Déjame volar

No me digas dónde debo ir ni me agarres del brazo no me dirijas a la salida sencilla amable que tú conoces.

No necesito tus ojos para enseñarme a ver, déjame volar, bajar al infierno de mi mismo.

Después, cuando vuelva herido no me espetes con la caña del reproche cuando vuelva triste, desnúdate para mi para que llore mi destino en tus brazos y me prepare para salir de nuevo.


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