La piedra que no ama
Me recuerdo mirándome en tus ojos marrones buscándome en lo más profundo de tu mirada escudriñando la posibilidad remota de que me quisieras.
Ahora no tengo anhelos que no pueda satisfacer ni siquiera el deseo de dormir sobre tu regazo deshojo la margarita del tiempo con tal parsimonia que adormezco la ira, el inmenso dolor de la pérdida masticando el silencio como coca.
Me recuerdo esperándote sentado en el muro de piedra horas y horas para verte pasar solamente un instante hermosa, tan hermosa como pasa una diosa entre la jara tan distante mientras me rozabas, que notaba el abismo en cada pliegue.
El tiempo ha seguido quebrando la piedra granítica del muro de la espera de forma imperceptible segura implacable.
Por eso la piedra no te recuerda ni se mira en tus ojos marrones ni te ama ni te anhela.
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