Micro Faradio
Esta marcianada era el relato de trasfondo de mi personaje para una campaña de rol por email muy efímera que jugué con unos amigos. Aunque está todo muy esquemático y releyéndolo ahora tiene unas cuantas cosas que cambiaría, en el fondo me sigue haciendo gracia y lo rescato por aquí
Miradla, siempre llevo una foto suya en mi cartera. Tan bella, tan llena de energía, más viva que cualquiera de esos frágiles seres basados en el carbono que se creen el centro del universo… Desde que era un imberbe e idealista condensador cerámico sé que estamos destinados a estar juntos y he desperdiciado buena parte de mi juventud buscándola.
Pero con el tiempo comprendí que la búsqueda me llevaría más tiempo del que me queda por vivir. No me quedan demasiados ciclos de carga-descarga por lo que hace unas semanas decidí que si no podía encontrarla, me haría una a medida. Desde ese momento dedico mis días a vagar por chatarrerías, tiendas de electrónica y demás lugares en los que puedo encontrar cantidades ingentes de material eléctrico para irme fabricando poco a poco a mi amada.
Hace unas horas uno de mis informadores me dio un gran soplo. Había localizado la residencia de un aspirante a ingeniero loco y me la presentó como un paraíso hecho a mi medida. Kilos y kilos de resistencias, bobinas y demás, tirados aquí y allá sin orden ni concierto listos para que cualquiera coja lo que necesite sin que su dueño los eche en falta hasta que haya pasado un tiempo prudencial. Tuve que vaciar mis ya de por sí empobrecidos bolsillos para conseguir la dirección exacta de esa cueva del tesoro, pero nada más llegar al lugar comprendí que valía hasta el último gramo de virutas de cobre que había pagado.
Cuando llevaba ya un rato rapiñando todo lo que me era buenamente posible escucho el sonido de la puerta de entrada abriéndose. Corro a esconderme, lo que no me resulta nada complicado debido al formidable desorden imperante y observo qué pasa desde la seguridad de mi refugio. Dos insignificantes humanos entran en la casa y se dirigen hacia un armario. Están charlando entre ellos y no reparan en mí. Me siento tranquilamente mientras espero a que se vayan para poder seguir con mi cosecha de material gratuito.
Pero algo raro sucede. De repente siento una gran descarga de energía y pierdo el conocimiento. Me despierto al poco rato sintiéndome muy raro.
Algo ha cambiado en mí, lo noto…
Nombre: Micro Faradio, Emefe para los amigos.
Físico: Mayormente un condensador electrolítico. Los bornes le sirven como patitas. La cabeza es de un lego que se fundió con él a causa de la explosión o vaya usted a saber qué. Como brazos tiene dos trozos enrollados y pegajosos de fixo que puede estirar ligeramente para alcanzar objetos que no están a su alcance. También le sirven como ayuda para escalar y para llevar ahí enganchado su equipo. Dispone de una Dremel debidamente modificada para lanzar clavos utilizando la energía eléctrica que él mismo almacena, amén de otros gadgets de muerte y destrucción que no se me ocurren ahora mismo.
Trasfondo: El alma de Nacho está encerrada dentro del condensador, y aunque no tiene control absoluto sobre él sí que le intenta guiar en la medida de lo posible en una búsqueda que logre devolverle a su cuerpo original.
Taras: Neurótico, hiperactivo, paranoico, excesivamente impulsivo, capacidad extraordinaria para tomar las decisiones más equivocadas en los momentos más inoportunos, etc, etc, etc. Platónicamente enamorado de las bobinas Tesla (sí, de todas, es pelín promiscuo) se ve obligado a actuar como un idiota (todavía más, si cabe) cuando está en presencia de una de ellas.
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