Capítulo 6 Errores de cálculo
La tarde transcurrió de manera inevitable. En aquella pequeña y destartalada habitación de un bloque inmenso de las afueras de Ivanovo, Luba permaneció callada durante horas y Román se quedó dormido en su regazo esperando que la nieve que iba cubriendo la calle parase de una maldita vez el tiempo.
Cuando ya casi anochecía ella le miró tan tiernamente como podía y por señas le apremió para que se vistiera. No había más tiempo ni más silencio que compartir y además el pequeño cuarto en breve estaría ocupado por sus moradores que estaban haciendo tiempo para dejar a la pareja pasar aquella tarde.
Minutos después se despedían junto a la parada del autobús y esa es la última vez que se vieron.
Ahora en medio del sinsentido de esta boda apresurada y absurda, con su copa de cava en la mano, alzada, los ojos de Luba surgieron de entre las burbujas como los vio desaparecer entre la nieve aquella noche y una lágrima se deslizó y fue recibida como muestra de emoción por todos, especialmente por la novia que le besó la mejilla.
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