Mobile perpetuo
Al final de una larga estancia todo termina inmóvil la luz enroscada entre el alfeizar y las jambas, el aire suspendido en el haz luminoso que proyecta el polvo depositándose en las superficies el sonido del vacío rebotando en los objetos yermos.
Los tiburones nunca dejan dejar de nadar desafiando al imposible mobile perpetuo y las leyes de la termodinámica.
Hay un espacio, un hueco que no alberga la vida más bien la excluye la inmovilidad es el objetivo final la razón misma de la existencia.
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