Francisco Molinero

1959-

El oficio de guardar secretos es corrosivo. En contra de la primera imagen que nos asalta, la de esa persona que se esconde para saber y corre para contar, los espías pasan gran parte de su vida ocultando información sin poder compartirla con nadie. A veces por su seguridad, a veces por lealtad, algunas por supervivencia. Román llevaba unas cuantas decenas de años atesorando información altamente inflamable sin ninguna posibilidad de compartirla, pero sólo un secreto estaba a punto de acabar con él, de destruirle, Román guardaba un secreto inconfesable, incontable, que estaba consumiéndolo como si de un incendio de turba se tratase, desde dentro, mientras todo desde el exterior parecía normal e incluso mejor de lo normal. Esta es la historia de nuestros secretos y Román es sólo un ejemplo curioso de como lo que eres capaz de hacer bien para tu trabajo, puede no valer de nada para tu vida. He tenido que cambiar nombres, datos, fechas y lugares y por supuesto ni yo soy quien dice ser, ni Román es tal, pero ciertas rencillas con algunos colegas del otro bando no me permiten más claridad que la que se puede sacar de entre las líneas, de los espacios que dejan las palabras para que en ellas habiten las intenciones, los gestos que no se explican para que así no nos delaten. Lo contrario sería suicida y créeme nadie quiere morir y menos los que hemos sido funámbulos en el alambre de la muerte. Conocí a Román cuando los dos éramos unos chiquillos de barrio en aquellos barrios que Madrid iba pariendo al abrigo de las olas migrantes que venían de Extremadura, Andalucía o el resto de la meseta castellana. Crecimos en medio de bloques recién construidos, jardines que apuntaban maneras, obras y la sensación de que la ciudad estaba lejos, tan lejos como la distancia renqueante que recorría la camioneta que cada hora acercaba a nuestras madres a cualquier sitio donde vendieran algo, pues los promotores de la época tan sólo pensaron en donde deberían vivir los trabajadores de la creciente economía patria. Pocos coches, casi ninguno, mucho terreno y una dosis de libertad que contrastaba con la política del régimen, hicieron de nosotros y de muchos de nuestros compañeros de juegos, personas con tendencia a no atarnos demasiado, no digo revolucionarios que aunque alguno hubo, no fue lo más común, pero si dotados de una cierta libertad de espíritu que ayudó a muchos a vivir sin todos los nudos que la vida te pone y a nosotros dos a escoger una profesión que terminaría llevándonos al otro lado de la ley o como le gustaba decir al teniente Zamora, a vivir infiltrados en las líneas enemigas para que los nuestros durmiesen sin miedo. Después de muchos años y de haber acabado con la vida de más de una persona, no tengo claro dónde está la línea, Román si lo sabía y me lo recordaba de vez en cuando, «esto está mal, Miguel, esto está mal», pero su sentido prusiano del deber le permitía no poner reparos incluso a lo que sentía como inmoral.

#CapítuloI Mastodon


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Espero que nada se haya trastocado tanto que no esté fuera de su sitio. La hora certera a la que sale el sol la máquina de café el silencio.

Espero que todo siga igual que nada alcance ese punto de no retorno que lo concluye sin marcha atrás.

Espero que la vida continúe sinuosa amenazando con sorprenderme espero pacientemente que no ocurra algo que lo cambie todo la hora certera a la que sale el sol la máquina del café el sonido de tu ausencia.

Espero


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No siempre es fácil disfrutar de la poesía en otros idiomas, a veces, este es el caso, una canción te atrapa y sientes la necesidad de saber qué dice y descubres una poesía hermosa, dulce. Es el caso de este poema Omoi de Tsunekichi Suzuki (Pensamientos) que escuché como banda sonora de la serie Midnight Restaurant.

Os paso la letra en japonés, mi humilde traducción al español (después de mucho traductor automático y otras aproximaciones en francés e inglés, asi como dos enlaces a youtube, uno con la versión original de la serie y otro con el propio Tsunekichi Suzuki interpretándola en un club. También tenéis una versión fonética para poder cantar la canción. 君が吐いた白い息が 今ゆっくり風に乗って 空に浮かぶ雲の中に 少しずつ消えてゆく 遠く高い空の中で 手を伸ばす白い雲 君が吐いた息を吸って ぽっかりと浮かんでる

ずっと昔のことのようだね 川面の上を雲が流れる   照り返す日差しを避けて  軒下に眠る犬       思い出もあの 空の中に  少しづつ消えてゆく    この空の向こう側には   もうひとつの青い空    誰もいない空の中に    ぽっかりと浮かぶ雲   少しずつ消えてゆく El aliento brumoso que exhalas empujado ahora lentamente por el viento hacia las nubes que flotan en el cielo poco a poco se desvanece

Bajan del alto cielo distante nubes blancas para inspirar tu aliento y flotar. Los viejos tiempos son nubes pasando sobre un rio que fluye.

El perro duerme bajo el alero evitando los rayos del sol los recuerdos que están en ese cielo lejano desaparecen poco a poco

Más allá de este cielo hay otro cielo más azul en el cielo vacío nubes a la deriva se desvanecen poco a poco Kimi ga hai ta shiroi iki ga ima yukkuri kazeninotte soraniukabu kumo no naka ni sukoshizutsu kiete yuku tōku takai sora no naka de tewonobasu shiroi kumo kimi ga haita iki o sutte pokkari to ukan deru zutto mukashi no koto no yōda ne kawamo no ue o kumo ga nagareru

terikaesu hizashi o sakete nokishita ni nemuru inu omoide mo ano sora no naka ni sukoshi dzutsu kiete yuku kono sora no mukō-gawa ni wa mō hitotsu no aoi sora daremoinai sora no naka ni pokkari to ukabu kumo zutto mukashi no koto no yōda ne kawamo no ue o kumo ga nagareru Kimi ga hai ta shiroi iki ga ima yukkuri kazeninotte soraniukabu kumo no naka ni sukoshizutsu kiete yuku sukoshizutsu kiete yuku

https://www.youtube.com/watch?v=nInzNLn7LQk

https://www.youtube.com/watch?v=TNQLON7MQew


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Ayer tuve la ocasión, de nuevo, de estar en un escenario, haciendo una de las cosas que más me gusta, actuar. En el Teatro Pradillo de la mano de Claudia Faci, sí, así, de la mano es como transcurrió mi intervención como Míster X en la obra A-creedores basada en la obra Acreedores, del autor sueco August Strindberg, dejándome llevar e improvisando una mirada de la obra desde dentro mismo.

Strinberg narra la historia de un ajuste de cuentas entre una mujer, su ex marido y su actual pareja, un conflicto de intereses que desemboca en auténtica violencia psíquica. Claudia Faci lo que nos propuso en su visión, es una mirada subjetiva que busque hacerse cargo de los aspectos sensibles. Y así me vi envuelto en la obra como Mister X, un personaje ambiguo que accede al escenario por deseo de Claudia y que va tomando protagonismo al mismo tiempo que Adolfo empieza a transformarse. Pablo Messiez estuvo deslumbrante y amable conmigo y Fernanda Orazi, que construye un personaje tremendamente cargado de sensualidad, me dedicó una sonrisa constante mientras me dirigía en el escenario. Compartí con Claudia la interpretación de los personajes negativos y oscuros, los malos de la escena. ¿Los malos? al final siempre es una visión subjetiva, parcial y de la que con pocos matices uno siempre puede escaparse.

A veces ser feliz es sencillo, me quedo con el baile en la penumbra, las sombras en la pared y la sensación de poder ser más, quizá con poco.


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