017

Ya no digo 'me voy a dormir'; digo 'voy a centrifugarme'.

Noche tras noche dando vueltas hacia ambos lados, aguantando el peso de las paredes sobre mi cuerpo; de los pensamientos sobre mi mente.

Respiro. El 4-7-8. Repito. Relajo. Quizá ahora.

Un sonido cualquiera estira con fuerza de mis pies hacia la vigilia. De nuevo en el punto de partida. Pasa por mi cabeza chuparme un Diazepam de emergencia, guardado entre paños para ocasiones especiales, para noches imposibles contra las que pelear garantiza medalla de oro en perder.

Descarto la idea. Sé fuerte, me digo. Aguanta.

Me resigno. A veces sudo. Un calor ardiente que emana desde mis entrañas e irradia por todos los capilares, venas y músculos hasta empaparme. Me destapo completamente. Sentir de nuevo el sudor, pero esta vez frío.

No quiero mirar la hora: el reloj guillotinaría mi esperanza de descanso. Sé que es tarde.

Ella duerme a pierna suelta. Finalmente caigo vencido. He vencido.

Fundido a negro.


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