De buena mañana

Dice la radio que son las siete y ocho minutos de la mañana. Tiendo a dudar de lo que dice la radio pero esta vez me voy a doblegar. Me he levantado con la sensación de… Realmente no era importante, lo importante eran los abrazos, el sentimiento, el hilo que se ata en la rama desconocida y que termina enredándote, subiendo por los pies, las rogativas, las lecturas silenciosas, los comentarios esporádicos. Pedro encuentra trabajo y es buena noticia, el resto no tanto pero eso no es noticia, es tedio, es normalidad, la vida que se desenvuelve con parsimonia. No hay necesidad de cambiar salvo por causa de muerte. Los consejos deben darse por demanda. Es una mañana confusa y fresca en la sierra son las siete y diez minutos y no lo sé por la radio sino por el reloj del ordenador que me empuja y me presiona. Me paseo por los blogs, tiro del hilo y encuentro algunas maravillas, me maravillo y me caliento un café. La radio me golpea y me recuerda que empiezan las fiestas de Pamplona que tanto gustan y que tanto odio. Eso debe ser, el odio que lo emborrona todo. Hago el recuento y no me salen los datos, me faltan amigos y me faltan éxitos, o me sobran fracasos que estas cosas según se miren tienen al menos dos caras.

Me voy a trabajar, doblegado.


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