El silencio íntimo
Me alivio y recupero el aliento sustraigo el ánima del aire que se me había escapado la presencia de espíritu, desenredo la madeja de las horas y los minutos enmarañados el esfuerzo cotidiano con el peine del olvido y me miro al espejo de los días vacíos las noches negras los despertares solitarios en habitaciones desconocidas desconcertantes.
Me reclino sobre las teclas conocidas apoyo mi espalda en el sofá templado de la rutina doméstica el gato sobre las piernas, remolón; me cuesta cerrar los ojos para mirar hacia atrás, descabalgar tanta visión espeluznante del vacío lo que no se puede mirar, ni ver me cuesta cerrar los ojos sin marearme conciliar el sueño zanjar de una vez por todas el apetito enfermo.
Por eso me refugio en el silencio íntimo.
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