Un punto de decepción

Hace tiempo que no escribía prosa. Supongo que muches estaréis un poco hartes de tanto poema y os prometo que no habrá muchos más. Ya casi he vaciado mi antiguo blog y os he traído todo lo que no me daba vergüenza enseñar. No es una poesía magnífica, pero es la que he sabido hacer mientras era capaz de encontrar las palabras que necesitaba y tenía esa pulsión por ponerlas de manera que fuesen hermosas. Sea. Hoy vengo aquí a hablar de la decepción. Sí, ya, lo siento, soy un pesimista y no me he corregido con el paso de los años.

Hace unas semanas pasé unos días de convivencia y trabajo en un grupo de activismo en el que estoy enrolado. Se trataba de definir objetivos, líneas rojas, modos de coordinación. Todo inclusivo, antifascista, antiracista, feminista, sin jefes, estructuras horizontales. Me gustó el ambiente y las personas y eso a pesar de que por edad encontré bastantes diferencias a la hora de entender muchas de las cosas que se plantearon, pero como dije en la ronda final: si los que luchamos en los 70, 80 y 90 os hemos dejado el mundo en estas condiciones es que no lo hicimos muy bien, así que aquello que me resulta extraño o poco útil puede que no sea más que un prejuicio de un muy viejo luchador de izquierdas que conviene ir desterrando.

Me desvío de lo que te quería contar. En uno de los debates hablamos de la organización y yo aproveché para pelear contra lo que me parece una aberración en un grupo así: el uso del Whatsapp para la mensajería, de Google Drive para mantener documentos y de Instagram como herramienta para mostrar lo que hacemos. Dí un discurso bien sentido y argumentado sobre la incoherencia que supone usar corporaciones que apoyan a Israel y manifestarnos en apoyo del pueblo palestino, los riesgos que tienen para la privacidad de cada une de nosotres usar estas plataformas y más para organizar una resistencia antifascista, expliqué tanto como supe los vínculos de estas empresas con lo más negro de la ultraderecha usana e internacional y creo que al final de mi discurso y los no demasiados debates que suscitó recibí las expresiones de quienes te miran pensado: ¡pobre boomer, renegando de la tecnología, anclado en lo antiguo! Apenas tuve ocasión de explicar otras posibilidades, me dio rabia que pensaran que era un ser de luz antiguo, cuando mis conocimientos de informática estaban muy por encima del resto de participantes y sobre todo me quedé muy triste pensando que si esta es la respuesta dentro de un grupo de personas comprometidas, no hay mucho que esperar del futuro y la lucha contra el capitalismo.

Espero equivocarme y que mi intento aunque me parezca baldío haya sembrado algunas semillas en las cabezas de, que sé yo, un par de personas. O quizá que en esto también esté yo equivocade y no merece la pena esa batalla.

No descarto nada, pero me desanima.


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