Luna de Madrid
Oh, deslumbrante doncella, blanca luna de Madrid, a vos me dirijo: abrid vuestros ojos de centella y alegraos por la bella tierra a la que me dirijo. De vos nunca fui un buen hijo: perdonadme; mas sabéis que el elfo que aquí entrevéis tiene el corazón más lejos. Gracias por vuestros consejos. Y ahora, si queréis... venid.