Federico en algún periódico de gran tiraje, mi indiferencia ante el nombre del autor de esas fotos se vino abajo al conocer algunos aspectos personales de su actividad profesional, publicado en su blog en substack. Ahí dio a conocer su último proyecto «Darién», un fotodocumental que como libro-objeto es una obra de arte.
También lo es, por supuesto, la linea narrativa que con una estructura lineal y un desarrollo de personajes bastante literario, propio de una obra de ficción; documenta los orígenes, transformación y fin último de los migrantes, que deben atravesar la selva para tan sólo iniciar la persecución del sueño de una vida mejor.
A diferencia de una obra de ficción, Federico nos demuestra artísticamente esa realidad que miles de migrantes viven día con día. El trabajo técnico es fantástico, pero la sensibilidad es por mucho su mayor virtud. Es imposible que no se te revuelque el corazón con todo tipo de emociones, y aunque al final se busca representar un final feliz. No es difícil quedarse pensando qué es lo que pasó con aquellos que no cumplieron su sueño, o peor aún les fue truncado junto con la vida. ···
Frase robada — Albert Camus
Nos conocimos, nos reconocimos, nos entregamos mutuamente, logramos un amor ardiente de cristal puro, ¿te das cuenta de nuestra dicha y de los que se nos ha dado?