Llamada desde Rusia
Tengo un mensaje de Irina en mi contestador. He intentado llamar a su casa en Novovoronezh pero no lo consigo, me manda recado de su amiga Natasha que parece que está en España en algún asunto oficial y al oír su voz me vienen todas las imágenes de Rusia y de mi estancia por allí. Recuerdo la amabilidad de su marido que murió recientemente y las coletas de Irishka cuando estuvo pasando unos días en casa.
Pienso en lo negativo que supone saberse uno mismo, darse importancia y perder la naturalidad con la que se hacen las grandes obras y los grandes fiascos. Me tiran para atrás los personajes que están encantados de haberse conocido.
Buscar el prefijo internacional de Rusia en Internet es una odisea. Internet se ha convertido en un montón de ruido, por fin, el 7, ahora saber el de Voronezh, por fin, 4736, ahora el de casa… Me gustaría volver a Rusia, ver lo que pasa allí, volver a charlar con mis amigos rusos sobre el país y quedarme pasmado con la belleza de la inmensa planicie helada. Me gustaría marchar a Rusia a pasar unos meses y escribir allí con tranquilidad lo que quiero, pero primero a leer cuentos rusos. Me gustaría tener unos meses de libertad.
El teléfono suena pero no me lo cogen. Es tarde en Rusia o quizá no estén en casa. Mañana será otro día.
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