Cartas de Berni

UnaInstanciaparamiMadre

Este es el segundo en una serie de artículos sobre creación y administración de una pequeña instancia de Mastodon desde el punto de vista de un moderador. Puedes leer otros artículos de la misma colección haciendo clic en el hashtag que aparece al final de esta entrada.

He hablado anteriormente de las razones que me motivaron a crear una instancia para mi madre. Aquí hablaré de algunas consideraciones técnicas que tuve que analizar a la hora de crear la instancia.

La primera pregunta a la que uno debe responder al crear una instancia en Mastodon tiene que ver con hasta qué punto quieres/puedes estar involucrado en el proceso técnico. Ante mí, tenía dos opciones:

  1. Crear mi instancia desde cero y ocuparme de casi todo.
  2. Contratar un servicio para gestionar la instalación y detalles técnicos de la instancia, centrándome únicamente en la moderación y administración.

Me decidí por la segunda opción debido a mi trabajo diario, bastante exigente y sin demasiado tiempo para supervisar todos los aspectos técnicos necesarios. Si tu camino es la primera opción y quieres crear y administrar la instancia a los niveles más básicos debes asegurarte de:

  • Tener tiempo.
  • Mantener el servidor actualizado en cuanto a versiones y seguridad.
  • Controlar el flujo de tráfico de forma muy activa.
  • Controlar el uptime o cantidad de tiempo durante la cual está operativa la instancia.

La decisión de ceder ciertas tareas técnicas a terceros facilitó bastante el siguiente paso en la toma de decisiones, ya que actualmente solo he encontrado un servicio realmente especializado en gestionar instancias a buen precio, y es del que te hablaré a continuación.

Masto.host: Alojamiento de instancias

Masto.host es un servicio de hosting administrado por Hugo Gameiro y dedicado en exclusiva a alojar instancias de Mastodon. A la hora de crear una instancia de Mastodon, el servicio de Masto.host tiene precios que van desde los 6 euros al mes (instancias pequeñas, de unos 5 usuarios activos, aproximadamente) hasta los 89 euros al mes (para unos 2.000 usuarios activos, aproximadamente).

No importa en qué lugar busques la información; todo el mundo habla mucho y muy bueno de Hugo. Algo que he tenido oportunidad de corroborar yo también, ya que suele ser rápido en responder a cualquier duda técnica que tengas. Todo el proceso de crear una instancia y ponerla a funcionar apenas lleva 5 minutos, sin contar las opciones de configuración de las que hablaremos en el siguiente capítulo.

Elección de dominio

Una vez decidido el tipo de alojamiento y cómo de implicada querrías estar en los detalles de la instancia, debes decidir si utilizarás un dominio personalizado para la misma (nombre.com, nombre.social, etc.) o prefieres usar el dominio genérico que te proponga el servicio (nombre.masto.host).

En mi caso, decidí quedarme con el dominio genérico. Todavía es pronto para saber si mi madre llegará a ser una usuaria muy activa de la red y podría acabar perdiendo interés en el uso de la misma. También es posible que llegásemos a decidir utilizar otro software de redes sociales como Bonfire o Hubzilla en función de lo que necesite, así que siempre podría servirme de la capacidad para migración de datos de ActivityPub y escoger un dominio personalizado más tarde. Sea como fuere, esta es una decisión importante, así que no la tomes a la ligera.

Una vez hemos tomado estas decisiones, Masto.host deja tu instancia creada en cuestión de minutos. Y es entonces, cuando dejamos el apartado técnico atrás, la hora de tomar decisiones importantes: registros, moderación de contenido y etiquetas, y la que sin duda es la parte que más trabajo me ha llevado: las listas de bloqueo. De todo ello hablaremos en la siguientes entregas.

#Unainstanciaparamimadre


Puedes seguirme en Mastodon y en Bookwyrm, aunque no puedo imaginar por qué harías tal cosa.

Este es el primero en una serie de artículos sobre creación y administración de una pequeña instancia de Mastodon desde el punto de vista de un moderador.

El primer recuerdo que tengo tal vez sea inventado. Estoy tumbado en una superficie y mis ojos pueden ver una especie de bóveda de piedra. Una mujer de cabello rubio me mira desde arriba y sonríe. Mi mente identifica a esa persona como madre.

El segundo recuerdo que tengo tal vez también sea inventado. Mi madre me lleva en silla al supermercado, un lugar de dimensiones descomunales para mis ojos de niño pequeño.

Cuando le cuento esto a mi madre, me dice que ambos recuerdos son plausibles. Mi bautismo tuvo lugar en Covadonga, lugar que tiene abundancia de techos de piedra, y mi madre llevaba mechas rubias en aquel tiempo. En cuanto al supermercado, es probable que ocurriese varias veces.

Mi madre siempre dice que fui un niño fácil de criar, que es la manera que tienen las madres de referirse a aquellos niños que fuimos lo bastante astutos como para ocultar nuestros delitos. Mi madre nos dio una educación a mi hermano y a mí mientras sufría los ataques de una sociedad machista y patriarcal que intentó quebrarla sin tregua. Una de mis grandes frustraciones es no haber tenido la edad o el conocimiento suficiente para defenderla durante aquellos años.

Recientemente, un grupo de personas ha estado intentando, de nuevo, quebrar a mi madre. Pero esta vez no ha sido nuestro entorno, familiares o monjas bienintencionadas. Esta vez las cosas vienen desde una red social. La diferencia es que esta vez me pilló crecidito y preparado para pelear.

Facebook y la tortura de personas mayores

Que Facebook es una de las compañías más perniciosas y malvadas del mundo está ya fuera de toda discusión. Sin embargo, no puedo negar que a personas como mi madre les resulta una herramienta imprescindible para luchar contra la alienación y la soledad, sobre todo desde que tuve que marcharme al extranjero.

Con el paso de los años, ha ido tejiendo una red de apoyo virtual que le ha sido de cierta ayuda para paliar la tristeza causada por mi ausencia. Al menos así era, hasta que Facebook comenzó a suspender el uso de su cuenta.

Uno de los problemas de redes sociales masificadas como Facebook radica en la ausencia de contexto a la hora de establecer denuncias. Mi madre, conocida por sus posiciones feministas y de izquierdas, fue silenciada debido a ciertos comentarios sobre cierta política española cuya maldad y sociopatía provocó la muerte de siete mil personas.

El problema de este tipo de suspensión es que, desde ese momento, la cuenta queda en la mirilla de la compañía y todo cuanto se publica en ella pasa por uno de sus estúpidos sistemas de filtrado. Que una empresa privada se dedique a bloquear a una persona mayor, aislándola e impidiéndole las funciones más básicas de publicación y moderación me parece un absoluto escándalo.

En el caso de mi madre, una vez los sistemas de filtrado marcaron su cuenta, esto se convirtió en un caso de maltrato psicológico. Varias veces me llamó, en lo más crudo de su soledad, con la angustia de no poder publicar mensajes para sus amigos. Intenté ayudarla para crear una segunda cuenta, pero a Facebook no le gusta que sus presas intenten escapar de la tortura.

Voy a insistir en esto porque me parece escandaloso: Prohibiendo realizar cambios en su cuenta relativos a sus amistades, rechazando apelaciones correctamente fundamentadas y no permitiéndole tan siquiera publicar un mensaje en su cuenta para que sus amigos supiesen lo que estaba pasando, Facebook ha cometido abuso sostenido y sistemático contra una persona mayor.

Pero, como he dicho antes, esta vez yo estaba preparado.

El Fediverso como faro

Mi madre no usa Mastodon de forma tan intensa como usa Facebook. Sin embargo, crear una instancia para ella no tiene ese objetivo. La instancia que he creado es más bien un faro, una casa con luz en su ventana. Un lugar en el que ella podría refugiarse y seguir expresándose como le gusta hacerlo sin depender de una compañía que se ha construido sobre la desinformación y el genocidio.

La próxima vez que los jóvenes fascistas bien peinados de la red social mayoritaria llamen a su puerta en mitad de la noche, ella sabrá donde puede refugiarse. En la instancia, la casa, que su hijo administra para ella. Viviendo a miles de kilómetros de distancia, no puedo imaginar mejor manera de invertir mi tiempo que en proteger a la persona que me protegió durante décadas.

Tal vez sea una sombra bastante pobre de aquella protección, pero al menos es algo que puedo hacer para ayudarla. En los siguientes artículos pienso detallar como creé la instancia que llamamos Caseitor (una broma familiar que nació hace años), así como lo que he aprendido de ello.

Espero que mi escritura le haga justicia a la gran satisfacción que se puede obtener de construir un lugar seguro para la gente que te importa.

#UnaInstanciaparamiMadre


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