002
Le vio la etiqueta recortada sobresaliendo de una costura. Fallamos. No pensamos en que nuestra hija tuviera intención de averiguar qué pasa a su alrededor; subestimamos su capacidad de hacerse preguntas. Y ocurrió.
Nos abordó en el sofá relax con el reposapiés extendido, los ojos entrecerrados después de una comida prenavideña, la mantita calentándonos las piernas y sabiendo que la propia situación sería clave para no dejar que nuestras reacciones fueran naturales sino atabaladas y torpes, como un atragantamiento repentino.
¿El elfo de la Navidad lo habéis comprado? Tiene una etiqueta.
Nuestras miradas se cruzaron catorce veces por segundo analizando la situación: niña-siete-años-pregunta incómoda.
Balbuceamos. Empezó ella con un —Cariño, por qué preguntas eso— seguido de sus ojos rogándome una respuesta. La esperaba acertada, pero no fue así. Y le dije que sí, que lo habíamos comprado nosotros. Que no venía de Laponia. Que no era un Elfo de Papá Noel. Que no se movía solo por las noches. Que era un muñeco. Que no es magia, es velcro.
Se hizo el silencio y su mirada se perdió en el vacío.
Comenzó a llorar y las preguntas brotaban casi ininteligibles: por qué no me lo habéis dicho; ahora ya no quiero jugar más con él; por qué lo movéis vosotros por las noches si es un muñeco...
La situación era crítica, lo reconozco. A veces, una verdad a destiempo causa un daño irreparable pero, joder, yo conocí la existencia de los reyes magos a los 6 años y no recuerdo que fuera un trauma. Al revés, supe aprovechar perfectamente ese conocimiento para elegir mejor los regalos.
Y ahí tenía a mi hija, bañada en lágrimas y asumiendo una respuesta que no esperaba a una de sus preguntas.
—Pero, ¿por qué preguntas si es comprado si después no aceptas la respuesta?—le dijimos. —Porque quería asegurarme de que era de verdad.—respondió.
Si era de verdad, espérate que no está todo perdido. Que todavía piensa que hay otros elfos que sí son de verdad. ¿Cómo es posible? ¿Tendrá un retraso madurativo? ¡Si acaba de ver que es un muñeco! ¿Es probable que no haya unido los puntos? ¿Preguntará por Papá Noel? ¿Nos está haciendo la envolvente y es consciente de todo pero no quiere que nosotros sepamos que lo es?
Nos enfrentamos a muchas preguntas que todavía no podemos responder porque pondrían las cartas sobre la mesa.
A punto de acabar las Navidades sólo espero que este sea el último año del engaño.