Eduard M. Payton
Cuando falleció mi tía María Luisa. Me tocó ir a su casa a recoger lo que hubiera de valor y a tirar el resto. Al hablar de cosas de valor no me quiero referir al dinero, sino más bien a cosas que mereciera la pena conservar. El resultado han sido muchos libros bastantes cuadros suyos y un arsenal de fotografías y recuerdos que ahora esperan una cierta catalogación. Años más tarde terminé recogiendo mucho más, pero esa historia la he de contar más adelante.
Sin más rodeos. Entre los enseres había varias novelas de Edward M. Payton o mejor decir Eduardo Molinero Bustos. Eduardo, primo de mi padre y supongo que en virtud del parentesco, tío mio, fue un militar que estaba en Valladolid cuando los golpistas acabaron con la República y pasó la mayoría de la guerra en el frente de Madrid en las estáticas trincheras del puerto de los leones a las órdenes del los sublevados. Debió ser allí donde recogió en sus pupilas y guardó algunas de las historias que luego describiría bajo seudónimo para la Editorial Valenciana en los años 50 y 60. Dejó el ejército en 1965 y me cuentan que no sólo era escritor sino también un buen músico.
Sólo he podido recuperar cuatro novelas suyas, una de la colección “Luchadores del espacio” (1) que tituló La Rebelión de Wania y otras tres de la colección “Comandos”, Sangre en Hungría, Petróleo en el Sáhara y un Comando en el desierto. Es posible que escribiera más, pero no he sido capaz de encontrar mucha documentación en Internet, apenas dos títulos más de la colección Luchadores del Espacio, Acorazado sideral XB-403 (1962) y Prisioneros en la Luna (1962).
En la contraportada de La rebelión de Wania, el 3 de marzo de 1963 le escribía a su prima:
«Querida prima Maria Luisa: No te extrañe que yo escriba estas patrañas, tu y yo sabemos lo que cuesta vivir. Espero que al menos te sirva para conciliar el sueño. Un abrazo de tu primo “Payton”»”.
Las disculpas por su literatura de clase B se repiten cuando escribe a su tío Antonio, mi abuelo, en la contraportada de Sangre en Hungría: «Querido tío Antonio: no forme mal concepto de mi obra. Es un desahogo literario acorde con los tiempos que corremos...» y con algo más de sentido del humor le escribe a mi padre en la contra de Un comando en el desierto: «Querido primo Paco: imposible hacer menos muertos». Él se disculpaba y yo le envidio y por eso escribo esta entrada en su honor, con el deseo de que si alguien sabe algo más de él, de su obra, me lo haga saber.
(1) La editorial subtitula esta colección con la pomposa frase “Anticipación científica”
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