Escritura Social

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from Psicocriptoautorretrato

Publicado originalmente en octubre de 2015

La humanidad está sangrando. Un río de personas, cientos, miles, cientos de miles, huyen de sus regiones; les masacran, bombardean sus hogares, gasean sus ciudades, les matan de hambre sin trabajo, sin futuro y sin esperanzas. La humanidad está sangrando. La humanidad llora. La cuna del mundo, África, hace siglos que está siendo expoliada, y ahora, Oriente Medio, la cuna de las grandes civilizaciones, se ha convertido en un polvorín, un horrible campo de batalla entre ruinas de monumentos de 4000 años de antigüedad, ciudades antiguas como el desierto con sus edificios partidos por la mitad por obuses indiscriminados. La humanidad llora.

Un gigantesco e imparable tsunami de seres humanos nos pide ayuda. Son personas como nosotros, con nombre, amigos, familia, y dignidad; dignidad para no dejarse masacrar, no dejarse bombardear, no dejarse gasear, no dejarse morir de inanición.

Cada familia con su familia, cada amigo con sus amigos, nos piden, nos ruegan, que no les dejemos morir, cada uno en su idioma: árabe, farsi, dari, inglés, francés. «¡No dejes que muera!».

Enfrente, la gran Unión Europea se quita la careta; el premio Nobel de la Paz es incapaz de reaccionar ante esta lección de vida y sed de vivir. El miedo a perder lo que tiene, a perder una pequeña parte de su modo de vida, lo inunda todo. Una reunión tras otra. Declaración tras declaración. Y mientras, cientos de miles de personas recorren 5 o 6 países a pie en busca de una vida mejor. Miles de personas son apaleadas y empujadas como animales entre reunión y reunión. Embutidas en trenes y numeradas en la muñeca casi como hace 70 años.

Bajo el chantaje del perjuicio económico, de la «identidad cristiana» de Europa, de «la unicidad étnica», de la «seguridad común ante yihadistas infiltrados», dejan que seres humanos mueran en la nada: mujeres, niños, hombres, desolados, sin palabras, impotentes ante vallas de centenares de kilómetros fabricadas con concertinas made in Spain.

Pobre Europa, la llamamos el viejo continente y, después de 3000 años, aún no se ha dado cuenta de que la economía solo es un acuerdo entre iguales que puede ser cambiado a voluntad; el cristianismo solo es una de las miles de creencias espirituales del ser humano; por fortuna, la piel del ser humano es de muchos tonos desde hace mucho tiempo; y los yihadistas van más cómodos viajando en primera clase de aviones y trenes que andando miles de kilómetros.

Pobre Europa, entre acogida y miedo, escoge el miedo; entre solidaridad y desconfianza, escoge desconfianza; entre dignidad y decadencia, escoge decadencia.

Pero aún queda un rayo de esperanza, cada día mayor: la gente común, la gente común que se rebela contra miedo, desconfianza y burocracia.

Aunque la muerte y desesperación de miles de personas ya no es noticia de primera plana en los periódicos, algunas alcaldesas y alcaldes han decidido abrir sus ciudades a la hospitalidad; ciudadanos anónimos se acercan a caminos intransitables para regalar bebida, alimentos, ropa, juguetes.

Centenares de personas ofrecen a refugiados sitio en sus casas, y unos cuantos centenares más recogen a refugiados hambrientos y desesperados con sus coches particulares —arriesgándose a ser multados— para llevarles de manera gratuita y desinteresada a las ciudades con las que sueñan o lo más cerca de ellas que pueden.

La gente común se organiza para vigilar en sus barcos por si alguien cae al agua, hacer llegar mapas de los campos minados de Croacia o avisar de en qué zonas del camino vigila la policía a esta gente que anhela continuar con su vida.

Y es que algunas personas, al contrario que la Vieja Europa, eligen la dignidad ante la decadencia.

 
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from Lo necesario imposible

Hace poco he terminado un borrador que puede que vea la luz, cruzo los dedos. En el proceso de revisión me he dado cuenta de que últimamente escribo sobre lo que se hace añicos y que en este mundo fracturado, lleno de cuerpos quebrados y de trozos diseminados de verdad, aún me queda mucho por descubrir. Quiero seguir explorando debajo de las alfombras, en los claros inhóspitos, detrás del mensaje estándar que los acólitos altavoz nos lanzan a la cara. Lo fijo, lo estable, lo cohesionado, es mentira o es una cárcel. Me declaro roto, me reconozco en mis rarezas, en los fragmentos que quisieron hacerme enterrar bajo capas de cemento y aspiraciones. Escribo de la grieta.

RECONOCIMIENTO

siempre estoy a punto de romperme esto no es una debilidad ni una apreciación tampoco una queja es una evidencia física

estoy a punto de romperme ante ti ahora se disloca la garganta


#poesía #revisiones

 
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from Psicocriptoautorretrato

Publicado originalmente en febrero de 2015

Se miente más de la cuenta
por falta de fantasía:
también la verdad se inventa

ANTONIO MACHADO

El ser humano es un ser eminentemente social; la necesidad de comunicarnos, mezclarnos, fusionarnos y comprendernos es parte de nuestro objetivo primario. Comunicarnos a todos los niveles: físico, mental, emocional e interno. Uno de los medios más antiguos para cubrir esta necesidad es el cuento. El cuento no solo narra una realidad más o menos inventada; el cuento nos hace expresar partes de nosotros mismos que ni siquiera conocemos y, a veces, ni siquiera sospechamos. Un buen narrador es aquel que atrapa al que escucha con la emoción, y esa emoción no se puede fingir.

Cuando asistimos a una contada como oyentes (o más bien como sintientes), no somos conscientes del trabajo que tiene detrás. Un narrador, cuando cuenta, debe saber lo que quiere expresar y por qué, hilando un cuento con la siguiente historia para lograr una unidad fluida: un hilo de Ariadna que se desmadeja a medida que pasan los minutos.

Al igual que escuchar una contada nos limpia y nos hace uno con la tribu, el contar nos lleva a estados de atención, emoción y expresión que durante el resto del tiempo nos son negados. El día a día nos arrastra a una espiral de movimientos automatizados y sin sentido. Cuando contamos, conectamos con nosotros mismos, y esa conexión nos hace sentir más vivos y lúcidos; nos quitamos la máscara ante el mundo. En ese momento somos un canal: un canal entre lo que queremos expresar, lo que necesitamos expresar y quienes quieren oírnos.

Contar cuentos no es solo algo que uno siente o no siente. Si se siente la llamada de contar, de expresar eso que tenemos todos dentro, y emocionar y emocionarnos, es conveniente una preparación previa. Las escuelas de cuentacuentos nos enseñan a relajarnos, a preparar nuestra voz, a perder nuestras inhibiciones ante la gente y ante nosotros mismos; también nos enseñan técnicas para seleccionar, preparar y memorizar nuestros cuentos. Leer, releer, reescribir, pulir y ensayar son parte del día a día del que disfruta narrando.

Algunos narradores prefieren, además de contar, escribir los cuentos que cuentan; siendo parte de su trabajo creativo esta escritura previa. Otros, por el contrario, prefieren poner voz a lo escrito por otros; pero esta voz nunca será una simple repetición ni un eco de lo escrito. El contador hará el cuento suyo y lo expresará desde su propia emoción; cada vez que lo cuente será un cuento nuevo: un día más triste, otro alegre; otro glorioso y otro épico. Porque él es otro sintiente, como el resto de la tribu que ha acudido a escucharle.

Hay quien cuenta vestido para la ocasión; hay quien cuenta con música; hay quien cuenta para adultos, familias, niños o bebés. Cada narrador es único y se expresa de manera única.

¡Atrévete! Conócete a ti mismo. Expresa lo que sientes contando a los demás. Conecta con tu emoción; escapa al sinsentido.

 
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from Retales, por @editora

*** A veces hay que ir con el viento, dejarnos llevar por las corrientes, distanciarse para regresar por otra vía. El camino más corto no es necesariamente el que nos conduce adonde queríamos ir. Ni siquiera es seguro que supiéramos adónde queríamos ir, para empezar. No siempre puede uno caer con soltura sobre un hilo tan frágil. A veces somos torpes, no damos en el blanco o lo hacemos antes de hora, que es otra forma de fallar y de fallarnos. Podemos rondar un lugar mucho tiempo antes de hacerlo nuestro. Lo rondamos, calculamos, nos acercamos. Algunos pájaros describen grandes círculos en torno al árbol donde acabarán posándose. Del msmo modo, es posible que haya que estudiar un lugar desde todos los ángulos para ver dónde está la grieta por la que colarnos. No siempre se entra en los sitios por la puerta principal. No siempre se es bienvenido. Hay que conocer bien al dueño, ponerse en su lugar, apropiarse de los sitios renunciando a la idea de poseerlos. No querer que un lugar sea mío, sino que me permita ser yo, que libere mi potencial de ser. El lugar que dirá algo de mi identidad será entonces el que conserve las huellas de su preparación, de los desplazamientos geográficos, sociales y afectivos, visibles o secretos, que me han conducido hasta él. *** El desorden de las propias mesas de trabajo, con su cohabitación de notas variopintas, hizo aflorar conexiones y ecos allí donde la racionalidad los habría desarticulado. Quizá habría que reconciliarse con el desorden de nuestras vidas, que da pie a emparejamientos felices y colisiones fecundas. *** Escribo en los márgenes. También nuestra existencia se entreteje de ese diálogo entre el texto central y las anotaciones marginales. Nadie coincide letra por letra con el relato de su vida, todos nos construimos también con garabatos al margen, en los espacios vírgenes de la página. Es el encanto de las vías secundarias. Hay que releer lo que se dice bajito y al margen del discurso, en un susurro, en esos epacios en blanco propicios a las reacciones y a los comentarios, en esas zonas donde uno recompone que acaba de asimilar, donde subraya su admiración, su acuerdo, su sorpresa o su incomprensión. ¿Cuántos diálogos se entablan en los márgenes de los libros y cuántas interpretaciones se esconden en los márgenes de nuestra vida?

 
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from Ruido Coloreado

Madrid, febrero de 2025. Tras cuatro días intensivos de Cutrecon encerrado en un cine viendo del tirón hasta media docena de películas que harían vomitar a una cabra tengo la sensación de haber quemado en el proceso suficientes neuronas como para compensar los lustros que llevo sin probar ni gota de alcohol. Mi recurrente culpabilidad de dedicar mi tiempo al puro hedonismo sin hacer lo que creo que la sociedad espera de mí como adulto vuelve a asaltarme para poner la guinda a una gripe A descomunal que me llevé como recuerdo del evento.

Entre delirios febriles y el subirme por las paredes tras varios días en la cama @eolica@frankenwolke.com me comenta que se ha liado la manta a la cabeza y se ha matriculado en Química en la UNED. Algo hace click inmediatamente en mi cabeza. La UNED siempre era una idea constantemente aparcada que contemplaba como opción para estudiar alguna de las dos carreras que quería haber estudiado antes que Teleco pero que por diferentes circunstancias de la vida terminé descartando: Física y Matemáticas.

Pero también llevaba años pergeñando una tercera opción. En un mundo que cada día entiendo menos y me asusta más me gustaría cambiar totalmente de tercio y añadir un punto humanista a mi formación. No quiero ser un tecnobro para quien la tecnología sea un fin en sí mismo y no una herramienta para solucionar problemas. Quiero pensar más y mejor.

La idea de inscribirme en el grado de Filosofía me atraía, pero también me daba una pereza insalvable y además siendo realista sabía que era una empresa condenada al fracaso. Pero afortunadamente ahora la UNED se ha inventado los microgrados, cursos de un año que te permiten picotear en un tema de tu interés y que, si te animas, al terminar se te convalidarán para el grado por si quieres continuar.

Así que entre una cosa y otra acabé matriculándome en un par de asignaturas del Microgrado de Historia de la Filosofía. Y, de repente, me encuentro estudiando a Epicuro y su jardín, buscando una vida sin los miedos que nos producen dolor, soñando con la ataraxia al final del túnel. Unas ideas formuladas hace dos milenios y medio me han resonado muchísimo, no creo que hubiese mejor manera de empezar.

No sé si seré capaz de sacar tiempo para aprobar alguna de las asignaturas que he cogido, ni mucho menos acabar el microgrado. Pero simplemente el haberme embarcado en esto ya ha merecido la pena. Llevaba demasiado tiempo buscando apagar mi cerebro a base de ocio pasivo. Ha llegado la hora de pensar un poco más.

 
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from Cartas de Berni

Visito a mi madre una vez al año (tuve que emigrar) y siempre aprovecho para realizar algunas tareas de mantenimiento en los dispositivos que usa. Cosas simples como limpiar la caché, cerrar dos millones de ventanas y buscar malware. Este año ha sido mucho peor. Me he encontrado con situaciones que me han provocado un gran enfado, y he decidido documentar aquí todos los atropellos que las corporaciones han cometido contra una persona de más de 70 años y cómo he intentado remediar cada cosa.

El problema: Llamadas no solicitadas y chantaje emocional

Una de las primeras pistas de que 2024 fue realmente negro en cuanto al abuso comercial lo encontré en su cuenta bancaria. Parece que mi madre se había suscrito a varios programas de donación pertenecientes a varias ONG mayoritarias.

Si bien es algo loable, decidí consultar con ella para asegurarme de que no estaba domiciliando más suscripciones de este tipo de las que ella podía permitirse. Me contó que solía recibir llamadas por parte de esas organizaciones, algunas de ellas de tono bastante duro. Sorprendido por el comentario, le pedí que me diera más detalles.

Mi madre me contó, a modo de ejemplo, sobre la comercial que intentaba que se apuntase y que le dijo, tras una negativa cortés por parte de mi madre, “si podría dormir con la conciencia tranquila” aquella noche tras decidir no colaborar con el programa. Me cuesta describir con palabras la profunda ira que sentí con aquello.

El remedio: revisión de las domiciliaciones

Como remedio, utilicé la aplicación de banca de mi madre para eliminar todas aquellas domiciliaciones que habían sido obtenidas mediante el uso de técnicas crueles y capitalistas de manipulación. Al mismo tiempo, le recomendé centrar sus colaboraciones en organizaciones con métodos de captación más éticos. También suscribí a mi madre a la Lista Robinson, que describo más abajo.

El problema: Ofertas excesivas de telecomunicaciones

Mi madre está suscrita al paquete básico de una conocida compañía de telecomunicaciones. Eso significa que no dejan de acosarla por teléfono para que contrate paquetes más costosos, llenos de cosas que no necesita.

Mención especial merece lo que pasó hace unas semanas, en las que nos ofrecieron una “rebaja” en el coste del servicio a cambio de un compromiso de permanencia de un año bajo sanción de 80 euros en caso de incumplirse. La comercial dio el menor número de detalles posible y solo me enteré del verdadero significado de la “ganga” cuando me leyó las condiciones finales extremadamente rápido. Colgué el teléfono sin dar mi consentimiento verbal y recibí un correo con la confirmación de la oferta.

El remedio: La Lista Robinson

Para evitar llamadas comerciales y también llamadas de organizaciones supuestamente humanitarias con tácticas comerciales sin escrúpulos, he añadido los teléfonos y el correo electrónico de mi madre a la Lista Robinson, un servicio de exclusión publicitaria en el que puedes apuntarte y también apuntar a cualquier persona que esté a tu cargo. En cumplimiento con la normativa española y europea de protección de datos, las compañías deben usar la lista para evitar lanzar campañas de publicidad dirigida a las personas que formen parte de la misma.

Es importante reseñar aquí que la Lista Robinson no es una bala de plata contra el bombardeo publicitario, ya que es un servicio gestionado por las propias empresas. Sin embargo, es un requisito importante a la hora de enviar una denuncia al regulador si alguna empresa realiza llamadas comerciales sin tu consentimiento a pesar de figurar en ella.

El problema: Basura IA y vídeos fascistas en Youtube

Este será, de lejos, el caso que ocupará más espacio de mi crónica. Va a ser difícil escribir sin enfadarme, pero lo voy a intentar.

Mi madre fue profesora de Historia e Historia del Arte, y le interesan mucho los videos sobre estos temas. También le gusta ver cosas sobre teología, religiones y alguna cosa de cotilleos del corazón, lo que prueba el dicho anglosajón de que la manzana no cae muy lejos del arbol, ya que a mi me gusta ver reality shows de vez en cuando. No me juzguéis.

El problema es que este o cualquier otro conjunto de gustos tan eclécticos suele ser interpretado por el algoritmo de Youtube de la misma forma: fascismo. He renunciado a entender la razón, de verdad. Me desespera.

Descubrí que mi roja y rabiosamente republicana madre, estaba suscrita a unos cuatro o cinco canales que mostraban contenido de extrema derecha. Casi siempre eran cosas como “Perro Sánchez, destruido por este comentario, woke is dead” y cosas así. Cuando le pregunté por ello, me dijo que no recordaba haberse suscrito a esos canales y que simplemente ignoraba esos vídeos cuando aparecían.

Mi madre sabe perfectamente como suscribirse a canales. Así que me puse a curiosear en aquellos canales de extrema derecha a los que aparentemente se había suscrito y quedé helado, porque todos ellos siguen un patrón muy astuto y bastante peligroso.

Si uno retrocede lo suficiente en esos canales, se encontrará con el hecho de que no comenzaron siendo canales de temática fascista. Casi todos empezaron con contenidos relativos a estilo de vida, rumores, prensa rosa, etc. Y de repente, un buen día, suena el silbato y las células durmientes se activan, y empiezan a hablar de noticias publicadas por OK Diario, Begoña Gómez y de la “plaga” de crímenes provocados por extranjeros.

Como Youtube no es que facilite el acceso para gestionar y eliminar suscripciones, la gente no suele borrar las mismas, lo que hace que se queden ahí, alimentando el sistema de recomendación. Ahora, imaginad que esto le pasa a alguien con poca alfabetización digital.

Tomad buena nota de esto, porque Youtube es, a veces, una máquina de fabricar fascistas. Si apartáis las manos del volante, aunque sea un segundo, acabaréis en algún video de glorificación a la Sociedad Thule.

Otras dos cosas que se extendían por sus recomendaciones como una plaga: la publicidad orientada a emociones negativas y los videos generados por IA. Tengo Youtube Premium porque, entre otras cosas, mi mujer lo necesita y me lo puedo permitir. Tal vez por eso nunca me percaté del todo del horror que es la publicidad en los videos de Youtube, con anuncios alarmistas y destinados a provocar emociones como el cansancio, la preocupación o, directamente, el hastío.

La publicidad en este servicio ha alcanzado tal nivel que hace odioso aguantar siquiera diez segundos de la misma. De verdad que le preguntaría a las agencias y comercios cual es la ventaja de que la gente sea molestada sistemáticamente por un anuncio con su producto. A lo mejor, si eres publicista y estás leyendo esto, me lo puedes explicar.

Comparado a los dos problemas anteriores, la legión de vídeos generados por inteligencia artificial es el menor de los problemas, pero irrita mucho y me vais a permitir que use palabras gruesas porque este asunto me toca mucho la moral.

La reciente proliferación de estos vídeos se ha dado merced a una panda de gilipollas que no dejan de publicar en sus canales de mierda lo fácil que es ganar dinero en Youtube mientras te tocas el trombón a base de que ChatGPT, Midjourney o cualquiera de esos programas de generación de vídeo para que el contenido robado te haga los deberes. Mi madre, que sabe del tema por lo que yo le cuento, se ha tenido que volver una experta en identificar las imágenes de mierda, las voces de mierda y los textos de mierda que acompañan a esos vídeos.

El remedio: vigilancia, bloqueo, cuidado

En este caso y a mi pesar, la solución ha pasado por ejercer cierta vigilancia sobre las recomendaciones que Youtube le hace a mi madre. Digo a mi pesar por que, si bien ella me hizo la petición, entiendo que no todo el mundo tiene la misma relación de confianza con sus mayores que la que tengo yo con la mía, y las soluciones que voy a describir pueden no ser las ideales para cada caso.

Antes de que me hables de instalar Linux, dejar Youtube y cosas similares, debo advertir que este texto ha sido escrito desde un portátil con Ubuntu. tengo que decirlo antes de comenzar a escribir sobre la solución para evitar el clásico comentario de “ese tío” sobre lo que debería o no hacer.

El problema en el caso de mi madre es que suele ver Youtube en el móvil y en la televisión. Sustituir la app por algo como Newpipe o Grayjay, que son maravillosas, implicaría que se acostumbrarse a una interfaz diferente y yo vivo muy lejos de ella, así que es crucial que la solución parta por hacer los mínimos cambios posibles en el software que utiliza.

Mi primer paso fue eliminar (con su consentimiento) todos los canales estilo célula durmiente de la extrema derecha a los que se había suscrito por error. Hice lo mismo con los vídeos que no tienen a ningún ser humano detrás.

A continuación, suscribí a mi madre a Youtube Premium. Es una solución que no me gusta porque es básicamente ceder a una forma de chantaje, pero la distancia hace muy difícil que tenga la suficiente facilidad como para explicarle todos los pasos requeridos para usar apps como Freetube.

Por último, añadí la cuenta de Google de mi madre a mi app de Youtube. De esa forma, puedo eliminar cualquier vídeo fascista o generado exclusivamente por IA que aparezca en su lista de recomendados, así como avisar de cualquier contenido o canal sospechoso que asome la patita por debajo de la puerta. Debo insistir en la advertencia que hice antes: esta solución puede no ser ideal en muchos casos, dependiendo de la relación que tengáis con vuestros mayores.

Soluciones alternativas para este caso

Si la persona a la que quieres proteger se desenvuelve más o menos bien con las nuevas tecnologías y no le importa un cambio de interfaz, Freetube, Newpipe y Grayjay son opciones excelentes para quitar casi el 90% de la basura que entra por los canales de vídeo. Pero recuerda: nada puede reemplazar a una vigilancia atenta. Además, aconseja a tu familiar que se fije en las siguientes cosas cuando vean contenido en Youtube:

  • ¿Intenta provocar emociones como miedo o angustia?
  • ¿Hablan de un tema totalmente distinto al tema con el que comenzaron?
  • ¿Está ese tema relacionado con palabras utilizadas por la extrema derecha?
  • ¿Aparece alguna persona real en el vídeo?
  • ¿Aparece alguna voz real en el vídeo?
  • ¿Fomenta teorías de la conspiración, tierra hueca o civilizaciones alienígenas antiguas?

El problema: Publicidad y malware en las noticias

De nuevo, me gustaría expresar mi sorpresa por el hecho de que las empresas paguen tanto para molestar a sus posibles clientes. Además, está el problema de que una gran parte de la publicidad online que vemos se basa en audiencias manipuladas. Hay granjas de móviles en países asiáticos donde a las personas se les paga para pulsar en anuncios de medios occidentales, aunque esa es otra historia y merece ser contada en otro momento.

El remedio: Firefox y Ublock Origin

Este es, con diferencia, el problema que ha sido más fácil de solucionar. Con su permiso, instalé Firefox en el teléfono de mi madre y le añadí Ublock Origin. No solucionará todos los problemas, pero al menos quita un porcentaje muy elevado de basura. Recordad: los bloqueadores de anuncios son una herramienta imprescindible en la tecnología moderna.

Solución alternativa: Servicios de DNS

Hay varios servicios que bloquean publicidad y malware a nivel de DNS, lo que facilita evitar la misma. En el caso de mi madre, he decidido no usarlo porque si uno de esos servicios falla, podría tener dificultades para acceder a cualquier cosa en el teléfono, incluyendo el servicio de acceso remoto que uso para solucionar cosas en su dispositivo. Pero yo lo uso en el mío y la verdad es que, sin ser perfecto, es una bendición. Si quieres probarlo, te recomiendo los siguientes servicios:

Conclusiones: Cuidado y autodefensa contra el abuso y la indiferencia

Cajeros con temporizadores, tornos complicados de pasar, oficinas bancarias que cierran, suscripciones de un clic con formas laberínticas de cancelación... Ser una persona mayor en España es cada vez más peligroso y provoca mayor sensación de desamparo. El coto de los diferentes gobiernos sobre este abuso es, o bien insuficiente, o bien inexistente.

Por si fuera poco, una verdadera piara de canales de vídeo y redes sociales acosan todos los días a nuestros seres queridos para extender sus mensajes racistas, fascistas y provocar miedo y angustia.

Pero la sociedad siempre tiene una herramienta a su alcance: la autodefensa. Hoy más que nunca, debemos enseñar a nuestros seres queridos a identificar y evitar formas sangrantes de abuso y manipulación. Espero haberos ayudado contando mi caso. Si quieres, puedes compartir tus estrategias para proteger a las personas mayores enviándome un mensaje a mi cuenta de Mastodon.

#privacidad #mayores #publicidad #marketing #cuidados #Youtube

 
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from Psicocriptoautorretrato

Publicado originalmente en enero de 2015

En las antiguas tribus, en los pequeños asentamientos, antes, mucho antes del nacimiento de las antiguas civilizaciones, los habitantes del lugar, en noches señaladas o momentos de ocio y relax, se sentaban en círculos alrededor del fuego, hipnotizados por una voz, una voz que les hablaba de llanuras lejanas, de cimas inalcanzables, de hazañas de sus padres y de sus abuelos, y de los abuelos de estos. Cuando el cuentacuentos hablaba, el mundo se paraba y el ser humano escuchaba. El cuentacuentos, a menudo vestido de manera especial para la ocasión, poseía el poder de la palabra, y con ese poder sanaba a los que escuchaban de una manera especial y única. El cuentacuentos era el encargado de la kátharsis (purificación) del grupo; mediante sus historias, basadas en arquetipos universales comunes a la humanidad —la chamana, el chamán, el mago, la maga, la reina, el rey, el héroe, la heroína, el sabio, la pitonisa…—, limpiaba a sus iguales de sus nudos emocionales, psicofísicos y espirituales.

Cuando escuchas un cuento —los bebés, cuentos para bebés; los niños, cuentos para niños; los adultos, cuentos para adultos—, te haces uno con el resto de la tribu, tus iguales, que comparten contigo esa palabra que masajea lo más profundo de tu psique y tu emoción.

Avrah kahdabra, «yo creo como hablo». La palabra se hace realidad: la pena te abruma e inunda tus ojos de lágrimas, la risa descontrolada te deja sin resuello, la intriga te deja sin respiración. De nuevo eres uno más de una tribu, protegido del frío por una gran hoguera y simplemente escuchando. Y sales purificado y revitalizado.

El cuento no es solo un cuento. El cuento es genuinamente humano y humanizador. El cuento te hace vivir tu vida dentro de la de otros, te hace vivir esos pequeños instantes de magia que necesitamos en nuestra vida.

Magia, sí, magia, aquella que este sistema inhumano y deshumanizador nos quita día a día, encerrados en oficinas, rodeados de ordenadores, con luz artificial, con aire reciclado, saliendo de casa apenas amanece y llegando mientras cae la noche. El cuento es un punto de apoyo inmemorial para no perder el sentido y caer en el sinsentido, aunque la vida está para vivirla.

El ser humano, en lo más profundo de su alma, aún anhela la tribu, volver a la tribu, cada vez más una tribu de todos y para todos, compartiendo viajes a través de enormes desiertos, selvas impenetrables, descansando junto a mares, ríos, lagos, sin importar la etnia, color, género o edad. Viajes sin absurdas fronteras, líneas gruesas sobre mapas que, al fin y al cabo, son solo proyecciones de la realidad. Proyecciones que algunos, en algún momento, crearon para no perder el control sobre algo incontrolable. Aquellos que, cuando el cuentacuentos alzaba sus manos para pedir silencio, murmuraban entre sí y se alejaban a la seguridad de su choza, con sus enseres perfectamente ordenados, clasificados y fáciles de manejar.

Deja que te cuenten y, si puedes, cuenta a los demás.

 
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