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Decía @ramirenko que:

Yo pensaba que estaba en una red social anticonsumista. Menuda gentuza...

— Ramirenko (@ramirenko@masto.es)

Lo comentaba a colación de sus propias debilidades relacionadas con el consumismo: queremos lo que no tenemos aunque tengamos lo que necesitamos.

Miro mi cuenta de Amazon Prime y hace más de un mes y medio que no compro nada. Está triste. Cero repartidores bajo mi ventana.

Siento un pequeño vacío. Un hueco que rellenar. Mi cerebro busca una excusa para consumir. Abrir el paquete. Estrenar. Dopamina momentánea. Una raya. El último calo antes de caer en plancha. El orgasmo manchándolo todo.

Consumir se alinea con los placeres cotidianos. Activa áreas relacionadas con el placer y la adicción. Libera hormonas que suben tu autoestima. Comprar suple necesidades.

Mi cuenta de Amazon sigue vacía. Un banner me recuerda que en pocos días será el Prime Day y miles de ofertas inundarán redes sociales, páginas web, televisión y prensa. No podré escapar. Soy objetivo. Quieren mi dinero. Debo consumir para no caer del vagón; debo consumir para estar a la altura de los que consumen y muestran en público sus trofeos.

Reconozco mi debilidad. La siento cuando ataca; ataca cuando dudo, por la espalda, como los cobardes. Me pilla de improviso, me zafo, le hago una llave, me enseña la raya, el último calo, el orgasmo que todo lo llena.

Vuelvo a dudar.


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