Cada día merezco una luz nueva
una voz que me ayude a romper el límite
cada día merezco una luz
que no me acostumbre.
Hay que pasar la línea oscura del tedio
dejarla atrás.
Cada día merezco un beso nuevo
una mirada que no me marque la senda
que no me silencie
cada día merezco un beso.
Hay que pasar la línea que nos circunscribe
dejarla atrás.
Cada día merezco un agua nueva
una mano que me empuje
que no me detenga
cada día merezco agua.
Hay que pasar la línea
la soga invisible que nos han contado
la dulce rosquilla que nos amansa
la música entera que nos derraman
repetida, repetible.
Cada día merezco una voz nueva
una palabra, una revolución que me atrape
que me libere
cada día merezco tu voz
que me llama valiente a pasar la línea
que me exige y me hace hermoso, atractivo, gallardo
que me empuja y me alienta
que me quiere y me enseña
que me advierte
y no tengo miedo
no tengo miedo
no tengo miedo
tengo una luz que me ilumina
tengo un beso que me calma
y tengo tu agua
tu mano que me apoya
y tengo tu voz que me lleva al deseo
y no tengo miedo
No hay Dios, ni dioses
ni nada parecido
en ningún sitio
en ningún tiempo
aunque la hermosura de una brizna lo sugiera
y la dolorosa punzada de la muerte lo desee.
No tengo dioses a los que rezar
por eso simplemente me duelo
me incomodo
me enfado
me entristezco.
Siempre he sido un poeta de guerrilla
no por revolucionario
que me he enredado más en las cosas de entenderme
que en las de cambiar el mundo.
Siempre he sido un poeta de guerrilla
por el monte solo
disparando palabras y huyendo
esperando una victoria final imposible.
Siempre he sido un poeta de guerrilla
y ya no tengo fuerza
ni palabras
ni tan siquiera objetivo.
Deambulo como un maqui furtivo
como un José Castro al que nadie hace caso
sin un poema
sin un verso
sin una palabra
sin una flor que llevar a su homenaje.
Tu piel de mariposa tantas veces dibujada
por mis dedos
recortada contra la luz, contra las sombras
en blanco y negro
tu piel de mariposa que me llama
adentro
me reclama tan despacio como es capaz
tu piel de mariposa es solo una línea
un ancla, una caja, una sorpresa
y nada, al final nada, solo polvo.
Me recuerdo mirándome en tus ojos marrones
buscándome en lo más profundo de tu mirada
escudriñando la posibilidad remota de que me quisieras.
Ahora no tengo anhelos que no pueda satisfacer
ni siquiera el deseo de dormir sobre tu regazo
deshojo la margarita del tiempo con tal parsimonia
que adormezco la ira, el inmenso dolor de la pérdida
masticando el silencio como coca.
Me recuerdo esperándote sentado en el muro de piedra
horas y horas para verte pasar solamente un instante
hermosa, tan hermosa como pasa una diosa entre la jara
tan distante mientras me rozabas, que notaba el abismo en cada pliegue.
El tiempo ha seguido quebrando la piedra granítica del muro de la espera
de forma imperceptible
segura
implacable.
Por eso la piedra no te recuerda ni se mira en tus ojos marrones
ni te ama
ni te anhela.
Oviedo, el centro de la ciudad, es un conglomerado de plazas y plazas alrededor de la catedral. Plazas agradables para el paseo. He tenido la sensación de que Vetusta se mostraba como Clarín la veía, aunque me ha faltado el contacto con los ovetenses para ver si las malas artes que les atribuye en La regenta siguen siendo.
Procesión mínima con dos pasos y muy buena comida que se acompaña estupendamente de sidra natural tirada con maestría por una camarera sudamericana que no parece haber sucumbido a la imposibilidad de la integración.
Demasiadas esculturas con personajes literarios. La visita obligada a San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco que te permite no sólo contemplar dos edificios prerrománicos singulares, sino Oviedo desde el aire, remata un paseo por Asturias agradable.
Me gusta dormir desnudo, acostado en tu regazo
adormecerme frente al mar
dormitar.
Me gusta soñar que sueño sintiendo la brisa en mi costado
y tu me acaricias tan levemente
que apenas te siento, tan solo te sueño.
Me gusta sentir tu pelo, tu tacto tibio.
Acostado en tu regazo no tengo miedo.
Acostado en tu regazo, durmiendo
en tu fragancia envuelto
sueño un sueño dulce y eterno y ya no tengo miedo.
Me gusta andar descalzo
sentir la luz bajo mis pies
que deja un pasado,
apoyarme en los calcañares
coger arena con las manos
ver cómo se escapan los sueños
entre los dedos.
Me gusta andar descalzo
sentir cristales bajo mis huesos
parar
sentir
la luz atrapada bajo mis pies
el aire que huye
los sueños
la arena
el agua fría
la luz cautiva
entre los dedos.
Me gusta andar descalzo sobre tu cuerpo
pararme a beber
luz atrapada entre los recuerdos.
Dejamos Estambúl con la sensación de humedad y de calor. Ha llovido durante la mañana y estamos pegajosos y cansados.
Llegamos a la estación de Haydarpasa en el lado asiático de la ciudad y aguardamos pacientemente que preparen el tren. Karadolu Expressi es el nombre de un tren moderno y cómodo que por 15 euros nos llevará hasta Ankara en cómodas literas durante la noche. Aire acondicionado y un vagón restaurante que por otros 9 euros te da una cena mucho más que aceptable, completan un cómodo viaje hacia Anatolia. Es la primera noche que a las cinco de la mañana no nos despierta la invitación a la oración. Alá es grande.
No hemos parado en Ankara. Se ve una ciudad moderna con edificios oficiales, embajadas y grandes avenidas, pero no nos interesa.
Un coche alquilado nos ayudará a recorrer los 300 Km que discurren por carreteras entre campos que nos recuerdan a Castilla, vendedores de melones y restaurantes de paso donde el té y el pan recién hecho es gratis y la amabilidad es un regalo que se agradece.
Nevsehir es una ciudad mediana y poco interesante que sin embargo abre las puertas de la cappadocia. Göreme es el centro de un mundo mágico, donde dicen que las hadas vivieron con los hombres. Produce melancolía pensar por qué se fueron las hadas.