La Música del Sur

Ya era consciente de esta paradoja cuando vine aquí: en lo referente a la oferta cultural, a veces menos es más. El ejemplo era claro: en Madrid estás rodeado de ofertas, podrías ir a diez conciertos y quince obras de teatro por semana, si quisieras. Pero la realidad es que, para la gran mayoría de la gente, nunca se va a nada. Las distancias, los precios, la antelación con la que hay que programarlo, o simplemente la pereza a la que la ciudad nos acostumbra nos lo impide.

En un lugar pequeño, sin embargo, las opciones son infinitamente más limitadas, pero por una parte, esto aumenta su valor (hola, ley de oferta y demanda), y por otro, son mucho más accesibles, con lo que puede ocurrir que al final la vida cultural sea incluso más rica que la de la ciudad.

Pero claro, esto era un razonamiento teórico, y no sabía si la práctica lo confirmaría.

Bien, he ido a más conciertos en estas tres semanas que en, literalmente, todo el último año en Madrid. Dato anecdótico, quizás, pero ahí está.

Y si hubiera sido mi estilo, estos conciertos podían haber sido, por ejemplo, Ricky Martin, La Oreja de Van Gogh o los Mojinos (me los encontré dando un concierto a las cinco de la tarde en la plaza de Los Llanos de Aridane... eso sí que es un encuentro random!).

Pero mi estilo, claro, es otro.

Por eso el 1 de junio me cogí la guagua y me planté en diez minutos en las antiguas Salinas de Los Cancajos (Breña Baja) para escuchar a Cali Fernández, cantante tinerfeña que se ha especializado en la música argentina... y a poco que me conozcáis, sabréis que eso para mí es Una Cosa.

Foto en primer plano de una mujer con media melena, camisa blanca y mirada serena

Así que podéis imaginar lo que disfruté entre zambas, tonadas y chacareras, con la espléndida voz de Cali, y muy bien acompañada al piano.

Y el Sur (el Sur global, aunque geográficamente a veces sea Norte) me seguía llamando. De manera que el día 12 me planté otra vez en Breña Baja, pero esta vez en el pueblo de San José, en la Sociedad de la Juventud Española (lugar que no hacía honor a su nombre), donde tuve el honor de ver a José Luis Teixé (acompañado de un gran Berto Díaz), músico palmero que lleva 50 años trayendo a las islas el folklore de Cuba, Puerto Rico y Venezuela.

Un escenario sencillo, dos músicos de avanzada edad tocando la guitarra y el timple, uno de ellos, con gorra tradicional, cantando a un micrófono

Dos músicos cercanos a los 70 años, con una virtuosidad y unas tablas apabullantes. Y un ambiente íntimo que me recordó los conciertos de la Vieja Trova (si tuvisteis la suerte de ver en vivo al maravilloso Compay Segundo me entenderéis).

Quizás todo esto haya sido coincidencia y no vuelva a oír música en vivo en tres meses... pero estaremos atentos!