Una religiosidad pequeña

Esa mujer tenia una religiosidad pequeña suficiente para ubicarla en un universo atronador mantenerla indemne de cualquier desdicha el corazón refugiado en su rezo diario.

La vida busca los días pacíficos.

Esa mujer tenía un dios inexistente suficiente para anclarla a la tierra mantenerla centrada en un caos evidente el alma protegida por la liturgia sencilla.

La muerte se desliza entre la luz

Esa mujer tenía una fe hecha a su propia altura suficiente para acogerla tibia y agradablemente mantenerle alerta ante las tormentas la conciencia tranquila tras la verdad revelada.

La vida y la muerte le rondaban y solo le protegía una fe pequeña en un dios inexistente y la fuerza de una mujer.


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