Volver sin haberse ido

Me rehago, aparezco, me reinvento y me desdigo; es lo malo de no saber que quiero o que no. Mientras me ubico donde quería con los colores que deseaba, porque para hablar con los amigos hay que estar a gusto y pago mis cuotas aprovechando la extraordinaria y decido que renacer es moverse como los cangrejos, algo hacia el lado. Luego leo a Cristina y me da un vuelco el corazón, leo la prensa y la disputa de los jueces y me reafirmo, o los elegimos y acabamos con la audiencia, es pus, o ellos acaban con nosotres. Quiero hacer cosas, pero ya no encuentro como y recuerdo que ya sabía como iba a ser la historia que quería escribir. Todo ocurre en un círculo de antiguos amigos, un segundo y la historia se tuerce y se acelera y la vida se desboca hasta que todos caen.

Resucito de entre los vivos a escarbar entre las ascuas y soplar con mimo por si hay fuego. De pronto espero que sea capaz de escribir al menos una buena poesía, solo una que diga lo que quiero, cuanto quiero, a quien quiero, me vuelve la fe y es posible que sea por unas judías pintas exquisitas que he conseguido cocinar y comer, recordando el restaurante Jaun.

Me rehago, resucito y os pido disculpas, las enésimas, las más sentidas, las que tienen que ver con la indecisión y el amago. Os prometo resarcimiento.


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