Relato: “Memetown”
Pocas veces el destino de una persona se debe a un cable pero esta vez fue así, un viejo y gastado cable dejó de cargar un teléfono dejando a Marcos perdido en el parque natural de Izki. – ¡Jo-der! – gritó mientras cerraba el portón trasero de su coche parado en medio de la estrecha carretera comarcal. Entró en el coche y mirando su inerte teléfono móvil volvió a maldecir. – Bueno Marcos, intentemos buscar civilización. – dijo más calmado mientras ponía en marcha el coche.
El viejo Volvo que había heredado de su padre arrancó adentrándose en la densidad del bosque que empezaba a teñirse con los característicos colores del otoño.
La penumbra se apoderaba del entorno, sumiendo a Marcos en una creciente desesperación. Sin avistar ni un pueblo, ni una gasolinera, su búsqueda de algún rastro de civilización se volvía más urgente. Necesitaba desesperadamente encontrar a alguien que tuviera el cable imprescindible para cargar su teléfono o las indicaciones para llegar a su destino al día siguiente: un remoto hotel rural donde le aguardaba la grabación de una boda.
Después de transcurrir aproximadamente media hora, Marcos avistó un camino secundario entre densos pinos, indeciso sobre si aventurarse por esa ruta o continuar. Finalmente, tomó una decisión abrupta, girando el volante y adentrándose en el camino aún más estrecho.
Con la oscuridad ya envolviendo el parque natural, la desesperación se apoderó de él, llevándolo a detener el coche. Descendió y, caminando unos metros, ascendió un pequeño montículo, esperando divisar alguna luz. Su esperanza fue recompensada: a lo lejos, por el mismo camino que se había adentrado, vislumbró destellos de luz entre la densa oscuridad.
Corriendo hacia el coche, aceleró decidido hacia el lugar avistado. Los viejos amortiguadores se esforzaron al máximo mientras recorría una carretera que alternaba tramos de cemento, asfalto y tierra.
Marcos dibujó una sonrisa, al final del camino avistaba varias luces, parecía una calle principal con casas a ambos lados. A medida que se acercaba avistó una gasolinera y a su lado un bar. Más allá de la gasolinera pudo ver varias casas de apariencia muy lujosa que contrastaba con la tosquedad de la carretera de acceso.
Paró el coche al lado de la gasolinera, se bajó y entró en el bar muy gustosamente decorado.
En él había un par de camareros detrás de la barra, de las 6 mesas dos estaban ya ocupadas, en una tres hombres de más de 50 años jugaban a las cartas y en la otra dos mujeres charlaban efusivamente mientras se tomaban un te y compartían una ración de pastel de manzana.
Lo primero que Marcos advirtió fue en la mesa de los jugadores de naipes, uno de ellos le resultaba muy familiar aunque no sabía reconocerlo.
Con cara dubitativa se dirigió con el teléfono en mano al camarero que tenía más cerca.
– ¿Qué le pongo? – preguntó el camarero.
– Póngame un café por favor. – Dijo mientras sentaba en el taburete.
El camarero levantó las cejas al otro camarero que estaba delante de la máquina expresso. Mientras le preparaban el café Marcos puso su teléfono encima de la barra. – Disculpe – dijo Marcos al camarero – ¿no tendrá por casualidad un cargador para el teléfono?
El camarero miró el teléfono y asintió con la cabeza.
– Si lo pudiera cargar me haría la persona más feliz del mundo.
El camarero asintió y se llevó su teléfono dentro de la cocina.
Mientras Marcos saboreaba su café, examinaba detenidamente la mesa de los jugadores de cartas. Aquella cara le resultaba familiar, pero no lograba recordar de qué. Observó también a las dos mujeres disfrutando del té y, una vez más, tuvo la sensación de reconocerlas. Casi al instante, le vino a la memoria el recuerdo que buscaba. El señor inmerso en el juego de cartas era conocido por protagonizar varios memes en internet; según lo que había leído, era originario de Hungría. Sin embargo, la incógnita de por qué se encontraba en ese pintoresco pueblo persistía.
Dirigió nuevamente su mirada hacia las señoras, recordándolas de haberlas visto en otros memes. En ese preciso momento, un chico y una chica entraron en el bar, captando la atención de Marcos. Los observó casi descaradamente, ya que eran los mismos que figuraban en un famoso meme donde el chico miraba a otra chica que pasaba por la calle.
Los dos camareros fijaron sus miradas en Marcos, quien no podía ocultar su asombro. El barista que preparó su café asintió con la cabeza a su compañero mientras este se retiraba hacia la cocina.
Marcos llamó al camarero preguntándole por si el teléfono estaba cargado. – No se preocupe – dijo el camarero – mi compañero acaba de ir a ver si está cargado.
Marcos empezaba a estar algo incómodo. El otro camarero salió de la cocina sin portar el teléfono. – Lo siento, aun está apagado. Me imagino que en un par de minutos ya podrá usarlo. Si quieres otro café, le invitamos a uno. – Dijo el camarero mientras volvía a hacer una seña a su compañero. – Disculpe – dijo Marcos – Ese señor que está jugando en la mesa, el de pelo canoso y barba, ¿no será el del famoso meme? – No, no se a que se refiere. – dijo sin dejar de mirarlo. – Y esa pareja que acaba de entrar y que está sentada en esa mesa, son esa pareja también de otro meme y esas dos señoras también. – dijo un poco alarmado Marcos. – No se a que se refiere – volvió a responder el camarero mientras le ponía el segundo café enfrente de Marcos. – Y usted, ahora que pienso también me suena de otro meme – siguió Marcos. – sí, sí, usted es ese chico con el jersey sin mangas de cuadros rojos, de cuadros escoceses. – Marcos empezó a reír. – Esto es Memetown.
La jugadores de cartas dejaron de jugar, las mujeres dejaron de hablar y tomar el te y la pareja que recién se había sentado en la mesa se levantaron mirando a Marcos. – Bueno, sí. – dijo expirando por la nariz. – es cierto. – ¡Que bueno!, así que aquí, en este pueblo es donde se fabrican los memes, ¿no? – dijo con asombro Marcos. – Sí, es así, el 80% de los memes salen de aquí, es más, la economía de este pueblo se fomenta en estos memes. – Que fantasía. – dijo eufórico Marcos.
En ese momento entró en el bar un agente de policía.
– Y usted, a ver, de qué me suena usted – dijo Marcos mientras miraba con detenimiento el policía que se dirigía hacia él.
– Por favor no se altere – dijo el policía.
– Sí, usted sale en el meme...
– Ya es suficiente – dijo el policía. – ¿qué hace usted aquí?
– Cargando mi móvil, me quedé sin batería y es que necesito ir al hotel, no recuerdo el nombre, tengo una boda mañana, yo no me caso, yo soy el que hace el vídeo y me he encontrado con este pueblo que es todo un meme. Sabe lo que es un meme, ¿no?
– Sí, sí, lo se. Aquí hacemos memes por eso le suena la cara de toda esta gente incluso la mía.
– Wow, es impresionante.
El policía le contó que desde el año 1995 el pueblo vio la posibilidad de crear este tipo de contenido, desde memes a todo tipo de video viral, dejando así atrás otros sectores menos rentables y que era sumamente importante que nadie se enterara. Aunque Marcos le prometió que no se lo diría a nadie, no podía confiar en él.
– El teléfono ya tiene suficiente carga para encontrar donde tiene que ir. – dijo el camarero mientras le entregaba el teléfono.
– Muchas gracias. – dijo Marcos – ¿cuando le debo?
– Nada. – dijo el policía. – Que tenga un buen trayecto, y recuerde.
– Sí, sí, secreto. – Dijo Marcos mientras salía del bar. Al cerrarse la puerta todos los que estaban dentro se acercaron a los ventanales para ver lo que sería la grabación del próximo video viral que subirían a internet.
.....
A los pocos minutos, en una pantalla de un smartphone:
Hola Iván, estás despierto?
Sí
Tienes que ver un vídeo, pero te aviso que es bastante desagradable.
Ya sabes que me encantan. 😍
Pero este es brutal, se ve como a un tipo lo atropellan saliendo de un bar y se ve claramente como le revientan los sesos. 🧠🤮
Pasa el enlace. 😍
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