Segundones y gomina

Mi compañero de pupitre de la universidad y yo tuvimos la mala idea de terminar la carrera en medio de una crisis económica galopante con lo que además de enviar currículums a todos lados como si no hubiese un mañana también nos apuntábamos a cualquier sarao de reclutamiento que se cruzase en nuestros caminos.

En uno de esos eventos terminamos yendo toda una recua de jovencitos confusos a una gran empresa tecnológica donde nos dio una charla motivacional un individuo al que supongo que el exceso de gomina que portaba en la cabeza le provocaba una falta de transpiración que no podía traer nada bueno.

El evento consistía en la típica charla de motivación cuñado-capitalista a la que pretendió dar un gran cierre alrededor del concepto “nadie recuerda a los perdedores, en esta empresa sólo queremos a los número uno”.

Y para ilustrar su filosofía de repente se dirigió a mí supongo que porque mi cara de aburrimiento extremo le hizo identificarme como la víctima ideal para su ejemplo:

— A ver, tú, ¿quién fue el primer hombre en la luna? – Me preguntó. — Neil Armstrong.

Esta era fácil así que tampoco me voy a dar mucho mérito. El señor engominado se dio la vuelta y siguió con su discurso.

— Efectivamente, todos nos sabemos de memoria el nombre del primer hombre en la luna pero pocos recuerdan al segundo porque...

— Buzz Aldrin. – Le interrumpo.

Una mezcla de sorpresa con leves toques de “cállate chaval” adorna su rostro pero nuestro protagonista es un consultor experimentado y sabe salvar la situación mientras cambia de objetivo y se dirige a mi compañero de pupitre.

— Bueno, esa era fácil, pero a ver, tú, ¿quién fue el primer hombre en escalar el Everest?

— Edmund Hillary. – Le contesta sin dudar mi amigo.

— Efectivamente, no es un dato tan conocido pero de lo que sí que no se acuerda nadie es del segundo que lo escal...

— Tenzing Norgay. – Le interrumpe impertérrito mi amigo.

— ¿Perdón? – El desconcierto empieza a ser ya más preponderante que la gomina en esa cabeza.

— Tenzing Norgay, el sherpa de Hillary es el segundo hombre en haber escalado el Everest.

— Ya bueno, pero...

— Eso suponiendo que Mallory e Irvine no lo hubiesen logrado antes.

— En fin, como decíamos, nadie recuerda a los segundos salvo una poca gente. Gracias por venir. – Dijo cerrando el evento.

Dejamos nuestros CVs y, por lo que sea, nunca nos llamaron.

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