Nuevos hogares digitales
Me bajo de Instagram y me subo a Pixelfed (y Flickr se queda como trastero).
Llevo un tiempo dándole vueltas y ya está decidido: voy a dejar de subir fotos a Instagram. Se acabó. No porque me haya pasado algo raro, ni porque quiera hacer un drama de esto, sino porque cada vez me pesa más la sensación de estar alimentando una máquina que no es mía, que no controlo y que en cualquier momento puede decidir que mi contenido ya no le interesa.
No me engaño: Instagram es cómodo. Subes una foto y tienes una garantía mínima de atención. Algún like, algún comentario, algún fuego 🔥 en las stories. Es el efecto casino: un chute de dopamina en pequeñas dosis que hace que quieras seguir publicando. Pero a cambio, le entregas tu contenido, tu esfuerzo y tu tiempo a una plataforma que ni te pertenece ni te va a pertenecer nunca. Y un día, si Instagram decide que ya no vales, o si cambia el algoritmo y tus fotos desaparecen en el abismo digital, te jodes.
Así que he decidido hacer las cosas de otra manera.
Flickr sigue, pero como trastero digital
Flickr ha sido mi repositorio digital de imágenes durante años. Es el sitio donde guardo mi archivo, donde todo queda bien ordenado y donde sigo pagando religiosamente la cuota anual. No me importa. Me da la tranquilidad de que mis fotos siguen ahí, sin la presión de que alguien las tenga que ver, sin el rollo de “esto está funcionando” o “esto no le interesa a nadie”. No es el lugar para compartir imágenes de forma regular, pero sigue siendo mi espacio seguro para almacenarlas.
La alternativa que he elegido es Pixelfed. Y sí, sé lo que estás pensando: ¿de verdad me voy a meter en una red social donde no me va a ver ni el tato? Pues sí. Porque aquí no hay algoritmo que decida por mí, ni métricas de vanidad que me obliguen a publicar para seguir siendo relevante. Aquí, si subo una foto, lo hago porque quiero, no porque necesite mantener un ritmo de publicación para que la plataforma me premie con un puñado de likes.
Vale, también tiene sus cosas:
- A veces la aplicación falla y te deja vendido.
- La comunidad es más pequeña y menos activa.
- No hay la inmediatez de Instagram ni el chute de validación social.
Pero a cambio, gano en control, en sostenibilidad y en tranquilidad mental. Y, sobre todo, dejo de sentir que estoy entregando mi contenido a una plataforma que puede hacer con él lo que le venga en gana.
¿Pierdo algo con este cambio?
Sí, claro. Visibilidad, interacciones y la facilidad de compartir con un clic y saber que alguien lo va a ver. Pero también gano algo que vale mucho más:
- Independencia. Mis fotos, mis reglas.
- Sostenibilidad. No juego en un sistema que se alimenta de mi tiempo y atención.
- Control. No estoy a merced de un algoritmo caprichoso.
Al final, esto va de no seguir construyendo en un terreno que no es mío. No quiero que mi contenido dependa de decisiones empresariales que no controlo. No quiero vivir con la sensación de que, en cualquier momento, pueden cerrar el grifo y todo lo que he publicado se va al carajo.
Así que, aquí estamos: Instagram se queda atrás, Flickr sigue como archivo y Pixelfed se convierte en mi nuevo hogar digital. No es la opción más popular, no es la más fácil, pero es la que me permite seguir compartiendo fotos sin la sensación de estar regalando mi trabajo a alguien que no lo merece.