Peras
Tengo un peral fantástico en casa. No todos los años da peras y realmente no sé a que se debe, aunque me temo que debe ser a que mis labores de cultivo con él son muy escasas. Algún riego que otro y cuando lo considero y sin ningún criterio técnico, una poda. Este año está absolutamente cargado de peras, pequeñas, dulces y muy agradables. Tener frutales está bien, salvo que si la familia no es muy grande cuando maduran el postre se hace monotemático, lo peor es que este año además del peral el ciruelo ha decidido ser generoso con nosotros. La cuestión es que después de recoger unas cuantas peras y de haber decidido que este calor merecía una ensalada de patatas con pimientos rojos y atún y unas sardinas a la plancha, he pensado que había que rematar el plato de una forma moderna, así que he cogido seis peras, las he lavado y las he colocado con su rabito hacia arriba en una cacerola con cuatro cucharadas soperas de azúcar moreno, dos palos de canela y vino tinto suficiente para cocerlas cerca de media hora. El resultado es una muy buena compañía para unas sardinas que he rociado con estragón macerado en vinagre mientras las asaba.
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