Este es el primero en una serie de artículos sobre creación y administración de una pequeña instancia de Mastodon desde el punto de vista de un moderador.
El primer recuerdo que tengo tal vez sea inventado. Estoy tumbado en una superficie y mis ojos pueden ver una especie de bóveda de piedra. Una mujer de cabello rubio me mira desde arriba y sonríe. Mi mente identifica a esa persona como madre.
El segundo recuerdo que tengo tal vez también sea inventado. Mi madre me lleva en silla al supermercado, un lugar de dimensiones descomunales para mis ojos de niño pequeño.
Cuando le cuento esto a mi madre, me dice que ambos recuerdos son plausibles. Mi bautismo tuvo lugar en Covadonga, lugar que tiene abundancia de techos de piedra, y mi madre llevaba mechas rubias en aquel tiempo. En cuanto al supermercado, es probable que ocurriese varias veces.
Mi madre siempre dice que fui un niño fácil de criar, que es la manera que tienen las madres de referirse a aquellos niños que fuimos lo bastante astutos como para ocultar nuestros delitos. Mi madre nos dio una educación a mi hermano y a mí mientras sufría los ataques de una sociedad machista y patriarcal que intentó quebrarla sin tregua. Una de mis grandes frustraciones es no haber tenido la edad o el conocimiento suficiente para defenderla durante aquellos años.
Recientemente, un grupo de personas ha estado intentando, de nuevo, quebrar a mi madre. Pero esta vez no ha sido nuestro entorno, familiares o monjas bienintencionadas. Esta vez las cosas vienen desde una red social. La diferencia es que esta vez me pilló crecidito y preparado para pelear.
Facebook y la tortura de personas mayores
Que Facebook es una de las compañías más perniciosas y malvadas del mundo está ya fuera de toda discusión. Sin embargo, no puedo negar que a personas como mi madre les resulta una herramienta imprescindible para luchar contra la alienación y la soledad, sobre todo desde que tuve que marcharme al extranjero.
Con el paso de los años, ha ido tejiendo una red de apoyo virtual que le ha sido de cierta ayuda para paliar la tristeza causada por mi ausencia. Al menos así era, hasta que Facebook comenzó a suspender el uso de su cuenta.
Uno de los problemas de redes sociales masificadas como Facebook radica en la ausencia de contexto a la hora de establecer denuncias. Mi madre, conocida por sus posiciones feministas y de izquierdas, fue silenciada debido a ciertos comentarios sobre cierta política española cuya maldad y sociopatía provocó la muerte de siete mil personas.
El problema de este tipo de suspensión es que, desde ese momento, la cuenta queda en la mirilla de la compañía y todo cuanto se publica en ella pasa por uno de sus estúpidos sistemas de filtrado. Que una empresa privada se dedique a bloquear a una persona mayor, aislándola e impidiéndole las funciones más básicas de publicación y moderación me parece un absoluto escándalo.
En el caso de mi madre, una vez los sistemas de filtrado marcaron su cuenta, esto se convirtió en un caso de maltrato psicológico. Varias veces me llamó, en lo más crudo de su soledad, con la angustia de no poder publicar mensajes para sus amigos. Intenté ayudarla para crear una segunda cuenta, pero a Facebook no le gusta que sus presas intenten escapar de la tortura.
Voy a insistir en esto porque me parece escandaloso: Prohibiendo realizar cambios en su cuenta relativos a sus amistades, rechazando apelaciones correctamente fundamentadas y no permitiéndole tan siquiera publicar un mensaje en su cuenta para que sus amigos supiesen lo que estaba pasando, Facebook ha cometido abuso sostenido y sistemático contra una persona mayor.
Pero, como he dicho antes, esta vez yo estaba preparado.
El Fediverso como faro
Mi madre no usa Mastodon de forma tan intensa como usa Facebook. Sin embargo, crear una instancia para ella no tiene ese objetivo. La instancia que he creado es más bien un faro, una casa con luz en su ventana. Un lugar en el que ella podría refugiarse y seguir expresándose como le gusta hacerlo sin depender de una compañía que se ha construido sobre la desinformación y el genocidio.
La próxima vez que los jóvenes fascistas bien peinados de la red social mayoritaria llamen a su puerta en mitad de la noche, ella sabrá donde puede refugiarse. En la instancia, la casa, que su hijo administra para ella. Viviendo a miles de kilómetros de distancia, no puedo imaginar mejor manera de invertir mi tiempo que en proteger a la persona que me protegió durante décadas.
Tal vez sea una sombra bastante pobre de aquella protección, pero al menos es algo que puedo hacer para ayudarla. En los siguientes artículos pienso detallar como creé la instancia que llamamos Caseitor (una broma familiar que nació hace años), así como lo que he aprendido de ello.
Espero que mi escritura le haga justicia a la gran satisfacción que se puede obtener de construir un lugar seguro para la gente que te importa.
#UnaInstanciaparamiMadre
Puedes seguirme en Mastodon y en Bookwyrm, aunque no puedo imaginar por qué harías tal cosa.