Esa sensación de nervios

He publicado hace un rato una story en Instagram que he rotulado con una frase que me ha salido del alma: esa sensación de nervios y síndrome del impostor, justo antes de salir al escenario.

Hace poco hablaba con un amigo que, además, es un personaje bastante influyente en el ámbito tecnológico español, y comentábamos que cada vez había menos eventos. Mejor dicho, cada vez nos llamaban menos para hablar en eventos. Tengo claro que una razón tiene que ver con el cambio generacional. Tanto él como yo somos tipos que hemos cruzado ciertas fronteras en edad, y tiene que haber sitio y espacio para que otras personas más jóvenes ocupen esos espacios de comunicación. Y seguro que nuestro discurso no está tan actualizado, o no tiene la frescura que la audiencia actual espera.

En todo caso, ese no es el tema. El tema es que no importa cuánto tiempo pase, hay un momento en el que, justo antes de salir al escenario, no puedo evitar la misma sensación de nerviosismo y ese maldito síndrome del impostor que me hace dudar de si estaré preparado para salir a contar lo que quiero contar. Incluso siempre me da tiempo a pensar si llevaré bien metida la camisa por dentro del pantalón, de manera que en las fotos que me hagan salga más o menos bien. Siempre pienso que va a haber una parte de la camisa que se ha salido y va a estropear la foto.

En todo caso, la reflexión me sirve para poner sobre la mesa esa idea de que cada vez que uno se expone en público para compartir algo de lo que sabe o cree saber, hay una sensación de nervios que es inevitable. Y que a su vez tiene algo de adictivo. Estoy nervioso pero quiero estar aquí. Me gustaría estar más tranquilo pero no lo puedo evitar.

En fin, la vida.