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'Sarco' (abreviatura de sarcófago) es el nombre de la primera cápsula del suicidio aprobada en 2019 para uso civil en Suiza. La cápsula —con forma de sarcófago futurista— se activa voluntariamente mediante la pulsación de un botón o, incluso, con un simple parpadeo y sustituye el oxígeno por nitrógeno produciendo una muerte rápida e indolora por hipoxia (falta de oxígeno en sangre) e hipocapnia (falta de dióxido de carbono en sangre).
A pesar de que el suicidio asistido está aprobado en Suiza, el primer uso de la cápsula por una mujer estadounidense de 65 años ha provocado detenciones y reavivado el debate ético sobre su uso y regulación.
Cuando Jorge entra por la puerta de la oficina todo parece normal. Un día normal en el que firmar una documentación normal, dar de alta un servicio normal, mantener una conversación banal sobre el clima, los hijos y la reforma de la casa hasta que se desvía saltándose un stop para deslizar la muerte por suicidio de su mejor amigo dos semanas atrás.
No sé muy bien cómo llegamos a ese punto, pero sus ojos ya no eran los mismos ojos normales que al llegar. Miraban más lejos, mucho más allá del espacio de la oficina.
—Se separó en 2022 y, aunque había rehecho su vida junto a una nueva pareja, nunca lo superó. —me cuenta.
En la converación lo describe como alto, fuerte, guapo, moreno, siempre sonriendo, siempre de buen humor. Siempre haciendo bromas. Una persona normal.
Jorge necesita mostrar las cartas para intentar comprender algo que no tiene manual.
—Lo encontró su madre en la bañera. Ella sabía lo que había pasado cuando lo llamó y no atendió el teléfono. Acudió con su novia, pero la hizo esperar en la puerta del edificio.
Fue la segunda y última tentativa.
Hace una pausa. Agacha la mirada. Intuyo que por su cabeza debe circular a sus anchas la culpa, chocando sin control contra los extremos.
Es lo que quería. Al final lo consiguió y no pudimos hacer nada.
La resignación asoma como única vía de aceptación.
El aire dentro de la oficina se ha vuelto denso y triste. Jorge esboza una sonrisa y se marcha con una mochila invisible que salta a la vista por tamaño y peso.
Pienso mucho en el suicidio como forma de escapar a una enfermedad terminal. Pienso en llevarlo a cabo en una sala supervisada, acompañado de mis familiares y amigos. Asépticamente. Sin residuo, sin sorpresas para nadie, sin charcos de sangre o traumas para el maquinista. Pienso que Sarco sería una buena alternativa.
Pienso que el mejor amigo de Jorge podría haber superado su desamor con la ayuda necesaria.
Porque nadie debería morir por amor o por la falta del mismo porque, a fin de cuentas, es lo más normal que ocurra.