Sumergirse en el guanche
Finalmente ha ocurrido. Las puertas se han abierto, he dado unos pasos, y me he encontrado de pronto rodeado de incontables volúmenes de sabiduría ancestral, oculta información sobre las entrañas de Benahoare, voces de los antepasados preparadas para susurrarme lo que quisiera saber: estoy en la Biblioteca Insular.
El viaje hasta ella no estuvo exento de peligros, si bien eran peligros bastante reducidos (tropezarme con un adoquín o recibir un balonazo de un niño), dado que la Biblioteca estaba a 90 metros a vuelo de águila de mi casa. Cuando llegué y me dispuse a descubrir qué secretos me ofrecía, me di cuenta del pequeño detalle de que no había cogido las gafas, e iba a tener que hacer malabarismos para descifrar los lomos de los libros. Pero bien, todo se consigue cuando hay voluntad.
Un primer repaso de las temáticas que encontré por las estanterías (básicamente ciencias sociales de Canarias) no me ayudó en mi búsqueda, así que fui a preguntar al Sabio Guardián, que con amable voz me confesó “Sí, es que como ya no tenemos sitio, los libros de lingüística los tenemos en la parte de abajo de las estanterías, la que tiene puertas, ¿querías algo en concreto?”.
Pero tras todo esto pude comenzar mi misión: ¿qué sabemos del guanche?
Pasé un par de horas allí (¿cuánto hacía que no pasaba dos horas en una biblioteca por mero gusto? y permitidme preguntaros... ¿y vosotros/as?), con el simpático bibliotecario trayéndome volúmenes que creía que me interesarían, y tomando notas de lo que encontraba.
Y lo que encontré fue... bastante poco.
A pesar de que el guanche era idioma vivo en las Canarias hasta hace menos de 500 años, el no haberse guardado ningún texto largo, ninguna gramática ni nada por el estilo hace que sea hoy prácticamente indescifrable. Todo apunta a que está relacionado con las lenguas bereberes, pero es muy difícil confirmar casi nada más. Muchas de sus palabras siguen vivas en la toponimia y en el habla popular, y en textos antiguos se transmitieron supuestas frases con su supuesta traducción, pero casi nada de ello es demasiado útil. Los “himbestigadores” que se han dedicado a “descifrar” de formas peregrinas lo que los estudiosos no han podido aclarar no han ayudado tampoco.
Y, lo que me pareció más curioso, no existe ningún trabajo recopilatorio moderno. Todo lo que se publican son monografías sobre topónimos o antropónimos, o sobre léxico, de donde es posible abstraer alguna información, pero no hay una “monografía general” que poder leer y decir “vale, ya tengo claro lo principal”. Es una verdadera lástima.
Encontré cosas interesantes, como un “repaso a la bibliografía sobre el guanche” de Maximiano Trapero (en su Estudios sobre el guanche, de 2007, y referencias a gente haciendo cosas interesantes (pero episódicas) como Díaz Alayón. Y posteriormente vi que se había publicado alguna cosa más moderna que quizás aún no estaba en la Biblioteca. Habrá que seguir investigando.
La mejor parte fue al final, cuando me pasé media hora de charla con el bibliotecario (¡que no se extingan nunca, por favor!) sobre todos estos temas y algunos anexos.
En general, un rato muy agradable. Y... ah, ¿queríais saber algo más sobre el guanche? Tendréis que esperar a que consiga poner algunas cosas más en claro, y volveremos por aquí!