Viajar siempre nos parece una huida. Nos vamos de vacaciones con la esperanza de desconectar de lo cotidiano, de cargar las pilas, pero solamente hay un sitio dónde no podemos huir y es allí donde nosotros mismos no estamos, de manera que al final nunca nos vamos, nunca volvemos y nuestros problemas viajan con nosotros, puede ser que adormecidos por lo que ven nuestros ojos o narcotizados por lo que disfruta nuestro cuerpo, pero basta la idea de volver para que todo lo que hemos pretendido dejar atrás aparezca de nuevo como actual e inmediato
En Ucrania los combates en la zona del Donetsk continúan, pero con la habitual desinformación que tenemos, desconocemos si lo que se pretende es presionar al actor matando a sus mandados o matarle a él directamente y evitar un número mayor de víctimas. Para los que nuestra formación militar se ciñe a lo visto en las películas de cine, lo importante era acertar al jefe de los indios y estos se retiraban. Ahora sabemos que lo importante es mantener vivo al jefe y matar el mayor número posible de adeptos y civiles en general, después se negocia con el führer cual será su situación en el gobierno. Constato que la vorágine constructora que vivimos en este país es absolutamente descabellada. Solamente se salvan las zonas en la que hay un cuartel militar o una prisión como la que he tenido ocasión de contemplar en Santoña que resultó ser el único paraje en la zona libre de casitas o similares. Colmatado el territorio ahora son las ciudades el objetivo echando a sus habitantes de ellas con la subida de precios y metiendo a los turistas en sus casas.
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Antes de nada quiero pediros disculpas
porque ya solo quiero volver
desandar el camino andado
volver sobre cada una de las pisadas
dadas
exhalar todo el aire respirado
y volver
ahora mismo solo quiero volver
tan rápido como pueda
volver
y dejar delante lo que no he visto
porque ya no lo quiero
no me interesa el tiempo que viene, ni la luz que ha de crearse
ni lo sonidos que han de producirse
solo quiero volver al útero personal
a mi refugio más querido
al recuerdo amable de tus pechos.
Disculparme por no seguiros más
estoy cansado
triste
y solo quiero que mis pasos retrocedan
regresen a las postas en las que paré
porque no quiero ya casi nada
que no sea un pasado más pequeño e íntimo
la soledad merecida, la que no se impone.
El tiempo que me buscaba la espalda me ha alcanzado
y solo quiero huir hacia atrás tan deprisa como sea posible
solo quiero volver
volver
y cerrar los ojos, dejar el dolor delante
la miseria de los segundos huecos
los minutos secos
las horas rotas.
Os pido disculpas, pero me vuelvo.
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De entre todas las cosas que hago
la que más me gusta es distraerme
perder el hilo
saltar mentalmente hasta que no hay ya salto posible porque todo es blanco.
De entre todas las cosas que hago
la que menos me gusta es pasar miedo
perderme en una pelea.
Por las noches sueño con violentas peleas
golpeo
doy patadas
a veces empuño un arma con la que disparo a bocajarro y mato.
La oscuridad está siempre ahí
tan dispuesta como sea necesario para que no me distraiga
y me busca la espalda por la noche
y por eso duermo poco
porque no le quiero dar ventaja
permitir que me llene la cabeza de sangre y huesos rotos
que esparza por el aire el olor de la ira desatada, sin sentido
la sensación de que se abre la carne y se quiebran los cuerpos.
Cada minuto que duermo le doy una oportunidad y no quiero
cada minuto que estoy despierto, vigilante,
sé que no tiene posibilidades
y a pesar del esfuerzo
el cansancio perpetuo
la somnolencia
me gusta la vigilia distraída, en blanco.
A veces me despierto sobresaltado
acabo de matar a alguien
sangre fría
en una ejecución reglada
que cuadra las cuentas del otro lado
o quizá sea al revés y es la cotidianidad la que cuadra el balance
la que me permite dejar mi saldo a cero.
Recuerdo haberme dormido bajo los efectos de la anestesia y despertarme limpio
sin necesidad de haber ajustado cuentas con la oscuridad
Recuerdo sentirme en paz
creo que en un estado feliz
y sé que son las drogas las que tienen el poder sobre la sangre y no yo mismo.
De entre todas las cosas que hago
hay más de las que yo deseo
que son inconfesables.
Siempre temo que terminen ganado la batalla.
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José Ramón Zuaznabar me dijo que a él le era imposible masturbarse soñando con la mujer que amaba. Zua, que era como le llamábamos murió con apenas 18 años de un síncope mientras se duchaba y no digo esto tras de aquello por verlo relacionado sino porque así me han venido las ideas a la cabeza. Zuaznabar y yo éramos buenos amigos y compartíamos nuestra ubicación en clase. Antiguamente los amigos se hacían en función del apellido pues esa era la forma en la que los profesores dividían a la tropa de alumnos. Avilés, Berenguer… Merchán, Merino, Molinero, Ocaña. Ocaña era un comunista convencido, como su padre con el que años después coincidí en IU. En las últimas filas, Oria, Oliva y Zuaznabar que si ese año tenía mala suerte andaría en su pupitre solo durante el curso entero.
Yo discrepaba de Zuaznabar, a mi me era sencillo pensar en ellas mientras me tocaba, quizá porque estaba enamorado de muchas, sin embargo para él esa imposibilidad era la prueba inequívoca de si tu amor era verdadero o solamente encerraba sexo y necesidad.
Durante meses anduve preocupado sobre mis verdaderos sentimientos hacia las mujeres con las que soñaba en mis noches intranquilas; superado el problema de masturbarme aun sabiendo que por su causa muchos males se terminarían cebando en mí, ahora resultaba que si aparecían en mis ensoñaciones era que mi amor hacia ellas no era de buen ver.
Éramos adolescente y hablábamos con cierta libertad de estos temas entre nosotros. José Ramón, como yo, nunca fuimos de esos que con mirar a una chica la tenían derrotada a sus pies, así que la masturbación era por lo general una salida airosa a nuestra pulsión.
Hoy me he acordado de él, no se si a cuento de tanta mierda de noticias sobre los EE.UU. o por otras cuestiones que no viene al caso nombrar, pero lo cierto es que su presencia, su sonrisa, que era fina y franca como pocas y la forma tan lastimosa en la que truncó sus sueños se me han revelado tan claras como un manantial en lo alto de la montaña.
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Al otro lado hay otro mundo
una luz desconocida
una oscuridad que no he visto
y tú no estarás.
Al otro lado no tengo el control
no sé si todo estará cabeza abajo
o será rutina y sitio y cosas amables
y tú no estarás.
Tengo miedo
de pasar el límite
cruzar la línea imperceptible
pisar sin saber si hay suelo
tocar sin conocer el tacto, la piel
sentir una temperatura nueva
saber un sabor desconocido
y tu no estarás.
Tengo miedo de no volver
de no poder volver
de no querer volver
de no tenerte
de no saber
y quiero ir, saberme valiente
probar otros besos, caminar otras calles, volar otros cielos
y tú no estarás.
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Es muy posible que todo o parte del mundo del esoterismo se demuestre algún día como realidad tangible. Yo soy escéptico, no digo ateo, más bien como me enseñó Tierno Galván soy agnóstico para estas cosas, así que no ando preocupado con ellas ni me atormenta si la balanza de la verdad se inclinará por unas o por otras, lo que no me impide de vez en cuando saltar la línea del materialismo militante y encomendarme a brujas y meigas «no sea que..» y esto es lo que hice un fin de semana participando con amigos en un curioso ritual en la playa aprovechando la noche anterior al solsticio de verano.
A la española, es decir con mucha comida y aun más bebida, a las doce en punto hora local la inmensa mayoría de los congregados en la playa, de espaldas mojamos nuestros pies enunciando mentalmente un deseo. Yo no recuerdo el mio, lo digo de verdad aunque conociéndome como me conozco, seguro que incluía algún matiz sexual, o ni siquiera pedí nada, con esa dosis exagerada que tengo de creencia en mi mala estrella. Después saltos a las brasas, más alcohol, y los primeros descubrimientos de gente sobre la que merecería la pena pararse y conocer y según las horas se abrían camino, la playa poco a poco dejaba su arena a disposición de los últimos, los resistentes, que allí y entonces, fuimos Jesús, Curro y yo mismo en un intento etílico de entender el país en el que vivimos y ya de paso de apañarlo si quiera para hacerlo habitable. Al final, con el sol crujiendo desde el levante se nos acercó Mari Paz, con más alcohol de lo debido y contando una historia trágica de quien anclado en ideas antiguas y poco amables para con los demás, siente que el mundo gira a la contra y no como siempre había sido. Le dije a Mari Paz que era albañil y no se lo creyó, ella me dijo que era periodista y no me lo creí, así que los dos incrédulos discrepamos sobre casi todo.
Hecha la buena acción del día, oír al que necesita ser escuchado, volví a mi casa de fortuna, de amanecida, con ese ruido de fondo que deja el ron en la cabeza.
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Debajo de la piel siento el hueso rotundo de mi calavera
la frente
el arco ciliar sobre el cóncavo hueso
el pómulo sobresaliente.
Debajo de la piel estoy yo resistiendo
estructurado ante todo
preparado para decir las palabras
la frente que piensa
los ojos que te miran.
Debajo de la piel hay un mundo que no me pertenece
yo mismo futuro
lo que permanecerá cuando nadie recite mis versos
un esqueleto esbelto y hermoso.
Debajo de mi piel la vida se desespera por seguir
y yo lo siento poniendo mi mano en mi frente
notando el hueso personal
íntimo
de donde salen todas las palabras.
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