El consejo de Fourier
Cuando estábamos en quinto de teleco decíamos medio en broma medio en serio que ese curso era un premio por haber llegado hasta ahí y que comparado con la dureza de los anteriores era poco más que un paseo.
Aunque la realidad no era tan idílica (seguía habiendo alguna asignatura fastidiada, el proyecto fin de carrera era una buena fuente de estrés, muchos empezábamos a trabajar y hacíamos malabarismos con los horarios...) lo cierto es que había las suficientes asignaturas ligeritas como para poder considerarlo razonablemente cierto.
Una de esas asignaturas era de organización de empresas o algo así. Unos pocos créditos pensados para aquellos insensatos que se quisieran montar algo por su cuenta para tener una pared a la que llamar suya de la que colgar su flamante título firmado por alguien que decía ser Magnífico.
Como en otras tantas asignaturas que me interesaban entre nada y menos no recuerdo absolutamente nada de ella.
Excepto una cosa.
Un día en un momento distendido de la clase la profesora nos dio un consejo que se me grabó a fuego. Nos dijo que estábamos a punto de ser ingenieros. Que nuestros amigos de la universidad, que algunos mantendríamos para siempre, estaban también a punto de serlo. Que buena parte de los nuevos amigos que haríamos en el trabajo también lo serían. Para algunos, incluso sus parejas serían ingenieros.
Y nos hizo una advertencia. Corríamos el riesgo de vivir en una burbuja y de perder el contacto con la realidad. No sólo porque podríamos optar a puestos de trabajo que a la larga nos diesen una posición de cierto privilegio sino porque muchas veces la visión del mundo de los ingenieros es, por decirlo amablemente, un poco particular. O, por decirlo sin medias tintas, muchas veces somos unos capullos engreídos que nos creemos más listos que nadie. No creo que haya muchas carreras que produzcan tantos y tan buenos Dunning-Kruger como las nuestras.
Fueron apenas un par de minutos de charla en una asignatura intrascendente. Pero a día de hoy no sabría ni por dónde empezar una transformada de Fourier y, en cambio, este pequeño consejo lo tengo más presente que nunca.
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