Volvemos a la carga
Años de escribir intrascendencias me avalan
Aunque nunca fui demasiado prolífico porque hay un cierto nivel de exhibicionismo emocional en la escritura de un blog personal que se nos hace algo de bola a los introvertidos al final, por H o por B, he tenido varios durante mucho tiempo. Empezaron como una excusa para cacharrear con el autoalojamiento (mientras escribo esto me doy cuenta que más de 20 años después el ansia por el cacharreo sigue siendo mi principal motor) y terminé yendo a lugares específicos de blogs donde solo me tuviese que preocupar de escribir y no de administrar. Al final, como casi todos, terminé en Blogger y, también como casi todos, abandoné el blog por culpa de Twitter.
Una nueva relación con Internet
El que un billonario megalómano se haga con la que era tu red social favorita provoca que, al menos en mi caso, te replantees toda tu vida online. Durante los últimos casi dos años he ido progresivamente abandonando los servicios de las grandes tecnológicas optando por autoalojar cuando sea posible/práctico y por pagar a empresas con foco en la privacidad cuando sea mejor externalizar. Esto me ha llevado a darme cuenta de dos cosas:
Administrar tus propios servicios o pagarlos a un precio justo no es barato. Esto te lleva a preguntarte exactamente qué ganan quienes lo ofrecen gratis a escala industrial y a sospechar que no te va a gustar la respuesta.
A la larga te vas amoldando tú a los servicios y no ellos a ti. Seguramente si me hubiese parado a pensarlo me habría dado cuenta de que me seguía apeteciendo escribir un blog, pero me dejé arrastrar por la ola del microblogging.
¿Por qué otro blog? ¿Y por qué este título?
Durante el último año he escrito (no demasiado, también es verdad) algún post en mi cápsula de Gemini y se me ha despertado el gusanillo. Además estoy intentando adquirir la costumbre de escribir con cierta regularidad notas en mi libreta porque no sólo me ayudan a aclararme las ideas sino que además son una excusa maravillosa para usar la colección de plumas y tintas que no para de crecer. Y muchas de esas notas con un poco de repaso pueden valer para un blog.
¿Y por qué este título? Bueno, pues uno de los blogs en los que más escribí lo llamé Ruido Blanco. Un concepto telequil que me pareció que encajaba muy bien en un blog del que decía que un post no guardaba correlación con los demás y que iba a ser muy aleatorio. El nombre todavía me gusta, pero es un blog escrito durante una de mis peores épocas y la nostalgia se queda únicamente para el título. Y, basándome en aquel viejo nombre, se me ha ocurrido que Ruido Coloreado es un nombre todavía mejor. Porque supongo que esto seguirá siendo bastante caótico y aleatorio, pero también supongo que habrá temas más recurrentes que otros. Y un ruido cuando tiene preponderancia de unas determinadas frecuencias ya no es blanco sino coloreado. Empezamos.
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