Edhelrain

Diario de un Elfo Errante

Santa Cruz, y la isla en general, lleva semanas ya mirando a la Bajada.

En el siglo XVII una serie de catastróficas desdichas (sequías, langostas...) motivaron al pueblo a bajar a la patrona, la Virgen de las Nieves (una imagen que ya era venerada en La Palma desde antes de que llegaran los conquistadores; no se sabe si fue dejada por comerciantes anteriores, si llegó a los indígenas arrastrada por el mar...) hasta Santa Cruz, desde su santuario. A partir de 1680 se estableció que estas bajadas fueran periódicas, cada cinco años (“lustrales”, cada lustro). Y así ha sido desde entonces. En 345 años, la única excepción fue en 2020, por la querida pandemia. Así que imaginad las ganas que tiene la isla de celebrar, 10 años después de la última, la Bajada de este año.

Esta semana que entra será de preparación, aunque ya hay actos variados. Por ejemplo, el concierto al que voy a ir esta noche: los Sabandeños, grupo canario mítico (a los que ya pude ver en Puntallana), junto con Olga Cerpa y Mestisay. Mestisay es otro de los grupos que yo llevaba escuchando desde mucho antes de plantearme ni por asomo acabar viviendo aquí, así que estoy con muchísimas ganas!

Y el 29 comienza la “Semana Chica”, con el alzado de la Bandera de la Virgen en el Castillo y la Romería de la Bajada del Trono (tras la que las piezas del trono, que se han desmontado el día anterior, se bajan a la ciudad). Mientras tanto, talleres, actividades deportivas, conciertos...

(Para que os hagáis una idea de los conciertos: Ana Belén, Manuel Carrasco, Gilberto San Gil y Los Van Van, Valeria Castro (obvio!), UB40, Mariachi Vargas, Marc Anthony... entre otros muchos)

Y el 6 de julio comienza la Semana Grande, con los actos más tradicionales: la Pandorga, el Minué, la Danza de Acróbatas, la Danza de los Enanos (esto va a ser brutal; hay unas veinte sesiones, se acabaron casi las entradas en media hora, y yo sólo he conseguido pillar unas para el domingo... a la una de la mañana!!!); y ya finalmente, la Bajada en sí, el sábado 12 y domingo 13 (estoy esperando con muchas ganas el Diálogo entre el Castillo y la Nave, ya os contaré).

Y después, más conciertos, más procesiones (este año la Virgen visitará todos los municipios de la isla), hasta la Subida, ya el 5 de agosto.

Va a ser todo MUY intenso. Si vivimos 70.000 personas en La Palma, se espera que vengan más de 200.000 durante estas semanas. A ver cómo sale todo!!!

Y bueno, mientras tanto... Este último mes he seguido yendo casi todas las semanas al club de juegos de mesa (La Graja Friki :D ), he podido ir a algún otro concierto pequeño, me han invitado a un cumpleaños (hito!!! mi primera invitación social en más de un año!!!), he andado preparando cosillas tolkienianas... Ah, y tengo dentro de una semana la fiesta de la empresa, con un viajecito exprés a la península. Y más playa, y visitas que vienen...

Parafraseando a Serrat... “El camí ja no fa tanta pujada”. Estamos de Bajada.

Esta semana pasada estuve en casa.

¡Ay! Pero ¿qué significa “casa” para un elfo que ha recorrido por miles de años la Tierra Media, que ha conocido los lugares más recónditos y las más inabarcables multitudes, que ha vivido el peligro y la muerte, y ha pisado el paraíso? ¿Puede alguien así definir “casa” con un sentido unívoco, específico, sin dar lugar a equivocaciones?

Porque esta vez, mi casa ha sido mi familia tolkieniana: leer fragmentos de bella prosa a la luz de las velas, cantar bajo los árboles ante una audiencia entregada, reír infinitamente, perorar de forma rotunda e incesante sobre lo que es y lo que podría ser, compartir una cena con amigos de distintas lenguas, brindar, y, en definitiva, esas cosas que hacen que alguien como yo se sienta por unos días en ese mundo al que por derecho pertenece.

Pero...

“Casa” podría haber sido otra cosa. Podría ser, por ejemplo, recorrer las antaño oscuras y hoy demasiado ajetreadas calles de un poblado con ría, sentirse abrazado por los montes que lo rodean, sostener un txikito en honor a los ancestros, o gritar en rojo y blanco.

Pero “casa” también podría ser sentarse, mirando al mar, sabiéndose observado por montañas de fuego, respirar un aire puro, y elevar un puño en la incesante lucha contra el Mal, sintiéndose acogido y acompañado. O también podría ser un local escondido, muy pasada la medianoche, escuchando jazz, y hablar sobre el pasado y el futuro hasta que la barca del Sol nos visite. O comunicarse por hilos de plata con mentes afines, descubrir realidades tan cercanas como profundamente desconocidas, y paso a paso adentrarse en mundos tan temibles como apasionantes.

Podría hallarse “casa” incluso en medio de las Tierras Negras, enlazando el destino con montaraces que aportan lo que tienen para librar a los pueblos humildes de su opresión; o mirando al Otro Lado del Mar, guitarrear bebiendo mate escuchando las tonadas más conmovedoras, soñándose en una extensa pradera verde; o quizás en los hielos del Fin del Mundo, o en la añoranza de un puerto élfico, o, simplemente, allá donde me transporte la dulce melodía de un simple “tula”.

Pero ya lo cantó un bardo: “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás sucedió”

En cualquier caso, por unos días (instantes, para la vida de un elfo) estuve en casa.

Y sigo pensando en ella.

Levanto la cabeza del Lay de Sigurd, cuya lectura me ocupa estos días, con su contraste entre los hechos heroicos del Viejo Norte y las arenas cálidas (bueno, estas últimas semanas no tanto) de las Islas Mágicas, y recuerdo que llevo muchas semanas sin contaros nada. ¿Y qué decir?

La temporada de lluvias aquí no ha parado, aunque al menos ya se vuelve a notar el calor. He tenido que reducir mucho mis excursiones, pero por otra parte he podido intensificar las actividades de interior que ya echaba en falta.

La biblioteca ya se va ampliando, por ejemplo, y La Pila, gracias a un increíble esfuerzo de contención (o sea, de no comprar nuevos libros) va bajando. Por daros una idea de las últimas cosas que han caído: dos ensayos que me traje de Bilbao (Malismo, de Mauro Entrialgo, que explica cómo la maldad cada vez se está viendo más como algo positivo en la política; y sólo hay que mirar al otro lado del charco para comprobarlo; y Puto Boomer, de mi admirado Roberto Moso, voz de Zarama, en una especie de autobiografía de los 70-80 en Euskadi), y una selección de cuentos de principios del XX escritos en el “dialecto aldeano” que fue mi área de investigación en mis lejanos tiempos académicos (a los que no descarto volver... ¿en diez años, quizás? Para un elfo no hay prisa); el monográfico sobre la Fe de Tolkien; un libro sobre la lengua extremeña (Yo hablo, ellas cantorin), junto con una de sus obras literarias más conocidas, El miajón de los castúos... Más los libros del club de lectura, como Una trenza de hierba sagrada, apasionante testimonio de una bióloga nativoamericana que nos sugiere cómo la filosofía de esos pueblos nos puede dar una vía de escape a la deriva suicida de nuestra civilización.

Algún videojuego, bastante música (cerré Spotify, por cierto, para cambiarla por un servicio igual de sencillo y potente pero que paga algo más que migajas a los artistas: Tidal), series y pelis (al final vi bastantes de las pelis “oscarizables”, aunque tuve que hacerme asiduo de Isla Tortuga para ello, e igualmente me puse al día con la mayoría de series que tenía desatendidas, además de empezar a introducirme en un mundo largamente postergado, el de la Enterprise y los capitanes Kirk y Picard), y cosas que preparar para la Estelcon de mayo. Y mucha correspondencia sobre el élfico!

Otra cosa que ha avanzado mucho ha sido una relacionada con la salud: tras una veintena de sesiones, más o menos, casi todos mis problemas dentales (algunos de ellos de más de treinta años atrás) están a punto de solucionarse. Esto sí que va a ser un cierre de ciclo, la verdad.

Y algo que creo que no comenté: si bien mi vida social aquí sigue siendo como la de Lúthien en lo alto de Hirilorn (o Rapunzel en su torre, si preferís), he encontrado un resquicio: un club de juegos de mesa, que se reúnen casi todos los fines de semana muy cerquita de mi casa, y que me está permitiendo recuperar mi faceta jueguera. Y yo que pensaba que no había frikis en la isla... ¡Era solo que estaban escondidos!

Y mirando adelante, Semana Santa pasará tranquila (pensé en darme una vuelta por la Península, pero qué difícil nos lo pone Iberia), luego la EC, y enseguida la Bajada Lustral (este año Decenial), ya os hablaré más de ella. Pero viene con conciertos con Los Van Van, Jorge Drexler, Valeria Castro (nuestra gran embajadora palmera), Mestisay (a los que adoro desde mi juventud en el Norte que nadie recuerda, y a quienes aún no he visto)... A ver qué tal!

Y el verano y lo de después es una hoja en blanco, todavía.

Y tengo que decir que me encanta esa sensación.

Parece que le pasa a más gente de por aquí. Están hablando con algún peninsular, les mencionan de pasada el frío que han pasado en determinado momento, y la respuesta llega, automática, como por un resorte: “¡¡Pero si en Canarias no hace frío!!”

Es una anécdota curiosa, que genera varias reflexiones. La primera es la tendencia que tiene mucha gente a negar las sensaciones o los sentimientos de otras personas. La respuesta, claro, es obvia: “¿Pero me vas a decir tú a mí si yo paso frío o no? ¿Lo sabes tú mejor que yo?”. Además de que parece pintar a Canarias como si no fuera un territorio extremadamente variado (nada que ver, no sé, el sur de Fuerteventura con La Laguna); y donde, además, habitualmente no hay calefacción en las casas, porque es verdad que no se alcanzan las temperaturas extremas de la meseta. Pero eso significa que, en una isla húmeda como La Palma, y más si trabajas desde casa, te puedes pasar muchos días de invierno ocho horas sin moverte del ordenador a 16-17 grados, que hombre, no es como trabajar en la calle en una nevada, pero ya os digo que agradable tampoco acaba siendo. Y si eres de los que enseguida tienen las manos y los pies helados, como le pasa a este elfo servidor de ustedes, pues todavía más.

Pero bueno, para que no parezca esto un alegato antigodo, debo decir que es una tendencia que me he encontrado dentro de la misma isla también. “¿¿Qué pasas frío en Santa Cruz?? ¡¡Pero si en Santa Cruz no hace frío!! Si vivieras en Mazo...” En todas partes cuecen lembas.

Quizás este frío sea lo que me haya hecho tardar tanto en volver a escribir. Y es que el invierno, aunque, nuevamente, no sea el de Ávila o Cáceres, ralentiza también la vida de la isla. Atrae turistas a calderadas (hay muchos días con dos cruceros en el puerto de la ciudad, que sueltan por la calle Real al equivalente a una tercera parte de los habitantes de la ciudad), pero la vida cultural sí se para: muchos menos conciertos y espectáculos, un tiempo que no llama a la playa, e incluso -gasp- días sin sol. Como decía a unos amigos, me he llegado a sentir como Bilbo en cuanto hiciera dos días nublados en Valinor, diciendo “¿¿Y esto es el paraíso??”. También es verdad que estamos en época pre-Bajada, y me da que entonces se compensará todo. Veremos.

Por de pronto ahora llegan los carnavales y la fiesta de Los Indianos, el epítome de las tradiciones populares, el folklore y... ehm... o según me dicen, de las borracheras desde las 11 de la mañana, y los polvos de talco inundándote según pones un pie en la calle. A ver lo que pasa.

Pero tampoco es que haya estado parado en invierno. Desde mi último post he hecho varias excursiones (al primer volcán del que hay constancia histórica, el Tacande, a un tubo de lava impresionante que se creó en los años 50 con la erupción del San Juan, y a las puertas del Tajogaite, penetrando en plena “zona de exclusión”). También estuve en el concierto de Fermín Muguruza en La Laguna (absolutamente impresionante) y en otro, literalmente enfrente de mi casa, del joven y prometedor cantautor Ismael Serrano; continué con el club de lectura, entré en un grupo piloto de ahorro energético (La Palma es uno de esos sitios que podría perfectamente conseguir la soberanía energética sólo con renovables, si los oligarcas isleños y peninsulares no pusieran trabas), y entre unas cosas y otras me puse al día con las películas de los Oscar; y mientras, escribiendo artículos tolkienianos y preparando cosas para la Estelcon. Pas mal.

Creo que febrero y marzo aún serán meses tranquilos. Tengo ya varios viajes a la península preparados, y otras cositas en proceso. Veremos lo que sale.

Os recuerdo que tengo un nuevo sitio donde voy colgando fotitos, pixey.org/eleder, donde podéis pasaros cuando os apetezca (está en el Fediverso, así que se puede seguir desde Mastodon también, o desde vuestro lector RSS de confianza con http://pixey.org/users/eleder.atom, y que si esto os llega por email y me queréis comentar cualquier cosa, encantado de leeros!!

Y poco más... oh, vaya, oigo que está empezando a llover! Pues a disfrutar del sonido de la lluvia en la terraza.

¡Seguimos en contacto!

Hace dos años por estas fechas acababa de volver a Madrid. Habíamos terminado una relación de cinco años; había dejado mi trabajo sin saber cuándo encontraría otro; y había vuelto a mi pequeño piso en un barrio agobiante, en pleno crudo invierno madrileño. Y la primera noche que dormí otra vez en el piso, con las paredes cayéndoseme encima, los aguaceros rompieron el tejado y empezó a caer agua del techo en mi propia habitación.

Dos años después: lo crudo del invierno palmero ha sido hasta ahora bajar a 17 grados por las noches, y no poder ir mucho a la playa en un par de semanas. Salgo de trabajar a las cuatro o a la una, según el día; tengo una terraza con vistas al paraíso; y la situación de ansiedad que anduve sufriendo durante muchos años (causada sobre todo por el trabajo, aunque no solo) ha mejorado de forma radical.

Para pasar de un invierno a otro he tenido que arriesgar en múltiples frentes: lanzarme al vacío en el tema laboral, rebajar mucho mis expectativas económicas, sacrificar buena parte de mi vida social yéndome a vivir a un lugar desconocido... pero el resultado ha sido indudablemente positivo, y estoy muy orgulloso de haberme atrevido a ello.

“¿Y de ahí a dónde iré? No podría decirlo”, cantaba el viejo Bilbo. Seguiré con seguridad otros seis meses en la isla (una Bajada Lustral me espera), y en ese momento, como tenía planeado, evaluaré si seguir aquí o probar otras costas.

Pero sea donde sea, espero que los inviernos sean como poco igual de luminosos que aquí.

Iluminación con drones en el cielo, formando una campana multicolor

Hace poco, alguien me preguntó si seguía “en luna de miel” con la isla. ¡Gran pregunta! Y, como todas las grandes preguntas, no tiene respuesta fácil.

Porque la verdad es que me sigue pareciendo un lugar maravilloso, tranquilo, estéticamente impresionante, de clima genial y calidad de vida abrumadora. Para quienes tenemos la suerte de poder trabajar donde queramos, se me ocurren pocos sitios mejores.

(Cómo se veía en todo este párrafo que venía un “Pero”, ¿verdad? Las reglas de la narrativa es lo que tienen!)

SIN EMBARGO (esquivando el “pero”): si sólo os escribiera aquí de lo bonito que es todo, las actividades que hago y lo bien que lo paso (y estoy haciendo muuchas cosas que no os estoy contando: el Encuentro Canario de Senderistas, que fue brutal; el encendido de luces de Navidad de ayer con un espectáculo de drones como no había visto nunca; recorridos por Santa Cruz para “mapear” la ciudad, que me descubren rincones increíbles; escapadas a otras islas -por ahora sólo a las grandes, pero el año que viene tengo que empezar con las pequeñas-; conciertos de rock, de jazz, de folklore argentino...), pues decía, si sólo hablara de esto, estaría convirtiendo este blog en un perfil de Instagram, y tampoco es esa la idea.

Foto de un paisaje de montaña muy escarpado, roca volcánica y matorrales, en el medio grandes barrancos y montañas quebradas, y al fondo el mar

Así que hoy vamos a hablar de las curvas, de las que esta isla no escasea.

Una de vosotras me hizo el comentario más atinado de la historia de los comentarios: “Igual alguna próxima entrega puedes dedicarla a cómo se hacen amigos de adulto, que es un temazo”. Je, je, je. Je. Vale, digamos que está claro que ese es el punto flaco de esta experiencia. Pero no se lo voy a achacar a la isla, ni a los isleños (a pesar de que corra el rumor de que La Palma es un “manicomio sin techo”), ni a la poca población. La realidad es que, al menos para determinadas personas, como bien comentaba esta chica, “hacer amigos de adulto”, en un sitio totalmente nuevo, es difícil. Y en parte es normal: todo el mundo tiene su vida hecha, e introducirte de repente en la vida de otros supone pedirles un esfuerzo que no tienen por qué querer hacer. Y eh, la gente es maja: he conocido a muchas personas muy agradables en el club de senderismo, el gimnasio, el club de lectura, la cooperativa... Pero dar ese otro paso es más complejo. Quizás debería intentarlo en los ámbitos donde la gente está tan perdida como yo (grupos de “nómadas digitales”, por ejemplo), pero no sé si es lo que más me apetece. O simplemente tomarlo con calma (a la canaria), que seis meses tampoco es tanto tiempo. En cualquier caso, sigo teniendo mis relaciones “virtuales”, mis redes, mis videollamadas, y un montón de cosas de las que disfrutar, sólo limitadas por la falta de tiempo. ¡No me quejo! Pero sí, es un tema que está ahí.

Otra “curva”, más específica, esta sí, de la “canariedad”... aunque Canarias es aquí más víctima que victimaria: descubrí con asombro al principio y estupor después que el 90% de las tiendas online, desde Amazon hasta El Corte Inglés, no hacen entregas a Canarias. Muchas de ellas te permiten realizar toda la preparación del pedido, y cuando llegas a lo de poner el código postal, te dicen “Lo sentimos, esa dirección está fuera de nuestra área de reparto”. Y así te quedas. Por temas de aduanas, por costes o por lo que sea (por costes sería una gilipollez: cóbrame más si hace falta, pero dame la opción, ¿no?), Canarias está virtualmente fuera del mundo de los envíos online. Tanto es así que han surgido empresas cuya función es la de hacer los pedidos por ti, recibirlos en Madrid, y reenviártelos a Canarias por un pequeño coste adicional.

Y claro, si además vives en una isla pequeña, el problema es doble. ¿Quieres un nuevo ereader? Olvídate: ni Kobo ni Pocketbook te lo envían. Vete a Tenerife a buscar un MediaMarkt, o al FNAC de Las Palmas. Y bueno, lo de la isla pequeña pues es comprensible. Pero lo otro... Tolkien decía que las “Islas Mágicas”, situadas en el camino al Oeste, estaban rodeadas de nieblas y sombras fantasmagóricas que impedían a los viajeros atravesarlas. Quizás esto es lo que afecte a las compañías de reparto. (Aunque Correos no tiene problema ninguno con sus envíos propios... será que tienen externalizado un silmaril) (lo siento, chiste del “Deep Tolkien”)

Un burrito asomando su cabeza por una cerca, protegido por una valla metálica; lo más adorable que os podáis imaginar

Otros detalles “cúrvicos”: ¡esto está lejos! Vale, no era algo que no supiera. Pero cuando quieres intentar cuadrar un fin de semana en Bilbao, o volver desde la EstelCon en Tarragona hasta tu isla (spoiler: imposible hacerlo en 24 horas; tuve que pillar hotel en Tenerife para hacer noche), pues te vas dando cuenta. Los horarios de los aviones no siempre ayudan, y los ferries, pues bueno, te valen si quieres tomarlos como una experiencia en sí misma, pero muy prácticos no son. En cualquier caso, esto es cosa de habituarse, y de restringir los viajes a los más imprescindibles. De hecho ahora tocan unos días navideños entre Madrid y Bilbao: ¡habrá que aprovecharlos, que no sabemos cuándo habrá otros! :–)

Y a ver, realmente, si me pongo a pensar en más “contratiempos”, la verdad es que me cuesta, y tengo que rebuscar. Que es imposible encontrar pan bueno (estoy intentando volver a hacerme amigo de Iban Yarza), que hay muy poco cine de estreno, y menos aún en versión original... Pero sí: comparado con la miriada de cosas buenas, el balance sigue siendo extremadamente positivo.

Y en todo caso, si alguna vez surgen dudas, la isla te ofrece cosas como esta...

Foto de un intenso arcoiris sobre las casas de delante, con unas montañas nubladas detrás, pero en plena ciudad

¿Qué hace un elfo de vacaciones?

Bueno, depende dónde esté, claro. Por ejemplo, si vive en Madrid, normalmente lo que hará será huir. (Hubo un año que decidí no ir a ningún sitio, y “disfrutar Madrid” durante esa quincena. Los días superaban los 35 grados, y no bajaba de 30 hasta bien entrada la noche; poner un pie en la calle te arriesgaba a morir calcinado, y en casa tenías que pasar el día a oscuras, con todo cerrado, para no dejar entrar “la flama”. No lo hagáis, niños)

Foto de un paisaje selvático, verde por todas partes, helechos y pinos, y un caminito que corre por una ladera

Pero ¿y si el elfo está en una de las Islas Mágicas? Pues entonces quedarse en ella sí es una gran opción, y es la que he tomado. Reconozco que he aprovechado un par de estos días para “adultear” (limpiezas varias, y “batch-cooking”, que en un dialecto bárbaro de las Islas del Norte viene a querer decir “hacer mil tapers para congelar”). Pero el resto de esta primera semana...

  • Me dediqué a la arqueología. Fui a los dos parques arqueológicos principales de la isla; en el primero, Belmaco, estaban algunos de los mejores ejemplares de petroglifos de La Palma (de hecho, Belmaco fue el primer sitio donde se descubrieron). ¿Qué son los petroglifos? Grabados en piedra, normalmente con formas geométricas, y cuyo significado está totalmente perdido (se cree que podrían tener propósitos rituales, pero claro, ¿qué no los tienen?). En el segundo, El Tendal, se explicaba muy bien todo lo que se sabe sobre los guanches (que no es demasiado, lamentablemente), y se podía ver alguna de las cuevas en las que vivían (no sé si me leerá determinado arqueólogo castellano, pero sí, vivían en cuevas). Y terminé también pasando por el Museo Arqueológico Benahoarita (Benahoare era como llamaban a la isla antes de la conquista), pero están de reformas y estaba casi todo cerrado (dicen que a ver si para marzo o así...). Todo muy ilustrativo; si os interesa, un día recopilo lo que sabemos de los guanches.

Foto de varias rocas en las que se pueden ver, desvaídos pero claramente visibles, formas geométricas en espiral grabadas en la piedra

  • Fui de excursiones con el club de senderismo por el norte de la isla: la “ruta de los molinos de Garafía”, tranquilita pero instructiva, y un paseo por Barlovento, pasando por un puerto natural, un faro y terminando en las increíbles piscinas naturales de La Fajana. De camino vimos una partida de autóctono intentando capturar a un chivato que se había escapado de su cautiverio, para devolverlo a la celda (con poco éxito, el chivato se consiguió escurrir de sus perseguidores y ocultarse en una quebrada). Ah, “chivato” es como llaman al macho cabrío, de nada.

Foto de un molino antiguo, de madera, en aspecto ruinoso; las aspas no están, pero sí se ven los mástiles que las sujetaban. De fondo, un cielo azul limpísimo

  • Fui de conciertos; estaba uno de los días en casa, cuando empiezo a escuchar a unos músicos haciendo pruebas de sonido en la plaza del barrio, así que allá me fui. Era Yul Ballesteros con su proyecto “Islazz”, en el que fusiona el jazz y la música tradicional canaria. Absolutamente flipante. Aquí una muestra, la canción que dedican a la isla de La Palma. Y hoy toca otro concierto, en Los Cancajos, una revisión de temas de música argentina. ¡A ver qué tal!

  • Y esas cosas que haces cuando tienes tiempo: me terminé un par de libros (Circe, una mirada en clave feminista de varias historias de la mitología griega, y Persépolis, un cómic flipante (divertido y también estremecedor) sobre la Revolución Islámica de Irán (que sirve para el Irán de nuestros días, por desgracia), y fui al cine (“Robot Salvaje”, la última de Dreamworks; muy bonita, y por lo que me dicen gusta mucho a los niños!). Y en casa vi varias películas también, que es lo que tiene vivir en la Era de las Plataformas. (El Milagro de la Calle 34, Veredicto Final, y La Naranja Mecánica; no me podréis acusar de falta de eclecticismo!!!)

Imagen de la manifestación; se ven unas cuarenta personas, con varias banderas y eslógans. En primer plano, una pancarta que dice "PROYECTOS ESTRUCTURANTES - VIVIENDAS PARA LA GENTE"

  • Como detalle, fui a una manifestación: #CanariasTieneUnLímite, para exigir un cambio de modelo turístico que frene el empobrecimiento de las islas (cuantos más turistas llegan, más pobres son los ciudadanos, como se ha visto en estas décadas, porque el dinero no se queda aquí, pero el encarecimiento de la vida, la escasez de agua, la subida de las viviendas... eso sí se queda, me temo). Que está muy bien disfrutar de vivir en esta tierra, pero también hay que mojarse para defenderla.

¡Y aún me queda una semana! Tengo varias excursiones programadas (es el Encuentro Insular de Senderistas, y recordemos que La Palma es esa isla con más de 1000 kilómetros de senderos señalizados) y algunas otras ideas. ¡Ya os iré contando!

Y un último detalle. Ya visteis que este blog, de sencillo que es, no tiene comentarios. En parte está hecho a propósito, porque los comentarios de las páginas web en esta época nuestra tienden a convertirse en lugares de los que huir.

Pero, como muchos ya habéis hecho, si me queréis comentar cualquier cosa, basta con que respondáis a este mensaje y me llegará lo que me digáis, gracias a un nuevo protocolo de comunicación asíncrona en formato textual conocido comúnmente como “email” :-D

Y es que estamos en una época de volver a lo tradicional, también en las comunicaciones. Muy élfico igualmente, ¿no? :-D

Foto de una costa escarpada, con un faro al fondo, cielo nublado, y el agua que rompe sobre a lenguas de basalto volcánico, muy espectacular y a la vez calmado

Ya dije al principio del diario que no iba a preocuparme por escribir más o menos, ni mantener una regularidad. Pero es verdad que ya empieza a haber gente que se pregunta si sigo vivo o me he caído por el Tajogaite, así que quizás sea un buen momento para volver a contaros cositas. Claro que en realidad hay otra razón para animarme a escribir: ESTOY DE VACACIONES. No había cogido más que unos pocos días en todo el año, así que ¡quince días para explorar la isla! ¡Ya os contaré (espero XD)!

Foto de una copa de vino tinto medio vaciada, sobre una terraza en la calle, y al fondo, árboles tropicales y un cielo semi nublado, todo ello en un ambiente muy veraniego

La cosa es que mi buen amigo dalnio Martín me había mandado hace un tiempo unas cuantas preguntas. Entiendo que vivir en una isla que tiene la superficie de Antequera, y en una ciudad con la población de Palau-Solità i Plegamans, genera preguntas. Y dado que en estos cuatro meses aún no me he cansado de ella y por ahora no veo que vaya a ocurrir, respondamos alguna de ellas.

Me pregunta Martín si en una isla así uno se siente “aislado” (je, je), en el sentido de encerrado. Bueno... Supongo que va por personas. Yo, en concreto, no. Es verdad que no puedo coger el coche y, después de diez horas, aparecer en un país distinto. Pero claro, tampoco podía en Madrid, es lo que tiene no tener coche (ni carnet). Para moverme “lejos” siempre dependí de otra persona (habitualmente, conductores de transportes públicos). Así que aquí es lo mismo, sólo que cambiando el autobús por el avión o el ferry. Tardo más, eso sí. Pero vivo con ello.

También cambian las expectativas. ¿Me gustaría poder pasar más por Extremadura o por Galicia? Sí, efectivamente. ¿Me lo compensa el pasar cada día aquí? Sí, con mucho. Así que, ajustas tus expectativas, asumes los compromisos, y al menos en mi caso, funciona perfectamente. Habrá en quien no, desde luego. Las elecciones vitales son siempre algo personal.

Y por ahora, tengo muchísimas cosas que quiero hacer en la isla y que aún no he hecho (espero ir tachando algunos bullets estos días). Si en algún momento “se me acaban” las cosas que descubrir, pues ya hablaremos. Pero algunas ya sabéis que para mí la geografía es fractal: por muy pequeño que sea un sitio, siempre tendrá rincones y aspectos interesantes. Y si se acaba la geografía, podemos acudir a lo que decía Chesterton: “La verdad es que el viajero, por naturaleza, es una persona superficial. Vuela por todo el mundo buscando lo que podría encontrar al lado. Lo más extraordinario del mundo es un hombre ordinario, una mujer ordinaria y sus hijos ordinarios.” Así que no: tengo mucho espacio para sentirme encerrado!

Foto mía desde lejos, sentado en unas rocas en la cima de un monte, mirando al infinito, con un mar de nubes a mis pies

Me pregunta también por el clima. Bueno, cuando lleve un año podré hablar con más conocimiento de causa, pero se supone que La Palma es una de las islas con más agua de Canarias... sólo que esto no significa “mucha agua”. Cada vez llueve menos (ha llovido bien unas tres veces en estos cuatro meses), la plantación masiva de plátanos desde el XIX ha acabado con los depósitos de aguas subterráneas, y todo esto junto hace que el “verdor” que la caracterizaba esté yendo a menos. Pero bueno, es la historia del mundo ahora mismo, si no hacemos algo rápido para evitarlo.

Dicho esto, pasé todo el verano con máximas de 25-26 y mínimas de 21-22. Ahora en “otoño” estamos en máximas de 23-24 y mínimas de 20, y la gente empieza a tener frío. Me asustan mucho con el invierno, y empiezo a pensar que éste implicará llegar a los 18 y tener que ponerme pantalón largo por las noches (no, aún no me he puesto un pantalón largo en lo que estoy en la isla, ni me he quitado las sandalias más que para ir al monte). Pero lo veremos, quizás me sorprenda.

Lo que sí hay mucho, en este lado este de la isla (en oposición al lado oeste) es nubes. Normalmente el día empieza con brumas, se despeja para el mediodía, y se encapota por la tarde. Y, al menos durante el verano, los alisios azotan la ciudad sin misericordia. Eso hace que el turismo de playa aquí no sea precisamente lo más buscado (y que en Los Llanos de Aridane, la otra “ciudad” de la isla, suela haber más sol). Para turistear, efectivamente, peor que en Fuerteventura. ¿Para vivir? En mi opinión, infinitamente mejor. (Aunque, como mi mente aún quiere pensar que estoy de vacaciones perpetuas, me seguiría gustando un poco más de sol! Pero no, no me voy a ir a vivir al otro lado; Los Llanos es feísimo. Bueno, no feo nivel Arrecife, pero joer, es que Santa Cruz es una preciosidad!)

Y relacionado con esto, Martín me pregunta por las comunicaciones. Vale, muy buenas... no son. Desde Santa Cruz hay básicamente guaguas al aeropuerto, el hospital y los pueblos de alrededor (Breña Baja y Breña Alta, básicamente), a los pueblos de este lado de la isla (desde Barlovento, al norte, a Fuencaliente, al sur), y al otro lado de la isla (El Paso, en el interior, y Los Llanos, más hacia la costa). Para los pueblos del otro lado (Tazacorte, Tijarafe...) hay que coger otra guagua en Los Llanos, lo que lo complica mucho.

Además, al aeropuerto la frecuencia es de media hora, pero para todas las otras líneas, ponle más bien entre una y dos horas de frecuencia. Tienes que calcular muy bien, ir con tiempo, y que no haya sorpresas (como cuando cerraron la Avenida Marítima por una carrera, así que desviaron las guaguas, pero no se les ocurrió el detalle de poner un aviso en las paradas inhabilitadas, así que por poco nos quedamos unos cuantos en tierra).

Así que hay que tomar las cosas con calma (Canary style). La parte buena es que, con un bono de residente, todas las guaguas de la isla son gratuitas. Espero sacarles mucho provecho durante estos próximos quince días!!

Y paro por ahora, que las preguntas me van a dar para unos cuantos volúmenes más. Lo bueno es que esto me dará pie a escribir más regularmente. No lo prometo, pero veremos lo que pasa :–)

Saludos isleños!!

Una foto desde lo alto donde se ve una perspectiva aérea de una parte de la costa de la isla, con el puerto, una bonita bahía, y muchas calas más allá, en un día muy soleado; y más cerca, casitas, huertas, vegetación baja, y curiosamente, un estadio de fútbol a un lado

Foto de una biblioteca de aspecto clásico, con las estanterías llenas de libros, y sobre una mesa unos cuantos libros apilados, en uno de los cuales se puede leer "Lenguaje de los antiguos guanches"

Finalmente ha ocurrido. Las puertas se han abierto, he dado unos pasos, y me he encontrado de pronto rodeado de incontables volúmenes de sabiduría ancestral, oculta información sobre las entrañas de Benahoare, voces de los antepasados preparadas para susurrarme lo que quisiera saber: estoy en la Biblioteca Insular.

El viaje hasta ella no estuvo exento de peligros, si bien eran peligros bastante reducidos (tropezarme con un adoquín o recibir un balonazo de un niño), dado que la Biblioteca estaba a 90 metros a vuelo de águila de mi casa. Cuando llegué y me dispuse a descubrir qué secretos me ofrecía, me di cuenta del pequeño detalle de que no había cogido las gafas, e iba a tener que hacer malabarismos para descifrar los lomos de los libros. Pero bien, todo se consigue cuando hay voluntad.

Un primer repaso de las temáticas que encontré por las estanterías (básicamente ciencias sociales de Canarias) no me ayudó en mi búsqueda, así que fui a preguntar al Sabio Guardián, que con amable voz me confesó “Sí, es que como ya no tenemos sitio, los libros de lingüística los tenemos en la parte de abajo de las estanterías, la que tiene puertas, ¿querías algo en concreto?”.

Pero tras todo esto pude comenzar mi misión: ¿qué sabemos del guanche?

Pasé un par de horas allí (¿cuánto hacía que no pasaba dos horas en una biblioteca por mero gusto? y permitidme preguntaros... ¿y vosotros/as?), con el simpático bibliotecario trayéndome volúmenes que creía que me interesarían, y tomando notas de lo que encontraba.

Y lo que encontré fue... bastante poco.

A pesar de que el guanche era idioma vivo en las Canarias hasta hace menos de 500 años, el no haberse guardado ningún texto largo, ninguna gramática ni nada por el estilo hace que sea hoy prácticamente indescifrable. Todo apunta a que está relacionado con las lenguas bereberes, pero es muy difícil confirmar casi nada más. Muchas de sus palabras siguen vivas en la toponimia y en el habla popular, y en textos antiguos se transmitieron supuestas frases con su supuesta traducción, pero casi nada de ello es demasiado útil. Los “himbestigadores” que se han dedicado a “descifrar” de formas peregrinas lo que los estudiosos no han podido aclarar no han ayudado tampoco.

Y, lo que me pareció más curioso, no existe ningún trabajo recopilatorio moderno. Todo lo que se publican son monografías sobre topónimos o antropónimos, o sobre léxico, de donde es posible abstraer alguna información, pero no hay una “monografía general” que poder leer y decir “vale, ya tengo claro lo principal”. Es una verdadera lástima.

Encontré cosas interesantes, como un “repaso a la bibliografía sobre el guanche” de Maximiano Trapero (en su Estudios sobre el guanche, de 2007, y referencias a gente haciendo cosas interesantes (pero episódicas) como Díaz Alayón. Y posteriormente vi que se había publicado alguna cosa más moderna que quizás aún no estaba en la Biblioteca. Habrá que seguir investigando.

La mejor parte fue al final, cuando me pasé media hora de charla con el bibliotecario (¡que no se extingan nunca, por favor!) sobre todos estos temas y algunos anexos.

En general, un rato muy agradable. Y... ah, ¿queríais saber algo más sobre el guanche? Tendréis que esperar a que consiga poner algunas cosas más en claro, y volveremos por aquí!

Tenía un poco olvidada la escritura en el Diario. Y si bien no es necesario (no quiero obligarme a nada) quiero alegrar la jornada a mis diez mil seguidores, que entre penas y labores quisieran saber de mí. Así que ya estoy aquí, contando mis pormenores.

Foto de una playa con una estatua de una especie de delfín en primer plano, y un arcoiris sobre el mar, de fondo

¿Y qué he hecho en estas semanas? ¡De todo! Espero acordarme: ir a la playa a torrarme cual si no hubiera un mañana, ir con gente tolkieniana de guateque a La Laguna (ciudad bonita, si hay una), y asistir a un festival de cortos (no estuvo mal, mas fue experiencia raruna).

Foto de una cala espectacular, apartada entre montañas bajo un sol radiante

Y seguimos de excursiones; playas fantasmas, senderos ocultos y volanderos, con misterio y emociones; y conciertos a montones, grupos de folk, habaneras... Y, cuando menos lo esperas, ¡ay! Visitas al dentista; que en esta vida juerguista no todo es como quisieras.

foto de un concierto bajo una carpa modesta, un grupo de unas cuarenta personas, vestidos con trajes tradicionales, guitarras y voces principalmente

Y más cosas que no cuento (contar todo no se debe, y quiero ser algo breve, sí se ha de leer este invento). Lo digo como lo siento, mi estimada compañía: la vida en esta isla mía no está para nada mal. Hasta aquí el relato actual; ¡seguiremos otro día!

foto de un muro de piedra, con un lagarto grande con la barba de llamativo color azul apostado sobre la piedra