DanielSanz

¿Quien soy? No lo sé, no es algo que me haya preguntado nunca, ¿acaso podré saberlo algún día? Como seres humanos no creo que podamos decir nosotros mismos quiénes somos sino qué tan solo las personas que nos rodean son las únicas que podrían aglutinar todas nuestras facetas y trazar de esta forma un dibujo abstracto con todas ellas que intente reflejarnos.

Yo puedo decir lo que me gusta, lo que me desagrada lo que querría hacer y todo aquello que me lo impide.

Lo único que tengo claro es que soy una persona cansada, muy cansada. Un guerrero contra la vida sin armas para defenderse, tan solo dispongo de mi resistencia contra los golpes y fuerza de voluntad para levantarme una y otra vez para seguir avanzado con paso cansado. No por mi, sino por mi familia. Sin ella estoy seguro que haría mucho tiempo me hubiese rendido.

Me considero (repito que deberían ser las demás personas quienes digan como soy) una persona amable, generosa y deseosa de ayudar a los demás. Por desgracia el resto del mundo traduce eso como un gilipollas al que utilizar cuando lo necesite y no pagarle ni dándole las gracias. Por fortuna puedo decir que eso, ahora que tengo 45 años, ya no es así. Cuando alguien que no sea un amigo (y tan solo considero a dos personas así) me pide algo mi respuesta es muy sencilla. Pídele ayuda a tu puta madre.

La mejor forma con la que me puedo describir es cansado, una persona con cansancio crónico. A nivel físico hay una respuesta química para ello. Tengo hipotiroidismo, lo cual pese a estar medicado hace que siempre te falten las energías. Mi cuerpo no es capaz de asimilar la vitamina B12, por lo tanto debo pinchármela dos veces al mes y esto genera cansancio y falta de energía adicional. Además tengo síndrome de las piernas inquietas lo que sazona un serio problema a la hora de relajarme en la cama para tener un sueño reparador y como guinda del pastel le sumamos altas capacidades a la ecuación con un cerebro hiperactivo que en cuanto se despierta se pone a pensar en quince cosas a la vez y ya no puedo volver a dormirme…

Pese a todo esto soy capaz de sobrellevar la carga, lo que más me cansa son el resto de personas. Gente envidiosa, traicionera, mezquina, que consideran que el hecho de que yo tenga una mente abierta significa que ellos tengan el derecho a introducir sus opiniones en ella y deban parecerme bien. No hijo mío, yo te escucho porque tengo más educación que tú, sopeso tus opiniones y argumentos pero no pienses que ello signifique que comulgue con ellas o te de la razón. Y cuando descubren que es así, se termina el diálogo porque yo debo escuchar sus argumentos, ellos no van a perder el tiempo en escucharme a mí.

Llevo más de treinta años en Internet utilizando foros, newsletter, comunidades y redes sociales y cada vez estoy más cansado. Aún así sigo caminando.

No puedo callarme, no puedo cerrar los ojos y hacer como que no veo lo que ocurre. Me parten la cara y les escupo a la cara los dientes porque soy así. Me llaman pedante, buscabullas, irreverente y, como imaginaréis, cosas peores. No considero que sea nada de eso, aunque comprendo que me consideren así. La gente cobarde busca sus grupos, se apoyan entre ellos y se defienden. De cara a la galería por supuesto porque luego entre ellos se apuñalan por la espalda. Veo todo eso y digo lo que opino, porque necesito decirlo, para que sepan que yo sí veo al rey que va desnudo.

Podría escribir esto en un diario y guardarlo en un cajón, eso solventaría la parte en la que verbalizó mis pensamientos, más falta todavía una parte muy importante.

Gritar a todos que el rey va desnudo. Lo veo, y lo señalo. Tan solo espero que alguien más también lo vea y sean conscientes que su careta ya no sirve. Eso, o que me encierren en un siquiatrico y me den drogas gratis.

Herencia familiar

Carlos espera con ansia que su padre llegue a casa, no es que le tenga especial cariño, de hecho no le tiene ningún cariño. Ni él ni sus dos hermanos pequeños que están sentados a la mesa con los ojos vidriosos por el sueño y las tripas rugiendo por el hambre. Son demasiado pequeños para insultar a su padre, pero no tardarán mucho en lograrlo. -Mamá ¿cuando llega papá? -Pregunta Roberto con un hilo de voz, a pesar de que sabe lo que va a suceder no puede contener la pregunta. -¡Que te calles joder! En el diminuto comedor no se escucha nada, tan solo el frotar de manos de Paca, la madre de las tres criaturas que esperan la comida. No tiene dinero para crema de manos y sus manos son ásperas como las de un marinero. De madrugada friega escaleras y por las tardes casas de otras personas. Su paga son unas pocas monedas, las rodillas destrozadas y los riñones machacados. Hace años que no camina bien y de la espalda mejor no hablar. Las vecinas dicen que no necesitaría cargar cubos de agua, con las lágrimas de dolor que brotan de sus ojos apagados cada vez que tiene que levantarse podría fregar toda la vida. Malditas zorras les grita la Paca cuando se las cruza. -Somos zorras y a mucha honra, doña dignidad. ¡Por lo menos nuestros hijos comen todos los días! -Responden riendo a carcajadas.

El pequeño reloj que tienen encima de la televisión marca las nueve y cuarto de la noche, los niños ya tendrían que estar en la cama con la tripa llena por la cena y un pijama limpio después de bañarse. Todavía no han cenado, ni siquiera saben si lo van a hacer. Lo que sí saben es que el baño no se lo dan, su madre les dice que ya está fregando todo el día, y su padre que los hombres no hacen eso. Se escucha un golpe en el portal, unos pasos pesados que tienen problemas para subir los peldaños de la escalera y una llave que recorre la puerta buscando el hueco donde debe ser introducida. Los niños no dicen nada, se levantan y van solos hacia la cama, saben que esta noche tampoco se cena. -¡Hijo de la gran puta! -Su madre va corriendo hacia la puerta la abre de golpe y su marido cae a plomo sobre ella, como ya es experta logra esquivarlo y cae al suelo dándose un costalazo que le arranca un estridente grito. Carlos se tapa la cabeza con la almohada para no escuchar la pelea. Odia a su padre, odia ese olor a vino barato que trae y odia la cara que pone su padre cuando introduce una tras otra todas las monedas de la paga que le dan en la tragaperras del bar de la esquina.

Carlos recuerda todo eso mientras está tirado en el suelo de su casa. Llega borracho, la paga que le han dado por ser viernes se la ha gastado entera en el bar de la esquina. No tiene muy claro como ha llegado hasta casa ¿le habrá acompañado algún parroquiano? Huele a orina, imagina que se habrá meado. Lo único que escucha son los llantos de su mujer de desesperación y de su hijo pequeño de hambre. -Puta vida, como te odio papá. -Murmura de forma ininteligible.

Hoy es lunes y son las 5:47 de la mañana, un poco justo pero seguro que me da tiempo para compartir un pensamiento con todos vosotros. El viernes por la tarde decidí cambiar mis hábitos, desinstalé Clash Royal, un juego móvil al que llevo jugando un par de años porque logré mi objetivo de llegar a 9.000 copas en una parte del juego (el máximo) y por otro llegar a Liga Legendaria (el máximo). Si seguía jugando ya sería enfermizo porque me propondría entrar en el Top de España, luego de Europa... y a fin de cuentas era algo que empecé a jugar para distraerme y se convirtió en competición. Por lo tanto, con esta liberación de tiempo y estrés elegí volver a leer novelas, algo que siempre fue mi gran pasión (yo de pequeño no estudiaba para leer novelas) y hacía años que no hacía porque tan solo leía libros técnicos o históricos para aprender, no para disfrutar de la lectura. Rescaté el Kindle que tenemos por casa, lo cargué y seleccioné tres novelas para empezar. Y no os podéis imaginar que paz, que tranquilidad, que alegría es volver a leer. La primera fue una tremenda mierda que ya os contaré otro día, pero la segunda me está gustando mucho. En papel no pienso volver a leer, todo va a ser en formato digital por motivos personales. Tanto mi mujer como yo somos unos enamorados de la lectura, tanto es así que al juntar nuestras bibliotecas y estar juntos nos hicimos con una biblioteca de más de mil libros que, al tener que mudarnos a un piso, debimos regalar casi todos quedándonos con unos pocos cientos.... Y no podéis imaginar lo que duele eso. Ya son las 5:54 así que toca ir despidiéndome para salir hacia el trabajo. Como resumen os diré que me sorprende mucho lo fácil que nos olvidamos de nuestras pasiones, en mi caso leer novelas, porque nos obligamos a hacer algo más productivo con nuestro tiempo, en mi caso leer libros técnicos para aprender. Otra vez nos olvidamos de quienes somos buscando trabajar más en detrimento de tan solo desconectar y buscar ese niño interior que tanta falta nos hace en estos días.

Hoy es domingo, son las 10:13 por lo que voy un poco más tarde de lo habitual. Estoy terriblemente cansado, la semana ha sido dura y ayer aproveché para hacer un montón de cosas y pasear aprovechando que hacía buen tiempo, en total unos veinte kilómetros. La cuestión es que hoy tan solo tengo ganas de estar tumbado y terminar una novela que comencé el viernes por la tarde. ¿Parece un buen plan verdad? Después de pasear temprano, llegar a casa, recoges la cocina y el cuarto, preparo una cafetera, escribo este pequeño texto para ver que tal funciona la plataformas de blogs que estoy probando.... Y ya via libre, a tumbarse al sofá disfrutando de una buena novela. Tan solo falla un pequeño detalle, mínimo incluso. La novela es una puta mierda. ¿O no? Tengo una duda que, espero, me podáis ayudar a resolver. La idea de la novela es buena, muy buena. Ya os hablaré con más calma de ella en un futuro, tranquillos. Como digo la premisa me gusta, es original, atractiva, habla sobre el sector literario, las modas, la adicción al éxito, morir de éxito, pasar de moda.... Son temas muy interesantes. ¿Por qué digo entonces que es una mierda? Porque todos, TODOS los personajes son imbéciles.. La protagonista es para cogerla y darle de tortazos hasta que se te canse el brazo, la némesis es una imbécil pusilánime que ni pinta ni corta, y los movimientos que hacen no tienen ningún sentido. De por si esto es algo bastante habitual a día de hoy (por desgracia) doy por hecho que la mayoría se habrá imaginado alguna novela de adolescentes... Las protagonistas son mujeres hechas y derechas de sesenta años, con estudios y trabajos de éxito que se comportan como niñas de quince años. Entonces, llegados a este punto, yo os pregunto. Partiendo de la base que la autora de la novela es una escritora conocida, que la idea central como tal me gusta, que voy por la mitad de la novela y que hoy es domingo... ¿Debería rendirme con la novela y aprovechar este día festivo comenzando otra novela o me sacrifico y la termino a ver si mejora?