Los bancos
“¿Pero los bancos buenos o los bancos malos?”, os estaréis preguntando. Los buenos, por supuesto.
A esta entrada le llevo dando vueltas unos días. A principios de semana, vi un post sobre la distribución de los bancos en las calles de la zona norte de Madrid. Curiosamente, también vi un post unos días antes sobre la limpieza de las calles en la misma zona. Ambos post coincidían, la zona más rica tenía más bancos y se limpiaba más a menudo que la zona más pobre.
Esto me ha hecho pensar en mi barrio, Vallecas, y en cómo se organiza la vida alrededor de los bancos. En junio, nos mudamos a una nueva casa, tras mi vuelta de las pérfidas tierras allende los Pirineos. Así que este verano he dedicado mi atención, durante los paseos, a contemplar cómo es la vida vecinal.
Me sorprendió ver que la vida vecinal está muy vinculada con los bancos o, donde no los hay, con las sillas plegables. Es un barrio en el que, por suerte, contamos con numerosos bancos y un gran parque. Este verano, los días de más calor, bajar al parque al mediodía ha sido un modo muy eficaz de combatir el calor, sentados en un banco a la sombra. En el parque, hemos visto gente y animales a cualquier hora a la que nos hemos pasado y, en los bancos de las calles, la vida bullía a partir de las 20:00. En casa, todas las noches, un perro ladraba religiosamente a las 21:30 en el banco que tenemos bajo la ventana y, a las 21:40, un vecino gritaba “¡Calla al puto perro!” Único inconveniente de tener el barrio plagado de bancos. ¿Y qué es esa pequeña molestia comparada con tener un barrio lleno de vida? No me importa que el perro ladre y el vecino grite, así puedo poner en hora mi reloj, pero sí me molestaría que quitasen los bancos de mi barrio.
No creo que desde el fediverso me llegue está pregunta, pero me puedo imaginar a alguien diciendo “¿Es que nadie va a pensar en la hostelería?” A ti, amigo imaginario, te contesto. En el barrio tenemos muchos bares y restaurantes y, aunque el doble de cerveza tiene un precio medio de 3€, todas las noches se podían ver llenas las terrazas de los bares. Para que te pienses bien lo de venir con el bulldozer a ayudar a la hostelería reventándonos los bancos.
Y para concluir, recordar que en Vallecas hay monumentos dedicados a gente famosa (p. ej., Lorca, Neruda o Fofó) y a gente “desconocida” (p. ej., la abuela roquera, las víctimas del aceite de colza o las víctimas del terrorismo), así como otro tipo de monumentos (p. ej., por la paz, la cabeza Olmeca o el oso y el madroño). Quizás sea hora de ponerle también un monumento a los bancos que vertebran nuestros barrios, por proporcionarnos asiento (y cama para aquellas personas que desgraciadamente viven en la calle), por darnos un espacio donde esperar, por darnos un espacio donde conversar, y por un largo etcétera más.
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