Entre dos panes

De entrada en Figueres nos sirvieron una sopa de cebolla excelente y la acompañaron de un filete delgado con patatas que a pesar de todo estuvo tierno. A Freudenstadt llegamos demasiado tarde y el cocinero se estaba marchando, así que solo la amabilidad del dueño que se ofreció, dado nuestro aspecto seguramente, a procurarnos un refrigerio antes de dormir, hizo posible que probásemos una ensalada alemana a base de col lombarda, zanahoria en finas tiras, col blanca en chucrut, unas rodajas finitas de pepino, una rodaja de limón y otra de tomate y unas hojas de lechuga roja sobre la que habían derramado una mayonesa líquida y fuerte de vinagre. De segundo nos ofrecieron un grueso filete de carne roja con finas patatas a la francesa, crujientes y amarillas, encendieron una vela en nuestra mesa y una sonriente, grande y rubia alemana nos deseó un buen provecho. Tres cervezas casi templadas y suaves hicieron su trabajo y nos llevaron hasta la cama casi en volandas. A la vuelta en Figueres de nuevo, pero en otro albergue, quién se apiadó de nosotros a las doce de la noche, después de 13 horas de viaje ininterrumpido, fue una atenta restauradora que a pesar de lo tardío y que su bebé le esperaba en el cochechito acunado por su joven marido, nos obsequió con un pan untado en tomate y regado de aceite que seguro sería de Lérida, al que le acompañó con jamón y que por aquellas tierras llaman pan amb tomaquet. A mí me vio con más ansia o más necesidad o simplemente fue cariñosa con mi anatomía y me ofreció una carne con boletos que me recordó que la felicidad es a veces algo alcanzable y además nos sonrió y nos dijo que no tuviéramos prisa que ella esperaría por nosotros. Se reconcilia uno con el mundo y para remate, en la estepa aragonesa, cuando España empieza a llamarse Soria, en un tugurio feo y destartalado, un cocinero, que cual médico ostentaba su título en la pared de su salón, nos cocinó en un pis pas un revuelto de ajetes con espárragos que continuó con unas chuletillas de cordero, pequeñas, finas y bien tostadas.

Entre medias la carretera y el viaje interior


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