Rozando la punta del aire
La realidad es una quimera. La realidad se manifiesta subjetivamente, aparejada la experiencia, a la capacidad, a la situación. La realidad tiene la categoría de la felicidad, un constructo teórico. Luego vienen los que te miran de cerca y te echan la culpa de todo, «por ser vos quien sois». La realidad tiene un valor escaso si no nos ayuda, si no nos empuja, si no nos hace felices.
Hay cosas que se te pegan a los zapatos como un puto chicle. Yo me he quité del mio a los antiguos compañeros de Redverde, porque es importante no quedarse pillado en amistades inútiles, en grupos impotentes y sobre todo porque bien mirado ya no había nada de nada.
Jamie es australiano o húngaro que nunca lo sé muy claramente y vivía en España, muy cerca de aquí, en Guadalix de la Sierra donde la pocilga de Gran Hermano terminó echando raíces. Un día nos invitó al ensayo general de la obra «Música profana para una boda» en la que el director, tomando el rábano por las hojas, planteaba un programa musical para la boda de su hermana a base de música de películas. Buena interpretación de los aprendices de la escuela de música de Torrelaguna donde destacaron The Last of the Mohicans y el Funeral Pyre for a Jedi. Luego tomamos unas cervezas y pude comprobar como Lazslo/Jamie, que se quedó apenas a veinte votos de ser concejal, seguía en la lucha, como si todas las derrotas anteriores solo fueran tropiezos. Entre los amigos, un forestal madrileño erróneamente convencido de que su lucha calaría entre la gente si se explicara mejor. Jamie planeaba una huida, o más bien continuar con la suya, la que le sacó de la conservadora Australia para traerle hasta la sierra madrileña.
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