El vómito
Todos lo hemos sufrido. Yo antes era muy proclive a los cólicos y me conozco el proceso de primera mano: al principio te sientes mal de forma general y poco a poco ese malestar se concentra; el estomago se revuelve, aparece la pesadez, siguen los gases y finalmente el deseo de vomitar es acuciante y una vez que vomitas ya no hay quien pare. Los católicos españoles tenían un empacho de democracia. Se habían tragado el sapo sin gusto y llevaban un montón de años barruntando lo que acaba de ocurrir. Lalachús ha sido los dedos en la glotis que nos ayudan a expulsar lo que no salía y se produjo el vómito y una vez que han empezado, todos quieren vaciar sus estómagos de aquello que no pueden digerir. Era mentira lo de las armas de destrucción masiva, es mentira la escusa de la palabra matrimonio. Ellos odian a los homosexuales, los consideran enfermos, alterados, desviados, odian a les gordes, odian a las mujeres, odian a los extranjeros si son pobres, odiar es la palabra que define a los cristianos. La iglesia también ha vomitado. Bilis. La iglesia tenía enfermo el hígado debido a la ira, a la santa ira que decía mi profesor de religión. Aquel que nos anunciaba que los Chinos eran el problema del futuro. Han vomitado por la boca de Rouco y de un buen puñado de obispos y prebostes. Los mismos que cuando sus curas pederastas son pillados con las manos en la masa, en vez de vomitar los esconden, los protegen, los perdonan. Rouco como lo fue Morcillo en su día es un cura inmoral que daría la mano a Franco sin rubor, o a Pinochet o cualquier dictador machote y Rouco como tantos se esconde en su sacristía cuando el hambre y la injusticia se ceban en la mayoría de la población mundial. El vómito de los curas y la derecha es sencillamente asqueroso.
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