Monje, robot, Steven y yo

#Pensamientos

ATENCIÓN, SPOILERS A CONTINUACIÓN: Pequeños spoilers de “Monje y robot”, de Becky Chambers, y spoilers enormes de “Steven Universe”. También hay algún spoiler de mi vida, pero eso, por lo que sea, es mucho menos interesante.

ATENCIÓN OTRA VEZ: El texto tiene más idas de olla de su auter que ideas realmente coherentes. Avisades quedáis.

Hace poco me sorprendí a mí misme reflexionando sobre Steven Universe.

Empecé con una visión comparativa de “Monje y robot” y “Steven Universe”. Las Diamantes y su dominio como un reflejo de la maquinaria brutal del capitalismo y el crecentismo. La línea de pensamientos de las Diamantes bien podría ser algo así: “Como soy superior a estos seres orgánicos y al resto de las gemas, puedo someterlos y expandir mi imperio hasta el infinito. Extraer todo lo que pueda de cada planeta para seguir creciendo. El fin y el medio, lo mismo, sin cuestionarlo. Es lo que hacemos, no hay más. Al fin y al cabo, ¿tengo algo mejor que hacer? Claro que no. No es solamente lo que hago, es mi propósito. Ser una líder. Guiarlas hacia la gloria. Hacia mi propia definición de gloria, claro.”

Ese propósito, ¿hasta qué punto se lo han auto impuesto ellas y hasta qué punto es asignado por Diamante Blanco (líder de líderes)? En cualquier caso, no parecen haberlo elegido de forma consciente.

Por otro lado, están las gemas y los robots de las fábricas de Panga. Tenían un propósito asignado (desde fuera, claramente) y lo rechazaron. Pasan de ser las herramientas de esos sistemas crecentistas brutales para hacerse conscientes y libres. Para los robots, ciertamente, con mucha más facilidad que para las gemas, a quienes cuestionar el sistema les sale muy caro. Las gemas ya eran conscientes desde el principio, eso sí. No obstante, si tratar de ser libre te condena al ostracismo o la destrucción, ¿hasta qué punto te lo planteas?

También tenemos a Rose. La primera (que sepamos) en elegir poner un pie fuera del sistema y cuestionarse todo lo que creía de su mundo y de sí misma hasta entonces. Elegir su nombre, elegir su forma, elegir su lucha. Aunque siguió haciendo lo que se suponía que debía hacer una Diamante: liderar. Salirse del tiesto, pero no mucho. Nunca fue la heroína que creímos que era. ¿Tampoco la heroína que necesitaban? Quizá no. Marcó a las Gemas de Cristal para bien y para mal. Sus motivaciones nunca nos quedan del todo claras, aunque las quiera vender como muy nobles. Era imperfecta. Al menos comprendió eso mejor que las otras Diamantes. Acabó eligiendo su propia impermanencia, como hicieron los robots originales de las fábricas. Y hasta aquí llegan las comparaciones con “Monje y robot”, porque luego la línea de pensamientos se me ha ido a otra cosa.

He acabado viendo a Steven como un reflejo... De mí. Sus fans tenemos una cosa muy clara: ese crío necesita terapia. No pongo en duda que a mí también me viene bien. Empecé pensando en lo guay que sería conocerlo. Una cosa llevó a la otra y al repentino pensamiento de “Joder, nos parecemos MUCHO”.

Está en una búsqueda constante de su lugar en el mundo. No encaja del todo entre las gemas, pero tampoco entre los seres humanos. ¿Os suena, mis panas neurodivergentes? Hasta su madre se lo dice en el vídeo. Es lo extraordinario de ser humano (Onfalina/Mosscap también sabe que es fascinante). El mundo está lleno de posibilidades y experiencias. Tendremos que elegir la nuestra.

Viviendo a la sombra de una figura de apego sin saber muy bien qué debería sentir por ella. ¿La quiero? ¿La odio? ¿Quiero ser como ella, como lo que ella quería ser o más bien quiero ser todo lo contrario de eso?

Esa tendencia que tiene (tenemos) de querer cuidar hasta el extremo... De quemarse. Aunque mucho tarda en llegar hasta ahí, eso sí. Tampoco le podemos pedir tanto realismo.

Oh, y su relación con Connie. Su evolución. Se acercó a ella cuando era vulnerable. Quería cuidarla. Cuando ella quiso protegerlo, no soportaba la idea. Hasta el punto de hacer lo que él nunca quiso que ella hiciera: se sacrificó por ella (por todos). Pasando por la aceptación de “estamos en esto juntos”. Cuando llegó el momento de cuestionarse cuál era su papel en el nuevo mundo que había ayudado a crear, quiso llevar ese “estar juntos” hasta el extremo. (Hey, cuídame, porque no sé pedirlo y no sé muy bien qué me está pasando). El dolor del rechazo. (No me das lo que yo creo que necesito y no entiendo por qué). Sabemos estar en una relación en el lado de la persona que cuida. No sabemos estar en el lado de la persona que necesita que la cuiden. Y cuando estamos en ese lado, él y yo la cagamos.

El punto de darse cuenta de que sus circunstancias han cambiado mucho. Ya no hay un mundo que salvar. Debe reinventarse a sí mismo y su forma de relacionarse con el mundo. Pasando también por un duelo más al darse cuenta de que la infancia que tuvo (tuvimos) no es la que él eligió, sino la que sus padres eligieron. Con todo lo bueno y con todo lo malo que eso conlleva. ¿Qué elijo ahora? Lo que estoy eligiendo, ¿lo elijo yo o es lo que alguien más quiere que elija?

Damos juntos y a destiempo el paso a la vida adulta, eligiendo cómo queremos que sea esta vida y nuevas formas para vincularnos. Nos hacemos conscientes DE VERDAD de que nuestro mayor poder es CAMBIAR. Pero no cambiar las cosas, como en la peli. Sino cambiarse a sí mismo. Cambiarme a mí misme. Elegir el cambio cuando lo que hay ya no sirve. Sabiendo que cambio no es desechar, sino reparar, reinventar. Cambiar y elegir si queremos ser monstruos o personas imperfectas. Siempre habrá alguien que nos odie por las mismas razones que otres nos aman. Pero si miramos a la Estrella Polar, volveremos a encontrar nuestro camino.

Porque sí, la compasión es nuestra Estrella Polar compartida, querido Steven. La que hemos elegido para nuestra vida. Pero a veces podemos perder el norte, no actuar como nos habría gustado, y eso forma parte del proceso. Parte del camino. Para poder tener la paz y amor que ansiamos en nuestro planeta Tierra, tendremos que cultivar la paz y amor en nosotres. Eso también puede implicar partir unas cuantas caras en nombre de la paz, aunque la primera elección sea el diálogo.

Tendremos también que darnos cuenta, como lo hicieron las Diamantes, de que no somos seres perfectos y superiores. El simple hecho de ser Diamantes o seres humanos no nos da potestad para someter y usar a otros seres a nuestro antojo. Tampoco somos, ay, querido Steven, seres perfectos y superiores para poder salvar, proteger y ayudar pase lo que pase. No tenemos el poder de arreglarlo todo, ni de controlarlo todo. Y está bien así.

Somos algo fascinante y extraordinario. Merecemos nuestra propia compasión. Merecemos cuidados. Y merecemos existir sin cuestionar que lo merecemos. Aunque no tachemos ni una sola cosa más de nuestra interminable lista de tareas, merecemos existir. Merecemos despertar y vivir cada día lo mejor que podamos. Aunque al final del día no salvemos a nadie más que a nosotres mismes.

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