La añoranza de lo absurdo
Entrada publicada originalmente en mi antiguo blog de Oniros el 10 de mayo de 2023.
Llevo ya más de un año fuera de España, lejos de los míos. Algo más de un año es 1 año, 3 meses y 10 días, es decir, 464 días. Aunque si cuento desde el día que llegue, y no desde el día que empecé a trabajar aquí, serían 467 días. Cierto es que he vuelto a España brevemente y que he recibido la visita de mi pareja y mi familia, pero no es lo mismo.
Sin embargo, hoy no quiero escribir aquí sobre echar de menos a la pareja, la familia o los amigos. Quiero escribir sobre las cosas absurdas que de vez en cuando me vienen a la mente y que me hacen pensar “¡ojalá!”
¿Cómo se puede echar de menos un salmorejo de botella de supermercado? Pues se puede. Me encanta el salmorejo de García Millán y cuando voy aquí al super siempre pienso si lo tuviesen... Menos mal que en este periodo primaveral ya han vuelto a traer el de Alvalle (aunque me gusta menos). También lo he preparado yo en casa, pero tampoco me gusta tanto. ¿Le echarán droga?
Las tapas, obviamente. Después de vivir en Granada... pero hasta las tapas que te ponen en algunos bares de Madrid que da lástima verlas. Aquí te pides una pinta de cerveza y ni unas míseras aceitunas, ni una triste patata.
El Fermentador. El bar de cervezas artesanas al que fuimos en numerosas ocasiones estando en Granada. ¿Aquí hay cervezas artesanas? Sí. ¿Aquí hay hamburguesas? También. Pero por algún motivo ninguno sitio es como aquel.
Los kebabs, que no son de aquí, ni de España. Aquí me resultan bastante insípidos. ¿Por qué? ¡A saber! ¿Y por qué aquí le meten patatas dentro? [¿Habéis oído hablar del taco francés? Y no me refiero a “cochon”, me refiero al taco que se come, os dará una idea].
Ir de librerías. Claro que aquí hay, pero me sacas del “café olé”, el “croissant” y el “pain au chocolat” y mi francés es nulo (en realidad es un poco mejor que esto, pero no como para leer nada en el idioma de Victor Hugo, Julio Verne y Alexander Dumas). En Madrid tenía una ruta de librerías a las que iba asiduamente. Iba cambiando el orden de visita, para evitar comprar siempre en la primera, pero me encantaba. Lo peor de todo es que cada vez que vuelvo a Madrid descubro que algunas de las que visitaba han cerrado. Y en pocos días se inaugura la Feria del Libro de Madrid y yo estaré a 1200 kilómetros de distancia.
Seguro que se me olvidan más cosas absurdas que de vez en cuando me encuentro echando de menos (por suerte las pipas no, porque en la sección española de Auchan las tienen, al igual que la horchata Chufi).
¿Y de Francia no echaré nada de menos cuando me vaya? Por supuesto, y no solamente los amigos que he hecho aquí, también habrá cosas absurdas que eche de menos. Pero eso será mejor contarlo en otro momento.
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