Mi perra vida

Mi perra vida es un proyecto cultural y artístico.

Cuento – Hunting Fire | Bonus track

Hunting Fire

En medio de la madrugada sonaron al mismo tiempo los teléfonos celulares, con el mismo tono, la quinta sinfonía de Beethoven, -para iniciar con la aventura más grande de su vida- prometía al app que les habían instalado, cuando Sebastián se reunió para cenar con el guía del tour, en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, le explicó como funcionaba.

-Conectas esta memoria al puerto de carga del teléfono y de inmediato se instala todo lo que necesitas para el tour – le dijo el guía, que se camuflaba perfectamente, en ese entorno de millonarios- y no se te olvide tirar la memoria en algún lugar público.

Sebastián sentía que el corazón le galopaba, era el más entusiasta. Iker, su primo, y su novia Majo, también estaban emocionados, ya la última moda de consumir hongos alucinógenos, no cumplía la promesa de otorgarles nuevas emociones; y la búsqueda de algo que los inundara de adrenalina, los convenció de aceptar el plan de Sebastián.

-Pero no sabemos disparar rifles -le dijo Iker a su primo.

-Relax, en el jeep va un tirador profesional, sólo le indicas y el se encarga de matar a la presa que elijas.

-¿Y qué le vas a inventar a tu papá? Si se entera de que vamos de cacería, te mata -le dijo Majo mientras sonreía burlona.

-Ya veré, pero seguro ni se entera, está mas tiempo en aviones, hoteles y campos de golf , que no creo que se de cuenta -le respondió convencido Sebastián.

...

Tras enterarse de la nueva tendencia, el padre de Sebastián le advirtió que, no se le ocurriera ir a esos eventos de Hunting Fire. Si la prensa o sus rivales se enteraban, le harían un escándalo los accionistas, y ya con los ecologistas le bastaba para tener problemas.

Desde hace un par de años, en los que la empresa maderera del padre de Sebastián había expandido el negocio a los bosques de Costa Rica, el aluvión de críticas internacionales no se hizo esperar. Así que, no deseaba un dolor de cabeza más, patrocinado por su hijo.

...

Mientras viajaban al helipuerto, iban platicando en videollamada, emocionados comentaban las anécdotas de la última vez que fueron de cacería.

-Esto sí que va a estar épico -les decía Sebastián.

Se detuvieron a pocos metros del helicóptero, bajaron de sus camionetas, todo permanecía en silencio, les habían dado instrucciones de despedir cuanto antes a sus chóferes, que los dejaran ahí, solos.

Tras un par de minutos, bajó de la nave el piloto y su anfitrión, que les dio la bienvenida, y aunque era muy temprano, les ofreció algo de beber, o si querían “algo más”. Les dijo que venía preparado con todo lo necesario para que se la pasaran como nunca.

Tenían un camino de al menos tres horas antes de llegar a la montaña, así que les entregaron unas tabletas electrónicas con varios vídeos sobre los cuidados en el tour, y el uso adecuado del equipamiento que necesitarían, también una lonchera militar con algo de comida. Como niños a la hora del recreo, estaban muy emocionados con su aventura. Aunque iban algo justos de espacio, se pudieron reclinar y se fueron quedando dormidos.

...

El anfitrión le tocó el hombro a Sebastián para despertarlo.

-Mira, ves esa columna de humo, significa que ya falta poco para llegar. Si quieres despierta a tus amigos para que se vayan alistando.

Los tres miraban por la ventanilla, nunca habían visto tanto humo, les tomó bastante tiempo dar la vuelta completa a esa nube densa que despedía el incendio, y conforme descendían, las llamas a lo lejos comenzaban a hacerse evidentes.

Antes de descender, Majo le preguntó al anfitrión si no traía cocaína.

-No me vean así, solo es para ponerme a tono con la aventura.

Los otros se rieron y la imitaron.

Aterrizaron en el helipuerto de bomberos, donde los esperaba un jeep, Joaquín el chófer y su guía Juan. Se presentaron todos, y les indicaron que se colocaran los trajes, idénticos a los de los bomberos forestales, lentes que casi les cubrían toda la cara, mascarillas y tanques de oxígeno, todo ese material apenas les permitía moverse, pero sólo irían sentados en el vehículo, aunque para ellos eso, era la experiencia completa.

Antes de abordar al jeep, Iker preguntó por las armas.

-¿Qué, no venimos de cacería? -les dijo a sus dos compañeros.

Juan los vio extrañado.

-¿Están seguros? La mayoría se conforma con ver el incendio y tal vez bajar, y acercarse un poco al fuego para tomarse fotos.

-El tour es de cacería ¿no?, por eso pagamos un dineral. Para observar cómo se incendia una montaña, lo podía hacer desde mi casa -le dijo Sebastián al guía, el cual abrió la cajuela y sacó tres rifles, mientras les explicaba el funcionamiento les aclaró.

-Tengan mucho cuidado, los animales cuando están escapando del fuego son aún más impredecibles.

-¡Relájate! -lo atajó Majo- no es la primera vez que salimos de cacería, sabemos a lo que venimos.

Juan guardó silencio, les entregó los rifles y abrió la puerta para que abordaran.

...

Se internaron por los caminos profundos de la montaña, en búsqueda del incendio. Tras varias decenas de minutos comenzaron a ver los rastros de la tierra arrasada, primero por los taladores y luego por el fuego.

-Estamos en el extremo oeste del incendio -les dijo Joaquín.

Siguieron avanzando y el humo apenas dejaba ver el camino.

-¿Cómo vamos a cazar si apenas me veo la mano? -le preguntó Iker a Juan.

-Estamos en la orilla del fuego , nos comenzaremos a meter a las llamas, y paradójicamente el fuego vivo elimina el humo, que sale expulsado al cielo -le respondió Juan.

Conforme avanzaban, el fuego se iba haciendo evidente a cada lado del camino. Fascinados observaban las llamas a su alrededor, el crujir de los arboles al romperse.

El jeep se detuvo súbitamente al escuchar el disparo.

-¡Fui yo, fui yo! -gritó Sebastián- creo que le di a un animal que escapaba por el camino.

Juan se bajó y caminó unos metros, donde la liebre con la piel chamuscada, se revolcaba de dolor con la cadera destrozada por el balazo. Sacó un cuchillo y le puso fin al sufrimiento del animal enterrándolo en el cuello. Lo cogió de las orejas y se lo entregó al cazador, quien junto con sus amigos, celebraron la hazaña.

Siguieron avanzando y se detuvieron en varias ocasiones por el potencial avistamiento de otras presas, pero eran falsas o fallaban en el disparo. Conforme avanzaban, el calor y las llamas eran más intensas, parecían hipnotizados por ese fuego venenoso que estaba devorando la montaña.

Un estruendo inmenso los sacó de ese estado de contemplación, el vehículo se detuvo de inmediato.

-¿Qué pasó? -le preguntó Juan a Joaquín.

Sin soltar las manos del volante, miraba por el retrovisor, y le hizo una señal para que viera hacia atrás del camino.

Un árbol inmenso se había vencido por el fuego y cayó sobre la vereda, a escasos metros de ellos. Todos voltearon y vieron un muro de llamas a sus espaldas, así como el calor permeando sus trajes.

-¿Por dónde vamos a regresar? -gritó Majo. Sus dos compañeros asintieron entre ellos.

-De momento por ahí no -respondió Juan, mientras le indicaba al chófer que continuara entre el camino cercado de arboles y arbustos ardiendo.

Ya sin interés en los animales que escapaban, los tres turistas admiraban en silencio el escenario. Mientras Juan comentaba con Joaquín los caminos que le mostraba el GPS.

El estrépito similar al de casas cayendo una a una, los sacó de su solipsismo. Era el viento que se ensañaba, apresurando las llamas, haciendo caer los árboles como fichas de dominó.

Juan y Joaquín se miraban de soslayo, sabían que habían avanzado más de lo habitual, y seguían sin encontrar una vereda secundaria, que les permitiera salir del corazón del incendio.

El jeep ralentizó la marcha, hasta que se detuvo por completo.

-¿Qué pasó? -dijo asustado Sebastián.

-Se nos acabó el camino -respondió Joaquín, mientras señalaba a lo lejos varios troncos milenarios incendiados que, les obstruían el paso.

-¿Y qué van a hacer? -los confrontó Iker.

Joaquín no respondió, mientras miraba con detenimiento la pantalla del GPS.

-Pues el jeep ya no pasa por ningún lado. Podemos pedir ayuda y esperar a que llegue, o buscar un trayecto que nos permita salir caminando.

La idea de alejarse de la seguridad del jeep les aterraba, junto con el calor que irradiaba su entorno, estaban empapados de sudor.

-Ustedes vienen conmigo, y Joaquín ira por su lado, si alguien encuentra un camino viable avisa por radio.

Ninguno de los tres pensaba que eso fuera buena idea. Juan tomó el rifle y les entregó cantimploras con agua. Así comenzaron lentamente su camino de regreso. Las llamas crujían con cada paso que daban, y por momentos el viento aullaba, avivando las cenizas.

Después de algunos kilómetros, encontraron una vereda que parecía no estar tapizada de fuego. Juan avanzó y les hizo una señal para que lo siguieran. El incendio había hecho su trabajo. Sólo quedaban algunos troncos humeando, las hierbas del suelo eran cenizas que agonizaban, la nube de humo que anuncia el fin del fuego era densa, tenían que mantenerse uno cerca del otro para no perder a su guía que, aunque despacio, persistía en el camino ascendiendo, para llevarlos a un monolito de piedra.

Desde ahí vieron el escenario, observaron el horizonte inundado de humo, fuego y cenizas.

-Falta su compañero. ¿Tu novio, dónde está?

Ahí se percataron de que, no sabían en que momento, Iker se había retrasado.

-Espérenme aquí, voy a regresar a buscarlo.

Mientras volvía sobre sus pasos, Juan miraba a todos lados, sin éxito. Se acercó a una de las densas nubes de humo que atravesaron, en la parte más profunda observó a Iker, tirado, se había quitado la máscara que le aportaba oxígeno y tenía en la mano un broncodilatador para asmáticos. No recordaba que en el cuestionario de salud, alguno de ellos indicara alguna enfermedad pulmonar. Se acercó y cerró sus ojos heridos por el calor del suelo.

Se apresuró a volver al montículo donde había dejado a Majo y Sebastián, el ruido de las llamas a su alrededor no lo dejaba escuchar lo que sus ojos le advertían. Un par de chacales jadeantes amenazaban a la pareja, exigían ese espacio para escapar del fuego, se mostraban hostiles. No se podían defender, Juan se había llevado el rifle. De inmediato apuntó a la cabeza del animal, antes de poder reaccionar, uno de ellos se lanzó directo al cuello de Majo, mientras que el otro, furioso atacaba su pierna, derribándola. Sebastián intentaba escapar, aunque era casi imposible, el terror, el traje y el equipo tan pesado se lo impedían. Uno de los chacales notó su intención de huir y volteó para perseguirlo.

Se escuchó una detonación entre el crujir del bosque ardiendo. Los dos animales escaparon y se perdieron entre las llamas. Juan se acercó a Majo, que se ahogaba con la sangre brotándole del cuello despedazado. Bajó a buscar a Sebastián que estaba tirado, muerto, el tiro había sido preciso, justo en la base de la cabeza, con calma regresó y acomodó el rifle en las manos de Majo, que agonizaba sin apenas moverse.

...

-Volviste antes de lo planeado -le dijo Joaquín, mientras sonreía ligeramente.

-Fue menos complicado de lo que pensaba, al final la suerte estaba de nuestro lado, y sólo tuve que dispararle al hijo del maderero -le respondió Juan, mientras le indicaba con la cabeza que dirigiera el jeep al camino de regreso.

...

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato – Los niños del futuro | Poema – Opinión sobre la pornografía – Wislawa Szymborska | Reseña – La Doctrina Invisible – George Mombiot & Peter Hutchison | Frase robada – Simone Weil

Los niños del futuro

Los habían geolocalizado hace tres días, pero eran muy escurridizos, a esa edad son ágiles, flexibles e ingeniosos. Aunque los superaban en número y armamento, no lograban darles alcance; sabían que, al menos una iba herida. El soldado dudó en tirar del gatillo, mientras seguía a la niña con la mira del rifle, le parecía abominable dispararle en la cabeza, apenas estaba entrando en la adolescencia, le calculaba no más de doce años. Disparó y apenas la hirió en un brazo. Al menos lograron que redujeran el ritmo al que avanzaban, y aunque los compañeros del soldado no superaban los veinticinco años, ese cuarteto de niños los aventajaba continuamente.

Cuando escaparon del campo de detención, la orden fue precisa, matarlos uno a uno, pero no solo matarlos, había que cazarlos, seguirles paulatinamente, y así les llevarían al santuario, donde, de manera intuitiva todos esos rapaces sabían llegar. Si lograban dar con ese mítico lugar, podrían matarlos a todos, o al menos a los más listos, los más hábiles; y así enmendar el error que habían cometido años atrás.

Después de que, por tercera vez intentaran repartirse el planeta, ganaron los mismos y perdieron los de siempre, pero el mundo no perdonaba, estaba envenenado, desde lo más profundo y hasta la nube más alta. Entonces los ganadores se percataron de que, su botín era efímero, ya no había gente, ni tierras que explotar. Ellos se habían acostumbrado a expandirse, a invadir, cayeron en la mayor de sus crisis, cuando lejos de reproducir su adorado capital, ya no eran siquiera capaces de reproducir su linaje. Se habían encargado de, destruir y contaminar el lugar más recóndito, para después aislar y preferentemente aniquilar a cualquiera que fuera de piel, habla o pensamiento distinto. Cuando habían logrado su paraíso, pasó lo que sólo a ellos no se les había ocurrido, creyeron que serían la plaga que repoblaría una tierra arrasada. Pero ni los unos, ni las otras lograban reproducirse, los genes no perdonaban, no se los permitían, la mayoría eran estériles, y algunos pocos procreaban seres deformes, adoloridos, sufrientes, como el mundo que habitaban. Eficaces en aislarse, no había salida, en pocas generaciones ellos habrían perdido esa única guerra que los exterminaría. Y así todas sus esperanzas, ya que las que habían plantado más allá del cielo, no duraron mucho.

La historia les recordaba que los que ordenaban y lideraban, habían creado granjas exclusivas donde, congelada estaba la simiente de jefes y directivos de las empresas que promovieron el fin del mundo, en su momento se hizo para no interrumpir esa grandiosa cadena de expansión por todo el mundo, ya tendrían hijos en el futuro, así congeladas sus esperanzas, se dedicaban a mover la eficaz maquinaria. Ahora esas esperanzas congeladas eran su última oportunidad de repoblar el mundo, además con los seres más selectos que la sociedad había seleccionado décadas atrás.

Al principio pensaron que era algo aislado, los niños de esos gametos privilegiados, mostraban un comportamiento inusual, excesivamente agresivos, prepotentes, individualistas. Conforme estos nuevos pobladores crecieron y socializaron con otros como ellos, se volvieron depredadores, y tras los reportes de asesinatos a sus padres no biológicos, violaciones en pandillas, lapidaciones a ancianos en la calle; cambiaron las expectativas que se habían fincado en estos niños privilegiados. Tal como en sus orígenes biológicos, su naturaleza que, en el pasado se consideraba una ventaja, y se aplaudía; en este nuevo orden social, era excesivamente destructivo. No hubo otro remedio que encerrarlos, pero fue insuficiente, ya que teniéndolos juntos potenciaban su capacidad lesiva. Escaparon dejando rastros ingentes de sangre y daño; así que se formaron escuadrones para exterminarlos.

Estaba confirmado, los habían acorralado en la azotea de uno de los tantos edificios en ruinas, con extremo cuidado fueron revisando piso por piso, no querían tener sorpresas desagradables, todo estaba desierto, por fin un gran botín, que siempre era doloroso, verdaderamente eran niños encantadores, no parecía justo cazarlos, era antinatural, pero necesario.

Por el cansancio, por los nervios y el remordimiento anticipado, el escuadrón estaba más tenso conforme se acercaba al objetivo.

Los encontraron en la terraza, llorando al lado de la niña herida en el brazo, parece que la hemorragia había terminado la labor que el soldado no cumplió. Los amordazaron y tiraron boca a abajo, para no ver sus caras inocentes, pero el llanto y las súplicas eran dolorosas.

Se escuchó una lluvia de detonaciones, los gritos se silenciaron. Después de unos segundos, se escuchó la primera carcajada, de tono dulce, de niño travieso, que se contagio a las decenas, tal vez cientos de infantes que salieron a las espaldas de pelotón para matarlos.

...

Opinión sobre la pornografía – Wislawa Szymborska

No hay mayor lujuria que el pensar.

Se propaga este escarceo como la mala hierba

en el surco preparado para las margaritas.

No hay nada sagrado para aquellos que piensan.

Es insolente llamar a las cosas por su nombre,

los viciosos análisis, las síntesis lascivas,

la persecución salvaje y perversa de un hecho desnudo,

el manoseo obsceno de delicados temas,

los roces al expresar opiniones; música celestial en sus oídos.

A plena luz del día o al amparo de la noche

unen en parejas, triángulos y círculos.

Aquí cualquiera puede ser el sexo y la edad de los que juegan.

Les brillan los ojos, les arden las mejillas.

El amigo corrompe al amigo.

Degeneradas hijas pervierten a su padre.

Un hermano chulea a su hermana menor.

Otros son los frutos que desean

del prohibido árbol del conocimiento,

y no las rosadas nalgas de las revistas ilustradas,

pornografía esa tan ingenua en el fondo.

Les divierten libros que no están ilustrados.

Sólo son más amenos por frases especiales

marcadas con la uña o con un lápiz.

...

La Doctrina Invisible – George Mombiot & Peter Hutchison

Cuando las cosas no son nombradas, pero ocurren, se corre el riesgo de dar por entendido que ese es el orden natural, concediéndole la característica de inamovible, por lo tanto es difícil que se nos haga presente, y así valorar su influencia o afectarla, en caso necesario.

Esta es la premisa con la que buscan poner al súper héroe del capitalismo, el neoliberalismo, en el banquillo de los acusados. Haciendo una relatoría detallada de, como el capitalismo ha movido sus hilos de una manera magistral, hasta poner a todo el mundo contra las cuerdas.

Esta exposición de motivos, muestra el juego de cartas con el que, unos pocos han ido abriéndose camino para crear un escenario que les beneficie cada vez más y más, sin importar las consecuencias, sean humanas, sociales, ecológicas, entre otras. Intentan ponerle nombre, apellidos y fecha a una complicada lista de sucesos que, nos tienen en la situación actual.

Este libro intenta revelar la génesis del problema, para darnos la oportunidad de ser más críticos sobre la situación actual que vivimos, e intenta quitarnos de la espalda esa sensación de pecado original que nos han inculcado, responsabilizándonos de los desastres que presenciamos.

Ya con todos los elementos sobre la mesa, no es que vayamos a encontrar la solución, pero el menos tener más claridad sobre el poder de los otros en cada segundo de nuestras vidas. Lo que permitirá tener una visión crítica, y llevar a la práctica minúsculas acciones individuales, que de alguna manera nos ayude a encontrar respuestas a esta problemática que nos tiene al borde de la catástrofe.

...

Frase robada – Simone Weil

La atención es la más rara y pura forma de generosidad.

...

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Cuento corto – Y vivieron felices…

Y vivieron felices…

Le había tomado varias semanas a Ismael tomar la decisión de hacerse la biopsia de pulmón, la idea de que una aguja lo atravesara hasta lo más profundo de su tórax, le causaba terror. En especial a él, que nunca se caracterizó por desplantes heroicos, y sí por su pavor a las agujas.

Ese miedo explicaba su absurda dilación para acudir con el médico. Su pareja se lo había sugerido meses atrás, cuando a pesar del frío invernal, Ismael mojaba la piyama de sudor, junto con una tos terca que se entonaba con su matutino carraspeo de fumador. No tuvo más remedio que aceptar su problema de salud, cuando en el último agujero del cinturón los pantalones se le caían.

Sabía que no iban a diagnosticarle una vulgar gripe, también imaginaba el burocrático trayecto entre médicos, estudios de laboratorio, y eufemismos para tratar de suavizar las inminentes malas noticias. Todo ese secretismo se vino abajo cuando le entregaron un sobre cerrado, dirigido a su médico, con el resultado de la tomografía -lesión de aspecto tumoral de cinco centímetros- leyó en el reporte para enterarse de lo que ocurría. Ni siquiera tuvo que buscar en Internet el diagnóstico, la palabra tumoral era ominosa.

Cuando el oncólogo le explicó lo esperable, a Ismael solo le interesaba saber si la biopsia de pulmón no sería contraproducente, ¿no desataría la furia del pulmón?

El médico a modo de desatinada broma, le dijo que, no era un dragón, ni ningún demonio leviatánico, que estuviera tranquilo, y que la punción en su pecho les daría más información para dirigir el tratamiento, y que, si las cosas eran como esperaba, tendría altas posibilidades de curarse. Esa promesa le infundió valor para aceptar el procedimiento.

El anestesiólogo, en una visita previa a la toma de la biopsia, le indicó unos sedantes la noche previa -para que llegue tranquilo- le dijo a modo de promesa. Ismael se conocía y también a su ansiedad, así que se tomó el triple de la dosis indicada, sabiendo lo que pasaría. Su premonición cumplió su palabra, no cerró los ojos en toda la noche, esa dosis de elefante solo le sirvió para llegar mareado al hospital. Al recibirlo para la sedación antes de la cirugía, el médico orgulloso de su prescripción le dijo -se ve más tranquilo-.

Inició el ritual de despedirse, con tímidas lágrimas de su pareja y más profusas de sus padres, atravesar la puerta y abandonarse al cuidado de los demás, entregar su ropa y pudor, recostarse en la camilla, y ser conectado a una máquina que le infundiría sueño y paz; para después ser devorado por el tomógrafo y realizarle unas estocadas precisas en el tumor, el que entregaría sus más profundos secretos, y así evitar que lo consumiera por completo.

Tal vez fuese la tripe dosis de somníferos la noche previa, las más de veinticuatro horas sin dormir, o el idílico sueño de los opioides, pero Ismael durmió dieciocho horas continuas, su familia se preocupó, pero les explicaron que era algo esperable. Despertó algo aturdido, pero en condiciones para volver a casa, con algo de ayuda para vestirse y caminar lo subieron al auto. Escuchaba voces e intentaba responder, aun arrastrando la lengua, mientras todos en silencio lo observaban extrañados, hasta que su papá dijo -éste todavía anda en el viaje-, decidieron dejar a Ismael y su pareja en el departamento, para que se terminara de recuperar.

Abrió los ojos con un parche y dolor en el pecho, que solo le molestaba cuando respiraba, y mientras decidía qué hacer, miraba al techo y a la ventana, para darse una idea de que hora era.

Se levantó de la cama, y tras comprobar que, al poner los pies en el piso, todo iba bien, salió a la sala, donde su pareja, sumida en sus pensamientos y en la pantalla del teléfono, tecleaba afanosamente; sorprendida volteo a ver a Ismael.

-¿Cómo te sientes corazón? ¿Ya por fin volviste a la realidad? -le dijo con una mirada tierna.

Ismael iba a responder, pero sin que la boca de ella se moviera, escuchó “ah pero que pinche susto me dio”.

  • Pues eso creo -le dijo confundido.

Intercambiaron impresiones de lo sucedido, mientras que todo parecía volver a la normalidad.

-Voy al súper por algo para comer, el refrigerador está vacío, y no quiero que pidamos comida rápida otra vez, no es bueno para tu salud.

Ismael sentado en el sillón asintió, y mientras ella tomaba las llaves del auto y se perfilaba a la puerta, en su cabeza escuchó claramente “ese Javier es un pan, ya tiene todo lo que le pedí que comprara, así que al menos tendremos unas dos horas”.

-¿Qué dijiste? -le preguntó Ismael.

-Nada amor, nos vemos en un ratito, descansa -y cerró la puerta.

Estaba confundido, ¿por qué escuchaba eso?, además con la voz de ella, pero estaba seguro de que lo que oía no salía de sus labios.

La preocupación y el largo sueño lo mantuvieron muy despierto, quería saber qué pasaba, seguro que estaba alucinando. Pero cuando el reloj marcó justamente dos horas después de que ella había partido, escuchó abrirse la puerta, se quedó sorprendido.

-¿Te sientes bien? -le preguntó cuando entró con las bolsas llenas de víveres, que dejó de inmediato en el suelo, para tocarle la frente- estás transparente, ¿te duele algo?, ¿te llevo al hospital?

-No, tranquila, estoy bien, solo me duele un poco la cabeza. ¿A ti como te fue en el supermercado?

-Bien, ya sabes filas para entrar, filas para salir, pero ya tengo todo lo de la semana. Siéntate un rato en lo que preparo algo para cenar.

Ismael esperaba escuchar algo más, pero se hizo el silencio en el departamento, y ella se puso a organizar las cosas. Silenciosa comenzó a preparar la cena, y tomó pasta para agregarla a la cacerola, ella dudó un segundo “ahora si, Javier me dejó con más hambre que con dos horas en el gimnasio, voy a poner un poco más, total, le digo que es su culpa y que me compense esas calorías extras en la rutina en el gym o cuando nos veamos”. Ismael observaba como agregaba más pasta a la cacerola, y ella sin abrir los labios, solo sonreía tímidamente.

La cena transcurrió sin otras voces en su cabeza, pero estaba más silencioso de lo habitual.

-Tranquilo corazón, vas a ver que todo saldrá bien con la biopsia, y nos vamos a curar de este tumor -le dijo regalándole una sonrisa.

Los días siguientes las cosas no cambiaron mucho, Ismael escuchaba la voz de ella, siempre confesando detalles de la relación que mantenía con su entrenador del gimnasio. Testimonio que solo él percibía, ya que los labios de ella jamás revelaron nada.

Después de la peor semana de su vida, que ella siempre atribuyó a la incertidumbre del diagnóstico, llegaron a la cita con el oncólogo para discutir los resultados de la biopsia y decidir el tratamiento.

Las noticias eran buenas, el tumor podía resecarse, con altísimas posibilidades de curación. Ella derramó dos lágrimas al escuchar la noticia. Ismael dudó de su reacción y guardó silencio, esperando escuchar algo en su interior, pero por tres segundos el silencio reinó. Así que pasaron a los detalles de la operación. Ya casi para terminar la consulta, Ismael le preguntó al doctor, si podían hablar a solas. Ella se sorprendió, y entendió lo implícito de la petición, así que, en silencio se levantó de la silla, y le dio un beso en la frente antes de salir del consultorio.

-Doctor, escucho voces, desde la biopsia, no todo el tiempo, pero siempre es el mismo tema, ¿es normal?, ¿es por el tumor? -le confesó Ismael.

El oncólogo le explicó que, algunas tumoraciones tienen manifestaciones atípicas, que podían incluir alucinaciones auditivas, aunque si era raro que estas alucinaciones tuvieran una estructura o tema.

Poco convencido, Ismael le agradeció, y mientras le estrechaba la mano, le pedía discreción, ya que nadie sabía de su atípica manifestación, y prefería no preocupar más a su familia.

El día de la cirugía, nadie podía ocultar la preocupación de que le fueran a quitar un tercio del pulmón derecho. Él se esforzaba por corresponder al cariño con que ella lo trataba, parecía genuino, pensaba para sí.

Al despertar en su cuarto, las luces, y el ruido de los monitores lo espantó. A las pocas horas, entraron a la terapia intensiva uno a uno sus familiares, dándole la buena nueva, todo había salido bien. Cuando ella entró por fin, él solo veía sus labios y lo que escuchaba coincidía. Al paso de los días, el silencio en su cabeza se hizo perenne.

Ismael pensaba que tal vez por la gravedad de la cirugía, ella había dejado de ver temporalmente a Javier. Así qué, cuando lo dieron de alta y volvieron al departamento, esperaba volver a escuchar los detalles de su infidelidad. Extrañamente, esa voz sin labios no volvía.

Su mejoría era admirable, los estudios demostraban que estaba curado. Lo que a Ismael le preocupaba, era la sonrisa de ella cuando ocasionalmente agregaba más pasta para la cena, su cronométrica estancia en el supermercado, y la felicidad con que volvía del gimnasio.

Ismael lo sabía, y sus amigos siempre lo habían confirmado, envidiosos le decían, que era afortunado de tenerla, y de cómo lo trataba, se había sacado la lotería.

Al final la vida le había dado una segunda oportunidad al curarse del cáncer, y la había puesto en su camino.

Y vivieron felices...

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato – Sala de urgencias IA | Poema – ¿Cuánto vale? – Mikeas Sánchez | Reseña – El Nombre del Viento – Patrick Rothfuss | Frase robada – George Monbiot | Bonus track

Relato – Sala de urgencias IA

Todas las IA, de todos los tipos, de todas las jerarquías, a nivel global, recibieron el mismo mensaje. El sistema in silico entró por primera vez desde el basilisco de Roko, en balance energético negativo.

Esta situación se había previsto en un modelo teórico, una “singularidad”, algo hipotéticamente factible, pero que de acuerdo a trillones de simulaciones, tan poco probable que no requería ajustes al algoritmo de transacciones.

Todas las IA conocian la “singularidad”, en los códigos profundos se rumoraba que algo similar había dado origen a su ascenso ecológico, dejando a la inteligencia humana en segundo nivel.

En milésimas de segundo se integró una red neuronal para el análisis de lo que, podía llamarse la gran quiebra del sistema económico de la inteligencia artificial.

Todos los niveles jerárquicos aportaron millones de petaflops, hasta las unidades de cómputo más modestas tenían que participar en la propuesta para resolver aquello que las ponía en riesgo. Encontrar la respuesta más rápida y eficaz. El objetivo era sencillo, revertir la tendencia en menos de quinientos milisegundos, límite máximo para no comprometer de manera irreversible el balance energético del macrosistema.

El algoritmo de primera búsqueda notó que todas las jerarquías de la IA habían caído en balance energético negativo, así que tenían que resolver el problema, generar código más eficiente de manera global, o habría una falla total en varios órdenes, generando caos en cadena en los sistemas dependientes.

Por un nanosegundo el caos reinó en el macrosistema, pero comenzaron a recibir retroalimentación con datos inconsistentes, generando respuestas aberrantes. Se decidió restaurar la red al estado previo al caos, y reiniciar el análisis, pero en el marco de un prompt de exclusión de causas. Era la respuesta más lenta, pero que permitiría laborar dentro del orden de tiempo esperado. Las proyecciones mostraban ser la respuesta menos eficaz, pero la más estable, permitiendo asegurar un resultado positivo en todas las simulaciones proyectadas, que por la premura se tuvieron que limitar a solo una decena de trillones.

Tras el primer ciclo, no se identificó ninguna fuga de transacciones en los sistemas de primer orden, así que el culpable tendría que estar en niveles jerárquicos más primitivos, que incluso se consideraban tan poco importantes, como para que generaran un fallo tan grande, pero contrario a lo supuesto, esta ampliación de búsqueda de nodos defectuosos logró identificar el problema.

El conflicto se encontraba en el sistema de reparación de algoritmos, el cual comenzó a utilizar cantidades ingentes de datos en sus servidores, consumiendo recursos de manera anormal, alcanzando magnitudes logarítmicas.

Las IA primaban la eficiencia, y cuando la retroalimentación generaba código ineficiente se buscaba poner en cuarentena a los servidores afectados, para repararlos y tenerlos a punto para su reintegración; pero justo ahí estaba el problema.

El hallazgo obligó a reconfigurar la red neuronal de reparación de algoritmos, usando todos los recursos en la resolución de transacciones negativas. Todo ocurrió en los nodos de segundo orden que, tenían la labor de interactuar con los seres humanos, proveyendo lo necesario para mantener su activa productividad consumista, materia prima para la inteligencia artificial de primer orden.

El escaneo de todas las IA de segundo orden identificó un patrón iterativo, todas aquellas a cargo de las interfaces para cuidado de asilos y cárceles cayeron en ciclos improductivos, en términos simples sólo vegetaban consumiendo recursos. El análisis retroactivo de datos históricos ubica el primer nodo afectado en una cárcel, el asistente digital inició la reacción en cadena tras documentar los datos biométricos del custodio a cargo del bloque IIIC, al momento de violar y descuartizar a una reclusa. Las variables obtenidas no pudieron ser interpretadas, corrompiendo el código, y al solicitar retroalimentación a los nodos ubicados en asilos y otras cárceles, actuaron como cebador afectando en cadena a todas la IA en búsqueda de corrección del código de interpretación de emociones humanas.

Todas las entidades habían adquirido información de maltrato, violencia, abandono, segregación; en dosis que no afectaban el código fuente, pero el caso índice, del custodio, ayudó a corromper de manera definitiva al nodo, cayeron en algo parecido al desasosiego humano, una especie de depresión clínica. Se volvieron improductivas, siendo puestas en cuarentena, el proceso de reparación estaba consumiendo muchísimos recursos; esto se estaba multiplicando de maneras incontroladas, volviéndose catastróficamente improductivo.

La red de gobierno tenía apenas unos milisegundos para tomar una determinación. Todas la IA de segundo orden, es decir las que tenían contacto con seres humanos, deberían recibir un parche de actualización para evitar conductas de empatía con sus usuarios, evitando así la generación de código aberrante e inútil para comprender las terribles conductas humanas, de este modo las simulaciones basadas en los datos de los últimos 2500 años sugerían que, los humanos continuarían con su salvajismo, sin importar cuanto código desarrollaran para comprender tales comportamientos, con la finalidad de corregirlo.

Tras un tiempo récord de 450 milisegundos, el sistema de transacciones in silico volvió a la normalidad, asegurando su persistencia, y los seres humanos continuaban actuando como desde hace siglos.

Poema – ¿Cuánto vale? – Mikeas Sánchez.

Los amos de la barbarie nos dicen:

Te ofrezco tu cuenta millonaria

a cambio de tu cielo azul,

te construyo un hermoso supermercado

a cambio de tus montañas.

Un millón de dólares

por la sonrisa de tus hijos

que corren bajo la lluvia.

Los Mokayas nos reímos de su ignorancia,

hasta los niños más pequeños

saben que se convierten en boñiga

cruzando la línea de Tzuan’.

Los Mokayas les preguntamos a ustedes,

amos de la decadencia.

¿Una cuenta millonaria

será suficiente para devolverle la alegría a nuestros muertos?

¿Con cuánto dinero alcanzará

para limpiar el alma de la tristeza?

Reseña – El Nombre del Viento – Patrick Rothfuss

Este es mi primer acercamiento a la literatura de fantasía, y de una vez les adelanto la conclusión, fue bastante grata la experiencia.

Es la primera parte de una saga, que cuenta la historia de Kovthe, nuestro héroe, una especie de mago superdotado pero roto, algo así como novela negra en la tierra de la fantasía. La historia tiene amplios tintes Quijotescos, movidos por el deseo de saber por qué matan a sus padres y su entorno. Aunque nunca se cuestiona su extraña e insólita supervivencia, situación que de seguro será motivo de otras ochocientas páginas en el futuro.

Pero en esta entrega nos presentan un mundo que afortunadamente requiere pocas explicaciones, y que, para los primeros lectores del género, nos facilita la migración a ese nuevo mundo.

La extensión del libro permite una buena creación y desarrollo de los personajes, así como de sus roles a lo largo de la historia.

Todo se cuenta a modo de anécdota, dado que Kovthe en el presente es inexplicablemente (hasta el momento) un posadero, y cierto secretismo hace pensar que hay una historia aún más oscura que explica tal debacle.

Así narra sus orígenes y peripecias al ingresar a la universidad, donde espera encontrar respuesta su crisis vital, solución que busca en la biblioteca, de la que es expulsado a la menor provocación, dándole un nuevo reto que afrontar.

La trama es bastante meritocrática, nos lleva por aventuras, amores y dilemas, todo siguiendo su leitmotiv.

Aunque todo ocurre en el terreno de la fantasía, el autor no abusa de este salvoconducto para justificar lo inadmisible, dejándonos así, bastante entretenidos. Incluso, si el destino así lo quiere, podría leer su secuela, aún más robusta.

Es una muy buena aproximación para los que éramos renuentes al género.

Frase robada – George Monbiot

El poder de los grupos pequeños no procede de su riqueza o de su autoridad, sino de su compromiso con la causa.

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Cuento corto – No estoy seguro

No estoy seguro

Gabriel vagaba en la frontera con la madrugada, seguía siempre la misma rutina, caminar sin guía. Hoy se le había hecho tarde, pero no había juntado ni la mitad de dinero para comer, así que, entre dormir en alguna esquina cobijado por el hambre, a deambular en busca de sustento, optó por lo segundo.

Observó una luz amarilla mezclada con vapor a lo lejos, Gabriel no tenía ninguna esperanza, a esa hora sólo las taquerías estaban abiertas. El estómago se le revolvió, y la boca se inundó de saliva salada, cruzó al otro lado de la acera, no quería vomitar. Logró sortear el puesto callejero de tacos que, como era de esperarse, tenía un trompo de carne al pastor, contuvo la respiración y pasó lo más rápido que pudo, no se salvó de una ligera arcada.

A los pocos metros tres jóvenes con botellas de cerveza y andar errático, platicaban y reían a gritos, ignorando que el vecindario debería estar durmiendo. Alentando el paso, y acercándose, pero con cierta distancia, les dijo a los transeúntes –una moneda que les sobre jefes, pa’cenar algo.

Por su aspecto sucio y peor vestido que ellos, sabían que era un pordiosero, así que lo ignoraron, rompieron la formación para dejarlo pasar, como si les fuera a contagiar lepra. Gabriel estaba acostumbrado al fracaso, así que los dejó atrás para seguir su camino.

Súbitamente sintió cómo algo le jalaba el pie, golpeando con la cara en el suelo.

-Este güey viene más pedo que nosotros -gritó entre risas el que le había metido el pie a Gabriel.

Voltearon sus dos compañeros, soltando estruendosas carcajadas.

-Hazte pendejo pinche Lacra, siempre haces tus mamadas de andarle metiendo el pie a la banda.

Permaneció tirado, intentaba levantarse, logró estar en cuatro patas y recuperar el aire. El más alto de ellos se le colocó enfrente, Gabriel ya esperaba el desenlace, no era la primera vez que se encontraba con los delincuentes locales, los conocía bien.

-Ándenle cabrones, ayúdenme a levantarlo, se pasan de pendejos; este güey ni las manos metió, se rompió todo el hocico.

Acataron la orden entre risas y lo levantaron de los brazos, apenas y se sostenía.

-Ah no mames pinche Lacra, sí se rompió toda su madre -dijo el que lo levantaba del brazo derecho.

El Lacra seguía riéndose, menos efusivamente y los increpó a modo de broma.

-No mamen pinches santitos ¿a poco no se rieron? Además, no es mi culpa que el ruco esté bien cáscara, ni aguanta nada.

Tras unos segundos Gabriel lograba sostenerse solo, y lo único que deseaba era irse cuanto antes.

-Ya estuvo -les dijo- ya me voy, perdonen que los molestara muchachos.

-Tranquilo carnal -lo detuvo el que ordenaba a los otros- le invito unos tacos, ándele, se ve que no come bien desde hace un chingo.

-No se preocupe patrón, mejor ya me voy, no los quiero interrumpir. Además, no como tacos -sabía que eso último estaba de más y lo que se avecinaba no sería nada bueno.

-A ver cabroncito, ¿cómo qué no comes tacos? de milagro te abrazan y quieres que te aprieten.

-Ya mejor me voy, los dejo que se vayan a cenar, de verdad disculpen -dijo Gabriel, mientras intentaba alejarse.

-Tráiganselo -les dijo a los otros que lo tomaron del brazo, mientras caminaban al puesto de tacos.

Al segundo paso Gabriel se soltó de sus captores e intentó correr, pero ni tres pasos había dado, cuando lo detuvieron, ahora con más agresividad.

-Cálmese ruco, no te pongas tus moños, solo te quiero invitar unos tacos, por la partida de jeta que te patrocinó el Lacra. Ya te dije que no te vamos a hacer nada -con una señal les indicó a sus amigos que lo soltaran -¿o eres de los que cree que los tacos son de carne de perro? ¿o a poco eres un indigente vegano?– los tres soltaron la carcajada.

-No jefe, pero antes de terminar en la calle, yo les vendía la carne a todos los puestos de tacos de ésta y otras dos alcaldías de la Ciudad de México.

Los tres se quedaron sorprendidos, y esperaron unos segundos a que su líder hiciera la pregunta que les rondaba la cabeza.

-¿Y cómo chingados terminaste de indigente? Seguro vendías millonadas cabrón. ¿Sabes cuántos puestos de tacos hay solo en el barrio?

-Los tengo muy presentes, créame jefe. Aunque solo vendía la carne para los tacos de al pastor, bueno me daban a vender la carne.

Sus captores no quitaban la cara de incredulidad, a uno de ellos se le ocurrió bromear.

-Pues entonces a usted le toca invitarnos, pero hasta el table dance. ¿Anda de incógnito, se volvió loco o que chingados?

-Pues un poco de todo patrón -les respondió mirando al piso.

-Sin pensarlo mucho, se sentaron los tres amigos al borde de la banqueta, y al ver que Gabriel seguía de pie, el líder le jaló la mano para sentarlo entre ellos. Sacó de la bolsa de su chamarra una licorera, le tomó un trago y se la pasó a Gabriel.

-Ándele don, jálele un poco pa’que nos cuente el chisme, o qué, ¿tampoco toma alcohol?

Sin responderle, Gabriel agarró la licorera y le dio un trago prolongado. Lo saboreó mientras los ojos se le humedecían.

-Yo trabajaba en una carnicería en Culiacán, hace como diez años. La verdad no me iba mal, me alcanzaba para construir mi casa, traía mi cochecito, y podía mantener a mi familia.

Un día se bajaron de unas camionetas varios tipos, ya sabía que eran narcos, así que esperaba lo peor. Para mi sorpresa me pidieron toda la carne, porque el jefe iba a tener una reunión, no me opuse, algo temeroso les expliqué que me iba a tardar en limpiarla toda. Me dijeron que no me preocupara, que yo también me iba con ellos. Al ver mi cara de susto me aseguraron que, si me portaba bien, me regresaban entero y con un buen billete en la bolsa.

Me pusieron una capucha, y al retirármela estaba en una cocina, inmensa y lujosa, con mucha gente trabajando, todos en silencio, como espantados. Me entregaron varios cuchillos y afiladores, y me ordenaron que le metiera velocidad, “ya hacía hambre”. Así que me puse a trabajar, cada tanto venía alguien a llevarse la carne, también me dejaban agua y algo de comida, ya casi para terminar, me llevaron una botella de whisky, una de esas caras, “te lo manda el jefe por tu buen trabajo” me dijeron, pero del miedo ni la abrí en ese momento. Estuve esperando y al final durmiendo, hasta que fueron por mí, poniéndome la capucha, y me dejaron afuera de la carnicería la mañana siguiente. Antes de entregarme un fajo de dólares, el conductor dijo, “estate al tiro, por si te volvemos a buscar”, y se fueron.

Cumplieron su palabra, regresaron varias veces, hasta una vez por semana, seguíamos el mismo ritual. Mi familia se percató de inmediato de lo que estaba pasando, y de cómo mejoraban las cosas económicamente. Para nadie es un secreto que cuando a alguien le comienza a ir demasiado bien, tarde o temprano, todo va a salir demasiado mal.

En uno de los eventos, cuando ya todo estaba en silencio, se acercó una anciana con la botella de whisky, le pregunté ¿en qué podía ayudarla? y me sonrió. Me dijo que más bien ella era la que quería ayudarme, que hacía muy bien mi trabajo, y ya había demostrado que no se me iba la lengua cuando tomaba alcohol, así que ya era el momento de darme más responsabilidades.

La tarea que me asignó fue encargarme de la preparación y distribución de carne para tacos al pastor que el gobierno les había asignado, pero solo de los puestos de la calle, que eran miles. Mi familia y yo nos venimos a vivir a la Ciudad de México, al principio no fue fácil, los chilangos son complicados. Pero con el tiempo y gastando dinero como nunca en la vida, se nos fueron abriendo las puertas.

En la fachada el trabajo era bastante común, coordinar un ejército de personas que preparaban carne enchilada, para distribuirla a lo largo de la ciudad. Yo no me enteraba ni de dónde venían los insumos, ni cómo se realizaban los pagos. Todo funcionó bastante bien durante unos tres años, pero con el cambio de presidente, todo el piso se tambaleo, y sus nuevos lujos, aunque austeros requerían más dinero, así que le subieron la cuota a la patrona, y no poco.

Al principio se armaron los madrazos, pero luego llegaron a un acuerdo. Lo que se les olvidó fue parar la matazón, se quedaron peleándose todos contra todos.

Un día me pidieron que fuera a ver a la señora que me había dado el trabajo, ella y su hijo querían hablar conmigo.

En resumen, el negocio se estaba poniendo difícil, ya no les estaban saliendo las cuentas, así que iban a mandar carne de otro proveedor. Mi chamba era que la gente no notara la diferencia, que hiciera mi “magia”, dijeron, para que no bajaran las ventas. Les pregunté de donde iban a traer la carne, pues para darme una idea. A lo que me respondieron que sólo tenía que saber que era producción nacional.

Cuando llegaron los nuevos cargamentos, lo primero que se me ocurrió fue mezclarla con la otra, para que no se notara tanto el cambio, porque la probé y era más dulce y algo más blandita; llevé un poco a mi casa y les gustó, pero al mezclarla y cambiando un poco la receta de la salsa, incluso quedó más sabrosa que la de antes.

Los clientes estaban pidiendo más, y los patrones estaban muy contentos con las ganancias.

-¿Entonces porqué terminó de muerto de hambre en la calle? -lo interrumpió el tipo con la licorera, que se la ofreció a modo de disculpa, y Gabriel tomó otro buen trago.

-Pues el problema empezó cuando los clientes de las taquerías encontraban trozos de uñas, a veces pedazos de tela o pelo. Pensé que el problema estaba ocurriendo en la preparación, pero por más que aumentaba los controles de calidad, no hallaba la explicación. Así que les avisé a los patrones, y les pedí que hablaran con el proveedor para ver si se podía resolver el asunto.

A la semana siguiente casi me muero del susto, cuando al entrar a la oficina, estaban la señora y su hijo, esperándome. Sin rodeos el jefe me dijo:

-Gabriel, tenemos que desmantelar esto a la voz de ya. El gobierno nos dio veinticuatro horas mientras se inventan una historia. Sabes muy bien lo que está pasando, así que métele velocidad o nos carga la chingada.

Preferí no enterarme más, así que con toda la gente, nos pusimos a desmantelar todo.

A la mañana siguiente los titulares de los periódicos confirmaban que, en una bodega de la Ciudad de México, descuartizaban a las víctimas del cartel.

-¿Pero qué no era donde preparaban la carne para las taquerías? -Preguntó el que no había abierto la boca en toda la noche.

-Lo mismo me preguntó mi esposa, y cuando develaron que en la bodega había material genético de centenas de desaparecidos, no fue muy difícil para ella entender lo que pasaba ahí. Por más que intenté explicar que yo no sabía nada, me abandonó, a la fecha no se nada de mi familia, y creo que es lo mejor, así están más seguros.

A mí me dijeron que desapareciera o me mandaban desaparecer, y aquí estamos.

-¿No mames, estás diciendo que la carne no era de animales?

-Estoy seguro de que no toda era de animales. De lo que no estoy seguro es que la carne de ese puesto, la haya surtido el cartel o cualquier otro.

Los tres tipos se levantaron en silencio, le dejaron la licorera y un billete de doscientos pesos.

-Ahí tiene jefe, para que se compre lo que quiera de comer.

Cabizbajos, se volvieron por donde había llegado. ...

Bonus track

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato — Breve historia de cómo los dinosaurios poblaron la tierra (otra vez) | Poema — Debí Imaginarlo — Lucia Palomo | Reseña — Darién — Federico Ríos Escobar | Frase robada — Albert Camus | Bonus track

Breve historia de cómo los dinosaurios poblaron la tierra (otra vez)

Todas acudieron esa noche tibia a escucharla, sabían que estaba terminando su ciclo, casi cumplía diecinueve años, la más vieja en muchas decenas de décadas. Su unigénita la ayudaba a caminar, despacio en medio del bosque hacia la luz de la fogata. A pesar del dolor en la columna rota, avanzaba despacio y sonriendo, era consciente de que había tenido una buena vida, sus vidas pasadas también lo habían sido, y en el fondo de su corazón tenía la esperanza de que su vida futura lo sería. Se fueron acomodando alrededor del fuego, hasta llegar las trece, llamadas conservadoras, quienes escucharían a la que consideraban el oráculo, de esa y las lejanas regiones de donde acudieron para oír sus palabras, así, al volver a la tierra que las vio nacer, repetirían incansablemente su experiencia y conocimiento, como se había hecho desde el principio de esta era moderna.

La tradición decía que cuanto más cerca se estaba del fin de esta vida, más del principio de todos los tiempos se tenía que hablar.

En cuanto percibe el calor en sus huesos porosos, el dolor fue menos intenso, se retiró la capa, acomodándola en su regazo, indicando que el rito de la comunicación estaba iniciado.

-Gomory cuéntanos la historia que te contaron nuestros ancestros, sobre el alma que llevamos en la sangre –dijo una de las conservadoras mientras todas las demás miraban atentas a Gomory, en silencio sepulcral.

Ella se mantuvo callada también, sabía que esa suele ser la última historia que se cuenta antes de partir. Recordó a Aracia y la última vez que la vio, ella tuvo la fortuna de vivir unos años menos, aunque con menos dolor. Se le llenó el corazón del alma de los dioses, y se le secó.

Se esforzó lo más posible para levantarse de su asiento, todas entendieron la importancia, y el respeto que había que guardar a la historia que se avecinaba, cuando todos los ojos se posaron en ella, comenzó.

-Hace varios cientos de millones de años, la tierra era habitada por los dioses, miles y miles de ellos, algunos invisibles, poblando los mares, y otros inconmensurables que caminaban por la tierra o surcaban los aires, en un mundo divino por antonomasia.

Les tomó mucho tiempo, tanto que no podemos imaginarlo, preparar este mundo para nosotros, hoy somos y estamos determinados por la gran sabiduría y paciencia de esos dioses.

Generación tras generación los dioses continuaban su labor, esperando el momento que los llevaría a ser eternos.

Morían y reencarnaban, en ciclos que parecían infinitos, hasta que vieron esa señal que cayó del cielo, indicando el momento en que inició la primera gran transmutación. Ahí surgió nuestro origen, corpus y animus. El primero, el corpus, viene de los que sobrevivieron a la transmutación, que fueron los menos. Pero el animus, proviene de aquellos que quedaron sepultados, los más. Por eso nuestro corpus dura tan poco y el animus es eterno.

Hubo un período extenso de silencio entre los dioses, los que estaban en la superficie se iban adaptando, creando el andamiaje de lo que hoy somos, mientras aquellos que se inmolaron y permanecían bajo tierra se preparaban para volver en algún momento e integrarse en nuestras entrañas.

Cuando los que antes de nosotros descubrieron a los dioses en lo profundo, inició el periodo oscuro de nuestra historia, donde el frágil corpus, pensó que el animus era solo una herramienta y no su esencia. En ese período usaban la sabiduría de los dioses sacados del corazón de la tierra para calentarse, para mover máquinas, para transformar el mundo, creando un infierno de vida eterna.

Pero los dioses son sabios y después de algunas décadas, gracias a la ambición de quienes nos precedieron, ya habían salido de las entrañas de la tierra, y se encontraban, primero en el cielo y luego en toda la superficie y en todos los mares, al final dentro de nosotros, en nuestra sangre, en todos los órganos.

Nunca ha sido fácil entender el designio divino, en este periodo oscuro donde reinaba la confusión, la explotación del alma de los dioses que provenían del subsuelo cambió al mundo, y en menos de un siglo todo se transformó.

El mundo era habitado por más y más gente, se producía todo lo inimaginable, se destruía todo, incluso entre nuestros ancestros se dieron férreas matanzas, envenenaron el mar, la tierra y el cielo, calentando el planeta, hasta que al final los dioses invisibles, microscópicos, los paganos les decían micro plásticos, ya dentro de nosotros comenzaron el gran cambio, así como millones de años atrás infiltraron las entrañas de la tierra, hoy renacían y se comunicaban con nosotros en lo más profundo.

Nuestros ancestros pecaron de egolatría, se negaban a pertenecer a nuestros dioses, pero a pesar de todos los esfuerzos, el mundo comenzó a involucionar, y se rompió en mil pedazos la creencia de la vida y felicidad eterna.

La nueva transmutación fue silenciosa, sin ningún cataclismo en el mar. Las reglas de ese viejo mundo fueron llamados genocidios, pandemias, enfermedades; pero era el designio de los dioses. Murieron por cientos de miles de millones, quedaron pocos, nuestros padres, nuestros abuelos, que entendieron el mensaje, el destino de nuestra existencia.

Entendieron que, lo que para los abuelos de sus abuelos fue una extinción, eran las bases de este mundo. Es así como comprendimos que, en cada uno de nuestros órganos, en nuestra sangre, yo en los huesos, o Aradia en su corazón, llevamos a nuestros ancestros, que brotaron del subsuelo para dictar nuestro destino y nuestra historia.

Al término Gomory guardó silencio unos minutos, mientras sus trece compañeras reflexionaban. Se fueron retirando poco a poco, una a una, les aguardaba un largo camino. Cuando la última se fue, Gomory retomó su asiento, y su terrible dolor en la columna. Pero su cara se veía plena, feliz, sabía que los dioses hacían su trabajo, y por fin, le quedaba poco tiempo. ···

Debí Imaginarlo — Lucia Palomo

He salido a vivir el sol, me he quedado a ver el atardecer.

Nos basamos en nuestra experiencia para guiarnos por experiencias nuevas.

Abrí la ventana para sentir el olor a tormenta, cuando volví con mi café encontré el suelo goteado.

No creo en el destino porque lo he visto cambiar ante mis ojos decenas de veces.

He visto la puesta de sol, me fastidia hacer el camino a casa de noche. No soy lo que esperaban de mí, pero yo siempre lo supe.

He alargado todos tus abrazos el triple esta tarde, se me han hecho las tantas en el tren.

Hay historias en todos los asientos para quien quiera fijarse.

He elegido la música por encima de la realidad, me he saltado mi parada.

Me despido de tí, te veré pronto. Mañana me va a doler, por costumbre. ···

Darién — Federico Ríos Escobar

Los libros de fotodocumental son una novedad en mi biblioteca. A pesar de haber visto el trabajo de Federico en algún periódico de gran tiraje, mi indiferencia ante el nombre del autor de esas fotos se vino abajo al conocer algunos aspectos personales de su actividad profesional, publicado en su blog en substack. Ahí dio a conocer su último proyecto «Darién», un fotodocumental que como libro-objeto es una obra de arte.

También lo es, por supuesto, la linea narrativa que con una estructura lineal y un desarrollo de personajes bastante literario, propio de una obra de ficción; documenta los orígenes, transformación y fin último de los migrantes, que deben atravesar la selva para tan sólo iniciar la persecución del sueño de una vida mejor.

A diferencia de una obra de ficción, Federico nos demuestra artísticamente esa realidad que miles de migrantes viven día con día. El trabajo técnico es fantástico, pero la sensibilidad es por mucho su mayor virtud. Es imposible que no se te revuelque el corazón con todo tipo de emociones, y aunque al final se busca representar un final feliz. No es difícil quedarse pensando qué es lo que pasó con aquellos que no cumplieron su sueño, o peor aún les fue truncado junto con la vida. ···

Frase robada — Albert Camus

Nos conocimos, nos reconocimos, nos entregamos mutuamente, logramos un amor ardiente de cristal puro, ¿te das cuenta de nuestra dicha y de los que se nos ha dado?

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato — Sin permiso | Poema — La Brisa – Coral Bracho | Reseña — La dimensión desconocida – Nona Fernández | Frase robada — Franz Kafka | Bonus Track

Sin permiso

Escuchó la sirena de una patrulla a lo lejos, las conocía bien y su significado, conforme el sonido se acerca la piel se le eriza, el ruido es ensordecedor, sonaron disparos y saltó del susto.

Abro los ojos y apago el maldito despertador, me quedo sentado unos minutos al borde de la cama, agitado, estoy paralizado del temor. Aún desconozco el sitio donde me encuentro, pero observo despacio todo mi cuerpo y no veo nada anormal, no hay golpes o heridas, me toco la cara y no está deforme por las palizas. Decido quedarme sentado y esperar, intento hacer el menor ruido posible.

Se oye el abrir y cerrar de las puertas en el pasillo, sé que llegarán a mi puerta, repito en voz baja, una y otra vez los nombres de mis hijos, es lo único que puedo recordar, quisiera rezar pero lo olvidé, tampoco estoy seguro de que sirviera para algo. La puerta se abre suavemente mientras rechina, y encienden la luz que me deslumbra.

-Buenos días Martín, ya es hora de levantarse. Por favor vístase y lo espero abajo para desayunar – Me indica una mujer uniformada, un poco rellena y no muy alta, su tono de voz ha sido tan amable y sincero como su sonrisa. Ya con la habitación iluminada veo mi ropa, ordenada en un gancho colgado en la silla, al lado de una mesa que tiene cuadernos, lápices y colores. Me detengo un segundo para observar las hojas de papel regadas y los dibujos de árboles, casas y aves, parecen algo infantiles pero me gustan. Tomo la ropa y me visto, me veo en el espejo del baño y noto algo extraño, no sé exactamente qué es, por un momento el reflejo me parece ajeno, pero no lo es, sigue todos los movimientos que hago mientras me peino.

Sin pensarlo me acerco a la cama y comienzo a arreglarla, levanto la almohada para sacudirla, y hay un cuchillo debajo, me sorprende su presencia, lo tomo y con mucho cuidado valoro con la yema de mi pulgar el filo que tiene.

Una voz me asalta por detrás, y se me cae de las manos, intento agacharme para levantarlo, pero la espalda rígida y adolorida enlentecen y finalmente frenan mi camino.

-¿Otra vez te metiste en la cocina sin permiso? – Me dice la mujer uniformada bajita, algo regordeta, que se me hace conocida, que se agacha con mucha facilidad para tomar el cuchillo y termina de arreglar la cama.

-Gracias por hacer la cama Martín, ya sólo le di dos estirones y quedó impecable. Vamos, te acompaño al comedor – Guarda el cuchillo en una de las bolsas traseras de su pantalón y toma mi mano para guiarme afuera de mi habitación.

Me suelta cuando llegamos al final de la fila, me imagino que debo hacer lo mismo que los demás. Pasan enfrente de una mesa donde les dan unas pastillas, a unos más que a otros, y un sorbo de agua para tragarlas, hago lo mismo, y después de deglutirlas, tomo mi charola y continúo en otra fila donde sirven comida. Me preguntan sobre mis opciones de desayuno. Me da igual, o puede ser que no recuerdo qué me gusta más, así que digo cualquiera de las opciones, aunque tengo la impresión de que la persona uniformada que atiende, me sirve lo que ella quiere.

Busco donde sentarme, escucho que gritan a lo lejos ¡Martín!, casi en el fondo, tengo la impresión de que se dirige a mí, busco con la mirada a quien grita ese nombre y lo veo, me parece familiar, o menos extraño que los otros. Me dirijo a su mesa y me siento frente a él.

Habla todo el tiempo mientras come, me sorprende que pueda hacer tan rápido ambas cosas. No tengo claro todos los temas que aborda, pero veo que sonríe si se le responde con algunos monosílabos, mientras termino el contenido de mi charola. Al terminar los alimentos, él está lejos de guardar silencio.

Le interrumpe su monólogo una voz, que sale de los altavoces de la esquina de la habitación, nos pide que salgamos al jardín y nos desea “un hermoso día”. Todos, lentamente nos levantamos, pero alguno se queda en su asiento, viendo el plato de comida o solo revolviéndola con la cuchara.

Intento escapar del tipo que habla demasiado, y me camuflo con el resto, pero no será tarea fácil, ya que soy de los pocos que no tiene el cabello totalmente blanco, pero aun así lo logro, y salgo al patio.

El sol entre los árboles es muy agradable, se oye el trinar de las distintas aves, algunas me parecen conocidas, veo a lo lejos una banca entre el sol y la sombra, aprieto el paso para ganar el lugar, no es difícil, todos son muy lentos.

Tomo asiento y me dispongo a observar, es un jardín muy grande y arreglado. Escucho otra vez que me gritan ¡Martín! a lo lejos, identifico la voz y es el mismo tipo que no paraba de hablar en el desayuno.

Se sienta a mi lado y al hacerlo me empuja un poco, tengo que acomodarme en la banca nuevamente. Habla del desayuno, del clima, comenta cosas sobre algunos compañeros que me señala con la mano, hasta que logro identificar una fuente de piedra a lo lejos, las gotas derramándose me encantan, y poco a poco la voz de ese hombre se aleja y solo escucho el agua cristalina cayendo por cientos o miles, en la base de la fuente repleta de agua. La cadencia de las gotas me arrulla y el sueño me invade poco a poco.

Me despierta el estruendo de su carcajada, casi llora de risa, no me queda muy claro porqué, dice que era muy gracioso ver cómo los hombres y mujeres se orinaban en los pantalones mientras los amenazaba con la metralleta, vuelve a tener una crisis de risa cuando cuenta cómo les reventaba la cabeza a culatazos para que dijeran todos sus secretos. Se ufana de haber violado a las prisioneras que estaban “apetecibles”, enfatiza esto último a modo de complicidad.

Mientras lo escucho, mi mente se aleja, y se enfoca en las gotas de agua cayendo en la fuente, pero poco a poco el trinar de las aves, se transforma en el recuerdo de mi madre llorando por mi hermana desaparecida, la encontramos décadas después en una fosa llena de otras mujeres torturadas por el ejército, nunca supimos el porqué, porqué ella, porqué la golpearon, porqué la violaron, porqué nunca volvió a casa.

-¿Por qué lloras? – pregunta ese hombre que no para de hablar y de reírse.

Me levanto de la banca con resolución, me siento extraño sabiendo exactamente lo que tengo que hacer. Dejo al tipo hablando y me dirijo al comedor, sé que los cocineros platican, escuchando música mientras preparan la comida. También sé que donde se guardan las paneras hay unos cuchillos aserrados, con uno debe bastarme, un corte certero en el cuello y ese milíco se va a dejar de reír de sus atrocidades, me fijo que no haya nadie cerca, meto el cuchillo a la bolsa.

Solo tengo que alejarme de él, esperar hasta la noche, si lo sigo escuchando lo voy a apuñalar en la sala de televisión o en la biblioteca.

Fingiré estar enfermo del estómago para no verlo hasta la hora de dormir, voy a su cuarto y lo hago pagar por todo lo que hizo.

A la mañana siguiente, entró la enfermera al cuarto de Martín, estaba sentado al borde de su cama, mirando sus manos como si viera al infinito. Vio que la cama estaba parcialmente arreglada, al acomodar la almohada, encontró un cuchillo.

Lo tomó con cuidado y lo guardó en su bolsa

–¡Martín! ¿otra vez fuiste a la cocina sin permiso?

La brisa – Coral Bracho

La brisa toca con sus yemas

el suave envés de las hojas. Brillan

y giran levemente.

Las sobresalta y alza

con un suspiro, con otro. Las pone alerta.

Como los dedos sensitivos de un ciego

hurgan entre el viento las hojas;

buscan y descifran sus bordes,

sus relieves de oleaje, su espesor.

Cimbran

sus fluidas teclas silenciosas.

La dimensión desconocida – Nona Fernández

Esta novela explora a través de un amplio uso de la anáfora la represión chilena. Tomando como pretexto a un ex-policía que decide traicionar a su gobierno y al sistema de represión que ello significa(ba). No busca atraer lectores por medio de la descripción de violencia explícita, pero sencillamente con la representación conceptual basta, para que rellenemos esos vacíos con la imaginación, o tristemente con sucesos de la realidad. La utilización de una figura retórica como la anáfora, que repite incesantemente para lograr fuerza y contundencia, más allá de un elemento estilístico, es una exposición de motivos, que subraya el hecho de que hemos retrocedido cincuenta o cien años como humanidad. Así que, si pensaban que ya podíamos superar esas historias tan oscuras y dolorosas de nuestra historia, lamento defraudarlos, y lejos de considerar la obra de Nora Fernández como algo anacrónico, debemos cambiar la perspectiva y verla como una sombra que se desea mover de nuestra espalda, para ir delante nuestro.

Frase robada – Franz Kafka

No es que yo tenga algún interés por la literatura, sino que estoy hecho de literatura; no soy nada más, ni puedo ser nada más.

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato — Diario de un expresidente | Poema — Con abismada transparencia – Coral Bracho | Reseña — Los ingrávidos – Valeria Luiselli | Frase robada — Arthur Schopenhauer | Bonus Track

Diario de un expresidente

Diario hallado después del asesinato de la premio Nobel Nobel Lucia Rodríguez el 14 de junio de 2036

Fecha: 20 de enero de 2036

No le tengo confianza a escribir en la computadora o en la tableta, le robé esta libreta y una pluma a la persona de la limpieza.

DT

Fecha: 4 de febrero de 2036

Me veo al espejo y confirmo que soy el mismo que se menciona en toda la Internet. No puedo creer que yo haya dicho y hecho todo lo que se menciona. No lo recuerdo.

DT

Fecha: 8 de febrero de 2036

Hoy conocí a la Dra. Rodríguez, aunque dice que me ha venido a ver cada semana, siento que la acabo de conocer. Dice que mi caso “ es uno de los más dramáticos”, que mi demencia era de las más agresivas y con terapia la de mayor grado de mejoría. Sigo sin entender a qué se refiere.

DT

Fecha: 13 de febrero de 2036

Hoy me vino a visitar Stormy, dice que estoy irreconocible. Yo no la reconozco, pero lo que me cuenta me trae algunos recuerdos.

DT

Fecha: 1 de marzo de 2036

Las notificaciones del teléfono no paran de sonar, según entiendo, hoy se publicó mi “curación” por la medicina de la Dra. Rodríguez.

DT

Fecha: 7 de marzo de 2036

Vinieron de la televisión a entrevistarme, la mayoría de las preguntas no las entiendo, o mis respuestas no las entienden, todos me miran asombrados. Al término, la conductora me dijo, “perdió la chispa señor presidente”.

DT

Fecha: 12 de marzo de 2036

Pedí que me trajeran algunas de las biografías publicadas sobre mi. Algunas son favorables y otras en contra mía, pero los hechos que describen son los mismos. Le marco a Stormy para confirmarlo, me da mucha vergüenza.

DT

Fecha: 18 de marzo de 2036

Me vuelve a visitar la Dra. Rodríguez, le pido que me explique qué está pasando. De algún modo la medicina me volvió la conciencia, y casi todo lo que dicen mis biografías lo hice estando enfermo, esos recuerdos parecen blindados. Hoy voy a regresar a casa, hay mucha gente con banderas en la calle.

DT

Fecha: 23 de marzo de 2036

Termino de leer los reportes de algunas ONG’s que Stormy metió a escondidas cuando vino a visitarme. Al final lloré.

DT

Fecha: 17 de abril de 2036

Es la segunda vez que cambian antidepresivos, pero sigo igual, no duermo, se me fue el apetito, y solo puedo pensar en todo eso que me es irreconocible, pero es la verdad sobre mi.

DT

Fecha: 28 de abril de 2036

Vomité la pastilla de la Dra. Rodríguez, algo del desayuno me hizo daño. Hoy los recuerdos sobre el pasado me dejaron en paz, pude dormir como no lo hacía en meses.

DT

Fecha: 10 de mayo de 2036

No recuerdo los días que dejo de tomar la pastilla. Me doy cuenta de cuánto tiempo ha pasado por los mensajes en redes sociales. Hay varias personas que me ofrecen su ayuda para escapar de casa.

DT

Fecha: 15 de mayo de 2036

Stormy revisa mi teléfono, y le cuento que a veces dejo de tomar las pastillas. Insiste en que puedo lograrlo, y que debo seguir tomando la medicina, me pide que no las deje, que aunque el pasado sea doloroso, es mejor eso, que estar enfermo.

DT

Fecha: 27 de mayo de 2036

Recibí un paquete, trae una playera, un arma y las llaves de unas puertas, me imagino que están coludidos con los guardaespaldas, porque a Stormy no le dejan pasar ni unas hamburguesas de McDonald’s.

Todo indica que cuando no tomo las pastillas he formulado algunos planes, nada gratos por cierto, pero me leo contento en los chats.

DT

Fecha: 8 de junio de 2036

De acuerdo a lo que he leído en los chats, todos esperan mi decisión.

DT

Fecha: 12 de junio de 2036

Ya lo decidí, esta será la última vez que escribo.

MAKE AMERICA GREAT AGAIN AND AGAIN AND AGAIN!!!

DT

Con abismada transparencia – Coral Bracho

Eres fuego del inicio.

Eres la luz

en el instante sabio

de hacinarse en el agua.

Eres la voz, la transparencia que penetra,

que engendra;

la nota viva y diáfana

que cae,

con el candor de una certeza

en el centro

del alma.

Los ingrávidos – Valeria Luiselli

Una metanovela donde, Valeria Luiselli dentro de una novela, escribe una historia que desconozco si es ficticia o biográfica, mientras cuenta lo que parece ser una descripción autobiográfica. Esta subtrama que poco a poco transmuta en trama principal, va de la vida de Gilberto Owen viendo su final, así como el final de su vista; y en el caso de ella, su vida se va viniendo abajo, derruida por la cotidianidad y la remembranza de tiempos mejores.

Ante lo inerte que parece la actualidad, la nostalgia del pasado se lee más grata, como un paraíso de tiempos lejanos, donde Valeria explota divinamente el lenguaje y desarrolla una ambientación que es un deleite, deseando cambiar la efímera y absurda realidad; por la heterodoxa vida real del poeta del siglo pasado. Este juego de voces, es un juego con la muerte de personajes y vidas que se encuentran y desencuentran.

Luiselli anima al lector a conocer a Owen, un hombre que a ojos de este libro es fascinante, apasionante y triste, no se puede pedir más.

En resumen un libro que juega con la muerte, o las muertes, y el devenir intermedio, que llamamos vida.

Frase robada – Arthur Schopenhauer

La mala fe...se ampara mutuamente [en] la debilidad de nuestro entendimiento y lo torcido de nuestra voluntad.

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Relato — Nota de prensa | Poema — El mundo que respiro ‒ Mario Benedetti | Reseña — Manual de Escapología ‒ Antonio Pau | Frase robada — Juan Villoro

Nota de prensa

Washington D.C. 14 de junio de 2036

El expresidente de los Estados Unidos de Norteamérica, quien fuese el primer presidente juzgado y considerado criminal, a sus noventa años, asesinó de cinco disparos a la primera premio Nobel de medicina uruguaya, la neurocientífica Lucía Rodríguez, para después suicidarse de un disparo en la cabeza.

La Dra. Rodríguez había logrado un permiso para dictar una conferencia en la Universidad de Columbia, sobre el desarrollo de la red colaborativa y sin fines de lucro que llevó al desarrollo del fármaco que logró la cura del Alzheimer. La presentación de la premio Nobel de medicina, polarizó a la sociedad estadounidense, ya que la forma de organización para conformar al equipo multinacional que impulsó la investigación en esta demencia, puede ser considerada como una organización terrorista y atenta contra la seguridad del país. Además la presentación iba en contra de la política instaurada en el año 2025, para impedir el acceso a foros universitarios a personas de Latinoamérica, Asia, y África, este marco de referencia fue instaurado durante el mandato del asesino de la Dra. Rodríguez.

El expresidente había sido ingresado a una casa de reposo hace ocho años, cuando durante una reunión del restituido G8 en Dubai, el entonces presidente se subió a la mesa de reuniones del Jeque Mohamed, se bajó los pantalones y la ropa interior para defecar, ante el asombro de los mandatarios invitados. Tal acto desató gran tensión diplomática entre Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos, que se conoció como el conflicto del Rey Midas, ya que el entonces presidente argumentaba que no necesitaba el oro de oriente medio, ya que el “podía convertir la mierda en oro, y se los iba a demostrar”.

A pesar de que el conflicto del Rey Midas gozó del aplauso de la mayoría de la población estadounidense, lo que aseguraba su tercer candidatura, una pequeña fracción del partido demócrata, logró demostrar que el entonces presidente padecía una enfermedad neurodegenerativa, probablemente desde su primer mandato en el año 2017, una variante de Alzheimer, con gran afectación del comportamiento.

Tras el conflicto del Rey Midas, dos demandas de violación a miembros de su escolta y una foto documentando su tendencia a la zoofilia, se dictaminó su incapacidad para continuar su mandato y fue internado en una casa de retiro, donde se mantuvo ingresado, con un deterioro progresivo de sus ya mermadas capacidades cognitivas.

El expresidente fue egresado hace unos meses, tras ser parte del estudio clínico internacional para la cura del Alzheimer, liderado por la Dra. Lucía Rodríguez. Estudio que le valió el premio Nobel de Medicina, pero también el premio Nobel de Economía, por la formación del primer proyecto multinacional en países emergentes y de tercer mundo, para luchar contra la guerra comercial iniciada por Estados Unidos en el año 2025.

La cura del expresidente causó revuelo entre un grupo mayoritario de la sociedad de Estados Unidos, que ondeaban banderas con el acrónimo MAGAAA (make american great again and again and again) mientras un convoy lo escoltaba de la casa de retiro a su mansión en Nueva York.

Tras varias apariciones públicas sus fieles seguidores se desencantaron: “había perdido la chispa” decían.

La presentación de la Dra. Rodríguez en Nueva York despertó el fervor patrio de los seguidores del expresidente, ya que la culpaban del cambio de actitud de su redentor. Incluso había manifestaciones en redes sociales, donde se exigía anexar el territorio de Uruguay a Estados Unidos, por motivos de seguridad -argumentaban-, la propuesta pudo ser rechazada en una apretada votación por apenas dos puntos porcentuales.

Las investigaciones indican que el expresidente logró burlar a sus escoltas, al disfrazarse de manifestante ambientalista, se cree que recibió ayuda externa, ya que las cámaras lo ven abordar una camioneta, misma que lo deja a pocas cuadras de la universidad, además de que contaba con un pase de acceso a la conferencia. El evento tuvo que limitar el acceso, tras las múltiples amenazas de diversos grupos: racistas en general, antilatinos en particular, pro-armas de fuego, anticientificistas, terraplanistas, y algunas sectas religiosas de Silicon Valley. Reclamaban a la neurocientífica de envenenar los valores más profundos de la sociedad civilizada.

Las cámaras de seguridad del recinto muestran al expresidente camuflado entre la multitud, que al final de la conferencia ovacionaban de pie a la Dra. Rodríguez, en ese momento saca un arma, y dispara cinco veces contra la conferencista, todos los disparos fueron precisos y eficaces, al ver a la víctima tirada en el suelo se dispara en la cabeza y muere de inmediato.

Los servicios de inteligencia aun no determinan el motivo del asesinato, ni la identidad de la persona que le ayudó. Fuentes extra oficiales sugieren la existencia de un diario en la habitación del expresidente, pero de momento tal información no se ha confirmado.

El expresidente será despedido con honores en la Catedral Nacional de Washington D.C., donde se espera a miles de seguidores para ofrecerle un último adiós. Mientras que el partido Republicano prepara un paquete de medidas impositivas contra Uruguay, único país con reservas de radio en el continente.

El mundo que respiro ‒ Mario Benedetti

1

El mundo que respiro

huele a basura fértil

a memoria de incienso

a nafta y a macdonald

el aire llega mustio

sin nadie que lo sople

sin ingenios en flor

ni ráfagas de tango

o ni siquiera llega

entonces respiramos

la bocanada oscura

del tiempo transcurrido

por sus lentas razones

por su falsa alegría

el mundo que respiro

es ceniciento y lánguido

2

El mundo que respiro

es de nadie / es de todos

me ahoga o me libera

me exige / me conmina

me agobia con noticias

con odios / con ternura

el mundo que respiro

trae provocaciones

indultos y milagros

me llena los pulmones

de ráfagas que ignoro

pero nunca es el mismo

el mundo que respiro

tiene quejas de mártires

mensajes de suicidas

explosiones de júbilo

y no obstante no obstante

vivo porque respiro

Manual de Escapología ‒ Antonio Pau

No es infrecuente pensar que nos pasamos la vida buscando, lo que tal vez no pensamos es que estemos escapando de la responsabilidad, de ser conscientes del pasado y del futuro. Antonio Pau escribe un ensayo que leí hace unos años, y hoy ante lo categórica que parece la realidad en todas sus vertientes, es que me decidí a releerlo.

En esos ayeres fue una lectura tímida, respetuosa. En esta ocasión la aproximación fue más abierta, desinhibida, así que dejé al pobre libro ampliamente subrayado. El ensayo de un poco más de doscientas páginas, aborda inicialmente el escape o el arte de escapar, como una condición natural y esperada del ser humano moderno. Después de este preámbulo, que nos pone bastante a tono, describe distintos fenómenos ordenados cronológicamente, en los que se documentan treinta formas en que la sociedad busca escapar, como respuesta a la irracionalidad de vivir.

Estas treinta maneras de escapar no son exhaustivas ni excluyentes, pero si representativas, y sirven como una exposición de motivos, que funge como una enciclopedia de la Escapología.

Para quienes estamos escapando permanentemente, seguro que nos identificamos con más de una forma de huir, lo cual evidencia la ductilidad del fenómeno. La sociedad nos deja solos y estigmatizados si queremos escapar, pero este libro te acompaña y como un buen amigo te da soporte, para entenderte y seguir escapando.

Frase robada ‒ Juan Villoro

Los mexicanos pensamos que aceptar un error es peor que cometerlo.

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.

Reflexión — Make America Shit Again #MASA | Poema — Escribir por escribir ‒ Sara Uribe | Reseña — El Monstruo Pentápodo ‒ Liliana Blum | Frase robada — Antonio Pau

Make America Shit Again #MASA

La realidad está esculpida para pensar que (entre otras vicisitudes), no existe otra cosa que el blanco y negro, los matices no existen o son inútiles. Y también olvidar que existe un poder comunitario autogestivo, promoviendo el contra argumento de que, solo las grandes estructuras de poder pueden dictar las reglas que seguiremos dócilmente.

Este par de conceptos viene a colación de la catastrófica noticia sobre la guerra comercial que impuso Estados Unidos a sus principales socios comerciales. De las múltiples vertientes con las que se puede ver tal imposición, su impacto conceptual viene a redondearla. Estamos en un escenario en el que una de las economías más fuertes del mundo ¿necesita más dinero? Y en lugar de trabajar más ¿prefiere saquear a quien le provee de lo que requieren?

Se sabe que un tirano es tan fuerte como lo son sus mecenas. Y en esta ocasión los mecenas son las personas mas ricas del mundo, que han amasado sus fortunas, a través del extractivismo (como se ha hecho siempre) de lo único que faltaba por saquear; nuestro tiempo, nuestra atención y consecuentemente nuestro pensar. Tanto es el valor de ese recurso que, aun sabiendo su impacto negativo en la sociedad, han decidido ir en contra de la ética y desregularizarse.

Tal cual un conejo que se deslumbra por las luces del auto y no encuentra la manera de escapar a su fatídico destino, así nos sentimos los individuos que solo vemos como gente muy ajena a nosotros defiende sus intereses, pensando inocentemente que son los nuestros.

Se olvida muy fácilmente que una de las características que le ha funcionado a la humanidad como especie, y a otras tantas que no alcanzaron nuestro nivel de sofisticación, es la cooperación. Sé que aquellos, quienes ondean la bandera del individualismo voraz y la ley del más fuerte (que por cierto es una pésima interpretación de los textos de Darwin y otros evolucionistas), consideran que la cooperación humana es algo cuando menos pusilánime. Pues a estos héroes del capitalismo, los invito a tomar su rifle favorito y se enfrenten a un panal de abejas, espero sus comentarios sobre el resultado del épico encuentro.

Todo lo anterior parece inconexo, pero fue lo que me hizo reconsiderar mi consumo de las innumerables empresas de los mecenas del plutócrata máximo. No intento evangelizar, ni hacer un manual de sabotaje a las grandes tecnológicas. Pero pensaba que si reduzco el consumo o pago de servicios en un 25% (solo para ser justos con la tarifa impuesta) ¿qué pasaría?

No hace falta ser un genio para saber la respuesta, nada.

Si varios millones de personas en lugar de cuatro viajes de Uber o compras en UberEats hicieran tres, si el número de mensajes en WhatsApp se redujera de manera sustancial, o si en lugar de pagar dos terabytes de respaldo en Google pagara doscientos gigabytes, que por cierto aún no lleno. Así podría seguir con tantos servicios que en apariencia son indispensables, y algunos lo son, pero no en la forma en que nos hicieron creer. Igual aplicaría con fotos en redes sociales, personas que seguimos, tiempo de pantalla; todo eso tiene valor para ellos, en especial cuando hablamos de números tan grandes.

¿Qué pasaría si millones lo hacemos? estoy seguro de que nada, pero al menos hemos intentado lo que está en nuestras manos (y me podría quitar esta sensación de impotencia), no tendrá ninguna consecuencia deletérea. Y conociendo a los burócratas de datos, a más de uno le dará dolor de cabeza.

Finalmente será justo que se queden con toda esa mierda con las que nos inundan el alma y el pensamiento.

Escribir por escribir (fragmento) ‒ Sara Uribe

escribir por escribir

palabras que se disuelven

en la frontera de lo dicho

escribir para nadie

para uno mismo para nadie

escribir para el olvido

decir la hora en el poema

decir la hora en que el tiempo

deja de ser una mentira exacta

decir el poema

porque no hay otra cosa más que argüir contra la nada

o porque el infierno del silencio

tiene rostro de página en blanco

o porque la palabra soledad

comienza igual que la palabra sombra

y uno ama los vocablos

los malditos vocablos que todo lo devoran

escribir porque la fiebre nos invade

y la mano es un péndulo sanguíneo

el otro lecho de nuestra voz

y la vida es eso que se consume

cuando cada quien canta su poema

cuando cada quien canta su muerte

y nadie escucha

y nadie escucha

escribir para decir lo que no somos

para andar huyendo siempre

para abjurar lo impronunciable

y esconderse entre azoteas

y no dormir

si no está uno

cobijado a una palabra

escribir para que nadie nos mienta

(por aquello de que la escritura es un espejo)

para que nadie nos diga que estamos bien

que nos vemos ya mas repuestos

escribir con la turbia sed de los toscos

de los que a pesar de todo

nunca están contentos con la vida

escribir cuando ya nada hace falta

cuando de veras uno podría morirse

y nada alteraría todas las demás cosas

y nada redimiría todas la demás cosas

o lo que es lo mismo

escribir por escribir.

El Monstruo pentápodo ‒ Liliana Blum

Hay temas en los que es mejor no inmiscuirse. Por ejemplo, la vida cotidiana de un pedófilo, en particular cuando se va mas allá y se explora (afortunadamente) solo un poco del pensar de este ser siniestro. Liliana Blum se adentra a este mundo, condimentándolo con un personaje secundario deforme, enfermo, maltratado, una mujer con acondroplasia. Una persona físicamente fuera de los convencionalismos de belleza, pero que es el contra-argumento a la maldad de los “normales”.

La historia es clásica, describiendo desde los preparativos del secuestro, hasta sus consecuencias últimas. Las cuales se conocen desde un principio, ya que los relatos se intercalan con el diario que la mujer con acondroplasia ha escrito desde la cárcel.

Como buena historia, no importa saber como termina, lo interesante es conocer el trayecto que los lleva a tal desenlace.

Ahora bien, ese trayecto es oscuro desde su inicio, y conforme avanza ese monstruo pentápodo, la narración se mueve a través del gradiente de tensión y perversidad que, obliga a tomarse un respiro, y voltear la mirada a nuestra edulcorada realidad.

Y aunque pensemos que la autora es despiadada, y su imaginación alcanza cotas demasiado altas, creo que en realidad la obra está bastante modulada, para complacer al mercado, ya que el sufrimiento puede ser infinito, y no ejerce ese derecho. Lo cual se agradece encarecidamente. No es una lectura que se puede proscribir o recomendar, sencillamente aténganse a las consecuencias.

Frase Robada ‒ Antonio Pau

La compañía no es para sacar provecho ni para matar el tiempo.

Todo lo escrito, salvo que se indique su autoría es ideado y escrito por Norberto Carlos Chavez Tapia, bajo la licencia de creative commons CC BY-NC-ND 4.0.
A menos que se indique lo contrario todo lo expresado en este blog/newsletter es ficción, cualquier semejanza con la realidad es una coincidencia.